La entrevista del OR
Jeff Garis:
Habla un abolicionista de PensilvaniaObrero Revolucionario #1054, 14 de mayo, 2000
La batalla urgente para parar la ejecución de Mumia Abu-Jamal tiene la peculiaridad de unir a gente de muy diversas perspectivas políticas. Hace poco, el OR entrevistó a Jeff Garis, director de Abolicionistas de Pensilvania Unidos contra la Pena de Muerte, quien nos comentó que ese cargo: "me ha planteado grandes retos; es el más difícil y, desde luego, el más interesante y satisfactorio que he desempeñado, y también, en cuanto a salario, el peor remunerado".
Garis le dijo al OR: "En enero de 1997, ocho compañeros nos juntamos. Nos interesaba muchísimo que el movimiento nacional contra la pena de muerte, y particularmente en Pensilvania, empleara tácticas combativas de desobediencia civil no violenta, pues a nuestro parecer eso hacía mucha falta; considerábamos que el movimiento sufría de derrotismo, conservatismo y en general de pasividad, y que era necesario reavivarlo". Así nació Abolicionistas de Pensilvania, una organización que hoy cuenta con 4000 miembros.
La organización hizo a un lado las tácticas tradicionales de vigilias con velas frente a las prisiones en señal de protesta contra las ejecuciones. Emprendió protestas combativas y acciones de desobediencia civil. Protestó frente a la mansión del gobernador e hizo un plantón en el despacho de la fiscalía de Filadelfia; como consecuencia a sus miembros los han arrestado en numerosas ocasiones. Garis señala que en Filadelfia la fiscalía pide la pena de muerte "a un ritmo sin precedentes y desprecia totalmente a la opinión pública". Cuenta que en una ocasión los arrestaron frente al centro de justicia penal por distribuir información sobre la pena de muerte en Filadelfia. Le dijo al OR: "Unos seis compañeros repartíamos volantes. Uno era sacerdote de la región minera de Pensilvania. Nos dijeron que se prohibía repartir esa información ahí y amenazaron con arrestar a un compañero cuya camisa decía: `Me opongo a la pena de muerte, no me maten'". Las experiencias de lucha llenan a Garis de optimismo: "De plano las cifras sobre la pena de muerte en Filadelfia son horribles; por eso recurren a medidas represivas y totalitarias para que el público no las conozca. De antemano, sabíamos que iban a hacer esas tonterías, pero dijimos: `Está bien que lo hagan porque así se sacará a la luz lo que realmente pasa y a lo mejor se arrepentirán de haber prohibido esos volantes'. Y así sucedió.... pues todo mundo quería saber por qué tanto escándalo por repartir información y desde luego les dio ganas de conocerla".
Jeff nos habló sobre el sistema judicial de Pensilvania y la importancia de la lucha para parar la ejecución de Mumia:
Jeff Garis: Como parte de nuestras actividades, hacemos trabajo de apoyo a Mumia y siempre estamos dispuestos a hablar en reuniones, etc., pues no permitiremos que ex izquierdistas o pseudoliberales separen a Mumia de los demás condenados a muerte porque si el gobierno de Pensilvania se sale con la suya y ejecuta a Mumia a pesar del gran clamor internacional, no sé qué podremos hacer para parar la ejecución de los demás. Así que el caso de Mumia influye muchísimo en la situación de los condenados a muerte en este estado y viceversa.
Algunos, como el ex izquierdista Marc Cooper, quien ha expresado sus puntos de vista en la página web de la revista Mother Jones, dicen que el movimiento contra la pena de muerte no debe defender a Mumia porque perjudicará al movimiento.
Es asombroso. Somos uno de los grupos más activos y organizados del movimiento contra la pena de muerte, y hacemos nuestra labor en el estado de Pensilvania, donde Mumia se encuentra en el pabellón de los condenados a muerte. Nuestra sede está en Filadelfia, donde el grupo se fundó y donde tenemos mucha presencia, la misma ciudad donde lo sentenciaron a muerte. Sin embargo, ¡esos supuestos reporteros investigativos ni siquiera se toman la molestia de pedir nuestra opinión sobre su caso!
Desde nuestra perspectiva tenemos una gran oportunidad, una situación que debemos saber aprovechar, pues el caso de Mumia se conoce en todo el mundo y por eso se conocen los graves problemas que encierra la aplicación de la pena de muerte en Pensilvania, lo cual nos da la oportunidad de educar al público y hacerle saber que hay muchos condenados a muerte que a lo mejor son inocentes. Así que no lamentamos el hecho de que haya un movimiento internacional de apoyo a Mumia; al contrario, es muy positivo y participamos en ese movimiento, colaboramos muy de cerca con él.
