Obrero Revolucionario #1126, 11 de noviembre, 2001, en rwor.org
"La posición del gobierno era promover el rápido desarrollo de energía de la región del Caspio... Lo hicimos específicamente para promover la independencia de esos países ricos en petróleo; para, en esencia, romper el control monopolista de Rusia sobre el transporte de petróleo de la región; y, francamente, para promover seguridad de energéticos en Occidente por medio de diversificación de la oferta".
Sheila Heslin, experta en energía
del Consejo de Seguridad de
la Casa Blanca, testimonio
al Senado en 1997
"La estrategia de Estados Unidos hacia Rusia busca debilitar su posición internacional y sacarla de regiones de importancia estratégica del mundo, sobre todo, la región del Caspio, Transcaucasia y Asia Central".
Igor Sergeyev, secretario
de Defensa de Rusia, 1999
"Las circunstancias del mundo han cambiado. En uno o dos años, o tres, veremos una ordenación mundial considerablemente diferente a la de antes del 11 de septiembre porque el suceso es de esa magnitud".
Donald Rumsfeld, secretario de Defensa
de Estados Unidos, Washington Times,
24 de octubre
Hace una década, muchas repúblicas de la antigua Unión Soviética se independizaron de Rusia en un vasto arco de Eurasia; como resultado, Rusia perdió la mitad sur de lo que fuera el territorio soviético. La región contiene muchas de las fuentes de energéticos más grandes y menos explotadas del mundo: enormes campos de petróleo y de gas que se extienden hacia el este desde Bakú (una ciudad petrolera del mar Caspio) y cubren los cinco países conocidos como las Repúblicas de Asia Central (Turkmenistán, Uzbekistán, Kazajstán, Tayikistán y Birguizistán).
El control del petróleo da el control de los que lo necesitan y es un pilar central del imperio moderno.
Para la clase dominante de Estados Unidos, los países de Turquía a China son "presas" que agarrar tras el colapso de la Unión Soviética. Para Rusia, el control de esos países es esencial para resurgir como superpotencia mundial tras la quiebra y los problemas políticos de la década pasada.
El que controle la región del Caspio tiene un contrapeso al golfo Pérsico porque abrirá una nueva fuente de energéticos al mercado mundial. Para Estados Unidos es una forma de reforzar el control capitalista occidental de todos los estados productores de petróleo.
Las reservas petroleras de la región del Caspio no tienen salida al mar. Para explotar los pueblos y los recursos de la región se necesitan enormes oleoductos y gasoductos que recorran cientos de kilómetros de montañas y desiertos. El que controle los oleoductos controla el petróleo. Por eso ha habido una intensa pelea para determinar quién construirá los nuevos oleoductos y adónde irán.
Si los oleoductos se dirigen hacia el norte, a Europa, a través de Rusia, esta recuperará el control del Caspio y los imperialistas europeos tendrán una fuente de energéticos que no controla Estados Unidos.
Si los oleoductos se dirigen al oeste, de Bakú (Azerbaiyán) al puerto mediterráneo de Ceyhan, a través de Turquía, Estados Unidos controlará el petróleo y a los que lo necesiten.
Si los oleoductos se dirigen hacia el sur, a través de Irán, la contención de Irán se suspendería. Además, en ese caso, la región del Cáucaso sería una extensión terrestre del golfo Pérsico, no una región petrolera competitiva separada.
Y, si Estados Unidos construye oleoductos hacia el sur, a través de Afganistán a Paquistán, Rusia pierde el control de las Repúblicas de Asia Central y Estados Unidos aumenta el poder sobre los países que lo usen, especialmente Paquistán e India.
A lo largo del siglo 19, los imperios ruso y británico se pelearon por Afganistán y Asia Central. Los británicos lo llamaban "La gran caza". Hoy, el petróleo es la presa de la "Nueva gran caza" de la región del Caspio.
Los capitalistas de Occidente han metido billones de dólares en la región en exploración, infraestructura, grandes sobornos y militarización. Sin embargo, pasados diez años, el petróleo de la región todavía no llega al mercado mundial. Los oleoductos son frágiles, vulnerables y caros. Ningún capitalista va a construir un oleoducto de billones si no tiene confianza en que los gobiernos locales lo pueden proteger.
