Obrero Revolucionario #1135, 20 de enero, 2002, en rwor.org
Algunos se ofenden por el uso de la palabra "imperio" para describir a Estados Unidos, la guerra contra Afganistán y la "guerra contra el terrorismo", pues según la versión oficial un país fuerte sufrió un "ataque injustificado" y ha reunido a sus fuerzas y aliados para contraatacar en defensa propia.
¿Pero cuáles son las relaciones de poder que esta guerra defiende e impone?
El secretario de Guerra, Donald Rumsfeld, dijo que la agresión continuará hasta que ya no peligre "nuestro modo de vivir", y el presidente Bush afirmó que el próximo año será un "año de guerra". El 7 de enero, el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, precisó que próximamente Estados Unidos extenderá la guerra a Somalia, Yemen, Indonesia y Filipinas, y más adelante verá cómo y cuándo golpear a Irak. A los tres días, Bush ordenó que Irán dejara de inmiscuirse en el vecino país de Afganistán y advirtió que Estados Unidos actuará de acuerdo a la doctrina de "o están con nosotros o están en contra".
Todo esto plantea el interrogante: ¿qué es exactamente el "modo de vida" que defiende esta guerra ilimitada en el mundo entero?
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Consideremos esto: El nuevo enviado especial de la Casa Blanca, Zalmay Khalizad, acaba de llegar a Afganistán. Es experto en la perforación petrolera y de gas natural en Asia Central; en la década pasada fue asesor de alto nivel de la compañía petrolera Unocal y evaluó los "riesgos" de construir un gasoducto, a un costo de billones de dólares, que atraviesa a Afganistán y conecte la ex república soviética de Turkmenistán a Paquistán e India. Negoció el acuerdo para el gasoducto con los talibanes y cabildeó, duro, en Washington por una mayor "presencia" estadounidense en Afganistán, y por estrechar las relaciones con los talibanes.
Preguntamos: ¿Por qué ponen a ese sujeto como enviado estadounidense a Afganistán? Comentó un periodista: "Sus conexiones con la industria petrolera inevitablemente sembrarán dudas sobre sus prioridades y las de la administración Bush".
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Consideremos esto: El Pentágono tiene una enorme base militar en la pequeña isla Diego García del océano Índico. Esa isla se menciona a menudo pero muy escuetamente en los noticieros; de allí salen bombarderos rumbo a Asia; ahí se almacenan tanques para expediciones en el golfo Pérsico y enormes flotas navales esperan órdenes en el puerto.
Pero, ¿acaso algún noticiero nos informa de la suerte que corrieron los 1500 habitantes de Diego García y las islas vecinas? La base se estableció en los años 60. En aquel entonces las islas "pertenecían" a Inglaterra (un imperio con su propia historia) y se las ofreció a Estados Unidos. Este las quería para una base militar, pero no quería un "problema de población"; así que Inglaterra se encargó de la "esterilización del archipiélago": bloqueó la llegada de barcos con suministros y sacó a la población por hambre. Agradecido, Estados Unidos le regaló millones de dólares y el sistema de armamento nuclear Polaris. Los habitantes de las islas terminaron en las villas de miseria de la isla de Mauricio, a más de 2000 kilómetros de su tierra natal. Así los B-52 no tenían mayor impedimento para salir de la base de Diego García y bombardear a Vietnam, Laos y Camboya; amenazar a la China revolucionaria durante la Revolución Cultural; y soltar bombas en el golfo Pérsico (durante la década pasada) y ahora en Afganistán. ¿El que sigue? ¿Sudán? ¿Somalia? ¿Irak otra vez? ¿Y después?
Diego García es simplemente un atropello de una larga lista de atropellos. Estados Unidos acapara cientos de lugares por todo el mundo como catapultas militares; actualmente, tiene tropas entrenándose para la guerra de Bush en la zona militar especial de Egipto, en Kuwait, Qatar, Arabia Saudita, Omán, Alemania, Italia, Turquía y otros países. Por otra parte, están trasladando presos encapuchados y drogados a Guantánamo, Cuba, donde mantiene una base militar a punta de fusil. Los comandos yanquis están luchando en guerras semisecretas en Indonesia y Filipinas, y se están estableciendo nuevas bases militares en Uzbekistán, Paquistán y otros países.
En cada caso hay intereses capitalistas globales de por medio: defensa de las corporaciones y sus negocios, la perforación petrolera y los talleres de hambre; apoyo a gobiernos reaccionarios; y rivalidades y alianzas con otras grandes potencias en la pelea por repartir la riqueza del planeta.
Preguntamos:¿La isla Diego García es una fortaleza de "libertad" o un triste símbolo de un imperio?
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Consideremos esto: En un artículo de primera plana, el New York Times señaló que el Pentágono ha dividido el mundo en cinco regiones militares y describió el ejercicio de poder de los comandantes de las fuerzas yanquis: "A lo largo de los años, los jefes del comando conjunto (conocido como los Cincs) de las cinco regiones -Europa, el Pacífico, Latinoamérica, el Medio Oriente y el sur de Asia- han acumulado grandes poderes militares y diplomáticos en sus respectivas secciones del globo; tan es así que en Washington los llaman los procónsules modernos dado que se parecen a los antiguos oficiales militares del imperio romano, que tenían gran autonomía del gobierno central".
