C. Clark Kissinger vs. los tribunales
Obrero Revolucionario #1087, 21 de enero, 2001, en rwor.org
El periodista revolucionario C. Clark Kissinger sigue en un penal federal de Brooklyn, Nueva York, por dar un discurso político.
Clark es colaborador del Obrero Revolucionario, miembro fundador de la organización ¡Rehusar & Resistir! y organizador del movimiento en defensa de Mumia Abu-Jamal.
Hace unos meses, los tribunales lo pusieron en una estricta libertad condicional por participar en un acto de apoyo a Mumia en julio de 1999 frente a la Campana de la libertad (Filadelfia). Le prohibieron salir de Nueva York sin permiso. El 1º de agosto, Clark se asomó en la protesta contra la Convención Nacional del Partido Republicano y dio un discurso político. Por eso lo acusaron de violar la libertad condicional, y el 6 de diciembre un juez federal lo sentenció a 90 días de cárcel.
En la audiencia del 6 de diciembre se vio clarito que a Clark lo están castigando por su defensa de Mumia y porque no los deja silenciar su perspectiva revolucionaria. El juez y el fiscal afirmaron que esto "no tenía nada que ver con política", pero las primeras palabras de boca del fiscal fueron del discurso de Clark. Dijo que hay que castigarlo para que no participe en otras protestas y para que otros no hagan lo mismo. El juez le dijo a Ron Kuby, el abogado de Clark: "Su cliente deja un rastro de disturbios dondequiera que vaya".
Este serio ataque político no se puede tolerar. El pueblo necesita a este compañero revolucionario en la calle, impulsando el movimiento para parar la ejecución de Mumia. Sin una firme resistencia, el gobierno podría sentar un peligroso precedente criminalizando discursos y protestas políticos.
Lo que presentamos a continuación proviene de las actas de la audiencia del 6 de diciembre:
EL ACUSADO, C. CLARK KISSINGER: Bueno, primero que todo, qué bueno que haya tantos agentes aquí para proteger de un criminal tan peligroso como yo.
EL JUEZ, ARNOLD RAPOPORT: No comience con esas tonterías, señor Kissinger.
KISSINGER: Además, siento haber causado tantas dificultades para la Oficina de Libertad Condicional. Pero en realidad creo que el tribunal tiene la culpa, porque esa oficina no acostumbra controlar a presos políticos.
En cuanto a la conducta de los empleados de la Oficina de Libertad Condicional, quiero decir que el señor Macolino ha sido sumamente cortés conmigo. Incluso lo invité a mi fiesta de cumpleaños, pero no fue.
Mis abogados vinieron hoy a explicar que el gobierno está violando la Primera Enmienda al restringir de antemano a un individuo para que no dé un discurso político sobre la conducta del gobierno. Pero el juez los calló y no han podido presentar sus argumentos a cabalidad...
RAPOPORT: No es cierto. Los podían presentar ante el tribunal distrital. ¿No lo hicieron?
EL ABOGADO, RON KUBY: Lo hicimos en nuestros memoriales. El tribunal distrital todavía no ha decidido...
RAPOPORT: ¿Los presentaron?
KUBY: Los verá el tribunal del tercer circuito. Sí, los presentamos, pero...
RAPOPORT: Bueno, así que, señor Kissinger, ya presentaron los argumentos.
KISSINGER: También tenemos una petición pendiente para cambiar ciertas condiciones de la libertad condicional...
RAPOPORT: Sí.
KISSINGER: ...a la que no han respondido los tribunales desde julio. Sin embargo, dado que mis abogados no han tenido la oportunidad de presentar ciertos puntos jurídicos hoy, quiero hablar de un par de puntos políticos relacionados.
RAPOPORT: No, señor Kissinger. Este no es un foro político y no va a ser su tribuna. Lo que tenemos que decidir es si violó o no violó la libertad condicional. Este no es el lugar indicado para dar un discurso político. ¿Está claro?
KUBY: Juez...
RAPOPORT: ¿Lo entiende usted también?
KUBY: Juez, según entiendo esta etapa del proceso, el propósito es determinar qué le va a pasar al señor Kissinger, ¿no es cierto?
Y si es cierto, entonces creo que el señor Kissinger merece cierta libertad para explicarle por qué cree que no le debe imponer la sentencia que ha propuesto el señor Goldberg.
