El Buró de Información del Movimiento Revolucionario Internacionalista preparó lo siguiente para su divulgación inmediata:
Obrero Revolucionario #1109, 1 de julio, 2001, en rwor.org
Hace 15 años, el 19 de junio de 1986, el gobierno peruano masacró a 300 presos revolucionarios que habían transformado los penales en "luminosas trincheras de combate". Las camaradas presas y presos establecieron la norma para perseverar en la lucha revolucionaria a como dé lugar, aún estando en las garras del enemigo. En el Perú hoy y en otros países, los camaradas presos están defendiendo y aplicando esta norma nueva y superior de muchas maneras concretas. Es testimonio del impacto duradero de lo que han conmemorado los maoístas y otros revolucionarios del mundo como el "Día de la Heroicidad".
A medida que la Guerra Popular en el Perú iniciada en 1980 insurgió con la dirección del Partido Comunista del Perú (PCP) y el Presidente Gonzalo, y en especial cuando la campaña del partido de organizar la liberación de presos, como el espectacular ataque guerrillero al penal de Ayacucho que liberó a cientos de presos, el reaccionario régimen comenzó a concentrar en Lima a los "presuntos terroristas". No obstante, los presos no se rindieron. Organizaron la vida colectiva en la medida de lo posible en las mazmorras, para poder resistir la campaña enemiga de quebrantarles la mente y cuerpo. Organizaron estudio político e ideológico y entrenamiento físico, así como producción de artesanías, para apoyar e impulsar la Guerra Popular en el Perú y la revolución mundial.
Con motivo de la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, crearon un maravilloso tapete multicolor con la imagen del globo rompiendo las cadenas. Esta muestra de internacionalismo proletario y espíritu maoísta indomable salió de contrabando del penal El Frontón y recorrió el mundo en la campaña de apoyo a la Guerra Popular. Inspiró a miles en Asia, Europa y las Américas. Las pinturas, canciones revolucionarias y otras obras de arte de los presos impulsaron el movimiento mundial de apoyo a la Guerra Popular. También, sirvieron para recaudar fondos. Hoy, los poemas, canciones, teatro y otras obras creadas por los presos en las garras del enemigo siguen jugando un papel en la lucha.
El enemigo no logró "sacarlos del combate" con su detención. Las presas y presos siguen luchando por plasmar de muchas formas la consigna "se justifica la rebelión". De más importancia, descubrieron cómo usar su fuerza colectiva y la incapacidad del gobierno de apagar su pujante espíritu, para desenmascarar al régimen y convocar a las masas en sus millones a apoyar y librar la Guerra Popular. Cuando el enemigo intentó "solucionar" este problema con medidas desesperadas y sangrientas de traslados y asesinatos, las internas/os se apoderaron de los principales penales para presos políticos y dijeron: "Resistiremos. No nos trasladarán con vida. Exigimos garantías contra los planes del gobierno". En los muros de El Frontón, pintaron en grandes letras: "Rematar el gran salto con broche de oro", en referencia a la última etapa de la campaña militar del partido para ganar bases de apoyo y con el fin de ubicar sus acciones en ese contexto.
El gobierno hipócrita fingió negociar con los presos. Estos plantearon demandas razonables: respetar el acuerdo previo de reconocerlos como "presos especiales" y no "delincuentes terroristas", y suspender los traslados. Pero pronto el gobierno llevó a cabo masacres hace mucho preparadas, despachando infantes de marina con metralletas pesadas, armas antitanques, helicópteros artillados y artillería naval. Los presos de El Frontón resistieron durante dos días de combate cuerpo a cuerpo, con huaracas, arcos caseros y unos cuantos fusiles capturados. Los internos de Lurigancho mantuvieron a raya durante un día entero a los comandos de las fuerzas armadas e infantes de marina; estos retomaron el penal y aniquilaron sistemáticamente a la mayoría de los presos. Las combatientas del penal El Callao también mantuvieron a raya durante 24 horas al enemigo, a costa de varias muertas y muchas heridas.
Como se sabe, esta vil masacre tuvo un efecto contrario: contribuyó a desenmascarar y aislar al gobierno y demostró a millones que la Guerra Popular con la dirección del PCP es la única solución para los problemas del país. El gobierno no logró dar una derrota política a la Guerra Popular "reafirmando su autoridad" y mostrando su gran capacidad de matar, y los presos asestaron un golpe a la reacción peruana y sus amos imperialistas.