Esto nos lleva a Afganistán... y a la intensa nueva guerra en su contra.
El petróleo no fue el detonante de esta guerra. Fueron los sucesos del 11 de septiembre. Pero los imperialistas yanquis aprovecharon esos sucesos para acercarse a la meta de dominar la riqueza petrolera del Caspio.
Los principales campos petroleros de la región están en Kazajstán y Azerbaiyán, y el principal plan de Estados Unidos ha sido construir un oleoducto de Bakú a Ceyhan. Afganistán queda al sur de Asia Central y no tiene petróleo, pero la estabilidad de Afganistán es muy importante para los planes del oleoducto. Ahora, tras el 11 de septiembre, Afganistán ha pasado a ocupar un primer plano en la lucha por el petróleo del Caspio.
El "infomercial de la guerra" que nos muestra la TV describe el ataque a Afganistán como una guerra para acabar el terrorismo y proteger a la ciudadanía americana. Hay muchas banderas, pero poca discusión del petróleo o de la rivalidad con Rusia y otros imperialistas.
Pero en realidad, la política petrolera y los intereses imperialistas están entrelazados en todas las maniobras y alianzas que Estados Unidos está haciendo.
Asia Central: De la revolución a los sueños petroleros de Al Haig
"No tenemos idea de quién nos comprará el gas ni cómo lo pagarán".
Avde Kuliyev, ministro de Relaciones Exteriores
de Turkmenistán, diciembre 1991
La revolución comunista de 1917, centrada en las ciudades industriales de la Rusia europea, prendió radicalismo en las colonias internas del imperio zarista. En junio de 1921, las delegadas de Asia Central se quitaron el velo en la II Conferencia Femenina de la nueva Internacional Comunista. El Día Internacional de la Mujer de 1927, unas cien mil mujeres se reunieron en Bukhara, la capital de la nueva República Soviética de Uzbekistán, se arrancaron el velo, lo empaparon en cera y lo quemaron. Siguieron intensas confrontaciones con los patriarcas feudales en que lincharon a centenares de mujeres por no ponerse el velo. Pero en 1930, tras años de organización clandestina y de compleja lucha, dirigida por el Partido Comunista, ya no se usaba el velo en Bukhara.
Treinta años más tarde, en 1956, una contrarrevolución capitalista dirigida por Nikita Jruschov se apoderó del gobierno soviético y dio marcha atrás. Las Repúblicas de Asia Central volvieron a ser tratadas como colonias internas. El gobierno de dichas repúblicas seguía siendo "comunista" de nombre, pero en realidad era el representante del nuevo capitalismo de estado y tenía la tarea de explotar la mano de obra y la riqueza mineral.
El colapso de la Unión Soviética en 1991 no fue un gran cambio para esas sociedades. En casi todas partes, los mismos capitalistas de estado de la era soviética gobernaron las repúblicas (ahora independientes) de Asia Central y del Cáucaso, con los mismos medios, las mismas estructuras estatales, la misma policía. La principal diferencia es que buscaron nuevos amos. Adoptaron el "modelo" de Turquía: un estado secular represivo del tercer mundo con estrechos lazos militares a la OTAN y puertas abiertas a la explotación occidental.
Turkmenistán es un buen ejemplo. Esta tierra de desiertos y montañas (de la extensión de California) limita con el mar Caspio al oeste, e Irán y Afganistán al sur. Tiene muy poca población: unos cuatro millones de habitantes de origen turco e historia nómada. El presidente, Saparmurad Niyazov, fue el secretario general del Partido Comunista antes de la independencia.
Se calcula que Turkmenistán tiene 159 trillones de pies cúbicos de gas natural (la cuarta reserva del mundo). Se sabe que tiene 1,5 billones de barriles de petróleo, pero podría tener hasta 32 billones. Todos sus viejos oleoductos y gasoductos van al norte, a Rusia y otros países de la antigua Unión Soviética. Pero tras 1991 esos países quebraron y no podían pagar el gas. Además, Rusia es uno de los grandes productores mundiales de gas y no tenía interés en sacar el gas turkomano al mercado mundial.
