Nuevo memorial detalla injusticias

Parte 2: El caso de Mumia:
Persecución política desde el principio

C. Clarke Kissinger

Obrero Revolucionario #1041, 6 de febrero, 2000

Los que quieren la ejecución de Mumia Abu-Jamal no se cansan de decir que no se trata de un caso político y que la mismísima idea de que sea víctima de persecución política es una ridícula invención de la defensa. Hasta dicen que antes del arresto Mumia era un desconocido en Filadelfia, así que ¿quién y por qué lo iba a fichar? Mumia es un criminal común y corriente que busca apoyo con el cuento de que es preso político, afirman.

Por otro lado, el memorial de habeas corpus de Mumia demuestra todo lo contrario: que se trata de un caso político desde el principio. Todo periódico de Filadelfia informó sobre la muerte del agente Faulkner en primera plana y destacó las actividades y convicciones políticas de Mumia. El titular del Philadelphia Inquirer decía: "Jamal: Un activista elocuente que no teme alzar la voz". El Daily News decía que Jamal "tiene el pelo en dreadlocks y se asoció con varios grupos activistas negros.... De adolescente, ya era dirigente de la rama de Filadelfia del Partido Pantera Negra". Ese mismo artículo citó una declaración de Mumia en 1970: "El pueblo negro confronta la misma realidad que ha enfrentado el Partido Pantera Negra: el poder político nace del fusil".

Otros informes mencionaron sus simpatías por MOVE, un grupo negro radical. En 1978, a nueve miembros de MOVE los condenaron injustamente por la muerte del agente James Ramp durante un ataque de gran envergadura contra una casa de MOVE. Los informes verídicos de Mumia sobre el juicio de los 9 de MOVE, el más duradero, caro y polémico de la historia de Filadelfia, le ganaron la enemistad de la policía y la alcaldía.

La prensa repitió tanto que Mumia era un radical que Claude Lewis, un columnista del Philadelphia Bulletin, criticó a sus compañeros por "desviarse de su supuesta postura de `objetividad'". Escribió: "Repetidamente le atribuyeron a Abu-Jamal una predilección por el radicalismo y la militancia. En sus descripciones brilla una pasión perjudicial, que le resta al sospechoso toda posibilidad de inocencia en la mente del público".

Simultáneamente, las autoridades hicieron del entierro de Faulkner toda una ceremonia política. Arrearon las banderas a media asta, invitaron a 5000 personas a ver el cadáver y organizaron una procesión de 250 carros. Al lado de los informes sobre el entierro, los medios repitieron la versión policial de la muerte. Crearon una atmósfera tan frenética que un columnista del Inquirer comentó que los programas radiales estaban atestados de llamadas de radioescuchas "que querían linchar al tal Mumia Abu-Jamal".

El memorial de la defensa menciona que de los 80 candidatos al jurado en el juicio de Mumia, 73 estaban familiarizados con esos informes.

En 1995, el fiscal dijo que el caso "con toda probabilidad es uno de los sucesos más importantes para el sistema de justicia penal en Filadelfia desde hace 25 años".

Tanto el FBI como la policía de Filadelfia espiaban a Mumia desde que era adolescente. A menos que espíen a toda la población, ¿no demuestra eso que tenían a Mumia fichado desde hace mucho tiempo? Pero en todos esos años no lo pudieron conectar a Mumia con ningún delito.

¿Conque este caso no tiene nada de político? ¿Conque es pura invención de sus seguidores? ¿Conque Mumia era un "desconocido" en Filadelfia hasta que murió Faulkner? ¿Conque al jurado no le influenció toda la propaganda pro policía? ¿Conque las autoridades no calcularon cuidadosamente las consecuencias políticas del juicio?

Una historia de persecución política

La obsesión de la policía política con Mumia Abu-Jamal se remonta a varios años antes de la muerte de Faulkner. El equipo de defensa ha encontrado más de 800 páginas de expedientes secretos del FBI y la policía que demuestran que empezaron a seguirle los pasos en los años 60, ¡cuando apenas tenía 15 años!

A los 15 años, Mumia fue uno de los fundadores de la rama de Filadelfia del Partido Pantera Negra (PPN); a los 17 años escribía artículos para el periódico nacional del PPN.

