México:
El maoísmo y la tierraObrero Revolucionario #1092, 25 de febrero, 2001, en rwor.org
De un artículo de Isidro Serrano que publicó la revista Un Mundo Que Ganar (1995/20).
¿Por qué después de 70 años de Reforma Agraria la situación de los campesinos sigue peor que nunca? ¿Por qué de la Reforma Agraria de los años 30 nacieron muchos de los caciques posteriores que fueron en un principio "líderes" de esa reforma? ¿Por qué dicha reforma asentó la base para la supeditación completa de los campesinos a la burguesía burocrática? No fue porque el límite de la "pequeña" propiedad fuera de 100 hectáreas en vez de 20. Fue porque la ley y la Constitución aseguraron--y lo siguen haciendo--que la entrega de la tierra dependiera de la decisión del Estado burgués en una tentativa completamente consciente por parte de la burguesía de frenar y controlar la lucha revolucionaria de los campesinos que los autores de la Constitución de 1917 ahogaban en sangre al mismo tiempo que escribían su preciosa Constitución. Una reforma agraria así, que depende de la "buena voluntad" del Estado burgués, aunque tuviera un límite formal de 20 has. de riego (o 10 ó 5) siempre será burlada en parte pero, de más importancia, aun si fuera aplicada a pie de la letra, la entrega de la tierra siempre será al precio de la subordinación y dominación de los campesinos por parte del Estado reaccionario. Y por lo tanto, el dominio del gran capital y el imperialismo seguirá intacto.
El único camino a la liberación es la revolución, y una revolución, como Engels tuvo ocasión de recordarles a los socialistas reformistas de su tiempo, es un acto de violencia por el que una clase derroca a otra. El camino a la liberación es la guerra popular que hace añicos el Estado burgués en vez de intentar reformarlo. Este es el primer requisito. Esa revolución debe ser una revolución de nueva democracia dirigida por el proletariado y su partido marxista-leninista-maoísta para derrocar al imperialismo, el gran capital y la semifeudalidad, establecer la dictadura democrática popular de las clases revolucionarias y desatar la revolución socialista. Este es el segundo requisito. (¿Será preciso añadir que el nuevo Estado revolucionario no se basará en la Constitución burguesa de 1917?) Fuera del marco general de estos dos requisitos, la verdadera liberación de los oprimidos, sean del campo o la ciudad, es una ilusión imposible.
En este contexto, la revolución agraria debe realizarse en dos fases. Los propios campesinos, armas en mano, confiscarán sin compensación alguna las tierras de la gran burguesía y los grandes terratenientes (de acuerdo con la situación concreta podría ser conveniente ofrecer algún tipo de compensación a las fuerzas intermedias) y redividirán toda la tierra. Por supuesto que este proceso debe ser guiado por criterios generales formulados por el partido y el nuevo Estado revolucionario, pero debe ser obra de los propios campesinos revolucionarios, pues la entrega de la tierra como "regalo" del Estado, aunque éste sea un Estado plenamente revolucionario, no puede desatar la iniciativa revolucionaria consciente de las masas que es la única garantía del triunfo de la causa socialista. En este reparto, los derechos históricos de los grupos indios a la tierra deben ser respetados como parte de la lucha por la eliminación de la opresión de estas minorías nacionales en general.
También el capital y las empresas de los imperialistas y la burguesía compradora deben ser confiscados. Sus empresas que proveen insumos a la agricultura o comercializan y procesan su producto deben pasar a formar parte de la propiedad de la nación. Habrá que iniciar una lucha por transformar el carácter tanto de las empresas antes privadas como de las paraestatales para servir a la revolución agraria y los campesinos, a la transformación socialista del país y la revolución proletaria mundial. En cuanto a sus empresas específicamente agropecuarias, por lo general la maquinaria y algunos otros medios de producción agrícolas no deben pasar simplemente a manos de los campesinos que reciban la tierra donde se encuentren, pues eso reproduciría su actual concentración irracional y desigual. Deberán concretarse mecanismos para su distribución más equitativa y su uso colectivo.
Esta primera fase de la revolución agraria acabará por completo con la semifeudalidad y aplastará al capital imperialista y burocrático-comprador. Dará lugar a un naciente sector socialista y una nueva economía campesina libre y representará un gran paso adelante. Sin embargo, a fin de cuentas, el "libre" (espontáneo) desarrollo de la economía campesina según las leyes del mercado es un desarrollo capitalista que conduce a la polarización del campesinado en una minoría de capitalistas y una gran mayoría de explotados. Sólo el socialismo puede liberar a los campesinos. La colectivización, una inútil reforma bajo el capitalismo, en el contexto del Poder político del proletariado y demás clases revolucionarias y el inicio de la revolución socialista en la sociedad entera, se transforma en el camino al socialismo en el campo.
¿Por qué--si el capitalismo burocrático en muchos casos ya ha socializado en medida significativa el proceso de producción agrícola--nos pronunciamos por la división de la tierra sólo para luego volver a socializar la producción a través de la colectivización? ¿Por qué no convertir la gran propiedad agropecuaria directamente en propiedad estatal o colectiva? Existen algunos medios de producción que deben ser aprovechados, como por ejemplo en la ganadería lechera tecnificada, donde alguna forma de propiedad social será necesaria desde el principio, y como ya queda dicho, la maquinaria agrícola en general deberá utilizarse en alguna forma que permita su distribución más equitativa y su uso colectivo. Sin embargo, la división de la tierra entre los campesinos es por lo general un paso necesario por tres razones:
Primero, corresponde a la más completa eliminación de la semifeudalidad y de la subordinación de la economía campesina y propiciaría (junto con la distribución más equitativa de maquinaria, crédito y otros insumos) la reducción de los grandes desequilibrios, distorsiones y desigualdades del agro actual. En cambio, la conversión directa de las grandes empresas agrícolas en propiedad estatal o en empresas colectivas de lo que sería inevitablemente una minoría de los campesinos, dejaría intactos la concentración de los medios de producción en un sector limitado y el atraso de la extensa economía campesina.
En segundo lugar, la verdadera transformación revolucionaria requiere la más profunda ruptura con el imperialismo: la autosuficiencia, el fin de la dependencia tecnológica en el suministro de maquinaria y otros insumos, la reorientación de la producción destinada a los mercados de los países imperialistas hacia las necesidades de la masas, etc. Todo esto (y la guerra revolucionaria misma) implica ciertos trastornos en la producción tecnificada. Los campesinos, en cambio, tienen gran habilidad en la producción con medios técnicos limitados. Por otra parte, la economía campesina se adapta naturalmente a la producción de alimentos básicos, y la agricultura tendrá que reorientarse urgentemente a esa producción. En cambio, la política de convertir directamente en propiedad estatal a las grandes empresas en situaciones donde la agricultura todavía no es capitalista ha sido parte de un programa que deja intactos elementos esenciales de la dependencia respecto al imperialismo (de ambos bloques) por tecnología, maquinaria, créditos y mercados. Esta ha sido la experiencia de las revoluciones cubana y nicaragüense que no lograron superar toda una estructura de dependencia agro-exportadora.
Finalmente, la razón más importante es política: la lucha principal de los oprimidos del campo en la actualidad es por la tierra y hay que respetar esa lucha. El repartimiento de la tierra por los campesinos revolucionarios fortalecerá la alianza obrero-campesina bajo dirección proletaria como el corazón del nuevo Poder estatal y creará la base más firme para que la colectivización sea verdaderamente voluntaria y obra consciente de los campesinos mismos.
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