El presidente Niyazov se enganchó con Estados Unidos y proclamó que quería crear el "nuevo Kuwait". En 1993, el general Alexander Haig (ex director del Consejo de Seguridad Nacional durante la presidencia de Reagan) lo llevó a reuniones de la clase dominante en Washington.
El plan que surgió en esa época fue construir oleoductos y gasoductos hacia el sur, de Turkmenistán al mar, a través de Afganistán y Paquistán. La ruta por Irán quedó vetada.
Pero después de la derrota soviética en Afganistán, nadie logró formar un gobierno nacional y siguió la guerra civil entre varias fuerzas reaccionarias.
En 1994 surgió el movimiento islamista fundamentalista Talibán en las zonas de los pashtos de Pakistán y Afganistán. Con el respaldo de la policía secreta de Paquistán, la ISI, el Talibán se lanzó a conquistar Afganistán.
En noviembre, cuando el Talibán estaba tomando su primera ciudad, Kandahar, la compañía argentina Bridas organizó un "grupo de trabajo" con el gobierno turkomano para planear un gasoducto de 1500 km a través de Afganistán, pasando por Herat. Bridas inició negociaciones secretas con el Talibán y con una amplia gama de capitanes feudales. El gobierno paquistaní se integró al proyecto oficialmente cuatro meses después.
Un año más tarde, se sumó la compañía petrolera estadounidense Unocal para llevar capital y experiencia. Unocal le puso zancadilla a Bridas, la sacó e hizo su propio trato con Turkmenistán y Paquistán. Unocal se reunió con representantes del gobierno de Turkmenistán en Houston en abril de 1995. Clinton dio la bendición.
Asif Zardari, el esposo de la presidenta de Paquistán, Benazir Bhutto, le dijo en esa época al periodista Ahmed Rashid: "Este gasoducto será la puerta de entrada de Paquistán al Asia Central". La clase dominante paquistaní esperaba ser la puerta de embarque de grandes cantidades de gas y petróleo para países como Japón y Corea del Sur, que quieren diversificar la fuente de petróleo. El plan contemplaba que los oleoductos llegaran a India, lo que le daría a Paquistán un garrote contra India (su enemigo regional) y atraería más a ambos países a las redes económicas de Estados Unidos.
Se oye decir con frecuencia que el "problema es que nos salimos de Afganistán después de 1989". Pero Estados Unidos nunca dejó a Afganistán. Aparentó una posición neutral en la guerra civil pero siguió operando (como en los años 80) por intermedio de sus aliados Arabia Saudita y Paquistán, y de las compañías petroleras; y a su vez, estos apoyaban al Talibán.
En octubre de 1995, Niyazov firmó un acuerdo con Unocal y su socio Delta Oil Company (de Arabia Saudita) para que construyeran un oleoducto por Afganistán. Henry Kissinger, el guru de geopolítica imperialista, estuvo presente como "asesor" de Unocal, pero su presencia indicaba la bendición de la clase dominante. Kissinger comentó que ese gasoducto afgano era un "triunfo de la esperanza sobre la experiencia".
La táctica del "rescoldo permanente"
"El Talibán contribuye a la meta estadounidense de aislar a Irán creando un cojín sunni en la frontera; también tiene el potencial de ofrecer seguridad para rutas comerciales y gasoductos que rompan el monopolio iraní de las rutas comerciales en el sur de Asia Central".
Agencia Reuters, octubre 1, 1996
"La interferencia extranjera en Afganistán tiene relación con la batalla por los oleoductos y gasoductos. El temor es que esas compañías y potencias regionales estén alquilando al Talibán con sus propios fines".
Yasushi Akahsi, subsecretario general
de la ONU, 22 de enero, 1997
"No se sabe con seguridad cuándo empezará este proyecto. Depende de que en Afganistán haya paz y un gobierno con el que podamos trabajar. Eso puede suceder al final de este año, el año entrante, en tres años, o puede no darse si sigue la pelea".
