Pinochet en Chile
El regreso del general asesino
Obrero Revolucionario #1047, 19 de marzo, 2000
En octubre de 1998, Augusto Pinochet fue detenido en Inglaterra y muchos, en Chile y el resto del mundo, confiaron que por fin ese odiado enemigo del pueblo sería juzgado. Pinochet dirigió la junta militar que el 11 de septiembre de 1973 tumbó el gobierno de coalición de Salvador Allende. El golpe y la dictadura de Pinochet dejaron 30.000 muertos y desaparecidos. Un millón de chilenos tuvo que huir del país.
Veinticinco años después del golpe, Pinochet fue detenido en Inglaterra a solicitud de un juez español por "genocidio, terrorismo y asesinato". La orden de detención mencionaba la Operación Cóndor, una conspiración entre los gobiernos de Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay para capturar y asesinar a miembros de grupos de oposición en los años 70. El juez español solicitó la extradición de Pinochet a España para juzgarlo.
El genocida está libre
En cuanto Pinochet fue detenido, estallaron manifestaciones en Chile y por todo el mundo para pedir que lo juzgaran y castigaran. Pero Inglaterra tenía sus propias razones imperialistas en este caso. Una razón es que Inglaterra, Estados Unidos y otras potencias imperialistas quieren manipular más el derecho internacional y los tribunales internacionales a su favor. Por eso, Inglaterra en apariencia tomó medidas contra el general fascista, aunque en realidad lo apoyaba. (Por otra parte, la clase dominante yanqui temía que el juicio a Pinochet estableciera un precedente para juzgar a sus funcionarios.)
Si bien Pinochet se "retiró" en 1990, sigue contando con el apoyo de poderosas fuerzas en Chile y lleva el título de "senador vitalicio". Altos funcionarios del gobierno, oficiales militares, empresarios y otros chilenos le pidieron al gobierno de Inglaterra que lo dejara regresar a Chile. Además, contaba con fuerte apoyo en Inglaterra, como el de la ex primera ministra Margaret Thatcher.
Los abogados de Pinochet afirmaron que el general estaba muy enfermo para viajar a España y comparecer ante las cortes durante el proceso judicial. El monstruo que comandó un salvaje gobierno fascista lloriqueó que no podía encarar un juicio.
El gobierno de Inglaterra y sus cortes empolvaron el caso durante año y medio. Finalmente, el ministro del Interior, Jack Straw, anunció la suspensión del arresto domiciliario de Pinochet y que podía regresar a Chile por "razones humanitarias". Mejor dicho, aceptó la excusa de mala salud de Pinochet. Sin embargo, Straw no dio detalles sobre el estado de salud de Pinochet.
La decisión del ministro del Interior es indignante e insulta a millones de chilenos que siguen viviendo la pesadilla que representó la dictadura de Pinochet. Muchos todavía no saben dónde están sus seres queridos secuestrados por los soldados y la policía secreta de Pinochet. Otros sobrevivieron torturas y/o largos años de exilio. El gobierno de Inglaterra pretexta consideraciones "humanitarias" hacia Pinochet, ¿y las consideraciones "humanitarias" hacia sus víctimas?
En Chile, los militares y los reaccionarios le dieron una bienvenida de héroe y una banda militar tocó sus marchas favoritas. La bienvenida fue organizada por las fuerzas armadas, no obstante las débiles protestas del gobierno. En Inglaterra se decía que Pinochet estaba en silla de ruedas, pero apenas aterrizó en Santiago, se bajó de la silla de ruedas, alzó el bastón y abrazó a los comandantes que fueron a recibirlo. Un periódico inglés dijo que pareció que "bailó una cueca de victoria".
Mientras los militares le daban la bienvenida de héroe, miles de chilenos se lanzaron a las calles de Santiago para protestar a gritos de: "¡Pinochet, asesino!", "¡Justicia, justicia!". Simbólicamente, se le entregó el premio Oscar por mejor actor a Pinochet y por mejor director a las fuerzas armadas.
El títere Pinochet y el titiritero yanqui
Un juicio popular condenaría a Pinochet de grandes crímenes. Pero también habría otros acusados, especialmente el imperialismo yanqui, que manejó el golpe militar de 1973.
