Justicia para los conserjes:
En huelga en las torres de Los Angeles

Obrero Revolucionario #1050, 16 de abril, 2000

"¡Estamos en huelga! ¡Que limpien los ricos!"

Los gritos retumban entre los rascacielos de vidrio y mármol de Bunker Hill, el corredor de oficinas de lujo en el centro de Los Angeles. Los avisos iluminados dan cuenta de la pandilla de imperialistas globales que tienen sede ahí: Arco, Mellon Bank, Citibank, Bank of America y AT&T; además tienen oficinas funcionarios de la alcaldía, abogados de renombre y presidentes de corporaciones multinacionales.

Lunes 3 de abril: primer día de la huelga de los conserjes. Casi 1000 conserjes, casi todos latinos, marcharon por las calles y protestaron a la entrada de los lujosos rascacielos. En un extremo de Bunker Hill, la policía de motín procura mantener abierta la entrada de un edificio para que entren los rompehuelgas. Un organizador del sindicato nos dijo que un rato antes la policía atacó a cachiporrazos a dos huelguistas. Esta noche, quedarán sucios los baños y las oficinas del Los Angeles Times.

Más de 6000 conserjes, miembros de Justicia para los Conserjes, SEIU Local No. 1877, se declararon en huelga porque las compañías de limpieza se niegan a firmar un nuevo contrato con el sindicato, que tiene 8500 miembros y limpia el 70% de las oficinas comerciales de Los Angeles. Los conserjes piden un aumento de $1 dolar al salario de entrada cada año por los próximos tres años. Actualmente el salario base es de $6.80 la hora. Las compañías ofrecieron $.50.

Un organizador del sindicato nos dijo: "Los conserjes llevan más de 10 años luchando por un salario justo y las compañías nos ofrecen $.50 aunque pagan millones de dólares al mes de arriendo. Es absolutamente increíble que a los que limpian los edificios más lujosos de Los Angeles no les paguen lo necesario para mantener la familia, comprar casa, comprar carro, y que tengan que pasar dos horas de ida y vuelta al trabajo en bus. Los edificios se ven lindos por su trabajo".

Las compañías hostigan y amenazan a los trabajadores que apoyan al sindicato. Muchos piensan que las compañías quieren quitarles las conquistas del pasado, como el seguro médico para trabajadores y familiares, días pagados por enfermedad y antigüedad. Ante esta situación, los conserjes se lanzaron a la huelga contra seis de las 18 compañías con que trabajan.

Mientras otros duermen

Durante el día las calles del centro están apiñadas de carros y peatones, pero de noche es como un pueblo fantasma. Mientras la mayoría de la ciudad duerme, los conserjes lavan baños, tiran basura, aspiran alfombras, brillan los pisos, limpian escritorios y pantallas de computadoras. Casi todos los proletarios que reciben salarios bajos en Los Angeles son latinos. Muchos conserjes son mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses, ecuatorianos, y más de la mitad son mujeres. Las horas son difíciles y el trabajo duro.

Pero esta noche están en la calle, listos para contar la verdad sobre su vida.

Araceli tiene unos 30 años y es de México. "Sí, está la hora, trabajamos de 5 p.m. hasta las 2 o a veces hasta las 3 de la mañana. Mis hijos están con la babysitter. Tenemos que pagar la babysitter. Esto es muy duro para nosotros, y para nuestros hijos también. Porque aparte que tenemos que pagarle a la babysitter, estamos con el pendiente de nuestros hijos por trabajar".

Araceli paga $60 a la semana para que le cuiden los niños. Otras conserjes pagan $100 y hasta $120 a la semana. Su esposo también es conserje, pero trabaja en otra parte de la ciudad. Es casi imposible para una familia mantenerse con lo que ganan los conserjes. Juan Manuel tiene 33 años y es de Durango. Su esposa no está trabajando porque acaba de dar a luz y él ha tenido que conseguirse un trabajo de medio tiempo encima del trabajo de conserje.

Araceli nos contó más sobre el trabajo: "Usamos la aspiradora y a veces es muy pesada. O ellos quieren que trabajemos con cosas que ya no sirven y ellos quieren que nosotros le hagamos la lucha con eso, no quieren dar cosas mejores para uno".

En la limpieza se emplean químicos fuertes que queman las manos y causan enfermedades. Así y todo, las compañías ni siquiera quieren darles guantes para protegerse.

Araceli nos contó cómo se siente ahora que está en la calle luchando contra las compañías: "Nos sentimos muy bien porque esperamos que haya un beneficio para todos, no nada más para uno solo. Para nuestra familia, para el futuro y porque trabajamos muy duro en las oficinas, para muy pocos beneficios. El sueldo es muy poco. El trabajo es muy pesado en ambos edificios y a veces la presión es muy dura".

