Obrero Revolucionario #1104, 24 de mayo, 2001, en rwor.org
Todo mundo habla de la película "Traffic" (Tráfico), por su emocionante representación de la "guerra contra la droga". Recibió cuatro Óscares y hay quienes la alaban como una crítica valiente al gobierno. Otros (entre ellos el ex zar de la droga, William Bennett) la condenan: dice que es peligrosa porque insta a dejar la batalla.
La película pasa rápidamente de una sangrientra riña de narcotraficantes en Tijuana a redadas contra distribuidores de cocaína en San Diego; de las oficinas de altos funcionarios del gobierno en Washington a la vida de una adolescente drogadicta de una familia acomodada.
La acción, la magia de la actuación, la envergadura del argumento y el realismo de la cinematografía atraen al público. Da la apariencia de que ¡por fin una película de renombre revela el sórdido secreto de por qué "esta guerra contra la droga es mala"! Precisamente porque la película ha tenido tanto impacto político y afectado la opinión pública es importante analizarla a la luz de la realidad.
La película "Traffic" es engañosa; atrae al público con la finta de oponerse al programa del gobierno, pero pinta un retrato falso de las raíces del narcotráfico y la guerra contra la droga.
Aquí hay gato encerrado, pues los protagonistas centrales son policías y politiqueros: dos agentes de la DEA, un policía mexicano y el nuevo zar de la droga, todos valientes combatientes en una contienda desigual.
Es más, ¿por qué los jefes de la guerra contra la droga ayudaron al director de una película que supuestamente los critica? La DEA le permitió filmar en las oficinas del Centro de Inteligencia en El Paso. Y el director, a su vez, dejó que un funcionario de aduana cambiara el guión porque no le gustaba.
Michael Douglas, que desempeña el papel del zar de la droga, le comentó al New York Times que la cooperación de altos funcionarios en la producción de la película "comprueba que incluso el gobierno desea una discusión sobre el problema". Pero, ¿qué clase de discusión?
Como dijo un camarada: "Me cae que la película le lava las manos al imperialismo yanqui".
A cantarla derecho
Por un lado, "Traffic" tiene razón: después de 15 años, la guerra contra la droga no ha detenido el narcotráfico masivo a nivel mundial ni el enorme sufrimiento que causa la drogadicción. Pero la película suelta la culpa de esa situación al otro lado de la frontera. Retrata a un general mexicano metido hasta las cachas en el narcotráfico que aprovecha la guerra contra la droga para eliminar a sus rivales y retrata a México como una sociedad tan corrupta que los agentes estadounidenses, por más que batallan, no la hacen contra el dinero, la infraestructura y las mañas de los carteles.
Veamos. Como dice el dicho: "Por dinero, baila el perro". Pero, ¿quién es el perro y quién pone el dinero? Al cabo, ¿cómo es posible que el narcotráfico haya involucrado a países enteros como Colombia y Perú? ¿Por qué los campesinos colombianos, que antes sembraban trigo y verduras para alimentar al pueblo, ahora no tienen más remedio que cultivar coca para el mercado mundial? ¿No fue el mercado mundial capitalista el que les impuso eso? ¿Acaso no fueron el FMI y el Banco Mundial los que enredaron a los países pobres en deudas, y luego impusieron cultivos para el mercado, no para el consumo? Cuando Estados Unidos, valiéndose del Tratado de Libre Comercio, inunda a México de maíz barato y deja en la ruina a cientos de miles de pequeños agricultores, ¿qué van a sembrar? ¿Y quién será el responsable?
Si de la noche a la mañana desaparecieran las enormes ganancias del narcotráfico, inmediatamente se quebrarían países enteros y, con ellos, las redes financieras de los bancos imperialistas que chupan la sangre del pueblo del tercer mundo. Es obvio que los que detentan el poder en Washington no permitirían eso.
No olvidemos el papel de la CIA. Cuando libró la guerra secreta en Laos en los años 60, llenó los barrios de Estados Unidos con heroína del "Triángulo Dorado" (del Sudeste de Asia). Luego, cuando libró otra guerra secreta en Centroamérica en los 80, sus aviones trajeron cientos de cargamentos de cocaína para financiar las operaciones. Estados Unidos manipula el narcotráfico según sus intereses políticos, y utiliza la supuesta "guerra contra la droga" para disfrazar la contrainsurgencia y la intervención.
