De nuevo sobre los intelectuales
Bob Avakian, presidente del PCR
Obrero Revolucionario #1087, 21 de enero, 2001, en rwor.org
Quisiera examinar algunos retos que plantea el manejo correcto de las contradicciones relacionadas con los intelectuales (y, en general, con los artistas). A manera de introducción, veamos una crítica que Mao (supuestamente) hizo del tratamiento de los intelectuales por "la banda de los cuatro", publicada después de la derrota de estos, es decir, después del golpe revisionista, cuando los usurpadores revisionistas lanzaron una campaña de calumnias y se valían de críticas atribuidas a Mao a fin de desprestigiarlos y derrotarlos política e ideológicamente (aunque ya estaban presos).
Me refiero a una crítica de Mao, según se afirma, a los cuatro por no darle espacios a los intelectuales, en que comentó que "hasta Engels protestó cuando destituyeron a Duhring de su puesto en la universidad", pues aunque Engels dedicó un tomo (Anti-Duhring) a desmenuzar y criticar rotundamente la filosofía y metodología de Duhring, así como su línea política, protestó enérgicamente cuando las autoridades reaccionarias lo destituyeron de su puesto. Y (suponiendo que esa cita es de Mao) lo que quería decir con ese ejemplo era que debemos criticar a los intelectuales y luchar con ellos, pero no debemos emplear procedimientos toscos ni medidas administrativas, o sea, no debemos emplear los órganos de la dictadura del proletariado ni la fuerza del estado para reprimirlos, salvo en el caso de contrarrevolucionarios recalcitrantes. Al contrario, tenemos que manejar esos problemas con mucha paciencia, y desenvolver formas correctas de trabajo y de librar la lucha ideológica con los intelectuales.
Antes de entrar de lleno al tema, quisiera hacer un comentario de método. A mi juicio (como señalé en "Los revisionistas son revisionistas... los revolucionarios son revolucionarios", donde expuse nuestra posición y análisis básicos sobre el golpe revisionista), es muy probable que las críticas atribuidas a Mao de "la banda de los cuatro" sean verídicas, pero también es cierto que los revisionistas las sacaron de contexto y las tergiversaron totalmente. Es decir, es natural que una persona (en este caso Mao) les hiciera esa clase de críticas a sus camaradas más cercanos y que los criticara con severidad precisamente porque confiaba en ellos. A la luz de la lucha monumental que se desenvolvía, Mao captaba que esos errores podrían causar mucho daño y por eso les hizo "una llamada de atención" para que los corrigieran, pues podrían ser costosos en la intensa lucha que se libraba. Por eso digo que es muy probable que la mayoría de esas citas--y la cita sobre Engels y Duhring--sean verídicas, pero los revisionistas tergiversaron totalmente su significado e intención para deslegitimar a "la banda de los cuatro", quienes cayeron defendiendo la línea básica de Mao. Sin embargo, considero que podemos y debemos aprender de esas críticas; aunque, repito, debemos reconocer que las sacaron de contexto y las presentaron como ataques de Mao contra el enemigo cuando en realidad eran críticas muy fuertes a camaradas de la misma banda de Mao, a sus camaradas más cercanos, en quienes confiaba y a quienes criticaba precisamente por esa razón.
"Pero eso no es lo central" (para citar a uno de los protagonistas de las obras de Danny Hoch). No es lo fundamental, pues lo fundamental es que debemos aprender del ejemplo de Engels y de su inconformidad con la destitución de Duhring; debemos captar el principio que encierra y lo que implica para nuestro tratamiento de los intelectuales (y los artistas en general) antes y después de la conquista del poder.
Veamos ahora, para entrar en materia, otra cita de Mao (sobre cuya autenticidad no cabe duda): Mao recalcó que la lucha ideológica difiere de otras clases de lucha, y que debe manejarse de acuerdo a su propia dinámica y con sus propios métodos. En ella no pueden emplearse procedimientos toscos ni coactivos. (Estoy parafraseando, pero en lo fundamental eso es lo que dijo Mao, si no me equivoco en "Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo".)
Eso se desprende de un principio muy importante que Mao destacó en "Sobre la contradicción": que las contradicciones cualitativamente diferentes solo pueden resolverse por métodos cualitativamente diferentes. Por ejemplo, las contradicciones de clase se resuelven por el método de la lucha de clases, la opresión nacional se resuelve por el método de lucha y guerra contra la opresión nacional, etc.; pero las discrepancias ideológicas se resuelven por el método de lucha ideológica, y la crítica y autocrítica. Así que el manejo correcto de cuestiones ideológicas es una aplicación del principio general de que las contradicciones cualitativamente diferentes solo pueden resolverse por métodos cualitativamente diferentes.
