Obrero Revolucionario #1138, 10 de febrero, 2002, en rwor.org
"Los hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas han entregado un mensaje
claro a todos los enemigos de Estados Unidos: Aun a siete mil millas de distancia,
al otro lado de océanos y continentes, en las cimas de las montañas
y en las cuevas --no escaparán de la justicia de esta nación". George W. Bush, discurso
sobre el estado de la nación, 29 de enero
George Bush empezó el discurso sobre el estado de la nación señalando que las fuerzas armadas le dieron un castigo ejemplar a Afganistán en los últimos cuatro meses: que bombardearon uno de los países más pobres del mundo; que tumbaron al gobierno y pusieron un gobierno prefabricado; y que agarraron a unos fundamentalistas islámicos. Mientras Bush se jactaba, los congresistas, altos oficiales militares, magistrados de la Suprema Corte y secretarios del gabinete reunidos para la ocasión echaban vivas.
Pero el discurso no era un informe sobre una guerra. Era una declaración de que Estados Unidos se valerá de un estado continuo de guerra para forjar un orden mundial más firmemente sometido a su voluntad. Bush explayó esa visión con varios puntos:
Repitió que esta guerra es apenas el comienzo y que seguirá, sin límite definido, varios años, incluso después de su presidencia.
Anunció de nuevo que muchas cosas no "volverán a la normalidad", que hay que aceptar este nivel de amenazas, sospechas y vigilancia como la nueva normalidad.
Propuso un enorme aumento del presupuesto militar: el mayor aumento en 30 años, incluso mayor que durante los preparativos para una guerra nuclear con la Unión Soviética en la presidencia de Ronald Reagan. El aumento propuesto de $48 billones (48 mil millones) es mayor que el presupuesto militar total de cualquier otro país del mundo.
Lo más significativo del discurso es que incrementó el blanco de la guerra. La amenaza no se limitará a los "terroristas y los que los amparan". Bush anunció que se está preparando la guerra contra una nueva categoría de países: "los regímenes en busca de armas químicas, biológicas y nucleares".
Los nombró directamente: Irak, Irán y Corea del Norte. Y amenazó fríamente: "Actuaremos con deliberación, sin embargo el tiempo no está de nuestro lado. No aguardaré los acontecimientos mientras se cierne el peligro".
"No aguardaré los acontecimientos": eso implica que Estados Unidos no esperará crisis o actos de guerra específicos (las usuales casus belli) para atacar a otros países, que se adjudica el derecho de atacar a quien quiera en el mundo en cualquier momento sin provocación de enemigos ni aprobación de aliados. Es lo que se llama la "Doctrina Bush".
Este discurso puso mucho más en claro lo urgente que es forjar un pujante movimiento contra la guerra: un movimiento que le haga ver al mundo que aquí --dentro del país que les lanza bombas y sufrimiento-- hay gente que se opone a tal opresión; un movimiento que extienda la mano a los pueblos del mundo y diga que estos actos de guerra y dominación, de asesinato e injusticia, no son en nuestro nombre, y que tenemos responsabilidad de pararlos.
Reconfigurar el mundo
"Están con nosotros o contra nosotros".
Lema destilado de la Doctrina Bush
"El revólver que puso en la mesa este dramaturgo político se disparará en el próximo acto".
Columnista William Safire, New York Times, 31 de enero
Estados Unidos atacó a Afganistán y le impuso su voluntad. Está montando nuevas bases de guerra en Pakistán, Uzbekistán y Tayikistán. Ha mandado centenares de comandos a Somalia, Yemen, Indonesia y Filipinas, y anunció que ha mandado misiones y suministros calladamente a docenas más de países.
La primera oleada de esta guerra apuntó a países que supuestamente tienen campamentos del grupo fundamentalista Al Qaeda (Afganistán, Yemen y Somalia) o que tienen gobiernos ansiosos de recibir ayuda para guerras de contrainsurgencia (Indonesia y Filipinas).
Pero ahora, sin provocación ni incidentes, sin debates ni preparacion, el presidente anuncia que las fuerzas armadas se están aprestando para atacar otros tres países "hostiles"... ninguno de los cuales tiene conexión con los sucesos del 11 de septiembre.
En un sentido, todo esto obviamente empezó el 11 de septiembre. Pero en un sentido más profundo y fundamental, las acciones del gobierno y las fuerzas armadas después de ese día responden a intereses y metas mundiales estratégicos de largos años y profundamente sentidos de la clase dominante capitalista imperialista.
