La guerra de Corea, 25 de junio de 1950 a 27 de julio de 1953
El tigre de papel yanqui en Corea
Parte 2: Los Voluntarios del Pueblo Chino y la estrategia de guerra popular
Obrero Revolucionario #1061, 1 de julio, 2000
A lo largo de los años, la prensa burguesa no ha dejado de tergiversar la magistral guerra popular librada en Corea por los Voluntarios del Pueblo Chino. Los loros imperialistas afirman, llenos de racismo, que las "hordas chinas" se ofrecieron como carne de cañón, que lanzaron ataques frontales contra un enemigo bien atrincherado y sufrieron bajas innecesarias. Pero como han señalado los periodistas honestos, en realidad los voluntarios chinos desarrollaron un estilo de combate muy propio y aprovecharon tanto los puntos fuertes de su propio ejército como las debilidades del enemigo.
Un comandante chino explicó: "No conviene lanzar ataques frontales contra el enemigo por su gran potencia de fuego y línea de defensa muy compacta. En cambio, cortarles las líneas de comunicación y la vía de escape les infunde pavor. Dados esos puntos fuertes y debilidades, procuramos aprovechar al máximo tácticas tales como la penetración audaz y decidida, combatir de cerca y operativos nocturnos".1
Un historiador describió el ataque a un batallón estadounidense en Unsán: "La ferocidad del ataque los dejó totalmente pasmados, pues los soldados de caballería jamás en la vida experimentaron algo igual. Al amparo de la noche y con movimientos furtivos, el enemigo encontraba sin falla los puntos débiles y los explotaban con una velocidad espantosa, como si hubiera investigado todo de antemano. Casi no lanzaba ataques frontales, pero seguía la ofensiva al toque de clarines, silbatos y gongs a pesar de las bajas que sufría".2 Un infante de marina hizo el siguiente comentario despectivo: "¿Cuántas hordas hay en un pelotón chino?" (citado en la historia oficial de la infantería de marina).
El periodista australiano Wilfred Burchett escribió: "Los estadounidenses atribuyen las derrotas a un inmenso mar de `hordas chinas', pero en un sinnúmero de ocasiones sufrieron derrotas devastadoras a manos de pequeños grupos con alta moral y confianza inconmovible en su causa. De por sí fue muy doloroso sufrir una derrota y doblemente aceptar que la sufrieran a manos de una fuerza numéricamente igual, y diez veces peor cuando se trataba de una fuerza numéricamente inferior de `gooks' y `chinks', apodos racistas con que se referían a los coreanos y chinos".3
Un ejército que dependía
de las carreteras
Varios historiadores han comentado que el ejército yanqui tenía serias debilidades en el renglón del abastecimiento. Su gran ventaja en cuanto a potencia de fuego requería de enormes cantidades de municiones, y el armamento pesado como tanques, artillería, camiones, etc., lo restringía a las carreteras. Las largas caravanas de vehículos se exponían a ataques desde los cerros y montañas, y cuando los voluntarios chinos cortaban la línea en cualquier punto, las tropas quedaban sin abastecimiento. Si lograban reabrirla en un lugar, los voluntarios nada más la cortaban en otro.
En fin, el ejército imperialista dependía de las carreteras, y los soldados eran reacios a dejar la seguridad de los camiones y trepar los cerros. La capacidad de los voluntarios chinos de desplazarse ágilmente por zonas aparentemente intransitables los asombraba.
Por su parte, los voluntarios chinos empleaban transporte humano y de animales, y no requerían tantos suministros. Como no dependían de las carreteras, caminaban por los valles y los senderos escarpados de las montañas, y fácilmente daban rodeos, bloqueaban las carreteras y cercaban a las fuerzas yanquis.
Los historiadores mencionan que los voluntarios chinos cubrían grandes distancias a pie, como 30 kilómetros al día por 18 días consecutivos en el caso de una unidad. En caso de transportar suministros por carretera, lo hacían de noche sin luces y desplegaban vigilancia en los cerros para advertir la presencia de aviones enemigos.