Esto lo he explorado y recalcado, por ejemplo en "Fin/comienzo"*: si bien debemos ser firmes en cuanto a la dictadura del proletariado, el ejercicio de esa dictadura no implica simplemente supresión; debe fomentar el debate a fin de manejar la contradicción y lucha entre diferentes ideas y concepciones del mundo. (De hecho, en "Fin/comienzo" señalé de modo un poco polémico que bajo la dictadura del proletariado hasta se debe permitir que los reaccionarios publiquen uno que otro libro porque eso ayudará a la vanguardia y las masas a reflexionar, y posiblemente a aprender más al analizar y responder a los puntos que planteen. Esa es una forma un tanto polémica de recalcar que sí, la dictadura del proletariado es necesaria, pero que no se limita a suprimir a los enemigos de clase ni se debe reducir a eso; debe fomentar el debate y la discusión para manejar la contradicción y lucha entre diferentes ideas y concepciones del mundo.)
Con relación a eso, me viene a la mente una discusión entre un camarada y un pariente suyo hace unos años. El pariente acusó a nuestro camarada, y al partido, de ser dogmáticos y dijo concretamente: "Ustedes son igualitos a la iglesia católica". Y si no me equivoco, nuestro camarada respondió: "Claro, ¡pero nosotros tenemos LA RAZON!". Desde luego, en lo fundamental, eso es cierto y se trata de una diferencia fundamental, pero no basta con decir eso y no es la esencia, pues nuestra cosmovisión y metodología son y tienen que ser profundamente diferentes; por ejemplo, ¡reconocemos que no somos "infalibles"!
Además, estamos abiertos a nuevas ideas y críticas, aunque defendemos nuestros principios básicos lo mejor que podamos dada nuestra comprensión de ellos en un momento dado: es decir, entendemos la diferencia cualitativa (para parafrasear a Lenin) entre reconocer lo relativo en lo absoluto, por un lado, y el relativismo, por el otro. Lo primero (reconocer lo relativo en lo absoluto) corresponde a la realidad objetiva y a la verdad: la realidad cambia continuamente y por eso el conocimiento humano ha de ser limitado en un momento dado con relación al universo infinito y su infinita capacidad de cambio; las delimitaciones en la naturaleza (y en la sociedad) son condicionales y relativas, no absolutas. Todo eso es correcto y es cualitativamente diferente al relativismo, que en esencia niega que la verdad objetiva existe. O sea, como Lenin señaló--y para recalcar la esencia--existe una profunda diferencia entre reconocer, como lo hace el materialismo dialéctico, lo relativo en lo absoluto, por un lado, y el relativismo, por el otro.
Menciono estos puntos y principios metodológicos para subrayar que mi orientación a la cuestión de los intelectuales y artistas es captar los aspectos estratégicos y duraderos de las contradicciones que entraña, así como aprender de la historia y esmerarnos por manejar esas contradicciones de la mejor manera, con la más correcta aplicación de nuestra orientación estratégica de construir el Frente Unico bajo la Dirección del Proletariado a cada paso. A partir del golpe revisionista en China, he regresado una y otra vez a estas cuestiones al bregar con las dimensiones histórico-mundiales de la revolución comunista, y las he abordado en varios escritos en el curso de los últimos diez años (por ejemplo en "Fin/comienzo"). Aquí quisiera resumir y explorar más varios aspectos importantes de esto.
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Primero, quisiera destacar un punto fundamental para el análisis de la cuestión de los intelectuales y artistas: es de suma importancia tener un método materialista-dialéctico correcto respecto a "darle rienda" a su iniciativa, expresión y cuestionamientos (o a la exploración de distintas expresiones artísticas en el caso de los artistas) y, en las palabras de Mao: "que se abran cien flores" y "compitan cien escuelas" en las artes y la ciencia. (Esto es de particular importancia para la orientación estratégica del proletariado--dirigido por su vanguardia--en el poder; pero debemos seguir los mismos principios básicos aun cuando no hayamos conquistado el poder.) Asimismo, en la esfera de las artes y la ciencia (así como en la esfera de las ideas y el mundo intelectual en general) es importante evitar conclusiones precipitadas sobre "lo correcto" y "lo incorrecto". Pero desde luego es imprescindible considerar en todo momento la cosmovisión y los intereses fundamentales del proletariado, y el avance mundial hacia el comunismo.
Sabemos que no es fácil manejar esa contradicción correctamente. De hecho, es muy fácil desviarse de una manera u otra. En "Fin/comienzo" señalé que cuando el proletariado tiene el poder hay dos soluciones relativamente fáciles a corto plazo. La primera es apretarles las riendas a los intelectuales y no darles mucha iniciativa. En ese caso, se asegura el control, por cierto tiempo, pero se crea un ambiente muy estéril, y se apaga el espíritu crítico y la creatividad de los artistas e intelectuales, y de la sociedad en general. El ambiente se enfría y no se aprenden muchas cosas que se deben aprender porque no se anima a la gente a analizar con creatividad y osadía ni a verlo todo desde una óptica distinta a la del partido.