No tenemos una posición sobre la culpabilidad o inocencia de ningún preso porque nos oponemos a la pena de muerte de por sí; para nosotros es totalmente inaceptable. Si preguntas a nuestros compañeros sobre Mumia, es decir, si es inocente o si merece un nuevo juicio, cada quien tendrá su propio punto de vista, pero te aseguro que encontrarás mucho apoyo.
Nos enfocamos en un problema muy específico y con ese enfoque unimos a una muy amplia gama de gente: partidarios del PCR, monjas y sacerdotes, ACLU y cuáqueros, MOVE, republicanos, demócratas, los verdes [partido ecologista], etc. Unimos a gente que defiende el derecho al aborto y no confía en el gobierno ni quiere que se meta en la vida privada; opina que la pena de muerte viola los derechos elementales. También participan personas que se oponen al aborto, son pro vida y dicen que la pena de muerte se contrapone a la vida. En realidad, es muy bueno que todas esas personas se conozcan, trabajen juntas, se adquieran cierta confianza, examinen otros puntos de vista y se concienticen. Pero como grupo, tenemos un enfoque y una meta muy específicos: vamos a seguir luchando hasta que se elimine la pena de muerte.
OR: En tu caso personal, ¿por qué te opones a la pena de muerte?
JG: Fui reverendo menonita, una religión semejante a los cuáqueros, y crecí en ese ambiente. Una creencia muy central para mí como menonita y como cristiano era que no se debe matar a un ser humano, no se debe y punto. O sea, ni en la guerra ni en otras circunstancias ni en el caso muy particular de la pena de muerte.
Estoy consciente de que gozo de ciertos privilegios gracias a la opresión y explotación de los pueblos del mundo y de este país. Como hombre blanco, gozo de dichos privilegios y me beneficio de esa opresión y explotación, por más que lo rechace y lo encuentre repugnante. Por eso, si los oprimidos oponen resistencia física, si luchan, ¿cómo los voy a criticar o condenar? ¡No! Es natural que lo hagan. No voy a condenar a los que no tienen más remedio que defender su propia vida con la misma violencia que se les impone. No debemos condenarlos a ellos sino a los que crean la situación que los impulsa a rebelarse.
Además, no confío en el gobierno de este país para nada. Tiene una tradición de racismo, violencia contra la clase trabajadora, y de tratar los recursos y las personas como mercancías. ¿Cómo voy a confiar que el gobierno decida quiénes viven y quiénes mueren? Para mí va contra la democracia permitir que el gobierno y los políticos ejecuten a los ciudadanos. No sería bueno permitir que cualquier país lo haga, y mucho menos este país en particular.
Estoy muy consciente de que poca gente comparte mi perspectiva religiosa de que no se debe matar a un ser humano en ninguna circunstancia. Respeto los otros puntos de vista. Sin embargo, considero que casi nadie-salvo los políticos y fiscales vendidos-de los que apoyan la pena de muerte en teoría deben apoyarla en la práctica en este país o en Pensilvania, en particular, porque en la práctica se apunta contra los pobres, contra las minorías, contra los disidentes. Su aplicación es muy parcial y por eso se condena a mucha gente que a lo mejor es inocente. Y obviamente si se llega a captar eso, son muy pocos los que van a apoyarla. Por esa razón, los políticos y fiscales hacen su propaganda, y recurren a tergiversaciones y mentiras.
Por eso nos arrestaron por señalar que las dos terceras partes de los condenados a muerte de Pensilvania son minorías. La ciudad de Filadelfia tiene 127 condenados a muerte, más que 37 estados del país. De esos 127, solo 13 son blancos y casi el 90% son minorías. Asimismo, más del 90% de los condenados a muerte de este estado simplemente no podían pagar un abogado.
OR: Filadelfia concentra muchos abusos asociados con la pena de muerte, por ejemplo, la falta de una defensa adecuada, mala conducta de la fiscalía, declaraciones falsas de la policía y confesiones coaccionadas. En los años 60 se hablaba de "justicia al estilo Misisipí", es decir, que no había justicia en ese estado, pero muy pocos saben de la "justicia al estilo Filadelfia". ¿Podrías decirnos algo más sobre eso?
JG: Creo que sería difícil encontrar una ciudad peor que Filadelfia en cuanto al sistema judicial, y eso se debe a varios factores. Primero está el problema de la policía, pues todo empieza ahí dado que ellos hacen los arrestos.
En los años 70, el alcalde de Filadelfia fue Frank Rizzo y no es ninguna exageración decir que era un matón racista. No es simplemente que respaldó a la policía. Respaldó la mala conducta policial, la corrupción, tácticas de corte fascista. En esa época vimos mucha represión, como los ataques constantes a la organización MOVE. Todo eso empezó durante la alcaldía de Rizzo, quien antes de ser alcalde fue policía, así que le dio carta blanca a la policía. A veces digo: aunque murió hace 10 años, su fantasma ronda por la ciudad, pues muchos políticos de hoy eran amigotes de Rizzo.
