Mao Tsetung: El arte de la guerra
Parte 2: La guerra contra la agresión japonesa: La batalla de Pingsingkuan
Obrero Revolucionario #1033, 5 de diciembre, 1999
En los números 1024, 1025 y 1026 publicamos una historia en fotos de Mao Tsetung y la guerra revolucionaria china con motivo del 50 aniversario del triunfo de la guerra popular que liberó al país en 1949. Esta semana publicamos el segundo de dos artículos que examinan la estrategia militar de Mao.
El primer artículo (No. 1031) examinó cómo las fuerzas comunistas dirigidas por Mao Tsetung contrarrestaron las primeras tres campañas de cerco y aniquilamiento del Kuomintang.
El presente artículo aborda la invasión japonesa de China. En vez de combatir a los japoneses, Chiang Kai-shek lanzó operaciones de cerco y aniquilamiento contra el Ejército Rojo, que lo obligaron a emprender la Gran Marcha. El artículo analiza cómo el Ejército Rojo logró la victoria de Pingsingkuan, la primera gran derrota de los invasores japoneses, a pesar de que el Kuomintang rehusó participar en la batalla.
El Ejército Rojo servía al pueblo, pero el ejército del Kuomintang lo oprimía. Se acobardó ante la feroz invasión japonesa y las terribles atrocidades que cometió contra el pueblo, y eso permitió a los japoneses lanzar el grueso de sus fuerzas contra el Ejército Rojo.
El Kuomintang colaboró con los invasores con el fin de aplastar las fuerzas dirigidas por los comunistas. Pero el Ejército Rojo se unió al pueblo, y estableció bases de apoyo donde movilizó al pueblo para la producción y para combatir a los invasores. A través de muchas luchas y combates durante ese período de la Guerra de Resistencia, el Partido Comunista de China (PCCh) se ganó la confianza y el apoyo de las masas, los cuales fueron indispensables para derrotar a los imperialistas japoneses y al Kuomintang (respaldado por Estados Unidos), y así conquistar el poder nacional en 1949.
El 18 de septiembre de 1931, las tropas japonesas atacaron Shenyang, Mukden. Chiang Kai-shek, el líder del Kuomintang, adoptó una posición de "no resistir en absoluto", que llevó la ocupación de tres provincias norteñas. El PCCh publicó un manifiesto en el que exhortó a "movilizar a las masas contra la agresión de los imperialistas japoneses... y a establecer un cuerpo guerrillero en el noroeste para combatirlos directamente".
En vez de luchar contra los japoneses, Chiang Kai-shek atacó al PCCh y al Ejército Rojo en las bases de apoyo de Kiangsi. En enero de 1933, el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos de China publicó otro manifiesto, en el que declaró que estaba dispuesto a suspender los combates y negociar con Chiang Kai-shek y otros jefes militares con el fin de unir a todos los que se podían unir en la guerra contra Japón, con tal de que se respetaran ciertas condiciones, entre ellas: cesar los ataques contra el Ejército Rojo, garantizar los derechos del pueblo y armarlo. Pero Chiang Kai-shek respondió con una serie de campañas de cerco y aniquilamiento. El Ejército Rojo derrotó las primeras cuatro y acumuló experiencia muy valiosa. Sin embargo, ante la quinta campaña, el Ejército Rojo se vio obligado a abandonar sus bases de apoyo en Kiangsi, y a emprender la increíble y heroica Gran Marcha.
Durante la Gran Marcha, el Ejército Rojo marchó 12.500 kilómetros a través de los más inhóspitos terrenos, cruzó 18 cordilleras y 24 ríos, atravesó 11 provincias con 200 millones de habitantes y ocupó 62 ciudades y pueblos. En promedio, el Ejército Rojo libró una batalla al día y llevó a cabo 235 marchas de día y 18 nocturnas, para combatir y repeler al millón de soldados del Kuomintang que lo perseguían. Cuando por fin llegó al noroeste de China, el Ejército Rojo contaba con solo 20.000 soldados de los 100.000 con que empezó la Gran Marcha.
La Gran Marcha fue una retirada estratégica ante la derrota de la quinta contracampaña de cerco y aniquilamiento1, pero en sí no fue una derrota, dado que el Ejército Rojo llegó a Yenán y estableció una nueva base de apoyo con su dirección intacta y la voluntad política de sus combatientes más firme que nunca2. A lo largo de la Gran Marcha, el Ejército Rojo armó al campesinado y lo movilizó para liberar vastas zonas, derrotar a los terratenientes, repartir la tierra y establecer bases de apoyo revolucionarias. Desde su plazafuerte en Yenán, el PCCh y el Ejército Rojo construyeron y extendieron las bases de apoyo que permitieron librar la guerra revolucionaria.