En agosto de 1970, cuando Mumia era Ministro de Información del PPN de Filadelfia, la policía allanó a medianoche la sede del PPN para impedir una reunión nacional. A fin de humillar a los Panteras, los obligó, a punta de fusil, a desnudarse frente a las cámaras, pero se celebró de todos modos.

La policía tenía a Mumia en la mira durante todo ese tiempo. Intervino sus conversaciones telefónicas y mandó informantes a espiarlo. Entrevistó y hostigó a sus familiares, amigos y maestros. Un informe de febrero de 1973 del FBI recomendó ponerlo en el "Indice de Seguridad"; decía que "si se le presenta la oportunidad, [Mumia Abu-Jamal] sin duda sería una amenaza a los gobiernos local y nacional".

En los años 70, el trabajo político de Mumia cambió y se enfocó en el periodismo, pero siguió siendo una espina en el costado de las autoridades porque daba voz a los que por lo general no tienen voz.

En esos años Frank Rizzo fue elegido alcalde de Filadelfia. Durante su gobierno (de 1972 a 1980), la policía mató a 162 personas: 75 no cometieron delitos violentos y huían cuando les dispararon. El mismo informe (de un grupo de investigación federal) decía que la policía mató en promedio una persona a la semana y que dos de cada tres víctimas (en 1975) eran negros o latinos.

En palabras del periodista galardonado de Filadelfia Linn Washington, Jr.: "Limosneros, pintores de casas o pastores prominentes, los negros eran las principales víctimas del maltrato policial". (Véase el excelente artículo de Washington, "El reino de Frank Rizzo: Estalla la brutalidad", en el Libro de recursos sobre el caso de Mumia Abu-Jamal de ¡Rehusar & Resistir!.) La situación llegó a tal extremo que un juez federal ordenó reformar el departamento de policía; pero más tarde el juez William Rehnquist (actualmente presidente de la Suprema Corte federal) anuló la orden.

En 1979, después de meses de lucha política intestina, el Departamento de Justicia federal tomó una medida nunca vista: demandó a Rizzo y a dos docenas de funcionarios de la alcaldía. Washington escribió: "La demanda acusó a funcionarios de la alcaldía de Rizzo de condonar un patrón de brutalidad policial.... La demanda del Departamento de Justicia afirma que esos funcionarios de la alcaldía de Rizzo `llevaron a cabo y siguen llevando a cabo políticas y prácticas que llevan al maltrato físico generalizado, arbitrario y sin razón...'". Pero una vez más los tribunales superiores rescataron a Rizzo.

El artículo de Washington concluye: "Mumia Abu-Jamal era del puñado de periodistas que informaban constantemente sobre la brutalidad policial. Esos informes... le ganaron la enemistad de la alcaldía de Rizzo y el ostracismo de sus colegas de los medios de comunicación".

Los 9 de MOVE

El ejemplo más notorio de maltrato policial ocurrió con los 9 de MOVE. Después de varios años de confrontaciones entre MOVE y las autoridades, Rizzo mandó sitiar la casa de MOVE en Powelton Village para hacerlos salir por hambre. El 16 de marzo de 1978, centenares de agentes acordonaron cuatro manzanas. Tres semanas después, 3000 personas marcharon a la alcaldía para protestar contra el sitio. Unos desafiaron el bloqueo y llevaron agua y comida a la casa de MOVE. Parecía que a Rizzo le iba a salir el tiro por la culata y resolvió negociar un acuerdo.

Pero cuando la situación se calmó, Rizzo violó el acuerdo: el 8 de agosto despachó centenares de agentes de motín a rodear la casa de nuevo y a sacar a los miembros de MOVE. Estos no obedecieron, así que la policía atacó con cañones de agua. Se oyó un disparo (más tarde dos periodistas radiales informaron que NO provenía de la casa de MOVE) y todos los policías abrieron fuego. En medio del fuego policial, el agente James Ramp murió de un tiro. Cuando los miembros de MOVE (que estaban en el sótano inundado y sostenían a sus niños en alto para que no se ahogaran) se entregaron, la policía desató una orgía de violencia. La golpiza de Delbert Africa se vio en los noticieros de todo el país y provocó otra racha de críticas de Rizzo.

