Historia de resistencia de los lakota
Incidente en Oglala
Debbie Lang
Obrero Revolucionario #1041, 6 de febrero, 2000
En la primavera de 1973, cientos de indígenas y seguidores ocuparon el pueblo de Wounded Knee en la reserva Pine Ridge del estado de Dakota del Sur. Exigían que el gobierno suspendiera el asesinato y el hostigamiento de los militantes del Movimiento Indígena Americano (AIM), de sus seguidores y de los tradicionalistas, y que respetara los tratados que le dieron al pueblo lakota (también llamado siux) autodeterminación en los Black Hills.
El gobierno respondió despachando 300 efectivos del ejército, FBI, Buró de Asuntos Indígenas (BIA), mariscales federales y policía estatal a sitiarlos. Los indígenas montaron una defensa armada que duró 73 días. Su heroicidad y militancia resonó por todo el mundo y prendió un poderoso movimiento de apoyo a la lucha de los pueblos indígenas. En Wounded Knee, en 1890 el ejército federal masacró a 300 hombres, mujeres y niños siux, y desde entonces ha sido un símbolo de lucha.
Después del sitio de 1973, el gobierno federal desencadenó una ola de represión contra los habitantes de Pine Ridge. Quería erradicar la influencia de AIM y sembrar terror entre los tradicionalistas para apoderarse de las tierras ricas en uranio, carbón y petróleo. Los tradicionalistas se oponían a las autoridades impuestas por el gobierno federal y luchaban por defender las costumbres de su pueblo.
Después de Wounded Knee el gobierno desató una ola de represión contra los habitantes de Pine Ridge. De todo el país llegaron valientes militantes de AIM, entre ellos Leonard Peltier; no todos eran lakota.
El 26 de julio de 1975, el FBI atacó el campamento de AIM en Oglala. Dos agentes del FBI y un militante de AIM murieron. En 1977 las autoridades acusaron injustamente a Leonard de matar a los dos agentes del FBI, por lo cual ha pasado 23 años en un calabozo. Pero Leonard ha ganado respeto y apoyo por todo el mundo como voz de los pueblos indígenas y como preso político que no se deja quebrantar.
Noviembre de 1999 fue el Mes de Libertad para Leonard Peltier y miles de personas viajaron a Washington, D.C., para exigir su libertad. Entre ellos estuvieron veteranos del sitio de Wounded Knee y de la lucha en la reserva Pine Ridge. Este artículo recoge conversaciones que tuvo nuestra corresponsal Debbie Lang con esos luchadores.
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En la primavera de 1975, aumentaron las palizas y los asesinatos pues el gobierno quería eliminar la influencia de AIM en la reserva e intimidar a los lakota. Por ello, las autoridades tradicionales de los lakota mandaron llamar a AIM para que los ayudaran. Leonard Peltier, del noroeste, respondió con otros militantes de AIM y establecieron campamentos en la reserva Pine Ridge.
Leonard Peltier fue a vivir con Cecilia y Harry Jumping Bull en el pueblo de Oglala. Rosaline Jumping Bull dijo: "Leonard vino a vivir con nosotros en abril de 1975. Una noche llegó y nos dijo: `Estamos aquí para ayudarlos'. Pero no iba a hacerle la guerra a nadie; más bien estaba ahí para velar por nosotros, porque ni siquiera podíamos ir al pueblo por temor los GOONs [Guardianes de la Nación Oglala-OR]. Ya habían matado a muchos. Leonard dijo que iban a ayudarnos, que los mandaron llamar. Así es como llegué a conocer a Leonard. Los que lo conocemos, los que hemos vivido con él, sabemos que es buena gente. No le gustan ni el alcohol ni las drogas. Respeta a los niños y a los mayores; limpiaba la casa de mis abuelos.... Yo creo en Leonard, no creo que mató a esos tipos. Deben arrestar a los responsables, a los que nos dispararon, los que nos querían matar, o sea, su propia gente".
