Obrero Revolucionario #1114, 12 de agosto, 2001, en rwor.org
"Nadie se preocupa por los desempleados. Estamos huérfanos".
Señora bloqueando una carretera
en el norte de Argentina
"Hay familias enteras que no pueden alimentar ni vestir a sus hijos, como la mía".
Barredor de calles en una barricada,
cuyo ingreso mensual es $160
Olas de resistencia, paros nacionales y barricadas de llantas incendiadas han paralizado a Argentina.
Argentina, la segunda economía de Sudamérica, con el mayor ingreso promedio ($9000 anuales), se encuentra en el tercer año de una profunda crisis económica. Para la clase obrera la situación llegó al límite.
Según las estadísticas del gobierno, el desempleo es de 16% y el subempleo de 15%. Eso quiere decir que 4,5 millones de trabajadores (30% de la fuerza de trabajo) no tienen empleo. La pobreza es masiva; una de cada tres personas vive por debajo del nivel de pobreza y cinturones de miseria rodean las ciudades.
Los más afectados son los niños: la mitad vive en la pobreza. Un informe reciente señala que 800.000 niños viven en hogares con un ingreso de menos de $1 al día. Toda una generación de niños de la clase obrera busca subsistencia en las calles.
¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno y la clase dominante de Argentina? Durante todo el mes de julio impuso medidas para recortar el nivel de vida. El 31 de julio, el Congreso impuso un recorte de 13% al salario de los empleados públicos y a las pensiones de los jubilados que sean superiores a los $6000 anuales.
¡El plan aprobado el 31 fue el séptimo plan de recortes del gobierno del presidente Fernando de la Rúa en año y medio! Para millones de personas, fue la gota que colmó la copa. El país se paralizó.
¡Paro!
Cuando se vio que el gobierno sí iba a imponer los recortes, la resistencia creció día tras día.
El 17 de julio, los gobernadores de las 23 provincias y el alcalde de Buenos Aires llegaron a un acuerdo con el muy odiado presidente de la república, Fernando de la Rúa, y apoyaron el plan de recortes. Debido a que muchos de ellos pertenecen a partidos de la oposición, este fue un pacto entre círculos de la burguesía. Los banqueros imperialistas alabaron al presidente por forjar una alianza de la clase dominante.
El 18 de julio, los trabajadores realizaron un paro general de dos días: no funcionaron el transporte, la aviación ni las escuelas. Hubo bloqueos de carreteras por todo el país.
Poderosas manifestaciones sacudieron a Buenos Aires; los trabajadores del sector público realizaron un plantón frente al palacio presidencial, y obreros y estudiantes sitiaron la bolsa hasta que la policía los dispersó con cañones de agua.
Este fue el sexto paro nacional desde que entró en funciones el presidente de la Rúa en diciembre de 1999; y fue el más poderoso: afectó al 60% de la industria.
Fue un claro repudio de la clase obrera a la crisis capitalista. Sin embargo, la dirección conservadora de los sindicatos trató de limitar y contener la furia popular a niveles reformistas aceptables. La dirección de los sindicatos aliada con la oposición peronista apoya las medidas de austeridad pero se queja de que los ataques son solo contra la clase obrera. Otros sindicatos propusieron demandas reformistas: seguro de desempleo y programas de capacitación.
El gobierno piensa acusar a los líderes de los sindicatos de sedición (reto ilegal al poder del gobierno) por apoyar el paro nacional. La prensa indica que la dirección de los sindicatos está perdiendo el control ante sectores más radicales.
¡Nada se mueve!
A pesar del paro, el gobierno decidió el 30 de julio seguir adelante con el plan aprobado por el Senado.
Inmediatamente, miles de personas dieron su respuesta bloqueando carreteras y calles; trabajadores estatales, estudiantes y desempleados pusieron barricadas de llantas incendiadas en más de 40 ciudades. El gobierno calculó que el 70% del tráfico de carreteras fue paralizado con protestas contra los recortes de salarios y pensiones de los empleados del sector público, en defensa de los desempleados y por la libertad de los detenidos.
En Buenos Aires, bloquearon cinco arterias principales e impidieron el tráfico al aeropuerto. En las afueras de Buenos Aires, en el militante barrio obrero de La Matanza, mil personas y docenas de camiones bloquearon la carretera. En el barrio Florencia Varela, cientos se apoderaron de un banco.
