Valle Silicon

Los proletarios y la industria de alta tecnología

Obrero Revolucionario #1055, 21 de mayo, 2000

"...Feroz competencia de subcontratistas, salarios de miseria, trabajo por pieza, peligros químicos y ergonómicos, violaciones de leyes sobre salud y bienestar, falta de prestaciones y de sindicatos, represalias patronales y una fuerza de trabajo de inmigrantes, mayoritariamente mujeres. Dichas condiciones laborales son muy propias a lo que el público comúnmente llama las maquiladoras".

Lani Hironaka, directora del Centro de Salud y Bienestar Laboral del Condado de Santa Clara (SCCOSH)

Uno podría pensar que esa cita se refiere a las fábricas de Nike en Indonesia o a las de GAP en Haití, pero no es así. La directora de SCCOSH hizo esos comentarios en una audiencia del senado de California sobre las condiciones laborales de la industria de semiconductores del valle Silicon. Actualmente, el público tiene más información sobre las maquiladoras del tercer mundo, pero ignora que son muy comunes aquí en Estados Unidos, sobre todo en el corazón de la industria de alta tecnología.

El valle Silicon se estableció como el centro de esa industria en los alrededores de la ciudad de San José en el condado de Santa Clara, California, y en los últimos diez años se ha expandido hacia el norte y abarcado la zona sur de East Bay y San Francisco.

La prensa habla de la "fiebre del oro" del valle Silicon, donde cada día 64 personas se hacen millonarias, el presidente de una compañía ganó $117 millones el año pasado y los altos ejecutivos cobran 220 veces más que los obreros. Los ricos ostentan su dinero: viven en mansiones, manejan carros lujosos, se visten a la última moda y tienen todo tipo de aparato electrónico. Pero se oculta la fuente de esas grandes fortunas: las maquiladoras y los salarios de miseria que prevalecen en el valle de Silicon, y a través del mundo.

Salarios de miseria

Según el departamento de Desarrollo Laboral de California, la industria de semiconductores del valle Silicon tiene 65.000 trabajadores de línea de montaje y el 50% gana bastante menos de $13 la hora; 40.000 más no trabajan en montaje y reciben aun menos: el 50% gana por debajo de $11. Así que 100.000 obreros forman la base de la pirámide industrial; se calcula que además unos 200.000 trabajadores de servicios-conserjes, sirvientas, jardineros y trabajadores de cafeterías-tienen salarios de miseria.

La abrumadora mayoría de los trabajadores de línea de montaje ganan mucho menos de $13 por hora, pero aun si ganaran $13 no saldrían de la pobreza, pues el costo de vida en el valle Silicon es el más alto del país y aumenta desmesuradamente. El gobierno federal considera que una familia (cuatro personas) que gana menos de $17.000 al año (como es el caso del 9% de los habitantes del valle Silicon) vive en la pobreza; además reconoce que $17.000 alcanza menos en esa zona debido al altísimo costo de vida (principalmente porque la vivienda es muy cara).

En los últimos cinco años, las rentas aumentaron en un 60% y actualmente un apartamento de dos recámaras se alquila por $1650 al mes. ¡Son dos salarios mínimos ($5.15 la hora) apenas para pagar la renta! Las casas son carísimas. En 1999, solo el 20% de las familias tenían para comprar una casa de precio mediano (que en ese momento costaba medio millón de dólares); en 1998, el 33% de las familias podía comprar una casa de precio mediano, lo que indica que los precios suben constantemente.

El poder adquisitivo del obrero ha disminuido. Para un 75%, el salario alcanza para menos que en 1989. Los que no cursaron la prepa-y ganan un promedio de $8.25 por hora-han perdido el 36% del poder adquisitivo desde 1979. Los trabajadores de línea de montaje reciben el mínimo sin posibilidades de aumentos o de superarse.

¿Cómo subsisten? Trabajan más horas; tienen dos o tres trabajos. Y eso es muy marcado desde 1995. Si bien ha sido común que los hombres inmigrantes tengan un segundo trabajo en la economía subterránea, ahora ese fenómeno se ha extendido a las mujeres, lo cual implica que tienen tres trabajos (o "tres turnos", como suelen decir): en la maquiladora, en la economía subterránea (lavando ropa o limpiando casas) y en la casa.