Antes, a los conserjes les pagaban de $12 a $15 la hora, pero a principios de los años 80, nuevas compañías empezaron a contratar trabajadores centroamericanos y mexicanos que se vinieron por las guerras y por el saqueo del imperialismo. A estos nuevos trabajadores les pagaban el mínimo.

La industria de limpieza de oficinas ha cambiado. Por ejemplo, en vez de que cada edificio contrate sus propios empleados para hacer la limpieza, ahora contratan grandes compañías que se dedican a la limpieza. Una de ellas, One Source, es de una compañía inglesa que se la compró a una compañía holandesa, con sede en Belice. Otras compañías son similares: son capitalistas globales, que buscan sacar el máximo provecho, necesitan mano de obra barata y la buscan por todo el mundo. Ahora los gerentes de los edificios dicen que no tienen nada que ver con los trabajadores que limpian sus rascacielos. Uno le dijo a un reportero: "No tenemos gallo en esta pelea".

A fines de los años 80, los conserjes organizaron un sindicato y pasaron años en marchas y manifestaciones con sus camisetas rojas que dicen "Justicia para los conserjes". En 1990, obtuvieron seguro médico, días pagados por enfermedad y otras prestaciones; ahora están luchando para conservar eso.

Los politiqueros y los empresarios dicen que vivimos en tiempos de prosperidad, pero el Los Angeles Times tuvo que reconocer que "en Los Angeles, los salarios de los trabajadores son muy bajos".

Mantener a una familia con $7 la hora es difícil, aunque trabajen el esposo y la esposa. Así y todo, muchos mandan dinero a sus padres y familiares. Muy pocos pueden comprar carro. Javier tiene unos 35 años; nació en el norte de México. Esto es lo que nos dijo sobre su situación: "Yo vivo a una hora y media de aquí, vivo hasta El Monte. Tomo el bus y diario tengo que gastar $2,25 para venirme en el freeway hasta acá, a venir al trabajo en downtown. Diario $2,25. $2.25 gasto más para regresar. Gasto mucho dinero y sin embargo ya subió la gasolina para comprar un carro. Ya subió la comida, la renta, y las compañías no quieren subirnos el salario.... Cada persona desempeñamos diferentes trabajos. Mi trabajo que yo hago es `bañero'. Lavo baños; lavo once pisos. El trabajo que yo hago es sucio. Uno tiene que andar más protegido para no agarrar infecciones, y todo eso".

Limpiar los baños de 11 pisos en ocho horas no es nada fácil. Otros pasan cuatro horas tirando bolsas de basura. Para colmo, las compañías quieren que hagan más trabajo en menos tiempo. Javier dice: "Tengo demasiado trabajo por 8 horas. Aumentan el trabajo, pero no aumentan las horas. Nos están pidiendo más y más, nos empuja la compañía a hacer el trabajo bien y ellos no nos están pagando bien. Quieren calidad pero no pagan bien. Ahorita ganamos empezando $7. El mínimo va a subir y nos quieren dar no más penies. El trabajo que desempeña cada persona de los que estamos aquí: muchos vaquean, sacan basura y mucho. El trabajo que sacan las mujeres está pesado para ellas".

La mayoría de las mujeres tiene dos trabajos: el de conserjes y el de ama de casa. Dos salvadoreñas nos contaron su rutina diaria. Noemí tiene 31 años y trabaja en Sherman Oaks, en el valle San Fernando. Sale de la casa a las 5 de la tarde; el viaje en bus es de una hora. Trabaja ocho horas limpiando oficinas, sacando basura, limpiando pisos y aspirando alfombras. Tiene callos en las manos. Regresa a la casa como a las 3:30 de la mañana. Se acuesta, pero tiene que despertar a las 6:30 para preparar a los niños para la escuela. Se acuesta un ratito más y a las 10 empieza con los quehaceres del hogar: limpiar y cocinar. Cuando termina ya es hora de ir a trabajar.

María tiene 26 años y duerme menos. Hace hora y media en bus al trabajo. Su hija tiene un año. Se acuesta a las 3:30 de la mañana, apenas llega del trabajo. Se levanta a las 6:00. Su esposo también es conserje. Pagan $100 a la semana par que les cuiden la niña.

María está aquí desde que tenía 16 años. Ella y muchos conserjes vinieron a El Norte a fines de los años 80 y a principios de los 90. Juan Manuel vino de Durango por una simple razón: "Yo vengo de un rancho. La vida es muy dura para el obrero allá en el campo, y no alcanza ni para comer. Y tiene que buscar la manera de sobresalirse un poco, para poder salir adelante, por eso es que la mayoría se viene a buscar un futuro mejor".

