Michael Slate
Obrero Revolucionario #1112, 29 de julio, 2001, en rwor.org
La cámara salta de las matas y las rocas del camino a las piernas y espaldas de hombres y mujeres que corren; uno casi siente los arañazos y rasguños de la vegetación, la falta de aire por la carrera. Una voz tensa grita: "¡Vámonos! ¡Muévanse!". Así, corriendo y escondiéndose, finalmente llegan a una camioneta.
Una joven mira por la ventanilla las autopistas y ciudades del sur de California. Se llama Maya. Los coyotes paran en un callejón del centro de Los Ángeles, donde esperan los familiares. Rosa, la hermana de Maya, no pudo juntar los $800 que cobran los coyotes, y estos se rifan a la muchacha. ¡Bienvenida a la "tierra de promisión"!
Así se inicia "Bread and Roses", la última película del inglés Ken Loach, sobre los de abajo: los que engrasan las ruedas de la sociedad con su trabajo, pero viven en las sombras. Cuenta la historia de proletarios de México y Centroamérica que limpian los rascacielos del centro de Los Ángeles, de conserjes que trabajan de noche cuando los edificios y las calles están desiertos.
La película se desenvuelve alrededor de la lucha de los conserjes por un sindicato, mejores salarios y prestaciones, pero no se queda ahí: es una representación compleja de la vida de los inmigrantes. Los presenta de una manera que rara vez se ve en la pantalla: muestra sus alegrías y sus pesares, su sufrimiento y sus bailes, su amor y su odio, sus confusiones y sus alicientes. Especialmente, muestra su enorme energía, entusiasmo y lucha por la justicia.
"Bread and Roses" narra la historia de una joven del D.F. que viene a vivir con su hermana en Los Ángeles. Muestra su transformación y cómo transforma a los que la rodean.
Desde el momento en que Maya llega, recibe golpes. Tras trabajar un corto tiempo en un bar de mala muerte, Maya convence a Rosa de que le consiga trabajo con ella limpiando edificios. Para que la contraten, Maya tiene que darle dos meses de sueldo al supervisor. Él le manda que se ajuste el uniforme para verle el cuerpo y comenta que le gusta trabajar con chavas bonitas, no con "viejas feas". El supervisor es el clásico jefe prepotente y déspota.
Los conserjes no tienen sindicato y cuando Maya conoce a un organizador sindical la primera semana, queda claro que el curso de sus vidas va a cambiar. El encuentro es cómico: el organizador, Sam Shapiro, huye de los guardias de seguridad por los corredores, con una camiseta roja de "Justice for Janitors", y se esconde en el bote de basura que Maya empuja. Después, cuando Maya le cuenta a Rosa lo sucedido, dice que es un "payaso", pero cuando él va a hablarles del sindicato, Maya demuestra interés.
Maya se zambulle en la lucha de sindicalización. Sus compañeros de trabajo se reúnen con los representantes del sindicato de trabajadores de limpieza y empiezan a debatir, entre sí y consigo mismos, si vale la pena unirse al sindicato o si van a perder lo poco que tienen. Maya y unos pocos dicen que sí vale la pena; otros no están seguros. Hablan del peligro de que los echen del trabajo y los pongan en la lista negra; les preocupa que los deporten o que no puedan trabajar con papeles chuecos si hay sindicato; unos recuerdan el asesinato de sindicalistas en El Salvador. En una reunión ven un video del ataque de la policía a una marcha de Conserjes por la Justicia: 60 personas acabaron en el hospital. Unos cuantos no quieren correr el riesgo de perder lo que anhelan, como el joven que está juntando dinero para la universidad. Otros, como Rosa, sienten indiferencia u hostilidad.
La compañía manipula los temores y las contradicciones de los trabajadores. Despide a los que no quieren chivatear; ofrece sobornos. Sam, el organizador, tiene mucho entusiasmo y toma partido con los conserjes, pero hay cierta distancia entre él y ellos. Sam es de la clase media, no tiene mucho que perder, no sabe español y, aunque tiene buenas intenciones, comete errores, especialmente un descuido que les causa muchas contrariedades a los conserjes. Por otra parte, Sam también tiene que confrontar a sus jefes, que no quieren que cause problemas. Pero Sam y los conserjes siguen adelante, desafían a la compañía y se mantienen unidos a pesar de despidos, amenazas, etc. En medio de todo eso, Maya se destaca por su fuerza y combatividad.
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Uno de los puntos fuertes de la película es que nos permite ponernos en la posición de Maya. Vemos a través de sus ojos las montañas de opresión que cargan los inmigrantes y las cadenas que sujetan a las mujeres. A través de sus acciones vemos la actitud y el valor que se necesitan para luchar y ganar.