Desde hace un año las protestas han venido creciendo en todo el país. En General Moscón, en el norte del país, las luchas de los desempleados han sido feroces, y los agricultores han puesto barricadas para protestar contra la inundación de cereales baratos de Estados Unidos, como consecuencia de las medidas del TLC/NAFTA, que han arruinado a muchos.
El 1º de agosto se dio el primer bloqueo de carreteras en todo el país. A la burguesía le preocupa que los bloqueos parecen organizados por elementos de base radicales auxiliados por "teléfonos celulares y la Internet". En muchas partes, la juventud y los hijos de los obreros desempeñaron un importante papel en las barricadas.
El gobierno amenazó aplastar las barricadas, pero se retractó en vista de que cuentan con mucho apoyo popular. En Córdoba, la segunda ciudad, hubo una escaramuza de obreros con la policía y arrestos.
Los trabajadores estatales han dicho que realizarán paros no autorizados, para desafiar tanto al gobierno como a los líderes conservadores de los sindicatos.
Choque de clases
"Creo que el contagio internacional va a ser más grande de lo que se pensaba. No se puede levantar una cerca alrededor de Argentina y dejar que siga adelante sola".
Walter Molano, director de la
institución bancaria BCP Securities
"Lo único que va a apaciguar al mercado es la certeza de que el gobierno tiene la situación bajo control".
Standard and Poors,
compañía capitalista de solvencia
"Este plan no es negociable. Daré la vida en esta lucha".
Presidente Fernando de la Rúa
"Pensamos que la única manera de poner en marcha este país es dejar de pagar la deuda externa. Queremos que caiga el gobierno".
Un desempleado en una barricada
Las respuestas de las clases opuestas a la crisis económica son radicalmente opuestas.
Para la clase dominante, el principal problema de la recesión esa cómo afectará el pago de los $150 billones de la deuda externa, que es equivalente al 50% del producto interno bruto.
Debido a la contracción económica, la renta pública ha disminuido 8% en comparación con el año anterior, lo cual significa que el gobierno tiene menos dinero para pagar a los banqueros imperialistas.
Argentina debe pagar $8,5 billones a los banqueros imperialistas antes de fines de año. Desde la primavera, el secretario de Hacienda, Domingo Cavallo, ha estado viajando por todos lados prometiendo que el gobierno cumplirá con sus obligaciones. Los banqueros imperialistas dicen que la única manera de garantizar que les paguen es recortar el sueldo de los trabajadores estatales y los jubilados.
Mientras las masas rechazaban con indignación los planes del presidente de la Rúa, en la reunión del G-8 en Génova los imperialistas lo aplaudían.
Hay dos cosas que preocupan a los imperialistas: una es que el colapso de Argentina podría repercutir en el sistema financiero internacional; la otra es que la "medicina" capitalista podría detonar mayores rebeliones contra el gobierno.
El 2 de agosto, José Antonio Ocampo, director de la Comisión Económica de la ONU para Latinoamérica y el Caribe, predijo que este año el crecimiento económico de Latinoamérica será la mitad, como consecuencia de las crisis de Argentina y Brasil y del repliegue de la economía mundial.
En este mundo capitalista, no se construye ni financia nada a no ser que un gran capitalista piense que va a sacar mucho provecho; por eso, la falta de "confianza de los inversionistas" podría poner de rodillas a todo el país. Las medidas del presidente de la Rúa y los grandes partidos burgueses tienen como prioridad cumplir las exigencias del capital internacional.
El 3 de agosto, el FMI anunció que le prestaría a Argentina suficiente dinero para cumplir con sus pagos, y el gobierno dijo que procederá con los recortes.
Los banqueros imperialistas dicen que los recortes (que sumarán $1,5 billones) no serán suficientes, y el gobierno ha anunciado que ya está preparando la próxima tanda de recortes. El jefe de gabinete, Chrystian Colombo, ha advertido: "El pueblo tiene que estar preparado para reconocer esta profunda crisis".
El espíritu combativo de las masas crece y los capitalistas preparan planes para hacer cumplir sus demandas. David Hale, analista de economía mundial de Financial Services de Zurich, dijo en un artículo del Financial Times que la crisis argentina "podría ser tan inestable que es posible imaginarse que tanto en Argentina como en Brasil vuelvan los gobiernos militares".
El sistema imperialista y los capitalistas argentinos están atizando una confrontación con las masas populares. La profunda crisis económica está provocando una profunda crisis política, y las protestas populares van a ser nuevas pruebas de fuerza.
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