Es bien sabido que Estados Unidos dirigió, planeó y ejecutó hasta los detalles del golpe de 1973; es uno de los crímenes imperialistas mejor documentados.
La victoria electoral de la coalición de Unidad Popular, encabezada por Salvador Allende, se debió a las luchas que en esos años estaban estremeciendo a Chile y al resto de Latinoamérica. La UP no se propuso tumbar del poder a la burguesía chilena ni desligarse completamente del imperialismo. Sin embargo, nacionalizó industrias importantes y dio pasos hacia una reforma agraria.
Un informe de la CIA, escrito antes de que Allende ganara las elecciones, advierte sobre las consecuencias de su victoria y explica por qué había que respaldar a Pinochet. Dice: "El prestigio y los intereses de Estados Unidos en Latinoamérica y, hasta cierto punto en otras partes, se ven concretamente afectados, en momentos en que Estados Unidos no puede darse el lujo de tener problemas en lo que tradicionalmente se reconoce como su `patio trasero'".
En ese entonces el presidente yanqui era Richard Nixon. Su secretario de Estado, Henry Kissinger, ordenó al jefe de sección de la CIA en Chile que procediera con el plan "de tumbar a Allende con un golpe de estado".
Para preparar el golpe, Estados Unidos "le cerró la llave" a la economía a Chile, como dijo Henry Kissinger. En apuntes de puño y letra del director de la CIA, Richard Helms, tomados en reuniones con Nixon, en 1970 este ordenó hacer "chillar" a la economía chilena. Los bancos congelaron créditos y el gobierno congeló la ayuda económica. El Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales dominadas por Estados Unidos cancelaron préstamos. La ITT (una de las corporaciones que más controlaba la economía) formó un comité de representantes de corporaciones estadounidenses para fraguar una estrategia contra Allende, de la mano con la administración Nixon. Mandaron agentes de la CIA a sabotear la economía y fomentar un movimiento de oposición contra el gobierno de Allende, como la huelga de camioneros que paralizó el sistema de transporte.
Al mismo tiempo que Estados Unidos canceló la ayuda económica, aumentó la ayuda militar. También financió y dirigió la formación de grupos paramilitares.
En medio de claros preparativos para un golpe militar, el gobierno no alistó a las masas. Más bien las desarmó diciendo que la UP representaba el "camino pacífico al socialismo" y no las movilizó para enfrentar con las armas a los golpistas. El 11 de septiembre de 1973, el golpe fascista empezó con bombardeos aéreos al palacio presidencial, donde cayó muerto el presidente Allende; luego empezaron los arrestos en masa.
El año pasado se dieron a conocer documentos del gobierno que arrojan más luz sobre el títere Pinochet y el titiritero yanqui. Uno de la CIA, fechado 26 de octubre de 1973, señala que el plan de Pinochet es "aniquilar absolutamente toda resistencia en dos meses" y agrega que "requerirá que el ejército mate a muchos más...". Un documento del 5 de febrero de 1974 se refiere a las torturas de la policía secreta, DINA, que usa métodos "como los que aplicaba la Inquisición española y que con frecuencia dejan a los interrogados con patentes lesiones corporales".
En los años 70, la Operación Cóndor secuestró, torturó y asesinó a cientos y probablemente miles de latinoamericanos. Según la revista Covert Action Quarterly (otoño 1994): "Estados Unidos dio inspiración, dinero y tecnología para la represión" de la Operación Cóndor. La CIA coordinó reuniones entre las diferentes agencias de espionaje, y suministró equipo de tortura y entrenamiento.
Otro documento señala que en 1975 el FBI andaba a la caza de oponentes de Pinochet, a partir de información facilitada por la Operación Cóndor, obtenida tras el "interrogatorio" de un señor chileno en Paraguay.
Pinochet sigue impune de asesinatos, torturas y desapariciones de miles. Pero tanto en Chile como en el resto del mundo, jamás se perdonarán sus crímenes. Al imperialismo yanqui, titiritero y padrino de Pinochet, le chorrea sangre por todos los costados.
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