del Partido Comunista Revolucionario, rama de Los Angeles

¡Saludo revolucionario a todos los combatientes
de la Batalla de Los Angeles!

Obrero Revolucionario #1069, 3 de septiembre, 2000

Las manifestaciones contra la Convención Nacional Demócrata fueron magníficas y heroicas. Durante cinco increíbles días, las esperanzas y sueños de un mundo mejor se plasmaron en realidad en las calles de Los Angeles, donde a diario la policía maltrata y asesina, donde la gente vive en la pobreza y bajo la bota de la policía y donde los que crean la riqueza deben vivir sin ser vistos ni oídos. La valentía de los jóvenes y los demás manifestantes ante la violencia de la policía, armada hasta los dientes, animó a los oprimidos y explotados de todas las nacionalidades a soñar (¡SI, SE PUEDE luchar por un mundo mejor!) y llenó de júbilo y orgullo el corazón de la gente progresista. ¡"Bravo" a la juventud!

Dos mundos y dos caminos chocaron la semana pasada en Los Angeles. Por un lado estaban los demócratas y los republicanos, exhortando a abandonar la búsqueda de un futuro mejor y a escoger de dos males el menor, entre mentiras y falsas promesas. Por otro lado estaban los que salieron a protestar, que decían: "Tiene que haber un cambio, y no va a salir de esa convención".

El Presidente del PCR Bob Avakian ha dicho: "La presunta libertad de expresión en los `países democráticos' es una farsa-por dos razones básicas-porque la clase dominante tiene un monopolio de los medios para moldear la opinión pública y porque con su monopolio de la fuerza armada puede suprimir, lo violentamente que sea necesario, cualquier expresión de ideas y cualquier acción que rete seriamente el orden establecido".

El motivo de las protestas no se oyó en los medios; en vez, los corresponsales repitieron un sinfín de veces que "un puñado de anarquistas violentos lo arruinó todo". Una enorme fuerza policial se movilizó para reprimir todo reto político al programa de globalización, pobreza, cárceles y castigos.

Pero de todos modos los manifestantes se hicieron oír y plantearon en las calles los temas prohibidos en la convención: la ejecución del preso político Mumia Abu-Jamal, la represión política y la pena de muerte; la "globalización" capitalista, que convierte al mundo entero en un enorme taller de hambre, basurero y tierra baldía; la opresión nacional, la brutalidad de la policía, la Migra y la criminalización de la juventud; y más. El ataque policial del lunes por la noche no logró parar las protestas, y por el contrario forjó más unidad, desafío y resolución.

El miércoles, la nueva generación le arrebató la luz de la atención pública a la convención. Toda emisora y estación de televisión transmitió en vivo la confrontación entre la policía y los manifestantes, que no acataron las órdenes de dispersarse o regresar al lugar oficial de protesta y se apoderaron una hora del cruce frente al Staples Center. Las actividades AFUERA de la convención hicieron aplazar la llegada del candidato vicepresidencial Joseph Lieberman. El jefe de policía se apersonó, y el alcalde, el fiscal y el procurador general estatal hacían comentarios por TV. A alto nivel se decidió que se retirara y no provocara una batalla campal que podría arruinar toda la convención. Esa fue una victoria política del pueblo. Esa tarde, los medios no pudieron pasar por alto el hecho de que la verdadera división en esta sociedad no está entre Al Gore y George Bush, sino entre el pueblo y los que detentan el poder.

La principal meta de las elecciones es ponerle el manto de "mandato popular" a un programa elaborado de antemano por la clase dominante. Pero hoy en Estados Unidos, amplias capas sociales creen que ni los demócratas ni los republicanos representan los intrereses del pueblo. Por eso, millones de personas aquí y por todo el mundo estaban del lado de los manifestantes.

Los medios ridiculizan a los que no quieren compartir la "prosperidad" que viene de la esclavitud de otros seres humanos; a los que sueñan con un mundo sin ricos ni pobres, sin países opresores ni oprimidos, sin la brutalidad y los asesinatos policiales, sin el racismo y la opresión nacional, y sin la degradación y opresión de la mujer.

Nosotros creemos que el pueblo puede construir un mundo mejor y que lo hará; que será un mundo en que todo y todos NO se verán como una fuente de ganancias sino que la gente trabajará en común por el bien común, donde lo primero será proveer lo que necesitan los seres humanos: un mundo comunista. No es un sueño infundado sino algo que hace falta urgentemente y que es verdaderamente posible. En las calles de Los Angeles, vimos una muestra de la amplia gama de personas de todas las capas y nacionalidades que podrían unirse para plasmarlo en realidad. También vimos la naturaleza del enemigo y lo que está dispuesto a hacer para mantenerse en el poder. Se necesitará una revolución armada proletaria, aquí y por todo el mundo, para acabar con esta pesadilla capitalista-imperialista.

¿Qué hacer ahora? La situación exige un gran debate sobre el camino hacia adelante. El debate sobre nuestras tácticas, como por ejemplo la violencia o la no violencia, debe darse en el contexto de lo que este sistema le hace al pueblo y de lo que se necesitará para cambiar el mundo. El enemigo siempre le echa la culpa de su propia violencia a las masas, y hay que tener eso en mente al responder a las críticas a los que rebasaron los "límites" de la protesta aceptable. Tenemos que seguir uniendo a todos los que podamos unir, de todas las nacionalidades, para luchar en aras del pueblo y defender a los que el enemigo ataca. En el seno del movimiento se necesita debate y lucha, pero no debemos olvidar que estamos del mismo lado de las barricadas.

El movimiento ha forjado un alto grado de unidad de gente de diferentes nacionalidades y sectores: chavos que participaron en las batallas de Seattle y Washington contra la globalización, proletarios de Watts y Pico-Union, jóvenes de universidades y barrios. Se les unieron personas de muchas capas que también lucharon valientemente. Aprendimos mucho el uno del otro, luchamos hombro a hombro y nos templamos y nos fortalecimos. Esa mezcla ofrece mucho potencial para el futuro. En ella vemos el espíritu vencedor de la nueva generación, y las semillas de los días y batallas por venir. En el umbral del nuevo milenio, ¡un mundo nuevo está naciendo!

El Partido Comunista Revolucionario y la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria estamos orgullosos de haber participado en estas batallas. Nos comprometemos a seguir luchando, a unir a todos los que se pueda unir para luchar en aras de los pueblos del mundo, y a preparar nuestra clase-el proletariado multinacional-para ser la espina dorsal de una lucha revolucionaria que no pare a medias y que tumbe a este monstruoso sistema imperialista.

Partido Comunista Revolucionario,EU
Rama de Los Angeles


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