DIPAK
Obrero Revolucionario #1112, 29 de julio, 2001, en rwor.org
Desde 1996, la guerra popular de Nepal, dirigida por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) y su líder, el presidente Prachanda, ha librado una guerra de guerrillas contra el gobierno reaccionario de Nepal, ha movilizado al campesinado y echado profundas raíces, y ha desarrollado bases de apoyo donde las masas ejercen el nuevo poder popular.
En abril, el ejército popular lanzó una campaña de una semana que culminó en un paro nacional (bandh) el 6 de abril. Se registraron miles de acciones en todo el país con importantes victorias militares. Las acciones más importantes de la campaña --cinco pujantes ataques a puestos policiales-- expandieron y consolidaron las bases de apoyo, especialmente en la Región Occidental. Himalayan Thunder (Truenos en los montes Himalaya), un boletín publicado por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) [PCN(M)], informó:
"Los guerrilleros lanzaron dos masivos ataques en la Región Occidental (el centro de la guerra popular), que han sido las mayores acciones militares desde el ataque al cuartel del distrito de Dolpa en septiembre de 2000. El primer ataque ocurrió el 1º de abril en Rukumkot, el bastión de la guerra popular, y desde el punto de vista estrictamente militar fue el ataque de mayor envergadura de la guerrilla hasta la fecha [mayo de 2001, nota del editor]. Fue el primer ataque exitoso contra un puesto fortificado, resguardado por una compañía de la Fuerza Especial de Comandos de la policía. El puesto se construyó en un cerro estratégico... y en el momento del ataque estaba resguardado por 76 policías. Sin embargo, una compañía del ejército guerrillero popular, con la ayuda de milicias locales, lo abrumó en un operativo relámpago de 45 minutos y lo dejó en escombros, con un saldo de 31 comandos especiales y un inspector muertos, 14 heridos y 22 presos".
El Obrero Revolucionario recibió el siguiente informe de un escritor que presenció el ataque al puesto de Rukumkot por invitación expresa del PCN(M):
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La guerra popular, que está en su sexto año, ha avanzado política y militarmente; ha desarrollado la estrategia militar y aumentado su fuerza. Miles han engrosado las filas del ejército popular desde 1996, cuando empezó "de la nada", y en este momento miles de hombres y mujeres solicitan incorporarse. Los exitosos ataques militares [de abril] contra cinco puestos policiales aumentaron la fuerza y capacidad de combate del ejército popular.
A continuación relataré cómo se comportaron la policía y el ejército popular durante y después del ataque al puesto de Rukumkot, una de las mayores acciones de la guerra popular de Nepal hasta la fecha.
Rukum, una base de apoyo del Partido Comunista de Nepal (Maoísta), está 600 kilómetros al oeste de Katmandú. El puesto policial de Rukumkot, un puesto fortificado y resguardado por comandos especiales, era el mayor puesto de la zona, salvo el cuartel general.
Me invitaron a mí (y a otro compañero) a presenciar el ataque al puesto y hacer un reportaje. A las 2 de la tarde del 31 de marzo, tras varios días de caminata, llegamos a un campamento del ejército popular. Al pie de un cerro se vislumbraban las carpas y mucha gente que preparaba comida. Había muchísimos camaradas del ejército popular en la aldea comiendo, limpiando las armas y platicando. Los aldeanos y los camaradas del ejército popular nos saludaron calurosamente. Ese mismo día caminamos otro trecho hacia el puesto policial.
El nuevo campamento estaba al otro lado del cerro a unas cinco horas del puesto policial de Rukumkot. Desde el cerro los centinelas vigilaban las actividades del puesto y las comunicaban a los mandos. Otros camaradas analizaban los planos del puesto y trazaban planes. No descansaban, pues todo mundo esperaba ansiosamente el momento de emprender la marcha y lanzar el ataque.
El 1º de abril a las 5 de la tarde, la larga columna de guerrilleros emprendió la marcha hacia el puesto en medio de saludos rojos. Subió y bajó el cerro por un camino resbaloso por la lluvia, con curiosidad sobre la batalla por librar y una gran confianza en la victoria.
A las 9 de la noche, nos encontrábamos muy cerca del puesto. A las 9:15, cortamos la luz y hubo un apagón y otro a las 10. Por lo general cuando se va la luz, la policía grita. Esperábamos ansiosos la orden de abrir fuego. Una luna llena iluminaba el paisaje después de las lluvias. Temblábamos del frío y conforme pasaba el tiempo lo sentíamos más. A las 11, hubo otro apagón; la policía se puso a gritar y los perros a ladrar, y de repente estallaron las ráfagas de los rifles.