Además del problema de la policía está el de los fiscales, que en esta ciudad son muy dados a pedir la pena de muerte. ¿Por qué? No simplemente porque quieran sentencias de muerte sino porque de esa forma pueden rechazar a los jurados que tengan dudas sobre la pena de muerte, lo cual les permite eliminar a gente razonable, gente que podría cuestionar, por ejemplo, lo que dice la policía.
Cuando acusan a los pobres, e inclusive a los de recursos económicos modestos, de un delito que conlleva la pena de muerte, generalmente les toca un abogado nombrado por la corte, ¡quien no dispone de fondos para las investigaciones que deben hacerse para comprobar si el acusado siquiera estuvo en el lugar de los hechos!
Es muy común que el abogado defensor diga: "Mire, podemos proseguir con el juicio, pero como usted es afroamericano, va a tener un jurado muy parcial, que a lo mejor lo sentenciará a muerte. En cambio, si se declara culpable de homicidio de segundo grado-aunque es inocente-se podrá salvar, es decir, no lo ejecutarán pero, claro, tendrá que pasar el resto de la vida tras las rejas".
Acusan a personas inocentes, que se declaran culpables para que no las condenen a muerte; así que aunque no cometieron el delito aceptan cadena perpetua o muchos años de prisión.
El sistema que prevalecía hasta hace cuatro años en el condado de Filadelfia era que un abogado "nombrado por la corte" defendía a los acusados de delitos capitales (que pueden recibir la pena de muerte). Para otros delitos, asignaban un defensor público, es decir, un abogado con preparación, que recibía un salario más o menos bueno y que se sentía obligado a representar al cliente, pero al acusado de un delito capital lo defendía un abogado "nombrado por la corte", que a lo mejor ni tenía experiencia con delitos graves y mucho menos delitos capitales. El cargo de "abogado nombrado por la corte" se consigue con palancas. Los charlatanes, los abogados que no pueden ganarse la vida ejerciendo su profesión pero que tienen palancas, consiguen esos trabajos y ni siquiera tienen que esmerarse. Con tal que se presenten, reciben un salario. Así que tras mucha presión, el gobierno de Filadelfia aceptó que los defensores públicos defendieran al 20% de los acusados de delitos capitales. En los últimos cuatro años, no han sentenciado a muerte a ninguno de esos defendidos. Está muy claro que la defensa y el sistema de asignar abogados es un aspecto importante del problema de la "justicia al estilo Filadelfia" que ya mencionamos.
Por otra parte, los fiscales permiten que los testigos den declaraciones falsas y, además, son muy hábiles para violar el fallo de la Suprema Corte (en el caso de Batson) que prohíbe rechazar a jurados por el color de la piel. Hasta elaboraron un video para los cursos de capacitación en Filadelfia en que un fiscal de mucha categoría explica que está bien rechazar a jurados por el color de la piel, pero que hay que ser muy cuidadosos y ocultar los verdaderos motivos. Así han podido rechazar a muchos jurados, lo cual ha dado como resultado más condenas.
Asimismo, hay muchos jueces malísimos, como el juez Sabo, quien tiene muy mala fama, y tiene a su haber la mayor cantidad de condenas a muerte en todo el país. Pero no es el único; otros como el juez Latrone han sentenciado a muerte a 15 ó 16 personas. Como él hay varios; para ellos el juzgado es su pequeño reino. Se podría decir que más bien son fiscales con toga y controlan la información que se presenta al jurado, lo cual produce un sistema de injusticias muy graves.
Y después, si uno entabla una apelación, se encuentra con jueces como Ron Castille, ex fiscal de Filadelfia, quien no consideró perjudicial que él fuera el fiscal en el primer juicio de Mumia; es decir, no le pareció que nadie debiera cuestionar el hecho de que como juez de la Suprema Corte estatal él votara en contra de la apelación de Mumia.
En fin, la justicia al estilo Filadelfia es una parodia. Además, yo diría que en un país donde el sistema judicial comete muchísimas injusticias, Filadelfia se puede llevar el premio de los peores casos.
OR: ¿Qué está en juego en la batalla para parar la ejecución de Mumia? ¿Por qué te parece tan importante?
JG: De veras es mucho lo que está en juego, pues se trata de la vida de una persona, y muchísima gente de distintas perspectivas en todo el mundo, gente inteligente que ha analizado el caso de Mumia, tiene muchas dudas sobre la forma en que el sistema lo ha manejado.