Eso nos lleva a otro punto que he recalcado en charlas y escritos recientes: existen otras fuerzas--y así será durante la dictadura del proletariado--que no tienen las mismas responsabilidades que el partido, y en un momento dado no están completamente de acuerdo con las concepciones del partido, pero pueden ayudar a elucidar ciertos problemas precisamente porque los enfocan con otra óptica. Hay que fomentar ese proceso, y fomentar algo parecido en las artes, y saber sintetizar todo eso correctamente, sin emplear procedimientos toscos o coactivos ni tampoco caer en el liberalismo, es decir, no establecer ciertos criterios y no asegurar que los intereses del proletariado predominen en todo ese proceso.
Si no permitimos experimentación tanto en las artes como en la esfera intelectual en general, si no fomentamos debate y polémica, e inclusive que se planteen discrepancias con el partido y críticas de él, vamos a perder muchas cosas, y no me refiero solo al partido o a su dirección, sino a las masas y la sociedad. Aun cuando las discrepancias y críticas no se planteen de la mejor manera, no debemos aplastarlas porque a lo mejor tienen algo valioso, quizás muy valioso, y en general no queremos echarle un balde de agua fría a la gente sino fomentar un ambiente de libertad que estimule a plantear ideas, a pensar crítica y creativamente, a cuestionar lo que parezca erróneo, etc.
Son diferencias sutiles, pero nos toca aprender a distinguirlas y a manejar todo eso correctamente, lo cual no es nada fácil. Como mencioné, un error es apretarles las riendas a los intelectuales, sobre todo cuando se haya conquistado el poder. Pero también se puede caer en el error opuesto (como también señalé en "Fin/comienzo") de darles rienda suelta, de permitir que sigan libremente sus impulsos sin críticas ni orientación ni dirección. Debemos tener muy presente esta verdad fundamental: si se da rienda suelta a las tendencias espontáneas de los intelectuales, se perjudicarán los intereses de las masas, no se defenderán, y fundamentalmente y en poco tiempo el dominio del proletariado y su lucha por transformar la sociedad sufrirá y caerá.
Así que nos toca manejar contradicciones muy difíciles. Antes de entrar al tema cité los comentarios de Mao de que la lucha y el trabajo ideológicos difieren de otras clases de lucha con el fin de destacar que no debemos ser simplistas ni mecanicistas al tratar las contradicciones en la esfera ideológica (hablando ampliamente de las artes y el mundo intelectual). Fíjense, si un grupo de camaradas de distintos niveles, desde el Comité Central hasta las bases, ven una película un tanto compleja, ¿a poco no tendrán discrepancias sobre el tema y sobre si es principalmente positiva o negativa, tanto en un sentido político como artístico? A veces todo es más o menos claro, pero muchas veces habrá discrepancias porque el arte es complejo de por sí y tiene simbolismo, metáforas, etc., que pueden interpretarse de diferentes maneras. Eso no quiere decir que el arte sea una esfera excepcional en la cual no existen lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, y todo se determina por criterios e interpretaciones subjetivos. Sin embargo, el ejemplo que acabamos de mencionar ilustra que examinar esas cosas requiere paciencia y trabajo, y que en la esfera de las artes y la ciencia, así como en la esfera ideológica en general, se deben evitar las conclusiones precipitadas sobre "lo correcto" y "lo incorrecto", sin caer en el relativismo ni el agnosticismo.
Además, como he recalcado en charlas y escritos recientes, es preciso luchar contra la tendencia, que se plasmó de forma pronunciada en Stalin y a lo largo del movimiento comunista internacional hasta hoy, que podríamos llamar "instrumentalismo": aplicar un método pragmático y decir que lo que beneficie a la lucha del momento es verdad, bueno y correcto, y todo lo que se oponga es malo y debe suprimirse.
En "Elevarse a la altura de las águilas... y escarbar la tierra" (OR No. 1086) mencioné el ejemplo de los experimentos de Lysenko en la Unión Soviética y su vulgarización de la ciencia, que se difundió por razones pragmáticas e instrumentalistas con el respaldo de Stalin a fin de crear nuevas clases de trigo para estimular la agricultura. Ese ejemplo demuestra que debemos luchar sistemáticamente para evitar y combatir cualquier clase de instrumentalismo, cualquier método simplista o mecanicista, que en realidad cae en el mismo pragmatismo característico de la burguesía, sobre todo la burguesía estadounidense, contra la cual libramos nuestra lucha. No debemos adoptar su ideología, no importa cuánta presión tengamos. Precisamente por eso suelen pasar esas cosas, pues todo mundo--individuos, partidos, el liderazgo--actúa mejor en situaciones de menos presión. Las situaciones de mucha presión nos ponen a prueba: ¿nos aferraremos a los métodos correctos y aplicaremos tanto el materialismo como la dialéctica? Desde luego, es importante hacerlo en situaciones de menos presión, pero, repito, en esas circunstancias es más fácil hacerlo. Por lo mismo, es tanto más importante aferrarnos a los principios y métodos correctos en situaciones de mucha presión.
* Nota: "El fin de una etapa, el comienzo de una nueva etapa", charla de Bob Avakian publicada en la revista Revolución, otoño de 1990.
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