El ruido despertó la aldea y las aldeas cercanas. Los aldeanos se reunieron, dispararon al aire y tocaron instrumentos tradicionales para animar al ejército popular a la victoria. En medio del fragor de los rifles y los truenos de la granadas, resonaban consignas de "¡Viva el marxismo-leninismo-maoísmo y el Camino Prachanda!"*, "¡Ganaremos la batalla!", "¡Adelante el ejército popular!" y "¡Viva el CPN(M)!".
Las grandes ráfagas de fuego (de cuatro o cinco salvas por segundo) seguían, a veces separadas por unos segundos de silencio. El comandante del ejército popular daba órdenes a los camaradas e instaba a los policías a rendirse. Les decía que la guerra es contra el gobierno, no contra la policía: "Si se rinden, les garantizamos la vida".
No podíamos avanzar hacia el puesto sin el permiso del comandante, así que esperamos. A las 11:30 las ráfagas disminuyeron y el primer bunker ardió. Avanzamos al puesto en medio de disparos intermitentes.
Los bunkers estaban en llamas. Los camaradas juntaban a los policías rendidos y les ordenaban acostarse en el suelo. Se felicitaban por la victoria. El equipo de suministros recolectaba armas y hacía tareas de logística. En el suelo había algunos policías muertos y al lado suroeste del puesto, que estaba relativamente más protegido, había muchos más.
Algunos camaradas también perdieron la vida. Un equipo recorría el puesto en busca de los heridos. Médicos de la compañía guerrillera atendían a los camaradas y policías heridos. Se apuntaban los nombres de los policías para ver si tenían acusaciones pendientes.** Recorrimos el puesto y tomamos fotos.
A la 1 de la madrugada, emprendimos la marcha de regreso. Los guerrilleros dejaron a los policías heridos en el puesto y se llevaron a los 22 rendidos. Cargaron a los camaradas muertos hasta encontrar un lugar seguro para enterrarlos. El equipo de suministros y reservas se encargó de eso. A una hora de camino encontraron un buen lugar y cavaron las fosas.
Esa noche experimentamos en carne propia las pérdidas de la guerra y la necesidad de derramar la sangre por la revolución. Comprobamos la consigna: "La sangre riega la revolución". Ocho camaradas dieron la vida por la guerra popular, por la república popular de Nepal y la meta del comunismo, por la garantía del futuro brillante, por la independencia total de la sociedad humana y al servicio del movimiento proletario mundial. Dieron la vida con alegría. Fue una pérdida de fuerza militar, pero fue necesaria.
Los ocho camaradas parecían descansar después de ganar la guerra y sonreír por la victoria. Con el último suspiro uno de los mártires le dijo a un compañero: "Camarada, me dieron un balazo y a lo mejor me muero. Ten mi rifle y mi bolsa de granadas. Toma la comida que tengo en la mochila si es que no se ha echado a perder por la sangre. No abandones la trinchera. Lograremos la victoria". Debemos recordar esas palabras del camarada Milan que demuestran su gran valor, su amor por los camaradas y su confianza en la victoria de la guerra.
El comandante de la compañía, el camarada Passang, dio un discurso en honor a los mártires conocidos y desconocidos, y a los ocho mártires del ataque al puesto: "En esta acción, nuestro frente militar y nuestro partido perdieron a ocho valiosos e intrépidos comandantes y camaradas. Sentimos mucho dolor y tristeza, pero las pérdidas y la muerte son inevitables, y sin ellas no hay victoria; no sería científico ni correcto decir que solo el enemigo sufra pérdidas y muertes".
Todos sentíamos una gran tristeza por los mártires. El comandante pidió que los combatientes les dieran el último saludo rojo. Con el rifle hacia el suelo, se quitaron la gorra e inclinaron la cabeza en un minuto de silencio. Con el puño en alto, se despidieron de los valientes camaradas.
Los enterraron uno por uno. Fue un momento imborrable. Brotaron las lágrimas, a pesar de comprender las pérdidas y la muerte. Después, emprendimos la caminata hacia el campamento, cobijados por la oscuridad de la noche.
