Obrero Revolucionario #1107, 17 de junio, 2001, en rwor.org
El 17 de mayo, el vicepresidente, Dick Cheney, anunció un plan nacional para aumentar dramáticamente la producción de energía en Estados Unidos (45% en los próximos 20 años) El nuevo plan energético promoverá nuevos y grandes despilfarros por parte del país más derrochador de la historia humana.
El plan, el primero de su alcance en 20 años, eliminará muchas restricciones a la perforación petrolera y a la construcción de refinerías, construcción de presas, combustión de carbón y construcción de centrales de energía nuclear. Propone construir 1300 centrales de energía en todo el país, cinco enormes refinerías (a un costo de $75 billones), 83.000 kilómetros de gasoductos y una "red nacional de electricidad" con 580.000 kilómetros de cable.
Permitirá perforar pozos petroleros en las aguas del golfo de México y la frágil tundra del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, y abrir minas de carbón a cielo abierto en terrenos federales protegidos. Ofrecerá grandes incentivos (subsidios) a virtualmente todo capitalista de la industria energética. De las 105 "recomendaciones", solo 20 necesitan aprobación del Congreso; 85 se implementarán por orden ejecutiva.
El plan dará a los capitalistas estadounidenses enormes cantidades de combustibles baratos en las décadas que vienen, lo cual les dará una ventaja sobre los imperialistas europeos y japoneses, que dependen del mercado mundial de energía. Para obtener esa ventaja, la administración Bush está dispuesta a sacrificar vidas humanas, recursos no renovables y el ambiente del planeta (y a burlarse de los grandes riesgos que implica).
El calentamiento del planeta
"El imperialismo ha generado un patrón destructivo e ineficiente de actividad económica y desarrollo industrial. Su naturaleza expansionaria ciega, con ganancias al mando, su cada vez mayor explotación de la naturaleza como mercancía, y sus guerras y armas de destrucción masiva estrangulan los ecosistemas fundamentales del planeta".
Borrador del Programa del Partido Comunista Revolucionario, EU, mayo 2001
"El informe de la reunión de representantes de más de 100 gobiernos que integran el Consejo Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) afirma que los cambios climáticos ya tienen un `impacto de gran alcance' en los ecosistemas de todos los continentes. El informe de 1000 páginas se basa en las conclusiones de unos 3000 estudios científicos y recoge los conocimientos colectivos de la humanidad sobre dichos cambios climáticos; comprueba irrefutablemente que ya se están dando cambios y concluye que las consecuencias podrán ser dramáticas y de extenso alcance... Según el IPCC, actualmente se detectan cambios en más de 420 sistemas biológicos y físicos, como por ejemplo, la reducción de los glaciares en todos los continentes, la menor congelación de los mares árticos, temporadas más largas sin heladas y tormentas más frecuentes y extremas. Esos cambios ya están afectando a muchos especies de mamíferos, invertebrados, reptiles, aves, anfibios e insectos".
Federaci
ón Mundial de Vida Silvestre,"Como se sabe, me opongo al Protocolo de Kyoto porque... perjudicaría gravemente la economía estadounidense".
George W. Bush, 13 de mayo de 2001, sobre el acuerdo internacional
de Kyoto para reducir los gases de invernadero
Los aumentos de producción de energía eléctrica y consumo de gasolina previstos en el plan energético tendrán un impacto enorme en el ambiente.
Las emisiones de autos causan una gran parte de la contaminación en las zonas urbanas. Además, las emisiones de dióxido de azufre de las centrales eléctricas (por la combustión de carbón) producen lluvia ácida, que ha devastado los bosques de Canadá y el noreste de Estados Unidos. Ahora la administración Bush recomienda que la Agencia de Protección del Ambiente afloje las restricciones de combustión de carbón con altos porcentajes de azufre.
