Sangre en la frontera
Racistas cazan inmigrantes mexicanos
Obrero Revolucionario #1058, 11 de junio, 2000
Rancheros racistas de Arizona y Texas han declarado guerra a los indocumentados.
El 12 de mayo, dos rancheros a caballo, armados con potentes rifles, hirieron a Miguel Angel Palofox, un indocumentado de 20 años. Los rancheros emboscaron a Miguel y sus cuatro acompañantes en la frontera cerca de Sasabe, Arizona. Miguel les dijo a las autoridades de Sonora que vio de cerca a sus atacantes, quienes le metieron un tiro en el cuello que le salió por el oído. Se desmayó y al despertarse se arrastró, gravemente herido, hasta el puesto fronterizo de Sasabe, donde le dieron atención médica y lo internaron en un hospital de Caborca, Sonora. Sus acompañantes también cayeron en el ataque, pero hasta la fecha no se sabe qué suerte corrieron ni si habrán sobrevivido.
Ataques mortíferos
El 13 de mayo, se reunieron varios grupos de supremacistas blancos de California con un grupo de rancheros de Sierra Vista, Arizona, para trazar un plan de acción contra "la invasión mexicana".
Glenn Spencer, líder de Voces de Ciudadanos Unidos y la milicia Patrulla Americana, encabezó un contingente de racistas californianos. (Spencer es un racista con un largo historial de ataques contra los inmigrantes; a través de la internet, radio y publicaciones, advierte que: "Los mexicanos buscan apoderarse de Estados Unidos".) También asistieron el ranchero cazaindocumentados Roger Barnett y el noveno distrito del Ku Klux Klan de Arizona. La policía de Sierra Vista y los Rangers de Arizona resguardaron la reunión en que, según el periódico mexicano La Reforma, plantearon sembrar minas en puntos estratégicos de la frontera para frenar el cruce de indocumentados.
La dominación política y económica de México por Estados Unidos obliga a millones de mexicanos a cruzar la frontera en busca de trabajo, y el gobierno de este país ha escalado la militarización de la frontera y la caza de indocumentados. Como consecuencia de la "Operación Guardapuerta" (Gatekeeper) en California y operaciones de esa índole en Texas, actualmente muchos inmigrantes cruzan la frontera en Arizona y la Patrulla Fronteriza ha despachado 180 agentes a ese estado. A esa movilización oficial se han sumado los rancheros racistas cazaindocumentados.
Cacería humana
En 1984, James Huberty, un guardia desempleado que culpó a los mexicanos por no encontrar trabajo, masacró a 22 inmigrantes en un McDonald's de San Ysidro, California, en la frontera. Se vistió de camuflaje, agarró un arma de caza mayor y le dijo a la esposa: "La sociedad tuvo su oportunidad. Ahora a la caza. A la caza de humanos". Ahora los rancheros de Arizona han invitado a supremacistas blancos de todo el país a ir a la frontera a "cazar" indocumentados.
Una larga y dura sequía ha dado pie a que se culpe a los inmigrantes de los problemas económicos de los rancheros, con el resultado de que en Douglas, Arizona, muchos ciudadanos de familia mexicana no salen de la casa por temor a que los racistas los confundan con indocumentados y los agredan.
Roger Barnett es un líder del movimiento antiinmigrante. En junio del año pasado exhortó a un subcomité del Congreso a despachar la Guardia Nacional a la frontera y en una entrevista afirmó que está dispuesto a "matar a mexicanos" en caso de que sea necesario. El ex sheriff tiene un rancho de 55.000 hectáreas en Sierra Vista, Arizona, al lado de la frontera, donde él y docenas de compinches se divierten los domingos cazando inmigrantes: los cazan con perros y los entregan, a punta de fusil, a la Patrulla Fronteriza.
Dice Barnett: "Es más formidable cazar seres humanos que cualquier otro animal sobre la faz de la Tierra". Un noticiero los filmó a él y sus hermanos en la caza de nueve indocumentados al otro lado de la cerca de alambre de púas que rodea su rancho. Barnett se jacta de que ha cazado hasta 86 inmigrantes en una mañana y de que su grupo detuvo a 174 en un fin de semana, y a miles en los últimos dos años.
De 25 ataques conocidos a inmigrantes últimamente, Roger Barnett y su hermano Don han participado en 14. Al igual que Roger, Don es un descarado racista: "Si un tipo mexicano está en propiedad privada acuclillado detrás de un arbusto, pues se lo merece".
Los rancheros han invitado a milicianos y racistas de todo el país a ir al condado de Cochise a "cazar" indocumentados. Un volante ofrece hospedaje a cualquier "turista" que quiera "divertirse": "Son vacaciones ideales para el que desee defender las tierras del ranchero americano y disfrutar del desierto del sudoeste, o sea, gozar de la naturaleza y compartir los ideales del individualismo y la propiedad privada propios del oeste". Recomiendan que los visitantes vayan en jeep, y que lleven lentes infrarrojos y bengalas para "descubrir a los invasores".
Sangre en la frontera
La embajada mexicana ha entablado una "queja" urgente ante el Departamento de Justicia de Estados Unidos y la titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Rosario Green, anunció que el gobierno mexicano demandará a los rancheros de Arizona que balearon a Miguel Angel Palofox Aguerrín.