Vida sencilla, lucha dura
Un historiador comentó que el soldado estadounidense era muy consentido: "No para él una o dos libras de grano envueltas en una tela, con las cuales un combatiente coreano o chino sobrevivía sin necesidad de más que un poquito de agua. Los soldados estadounidenses consumían carnes, pollo, hamburguesas, verduras, frutas, pan, café, azúcar, leche, vitaminas, dulces, todo con buena presentación en paquetes de supermercado. Por donde pasaban tiraban envolturas y sobrantes".4
Además, llegaron a Corea de Japón donde, como ejército de ocupación, lo pasaban manoseando a las japonesas y no en tareas militares. De la noche a la mañana se les acabaron las "vacaciones" y los zamparon a Corea a combatir a los voluntarios chinos. En contraste, estos se templaron en la guerra civil china: pasaron largos y duros años luchando con escasez de transporte, municiones, alimentos, etc.; se desplazaban a pie y trababan combate sin descanso o más comida que arroz; no desperdiciaban las municiones y hasta contaban las balas antes de lanzar un ataque de envergadura. En resumen, no gozaban de las comodidades de un ejército moderno, y eso los fortaleció y transformó grandes debilidades en grandes puntos fuertes, pues estaban acostumbrados a la vida sencilla y a la lucha dura.
En las primeras batallas de la primera ofensiva en Corea se percataron de las debilidades del enemigo. En un folleto titulado "Conclusiones principales de la experiencia en las batallas de Unsán", hicieron el siguiente resumen de la capacidad de combate del ejército estadounidense: "Al cortarles la retaguardia, los soldados abandonan las armas, las dejan tiradas por todas partes y se esconden.... Los soldados rasos son débiles, con mucho temor a la muerte, y sin gran valor para atacar o defender. Dependen de los aviones, tanques y artillería, y temen nuestra potencia de fuego. Se encogen de miedo al oír disparos y no avanzan más.... Son expertos en combatir de día, pero no conocen el combate nocturno ni de cuerpo a cuerpo.... No se repliegan en forma ordenada. Sin morteros, están perdidos.... En Unsán estuvieron cercados varios días y no hicieron nada. Al cortarles la retaguardia, les da mucho miedo y cuando el transporte se paraliza, pierden la voluntad de combatir".5
Atraer al enemigo para que penetre profundamente
Los voluntarios chinos lucharon bien durante la primera ofensiva y ganaron muchas victorias, además de apoderarse de toneladas de equipo militar que las tropas estadounidenses abandonaron al batirse en retirada. Por eso les gustaba más combatir a estas que a las tropas de Corea del Sur.
Como muchas unidades escaparon de la red de cerco y aniquilamiento durante las primeras batallas, el mando chino elaboró un nuevo plan: una masiva y devastadora ofensiva que las tomara completamente por sorpresa. Pero primero sería necesario atraerlas para que penetraran más profundamente.
Tras la primera ofensiva, las tropas estadounidenses avanzaban con mayor cautela, probando constantemente para medir la resistencia. Al mando chino le tocaba atraerlas para que penetraran rápida y profundamente. Más adelante descubrirían cuántos voluntarios chinos estaban en Corea, pero en ese momento el elemento de la sorpresa los favorecía. Aunque era evidente que estaban ahí, los yanquis pensaban que eran pocos.
Los voluntarios chinos emplearon tácticas de engaño: soltaron a los prisioneros y se retiraron del campo de batalla; eso dio la impresión de que eran pocos, y que el VIII Ejército estadounidense combatía principalmente a los coreanos, quienes estaban desanimados por los reveses. Muchos observadores burgueses confirman que los comandantes estadounidenses estaban totalmente confundidos: un ataque despiadado, seguido por silencio total, ¡como si el adversario se hubiera esfumado por completo!