Pero quizás lo más grave será el aumento de producción de gases de invernadero. Aparte de la contaminación, la combustión de hidrocarburos (carbón, gas natural y petróleo) produce dióxido de carbono (CO2), que es el principal gas de invernadero (un gas que conserva el calor de la Tierra). El aumento de CO2 podrá tener un impacto global y causar grandes estragos en la Tierra al acelerar el calentamiento global que afecta el nivel del mar, la agricultura y un sinnúmero de sistemas ecológicos.
Con apenas el 4% de la población del mundo, Estados Unidos produce el 25% de los gases de invernadero. Y estas cifras no contemplan el enorme daño al ambiente a consecuencia del transporte internacional de mercancías en una economía global dominada por Estados Unidos y otras potencias imperialistas. Todo eso se agravará con el nuevo plan energético.
Por su parte, George W. Bush no reconoce que los gases de invernadero causan calentamiento global; repite la propaganda de la industria petrolera de que no se ha comprobado científicamente. En marzo, anunció que no cumplirá su promesa electoral de reducir las emisiones de CO2 de las plantas de energía y que Estados Unidos se retira del Protocolo de Kyoto de 1997 (acuerdo internacional para reducir gases de invernadero).
Los imperialistas estadounidenses no han hecho absolutamente nada para frenar el calentamiento global. De palabra, el gobierno de Clinton y Gore apoyó los esfuerzos de frenarlo, pero en los hechos hizo todo lo contrario. Al Gore asistió a la cumbre de Kyoto con el propósito de socavar las restricciones a las emisiones de gases de invernadero. Gracias a él, el protocolo solo requería que Estados Unidos redujera para el 2010 sus emisiones a un nivel 7% debajo de los niveles de 1990.
Sin embargo, Estados Unidos siguió aumentando sus emisiones de CO2, sin mayor preocupación. En la década pasada aumentaron 13% (y las de las plantas de energía aumentaron 20%). Antes de dar a conocer el nuevo plan energético, se calculaba que ascenderían 20% por encima de los niveles de 1990 para 2010. Ahora con el nuevo plan se proyecta un aumento de 35% en los próximos 20 años, con el potencial de graves consecuencias globales.
¡A perforar!
"En lugar de preguntar `¿por qué perforar?', al parecer el equipo Bush pregunta, `¿por qué no?'".
New York Times, 18 de mayo
Para el equipo de Energía de la Casa Blanca, la tundra, las costas y los bosques se ven desnudos sin una plataforma de perforación. El plan energético propone una enorme exploración petrolera en terrenos federales protegidos y Bush le ha pedido a la secretaria del Interior, Gale Norton, hacer un inventario de tierras públicas a fin de identificar qué recursos regalar a las corporaciones.
El plan abrirá 600.000 hectáreas del Refugio Nacional de Vida Silvestre de Alaska a la exploración petrolera (obviamente a fines de perforar la frágil tundra de la costa, transportar el petróleo a través de esa zona, etc.). Además, se propone perforar las costas de Florida en el golfo de México (una zona que se llama "Lease Sale 181"). Ambas propuestas se debaten al rojo vivo en la propia clase dominante.
Por otra parte, el gobierno acapará las tierras de rancheros y agricultores de los estados del Oeste, dándole la espalda a una importante base de la campaña electoral de Bush. Dará nuevos poderes a la Comisión Federal Reguladora de Energía (FERC) para apoderarse de tierras a fin de establecer una "red nacional de energía eléctrica", integrada y coordinada de tal manera que el Oeste producirá energía (y contaminación) que se transportará a los centros industriales. El gobierno republicano, que se perfiló como el gran aliado del "movimiento en defensa de derechos de propiedad" de los rancheros conservadores y antiecologistas del Oeste, ahora revela que defenderá los derechos e intereses de los capitalistas monopolistas, y no de los rancheros y agricultores.
A nivel mundial, el gobierno de Bush estimulará la explotación de nuevos campos petroleros a fin de socavar la hegemonía de los países productores de petróleo del golfo Pérsico. Respalda la propuesta del gobierno de Clinton de construir un oleoducto que le arrebatará a Rusia el control de los campos petroleros del mar Caspio. Y aumentará la exploración petrolera en Colombia (un pretexto para mayor intervención).