¡Hágannos el favor! ¿A poco son heroicos unos agentes de la DEA que se la pasan sentados en sus camionetas escuchando conversaciones grabadas por micrófonos ocultos y contando chistes? La DEA manda el veneno con que fumigan los campos colombianos, lo cual mata a campesinos, especialmente a los niños. Además, admite que en vez de arrestar a los capos de la droga, pasa información sobre sus crímenes a la CIA y esta los presiona a ayudar a la contrainsurgencia.
Le película retrata a Robert Wakefield, el nuevo zar de la droga (representado por Michael Douglas), como un hombre decente y un juez duro pero honesto, cuyo lado flaco es que desatiende la familia, le entra al whiski y es muy ingenuo en materia de corrupción y narcotráfico.
Pero en realidad, los zares de la droga son gente como el general Barry McCaffrey (nombrado por Clinton): un criminal de guerra quien masacró a soldados iraquíes indefensos después del cese de fuego en la guerra del Golfo. Como jefe de la guerra contra la droga, dirigió el Plan Colombia, que le dará $1,2 billones al ejército colombiano para una guerra contra la guerrilla. En el mundo real, no hay carteles que tengan el poderío militar ni los fondos que tiene el ejército colombiano, pues acaba de gastar millones de dólares en helicópteros de alta tecnología. McCaffrey no es más que un matón a sueldo y la "guerra contra la droga" sirve para imponer la hegemonía yanqui.
Guerra contra el pueblo
"Traffic" nos muestra el horror de la drogadicción por medio de la experiencia de la hija de Wakefield. Arrestada por droga, recibe tratamiento en una clínica, pero vuelve a caer y termina en la prostitución. Por una parte, esta parte de la película muestra que en este país los jóvenes (incluso de los sectores privilegiados) no ven futuro que valga la pena, y que la enajenación e hipocresía de la sociedad atizan el narcotráfico.
Pero por otra parte, la muy real "guerra contra el pueblo" en este país brilla por su ausencia en la película. La realidad es que en una década, la cantidad de presos subió de un millón a dos millones. Hay aproximadamente 458.000 personas encarceladas por delitos de droga, casi igual a la cifra total de presos en 1980. En California, la cantidad de presos por droga es 25 veces mayor que en 1980. El blanco de esta guerra son las comunidades negras y latinas; en 1996 había seis veces más jóvenes afroamericanos encarcelados por droga que en 1986.
La militarización de la frontera México-Estados Unidos ha causado la muerte de cientos de inmigrantes en los últimos años.
El sistema ha criminalizado a toda una generación, especialmente de negros y latinos. Los paran simplemente por la pinta; los hostigan, los pintan de hampones en los medios de comunicación y los meten al bote, una y otra y otra vez.
Pero "Traffic" no nos dice nada de esta "guerra contra la droga", la guerra real que ataca a las comunidades oprimidas. Al contrario, la comunidad negra de Cincinnati solo existe en el guión como el lugar donde los jóvenes privilegiados buscan droga y el papá va en busca de su hija. Los únicos negros que salen en la película son un agente muy trabajador de la DEA, y un padrote vendedor de drogas, que seduce a la adolescente blanca (la pesadilla de muchos padres de clase media).
En busca de soluciones
En la escena culminante, Wakefield se para en una rueda de prensa en el Capitolio para dar su primer discurso. De repente, muy impactado por sus primeras experiencias con la guerra contra la droga y la drogadicción de su hija, se siente incapaz de repetir las palabras gastadas de la política oficial. Dice: "Ya no puedo más"; renuncia y sale a buscar una nueva solución al problema.
¡Pura fantasía! Un politiquero importante rompe con el pasado, hace lo correcto y dice duras verdades; ¡eso solo pasa en el cine!, como en "American President" y "West Wing". Los que hicieron esta película guardan la esperanza de que el sistema se reforme solo, que cambie y que cure los males sociales que causan tanto sufrimiento. Pero mientras el imperialismo yanqui siga en el poder, habrá drogas en la calle.
La película "Traffic" abrió los ojos de muchas personas, pero tendrán que buscar la solución por otro lado.