En los discursos de George Bush y el alto mando del último mes se ha descrito más abiertamente el 11 de septiembre como una "oportunidad" para realizar profundos cambios: cambios en las relaciones mundiales, cambios en el equilibrio militar, cambios de doctrina militar y cambios de mentalidad en Estados Unidos.
Veamos un ejemplo del discurso sobre el estado de la nación, cuando Bush dijo: "Durante demasiado tiempo, nuestra cultura ha dicho: `Si lo hace sentir bien, hágalo'. Ahora Estados Unidos está abrazando una nueva ética y un nuevo credo: 'Adelante'... Se nos ha ofrecido una oportunidad única y no debemos dejar que se nos pase este momento".
Puede que nunca se sepa exactamente quién realizó los ataques del 11 de septiembre, quién sabía o quién "dejó" que pasaran. Como un gángster que ha recibido un golpe, Estados Unidos se desquitó con Afganistán para que sirviera de escarmiento. Pero es claro que la clase dominante ha aprovechado los ataques de septiembre como una "oportunidad única" para reconfigurar el mundo.
No es una "guerra justa contra el terrorismo", sino una campaña injusta para reconfigurar las relaciones mundiales conforme a los intereses de la clase dominante capitalista imperialista, que tiene muchas metas estratégicas: monopolizar las fuentes mundiales de petróleo, conservar la superioridad nuclear ante potenciales adversarios, tener entrada a los mercados globales y a vastas fuentes de materia prima, crear condiciones para explotar sin problema a cientos de millones de trabajadores en todo el mundo. Alcanzar tales metas imperialistas en un vasto planeta de turbulentas contradicciones requiere un plan estratégico, fuerzas armadas en todo el globo e imponerle una estructura de relaciones al resto del mundo.
El equipo de Bush se queja de que en los ocho años anteriores el gobierno de Clinton desaprovechó la victoria sobre la Unión Soviética y no se puso a reconfigurar el mundo con la debida agresividad: las alianzas militares, las relaciones comerciales, las esferas de influencias, etc.
El equipo de Bush se queja de que Clinton le dio a los aliados autoridad para vetar las acciones de Estados Unidos y que se puso a perder el tiempo en misiones de "paz" en regiones que no son de importancia estratégica, como Somalia y los Balcanes.
Bush y socios dicen que este momento requiere medidas decisivas para agarrar el control de los principales campos petroleros del mundo y para cortarle las alas a gobiernos desafiantes de segunda clase. También les preocupa que las fuerzas islámicas fundamentalistas --financiadas y armadas por Estados Unidos en los años 80-- les están planteando desafíos en regiones estratégicas del mundo.
Tras un año en el gobierno, Bush y socios han hecho a un lado tratados como el pacto de control de misiles antibalísticos (ABM) y la Convención de Ginebra. Anunciaron que no se dejarán limitar por la OTAN ni por las Naciones Unidas. Han puesto las relaciones con docenas de países en pie de guerra: ya sea preparando una guerra contra ellos o metiéndose en guerras que existen en esos países.
Esto no es una respuesta al 11 de septiembre. Más bien, el 11 de septiembre le dio a este grupo de la clase dominante "una oportunidad única": una oportunidad de imponer a la fuerza una serie de cambios para establecer terminantemente el predominio de Estados Unidos en todo el orden mundial, y especialmente en las partes más valiosas y estratégicas del mundo.
Cheque en blanco para la guerra
Pregunta de un reportero: "¿Cuándo sabremos que hemos ganado?".
Secretario de Defensa (riendo): "Yo les aviso".
El sexto día de la Semana del Odio, en la novela 1984 de George Orwell, de repente se anuncia que Oceanía está ahora en guerra con Asia Oriental, que la guerra siempre ha sido con Asia Oriental, no con Eurasia. No importa que hace unos pocos días esa guerra interminable tuviera otro nombre y otro blanco. El odio simplemente se transfiere al enemigo de la hora. Las atrocidades proclamadas sobre el último enemigo ahora se recuerdan como los crímenes del nuevo enemigo.
Mucha gente se dejó arrastrar por la "guerra contra el terrorismo" porque pensaba que las fuerzas armadas harían justicia; que los interrogadores de la CIA y los asesinos de los Boinas Verdes "harían algo bueno" al cazar a los responsables del ataque a las Torres Gemelas. Pero ahora, el 29 de enero, Bush anuncia un nuevo enemigo: un "eje de maldad" de Irán, Irak y Corea del Norte. En la II Guerra Mundial se le dio el nombre de Eje al bloque bélico imperialista de Alemania, Italia y Japón.
Se necesita estirar mucho la historia.
