Informe de un testigo presencial

Lo que Estados Unidos le hizo al pueblo iraquí

Larry Everest

Obrero Revolucionario #1121, 7 de octubre, 2001, en rwor.org

"Soy miembro de la defensa civil y fui al refugio al día siguiente del bombardeo. Por todas partes había carne y se oían gritos de niños entre los escombros, pero no los pudimos sacar. Recuerdo a una señora con la cara bañada de lágrimas, muda, que buscaba a sus niños. Encontró a siete, pero no encontraba al niño de dos años. Solo había cadáveres carbonizados, irreconocibles. Decía: `Puede ser él, pero puede no ser él'. Nunca lo olvidaré. Cuando estoy pensando o descansando, me vuelve a la memoria una y otra vez".

Dr. Ameed Hamid, director
Media Luna Roja, Irak

En febrero de 1991, un misil crucero estadounidense bombardeó un refugio antiaéreo de civiles en el barrio Amiriya, del norte de Bagdad, y mató a 500 personas. A mediados de julio de ese año, cuando fui a ese barrio de clase media de calles anchas, casas de dos pisos y jardines, no me pareció posible que hubiera ocurrido algo tan terrible ahí. Por fuera, el refugio de dos pisos de cemento se veía relativamente normal.

"Vamos al techo", me dijo el taxista, y así lo hicimos. Me paré al borde de un hueco de casi dos metros de ancho y metro y medio de profundidad, que cortaba concreto y acero. Mirando al fondo se ve una caverna tiznada, donde todavía huele a carne quemada. Visualicé cómo, en un instante, una bomba transformó un refugio en un infierno mortal para cientos de hombres, mujeres y niños: un infierno de puertas de acero, muros de concreto, sin salida.

En el discurso de este 20 de septiembre al Congreso, el presidente Bush criticó a los que "amenazan a gente de todo el mundo dando albergue, patrocinio y suministros a terroristas" y a los terroristas que matan "sin distingos a civiles y militares".

Se refería a los talibanes de Afganistán y a las redes de militantes islamistas del Oriente Medio, pero a mí me vinieron otras imágenes a la mente.

Pensé en los civiles incinerados en el refugio de Amiriya durante la guerra del Golfo, en los soldados iraquíes bombardeados en la carretera cuando se retiraban, en las madres iraquíes que ven a sus niños languidecer y morir por la falta de agua potable y de medicinas.

Antes de la guerra del Golfo, George Bush, Sr., dijo: "No tenemos problemas con el pueblo de Irak; es más, le extendemos nuestra amistad". Ahora George II dice ante las cámaras de TV: "Estados Unidos respeta al pueblo de Afganistán... pero condena al gobierno de los talibanes... El enemigo de América no son nuestros muchos amigos musulmanes. No son nuestros muchos amigos árabes".

Pero ningún país ha sido responsable por más muertes de civiles inocentes que el imperialismo estadounidense. Y mi viaje a Irak en 1991, varios meses después de la guerra del Golfo, me mostró cómo experimentan la libertad y la democracia estadounidenses los pueblos del mundo.

BOMBAS INTELIGENTES Y BOMBAS ESTÚPIDAS

"Estamos en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Docente Basora y, como puede ver, la unidad sufrió graves daños y casi quedó destruida por el bombardeo del 26 de enero. El ataque fue a las 7:30 y el objetivo seguramente era un puente civil que cruzaba el río para ir al otro lado de Basora. Una bomba cayó encima del hospital: ahí se ve el cráter. Debido a la explosión, la estructura del hospital se dañó y hay muchos huecos. Las ventanas se rompieron y los marcos se zafaron. En esta unidad murieron tres pacientes porque el techo les cayó encima y porque se destruyó el sistema central de oxígeno".

