Corrupción y fraude electoral en Perú
Obrero Revolucionario #1058, 11 de junio, 2000
En las elecciones presidenciales de Perú, los contrincantes eran Alberto Fujimori, un dictador que ha gobernado con el apoyo de Estados Unidos, y Alejandro Toledo, preparado para el cargo por Estados Unidos. Como ninguno ganó la mayoría de los votos en la primera vuelta, el 28 de mayo hubo una segunda vuelta, a la cual Toledo no se presentó porque el fraude era patente. Fujimori, el único candidato, se adjudicó una victoria aplastante, aunque un tercio de las papeletas de votación estaban dañadas o en blanco y un millón de ciudadanos no votó... y eso en un país donde es obligatorio votar so pena de multas y de problemas con la policía.
Antes de las elecciones hubo protestas contra Fujimori, y continuaron después del 28 de mayo. Diez días antes de las elecciones, durante una gira de campaña en Ayacucho, apedrearon su carro y lo sacaron corriendo con gritos de "¡Lárgate de aquí, tirano!". El día de las elecciones, entre las muchas protestas que se dieron por todo el país, miles chocaron con la policía en Iquitos, en la región amazónica. En Lima los estudiantes marcharon al palacio presidencial, que estaba vigilado por 1000 policías de motín.
Estas fueron las elecciones más corruptas y fraguadas que ha cometido este gobierno, famoso por la corrupción y el fraude. Para empezar, postularse a la presidencia por tercera vez es una violación de la Constitución que Fujimori mismo redactó después de su autogolpe de 1993, cuando puso un Congreso y un sistema judicial obedientes para atacar a la guerra popular que dirige el Partido Comunista del Perú. Cuando en 1997 tres juristas constitucionales concluyeron que no podía postularse una tercera vez, Fujimori los destituyó.
Vladimiro Montesinos, viejo agente de la CIA y jefe de la policía política, dirigió una campaña sucia contra los rivales de Fujimori. Sus secuaces efectuaron apagones los días que sus rivales estaban en campaña. La TV y la radio no les aceptaron avisos, y la prensa los calumnió. Falsificaron un millón de firmas de credenciales de elector, y repartieron comida y terrenos a cambio de votos.
Elecciones entre lacayos del imperialismo
El principal rival de Fujimori, Alejandro Toledo de la coalición Perú Posible, se las da de "nuevo" en el sistema oficial, y explota el hecho de que nació en la pobreza y tiene raíces indígenas. Pero en realidad está muy conectado a la clase dominante de Perú y a los círculos imperialistas. Obtuvo un doctorado en economía de la Universidad Stanford y fue el principal asesor económico del Banco Central de Perú y ministro de Trabajo en los años 80. Ha trabajado en el Banco Mundial, una institución financiera internacional dominada por Estados Unidos, y montó una oficina de asesoría para inversionistas peruanos y extranjeros.
En una palabra, Toledo representa y sirve a los intereses de los grandes capitalistas y grandes terratenientes, fuerzas de clase íntimamente ligadas al imperialismo, especialmente yanqui, que dominan a Perú. Así que no es muy diferente de Fujimori, quien también se presentó como "nuevo" en las elecciones de 1990.
La plataforma de Toledo prometía seguir el programa económico de Fujimori y, como dice el Comité de Apoyo a la Revolución en el Perú, "¿Qué significa eso para el pueblo peruano? Significa que más del 50% seguiría ganando menos del nivel oficial de pobreza.... Significa que seguiría privatizando los recursos naturales y económicos, vendiendo el futuro del país al mayor postor internacional (por una fracción de su valor). La presidencia de Toledo no resolvería la agobiante pobreza impuesta por el imperialismo bajo los auspicios del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial" (de Perú Action and News, mayo de 2000).
La candidatura de Toledo buscaba aprovechar el odio popular contra Fujimori y canalizarlo hacia las elecciones.
El padrino imperialista se hace sentir
La primera ronda electoral fue en abril. En Perú, si un candidato gana la mayoría de los votos en la primera vuelta, se le declara presidente electo. Cuando las encuestas a la salida de votar indicaban que Fujimori no ganó la mayoría y se predijo que habría una segunda vuelta, el conteo de votos de repente se aletargó. Miles de votos desaparecieron en trayecto al centro de cómputo y descubrieron a partidarios de Fujimori con balotas ya marcadas. La prensa empezó a informar que a fin de cuentas Fujimori sí ganó la mayoría de votos.