A principios del año, Bush recortó fondos para la investigación de fuentes alternativas de energía, como energía solar, de viento y otras fuentes renovables de energía.
En la década pasada el gobierno de Clinton/Gore aflojó una serie de restricciones que favorecían a los vehículos que conservan energía y se impulsó la venta de los llamados SUV (jeeps, suburbans, etc.), que consumen muchísima gasolina. Con el nuevo plan energético, el secretario de Transporte, Norman Y. Mineta, contemplará reglas de eficiencia energética que "no perjudiquen la industria automotriz".
Pelotas fosforescentes
"Dejando de lado Three Mile Island y Chernobyl, la energía nuclear no ha causado mayor peligro".
Paul O
'Neill, secretario de Hacienda"Toca ser calmados, y lo más objetivos y racionales... A fin de cuentas, en este momento no tenemos suficientes suministros de energía y la única forma de aumentarlos es generando más energía eléctrica, lo cual requiere la combustión de carbón o de gas natural o energía nuclear".
El vicepresidente, Dick Cheney, en una reuni
ónCheney pide que no seamos "emocionales" sino racionales, pero los 300 capitalistas y gerentes reunidos en una conferencia de la Asamblea de Energía Nuclear estaban dichosos y se pusieron de pie para aplaudirlo, pues el plan energético recomienda tramitar rápidamente las propuestas para la construcción de plantas nucleares y dar subsidios que aumentarán la rentabilidad; ortorgará permisos a las viejas plantas nucleares y aflojará todo tipo de regulaciones.
Según la administración Bush, gracias a avances tecnológicos la energía nuclear no representa ningún peligro. El gobierno empleó el mismo argumento hace 30 años para justificar el último gran proyecto de construcción de plantas nucleares, que terminó con la fusión parcial del reactor y la fuga radioactiva de la planta de Three Mile Island en Pensilvania en 1979. Ese siniestro prendió un movimiento de masas contra la energía nuclear con grandes protestas y desobediencia civil contra la construcción de plantas; de hecho, no han construido una sola planta desde entonces. En la reunión de la Asamblea de Energía Nuclear, el presidente de la Cámara de Comercio Estadounidense dijo: "Hasta hace unos meses, no era aceptable hablar de la energía nuclear" y los organizadores de la reunión repartieron pelotas fosforescentes como recuerdo.
La energía nuclear produce radiación intensa que mata a seres humanos, plantas y animales. Como resultado de problemas con los complejos sistemas de enfriamiento de las plantas nucleares, los reactores pueden sobrecalentarse y fundirse, lo cual causa una enorme fuga de radiación directamente al agua subterránea y al ambiente. En 1986, la fusión y explosión de la planta de Chernobyl, Ucrania, produjo nubarrones de radiación que se extendieron por miles de kilómetros.
Además, las operaciones cotidianas de las plantas nucleares producen desechos como "uranio agotado", que emite radiación a lo largo de 100.000 años. No hay ninguna manera viable de almacenar (a largo plazo) o transportar los desechos que se producen actualmente y, en este momento, hay 77.000 toneladas de desechos altamente radioactivos en bodegas provisionales a lo largo y ancho del país.
El nuevo plan energético recomienda trasladar esos desechos (y los que las plantas producirán en el futuro) a un almacén central en Yucca Flats, Nevada. No explica ni cómo piensan transportarlos ni cómo convencerán a la gente de Nevada (y la que vive por las vías de transporte que utilizarán) de aceptar esa propuesta.
La pol
ítica de la burguesía"La crisis de energía que el país atraviesa se define por un desequilibrio fundamental entre oferta y demanda... De seguir así, el desequilibrio socavará nuestra economía, nivel de vida y seguridad nacional".
Del Plan Energ
ético Nacional, 17 de marzo"Si bien la conservación puede ser una virtud personal, por sí sola no es la base de una política energética viable. Es necesario que produzcamos más [energía]".