Como dije antes, si el gobierno de Pensilvania ejecuta a Mumia a pesar de todo eso, ¿qué vamos a hacer para parar las ejecuciones de otros condenados a muerte en este estado? ¿Qué les pasará si ejecutan a la persona que más ha alzado la voz por ellos? ¿Cuáles serán las consecuencias? Solo pensar en eso me da escalofríos.
Asimismo, lo que pase con los demás condenados a muerte influirá mucho en el caso de Mumia. Es preciso captar que si queremos ayudar a Mumia, tenemos que preocuparnos por los demás condenados a muerte, y no solo en Pensilvania sino en todo el país, porque esta injusticia va a darse hasta que se elimine la pena de muerte. El caso de Mumia comprueba que lo mismo le podría pasar a cualquiera que alce la voz y diga la verdad.
OR: En nuestro periódico hemos recalcado que para parar la ejecución de Mumia se necesita un movimiento amplio, diverso y resulto, que todo mundo conozca su nombre y que se desate un gran debate en toda la sociedad sobre lo injusto que fue el juicio que lo condenó a muerte. A tu juicio, ¿qué se necesita para parar la ejecución de Mumia?
JG: La verdad, pienso que es muy necesario que los políticos teman las repercusiones de ejecutarlo. Un tipo que se llama Joseph Loeper, el líder de los republicanos en el senado de Pensilvania, nos dijo que el comité directivo tomó una decisión estratégica hace unos meses: ni va a estudiar el problema de la aplicación de la pena de muerte porque, si bien merece estudiarse, eso podría llevar a aplazar o hasta parar la ejecución de Mumia. Debatieron ese tema abiertamente en el comité y ¡hasta tuvieron las agallas de decírmelo a mí! El político ese me comentó que la pena de muerte es una cuestión muy candente para la gente de clase media de las afueras de Filadelfia y el simple hecho de estudiarla podría atravesarse en la ejecución de Mumia. Estoy parafraseando un poco, pero eso es más o menos lo que dijo.
Para mí es espantoso que ese tipo me dijera eso, y que no le diera vergüenza. Independientemente de lo que uno opine sobre el caso de Mumia, ¿no es espantoso que los políticos digan que les conviene ejecutarlo y que no importa a cuántos tengan que matar para lograrlo porque de eso depende su carrera, o sea, porque los de la Orden Fraternal de Policía o quien sea los va a respaldar en las elecciones, siempre y cuando se cumpla la ejecución de Mumia?
Los que abogan por la pena de muerte afirman que el gobierno tiene la responsabilidad de proteger al pueblo, que desde luego no es nada grato aplicar la pena de muerte, y que es imprescindible ser muy objetivo y por eso tenemos todo un proceso, apelaciones, etc., para que la política no influya en el sistema judicial. Y ¿ahora este politiquero me dice que él y sus compinches están haciendo todo lo posible para que no se estudie el problema de la pena de muerte simplemente para joder a un individuo? ¡Increíble! ¡Totalmente increíble!
Para parar la ejecución de Mumia, me parece que es crítico mantener precisamente ese enfoque, el de pararla. O sea, me gustaría que todo mundo examinara su caso y el juicio que tuvo, y que sacara la misma conclusión que yo he sacado: ¿a poco no merece un nuevo juicio? Es lógico, para mí es lógico, pero el enfoque de parar la ejecución aglutinará a una muy amplia gama de gente con distintos puntos de vista sobre el juicio, etc.
Digo, mucha gente participará si partimos de un enfoque de parar la ejecución, es decir, sin que sea necesario que opinen que Mumia es inocente. Tampoco voy a expresar mi opinión al respecto porque para mí, no es la cuestión central. Si se aborda esa cuestión, si ya se ha sacado esa conclusión, es más difícil movilizar a la más amplia gama posible de gente. Y no digo eso por criticar a nadie, solo digo que a mi juicio, el enfoque de parar la ejecución permite generar un apoyo mucho más amplio.
Es parecido a la moratoria contra las ejecuciones. Una moratoria de dos años no es la meta final; sin embargo, es un mecanismo que nos permite llegar a gente que de otra forma hubiera estado en contra. Nos da la oportunidad de dialogar y forjar cierta unidad. O sea, una vez que se reconozca que independientemente de la opinión que uno tenga a favor de la pena de muerte en teoría, su aplicación en la práctica tiene graves problemas, podemos crear confianza mutua y empezar a platicar.
Tengo confianza de que si lo piensan más a fondo, si lo analizan, a lo mejor van a sacar las mismas conclusiones que yo. No quiero que el gobierno se encargue de matar a gente y, a lo mejor, ni quiero este gobierno. Pero si empiezo con lo último y digo a la gente que o lo acepte o lo rechace, entonces voy a deslindar con todo mundo. En un momento dado tal vez toca hacerlo, pero por ahora, si queremos organizar un movimiento muy amplio es necesario unir a la mayor cantidad de gente posible.
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