La policía del arte de Nueva York

¿Quién decide si una cena es decente en Nueva York?

C.J.

Obrero Revolucionario #1104, 24 de mayo, 2001, en rwor.org

No es que el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, haya invitado a un grupo de artistas radicales a cenar, sino que las embestidas de la policía del arte los unieron. Por eso, esa noche tomaban juntos caldo vietnamita en un restaurante de Manhattan.

Acababan de presenciar un debate al rojo vivo entre Renée Cox y Raoul Felder. Renée es la fotógrafa radical que creó la obra "Yo Mama's Last Supper" (La última cena de mamita), que le dio un patatús a Giuliani y lo llevó a crear una "comisión de decencia" en febrero para prohibir el arte radical en las instituciones que reciben subsidio de la alcaldía. Felder es el abogado que tramitó el divorcio de Giuliani y encabeza la comisión de decencia.

El Museo de Arte de Brooklyn, Nueva York, mostró la obra de febrero a abril en una exhibición de fotógrafos negros. El alcalde la calificó de indecente (bueno, sus palabras exsemejactas fueron "repugnante" y "anticatólica") porque presenta a Jesús como una negra desnuda (la artista). La obra tiene un tono reverente y mucha gracia; se burla de las tradiciones de la iglesia católica, pero para mi gusto de atea, reinterpreta (en vez de rechazar del todo) el mito religioso. Dice Renée: "Como católica me enseñaron que 'Dios nos hizo a su imagen y semejanza'. Por esa razón interpreté a la `Última Cena' con una negra fuerte a la cabeza de la mesa rodeada de apóstoles negros.... Mis obras no son algo cursi para colgar en el comedor".

Al lado de Renée estaban Brad McCallum y Jacqueline Tarry, dos artistas que hicieron titulares hace poco porque Giuliani atacó su exhibición "Witness: Perspectives on Police Violence" (Testigo: Perspectivas sobre la violencia policial) en el Museo de Arte del Bronx, Nueva York. (Giuliani y el sindicato de la policía dijeron que la obra era "vulgares calumnias contra la policía, y no arte"). "Witness" examina y condena la epidemia de brutalidad policial: consta de fotos y grabaciones de víctimas de brutalidad policial y sus familias; las grabaciones salen de casillas como las que hay en las calles para llamar a la policía en casos de emergencia (véase la foto). Se estrenó en la catedral Saint John the Divine y desde entonces los artistas han llevado las casillas a lugares donde han ocurrido asesinatos policiales, y han solicitado los comentarios y participación de los ciudadanos.

A mi derecha estaba Hulbert Waldroup, el pintor que salió en primera plana hace poco por su mural "The American Dream" (El sueño americano) dedicado a Amadou Diallo. Lo pintó en la pared de una tienda en la misma cuadra donde la policía le disparó 41 tiros a Diallo. Mide 6x12 metros y tiene cuatro policías en capuchas del Ku Klux Klan; la Estatua de la Libertad (una calaca) agita un revólver y a sus pies tiene un montón de calaveras. Arde una bandera yanqui. Además tiene un gigantesco retrato muy bello de Amadou. La inauguró a fines de abril y en un dos por tres llegó un chingo de policías; un sargento le anunció a la prensa: "Está mal. Lo vamos a quitar". Hasta la fecha no la han quitado. (¡Qué chido! Damos más detalles adelante).

En el grupo de artistas progresistas que se reunieron en la cena de esa noche también se encontraba Dread Scott, un artista cuyas obras han recibido la condena de George Bush el Primero, un senador de Nueva York y sinnúmero de autoridades.

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En los últimos meses, los residentes de Nueva York han sufrido una avalancha de "crítica de arte policial". El alcalde ha encabezado la carga, seguido por delirantes arzobispos, abogados y policías de pistola en mano. Algunos de los medios opinan que esta campaña de censura es racional e incluso honorable (porque defiende a los niños de la pornografía y al público de los prejuicios de los artistas), pero la mayoría ni la toma en serio y considera que es un drama desquiciado protagonizado por un politiquero pronto a jubilarse. En fin, ¿para qué preocuparse?

¿Acaso no es grave para el pueblo que el alcalde del supuesto centro cultural del mundo occidental declare: "Vamos a establecer normas de decencia y voy a averiguar sobre los castigos"? Y no solo eso; luego, sin mayor impedimento u oposición, procede a establecer una "comisión de decencia" con la misión de prohibir toda obra de arte que ofenda a los reaccionarios en las instituciones que reciben subsidio del gobierno. Y, para colmo, dice que lo hace por proteger las "sensibilidades" de los grupos étnicos y religiosos, y repite su hipócrita mantra de no malgastar los fondos de los contribuyentes.