RAPOPORT: Porque las cuestiones de conciencia están por encima de la ley, ¿no es eso lo que iba a decir?
KISSINGER: Ese es su argumento, señor juez, no el mío. Pero me gustaría continuar mi declaración. Creo que incluso a Gene Debs* le permitieron hacer una declaración antes de meterlo a la cárcel por dar un discurso contra la I Guerra Mundial.
RAPOPORT: OK, señor Kissinger, pero sea breve.
KISSINGER: Gracias, señor juez. Creo que el fondo de todo es que quieren matar a Mumia Abu-Jamal, y me gustaría agradecerle al señor Goldberg por mencionar eso.
RAPOPORT: No, ese no es el fondo de todo, señor Kissinger. Déjeme decirlo claramente: no es el fondo.
KISSINGER: Señor juez, usted y yo tenemos una apreciación diferente.
RAPOPORT: Y no permitiré que mencione eso aquí.
KISSINGER: Quiero agradecerle al señor Goldberg por mencionar el tema de la disuasión general, porque eso también opera aquí. El propósito de la sentencia y las restricciones ha sido frenar un movimiento político del desagrado del gobierno.
RAPOPORT: Señor Kissinger, nada de esto viene al caso y ya lo he oído. Lo que tenemos que decidir aquí es si violó la libertad condicional o no. Siéntese.
KISSINGER: Señor juez, creo que he demostrado...
RAPOPORT: Siéntese.
KISSINGER: ...mucha paciencia al escuchar los argumentos...
RAPOPORT: Siéntese.
(Se oyen voces en el fondo.)
RAPOPORT: Saquen a esa gente del juzgado si interrumpen. A menos que vaya a hablar de si violó la libertad condicional o no... la pena de muerte no es el tema de esta audiencia. Se lo digo claramente.
KISSINGER: Señor juez, no estoy hablando de la pena de muerte en sí. Estoy hablando de lo que motivó a este tribunal a imponerme este castigo.
RAPOPORT: ¿Usted me lo va a explicar a mí?
KISSINGER: Sí, señor.
RAPOPORT: Oh, pues no.
KISSINGER: Señor juez, primero no me permitieron hablar en un evento político de gran importancia que recibió publicidad por todo el mundo, ¿y ahora no me va a permitir hablar en esta audiencia sobre mis motivos? ¿Es eso lo que me está diciendo?
RAPOPORT: Entiendo sus motivos. Ya me lo dijo.
KISSINGER: No, no le he dicho por qué lo hice.
RAPOPORT: Vino a hablar de la pena de muerte.
KISSINGER: ¿Quiere que mañana los periódicos digan que no me permitieron hablar en un evento de gran importancia en la historia de esta ciudad, y ahora ni siquiera me permiten hablar ante este tribunal?
RAPOPORT: Yo no controlo lo que digan los periódicos.
KISSINGER: Sí lo hace, señor juez.
RAPOPORT: Quiero que hable de si violó o no la libertad condicional, punto.
KISSINGER: Señor juez, cada uno habla del tema a su manera. Usted tiene su opinión sobre cómo abordar el tema, y yo tengo la mía. Solo necesito cinco minutos para explicar mi opinión.
Quiero agradecerle de nuevo al gobierno por hablar de disuasión general, porque eso es lo que busca. El gobierno impuso esas restricciones porque quiere frenar un movimiento político de su desagrado.
RAPOPORT: No es cierto. No es pertinente. Basta. Esto no tiene nada que ver con si violó o no la libertad condicional.
KISSINGER: Señor juez, en mi juicio en abril, el gobierno no dijo: este tipo desobedeció las reglas de un parque y por eso le vamos a dar duro.
El gobierno conocía mis actividades y sabía que yo había publicado una refutación detallada de los argumentos judiciales y de los ataques de los medios de comunicación contra Mumia. Sabía que yo había preparado toda una serie de recursos y hojas de información sobre el caso. Sabía que fui uno de los principales organizadores de las dos conferencias de militantes del movimiento pro Mumia, y que la meta de mis actividades ha sido forjar unidad y ampliar el movimiento.
Además, sabía que yo he defendido toda protesta y desobediencia civil contra los ataques a Mumia. Por eso el gobierno pidió un castigo tan represivo y por eso me sentenció así el tribunal. No me trataron como tratan a cualquiera por violar las reglas de los parques.