Jean Roche estaba en el campamento de AIM en Oglala con su hermano menor: "Yo tenía 14 años y mi hermano 11. Mi mamá era amiga de Peltier. Ella abría las puertas de la casa a los que necesitaban techo; así fue como conocí a Leonard. Yo era adolescente y un poco traviesa; por eso mi mamá me mandó con ellos. Después del tiroteo la prensa decía que éramos 16 guerrilleros bien entrenados. ¡Háganme el favor! ¿Te imaginas? Decían que éramos salvajes, militantes, sin siquiera conocernos, para justificar lo que hicieron contra Peltier. Decían: `Son unos indios militantes, hay que meterlos en la cárcel'....
"Fue una experiencia espiritual. En el campamento aprendimos a ayudar. Todos los días hacíamos ceremonias en los sudaderos; rezábamos. Entrar en el sudadero es como entrar en las entrañas de la Madre Tierra, es purificarnos. Los muchachos de AIM hacían guardia durante las ceremonias, porque los GOONs atacaban a los que practicaban nuestras costumbres.... Vivimos un reino de terror; era la ley del revólver. Atacaban a los simpatizantes de AIM. Mataron como a 65 y no hubo investigaciones. El FBI tenía en marcha el programa COINTELPRO (programa de contrainsurgencia) y Peltier era uno de sus blancos; si uno era de AIM estaba en la lista negra".
Carter Camp, de AIM, me dijo: "Mientras los compañeros y compañeras que estaban con Leonard Peltier protegieran a la comunidad, los demás sentían ánimos para seguir adelante con la lucha por los derechos y por la libertad. El FBI quería cerrar el campamento; quería echar a Leonard Peltier, Dino Butler, Bob Robideau y a todos los guerreros de ahí".
El tiroteo en Oglala
"En esos días, de AIM vs. los GOONs, los GOONs no se atrevían a entrar en Oglala, porque ahí estaban mis hermanos y sabían que si se metían con esos oglalas, se metían en aprietos. Si venían a echarnos plomo les respondíamos con plomo, porque estábamos hartos de que nos mataran, estábamos cansados de ser víctimas. Así es mi familia. Pues ya estábamos hartos y cansados de que mataran a nuestros parientes. Cuando se ha sufrido mucho, llega el momento de enfrentar el dolor y el temor y decir: `ya basta, ¿entienden? ¡No más!'".
Arlette Loud Hawk, de Oglala
El 25 de junio de 1975, la víspera del ataque al campamento de Oglala, el presidente tribal, Dick Wilson, le vendió al gobierno federal, en secreto, una octava parte de la reserva. Todo indica que el gobierno provocó la confrontación con AIM como pretexto para invadir la reserva. Por ejemplo, antes del tiroteo llegaron una gran cantidad de efectivos. Russell Loud Hawk dice: "Los federales querían matar a todos. Pero se equivocaron, porque AIM contraatacó. Recuerdo ese día: el 26 de junio. El tiroteo empezó como a las 11. Dondequiera que uno miraba veía policías, agentes del FBI, sheriffs y soldados de la Guardia Nacional".
A las 11 agentes del FBI, Coler y Williams, entraron al campamento en un carro y empezaron a disparar, ¡con el cuento de que buscaban a un muchacho que se robó un par de botas! No se cubrieron, como si esperaran refuerzos en seguida. Cuando AIM contestó el fuego, Williams dijo por radio: "Avancen, necesitamos que nos cubran". Luego entraron dos vehículos más, pero los de AIM les reventaron las llantas desde unos 200 metros con tiros certeros. Los agentes se replegaron y dejaron atrás a Coler y a Williams.
En una zona remota de un estado remoto, quince minutos después de que empezó el tiroteo las fuerzas del gobierno ya tenían barricadas en las carreteras y helicópteros en el aire. Más de 200 agentes fuertemente armados dispararon a distancia sobre el campamento durante varias horas. Arlette Loud Hawk recuerda ese día: "Se oyeron miles de disparos. Mi mamá, mi hermana y yo mirábamos aterradas. Pensamos lo peor, que los mataron a todos. Pero yo decía que no, que no podía ser, pues sería casi la familia entera. Eso no podía ser. Vivimos varias horas de terror, sin saber si estaban vivos o muertos mi papá y mis hermanos".
El escape
"De lo único que hablan es de los dos agentes del FBI que murieron, nada más. Se olvidan de que también murió un indígena, Joe Stuntz. A nadie le importa, pero a nosotros sí, porque era un ser humano".