Un artículo del New York Times (18 de abril) relató la vida de una latina que trabaja de conserje para una de las grandes corporaciones del valle Silicon. Pasa ocho horas vaciando basureros y limpiando baños. A las 3 de la madrugada llega a dormir al garaje donde vive con sus tres hijos. Se levanta a las 7:30, alista a los niños para ir a la escuela y sale a la chamba del día, pues los $954 que gana en las noches apenas alcanzan para la renta del garaje (unos $750).

Muchos inmigrantes viven embutidos en pequeños apartamentos. Según un investigador, un promedio de cuatro adultos y tres niños viven en un apartamento de dos recámaras. El New York Times informó sobre una familia de cuatro personas que vive en una recámara y comparte la casa con tres familias; es decir, son un total de 22 personas.

Unos investigadores entrevistaron a 32 señoras de Malasia, quienes ganaban $8 la hora; trabajaban horas extras y tenían dos trabajos, pero aun así no tenían para su propio apartamento y compartían el de otra familia. Antes de 1995, era común que la tía o la abuela cuidara a los niños, pero ahora ellas también salen a trabajar y el cuidado infantil es muy problemático.

Muchos inmigrantes no tienen casa y simplemente pagan $150 a $200 para dormir en la sala de una casa o apartamento. El San Jose Mercury News (16 de junio de 1999) informó que esa práctica es muy común en los barrios latinos. En lavanderías, etc., se ven avisos: "se renta piso". En estos días salieron unos 35 avisos en quince días en los periódicos en español del valle Silicon. Las mismas presiones económicas que obligan a unos a alquilar el piso obligan a otros a ofrecerlo, para no perder su casa o apartamento.

Un artículo del New York Times titulado "Sin techo en el valle Silicon con $50.000 anuales" informa que gente con buen empleo no tiene para un apartamento: "Maestros, policías, bomberos y personal de ventas, quienes ganan arriba de $50.000 y vivirían bien en otra ciudad, acuden a los albergues". Además, el artículo menciona que personas que tienen tres trabajos o ganan $15 por hora duermen en el transporte público porque no les alcanza para un apartamento.

Subcontratistas

Parece increíble que haya trescientas maquiladoras en el valle Silicon, pues por lo general se piensa que las grandes corporaciones como Intel, Hewlett-Packard y Cisco Systems trasladaron sus fábricas al tercer mundo en los años 80. Es cierto que despidieron a miles de obreros y trasladaron muchas fábricas, pero también se creó toda una red de maquiladoras aquí mismo en Estados Unidos.

La feroz competencia del nuevo imperialismo global requiere rapidez y flexibilidad en la manufactura y entrega de productos; es preciso "ser el primero en llegar al mercado". Aunque los costos de producción sean más baratos en el tercer mundo, muchas veces no conviene trasladar la producción por presiones de tiempo.

Una red de subcontratistas compiten para fabricarles productos a las grandes corporaciones, quienes espolean una feroz competencia que reduce los salarios y demás costos de producción al mínimo, y como no contratan directamente a los obreros, no responden por los salarios, prestaciones ni condiciones en que trabajan.

Según el San Jose Mercury News (12 de junio de 1999), los subcontratistas típicamente rebajan los costos de producción en un 50%. Así que es natural que se concentren en el valle Silicon y que el más grande, Solectron, sea una de las diez corporaciones más grandes del país. (Cuatro de ellos se encuentran entre las 150 corporaciones más grandes.) Han acaparado el 20% del mercado de alta tecnología ($500 billones) y son uno de los sectores de mayor crecimiento del valle Silicon.

Explotación despiadada

El supervisor de una planta de montaje de circuitos impresos habló sin pelos en la lengua, expresando la lógica reaccionaria de la industria de semiconductores: "Tengo un criterio muy sencillo... mujer, extranjera, diminuta.... Estas chicas agradecen mucho la oportunidad de trabajar; están muy, muy agradecidas".

