Obrero Revolucionario #1122, 14 de octubre, 2001, en rwor.org
"Puede salir, agente Roach. Está en libertad".
Juez Ralph E. Winkler de Cincinnati,
26 de septiembre
"Mató a mi hijo. Lo demás es pura pantalla".
Angela Leisure, madre de Timothy Thomas
Eran las dos de la madrugada, el 7 de abril, en Cincinnati. Unos doce policías que perseguían a Timothy Thomas lo tenían arrinconado en un callejón. Timothy, de 19 años, salió a hacer compras en la tienda de la esquina y terminó asesinado injustamente, con una bala en el corazón, por el agente Stephen Roach. Timothy estaba solo y desarmado.
El asesinato provocó un alzamiento de tres días en Cincinnati: la rebelión más importante contra la brutalidad policial desde 1992 en Los Ángeles.
Ahora ocurre una nueva injusticia. Tras examinar el caso y escuchar las pruebas, el sistema judicial y el juez dieron un veredicto infame: ¡el chota no hizo nada malo!
Un joven negro murió y el juez dice ante un juzgado atestado: "El agente Roach actuó de manera razonable".
Luz verde al asesinato policial
Hasta las acusaciones contra Roach eran irrisorias. En vez de acusarlo de homicidio, lo acusaron de dos delitos menores ("homicidio por negligencia" e impedir el debido procedimiento oficial) que conllevan una pena máxima de nueve meses de cárcel.
Roach tuvo la opción de ser juzgado por un juez o en un juicio con jurado. Como todos los policías, se decidió por el juez, quien declaró que el balazo mortal fue un acto "razonable"; en esencia, culpó a Timothy. Ahora a Roach solo le espera un "proceso de disciplina administrativa" a cargo de sus superiores.
El juez Winkler dictaminó que el balazo no fue un "acto criminal con culpabilidad". ¿Por qué? En palabras del juez: "Hay que juzgar la prudencia de la acción desde la perspectiva de los agentes que estaban ahí... Si un agente cree erróneamente que un sospechoso opondrá resistencia, a veces se justifica usar más fuerza de lo que en realidad es necesario. En esas situaciones, no se debe juzgar la acción del agente con la claridad que tenemos en retrospectiva".
Encima, el juez culpó a Timothy. Dijo: "Disparar fue una reacción instantánea a una situación muy peligrosa creada por Timothy Thomas".
¿Y qué hizo Timothy para "crear" esa situación? En primer lugar, era un chavo negro en una comunidad pobre. Winkler subrayó que Over-the-Rhine es "un barrio sumamente peligroso de Cincinnati", o sea que es razonable que la chota les dispare a los que viven ahí.
Segundo, Timothy echó a correr de los agentes. (En vista del tiroteo y el veredicto, ¿no es lógico que un chavo negro corra de la policía?)
Tercero, al parar, Timothy se alzó el holgado pantalón de deporte que se le caía. Ni siquiera Stephen Roach pudo decir por qué era peligroso y mortífero alzarse el pantalón. Al principio, Roach dijo a los investigadores que creía que Thomas tenía una pistola. Luego abandonó esa versión y dijo que Thomas le dio un susto al llegar a la esquina y que apretó el gatillo involuntariamente. Hasta el investigador policial Charles Beaver le dijo al juez que no creía la versión de Roach.
Pero en el tribunal, los detalles no importaban: ni el hecho de que Roach mintió y luego reinventó su mentira, ni la declaración de los demás agentes de que no vieron razón para desenfundar las pistolas.
El juez dijo: "Las otras declaraciones atribuidas al agente Roach no son de importancia y de ninguna manera obstaculizaron la investigación policial del incidente".
En dos ocasiones, Winkler sugirió que el peligroso era Timothy. Dijo: "La policía de Cincinnati ya conocía a Timothy Thomas. Le giró 14 órdenes de arresto". En realidad, esas "órdenes de arresto" eran por delitos menores, principalmente infracciones de tránsito y dos multas por correr de la policía. En un país donde a los chavos negros y latinos los hostigan, los arrestan y les crean antecedentes nada más que por cotorrear en la esquina o por manejar un carro, ese juez implica que ser "conocido" por la policía justifica una bala de 9mm en el pecho.
Para colmo agregó: "El agente Roach no tenía antecedentes hasta ese incidente, pero Timothy Thomas sí".