Los imperialistas yanquis, siempre arrogantes, se dejaron engañar; estaban muy confiados de poder avanzar hasta el río Yalu y por eso cayeron en la trampa. El 25 de noviembre, con mucho bombo y platillos, lanzaron la "Ofensiva Regresar para Navidad". Marcharon hacia el norte, a la frontera de China, con poca resistencia, con la idea de atrapar a las tropas chinas y coreanas "en retirada" en una maniobra de pinzas del VIII Ejército y X Cuerpo, y acorralarlas contra el río Yalu. La fuerza aérea lanzó una masiva campaña de bombardeo contra los puentes del Yalu para impedir que China enviara refuerzos. Aunque soltaron toneladas de bombas, solo lograron destruir cuatro de los doce puentes.
Mientras tanto, los voluntarios chinos concentraron seis ejércitos con un total de 180.000 soldados para asestar un golpe contundente a los imperialistas. Tres de ellos se propusieron bloquear el avance de tres divisiones al río Yalu. Su plan era dejarlas avanzar y atacarlas antes de que pudieran consolidar sus posiciones. Escogieron magistralmente el terreno. Unos 25 kilómetros al norte del río Chongchon (donde el ejército estadounidense lanzó su ofensiva) empieza una cadena de montañas escarpadas y valles estrechos que se extienden hacia el Yalu. Los voluntarios chinos concentraron sus fuerzas ahí sin que el enemigo se diera cuenta... y esperaron su llegada. Los yanquis, totalmente desprevenidos, se batieron en retirada y cruzaron nuevamente el río Chongchon. Al igual que el traslado en secreto de los voluntarios chinos a Corea, la segunda ofensiva fue una muestra magistral de las tácticas de engaño.
Los otros tres ejércitos chinos atacaron las principales posiciones en el río Chongchon, a una distancia de donde lanzaron el ataque contra las primeras tres divisiones. El éxito de esa fase de la ofensiva dependía de un ataque frontal que ocupara al enemigo mientras se lanzaba el golpe principal contra el II Cuerpo del Sur, que protegía el flanco derecho del VIII Ejército estadounidense. Nuevamente, las unidades del Sur eran el eslabón débil, y los voluntarios las atacaron y vencieron. Al desintegrarse, dejaron la puerta abierta para un ataque de gran envergadura al VIII Ejército en que la segunda división sufrió ataques simultáneos a los flancos y la retaguardia, además de un ataque frontal, cerca del pueblo de Kunu-ri. Se batieron en retirada y los persiguieron a plena luz del día.
Entonces el mando chino desplegó sus tropas para ejecutar una magistral emboscada. Si bien otras unidades estadounidenses se habían replegado por una carretera al oeste de Kunu-ri, el mando chino esperaba que la segunda división saliera hacia el sur por la carretera Kunu-ri/Sunchon y resultó que, en la gran confusión de la retirada, los comandantes de esa división escogieron precisamente ese rumbo, el más corto y seguro. Se rumoraba que las carreteras al oeste estaban bloqueadas y aunque sabían que unas unidades chinas se encontraban detrás de ellos, pensaban que no eran muchas. En realidad, los voluntarios chinos se habían atrincherado en las cimas, arriba de la carretera, y dejaron pasar un pelotón de tanques Sherman M-4 sin incidente para atraer a las fuerzas principales del ejército enemigo.