Arlette Loud Hawk
Los dos agentes del FBI quedaron muertos. Los militantes de AIM oyeron por el radio del carro las comunicaciones del FBI y se dieron cuenta de que los tenían rodeados. Decidieron escabullirse y dos se quedaron para cubrir a los demás. Uno de ellos fue Joe Stuntz, quien murió de un disparo a larga distancia en la cabeza.
Jean Roche me contó del escape: "Tratamos de escaparnos por los riachuelos y el bosque, pero ya los tenían rodeados y tuvimos que retroceder. Nos topamos con Leonard y su grupo. El nos dijo: `Miren, muchachos, no quiero meterlos en más problemas, así que mejor salen con las manos arriba y se entregan'. Yo dije que me quedaba, pero que mi hermano, de 11 años, se entregara. Iba subiendo por la colina cuando empezaron a dispararle. ¡Le dispararon! No sabíamos cómo estaba, pero sabíamos que Joe Stuntz estaba muerto.
"Regresamos al bosque, nos escondimos en los árboles y hasta nos metimos en una alcantarilla. Veíamos pasar a los agentes del FBI que nos buscaban. También nos buscaba una avioneta; ya llevaba tres horas sobrevolando y teníamos que esperar que aterrizara para cargar combustible antes de cruzar un campo abierto a otra colina. Eran como dos kilómetros que teníamos que correr, no había dónde esconderse, era pura yerba, y nos dispararon. Las balas caían muy cerca, pero muy, muy cerca. Un par de veces me quedé paralizada, me tiré al suelo. Los otros me gritaban: `¡Apúrate!' y me levanté y seguí corriendo. Creo que si no hubiera sido por el Creador que estaba con nosotros nos hubieran matado: antes de echar a correr rezamos. Las balas caían tan cerca que no sé cómo no nos mataron. Qué suerte.
"Desde arriba de la colina podíamos ver la cantidad de carros que nos buscaban: FBI, mariscales federales, policías del BIA, equipos SWAT, etc., y venían con todo lo que tenían. Nosotros teníamos la ventaja porque estábamos arriba. En eso llegaron a caballo dos tipos de por ahí y, como si nada, preguntaron, así con toda tranquilidad: `¿Qué pasa?'. Si no hubiera sido por ellos, nos hubieran matado porque no conocíamos bien el terreno, pero ellos sí y nos ayudaron a escapar. Pasamos escondidos unos dos o tres días. Varias personas nos ayudaron. Eramos una docena y la mayoría menores de 18 años. Estábamos en el campamento para prepararnos para el Baile del Sol, una ceremonia de verano de los lakota. Es muy espiritual, se reza. Es un sacrificio para que la comunidad entera se fortalezca. Después bajamos y fuimos al Baile del Sol; nos mezclamos con los que estaban ahí".
Carter Camp dijo: "El gobierno pensó que los tenía atrapados en la colina; era un hormiguero de soldados y agentes del FBI. Tardaron de dos a tres horas en llegar a la cumbre, pero cuando llegaron ya no estaban.... Murieron dos agentes del FBI y eso era muy importante para el FBI. ¿Ves? No les importaban los 100 muertos de AIM, pero la muerte de esos dos agentes los encabronó. Así que la opresión en la reserva empeoró. Era muy peligroso. Mataban a diestra y siniestra. Trajeron agentes de muchas dependencias para buscarnos".
El ataque del FBI
"Días antes del tiroteo, celebramos las bodas de oro de mis abuelos. Nos reunimos en su casa y todos les llevaron lindos regalos. Por suerte no estaban en su casa el día del tiroteo. Esa mañana partieron para el pueblo. El FBI destruyó su casa. Fue una terrible experiencia para ellos, pues ya eran viejitos y les jodieron la casa, pero no fue solo la casa sino 50 años de vida. Hasta hoy no la han reconstruido y el gobierno jamás los indemnizó, aunque les arrebató toda su vida y su sustento, el rancho donde trabajaban".