A nueve miembros de MOVE los juzgaron por la muerte de Ramp y Mumia informó sobre el juicio. El 8 de mayo de 1980, el juez Edwin Malmed los sentenció de 30 a 100 años de cárcel (todavía están presos). Poco después del veredicto, cuando Malmed salió en un programa radial, Mumia llamó y le preguntó: "¿Quién mató a James Ramp?"; Malmed contestó: "No tengo la menor idea". Esto le ganó a Mumia más odio oficial, pero también reforzó su reputación popular de "voz de los que no tienen voz".

Sentenciado por sus convicciones políticas

Pero no es necesario leer las actas del juicio ni viejos artículos de la prensa de Filadelfia para ver lo político que fue el juicio de Mumia.

Durante la sentencia, el juez Albert Sabo le permitió al fiscal McGill hacerle preguntas a Mumia sobre una declaración de 1970, cuando era militante del PPN. McGill le preguntó varias veces si estaba de acuerdo con la declaración de Mao Tsetung de que "el poder nace del fusil". Mumia le contestó: "Creo que Estados Unidos ha demostrado que esa cita es verídica". (El OR No. 981 detalla la conversación entre Mumia y McGill.) Cuando McGill presentó su recapitulación final al jurado, repitió eso y concluyó que la filosofía de Mumia lleva "al rechazo completo del orden público", ¡a pesar de que Mumia no tenía antecedentes penales!

En la apelación, la Suprema Corte de Pensilvania aceptó eso. Afirmó que la militancia en el PPN, "una organización política nada popular" con una "filosofía de violencia", demostraba que "desde hace mucho siente desdén por el sistema". ¡De esa manera convirtió el desdén por el sistema en un crimen que merece la pena de muerte!

Pero la Suprema Corte federal no ha llegado al extremo de hacer lo mismo. La Suprema Corte declaró inconstitucional una condena a muerte del estado de Delaware: a un supremacista blanco lo sentenciaron a muerte aduciendo sus ideas y asociaciones políticas (siguiendo el precedente del juicio de Mumia). Pero la Suprema Corte no aceptó ver el caso de Mumia al mismo tiempo; anuló la sentencia de muerte en el caso del supremacista blanco de Delaware, pero no la de Mumia.

Mumia mencionó el fallo de la Suprema Corte Dawson vs. Delaware en una apelación de 1998 a la Suprema Corte de Pensilvania. Ese tribunal "ofreció una nueva explicación: que el hecho de que Jamal citó a Mao Tsetung demuestra que `utilizaría la violencia si fuera necesaria para parar lo que el Partido [Pantera Negra] percibía como brutalidad policial desenfrenada contra sus militantes'" (del memorial de la defensa). La Suprema Corte de Pensilvania "cambió sus palabras de 1989 para que cuadren con el fallo Dawson de la Suprema Corte de los Estados Unidos".

Para resumir: Un joven entra a una organización revolucionaria. Como consecuencia, la policía lo espía durante 15 años. Durante ese tiempo el joven critica constante y públicamente a un departamento de policía tan brutal y represivo que hasta el Departamento de Justicia le entabla una demanda. Cuando a ese hombre lo arrestan, todos los periódicos mencionan su historia política y sus inclinaciones. La orgía de publicidad perjudicial llega a tal extremo que incluso periodistas tradicionales la condenan. Durante el juicio, el fiscal sostiene que su militancia en la organización revolucionaria es razón para condenarlo a muerte. En la apelación, la Suprema Corte de Pensilvania dice que, como "desde hace mucho siente desdén por el sistema", merece la pena de muerte. Tal es el caso de Mumia Abu-Jamal.

¿No es político? El caso de Mumia está empapado de política de punta a punta. Cuando empezó en 1981, la policía trató de usarlo para limpiar su mancillada imagen y para silenciar para siempre a un enemigo político consecuente. Sigue hoy, cuando hay más en juego, como una campaña para ejecutar a un hombre que ha llegado a ser un vocero internacional contra las mismas políticas y el mismo sistema que lo metieron injustamente en el pabellón de la muerte.

Para parar esta ejecución tenemos que demostrar sin lugar a dudas que es una persecución política.


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