Nuevo memorial detalla injusticias contra Mumia, Parte 4

Forjan el complot: La supresión, manipulación y fabricación de pruebas

C. Clark Kissinger

Obrero Revolucionario #1044, 27 de febrero, 2000

En la Parte 3, analicé las muchas debilidades de los argumentos de la fiscalía contra Mumia. Pero lo que tiene que decidir el juez William Yohn del tribunal distrital federal no es la validez de los argumentos de la fiscalía, sino si a Mumia le dieron la oportunidad de defenderse adecuadamente y al jurado le dieron la oportunidad de oír las pruebas.

Ese es un hecho que niegan los partidarios de la ejecución de Mumia. Los dos memoriales entablados por el equipo defensor de Mumia (el del 7 de diciembre y el nuevo que pide una "revisión" del proceso judicial de Pensilvania porque no fue "razonable") están llenos de claras pruebas de violaciones al proceso legal establecido por parte de la fiscalía y del juez (del juicio de 1982) Albert Sabo, que impidieron que Mumia tuviera un juicio imparcial.

El jurado nunca se enteró de los pactos con los testigos

Primero, los memoriales sostienen que la policía y la fiscalía manipularon a dos testigos, Cynthia White y Robert Chobert, para que dieran testimonio favorable a la fiscalía y que el jurado nunca se enteró de esa manipulación.

White fue la principal testigo contra Mumia. Como mencioné en la Parte 3, al momento del juicio purgaba una sentencia de 18 meses en Massachusetts por prostitución. En Filadelfia la habían arrestado 38 veces por el mismo delito y tenía tres juicios pendientes.

Básicamente, la policía de Filadelfia coaccionó a White hasta que su versión de los hechos concordó con la de la fiscalía. La arrestaron por prostitución dos veces durante la semana después del incidente. Pero cuando decidió cooperar con la fiscalía, dice el memorial de la defensa, "a cambio de su testimonio,... la policía la protegía en su trabajo de prostituta". [del nuevo memorial, p. 8]

Ese pacto duró largo tiempo: cinco años después, cuando arrestaron a White por un delito grave, un detective de Filadelfia se presentó ante el tribunal para pedir que la pusieran en libertad sin fianza porque era "testigo de la Mancomunidad en un caso importante" [el estado de Pensilvania se llama "Mancomunidad de Pensilvania"-OR] (Este testimonio es parte de las actas de las audiencias de apelación de 1997.) El juez la puso en libertad sin fianza; ella huyó y no compareció al juicio. El juez Sabo no permitió (o borró de las actas) todo comentario sobre el pacto con White, como por ejemplo el testimonio de Veronica Jones, quien dijo en el juicio de 1982 que la policía le dijo que "le permitiría seguir trabajando de prostituta con impunidad, como a Cynthia White, si le echaba la culpa a Mumia". [memorial, p. 9]

Chobert, el taxista que dijo en el juicio que vio a Mumia balear a Faulkner, también cambió su versión de los hechos entre la noche del incidente y el juicio unos meses después, para beneficio de la fiscalía. "La noche del incidente, le dijo a la policía que el hombre que le disparó a Faulkner era corpulento y pesaba entre 200 y 225 libras, y que tenía 30 y pico años.... También dijo que tenía una camisa café claro y jeans, y que `huyó corriendo'. Por su parte, Jamal tenía 28 años y era delgado (170 libras), tenía una chaqueta de esquí rojo y azul, y cayó a la acera herido cerca de donde Faulkner lo baleó, incapaz de correr". [memorial, p. 11]

La noche del incidente, Chobert estaba en libertad condicional a raíz de una condena por incendio premeditado y manejaba su taxi con licencia de conducir suspendida. El memorial dice que "en vez de juzgarlo... [el fiscal Joseph] McGill prometió `investigar' cómo restituirle la licencia". [memorial, p. 13] Después de que dio su testimonio, le permitieron seguir manejando el taxi y terminó el período de libertad condicional sin complicaciones.

El problema no es que estos dos testigos comparecieran en el juicio, sino que (como señala el memorial) "la fiscalía nunca divulgó que dieron testimonio en pro de la fiscalía a cambio de ayuda oficial". Tampoco permitieron mencionar que Chobert estaba en libertad condicional y podía volver a la cárcel por manejar sin licencia.

El juez Sabo bloqueó el testimonio sobre los pactos entre la fiscalía y los testigos, o si algo salió lo borró de las actas. Pero el sistema judicial supuestamente garantiza, como principio básico, que el jurado pueda ponderar todo hecho "que podría motivar a un testigo a dar testimonio". El memorial cataloga una serie de juicios en que los tribunales tuvieron que anular condenas porque los fiscales ocultaron pactos con los testigos.