Esto es muy grave y no tiene que ver simplemente con subsidios. Los ataques de la policía al mural de Diallo son un ejemplo muy claro: el estado se desmandará contra el arte que critica la brutalidad oficial. El alcalde no es el único que arremete contra Renée Cox: el cardenal dedicó una misa entera a opinar sobre la "blasfemia" de la "Última cena de mamita" y la prensa amarilla repitió sus comentarios en primera plana. Lo que está en juego aquí es algo muy elemental: ¿en qué clase de sociedad vamos a vivir? ¿Vamos a vivir en una sociedad donde las autoridades defienden el asesinato policial de un inmigrante africano desarmado y establecen un comité de "decencia" para atacar a los artistas que protestan contra esas atrocidades? O, ¿vamos a vivir en una sociedad donde las instituciones políticas y culturales apoyan la lucha de las masas por acabar con toda esta opresión? ¿Y cómo llegar a tal sociedad?

En esta batalla ambas partes están muy conscientes de que la simple mención de quitar fondos públicos es un acto de supresión que tiene el efecto de callar la voz y prohibir ciertas obras, con fuerte impacto en el diálogo y rumbo de las artes. La débil respuesta de los museos en el caso actual es un ejemplo doloroso. Como el administrador de un centro de artes dijo: "¡Detesto tener que pensar si me va a traer problemas invitar a exhibir a este o aquel artista!".

En 1999 se dio la primera salva de la actual batalla por la exhibición "Sensation" en el Museo de Arte de Brooklyn, Nueva York (BMA). Giuliani puso el grito en el cielo y trató de cerrar el museo porque no quitó una pintura del artista Chris Ofili, que mostraba una Virgen María negra decorada con excremento de elefante (símbolo de la tierra de África para ese artista católico). Artistas, museos, galerías y público captaron lo que estaba en juego, y alzaron un coro de protesta en las calles, los tribunales y ante la opinión pública. Más de 1000 personas se volcaron a la calle en apoyo al museo, y la exhibición tuvo una gran acogida. El alcalde sufrió una dura derrota.

Para mi gusto, con la actual embestida Giuliani busca recuperarse y acostumbrar al público a cosas que jamás debe aceptar. ¡Qué bárbaro que la policía del arte vea cualquier imagen religiosa que no sea totalmente tradicional como una amenaza al orden imperante! ¡Y qué absurdo que Giuliani pregone que las fuerzas del orden son un "grupo oprimido"! ¡Qué fascista!

En respuesta a los ataques a la obra de Renée, ¡Rehusar & Resistir! y el Grupo Beaver de artistas visuales organizaron reuniones con la artista; también se realizaron una mesa redonda en la Universidad Columbia y una rueda de prensa con la Unión de Libertades Civiles de Nueva York. Además gente muy diversa, como el Congreso Negro Radical y el senador estatal de Nueva York Tom Duane, han protestado. El Museo de Arte de Brooklyn no ha salido al contraataque con la misma fuerza que en 1999, pero no se ha rajado ni ha quitado la obra, a pesar de la presión oficial.

A Giuliani no le ha sido fácil integrar la comisión de decencia, pues solo se han ofrecido conservadores serviles que quieren favores y componendas, y repugnantes ideólogos como el zar de los Guardian Angels, Curtis Sliwa. (Su fama como crítico de arte se remonta a 1994, cuando fue a borronear una obra de Dread Scott y Joe Wippler en Grand Army Plaza... porque mostraba a la policía como enemigo de una futura revolución del pueblo). ¡Fue muy gracioso el comentario de la columnista Gail Collins de que a Giuliani le perjudica ¡"la escasez actual de paladines de la moral porque el gobierno de Bush los tiene ocupados a todos"! Pero desafortunadamente esos tipos sobran. John Howard Sanden, un fotógrafo que hace retratos para corporaciones y uno de los tres "artistas" que integran la comisión, le dijo a la revista New Yorker: "Cuando le mencioné a mi hijo que iba a entrar al panel, me dijo: `¿Cómo? Papá, ese es un panel nazi. ¡No puede aceptar!'". Pero, decidió hacerlo.

En el debate entre Renée Cox y Raoul Felder, patrocinado por la Coalición Creativa (un grupo de gente progresista de las artes encabezado por el actor Billy Baldwin), el hipócrita lloricón de Felder no encontró aliados. En cambio, Renée se defendió muy bien y con mucho humor. El actor/cineasta Stanley Tucci aprovechó la ocasión para subrayar lo que está en juego: leyó un pasaje sobre otra exhibición de arte que recibió fuertes condenas por "inmoralidad" muy parecidas a las del alcalde. Después reveló que se trataba de "The Degenerate Art Show" (Exhibición de Arte Degenerado) de la época de Hitler, cuyo propósito fue prohibir toda obra de arte que ofendía al gobierno: obras antirreligiosas o con temas revolucionarios, pinturas abstractas, obras de artistas judíos, arte de África o con influencias africanas, arte y música afroamericana, y muchas obras de arte moderno de artistas reconocidos.