Pero el afán del enemigo de chupar la sangre del pueblo jamás se satisfacerá. En 1992, el gobierno de Fujimori organizó otra masacre en el penal de Canto Grande, Lima. Las presas y presos se apoderaron de los pabellones y exigieron la formación de una comisión para supervisar el traslado de los presos y protección de su vida. El 6 de mayo, Fujimori despachó a 500 comandos de élite con rifles, lanzagranadas, bolsas de dinamita, explosivos de plástico y un helicóptero de combate con proyectiles. El primer día tuvieron que retroceder. El segundo día, mil soldados intentaron asaltar el penal, pero en vano. El 9 de mayo, las presas y presos hicieron un balance: que ya habían logrado sus objetivos; salieron de la mano cantando La Internacional. Las reaccionarias bestias cobardes masacraron a muchos presos que sospechaban eran líderes. De los héroes comunistas caídos, varios eran militantes importantes del partido.
A pesar de las dificultades tras la detención del Presidente Gonzalo, la Guerra Popular no se ha detenido ni un minuto. Por ejemplo, los presos siguen combatiendo con el espíritu que expresó el Presidente Gonzalo en su histórico discurso del 24 de septiembre de 1992 desde la jaula. Entonces, el gobierno pretendió humillarlo a él y a la revolución ante la prensa. El Presidente Gonzalo describió su detención como "simplemente un recodo en el camino". Con desafío, llamó a continuar la Guerra Popular: "El camino es largo y a ese llegaremos, y, ˇtriunfaremos! Ustedes lo verán".
Después, surgió una Línea Oportunista de Derecha, en especial en los penales, que abandonó esta orientación, la sangre que derramaron con tanto desinterés muchísimos héroes del pueblo y el legado del Día de la Heroicidad. Con el pretexto de la detención del Presidente Gonzalo, llamaron a poner fin a la guerra. Lo que se puede decir de la Guerra Popular en general también se aplica a los presos que han resistido los implacables ataques del enemigo: su línea política e ideológica e inmarcesible determinación son más fuertes que todo el terror del enemigo.
A comienzos de 2000 y en los primeros meses de 2001, estallaron importantes rebeliones y otras luchas contra la campaña del gobierno de quebrantar el espíritu revolucionario de los presos y matarlos. El nuevo gobierno no es menos lacayo del imperialismo yanqui que su precursor, y los penales del país aún están llenos de miles de revolucionarios en condiciones de detención brutales. En especial, el Presidente Gonzalo sigue encerrado en una mazmorra subterránea. Una parte importante de nuestro resuelto apoyo internacional a la Guerra Popular es la lucha para romper el aislamiento del Presidente Gonzalo y obligar al gobierno a permitir que se exprese libremente en público, así como para defender la vida del Camarada Feliciano, quien asumió la dirección tras la detención del Presidente Gonzalo, hasta que también fue apresado por el enemigo y aislado en una celda subterránea infrahumana similar.
Las últimas dos décadas han ilustrado dramáticamente la fuerte relación de la Guerra Popular con el espíritu y lucha de sus combatientes presos. Es muy obvio que las luchas de los revolucionarios presos están íntimamente vinculadas con la Guerra Popular, la forma más alta de lucha de clases, porque el enemigo quiere aterrorizar al pueblo sometiendo a presos no armados a inconcebibles crueldades. Por otro lado, con la política, concepción del mundo y posición de clase maoístas, los presos pueden hacer aportes importantes hasta en las condiciones más adversas.
Eso lo ilustra claramente la heroica batalla en marcha de los presos revolucionarios de Turquía, entre ellos muchos militantes y partidarios del Partido Comunista de Turquía (Marxista-Leninista). Ahí, los presos también transformaron los penales en faros, bastiones y universidades de la revolución, y las autoridades patrocinadas por los imperialistas han intentado ahogar en sangre esas llamas revolucionarias. Decenas de camaradas presos ya han dado la vida en la resistencia al traslado a celdas de aislamiento. Tienen un espíritu elevado en gran parte porque saben que el gobierno los ataca de esta forma a fin de asestar un golpe político y moral a todo el movimiento revolucionario y a los millones de masas que lo aprecian, y porque ven los vínculos entre la resistencia de hoy y la lucha por hacer avanzar la causa de la guerra popular en ese país.
En la Guerra Popular en Nepal, ha sido inevitable que más camaradas hayan caído presos y que la lucha tras rejas esté inextricablemente vinculada a la Guerra Popular. Hace poco, en una audaz acción, seis presas escaparon cavando un túnel en el penal del distrito de Gorkha y se reintegraron a sus unidades guerrilleras, entusiasmando enormemente a los pueblos del mundo.
Como dijo el Comité Central del Partido Comunista del Perú en su declaración de junio de 1986: "La gloriosa muerte beligerante de estos prisioneros de guerra se abriga con la sangre ya vertida y ante ella los comunistas, los combatientes y los hijos del pueblo, armados, asumimos el compromiso indeclinable de seguir su luminoso ejemplo, para desarrollando la guerra popular servir a la revolución mundial hasta que la luz inmarcesible del comunismo se aposente en todo el orbe bajo las invictas banderas de Marx, Lenin y Mao Tsetung, del siempre vivo marxismo-leninismo-maoísmo. ˇGloria a los héroes caídos, viva la revolución!".
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