En una rueda de prensa en ciudad de México, Rosario Green dijo que del 24 de enero de 1999 al 15 de mayo de este año, ciudadanos estadounidenses protagonizaron 32 incidentes violentos contra indocumentados mexicanos; 27 de los incidentes se registraron en Arizona, 17 este año y 10 el año pasado. Roger y Don Barnett participaron en 15 de los 27, y el ranchero Andreas Muller participó en tres. Un total de 451 inmigrantes sufrieron agresiones, con un saldo de siete heridos y dos muertos.
En los últimos cinco años, casi 500 inmigrantes mexicanos han muerto de insolación en el desierto y los que logran sobrevivir encuentran el peligro de los cazadores racistas.
Un noticiero de Tucson, Arizona, filmó a un ranchero que detuvo a cinco indocumentados: los encañonó, empujó a uno al suelo y lo obligó a tenderse boca abajo hasta que llegara la Patrulla Fronteriza.
En la zona de Brackettville, Texas, en poco más de un año han baleado a cinco inmigrantes y matado a dos cerca de Del Río y Eagle Pass.
Como la ganadería ya no es muy rentable, muchos rancheros han vendido pequeñas parcelas a cazadores y jubilados, muchos de los cuales han participado en los ataques a los inmigrantes. Según un fiscal de la zona de Del Río, en casi todos los incidentes la víctima estaba a distancia del atacante y le daba la espalda. Es decir, les dispararon en la espalda a sangre fría.
Los últimos incidentes ocurrieron en mayo y abril de este año. El 23 de mayo, Eusebio de Haro Espinosa, un joven de 23 años del estado de Guanajuato, pidió agua en la frontera cerca de Rancho Leona, Texas. Al cabo de una caminata de 30 kilómetros, Eusebio y su acompañante Javier Sánchez, de 25 años, se quedaron sin agua con una temperatura de 38ºC. Tocaron la puerta de Sam Blackwood, de 74 años, quien les dijo que se largaran y llamó a la Patrulla Fronteriza; los persiguió y les disparó. Le dio a Eusebio en la ingle. En vez de llamar una ambulancia, Blackwood llamó a la policía. De la cárcel del condcado mandaron una patrulla que demoró 40 minutos. Eusebio murió desangrado. A Blackwood lo acusaron de homicidio y salió bajo fianza ($10.000).
Paisano de Haro Bueno, el padre de Eusebio, fabrica fuegos artificiales en San Felipe, Guanajuato, y tiene 13 hijos. Al enterarse de la muerte de Eusebio, dijo: "A mi hijo lo mataron como a un perro. Iba con muchas ganas de encontrar trabajo para mandarnos dinero".
Un mes antes, en el condado de Edwards (un poco más al norte), Coy Brown, de 56 años, baleó a Mauricio González, quien iba con dos acompañantes. Brown los encañonó, los sacó del rancho y le disparó a González en la espalda. Por suerte la bala atravesó una lata de frijoles que llevaba en la mochila y no lo hirió gravemente. Brown los hizo caminar tres kilómetros a la casa de un vecino.
Poco antes, Glenn Bordelon les disparó dos veces a inmigrantes cerca de Vega Verde. Asimismo, en enero de 1999, Wilbur Honeycutt, un policía que colaboraba con un programa de la DEA (dependencia antidroga), baleó a un chavo mexicano en la espalda cerca del río Bravo.
El 23 de marzo, agredieron a Cipriano Ramírez, de Temoac (un pueblo de la región central de México). Ganaba $4 al día vendiendo dulces en su pueblo y con mucho trabajo juntó $1600 para pagar un coyote. Con 12 compatriotas hizo varios intentos de cruzar la frontera a Arizona. Al tercer intento lo agredieron; una bala le atravesó el cóccix y le perforó el intestino. Lo internaron en un hospital de Hermosillo y tardará seis meses en recuperarse; apenas tiene 32 años y es posible que no vuelva a caminar.
Dijo Ramírez: "Eramos 12 y caminamos toda la noche. No sabíamos que los rancheros cazaban indocumentados. Por la madrugada sentí un fuerte dolor en la panza y caí al suelo. El ranchero dijo que fue accidental, que apuntaba a un perro que estaba a un metro de mí".
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Ahora los ataques de los rancheros de Arizona y Texas sirven de pretexto para pedir mayor militarización de la frontera: el diputado Silvestre Reyes, demócrata de El Paso y ex jefe de la Patrulla Fronteriza, afirma que los ataques se deben a "las frustraciones de los habitantes de zonas que carecen de un servicio adecuado de la Patrulla Fronteriza" y se queja porque la Migra no ha cumplido la orden del Congreso de contratar a 1000 agentes cada año.
La Resistencia señala: "Las acciones de los rancheros cazaindocumentados forman parte de la criminal militarización de la frontera. Desde octubre de 1994, la Operación Guardapuerta ha cobrado la vida de 500 inmigrantes, no más en California. La frontera Estados Unidos/México es una zona de guerra donde la Patrulla Fronteriza caza a inmigrantes indefensos. Las leyes antiinmigrantes y los llamados de los políticos a defender `nuestras fronteras' han envalentonado a esos rancheros racistas, quienes se han sumado, a lo Rambo, a la fuerza mortífera de la Patrulla Fronteriza, el ejército y las demás dependencias policiales que colaboran para `frenar' la inmigración ilegal. Siguen la pauta de la misma Patrulla Fronteriza que últimamente ha baleado y matado a indocumentados en la zona de la frontera San Diego/Tijuana".
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