La Guerra de Resistencia contra Japón: Dos tipos de ejército
El 7 de julio de 1937, con el fin de subyugar completamente a China, los imperialistas japoneses atacaron Lukouchiao (puente Marco Polo) en las afueras de Pekín. Solo entonces Chiang Kai-shek se vio obligado a combatir a los japoneses, tanto porque las masas lo exigían como porque su gobierno peligraba ante la invasión. De hecho, dos de sus propios generales lo secuestraron y lo obligaron a firmar un pacto para formar un frente único contra los imperialistas japoneses.
A partir de agosto de 1937, el Ejército Rojo fue reorganizado como el VIII Ejército y se trasladó inmediatamente al frente de batalla en el norte. En octubre las unidades guerrilleras del Ejército Rojo se reorganizaron como el Nuevo 4º Cuerpo de Ejército y este se desplazó al frente central. Así empezó la heroica Guerra de Resistencia contra el Japón.
La Guerra de Resistencia tenía dos frentes: el del Kuomintang y el de las bases de apoyo liberadas. En estas el PCCh armó al campesinado. Modificó la política de confiscar tierras y repartirlas a los campesinos para consolidar el frente único contra Japón, pero no por eso dejó de luchar para transformar las relaciones feudales, y conseguir que se redujeran los arriendos y se rebajaran los intereses que tenían que pagar los campesinos.
Los ejércitos bajo la dirección del PCCh servían al pueblo, y las masas de todo el país acudían a incorporarse a sus filas y a apoyarlos. Eran sus oídos y ojos; por lo general sabían dónde estaba el enemigo y qué estaba tramando. Cuando averiguaba sobre los movimientos de los revolucionarios, lo despistaban. Con ese apoyo de las masas, el ejército popular libraba una guerra de guerrillas en las montañas, así como una guerra de movimientos de unidades mayores de tropas regulares. El ejército popular nadaba entre el pueblo como pez en el agua, con la posibilidad de lanzar ataques por sorpresa.
Por su parte, el Kuomintang servía a los imperialistas (de Estados Unidos e Inglaterra) y a los grandes terratenientes. Aun cuando formaba parte del frente único, defendía las relaciones feudales que sumían a las masas en la miseria, donde la vida de un perro valía más que la de un campesino.
El carácter de clase del Kuomintang determinó su manera de combatir y eso se veía clarísimo cuando combatía al Ejército Rojo, lo cual sucedía incluso durante el período de lucha nacional contra Japón. A diferencia del PCCh y sus ejércitos que luchaban por la emancipación del campesinado, el Kuomintang, que estaba fuertemente armado, odiaba y temía a las masas, y por eso no podía librar una guerra de movimientos para la que se requería clandestinidad y apoyo popular. Su cuerpo de oficiales era corrupto, practicaba castigos corporales y muchos de sus soldados desertaban, especialmente cuando combatían a los comunistas. Por eso, el Kuomintang adoptó una estrategia de defender las ciudades grandes, que eran sus plazafuertes. Si bien combatió a Japón en las primeras etapas de la Guerra de Resistencia, sufrió una serie de aplastantes derrotas y cedió todo el norte de China.
Por contraste, el ejército popular luchó valientemente y ganó muchas batallas. Apenas se desplazó al frente, empezó a librar una guerra de movimientos y penetró tan profundamente en territorio ocupado que perdió contacto con su cuartel general. Sus combatientes interrumpían líneas de comunicación, y aniquilaban puestos y destacamentos de avanzada enemigos. El ejército popular amenazaba constantemente los flancos de los japoneses que avanzaban hacia el valle del río Yangzi y los desviaron de su objetivo de tomar Nankín (la capital del Kuomintang) y otras ciudades grandes; los empujaba hacia las montañas, donde eran vulnerables a emboscadas guerrilleras.