Esa cita, además de mucha información valiosa, se integra en un trabajo de la profesora Karen Hossfeld de la universidad San Francisco State, quien lleva 20 años investigando la vida de 200 familias que trabajan en la industria de alta tecnología del valle Silicon. Hossfeld encontró que de 80 a 100% de los obreros de las maquiladoras son inmigrantes del tercer mundo, y el porcentaje es mayor en los trabajos de baja categoría. Según otro investigador, hace 20 años el 50% de las trabajadoras eran latinas, pero hoy hay más diversidad y en particular más inmigrantes de Asia; más de 30 nacionalidades trabajan en la industria de alta tecnología del valle Silicon.

La investigación de Hossfeld demostró que los gerentes son muy calculadores, pues contratan a los sectores más desamparados del proletariado. Por ejemplo, admitieron que no contratan a negros en ninguna circunstancia. (Así que en esa zona además de la brutalidad y hostigamiento policial, los negros sufren discriminación descarada en el empleo.) Prefieren a obreras del Asia Suroriental, sobre todo vietnamitas. Aprovechan su situación precaria y sus temores; les dicen, por ejemplo, que se merecen un salario bajo porque "apenas llegaron aquí" y que es natural que no ganen igual que los hombres porque su salario es un "suplemento", pues son esposas y madres. Sin embargo, ¡el 80% de las mujeres entrevistadas por Hossfeld mantienen a la familia!

La primera ola de inmigrantes vietnamitas eran la élite y los oficiales militares pro yanquis que llegaron tras la derrota de Estados Unidos en Vietnam. Tenían estudios y palancas. Posteriormente, llegaron grandes olas de gente muy pobre que no tenía posibilidades de salir adelante en este país y muchos dependían de welfare. Cuando se recortó el welfare a los inmigrantes a mediados de la década pasada, entraron a trabajar en las maquiladoras de alta tecnología a través de los nuevos programas de Welfare-to-Work (Welfare a trabajo). Actualmente, los mismos ex oficiales que trabajaron de la mano con los yanquis en el saqueo de Vietnam del Sur mueven las palancas en la contratación de trabajadores de las maquiladoras.

Trabajo por pieza, trabajo en casa

Para los patrones, trabajo por pieza y trabajo en casa (en lugar de pagar horas extra) son formas de reducir los costos y aumentar la rapidez de producción. Subcontratistas como Solectron les fabrican productos a las grandes corporaciones como Hewlett-Packard o Cisco. Pero Solectron, por su parte, tiene subcontratistas como TopLine, que le fabrica productos, y TopLine, a su vez, presiona a los trabajadores para que lleven trabajo a casa. El San Jose Mercury News documentó el caso de 14 subcontratistas que mandaban trabajo a casa, donde era común que trabajaran de abuelos hasta niños, y recibieran salarios muy por debajo del mínimo. Las compañías dicen que los obreros son "subcontratistas independientes" y así eluden las leyes laborales en cuanto a salario mínimo, horas extras, prestaciones, etc., y ¡ni hablar de las condiciones en que trabajan!

Por otra parte, aprovechan la expansión de las agencias de trabajadores eventuales para intimidar a la fuerza laboral y aumentar sus ganancias. Según el departamento del Censo, la mayor cantidad de empleados del valle Silicon son de "Help Supply Services" (eventuales); la cantidad de eventuales aumentó en un 340% de 1994 a 1997, cuando alcanzó 41.000. En ese período, las agencias aumentaron de 67 a 253. Los eventuales no tienen derechos: las corporaciones los contratan y despiden cuando les conviene; no tienen prestaciones, pensión ni indemnización por despido; y los ponen en la lista negra si oponen resistencia alguna.

Peligros químicos y ergonómicos

Además de las largas jornadas y salarios de miseria, trabajar en las maquiladoras perjudica la salud. Las compañías violan las leyes y reglamentos, y no hay protecciones para los obreros. Según el departamento de Estadísticas Laborales, los obreros de la industria de alta tecnología, tanto en California como en el país en conjunto, sufren la mayor tasa de "envenenamiento sistemático por sustancias químicas". En febrero del presente, cerraron una planta de semiconductores, donde trabajaban 250 obreros (el 90% de ellos chinos monolingües) por cuatro días por exponer a los obreros a altos niveles de arsénico.