Arturo también emigró del campo mexicano. Nos habló de lo que se imaginaba que sería la vida aquí: "Yo pensaba aquí todo bonito, que iba a tener todo y pues, no. Es otra realidad que uno no se lo espera". Unos sueñan con regresar con un poco de dinero para comprarse un pedacito de tierra. Pero como nos dijo Arturo: "Yo vengo del campo, de un pueblito. Yo pienso que ya no voy a regresar, porque toda mi familia está aquí, y es muy difícil que se adapten allá".

La huelga se extendió por toda la ciudad. El martes, 3000 conserjes participaron en una marcha en el centro y por un rato bloquearon una entrada a la autopista Harbor. La huelga se extendió a West Los Angeles, Woodland Hills, en el valle San Fernando, y a Century City, cerca de Beverly Hills. El viernes 7, los trabajadores hicieron una peregrinación de ocho horas, desde la oficina del sindicato en Pico-Union hasta Century City, atravesando centros comerciales como Mid-Wilshire, Miracle Mile y Westlake. Hicieron una manifestación en La Brea Tarpits y en el parque Hancock, que lleva el nombre de un millonario que fue terrateniente en México. Los organizadores dicen que participaron 3000 personas.

Solidaridad

Los conserjes se volcaron a la calle, paralizaron el tráfico y se movilizaron para obtener apoyo. La gran cantidad de latinos de Los Angeles (el 45% de la población) les ha ofrecido mucho apoyo, pero no son los únicos que los apoyan. Un oficinista de Century City dio la bienvenida a los huelguistas y denunció la hipocresía de los gerentes que reparten café y donas gratis a todos pero no quieren dar un aumento de $1 por tres años a los que hacen los trabajos más pesados. En el centro de Los Angeles, los carros tocaron la bocina para manifestar apoyo; muchos salieron de tiendas para saludarlos con el puño alto.

Otros sindicatos también se han plegado a la lucha de los conserjes. SEIU contribuyó al fondo de huelga y la Federación de Trabajo del Condado de Los Angeles hizo disponible comida de emergencia. La huelga ha sido ratificada por el sindicato Teamsters, que cobija a los trabajadores de UPS y de basura, lo cual quiere decir que respetarán la huelga. Maestros Unidos de Los Angeles envió representantes a las manifestaciones y el Sindicato de Oficios de Construcción, que representa a carpinteros y albañiles, dio su apoyo. La prensa en español de la ciudad ha informado positivamente sobre la huelga.

La película del cineasta inglés Ken Loach Bread and Roses, próxima a salir, relata la lucha de sindicalización de los conserjes a principios de la década pasada. Loach estuvo seis semanas en Los Angeles el otoño pasado y cuando se enteró de la huelga mandó una declaración de apoyo por fax desde Londres que dice: "Buena suerte y que el lunes sea un gran éxito y que la campaña sea victoriosa". Su película, con artistas profesionales y conserjes, relata la vida de dos hermanas latinoamericanas que viven bajo la amenaza de que las deporten por su trabajo con el sindicato. La productora de Loach, Rebecca O'Brien, dice que muchos huelguistas salen en la película.

Ante la audacia de los conserjes y el amplio apoyo que se han ganado, las autoridades se encuentran a la defensiva. El martes 4 no hubo arrestos, a pesar de que embotellaron el tráfico y paralizaron el comercio un rato. El jueves 6 sí efectuaron arrestos en Century City, y aunque todos han salido de la cárcel, los acusaron de delitos. El viernes, un juez no quiso prohibir protestas frente a la entrada de edificios, lo cual fue muy inesperado.

La huelga ha abierto un torrente de ira. "Ellos nos toman como esclavos modernos", le gritó una señora a un reportero. Día tras día, esa ira ha estremecido grandes partes de la ciudad, pero hasta hoy las compañías no han querido negociar. Una semana sin salario pone en aprietos al que gane lo que ganan los conserjes. Al cierre de esta edición, la huelga entra en su segunda semana, pero los conserjes están resueltos a ganar.

Los conserjes latinoamericanos vinieron a Estados Unidos porque el imperialismo domina y explota sus países y, ahora que viven en las entrañas del imperialismo, están luchando directamente contra el sistema capitalista. La huelga patentiza la creciente brecha entre los ricos y los pobres en este país y el hecho de que este sistema se basa en la explotación.

El primer día de la huelga, cuando Araceli termina de contarnos su vida, mira las luces que alumbran los rascacielos y dice: "Vienen aquí los ricos a disfrutar su dinero, porque vienen de explotar los pobres de México, Guatemala y El Salvador, a quitarles lo poco que tienen. Acá lo vienen a disfrutar, yéndose a parties grandes, buenas comidas, desperdiciándolo, y aquí uno trabajando pesado en cualquier lado. ¡No es posible!".


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