En vez de defender ciudades grandes, donde el enemigo podía concentrar grandes fuerzas para atacarlos, los comunistas atraían al enemigo para que penetrara profundamente en el campo (territorio hostil al enemigo) y libraban batallas relámpago que lo aniquilaban por partes, y así acumulaban fuerza para las batallas decisivas de más adelante. Un general comunista explicó su estrategia: "Si se conservan tropas y se pierde tierra, se puede recuperar la tierra. Pero si se conserva la tierra y se pierden tropas, se pierde tanto tierra como tropas". Al aplicar su estrategia dinámica, el ejército popular le asestó al Japón su primera gran derrota.
La victoria de Pingsingkuan
A fines de 1937, el ejército japonés, encabezado por la 5ª División Sumurai bajo el mando del general Itagaki Seishiro, se dirigía hacia la provincia de Shansi. El Kuomintang opuso poca resistencia y el general japonés se sentía muy confiado, pero no sabía que la 115 División del VIII Ejército estaba en su retaguardia al sur de Pingsingkuan.
Pingsingkuan es un lugar escarpado. Las tropas japonesas marchaban por una vieja carretera en la profundidad del valle que serpenteaba entre las colinas. El plan de las fuerzas chinas era que las tropas bajo el mando de un general anticomunista del Kuomintang bloquearan el avance de la columna japonesa, mientras dos brigadas comunistas atacaban el flanco sur y la retaguardia.
A la medianoche del 24 de septiembre, se tomó la decisión de aniquilar la columna japonesa en el tramo de 12 kilómetros entre Pingsingkuan y Laoyemiao. A las 7 a.m., esta inició su marcha. Un oficial chino contó: "Oímos el zumbar de los vehículos cuando entraron al cañón. Transportaban soldados y suministros rumbo a Pingsingkuan. Un soldado contaba en voz baja: `Uno... dos... cincuenta... cien...'.
"Detrás de los camiones venían más de 200 carretas, además de mulas y caballos cargados de armas de alto calibre. A ellos les seguía la caballería. Era una larguísima columna de vehículos y animales. El ruido de los motores, pitos y animales era formidable.
"Los soldados japoneses tenían botas de cuero, cascos y abrigos de lana. Llevaban el fusil al hombro. Estaban muy confiados; venían platicando y riéndose.
"Unos comían mientras otros daban latigazos a los mozos que cargaban su equipaje... en lodo hasta los tobillos".
"De repente algunos camiones tuvieron que regresar debido al mal camino y eso provocó un embotellamiento. Fue el momento ideal para el ataque. Pero hubo cierta confusión en el cuartel comunista dado que las tropas del Kuomintang no avanzaban a bloquear la columna japonesa. Sin embargo, la 115 División decidió lanzar el ataque para no perder la ventaja de la sorpresa.
"Por fin llegó el momento que los combatientes habían esperado. Las explosiones de granadas y morteros y el ra-ta-ta-ta de ametralladoras reverberaron entre las cumbres. Muchos soldados enemigos cayeron. Un camión se incendió, otros chocaron".
El mando del ejército popular examinó la situación y formuló un plan: "Hemos cercado a una brigada de 4000 soldados, pero será difícil atacar un grupo tan numeroso. Tenemos que dividirlo. Mandaremos unas fuerzas a cruzar la carretera y dividir al enemigo ahí, y un batallón tomará las alturas de Laoyemiao. Desde la cumbre podremos aniquilar fácilmente al enemigo".
Las tropas del ejército popular le cayeron encima al enemigo y este se dispersó. Sin embargo, los soldados japoneses resultaron ser una fuerza formidable. "No se daban por vencidos. Disparaban con acierto. A pesar de sufrir tantas bajas, se atrincheraron a lo largo de la carretera. Las balas zumbaban constantemente y eso me dio mucha cólera. Por las largavistas vi que nivelaban los tallos de trigo. Sin duda alguna su armamento era muy superior al nuestro.
"Estábamos sufriendo muchas bajas y todavía no llegábamos a la carretera. ¡De repente los japoneses se replegaron hacia Laoyemiao! Pronto estaríamos en una situación muy desfavorable. En eso se dio la orden: `¡Tercer batallón, adelante cueste lo que cueste!'. Las compañías situadas en los flancos del enemigo intensificaron su ataque para que las tropas del frente pudieran avanzar.