Hasta el cómico de televisión Jay Leno puso su grano de arena en su programa de la medianoche. Al entrevistar a la reaccionaria Judy Sheindlin (del programa "Judge Judy"), dijo: "Ahora en Nueva York tenemos un alcalde de corte fascista, Giuliani". Y más tarde añadió: "Hitler tenía un programa para las artes que consideraba que el arte abstracto o cubista, por ejemplo, era de lo peor". Al día siguiente, le exigieron que se disculpara, pero que yo sepa no lo hizo.

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El mural de Hulbert Waldroup se ve al bajar del metro en la estación de la calle Elder del Bronx. Este domingo por la tarde cuando nos acercamos al mural, el sol calienta a un pequeño grupo reunido frente a él. Un señor negro está parado al lado de una tabla junto al mural. La tabla tiene fotos y diagramas del lugar donde asesinaron a Diallo; el señor Bertrand Simmons (alias Sócrates, alias No-Love) explica que cuando declararon inocentes a los cuatro policías, las autoridades les dijeron a los que protestaban que se callaran porque desconocían "los hechos". Bertrand elaboró la tabla con fotos y diagramas para demostrar que fue una ejecución a sangre fría.

La inauguración del mural coincidió con el anuncio del Departamento de Policía de Nueva York de que no iba a castigar, y ni siquiera les iba a dar una reprimenda, a los policías que mataron a Amadou Diallo. Por la gran indignación popular, el mural hizo titulares y las opiniones de las masas salieron en la prensa. El New York Daily News publicó el comentario del marinero jubilado Daniel Martínez, quien al ver a los chotas en capuchas del Klan dijo: "Es justo. En una comunidad blanca la policía jamás haría lo que hizo aquí".

Hulbert le dijo al OR lo que pasó el día de la inaguración del mural: "Primero llegó una patrulla, después otra y otra. Los policías circulaban y llamaban a su comandante por radio. Me dijeron que o borraba el mural o me iban a arrestar, pero yo sabía que no lo iban a hacer porque hubiera prendido un motín. En ese momento había unos 250 vecinos aquí. La policía no me intimidó, pues contaba con el apoyo del pueblo. Después se convocó una asamblea en el barrio y votaron por que el mural se quedara. No se rajaron, todos firmes, solidarios. Fue muy bello".

"Sócrates" me presenta a un joven latino del barrio que pasó la noche vigilando el mural. Hace unas noches, tacharon los policías de capucha, pero Hulbert apareció por la mañana y restauró las imágenes. Un vecino lo animó: "¡Órale, que se sepa lo que hicieron los chotas!". Y esta vez Hulbert dibujó una pistola en la mano de los policías.

La prensa echó todo un rollote sobre Jay Borrero, el dueño de la tienda (una botánica que vende objetos religiosos): dijo que invitó a Hulbert a pintar el mural en la pared, pero que se molestó al ver las imágenes de los policías de capucha. Era evidente que la policía lo estaba presionando (y en ese barrio mata por cosas menores) y parecía que a lo mejor se rajaba. Pero el padre de Amadou, Saikou Diallo, visitó a Borrero y poco después este dijo que el mural se quedaba tal cual. Mientras Waldroup reparaba el mural, Borrero le dijo a la prensa: "Lo está arreglando y la comunidad se va a poner contenta". ¡Qué chévere! Un ejemplo de que la firmeza de unos da firmeza a los demás.

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En la cena especulamos sobre lo que Giuliani busca con estas campañas contra el arte. Es su último año en la alcaldía y el año pasado se retiró de la contienda contra Hillary Clinton para el Senado por problemas de salud (cáncer de la próstata). Pero yo diría que todo esto indica que todavía tiene ambiciones políticas. En este momento, la derecha republicana domina el escenario nacional y no son pocos los fascistas cristianos que tienen influencia y palancas. (Por ejemplo, el politiquero/ reverendo Pat Robertson, quien piensa [¡en serio!] que Satanás gobierna la mayoría de las ciudades del país, antes era una figura marginal pero ahora sale en programas de TV serios como "Meet the Press", etc.). En esta situación, ser el alcalde de Nueva York le da a Giuliani el estigma de Sodoma, y a lo mejor lo que busca es quitárselo.

Desde luego, desconozco los motivos de fondo del alcalde, así que lo anterior es una hipótesis. Pero de esto no cabe duda: independientemente de sus ambiciones políticas, la cruzada de Giuliani contra el arte que cuestiona la moral tradicional, la supremacía blanca, la doctrina patriarcal cristiana/católica, la brutalidad policial y la represión oficial encaja perfectamente con el programa de poderosas fuerzas de la clase dominante.

Hace poco, le preguntaron a Giuliani qué recomendaría su comisión de decencia en el caso de una obra como "Witness", que condena la brutalidad policial. Respondió: "Eso es muy interesante porque toca una clase de prejuicio parecido al prejuicio racial o al antisemitismo, algo que he descrito como prejuicio contra la policía".

Le agradecemos, señor alcalde, por hablar sin pelos en la lengua. Claramente su campaña de supresión es parte de un programa muy peligroso y de mayor alcance. No son simples payasadas de un desquiciado ni es algo que debemos tolerar.


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