Pero el fiscal McGill hizo más que ocultar pruebas: le dijo al jurado que Chobert no tenía absolutamente ninguna razón para cambiar su testimonio a favor de la fiscalía (aprovechando la decisión de Sabo de no permitir que se le hiciera preguntas a Chobert sobre su libertad condicional). El memorial también cataloga varios casos en que han tenido que anular condenas porque la fiscalía dio tales "garantías".

Coacción de testigos

El equipo de defensa señala que "cinco testigos, independientemente, informaron que vieron a un hombre huir corriendo del lugar del incidente hacia un callejón cercano". Un testigo de la defensa, Dessie Hightower, mantuvo su versión a pesar de la coacción de la policía, que lo sometió a varias pruebas de detector de mentiras. (A los testigos de la fiscalía no les hicieron esas pruebas, a pesar de que cambiaron su versión de los hechos repetidas veces.)

La noche del incidente, Chobert dijo que el hombre que le disparó a Faulkner corrió de 30 a 35 pies. Pero durante el juicio, cambió su estimación a 10 pies (o sea, a una distancia que concordaba con la versión de la fiscalía). Debbie Kordansky nunca dio testimonio porque el fiscal no le entregó su dirección a la defensa y el abogado defensor, por negligencia, no la buscó.

Los otros dos testigos-Veronica Jones y William Singletary-cambiaron su versión por presión oficial (los dos admitieron eso en las audiencias de apelación de 1995-97). Unos pocos días después del incidente, Jones le dijo a la policía que oyó tres disparos y que "miré por la calle Locust hacia Johnny Dee's y vi a un policía caer al suelo. Después de que cayó, vi a dos hombres negros cruzar la calle Locust caminando y luego ponerse a trotar. En eso llegó el coche celular". [memorial, p. 19] Pero seis meses más tarde, en el banquillo, rechazó esa versión.

En las audiencias de apelación (PCRA) de 1996, Jones explicó por qué. Dijo que durante el juicio estaba en la cárcel acusada de robo y posesión de un arma de fuego (delitos graves), y que unos policías la visitaron y "ofrecieron anular esas acusaciones si yo los ayudaba" [memorial, p. 20] Los agentes le dijeron una y otra vez que iba a pasar 10 años en la cárcel y a perder a sus hijos, y mencionaron que a Cynthia White le fue bien por cooperar con ellos. A Jones le dijeron que "identificara al Sr. Jamal como el hombre que le disparó al agente. Si lo hacía, prometieron ayudarme de la misma manera que ayudaron a una joven llamada Lucky White. Me dijeron que hicieron un pacto con ella, y que todo saldría bien para mí también" [memorial, p. 20]

En el juicio de 1982, Jones retractó su testimonio sobre los dos hombres que vio salir trotando, y salió de la cárcel en libertad condicional. Pero en 1996, cuando reafirmó la versión original que dio a la policía, ¡el juez Sabo permitió que la arrestaran en el banquillo por una vieja orden de detención por un cheque falsificado! De esa manera, Sabo confirmó la afirmación de Jones de que la amenazaron con la cárcel si daba testimonio desfavorable a la fiscalía.

El memorial cataloga muchos casos en que los tribunales han dicho que la coacción de testigos, incluso con detectores de mentiras, ha violado los derechos del acusado.

Encima de todo eso, el memorial añade que la fiscalía escondió de la defensa el hecho de que ¡encontraron una licencia de manejar a nombre de Arnold Howard en el cadáver de Faulkner! Este hecho solo se conoció en 1995, cuando la defensa también se enteró de que la policía le hizo a Howard una prueba para ver si había disparado una pistola y lo interrogó como sospechoso en la muerte de Faulkner. La prueba fue negativa y Howard le dijo a la policía que le prestó la licencia a Kenneth Freeman, un amigo de Billy Cook, hermano de Mumia. Freeman murió unos pocos años después del juicio.* Esa información contraría la teoría de la fiscalía de que la única persona en el Volkswagen era Cook y, por lo tanto, que los únicos presentes fueron Faulkner, Mumia y Cook. Además, esa información apoya el argumento de que una tercera persona baleó a Faulkner y huyó. Pero el jurado nunca la oyó.

Más sobre la confesión fabricada

En la Parte 3, expliqué algunos problemas con la supuesta confesión de Mumia: los que supuestamente la oyeron solo la mencionaron varios meses después, y muchas otras personas presentes (entre ellas el agente que vigiló a Mumia la noche del incidente y todo el equipo de médicos que lo atendió) no oyeron nada. También mencioné que una testigo que supuestamente oyó la confesión, Priscilla Durham, afirmó que había de 15 a 20 agentes en el cuarto en ese momento. Pero ninguno de esos agentes consideró importante mencionar que Jamal confesó matar a otro agente... hasta más de dos meses después, cuando la Oficina de Asuntos Internos lanzó una investigación a raíz de una acusación de brutalidad entablada por Mumia. ¡El fiscal McGill preguntó en una reunión de policías si acaso alguien oyó una confesión! La defensa no se enteró de esa reunión hasta las audiencias de apelación de 1995 (y por eso el jurado nunca se enteró), a pesar de que eso en sí hubiera puesto en duda la veracidad de la confesión.

