"The Exonerated"
Teatro de vida y muerte
C.J.
Obrero Revolucionario #1079, 20 de noviembre, 2000, en rwor.org
A ambos lados del sencillo escenario cuelgan largas mantas blancas con pequeñas manchas negras, y muy arriba en una esquina, una tela blanca con el dibujo de una silla eléctrica y abajo una mancha roja.
El teatro está lleno, el auditorio espera. Las luces se apagan; tercera llamada, tercera llamada. Diez actores toman asiento en el escenario. Comencemos.
"Tengo tantas ganas de hacerles comprender todo esto", dice Kerry, un hombre a quien le robaron el mundo cuando tenía apenas 17 años y lo condenaron injustamente por el homicidio de una mujer en Tyler, Texas. Pasó los 20 años siguientes en el infierno, con la calaca siempre tocando la puerta.
El 30 de octubre en la ciudad de Nueva York se estrenó "The Exonerated" (Absueltos), una obra de teatro que recoge entrevistas de hombres y mujeres condenados a muerte, y posteriormente (a veces décadas después) absueltos y puestos en libertad. Los autores de la obra, Jessica Blank y Erik Jensen (dos jóvenes actores/escritores de teatro y cine), advierten que esta sigue desenvolviéndose.
En el programa escribieron: "En febrero de este año, asistimos a un taller sobre condenas injustas en la facultad de derecho de la Universidad Columbia, donde transmitieron en vivo la llamada de un recluso de Illinois. Fue condenado a raíz de una confesión coaccionada y posteriormente se supo que los policías que lo interrogaron lo torturaron. Sin embargo, seguía preso. La conexión telefónica era muy mala pero, a pesar de eso, nos conmovió muchísimo. Con la cara bañada de lágrimas escuchábamos a ese hombre inocente, con tantas ganas de hacerse oír.
"Más tarde comentamos que es muy frustrante que solo los militantes conozcan esos casos. Desde luego, todo mundo lee notas sobre condenas injustas, pero son frías y muy abstractas. Nos propusimos que el público experimentara lo que sentimos al oír a ese preso".
Empezaron a buscar a los 87 (ahora 88) hombres y mujeres condenados a muerte que han sido absueltos y puestos en libertad. "Tuvimos que encontrar montones de números de teléfono que estaban equivocados, escribir a abogados, examinar actas de 15 años atrás", pero lograron contactar a 40, y durante el verano recaudaron los fondos necesarios para viajar a varias partes del país y entrevistarlos.
El guión recoge los relatos textuales de diez de ellos y sus seres queridos. Son muy conmovedores; se graban en la mente y el corazón, y uno no los olvida por mucho tiempo. Ponen de relieve la terrible injusticia del sistema social y del sistema judicial que casi les quita la vida. La obra tiene mucho impacto precisamente porque hace comprender esas grandes injusticias a través de personas, con características particulares, pasiones y sentido del humor. ĦHasta nos hacen reír! No es fácil que una obra haga todo eso tan magistralmente, además de hacernos ver que todos tenemos la oportunidad de hacer algo y cambiar la situación para la humanidad, y que de hecho muchas personas dependen de nosotros, de que tengamos el valor de actuar.
Conocemos a Robert y Georgia, una pareja negra de un pequeño pueblo de Misisipí (protagonizados por David Brown Jr. y Sarah Jones). Se aman profundamente y juntos nos cuentan de su vida, intercalando relatos, como es propio de las parejas; tienen mucha gracia y mucha fuerza. A Robert, un entrenador de caballos, lo condenaron de violar y matar a una blanca en 1991. La encontraron con un mechón de cabellos rubios largos en la mano y se sabía que otro empleado del hipódromo, rubio y de cabello largo, la hostigaba e hizo comentarios racistas porque ella salía con negros.
A Robert lo pusieron en libertad en 1997, tras seis años de luchar desde la cárcel con el apoyo de gente de la comunidad. Sin embargo, la policía lo sigue acosando y no trabaja de entrenador porque le quitaron la licencia. Como dice Georgia: "No puede dedicarse a lo que realmente le gusta".
Brad Scott (protagonizado por J.K. Simmons) se parece a mis amigos de prepa. Vivía en Florida y era padre de familia con un bebito de apenas dos semanas cuando se lo llevaron a la cárcel. Lo acusaron del homicidio de un niño 10 años atrás. Cuenta que no tuvo problemas en el pabellón de la muerte porque no es negro, pero describe la humillación cotidiana que sufren los condenados a muerte.
Brenda Massengill (protagonizada por Susan Sarandon) representa a una de las personas de Arab, Alabama, totalmente convencida de que Randall Padgett (Tim Robbins) era inocente, aunque era apenas un conocido cuando lo condenaron del homicidio de su esposa. Sentados juntos en el escenario, Brenda describe la violación y el salvaje homicidio de la señora. Randall cuenta que sus hijos lo acompañaban esa noche, y por eso "jamás pensaron que su papi hirió a su mami". Brenda es muy religiosa y trabajaba en una fábrica con el hermano de Randall. Ella y Randall se enamoraron en el curso de los años que lucharon juntos por su libertad.