Ahora los voluntarios chinos tenían un problema: ¿cómo parar el convoy que huía por la carretera? La columna de unos 11 kilómetros de largo ya no tenía la cohesión de una fuerza combatiente; estaba desintegrada en pequeños grupos que buscaban salvar el pellejo. Los voluntarios chinos atacaron con gran potencia de fuego desde las cimas; los aviones yanquis contraatacaron con napalm; y, en medio de la batalla, una pequeña unidad de voluntarios con mochilas de explosivos se arrastró hasta los tanques delanteros. Al dinamitarlos, bloquearon la carretera y atraparon a la segunda división en un callejón de muerte hasta que los ingenieros lograron reabrirla y las unidades que quedaban se batieron en retirada. Un historiador burgués comentó: "Los americanos sufrieron más de 3000 bajas en la retirada a Sunchon; perdieron la mitad de sus armas y mucho transporte. Fue comparable a las pérdidas del general Washington en Valley Forge en el invierno de 1777, salvo que la segunda división perdió todo eso en una tarde".6
Una pesadilla para el imperialismo yanqui
Simultáneamente, los voluntarios chinos lanzaron una ofensiva en el este contra el X Cuerpo de la infantería de marina cerca de la represa Chosin. Se libraron una serie de combates sangrientos en los cerros adyacentes, a temperaturas bajo cero. Los voluntarios cortaron las líneas de abastecimiento. Las tropas estadounidenses trataron de conquistar las alturas, pero no pudieron y tuvieron que salir peleando por los desfiladeros, donde sufrieron muchas bajas. Llegaron al puerto de Hungnam, subieron a unos barcos y huyeron. La evacuación de la infantería de marina ocurrió el 24 de diciembre, y dio por terminada la "Ofensiva Regresar para Navidad".
Mientras en el este el X Cuerpo huía por mar, en el oeste el VIII Ejército estableció posiciones defensivas en el centro de la península de Corea. La guerra duró hasta 1953, cuando se negoció una tregua. Si bien los voluntarios chinos no lograron aniquilar las fuerzas yanquis, les asestaron una derrota de impacto internacional: junto con sus aliados coreanos, pararon al ejército invasor, lo cual favoreció los objetivos estratégicos de las fuerzas revolucionarias y perjudicó a los imperialistas.
Por otra parte, el ejército revolucionario chino aprendió mucho de esa experiencia. Durante la guerra y después, se estudiaron los puntos fuertes y debilidades de los dos campos. Si bien está fuera del alcance del presente artículo resumir todo eso, quisiéramos señalar algunos puntos adicionales. Por ejemplo, se ha dicho que el enorme aparato de logística y suministro del ejército estadounidense fue un estorbo, pero también se ha comentado que la logística y comunicaciones relativamente mínimas de los chinos causaron problemas en cuanto a sostener la ofensiva a través de largas distancias (a diferencia de las ofensivas locales), sobre todo contra la potencia de fuego y fuerza aérea del imperialismo yanqui. Todo eso fue y es una experiencia importante, con muchas lecciones; como dijo Sun Tzu (un general de la antigüedad que Mao citaba): "Conócete a ti mismo y conoce al enemigo, y ganarás mil batallas".
Hasta hoy, la guerra de Corea es una pesadilla para los imperialistas yanquis. Tras la derrota en Corea, sufrieron otra en Vietnam. En Corea, como apuntó Mao, China los combatió directamente y les midió el calibre, es decir, conoció concretamente sus puntos fuertes y debilidades, y cómo combatirlos. Si bien muchos rasgos particulares de las fuerzas armadas estadounidenses han cambiado a través de los años, esa guerra reveló sus debilidades estratégicas fundamentales. Para los pueblos del mundo, y las guerras revolucionarias de hoy y de mañana, la experiencia y las lecciones de "medir el calibre" de los imperialistas yanquis en Corea son muy importantes.
"Todos los reaccionarios son tigres de papel. Parecen temibles, pero en realidad no son tan poderosos".
Mao Tsetung
Pie de página:
1. Shu Guang Zhang, Mao's Military Romanticism: China and the Korean War, 1950-1953, University Press of Kansas, 1995, p. 62.
2. Spurr, Russell, Enter the Dragon: China's Undeclared War Against the U.S. In Korea, New Market Press, NY, 1988, p. 137.
3. Burchett, Wilfred, This Monstrous War, International Publishers, 1953, p. 51.
4. Winnington, Alan, Breakfast With Mao: Memoirs of a Foreign Correspondent, London and Wishart, 1986, p. 121.
5. Alexander, Bevin, The First War We Lost, Hippocrene Books, 1986, pp. 305-306.
6. Spurr, p. 219.
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