Desde el comienzo ha sido un ataque político. Todo mundo sabe por qué estoy aquí hoy; usted, yo, el público, el señor Goldberg y los medios lo saben. Los periódicos han sacado artículos sobre esto. La cuestión es si el gobierno puede silenciar el disentimiento.
El señor Goldberg dice que hay que proteger al público de una persona como yo, que hay que impedir que venga a dar un discurso en el aniversario del bombardeo de la casa de MOVE. Pero en realidad, a los ciudadanos de Filadelfia hay que protegerlos del departamento de policía.
Vine el 1º de agosto y hablé de la política del gobierno, así que, ¿es cuestión de proteger al público o de proteger a los funcionarios del gobierno que figuraban en mi discurso? La fiscalía y este tribunal los quieren proteger a ellos, no al público.
Vine a delinear los vínculos políticos de esa reunión de verdugos, de los representantes de los gobiernos que tienen la mayor cantidad condenados a muerte en Estados Unidos. El estado de Texas ha ejecutado a más personas que cualquier otra jurisdicción del Occidente.
También vine porque están criminalizando a toda una nueva generación en este país, pero de todos modos protestan contra la destrucción ambiental, la pobreza, el dogma religioso oficial y la encarcelación de millones. Este es un país de penales; tiene dos millones de presos y a tres mil de ellos los han sentenciado a muerte.
Una nueva generación vino a protestar en Filadelfia. ¿Hubiera podido hacer menos? ¿Hubiera podido quedarme en casa mientras que ellos se lanzaban a las calles? Había que hacer una declaración política cuando los ojos de todo el mundo estaban sobre Filadelfia. En esas circunstancias, el gobierno decidió restringirme de antemano.
En mi carta a la Oficina de Libertad Condicional, pedí permiso para venir y dije que estaba seguro de que el gobierno no querría restringir la libertad de palabra. Pero eso es precisamente lo que hizo. Me han permitido viajar varias veces cuando no iba a dar un discurso. Pero cuando iba a abrir la boca para criticar al gobierno, me dijeron que no.
Dicen, bueno, puede dar el discurso en Nueva York. ¡Por supuesto! Y también puedo dar el discurso en mi baño. Pero hay una conexión entre las palabras y donde se pronuncian. La libertad de palabra no es pronunciar palabras, es que el público deseado tiene el derecho de oírlas. Ese día, el público deseado estaba en Filadelfia.
El gobierno decidió, con tino, no pedir más los nombres de mis colegas o de los que me han dado dinero. Cuando alguien me ayuda tiene todo el derecho de esperar que no entregue su nombre al gobierno, y de hecho no lo haré.
El gobierno también me critica porque no muestro arrepentimiento. ¿Arrepentimiento de qué? ¿De que he luchado por justicia para Mumia Abu-Jamal? Nunca me arrepentiré de eso, señor juez.
El gobierno se ha visto obligado a admitir que a Geronimo ji-Jaga Pratt lo condenaron en un juicio fraudulento; pasó 26 años en la cárcel y lo ha puesto en libertad. Ha tenido que admitir lo mismo en el caso de Dhoruba bin-Wahad. Y tendrá admitir que la condena y sentencia de Mumia Abu-Jamal han sido fraudulentas también. Ese día tendrá que abrir las puertas de la cárcel; el pueblo podrá abrazar a Mumia y él estará a nuestro lado y disfrutará de la paz y la justicia. El tribunal y el gobierno deben entender que todo ataque nos fortalece más.
Este tribunal y este gobierno me pueden meter a la cárcel o ponerme una multa. Pueden meterme a mí a la cárcel, o a mi esposa o a mi gato. Pueden meter a la cárcel a cualquiera, pero no pueden hacer absolutamente nada para frenar el movimiento mundial pro justicia para Mumia Abu-Jamal.
(Aplausos del público.)
[El juez se puso a sentenciar a Clark. Le dijo a Kuby: "Su cliente deja un rastro de disturbios dondequiera que vaya". Se oyeron carcajadas del público. El juez mandó echar a todos del juzgado, y a los que hicieron objeciones los arrastraron, los tiraron al suelo y echaron del edificio a unos 60. A Clark lo sentenciaron a 90 días de cárcel, lo esposaron y se lo llevaron.]
* Eugene Debs: dirigente del Partido Socialista y sindicalista, preso por oponerse públicamente a la I Guerra Mundial
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