"No se veía por el espeso humo, y el sonido de los disparos y explosiones era ensordecedor. Nuestros hombres corrían, se arrastraban y se revolcaban para avanzar". Por fin llegaron y libraron combates cuerpo a cuerpo. El enemigo se refugió bajo los camiones. "No nos dimos cuenta de que debíamos quemar esos camiones.... Pensamos que con presionarlos se rendirían. Pero tenían inculcada con la idea de conquistar China, masacrar a los chinos y explotarlos. Como nuestros hombres no tenían mucha experiencia en combates con los japoneses, muchos murieron o cayeron heridos por esos demonios desesperados. El enemigo era salvaje y altanero, y los combates fueron muy cruentos desde el principio. Los heridos combatían hasta que uno o los dos murieran.
"Los japoneses no entendían las tácticas de guerra en las montañas. Salvo un pequeño grupo en Laoyemiao, el resto permanecía expuesto en la carretera. Cruzamos la carretera y avanzamos directamente hacia Laoyemiao. Nos atacaban desde abajo y desde arriba, y la cumbre era escarpada, pero nuestros soldados lograron escalarla. Con la ayuda del segundo batallón, el tercero logró tomar la estratégica cumbre de Laoyemiao.
"Atacamos la carretera desde el templo Laoyemiao que domina la cumbre. El enemigo estaba completamente expuesto a nuestro fuego. Por fin entendió la guerra en las montañas. Cuando se dio cuenta de su error, dio la orden de escalar la cumbre. Llegaron sus aviones y sus tropas se reagruparon para atacarnos". Pero los aviones no hicieron nada, pues no podían porque los ejércitos estaban combatiendo casi cuerpo a cuerpo. El oficial comunista continuó: "Si el regimiento que estaba a nuestro flanco izquierdo no subía rápido, nos tocaría otro combate de cuerpo a cuerpo. Nos manutuvimos firmes ante la embestida enemiga hasta la una de la tarde, cuando por fin llegó el regimiento 687. Entonces noté que la retaguardia enemiga vacilaba. Ya era hora; di la orden y atacamos desde dos puntos. Logramos aniquilar completamente al enemigo a lo largo del cañón entre Singchuang y Laoyemiao".
El ejército popular se desplazó a Tungpaochi, donde estaban acampados de 2000 a 3000 soldados japoneses. Según el plan de batalla, las tropas del Kuomintang debieran haber atacado. Tenían al enemigo cercado, pero no atacaban. A pesar de las bajas que acababa de sufrir el ejército popular, lanzó el ataque pero en circunstancias muy desfavorables, pues los aviones enemigos bombardeaban sus posiciones. Llegaron refuerzos japoneses y los revolucionarios tuvieron que replegarse. Se había perdido una oportunidad.
Sin embargo, las tropas japonesas sufrieron una derrota devastadora en Pingsingkuan. Por vez primera sintieron el poderío del pueblo chino. Al enterarse de la derrota de los japoneses, los aldeanos acudieron a ayudar a los revolucionarios; bajaron a los heridos en camillas y cargaron las armas que los revolucionarios arrebataron al enemigo. Trabajaron dos días sin cesar. Un general comunista le comentó a un corresponsal: "¡Toda la vida soñaba con combatir a los japoneses y no tenía cómo hacerlo! Pero ahora han venido a mí...". Esa primera gran victoria del VIII Ejército en septiembre de 1937 animó al pueblo e instiló confianza en la lucha de resistencia.
La dura lucha hasta la victoria
A pesar de esa derrota, los imperialistas japoneses eran muy fuertes y la invasión seguía. Cometieron terribles atrocidades con su política de "incendiarlo todo, matar a todos y saquearlo todo". En diciembre de 1937, los japoneses tomaron Nankín; 50.000 soldados se desmandaron en una orgía de violación, asesinato y saqueo que dejó 300.000 muertos en cuatro semanas. Decapitaron a criaturas; violaron a miles de mujeres, incluso a niñas y ancianas; y ejecutaron sumariamente a miles de hombres, además de matarlos en prácticas de bayoneta y quemarlos vivos. Fue una guerra salvaje y cruel para someter al pueblo chino y quebrar su resistencia.
Las tropas del Kuomintang seguían sufriendo derrotas ante el monstruo japonés y, en octubre de 1938, este ocupaba a casi toda China central. Chiang Kai-shek concentró sus fuerzas en el suroeste y noroeste para evitar un enfrentamiento, y las fuerzas del Kuomintang en las zonas ocupadas se rindieron y empezaron a colaborar con el enemigo.