El vicepresidente, Richard Cheney, 30 de abril, 2001
¡Qué curioso que republicanos conservadores como Cheney se burlen de la conservación como una "virtud personal". Su actitud pone en evidencia el craso pragmatismo yanqui de comer o ser comido, según el cual los machos perforan la tierra en busca de petróleo y solo los "maricones" y traidores hablan del calentamiento global, los peligros de la radiación y la eficiencia en la combustión de energéticos.
En mayo, Cheney habló personalmente al programa radial del reaccionario Rush Limbaugh y dijo que la oposición no tiene "ni los conocimientos ni los huevos" para asumir los retos.
La campaña propagandística de la administración Bush no escatima esfuerzos para justificar el nuevo plan energético. Dicen que resolverá una terrible "crisis de energía" (aunque no ayudará a reducir los apagones de California ni bajará el precio de la gasolina y la calefacción). Afirman que su plan es indispensable para la "seguridad nacional" y dicen que la perforación petrolera en Alaska le apretará las clavijas a Sadaam Hussein. Señalan que fuerzas hostiles al capitalismo exageran los peligros ecológicos y que seguramente futuras innovaciones tecnológicas resolverán cualquier problema que se presente.
Para colmo dicen que el nuevo plan energético es una valiente lucha por defender "nuestro estilo de vida". ¿Qué pasará si el país no lo adopta? Un vocero de la industria petrolera, el banquero Matthew Simmons, advirtió: "¡Oigan, compatriotas! ¡No podrán manejar!".
En realidad este plan representa los intereses a corto plazo de los imperialistas yanquis. Históricamente, el despilfarro masivo de combustibles baratos les ha ofrecido una ventaja especial sobre sus rivales globales. La administración Bush quiere "darle gas" a esa ventaja en los años que vienen, y se jacta de que bajo su mando el país será un contrincante "racional", despiadado y cruel.
El nuevo plan energético es un plan de la clase capitalista en conjunto que parte de los intereses de los monopolios de energía. Tanto Bush como Cheney fueron magnates de la industria petrolera por muchos años. (El año pasado, Cheney ganó $36 millones como alto ejecutivo de la compañía Halliburton, una transnacional de equipo petrolero).
Cheney, como autor del plan, ultimó los detalles en una serie de reuniones a puerta cerrada con personajes de la clase dominante (antes mandó a sus agregados a celebrar centenares de reuniones con fuerzas políticas para "recoger sus opiniones").
Cheney se reunió, por ejemplo, con Kenney Lay, el presidente de Enron, uno de los grandes monopolios de distribución de energía (que está cobrando precios astronómicos por gas natural y forrándose el bolsillo con billones de dólares de las compañías de energía de California). Enron financió la campaña electoral de Bush, quien, a su vez, nombró a un compinche de Lay (el senador Spencer Abraham) como secretario de Energía. Cheney también celebró una reunión con 15 ó 20 capitalistas monopolistas convocados por el Instituto Eléctrico Edison.
Cuando Bush anunció el nuevo plan elaborado por Cheney, dijo: "Este plan aborda los tres aspectos centrales de la energía: oferta, demanda y la necesidad de equilibrarlas". Su visión miope y a corto plazo solo da cabida a las necesidades inmediatas de la rentabilidad y producción capitalistas.
Pero para los oprimidos del mundo, hay otros "aspectos clave" del problema de la producción y consumo de energía, como por ejemplo satisfacer las necesidades de las vastas mayorías de la humanidad, proteger el ambiente y evitar el calentamiento global, conservar recursos no renovables y poner fin al despilfarro capitalista, eliminar el desequilibrio criminal de la economía mundial y arrebatarle el planeta y sus recursos a los capitalistas monopolistas que lo están estrangulando.
El plan energético Cheney/Bush es un plan de grandes desigualdades, ganancias a expensas del pueblo, rivalidad capitalista despiadada y catástrofe ecológica. Esos crímenes dan razones de sobra para tumbar a su clase y su sistema.
(El lector encontrará mayor información en el artículo "Calentamiento global: Los hechos y el debate" que está disponible en la página web del OR, rwor.org).
Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:
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