Dr. Walid al-Rawi, director,
Hospital Docente Basora

Durante la guerra del Golfo, la prensa alabó las bombas "inteligentes": misiles y bombas guiados de alta tecnología que supuestamente siempre dan en el blanco y reducen los "daños colaterales". El Pentágono afirmó que los civiles casi no sufrieron heridas gracias a la "cuidadosa selección de blancos y a la experta aplicación de tecnología". En realidad, tales armas fueron solamente el 7% de las 88.500 toneladas de bombas descargadas sobre Irak. El resto eran bombas de gravedad usuales, y solo una de cada cuatro dio en el blanco.

En Bagdad visité a un grupo de trabajadores que vivían en un edificio de una calle pequeña del centro. Una bomba cayó en el barrio y destruyó completamente media docena de edificios de apartamentos, hundió el techo de su edificio y dañó una iglesia cercana.

En Basora, unos trabajadores me mostraron los huecos de balas del techo de su casa. En un barrio situado cerca del puerto vi una serie de cráteres de bombas de 3 a 5 metros que marchaban derechito a una zona residencial. Todo lo que quedaba de ella era un Chevy Impala 1963 quemado.

Pasé por bodegas de alimentos quemadas y por una bodega de Pepsi. En el bombardeo de la Pepsi, murieron 14 personas, 46 recibieron heridas y 128 casas quedaron destruidas.

En el pueblo de Al Kuds (Jerusalén) unos campesinos me dijeron que la escuela sufrió un ataque y que les cayeron cientos de fragmentos de bomba. En la cercana ciudad de Amarah, el Hospital General Saddam registró 82 muertos y 800 heridos (de 80% a 90% civiles) durante la guerra del Golfo.

TERROR DEL CIELO

"Tengo un niño de cinco años y durante el bombardeo temblaba y decía: `Bush viene, Bush viene'. Después del alto el fuego, los aviones americanos volaban sobre Bagdad rompiendo la barrera del sonido, haciendo un ruido explosivo, para asustar a los niños; también escribían en el cielo con humo azul `USA'. ¿Qué otro objetivo tenían, si no asustar a los niños?"

Dr. Ameed Hamid, director
Media Luna Roja, Irak

El pueblo iraquí aguantó 43 noches de bombardeo continuo en 1991. El Dr. Faiz Arabi, del Hospital de Bienestar Infantil de Bagdad, describió lo que experimentó:

"Cuando empezaron los bombardeos, pasamos diez días en el túnel que hay entre el hospital y el Ministerio de Salud. Nadie podía salir porque tres personas que salieron a caminar por el Centro Médico cayeron balaceadas. El Ministerio de Defensa queda cerca, así que los bombardeos eran muy fuertes; sacudían las paredes y rompían las ventanas. Solo nos quedaban 30 pacientes pues a los demás los dimos de alta. Los que quedaban eran enfermos de cáncer y 20 murieron de sed y hambre.

"Fue horrible, algo imposible de describir. Éramos mil personas enterradas en un túnel de unos 200 metros de largo. Dormíamos parados, como caballos. Finalmente, al cabo de 10 días subimos a otros pisos a los baños y a buscar comida. Comíamos lo poco que encontramos.

"Durante la guerra murieron muchas madres porque no podían ir a dar a luz al hospital. Sé de tres que murieron porque no había gasolina para transportarlas a un hospital. Bueno, inclusive en el hospital es probable que hubieran muerto porque no había electricidad ni instrumentos esterilizados".

El teniente coronel de la Fuerza Aérea Charles A. Horner, encargado de la campaña aérea, dijo que ese terror psicológico era un "beneficio secundario" de los bombardeos. "Así todos saben claramente que están en una guerra y que no les está yendo bien".

MATANZA DE SOLDADOS EN RETIRADA

Por el camino de Basora a la ciudad sureña de Nsiriyah, vi vehículos quemados de todas clases: de tanques a autobuses escolares.