Mientras el Kuomintang colaboraba con el enemigo, el VIII Ejército y el Nuevo 4º Cuerpo de Ejército penetraron la retaguardia enemiga en el norte, este, centro y sur. Recuperaron extensas zonas que el Kuomintang había perdido, armaron al pueblo y desarrollaron la guerra de guerrillas. En 1940, las fuerzas populares contaban con medio millón de efectivos y trababan combate con la mitad de las fuerzas invasoras. Ante el hostigamiento de las fuerzas populares, los japoneses concentraron sus ataques contra las zonas liberadas, que habían convertido su retaguardia en un campo de batalla y representaban un peligro a sus comunicaciones. Suspendieron los ataques contra el Kuomintang, que adoptaba una actitud totalmente pasiva ante los invasores mientras se dedicaba a combatir al PCCh, el Ejército Rojo y el pueblo.
El PCCh dirigía batallas enconadas contra Japón, pero Chiang Kai-shek solo movilizaba sus soldados para atacar a los comunistas. En una ocasión, 50.000 soldados del Kuomintang cercaron a 9000 soldados populares y mataron a 4000. El Kuomintang continuó colaborando con los japoneses o capituló del todo. En 1944, más del 60% de las tropas títeres chinas que colaboraban con los invasores (unos 425.000 efectivos) eran ex soldados y oficiales del Kuomintang.
Ante tal embestida, las zonas liberadas perdieron territorio y el PCCh tomó medidas para contrarrestar esa situación. Impulsó su política de avanzar cuando el enemigo retrocede, de retroceder cuando el enemigo avanza y de perseguirlo cuando se retira. Destacamentos populares penetraron profundamente en la retaguardia enemiga para establecer nuevas bases, y movilizar y organizar el pueblo contra el gobierno títere. El ejército popular fortaleció sus milicias, libró guerra de túneles y minas, y extendió la guerra de guerrillas, basándose en el apoyo de las amplias masas.
El PCCh inició campañas de producción y estableció una política de reducción de arriendos e intereses a gran escala. En 1941, ante el bloqueo económico de Japón contra las zonas liberadas, el PCCh lanzó campañas de producción con la participación de docenas de miles de personas que producían artículos de primera necesidad. Asimismo, producían explosivos y granadas (aunque la principal fuente de armas seguía siendo el enemigo). Los billetes impresos en las zonas liberadas llevaban consignas como: ¡Poner fin a la guerra civil!, ¡Unirse para la resistencia contra Japón! y ¡Viva la Revolución China!
En 1943, había 19 zonas liberadas, el VIII Ejército y el Nuevo 4º Cuerpo de Ejército tenían 900.000 soldados, y la milicia popular contaba con 2,270.000 miembros. En ese entonces el 60% del ejército japonés y el 95% de las tropas títeres chinas se encontraban trabados en combates en las zonas liberadas.
En los ocho años que duró la Guerra de Resistencia contra el Japón, el VIII Ejército, el Nuevo 4º Cuerpo de Ejército y el Ejército Antijaponés del Sur de China lucharon bajo la justa dirección del PCCh y con el gran apoyo de las masas. Llegaron a tener más de 1,300.000 efectivos y participaron en 125.000 combates, en los cuales mataron o capturaron a 1,700.000 soldados japoneses o títeres y extendieron las zonas liberadas para abarcar a 160,000.000 habitantes. Eran una fuerza pujante sin precedentes en la historia del país y todo eso contribuyó a la victoria que el pueblo chino logró en 1949.
NOTES
1 Un factor importante que le impidió al Ejército Rojo derrotar la quinta campaña de cerco y aniquilamiento del Kuomintang fueron líneas incorrectas en la dirección del PCCh que se oponían a la línea de Mao, en particular, la línea oportunista de "izquierda" de Wang Ming. Como dijo el Presidente Avakian en Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung: "En ese período de comienzos de la década de 1930, la línea oportunista `izquierdista' de Wang Ming con relación a los asuntos militares subestimó al enemigo y planteó la estrategia de atacar grandes ciudades, en oposición a la línea correcta de establecer y vincular las bases de apoyo, y atraer al enemigo para que penetre profundamente con el objetivo de golpearlo, concentrar fuerzas superiores en ciertas batallas y aniquilar sus tropas, y de tal manera romper el cerco y en esa campaña específica pasar de la defensiva a la ofensiva".
2 Un acontecimiento de suma importancia a nivel de dirección durante la Gran Marcha fue que en la reunión de enero de 1935 en Tsunyi se confirmó la dirección de Mao.
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