Las maniobras de la fiscalía (con la cooperación del juez Sabo) impidieron que el jurado se enterara de otras pruebas que hubieran puesto en duda la confesión.

Específicamente, la defensa quería mandar comparecer al agente Gary Wakshul, quien escribió en su informe que "el hombre negro no hizo ningún comentario". La fiscalía dijo que estaba de vacaciones e "inaccesible"; Sabo se negó a aplazar el juicio (ni siquiera una o dos horas) para averiguar si estaba en casa. Resulta que técnicamente Wakshul estaba de vacaciones, pero estaba en casa y pudiera haber comparecido fácilmente. El memorial menciona muchos casos en que tal forma de manipulación por la fiscalía lleva a "un juicio fraudulento que en realidad es una manera de quitarle la libertad al acusado".

La supresión del complot político contra Mumia

El equipo de defensa también dice que como la fiscalía se negó a entregarle a la defensa en el juicio de 1982 los archivos del espionaje policial a Mumia, esto impidió que demostrara los prejuicios de la policía y lo político que era todo el caso. Las autoridades federales y de Filadelfia empezaron a vigilar a Mumia a los 15 años, no por actividades delictivas (en todos los años que lo vigilaron, nunca tuvo "problemas con la ley" antes del incidente con Faulkner), sino por sus ideas y actividades políticas. Esos archivos hubieran podido documentar los prejuicios oficiales contra Mumia, pero el jurado nunca los vio y muchos todavía no se conocen.

Durante las audiencias PCRA, Mumia quiso mandar comparecer a Alphonse Giordano, el inspector a cargo del lugar del incidente, quien estaba familiarizado con Jamal por el hostigamiento policial al Partido Pantera Negra a comienzos de los años 70. Giordano renunció al día siguiente de dar testimonio en el juicio de 1982 y se declaró culpable de corrupción oficial. Sabo rechazó la orden de comparecer.

Bueno, demos un vistazo a las pruebas que la fiscalía y el juez no entregaron a la defensa, y que el jurado no oyó, en el juicio de 1982:

• el hecho de que la principal testigo de la fiscalía, Cynthia White, recibió protección y ayuda de la policía y la fiscalía a cambio de su testimonio;

• el hecho de que el segundo testigo de la fiscalía, Robert Chobert, también recibió ayuda de la policía y la fiscalía, y de que era vulnerable a la coacción;

• el testimonio de Veronica Jones sobre la presión de la policía para cambiar su versión de los hechos;

• la existencia de una licencia de manejar de un amigo del hermano de Mumia, que encontraron en el cadáver de Faulkner;

• el hecho de que la supuesta confesión de Mumia surgió de una reunión convocada por el mismo fiscal;

• el testimonio del agente Gary Wakshul, que vigiló a Mumia en el hospital la noche del incidente y que dijo que "no hizo ningún comentario";

• el hecho de que el FBI y la policía de Filadelfia espiaron a Mumia durante más de una década.

Además de todo esto, en la Parte 3 mencioné el increíble hecho de que no llevaron a cabo ciertas pruebas balísticas rutinarias en tales casos. A esto hay que sumar el hecho de que el abogado defensor nunca mostró al jurado el informe del médico forense, que decía de la muerte de Faulkner: "muerto con una bala de calibre .44". (La pistola de Mumia era de calibre .38.) En las audiencias de 1995, la fiscalía trató de restarle importancia a ese informe diciendo que era una nota escrita en un trozo de papel y no la conclusión de un experto en balística. Pero en el juicio, Sabo calificó de experto en heridas de bala al médico forense, y en la audiencia de 1995 el médico admitió que midió la bala con una regla milimétrica (que puede distinguir fácilmente entre los dos calibres).

¿Qué hubiera pasado si la defensa hubiera podido presentar esas pruebas? Conociendo la coacción de testigos, el origen de la supuesta confesión, el testimonio sobre la presencia de un tercer hombre que huyó, la persecución política de Mumia y las irregularidades de las pruebas balísticas, ¿qué jurado hubiera podido declarar que Mumia era culpable de homicidio premeditado sin duda razonable?

El jurado solo oyó las acusaciones de la fiscalía y no la refutación de la defensa. Lo que tiene que decidir el juez distrital federal es si se puede ejecutar a un hombre a raíz de tal juicio.

* También interrogaron a otros dos sospechosos por la muerte de Faulkner, uno de ellos el alcahuete de Cynthia White, y los presentaron a los testigos para identificar. Tampoco informaron de esto a la defensa en 1982.


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