Al final de cuentas, los hechos están claros: el agente Roach es culpable de homicidio; Timothy Thomas era culpable de infracciones de tránsito. El agente Roach sigue trabajando, como guardián de carros confiscados; Timothy Thomas está muerto y le hace mucha falta a sus seres queridos. Y el sistema otra vez ha dictaminado que la policía tiene el derecho de disparar contra gente desarmada, y que nadie tiene el derecho de cuestionarlo.
Duro, dur
ísimo"¿A quién balearán ahora? La policía actúa como juez, jurado y verdugo".
Howard Duncan, un hombre negro
entrevistado frente al tribunal
del condado Hamilton
"Me da miedo preguntarles la hora. Me pueden meter un balazo en la cabeza".
Nicole Zanders, de 18 años.
Un policía le mató a su primo
"Hablan de paz y de aliviar el dolor, pero es pura palabrería... No sé por qué creí que sería diferente".
Rdo. Damon Lynch
"La justicia existe solo para ellos. Quería que mi hijo fuera la última víctima, pero no va a ser así. Esta situación se repetirá, a menos que haya algún cambio".
Angela Leisure
"¡Veremos lo que pasa esta noche!"
Grito de un chavo a los
agentes frente al tribunal
La gente de Cincinnati estaba preparada para ese veredicto, pues la policía ha asesinado a 15 hombres negros desde 1995 y los tribunales jamás han acusado a un agente.
Pero ni modo, aunque sobre desconfianza, un veredicto tan grueso pega duro. Una vida, los amores, las penas, las esperanzas... no cuentan para nada en el tribunal, donde el juez felicita al chota asesino y lo manda de regreso al trabajo.
En el juzgado, colmado de gente, se oyó un murmullo de dolor cuando el juez puso en libertad a Roach. La madre de Timothy, Angela Leisure, se desplomó por un momento, pero recobró la fuerza y la dignidad para condenar el veredicto ante los reporteros. La furia y el shock estremecieron a la muchedumbre.
Un activista de los sin techo dijo: "Nos dio coraje, pero sorpresa no. Unos lloraban, otros se sentían frustrados... Una persona mencionó que tras los acontecimientos del 11 de septiembre, se habla mucho de unidad nacional, pero no nos digan que hay unidad en Cincinnati".
Las autoridades tomaron muchas precauciones para impedir que brotara de nuevo una rebelión. Se prepararon cuidadosamente para mantener el control de la ciudad. Rodearon el tribunal con muchísimos policías de motín, con escopetas y linternas pesadas como cachiporras. Las dependencias municipales, al igual que los negocios y centros de trabajo, cerraron temprano, y las cantinas y restauranes ni siquiera abrieron.
Regía un toque de queda por toda la zona. Amenazaron arrestar inmediatamente a cualquier persona que estuviera afuera de noche.
Por otra parte, movilizaron a los voceros de la clase media negra a disuadir una rebelión. En la calle y por la radio, pastores y abogados negros instaban a tener paciencia y rechazar la confrontación. Decían que "tenemos que protestar por las buenas", con vigilias pacíficas y el voto. Planteaban la posibilidad de elegir a un alcalde negro en noviembre y decían que una rebelión complicaría todo.
El coraje por el veredicto se desahogó en mítines frente al tribunal y la alcaldía. Centenares de personas protestaron en Over-the-Rhine: en las calles le gritaban a la policía, hablaban y debatían entre sí.
Al anochecer, se declaró estado de emergencia. Como un periodista escribió: "El derecho de protestar desapareció". Grupos de chavos salieron a la calle a pesar de las amenazas. El jefe de policía anunció que estaban buscando a "los renegados que no acatan ninguna clase de autoridad policial".
Gran parte de lo que pasó esa noche todavía no se sabe más allá de Cincinnati. Hay informes de disparos en varias zonas y de por lo menos un carro incendiado. Tiraron piedras y botellas contra vehículos de los odiados medios de difusión. Grupos de 50 a 100 chavos recorrieron las calles toda la noche. Los bomberos apagaron más de 30 incendios, principalmente en basureros. En dos días, la policía arrestó a unas 40 personas, principalmente en Over-the-Rhine.
El alcalde de Cincinnati, Charlie Luken, estaba triunfalista, pues el tribunal puso en libertad a Roach y no hubo una rebelión masiva. Haciéndole eco al presidente Bush, exhortó por la radio: "Salgan a cenar, al cine o al teatro. Diviértanse".
Timothy Thomas está muerto. Su asesinato a manos del policía Roach se declaró "homicidio justificado". La policía de motín ocupa la comunidad negra y pasa por alto la ira popular.
Y en Afganistán, morirán otros chavos del barrio para defender este "modo de vivir de USA".
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