En Amarah, los doctores Jabbo y Salem Mohamed al Saedi (el director regional de salud) me hablaron de la matanza de soldados que huían del frente en el sur de Irak, a unos 200 kilómetros al norte de Kuwait:

"[Estados Unidos] bombardeó a los soldados en retirada y yo vi esa tragedia con mis propios ojos. Estamos a 186 kilómetros de Basora, y de Basora a Sufwan (la frontera de Kuwait) hay 40 kilómetros. Atacaron a los soldados que se retiraban a pie. Para mí, eso no es guerra porque ya nos habíamos retirado oficialmente de Kuwait; todos iban en retirada al norte, de Basora a Amarah; muchos venían a pie porque en esos momentos todo estaba en caos. Pero los aviones los atacaron en la carretera todo el tiempo hasta el cese de fuego [tres días después].

"Un soldado cansado ya ha tirado su arma, el casco, los zapatos y lo único que busca es ponerse a salvo. Miles de soldados venían en esas condiciones, pero los aviones los barrieron y mataron a centenares. Todos corrían; unos murieron atropellados por carros y bicicletas. A muchos los enterraron juntos.

"Tenemos un puesto de salud en un pueblito que está a 30 kilómetros al este de Amarah; se llama Khahala. Cuando el Dr. Salem y yo fuimos, contamos 504 bajas; de las 7 de la mañana hasta el cese de fuego a las 7 de la noche contamos 504 bajas.

"Hablo de cosas que vi, de mi propia experiencia, de cosas que vi con mis propios ojos".

Después de mi regreso de Irak, se supo que las fuerzas armadas de Estados Unidos enterraron vivos en sus trincheras de 6000 a 8000 soldados y que el 2 de marzo (después del cese del fuego del 27 de febrero) la División 24 de Infantería Mecanizada mató a miles de soldados en retirada; 350 eran presos desarmados, a quienes les dispararon directamente.

DESTRUCCIÓN DE LA INFRAESTRUCTURA CIVIL

"Desde la guerra, los niños iraquíes han estado expuestos a guerra biológica, una guerra biológica masiva. Se destruye la infraestructura de un país, y las aguas negras llenas de microbios inundan las calles; se impide que los niños tengan agua pura; se crea desnutrición; se impide que entren medicinas al país. Todo eso es un excelente caldo de cultivo para la enfermedad y la muerte".

Socorrista de Irak

Durante la guerra contra Irak, los bombardeos destruyeron completamente 11 de las 20 centrales eléctricas y dañaron seis. Las voces oficiales de Estados Unidos decían que el objetivo de esa destrucción era acortar la guerra y salvar soldados americanos. Pero en el número del 8 al 14 de julio de la revista Washington Post Weekly, el coronel John A. Warden II, subdirector de estrategia, doctrina y planes de la Fuerza Aérea, admitió que el objetivo era apretarle las clavijas a Irak: "Saddam Hussein no puede reparar la electricidad por su cuenta; necesita ayuda. Si la coalición de las Naciones Unidas tiene ciertos objetivos políticos, puede decir: `Saddam, si aceptas esto y aquello, dejaremos que vengan a arreglar la electricidad'. Nos da una palanca de largo plazo".

Desde entonces, se han conocido documentos de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa que demuestran que Estados Unidos destruyó deliberadamente el sistema de agua con bombardeos de presas y de plantas de tratamiento de aguas negras, y que después impidió que lo reconstruyeran prohibiendo importar el equipo y los productos necesarios.

Sin electricidad, no hay agua limpia y no se tratan las aguas negras. Eso ha causado un terrible aumento de enfermedad y muerte, sobre todo porque va acompañado de escasez de comida y medicinas.

Los niños iraquíes están atrapados en un círculo vicioso de escasez de comida y agua contaminada. La escasez de alimentos los hace susceptibles a enfermedades, y la diarrea que causa el agua contaminada impide que absorban lo que comen. La diarrea infantil se ha cuadruplicado desde 1990.