Primero que todo, ninguno de esos tres gobiernos tuvo conexión con los ataques del 11 de septiembre. Se sabe que los gobiernos de Irán e Irak se oponen al fundamentalismo islámico suni. Los fundamentalistas suni de Afganistán se destacaron por las matanzas y violaciones de los musulmanes chíitas aliados de Irán. A la fecha, por más que la CIA y el Pentágono han tratado de conectar a Al Qaeda con Saddamm Hussein, no han podido presentar pruebas concretas.
Segundo, esos tres países no forman un eje de ninguna clase. Irak e Irán son viejos adversarios y se trabaron en una cruenta guerra no hace muchos (instigados por Estados Unidos). Corea del Norte no tiene alianzas con ninguno de los dos.
No importa que no haya pruebas de "terrorismo": ahora Estados Unidos los amenaza con un ataque frontal, la destrucción de la economía y las fuerzas armadas, y la caída del gobierno. Eso es lo que Bush quiere decir con "no escaparán la justicia de esta nación". Su presunto crimen: que han procurado conseguir "armas de destrucción masiva". Veamos esa acusación:
Primero: Estados Unidos ha amenazado a los tres países con armas de destrucción masiva por décadas. La península de Corea es el punto del planeta donde hay más armas nucleares (cortesía del Pentágono) y los soldados yanquis cargan "mochilas nucleares". Irak lleva casi una década de bombardeos y de estar sitiado por buques de guerra de Estados Unidos, que han matado a cientos de miles de civiles.
¿Es "maldad" que los países pobres procuren conseguir armas modernas para defenderse, pero es "justicia" que Estados Unidos use esas armas?
Se acusa a Irán de mandarle a la Autoridad Palestina armas que pueden destruir tanques israelíes. Si fuera cierto, ¿qué tiene de raro que un gobierno como Palestina las compre o que Irán las venda? Al fin y al cabo, Estados Unidos vende billones de dólares de armas.
Los palestinos son los que viven expuestos constantemente a armas de destrucción masiva, ya que Israel tiene armas nucleares, jets modernos y demás. ¿Por qué es "maldad" que Irán le mande un cargamento de armas de bajo calibre a un pueblo atacado por la minipotencia regional?
El verdadero crimen de Irak, Irán y Corea del Norte es que quedan en regiones estratégicas y que en mayor o menor grado no han accedido a las demandas de Estados Unidos. Esos gobiernos pueden ser opresores y reaccionarios (desde el punto de vista del proletariado mundial y de la población de dichos países), pero no son peores que montones de gobiernos a los que Estados Unidos arma, defiende y maquilla.
Las amenazas contra Irak e Irán son una continuación de la demanda de Estados Unidos de control permanente, firme, estable e indisputado del golfo Pérsico. La amenaza contra Corea del Norte es una reafirmación del control de Estados Unidos en Asia oriental, la fuente de más rápido desarrollo de mano de obra explotable en el mundo.
Segundo: acusar a tres países por armas que todavía no tienen sirve para amenazar a los países, más poderosos, que sí las tienen.
En concreto, el discurso de Bush es una amenaza tácita pero inconfundible contra China, el mayor país del mundo, que actualmente tiene unas pocas bombas nucleares que pueden alcanzar a Estados Unidos. El periódico de Inglaterra Guardian escribió: "Parece que todo paso de la guerra contra el terrorismo deja un nuevo baluarte del Pentágono en la región del Pacífico Asiático, de la antigua URSS a Filipinas. Una de las consecuencias a largo plazo de la guerra podría ser un cerco militar de China". El periódico francés Le Monde escribió: "Basta con indicar que China y Rusia son los mayores exportadores de armas a Irak, Irán y Corea del Norte".
Tercero: el anuncio de Bush hace a un lado décadas de diplomacia y pone en su lugar crasas amenazas de guerra. Lo hizo sin consultar o tomar en consideración a muchos países que se verán profundamente afectados.
Un ejemplo: el gobierno de Corea del Sur, fuerte aliado de Washington, se ha esmerado por forjar relaciones pacíficas con Corea del Norte (para empujarla paso a paso al orden mundial imperialista) y ha tenido bastante éxito en los últimos años. Por eso, al día siguiente del discurso de Bush, el embajador de Corea del Sur en Washington dijo, conmocionado: "Como resultado de nuestro persistente trabajo la tensión ha bajado a un nivel nunca visto en toda la península". La amenaza de Bush a Corea del Norte fue tan brusca y repentina que el director de Asuntos Asiáticos de la Casa Blanca en el Consejo de Seguridad Nacional renunció de repente la semana pasada.