Al amanecer, los primeros rayos del sol iluminaron al monte Sisne Himal (una montaña famosa de Rukum que es el símbolo del espíritu revolucionario). Sonreía por la victoria de los guerrilleros en sus faldas. Pero también parecía sentir la tristeza y el dolor de perder a ocho de sus hijos llenos de esperanza; era como si compartiera las alegrías y penas del ejército popular.
A las 7:15 de la mañana, los helicópteros de la policía empezaron a buscarnos. La policía retomó el puesto destruido y sacó a los heridos. No nos importaba. Seguimos nuestro camino.
Al llegar al campamento, comimos y descansamos. Los aldeanos felicitaron a los combatientes, y compartieron la victoria y la alegría. Estaban contentos porque la causa del pueblo triunfó y eso para ellos representaba venganza (tanto tiempo esperada) por el asesinato de sus parientes y la opresión del pueblo.
Nos reunimos con los presos de guerra (los policías rendidos). Tenían los ánimos por los suelos. Dijeron que nunca se imaginaron que los guerrilleros atacaran el puesto. Contaron que se resbalaron por el cerro en un intento vano de parar el ataque maoísta. De los 76 policías del puesto, 50 eran "comandos" entrenados por el ejército. Tenían mucha confianza de ganar la batalla y por eso no se rindieron al principio. Inclusive trataron de escapar de la sección protegida, pero cuando los guerrilleros tomaron el primer bunker, perdieron la esperanza. Prometieron dejar el oficio de policía si los dejaban en libertad y al término de dos semanas pidieron su libertad, pero al momento de escribir este relato siguen presos.
A las 2 de la tarde del 2 de abril, los camaradas se pusieron a anotar las armas confiscadas. Las revisaban con amor y aprecio, pues las ganaron a costa de la sangre de sus camaradas y las armas eran un factor importante de la victoria: 58 rifles 3-0-3, 6858 balas, 4 pistolas, 3 revólveres, 6 Magnum... 23 granadas, 43 bombas de humo, etc.
El 3 de abril, tocó partir aunque nos daba tristeza dejar la aldea. Intercambiamos saludos revolucionarios. Los aldeanos nos hicieron una ceremonia de despedida con bellas guirnaldas y tikka [polvo rojo para pintar la frente]. Sentimos el calor de su gran cariño. Nos despedimos y les deseamos más victorias en la guerra.
El ataque al puesto policial de Rukumkot tiene importancia estratégica para la guerra popular de Nepal y para establecer el Camino Prachanda. Fue una victoria militar contra el enemigo y una victoria política contra los reaccionarios. El puesto del distrito de Rukum era uno de los principales bastiones contrarrevolucionarios y tenía gran importancia militar para el gobierno de Girija. Se construyó en un cerro al borde de un precipicio y estaba protegido por una cerca de alambre de púa y minas. Tenía un puesto central, ocho bunkers principales y 16 bunkers adicionales rodeados por una trinchera. Era el último modelo de puesto fortificado y estaba resguardado por numerosos comandos entrenados por el ejército.
El gobierno decía que los maoístas ganaban batallas gracias a la geografía favorable, pero en medio de la destrucción del puesto el DPM (diputado primer ministro) admitió que además de aprovechar la geografía, los maoístas elevaron su capacidad militar.
El ataque destruyó el puesto y asestó un golpe contundente a la fuerza militar del gobierno, pero también tuvo grandes pérdidas para el ejército popular. Demostró que más que las armas y la geografía, la victoria se gana con la línea y orientación correcta, y con la luz del marxismo-leninismo-maoísmo y el Camino Prachanda, con valor, estrategia objetiva y dedicación. Esta victoria desempeñó un importante papel para establecer el Camino Prachanda en Nepal.
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* El Partido Comunista de Nepal (Maoísta) habla del "Camino Prachanda" en un editorial que salió hace poco en Himalayan Thunder: "El conjunto de ideas elaboradas hasta la fecha en el proceso de aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo a las condiciones concretas de Nepal se ha sintetizado en el `Camino Prachanda'".
Este concepto se adoptó hace poco en un importante Congreso Nacional del Partido. El nuevo boletín del CPN(M), Himalayan Thunder (a la venta en las librerías de Libros Revolución), aborda a fondo los planteamientos del CPN(M) sobre esta y otras importantes cuestiones teóricas y políticas.
** Tras atacar los puestos policiales, los guerrilleros averiguan si los policías presos han cometido crímenes contra el pueblo, como violación, asesinato y tortura.
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