Los Cincs dan órdenes (y reemplazan) a los gobiernos locales, elaboran políticas y libran guerras regionales (con el pretexto del momento: guerra contra las drogas, guerra contra las guerrillas, guerra contra el terrorismo, etc.). Es común que estén al mando de los ejércitos o servicios de inteligencia de esos países y ni se molestan en fingir respeto por la independencia y la soberanía nacional.
Preguntamos: ¿Cuando la "guerra global contra el terrorismo" pretende redoblar todo eso, se debe llamar "defensa propia" o imperialismo?
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Pero nos dicen que todos los recursos de esta superpotencia se movilizan para aumentar la "seguridad" y no por intereses ni ganancias ni hegemonía...
Consideremos esto: El profesor Marc W. Herold, quien ha recabado y analizado minuciosamente información sobre los "daños colaterales" en Afganistán, preguntó: ¿A qué se debe la enorme cantidad de bajas civiles en la guerra aérea de Estados Unidos contra Afganistán? (Se documentaron 3767 muertes de civiles en ocho semanas y media [hasta el 6 de diciembre pasado]). Aparentemente, los estrategas militares están perfectamente dispuestos a bombardear y disparar misiles a zonas densamente pobladas". Los socorristas (de diversas organizaciones) calculan que millones de personas en Afganistán y en los campos de refugiados morirán de hambre este invierno porque la guerra ha destruido las cosechas e imposibilitado la distribución de las donaciones de comida. Y ahora pesan sobre ese país devastado nuevas legiones de lacayos, señores de la guerra y ejércitos de ocupación.
Preguntamos: Nos dicen: ¡manos a la obra! ¡Órale, avancemos! ¿Por encima de quiénes? ¿A qué costo? ¿Para beneficio de quiénes?
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Consideremos esto: El ataque yanqui a Afganistán envalentonó a India a batir los tambores de guerra contra Paquistán. India busca solidificar su injusta dominación de la región de Cachemira, donde el gobierno de Paquistán lleva muchos años respaldando a reaccionarias fuerzas fundamentalistas.
La frontera India/Paquistán atraviesa la región agrícola más importante del sur de Asia. Ahora, gracias a la "guerra contra el terrorismo", el ejército de India está creando un campo de minas de cinco kilómetros de ancho a lo largo de toda la frontera (3000 kilómetros). ¡Qué barbaridad! En un país de hambre y miseria semifeudal, el ejército siembra miles y miles de explosivos en las tierras más fértiles. Se cree que Paquistán también está sembrando minas. Miles de campesinos pobres son despojados de sus tierras a punta de fusil. En un solo día, las minas mataron a 11 personas en la región de Punjab, India.
La zona será la mayor frontera fortificada del mundo, más extensa que el frente occidental durante la I Guerra Mundial. Un vocero del gobierno de India (cuyo bárbaro expansionismo es por todos conocido) anunció que "desafortunadamente" se veía en la necesitad de tomar esas medidas en "defensa propia" en una "guerra contra el terrorismo".
Desde luego, las minas son solamente una parte de los peligros del conflicto, dado que ambos países tienen armas nucleares.
Preguntamos: ¿Acaso ayuda a acabar con "el miedo" en nuestro planeta el hecho de que millones y millones de personas del sur de Asia se acuesten pensando que pueden ser incineradas en un ataque nuclear gracias a la guerra de Estados Unidos contra Afganistán? ¿El peligro de un holocausto nuclear en Bombay, Delhi o Islamabad beneficia la "seguridad"... de quiénes?
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Consideremos esto: Las fuerzas armadas israelíes informaron que pararon un viejo barco con 50 toneladas de armas en el mar Rojo: proyectiles Katusha, centenares de granadas para atacar tanques y varias toneladas de explosivos C-4. Afirmaron que se destinaban a las zonas palestinas y que eso era prueba contundente de actividad terrorista. Estados Unidos aceptó todo eso y acusó a los palestinos de contrabandear armas que destrozan las esperanzas de paz en la región.
Pero Israel recibe billones de dólares de ayuda militar yanqui cada año; llegan abiertamente por mar y aire armas de la más alta tecnología: aviones de guerra, tanques, granadas, proyectiles, helicópteros y el sistema Patriot de defensa contra misiles. Los jóvenes palestinos defienden sus aldeas con piedras, pero el ejército israelí invade con tanques y asesina a sus líderes con misiles lanzados de helicópteros.
Acusan a los palestinos de "terrorismo" porque supuestamente compraron granadas y explosivos. Las fuerzas armadas israelíes se pintan como víctimas y como "fuerza antiterrorista", cuando en realidad amenazan toda la región con su arsenal nuclear y su "escenario Sampson" de destrucción masiva.
Preguntamos: ¿Qué demuestra el incidente del mar Rojo acerca de la etiqueta yanqui de "terrorismo" y de los criterios oficiales de violencia justificada?
En China hay un dicho: Al emperador le permiten quemar una aldea, pero a los campesinos se les prohíbe siquiera encender una vela.
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