Maya es una mujer que casi nunca se ve en la pantalla: joven, fuerte, inteligente, rebelde y llena de vida. Desde el momento en que escapa del coyote, aplaudimos su astucia y su valor. No respeta ni teme a las autoridades, y las leyes le valen: se rige por un código de conducta proletario. No respeta la propiedad burguesa ni las costumbres burguesas. No se raja ante la adversidad. Le encanta burlarse de la autoridad y lo hace con mucho ingenio.
La escena más intensa de la película es una discusión entre Maya y Rosa (quien todo el día trabaja, cuida a la familia y lucha por conseguir tratamiento para su esposo). Cuando Maya le pregunta por qué perjudicó la lucha de sus compañeros, Rosa le cuenta los horrores que ha vivido para mandarle dinero a la familia en México y para sostener a su propia familia, y le dice que le tocó prostituirse de niña y hasta la fecha. Por ejemplo, le dice que le tocó acostarse con el supervisor para conseguirle trabajo.
Es una escena cargada de emoción y muy difícil. Examina las complejas presiones que este sistema impone a los del fondo de la sociedad, presiones que llevan a unos a degradarse para subsistir. Esas experiencias los ponen en una situación contradictoria. Por una parte, la única manera de cambiar la situación es mediante la unidad con sus compañeros de clase. Por otra parte, el sistema les ha inculcado un individualismo extremo: si no te cuidas tú en este mundo terrible, nadie te cuidará. Maya, quien adora a su hermana, sufre mucho con esa confesión, pero no deja la lucha.
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"Bread and Roses" tiene sus puntos flojos. Pinta a la clase media como si toda rechazara la lucha de los conserjes. En realidad, en el curso de la huelga de conserjes de Los Ángeles, mucha gente de la clase media y de Hollywood los apoyó.
Pero el mayor problema de la película es que da a entender que la solución a la explotación y opresión de los proletarios es el movimiento sindical. Muestra cómo se concientizan los trabajadores y entran a la lucha, pero esa conciencia no va más allá del sindicalismo. En un mitin, Sam dice que los trabajadores verán justicia cuando formen un movimiento sindical tan fuerte como las corporaciones.
Irónicamente, la vida de Maya y de sus compañeros contradice eso. ¿Acaso un sindicato fuerte puede solucionar todas las injusticias que sufren: la degradación sexual de la mujer, la pobreza de México y Centroamérica, la brutalidad policial, las deportaciones, la falta de servicios médicos y toda la estructura de clase de la sociedad?
Cuando Maya va de regreso a México (deportada porque ayudó a su amigo a pagar la universidad con dinero ajeno), sentí palpablemente que solo la revolución proletaria puede solucionar todos los problemas de ella y sus compañeros. Es más, Maya representa la esperanza de la revolución (independientemente de la intención de la película). Como dijera Lenin: si los obreros sacrifican tanto en una huelga para cambiar sus condiciones de explotación, ¿qué no harán para acabar la explotación del todo?
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En general, "Bread and Roses" es una película importante. Es un retrato fuerte y conmovedor de la vida del proletariado inmigrante, y esos retratos escasean. El elenco es una combinación de actores profesionales y aficionados. Varios miembros y activistas de Conserjes por la Justicia desempeñaron papeles secundarios. A Maya la representa Pilar Padilla, una actriz mexicana que no sabía inglés cuando le dieron la chamba. El papel de Rosa lo representa la actriz mexicana Elpidia Carrillo, quien se destacó en las películas "Salvador" de Oliver Stone y "The Border" de Tony Richardson. Los Jornaleros del Norte, una banda muy popular de jornaleros, salen en un par de escenas. La película pasa con facilidad del inglés al español (con subtítulos a la inversa), como en la vida real.
Muchos inmigrantes latinos se ven retratados en la película. A los conserjes de Los Ángeles les encanta. Los chavos dicen que se identifican con los personajes. Una chava le dijo a nuestros corresponsales que le gusta mucho cómo hablan en la película porque usan las expresiones actuales y se nota que el director le puso atención a la forma de hablar de los inmigrantes. Muchas películas revuelven expresiones mexicanas, chicanas y de otras partes.
Un conserje del edificio de Sanwa Bank de Los Ángeles comenta en una reseña que la película "reafirma la dignidad de los trabajadores como seres humanos". Es importante ver películas como esta, especialmente hoy, cuando una nueva generación se une a la lucha. Contiene momentos de triunfo y reveses, deja sin resolver importantes interrogantes, pero el público no sale con un sabor de derrota.
¡Qué padre sería el mundo si estuviera en manos de gente como Maya, y todos sus hermanos y hermanas de clase!
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