Marty Miller, vicepresidente
de Unocal, 5 de junio, 1997
Estamos a fines de 2001 y el gasoducto de Turkmenistán a Paquistán no existe.
Las razones son varias, entre ellas la baja del precio del petróleo. Pero el plan de Unocal no se cumplió principalmente porque el Talibán no ganó la guerra civil afgana. Por ejemplo, el Banco Mundial anunció que no financiaría el proyecto hasta que hubiera un gobierno unificado en Afganistán.
La base social del Talibán es la nacionalidad pashto del sur de Afganistán, y este propone una mezcla brutal e intolerante de Islam y de tradiciones feudales de los pashtos. En el sur del país muchos esperaban que el Talibán pusiera un alto al asesinato, violación y saqueo de los guerreros rivales. Pero el Talibán encontró oposición armada de los pueblos que no eran pashtos, encabezados por la Alianza Norteña. Dicha Alianza contaba con apoyo de Rusia e Irán, a los que les convenía que la guerra siguiera y saboteara la construcción de un oleoducto o gasoducto.
En la competencia por el petróleo del Caspio, varias potencias sabotean los oleoductos rivales apoyando "conflictos armados manejables que están en rescoldo permanente", en palabras del secretario de Defensa de Rusia. Ningún capitalista va a gastar billones en la construcción de un tubo vulnerable por una región que está en "rescoldo permanente".
En la región del Caspio hay varios de esos "rescoldos permanentes". En la punta noroeste, la rebelión en Chechenia ha impedido a los imperialistas rusos construir un oleoducto de Bakú hacia el norte, pasando por Grozny. La respuesta ha sido una brutal guerra de contrainsurgencia que ha matado a miles, y acusaciones a Estados Unidos, Paquistán y Arabia Saudita de apoyar secretamente la rebelión.
La búsqueda de "anclas estratégicas"
Tanto Estados Unidos como Rusia han realizado grandes maniobras estratégicas y militares en la región del Caspio para influenciar directamente qué oleoductos se construirán.
Cuando se dio un levantamiento islámico fundamentalista en Tayikistán (un país con poco petróleo de gobierno pro Rusia), llegaron 25.000 soldados rusos y reanexaron el país. En 1993, el presidente Boris Yeltsin anunció que la frontera de Tayikistán y Afganistán era "en la práctica la frontera de Rusia".
Pero Rusia está en crisis económica y no tiene capital ni mercados que ofrecer a las clases dominantes de Asia Central. Rusia tiene lazos históricos, pero hoy Estados Unidos tiene la iniciativa.
La táctica de Estados Unidos ha sido crear "anclas estratégicas" en Asia Central. El principal ancla ha sido Turquía, el miembro musulmán de la OTAN. La población de Azerbaiyán y de gran parte de Asia Central es de origen turco, y comparte cultura e idioma con Turquía. Desde 1991 Turquía ha soñado con un nuevo imperio, pero en realidad ha expandido el imperio yanqui. Por todas partes hay negociantes turcos e influencia cultural turca. En Azerbaiyán, las escuelas cambiaron oficialmente el alfabeto ruso por el turco, así que toda una generación no podrá leer libros publicados hace más de cinco años.
En última instancia, se necesitan armas para arrebatarle el petróleo del Caspio a los rivales.
Estados Unidos y Turquía crearon una alianza militar contra Rusia en la región, y consiguieron la cooperación de Azerbaiyán y Georgia con la OTAN. Los oficiales militares azeris ahora estudian en Turquía. En la guerra de los Balcanes combatieron soldados azeris en un batallón turco.
El 12 de octubre resonó una noticia: el gobierno de Uzbekistán le dio permiso a Estados Unidos de usar la principal base militar del país (Khanabad, a 160 km de Afganistán) y llegaron mil soldados de montaña. Estados Unidos prometió proteger el gobierno de Islam Karimov.