MUERTOS DE HAMBRE EN LA MEDIA LUNA FÉRTIL

En el Hospital de Bienestar Infantil de Bagdad, Satenya Naser trataba de consolar a su hijo de un año y medio, pero el niño, desnutrido y esquelético, lloraba al menor roce. Cuando conocí a Satenya, tenía unos 35 años, y una mirada directa, firme. Desde enero solo le había podido dar al niño agua de arroz: "No hay leche, pero incluso si hubiera no la podría comprar", explicó.

La alimentación de Hamid y el agua contaminada le produjeron un caso de diarrea crónica durante cuatro meses y perdió la mitad del peso. Llevaba dos meses en el hospital y tenía el estómago inflado, una característica de kwashiorkor, una enfermedad causada por una severa deficiencia de proteínas. Hamid estaba tan débil que no podía levantar el bracito.

Vi madres como Satenya y niños como Hamid en todos los hospitales de Bagdad, Amara y Basora. Pero no vi ni un solo equipo de televisión de Estados Unidos, Inglaterra, Francia o Rusia. La prensa estadounidense estaba muy ocupada debatiendo si Irak tenía "armas de destrucción masiva".

"Antes, solo veíamos casos de desnutrición en libros o fotos de África", comentó el Dr. Faiz Arabi, el pediatra de Hamid. "Nos enseñaron que los últimos casos de kwashiorkor de Irak se dieron en Bagdad en 1959. Ahora los estamos viendo de nuevo en 1991".

Satenya vivía con su esposo y sus nueve hijos en una casa de dos habitaciones en las afueras de Bagdad. Su esposo era obrero y ganaba 120 dinarios al mes. Una lata de leche en polvo costaba 3 dinarios antes de la guerra, pero ahora costaba 35 (más de 100 dólares, al cambio oficial). "¿Cómo voy a comprar leche para los niños?", preguntaba.

En el Hospital Pediátrico de Bagdad, admitían de 50 a 100 niños al día: la mitad por desnutrición. En el pabellón pediátrico de Amarah aumentaron el cupo de 35 a 70, pero el ingreso de niños desnutridos era tan grande que los tenían que dar de alta a los seis días... a sabiendas de que no tenían qué comer. El 30% regresaba en poco tiempo.

Los médicos también me describieron muchos traumas psicológicos causados por la guerra: de mojarse en la cama a fobias. Unos comían tierra, como forma inconsciente de compensar la falta de hierro y calcio. En Bagdad, cerca de Hamid, estaba un niño de Curdistán de 10 años que dejó de hablar y de comer tras un bombardeo. "Cuando lo trajeron, parecía un fantasma", dijo el Dr. Arabi. "Lo alimentamos con suero intravenoso, pero todavía no habla".

En 1997, la ONU calculó más de 1,2 millones de muertes (750.000 niños menores de cinco años) a raíz de la escasez de medicinas desde la guerra del Golfo. En 1999, UNICEF, la organización de la ONU dedicada a la infancia, informó que el doble de niños moría que antes de la guerra: 5000 al mes.

En total, Estados Unidos y sus aliados son responsables de la muerte de 500.000 a 1,500.000 iraquíes en los últimos 10 años. Mataron de 100.000 a 200.000 en la guerra, y han matado miles más con las sanciones que no dejan importar comida, medicinas ni equipo para reconstruir la economía ni la infraestructura.

PREPARATIVOS PARA ATACAR A IRAK OTRA VEZ

Leí en el New York Times que se habla de volver a atacar a Irak, aunque los funcionarios del gobierno admiten que no tienen prueba de su participación en los sucesos del 11 de septiembre. Es difícil imaginar un ataque peor que los constantes bombardeos que ha recibido Irak después de la guerra. Los bombarderos estadounidenses han realizado 280.000 misiones. En 1998 y 1999, los bombardeos eran diarios; en los últimos dos años, han matado a centenares.

En una rueda de prensa le preguntaron al secretario de Justicia sobre los bombardeos a Irak después del 11 de septiembre. Dijo que no eso no era parte de la nueva guerra, que era lo normal.

¡Este planeta no necesita otra guerra injusta!


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