En abril, la fábrica de CD-ROM de MMC Technology en San José canceló el turno de unos 200 obreros por un escape de sustancias químicas; la tapa de un recipiente de 200 litros se reventó y arrojó ácido nítrico al aire. Según el Bay Area Guardian: "Si el ácido nítrico se mete al ojo, lo quema severamente y el ojo se encoge. Al contactar la piel, tiene un efecto similar. Si uno lo ingiere, podría vomitar los intestinos".

Los trabajadores se visten de blanco de pies a cabeza, pero los uniformes protegen al producto y no a ellos. JoLani Hironaka de SCCOSH dijo ante el Senado de California que era común que la policía parara a los obreros por manejar en estado de ebriedad cuando salían del trabajo, pues se emborrachaban ¡por los altos niveles de alcohol industrial que aspiraban en el trabajo! Las sustancias químicas que se emplean en la fabricación de computadoras y otros productos de alta tecnología provocan cáncer, abortos y enfermedades respiratorias crónicas.

Los peligros se extienden más allá de la fábrica, sobre todo para los que hacen trabajo en casa. JoLani Hironaka enseñó una foto de la cocina de una familia filipina que soldaba circuitos impresos en casa. Al lado de materiales altamente tóxicos estaba la olla de arroz para la cena. A los obreros no les informan sobre los peligros de trabajar con esos materiales, ¡ni hablar de darles equipo protector! Ni idea tienen del peligro que ese trabajo introduce al hogar. Si se quejan, los despiden o los ponen en la lista negra.

¡Sí se puede!

Todas las corporaciones del valle Silicon tienen subcontratistas que les proporcionan servicios de limpieza, cafetería y recolecta de basura. Inclusive muchos empleados de oficina son eventuales, sin prestaciones y seguridad laboral. Al igual que los obreros de las líneas de montaje, los cocineros, basureros y trabajadores de limpieza ganan salarios de miseria. En esa situación se prendió la lucha de los conserjes.

En las audiencias, 40 conserjes con camisetas rojas de "Justice for Janitors" (Justicia para los conserjes) corearon: "¡Sí se puede!". Dijeron que los obligan a trabajar horas extra sin el pago debido y a cumplir cuotas imposibles bajo la amenaza de ser despedidos. El salario no les alcanza para apartamento ni coche ni cuidado infantil. Unos 7000 conserjes del valle Silicon pertenecen al mismo sindicato que los conserjes de Los Angeles, quienes estuvieron en huelga en abril; realizaron manifestaciones en solidaridad con los compañeros de Los Angeles, y han emplazado a huelga para el 31 de mayo si no les dan un aumento salarial.

A fines de abril, SCCOSH y San Khau Viet (un grupo de teatro vietnamita) presentaron "Like Heaven" (Como el cielo), una obra bilingüe en inglés y vietnamita que muestra la vida del obrero del valle Silicon, y advierte sobre los peligros del trabajo en casa. Relata la vida de una familia vietnamita que batalla por subsistir, haciendo trabajo en casa, etc. Los inmigrantes que colaboraron en la obra han trabajado en la línea de montaje, y tienen amigos y parientes que hacen trabajo en casa. Una de las actrices afirmó: "Hay que luchar más duro, tenemos que luchar por los derechos".

La lucha de los obreros del valle Silicon, además de las denuncias de las condiciones laborales por activistas preocupados por la salud y el bienestar de los obreros, ha generado mucho apoyo en San José y el valle Silicon. Por ejemplo, en las audiencias del Senado, una amplia gama de fuerzas condenó la situación inhumana en que vive y trabaja el proletariado de la industria de alta tecnología.

Una activista le dijo al OR que hace diez años estuvo en una audiencia similar donde todos los demás defendían a las corporaciones; pero en esta ocasión participaron inmigrantes que trabajan en las maquiladoras, conserjes de base muy combativos, sindicalistas, ambientalistas, defensores de los derechos de la mujer y los inmigrantes, académicos progresistas y estudiantes que se oponen a las maquiladoras. Alzaron la voz, al igual que los que sacudieron a Seattle y Washington, D.C., con protestas contra la globalizacion; recalcaron que la situación es grave, pues en un mundo dominado por el imperialismo un puñado de ricos vive en la opulencia, y las masas viven condenadas a la pobreza y la miseria.


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