Poner tropas en el corazón de Asia Central es un avance cuántico de las maniobras globales de Estados Unidos. Dicen que es un resultado repentino de la nueva "guerra contra el terrorismo", pero no se dice que la alianza militar con Uzbekistán llevaba mucho tiempo cocinándose: no para "luchar contra el terrorismo" sino para apoderarse del petróleo y del gas de Asia Central.
Boinas Verdes a Uzbekistán
"En la región se estaban aglutinando dos coaliciones: Estados Unidos se alineó con Uzbekistán, Turkmenistán y Azerbaiyán, y recomendó a sus aliados (Israel, Turquía y Paquistán) que invirtieran ahí; Rusia, por su parte, conservó las riendas de Kazajstán, Tayikistán y Birguizistán".
Ahmed Rashid, Talibán: Militant Islam,
Oil & Fundamentalism in Central Asia
Uzbekistán está en el mero centro de Asia Central. Tiene reservas de petróleo y de gas natural, pero su importancia para Estados Unidos radica en su tamaño y ubicación: al norte de Afganistán, y entre Turkmenistán (lleno de energéticos) y Tayikistán (lleno de tropas rusas). Tiene la mitad de la población de la región y la zona agrícola más rica.
A mediados de la década pasada, Estados Unidos escogió a Uzbekistán como "ancla" oriental. La revista Foreign Affairs (enero/febrero 1996) explicó que Uzbekistán iba a ser el "estabilizador de Asia Central para crear un equilibrio saludable [contra las maniobras rusas] que satisfaga los intereses de seguridad regional, de Europa y de OTAN".
Hace poco (25 de octubre) el New York Times publicó este despacho de Tashkent, la capital de Uzbekistán: "En 1999 llegaron equipos de Boinas Verdes a las guarniciones que dejaron los soviéticos cerca de la capital con una misión clara: entrenar al ejército de un antiguo enemigo, en parte para preparar conscriptos sin experiencia para escaramuzas con el Movimiento Islámico de Uzbekistán... La meta a largo plazo era más ambiciosa. Los Boinas Verdes eran un elemento de un acuerdo de seguridad con que las dos naciones estaban preparando el terreno para una colaboración militar más extensa... A la vez que los Boinas Verdes se familiarizaban con sus nuevos compañeros de Asia Central, oficiales del Comando Central de Estados Unidos y funcionarios de la embajada en Tashkent se reunían con oficiales de defensa de Uzbekistán para coordinar programas militares. Al poco tiempo, un programa de educación militar que empezó aquí en 1995 mandó oficiales uzbekis a las academias militares de Estados Unidos... Desde agosto de 1996 han participado tropas americanas en ejercicios en Uzbekistán, aunque los oficiales uzbekis dicen que no eran Fuerzas Especiales. Agregan que las misiones de las Fuerzas Especiales empezaron en 1999, bajo la dirección del general Anthony C. Zinni de la Infantería de Marina, el comandante regional que supervisó las tropas en la región hasta el año pasado. Las misiones han continuado bajo la dirección del nuevo comandante, el general Tommy R. Franks del ejército. Por ejemplo, este año han pasado por la nación varios equipos de Boinas Verdes y durante el verano vino un equipo SEAL [fuerzas especiales] de la Marina".
Durante la conferencia del cincuenta aniversario de la OTAN, en abril de 1999, se formó una alianza militar contra Rusia de repúblicas que eran parte de la Unión Soviética: Georgia, Ucrania, Uzbekistán, Azerbaiyán y Moldova.
El periodista Ahmed Rashid describe la furia de un diplomático ruso en 1997: "No aceptamos a la OTAN en nuestro traspatio. Estados Unidos tiene que reconocer que Asia Central seguirá siendo parte de nuestra esfera de influencia".
El hecho de que Vladimir Putin, el presidente ruso, haya permitido la ocupación estadounidense del sur de Uzbekistán genera muchas preguntas. Un asesor de Putin dijo que el gobierno de Rusia decidió que "era mejor tener a Estados Unidos en Uzbekistán que al Talibán en Tatarstan [una región no muy lejos de Moscú"]. La prensa afirma que Estados Unidos aceptó secretamente que el ejército ruso aplaste el "rescoldo permanente" de Chechenia... mientras el ejército yanqui aplasta el "rescoldo" de las fuerzas islamistas en Afganistán.