Fedelia Cross, sobrina de Cecilia y Harry Jumping Bull
La Comisión de Derechos Civiles federal calificó lo que sucedió en Oglala de "invasión militar de gran envergadura". En pocos días el FBI llevó nueve portatropas, varios helicópteros artillados Huey, diversos vehículos militares, explosivos, perros y por lo menos 200 agentes en uniforme de campaña con ametralladoras. A estos se sumaban mariscales federales, policías del BIA, GOONs y una organización patriótica paramilitar, con una avioneta, un helicóptero, equipo especializado en armas químicas, equipo de francotiradores y cuatro equipos SWAT. El FBI allanó y destruyó casas y fincas, se metió en campamentos espirituales y realizó muchos arrestos injustos.
Arlette Loud Hawks me contó lo que sucedió una noche: "Cuando regresó mi papá, nos fuimos a vivir en las casas del gobierno. Teníamos que procurar sobrevivir y lo mejor era vivir en grupos grandes. Como sabíamos que eran capaces de abrir fuego contra nosotros, nos la pasábamos en los sótanos. Mi abuela, mi mamá, todos estábamos en el sótano. Parecía un pueblo fantasma, ni los perros ladraban. No había luces, todas las familias estaban en el sótano".
Un día el papá de Arlette salió a observar el movimiento de las fuerzas del gobierno: "Mi mamá me dijo que fuera con él, que así tal vez los GOONs no se atreverían a matarlo si yo estaba con él. Mi sobrina Talana entró gritando: `¡Abuelita, abuelita, la montaña está prendida!'. Mi mamá me mandó a ver qué pasaba.
"En la reserva hay una colina y los faros de los carros que bajaban efectivamente parecían fuego. Mi papá agarró el radio de onda corta y empezó a preguntar si alguien sabía qué pasaba. Llegó la respuesta: `Van directamente hacia ustedes 75 jeeps del ejército, cuatro hombres en cada jeep, todos armados'. Talana era chiquita; preguntó: `¿Abuelito, vienen a matarnos?'. Mi papá contestó: `Mientras tenga vida, nadie va a matar a nadie'. Luego dijo que la lleváramos abajo. Yo la llevé. Mi mamá me preguntó qué pasaba. Le dije que venía el ejército, y yo también le pregunté: `¿Vienen a matarnos?'. Ella contestó: `Si quieren, nos pueden masacrar a todos. En Vietnam masacraron a un pueblo que se llama My Lai y en 1890 fue la masacre de Wounded Knee. ¿Quién sabe si no vienen a masacrarnos?' Mi mamá me dijo la verdad y me estremeció".
A pesar de la masiva represión, no capturaron a ninguno de los que escaparon de Oglala, gracias a que los habitantes de la reserva los protegieron. El gobierno convocó un gran jurado, pero nadie habló. El FBI pasó muchos meses presionando para que le dieran nombres de militantes de AIM.
Edgar Bear Runner, que en ese entonces tenía 25 años y acababa de ser elegido al gobierno tribal, me dijo: "Nos íbamos a sentar a cenar el día de Acción de Gracias cuando tocaron a la puerta, pero con fuerza. Mi mamá fue a contestar. Apenas abrió, empujaron la puerta con tanta fuerza que la estrellaron contra la pared. Yo tenía a uno de mis hijos en los brazos. Entraron como 15 con las armas desenfundadas. Me acusaron de fuga interestatal, de eludir a las autoridades.... Querían que les diera los nombres de los que estaban en el campamento de Oglala el 26 de junio de 1975. Querían que colaborara con ellos. Me decían que me iría mejor, que tendría mejor futuro. Me dijeron que tenían que resolver la muerte de los dos agentes y querían que los ayudara dándoles los nombres de los militantes de AIM. Les dije que no, y anotaron que era un indio hostil que no estaba dispuesto a cooperar. Me alegró que me consideraran hostil. ¡Qué iba yo a colaborar con hampones que no respetaban nuestros derechos humanos fundamentales ni a nuestra comunidad, y que intimidaban a nuestra gente y nos metían a la cárcel injustamente! No había ni la menor posibilidad de que cooperara con ellos".
Finalmente arrestaron a tres miembros de AIM y los acusaron de la muerte de los dos agentes: Dino Butler, Bob Robideau y Leonard Peltier.
Esta serie sobre la lucha de los lakota se publicó en los números 1031, 1038 y 1039. También se puede encontrar en La Neta del OR en rwor.org
Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:
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