Susan Sarandon también protagoniza a Sunny, una de un puñado de mujeres condenadas a muerte. Es curioso que le hayan dado ese terrible castigo, pues además de ser inocente, era, en sus palabras: "Ħuna hippie, una de esas de paz y amor, una vegetariana!". Estuvo presa de 1976 a 1992. Reina el silencio absoluto cuando pide que nos imaginemos lo que implica perder esos años. Durante ese tiempo, sus padres se murieron en un accidente aéreo y sus hijos crecieron sin los padres, pues a su esposo también lo condenaron injustamente y lo electrocutaron en Florida. Fue una ejecución chapucera que hizo titulares por todo el mundo.
A pesar de todo eso, Sunny no es una persona derrotada ni pesimista. Sarandon la protagoniza con mucho amor y nos permite comprender a esa mujer que tomó la firme decisión de no dejarse quebrar por el sistema penal ni acabar como "la cáscara de un ser humano".
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Jessica y Erik estaban muy entusiasmados con la obra, pero no tenían teatro ni actores ni productor ni dinero. Sin embargo, era un momento oportuno: abogados, periodistas, luchadores sociales y los mismos presos luchaban por sacar a la luz docenas de condenas injustas y las grandes injusticias de la pena de muerte en este país. Así que no fue tan difícil encontrar a gente que los ayudara a producir la obra.
El productor Allan Buchman es fundador del Proyecto Cultural, una organización no comercial que se dedica a producir nuevas obras. Les dio un espacio en su nuevo teatro en la calle Bleecker, los ayudó a encontrar más apoyo, estuvo presente en el estreno y presentó la obra esa noche.
Erik y Jessica hicieron las entrevistas durante el verano y plasmaron las voces de los absueltos en el guión, que repartieron a actores y al mundo teatral. Tuvieron una respuesta excelente, la cual permitió producir la obra en poco tiempo. La finalizaron con la colaboración del elenco de actores de Nueva York.
La estrenaron el 30 de octubre, con presentaciones programadas para el 6 y 13 de noviembre (cada una con un reparto diferente). El dinero de la taquilla se destinará a cuatro organizaciones que luchan por acabar con la pena de muerte y a los mismos ex condenados a muerte. En diciembre la presentarán en las Naciones Unidas y estará en taquilla por más tiempo en la primavera. Además, se sacará un documental sobre el proceso de producción, que saldrá en HBO.
Mucha gente del mundo de las artes está muy entusiasmada con la obra, y para mí eso tiene que ver con el hecho de que es muy contundente y no simplemente un documental. Artistas de renombre han ofrecido su colaboración gratis, entre ellos: Susan Sarandon, Tim Robbins, Charles Dutton, J.K. Simmons, Frankie Faison, Sarah Jones, Steven Buscemi, Vincent d'Onofrio, Richard Dreyfuss, Hazelle Goodman, Paul Butler, David Morse, Harold Perrineau Jr., Martha Plimpton, Curtis McLarin, Darrell Larson y Ruben Santiago Hudson. Y el director de la obra, Bob Balaban, es un destacado cineasta, director y actor de teatro y televisión.
Es un logro importante y extraordinario que esos talentosos artistas protagonicen a gente que muy rara vez sale en el escenario teatral, sobre todo cuando se considera que, Ħa esas personas el gobierno las quiso matar! Esta obra abre espacios para la cultura de resistencia que tanto necesita el pueblo para contrarrestar la desalmada política oficial.
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Delbert Tibbs (protagonizado por Charles Dutton) sale en las primeras escenas y en otras a lo largo de la obra, brindando una sabiduría y experiencias que me laten. Delbert se describe como hijo de los años 60 y 70. Hizo su servicio militar y entró al seminario, pero se salió en un par de años debido al racismo "tan patente". Acerca de aquella época dice: "Si alguien me hubiera dicho que no correría sangre en las calles de Estados Unidos en un futuro no muy lejano, le habría dicho imbécil".
Delbert recorrió el país, decidido a que el racismo del orden establecido no lo controlara y dispuesto a lidiar con cualquier bronca que hubiera. De repente en 1974, lo acusaron de la violación y asesinato de una blanca en el estado de Alabama. Surgió un comité nacional de defensa y tres años después lo soltaron, gracias a la fuerza del pueblo.
Al final de la obra, Larry Marshall sube al escenario. Es un abogado de Chicago que se dedica a luchar por los condenados a muerte. Pide que suban al escenario Robert y Georgia, quienes están en el auditorio, y luego Randall y Brenda, Kerry y Sandra, Brad, Sunny y Delbert. El público se pone de pie entre aplausos ensordecedores al ver que las personas que conoció por medio de la obra toman su lugar al lado de los actores.
Para mí fue un momento extraordinario: esas personas tuvieron el gran valor de mantenerse firme a pesar de horrores indecibles y compartieron sus experiencias con artistas que las transformaron en una bella obra de arte que sin duda nos ayudará a cambiar el mundo.
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