De todos modos, la alianza con Uzbekistán llevaba años gestionándose antes del 11 de septiembre, y Rusia no pudo hacer nada al respecto.
Contra los talibanes
Los lazos de Estados Unidos y Uzbekistán son una indicación directa de creciente hostilidad hacia el Talibán y en general hacia las fuerzas islamistas fundamentalistas en Asia Central.
Durante el gobierno de Carter, a fines de los años 70, y mucho más durante el gobierno de Reagan en los años 80, la CIA buscó, financió, entrenó y armó a fuerzas islámicas fundamentalistas en Paquistán, Afganistán y Asia Central. La meta era desatar una "jihad" antisoviética de Afganistán a Asia Central.
Pero cuando la Unión Soviética se desintegró, los gobiernos que surgieron en la región del Caspio no eran islámicos. Eran básicamente los mismos gobiernos de antes: pasaron de ser capitalistas de estado de corte soviético a ser capitalistas de estado de corte occidental. Pronto, las compañías petroleras y los militares yanquis se pusieron a coquetear con esos gobiernos.
Por otra parte, los movimientos islamistas de Asia Central, aliados del Talibán, ayudaban a grupos armados opuestos a los nuevos aliados de Estados Unidos. Por ejemplo, el Movimiento Islámico de Uzbekistán (que se refugia y entrena en territorios del Talibán y de al-Qaida) ataca al gobierno secular de Islam Karimov.
El año 1996 fue un punto de viraje para los imperialistas yanquis por varias razones: vieron que el Talibán seguramente no iba a ganar la guerra y a estabilizar a Afganistán, como lo requerían los planes para la región; estaban estableciendo lazos militares y políticos estables con varias repúblicas de Asia Central (muchas de las cuales tenían insurgencias islamistas); empezaron a ver que el Talibán y la guerra civil permanente en Afganistán desestabilizaban a Asia Central y meridional; y de remate, el Talibán acogió a Osama bin Laden cuando le declaró "jihad" a Estados Unidos.
También vieron que la inestabilidad de los gobiernos post-soviéticos estaba trancando el petróleo del mar Caspio. En 1996 solo se exportaban 140.000 barriles diarios fuera de las antiguas repúblicas soviéticas y la producción del Caspio solo era el 4% de la producción mundial (aunque se sacaban un millón de barriles diarios). El único oleoducto que se terminó en la década pasada fue el de Kazajstán al puerto ruso de Novorossiysk.
Solo se ha construido una pequeña parte del oleoducto de Bakú a Ceyhan (la ruta que quería Estados Unidos): de Bakú al puerto de Supsa, Georgia, en el mar Negro, en 1998. Pero en Georgia hay una guerra civil que pone las operaciones en peligro. Debido a que no tiene salida al mercado mundial, la producción de gas natural de Turkmenistán bajó de dos trillones de pies cúbicos en 1992 a 466 billones en 1998.
El Talibán (y sus aliados al-Qaida) estaban atizando los "rescoldos permanentes" en partes del mundo que Estados Unidos quería pacificar, y por eso cayeron en la lista negra antes de los sucesos del 11 de septiembre.
Los maoístas decimos que "ser lacayo no es fácil", y eso se aplica muy bien a la experiencia del reaccionario y retrógrado movimiento islamista. Estados Unidos le dio de comer y lo bautizó "guerrero de la libertad" en los años 80, y ahora los principales líderes son de los hombres más buscados del imperio.
En cambio, a los antiguos gobiernos soviéticos de Karimov (Uzbekistán) y Niyazov (Turkmenistán) les dan ayuda militar y promesas de inversiones de capital.
Hace diez años, Estados Unidos empezó a planear un oleoducto y un gasoducto por la ciudad afgana de Herat. Este mes, los aviones yanquis la bombardearon y mataron a cien personas en un hospital.
Hay una conexión entre esos dos sucesos.
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