En eso se metió el tío Sam. La Casa Blanca, el Departamento de Estado y el embajador declararon que tenía que haber una segunda vuelta. Un analista de Lima dijo: "En el momento que el embajador estadounidense dijo enfáticamente por TV que tenía que haber una segunda vuelta, sabía que se cumpliría". Varios días después, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) anunció que sus cálculos preliminares se equivocaron y que Fujimori no obtuvo el 50% más uno para ganar en la primera vuelta.
A Estados Unidos no le preocupaba que las elecciones no fueran "justas" ni que el proceso no fuera "democrático". Al fin y al cabo, se trata de imperialistas que han fraguado elecciones, dado golpes de estado, asesinado líderes electos e invadido países por todo el mundo. Cuando Fujimori se dio el autogolpe, lo medio regañaron y amenazaron con sanciones, pero lo siguieron apoyando y ayudando a atacar la guerra popular que dirige el Partido Comunista del Perú.
Lo que le preocupa a Estados Unidos es que las tácticas de Fujimori corroan la base de apoyo de la clase dominante y aumente la inestabilidad. El Washington Post explicó francamente lo que está en juego para Estados Unidos en las elecciones peruanas: "A menos que el público peruano acepte la segunda vuelta, el país podría descender al mismo caos político que ya ha envuelto a los países vecinos de Ecuador y Colombia. El Sr. Fujimori ha ofrecido una alternativa cuasi-autoritaria a ese tipo de caos. Sin embargo, sus tácticas han creado una fuente de potencial inestabilidad".
Más maniobras de Estados Unidos
Fujimori y sus hampones continuaron su campaña sucia después de la primera vuelta. La víspera de la segunda vuelta, unos hombres armados se metieron en la casa de un reportero que dijo tener un video de Vladimiro Montesinos con los encargados del proceso electoral, y lo torturaron para que revelara la identidad de sus informantes.
En cuanto Fujimori gritó "¡victoria!" en la segunda vuelta, Washington dijo que las elecciones no eran "legítimas". Se habló de sanciones económicas y de otras medidas punitivas de la Organización de Estados Americanos.
Pero a fines de semana, la administración Clinton dejó de criticar las elecciones y a Fujimori, lo cual demuestra que lo que en realidad importa en Washington es la "estabilidad" y que los intereses estadounidenses en Perú estén protegidos. El New York Times citó a un funcionario del gobierno: "Perú es un país clave para nosotros.... Despedirnos de Fujimori es malo en cualquier momento, y en este preciso momento es especialmente grave. La situación en Colombia nos está dando úlceras".
Estados Unidos está preparando una mayor intervención en Colombia (ver el artículo "Helicópteros Blackhawk, Pirañas y el imperialismo yanqui", en el número de la semana pasada, que se puede obtener en la neta del OR, en rwor.org). Mayores trastornos y crisis en Perú complicarían terriblemente la situación para los imperialistas en Colombia y en la región en general.
El problema es el imperialismo
Toledo está apelando ante Estados Unidos y otras potencias, y dice que si no se hace una tercera vuelta continuará la "resistencia pacífica". Sea cual sea el resultado de este circo electoral, la verdad es que es un proceso que no resuelve los problemas de los oprimidos de Perú porque el problema no son las elecciones fraguadas, sino el viejo, caduco poder estatal y la dominación del país por el imperialismo.
Pero el pueblo peruano sí tiene una alternativa válida, un camino hacia la libertad: la guerra popular y la revolución de nueva democracia que dirige el Partido Comunista del Perú.
Como señala el CARP: "No importa quién esté en el palacio presidencial, el estado peruano solo puede servir a los intereses de los grandes capitalistas y de los terratenientes ligados al imperialismo, principalmente a los yanquis. Los intereses de esos explotadores chocan con los intereses de la gran mayoría de los peruanos y el reemplazo de Fujimori con otro personaje, aunque diga que es de origen indígena, solo puede profundizar la pobreza, el salvajismo y el dominio estadounidense. El papel de las elecciones es reforzar y legitimar el gobierno de los explotadores y opresores del pueblo".
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