Doctrina de supremacía: Misión por encima de coalición
Al día siguiente del discurso de Bush, el secretario de Guerra repitió un principio central de estos momentos: "La misión determina la coalición. La coalición no determina la misión".
Esta consigna no se entiende muy bien. Quiere decir que Estados Unidos no permitirá que otras potencias imperialistas (y mucho menos los gobiernos de países del tercer mundo) veten sus agresiones militares. Cuando la clase dominante de Estados Unidos decida iniciar una "misión" (lo que en la lengua del Pentágono quiere decir una nueva agresión), le hará una oferta a sus aliados: "Bueno, ¿están con nosotros o contra nosotros?".
El precio de seguir en buenos términos con la superpotencia mundial es firmar un cheque en blanco y reconocerle que tiene derecho de atacar a cualquiera, en cualquier parte y a cualquier hora.
Esta Doctrina Bush no rechaza todas las alianzas. Sencillamente anuncia que Estados Unidos, por su cuenta, decidirá quién recibe el próximo golpe y qué tan duro.
Esto rebaja a los aliados imperialistas a un claro segundo lugar. Es una declaración de que Estados Unidos tiene la intención de hacer jugadas estratégicas que no les gustarán a los aliados, justamente porque acaparará más control. Por ejemplo, el control estadounidense del petróleo del golfo Pérsico y del mar Caspio representa una amenaza para las economías de Alemania y Japón.
También está relacionado con el rechazo de los tratados internacionales. Esta nueva guerra de Estados Unidos no se ha librado por intermedio de las Naciones Unidas ni de la OTAN. En los últimos cuatro meses, Estados Unidos ha conmocionado al mundo rompiendo el tratado ABM (y con él todos los acuerdos de control de armas nucleares de los imperialistas) y pisoteando olímpicamente los artículos de Ginebra sobre el tratamiento de los presos de guerra.
Con esta "guerra contra el terrorismo" Estados Unidos no se limita a ajustar cuentas con los estados díscolos del tercer mundo. También esta reconfigurando unilateralmente las relaciones de poder con otras potencias imperialistas, a las que trata como potenciales rivales y potenciales aliados. Los enfrentamientos de los próximos días, meses y años moldearán el futuro del planeta por décadas.
¿Qué futuro? ¿Qué camino?
"Al reunirnos esta noche, nuestra nación se encuentra en guerra, nuestra economía está en recesión y el mundo civilizado enfrenta peligros sin precedentes. Sin embargo, el estado de la nación nunca ha sido más solido".
George W. Bush, discurso sobre el estado de la nación, 29 de enero
"Jamás un gobierno necesita tanto el acuerdo entre todos los partidos de las clases dominantes y la sumisión `pacífica' de las clases oprimidas a esta dominacióncomo en tiempo de guerra".
V.I. Lenin exhorta a la resistencia revolucionaria a la I Guerra Mundial
Estados Unidos se lanzó sobre Afganistán, un país paupérrimo, y le dio un castigo ejemplar con una nueva generación de armas. Ahora, después de "cuatro cortos meses", la Casa Blanca anuncia una nueva lista de enemigos para la "fase 2" de una guerra ilimitada.
Los que detentan el poder en Estados Unidos hoy están embriagados de poder y juran que aplastarán a todo el que los mire feo.
El Partido Demócrata mostró claramente que apoyará cualquier cosa que Bush quiera hacer. Tom Daschle, el líder del Senado, dijo tras el discurso: "Si se necesita un ataque preventivo, creo que el Congreso lo apoyará". Los demócratas regatearon por impuestos y "creación de trabajos", pero aceptaron atrocidades globales y demostraron una vez más que son tan imperialistas como el que más.
Los gobernantes de Estados Unidos están reclamando dominación mundial de una forma agresiva, descarada y seria. El discurso de Bush presentó la visión de un asesino en serie que, agachado sobre una víctima, ya le está echando el ojo a la siguiente.
La guerra de Estados Unidos contra el mundo no tiene nada que ver con cazar a los cerebros del 11 de septiembre, ni con darle seguridad a la ciudadanía, ni mucho menos con llevar libertad ni justicia a ninguna parte.
El objetivo es controlar el futuro de la humanidad y decidir qué clase de futuro será. La Casa Blanca de Bush imagina un mundo de pesadilla definido por un capitalismo desbocado y un estado semipermanente de guerra, en que cambia regiones, gobiernos y culturas con la punta de sus misiles.
Esto va contra los intereses de billones de seres humanos a lo largo y ancho del planeta. Nos compete trazar un camino a un futuro diferente.
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