Obrero Revolucionario #1141, 3 de Marzo, 2002, posted at rwor.org
Fardin tenía seis años. Un domingo de octubre por la mañana, un avión F-18 estadounidense voló sobre su barrio del norte de Kabul. A las 7:45, empezaron a caer las bombas y una entró por el techo de su casa.
La niña de al lado perdió los dos ojos. Sardar Muhammad, de 22 años, saltó de la cama y salió corriendo; lo mató instantáneamente un fragmento. Un vecino, Muhammad Sarwar, de 50 años, perdió a la esposa, Aziza, y otros siete familiares. "De pronto no era un buen piloto", murmuró.
Todavía quedan unas paredes de la casa donde vivían tres familias, pero adentro solo hay escombros alrededor de un cráter.
Fardin no sufrió ninguna herida física, pero desde ese día no ha dicho nada ni dado un solo paso.
El periódico inglés Guardian informó que ese mismo día murieron
nueve niños en la provincia de Uruzgán, hacia el sur: otro avión bombardeó
el camión de transporte en que viajaban. En el oeste del país, una bomba de
fragmentación de media tonelada estalló y dispersó 200 pequeñas bombas
que cayeron sobre una mezquita y un hospital, y mataron a docenas de personas.
El gobierno
estadounidense se ha esforzado por tapar el sufrimiento que ha causado con las bombas. Dice que
libró una guerra de precisión y sin bajas innecesarias. Pero la realidad es todo lo
contrario.
Las pocas veces que les hacen preguntas sobre bajas civiles en las ruedas de prensa, los voceros del Pentágono se hacen los locos. Rechazan los informes, justifican los incidentes y nunca piden perdón. Por un lado dicen que tienen información confiable antes de bombardear un blanco, pero por el otro afirman que no tienen información confiable sobre pérdidas.
Pero ahora, a pesar de toda la maquinaria de desinformación oficial, la verdad está saliendo a flote, poco a poco.
Por un lado hay estadísticas difíciles de captar: han soltado unas 18.000 bombas y misiles en las montañas y valles de Afganistán desde el 7 de octubre. Los trabajadores de socorro e investigadores, y un puñado de periodistas valientes, han documentado que miles de afganos han muerto.
Por otro lado hay historias, contadas con amargura y pesar, de pastores, comerciantes, refugiados, campesinos, trabajadores médicos y camioneros.
Mentiras y pruebas
"Están muertos porque queríamos que murieran".
Vocero del Pentágono sobre los 93 aldeanos que murieron en Chowkar-Karez, octubre de 2001
"No cabe duda de que a veces mueren inocentes, no combatientes; es una lástima".
Donald Rumsfeld, secretario de Defensa
"A pesar de docenas de informes fidedignos sobre ataques aéreos mal dirigidos y grandes pérdidas civiles (de la ONU, de agencias de socorro y de periodistas), las fuerzas armadas solo han investigado detalladamente unos pocos incidentes, como por ejemplo el bombardeo del almacén de la Cruz Roja en Kabul dos veces en un lapso de 10 días de octubre".
New York Times,10 de febrero
El Pentágono afirma que su "equipo de investigaciones especiales" solo ha descubierto un puñado de incidentes de funcionamiento defectuoso de una bomba que causó "bajas no intencionadas".
El comandante en jefe de la guerra contra Afganistán, el general Tommy Franks, ha dicho repetidas veces: "En toda la historia no ha habido ningún conflicto con menos daños colaterales o consecuencias no intencionadas". Es una manera de evitar hablar de la muerte del pueblo afgano. Pero incluso sus propios datos lo desmienten.
William Arkin, un profesor de la Escuela de Estudios Avanzados de la Fuerza Aérea, calcula que hubo por lo menos 100 incidentes de muertes de gran cantidad de civiles.
Muchas veces atacaron blancos civiles a propósito: la central eléctrica de la represa Kajakai (que suministra electricidad a la zona desértica del sur del país), la central telefónica de Kabul y la oficina de la red televisiva árabe al-Jazeera.
Por todo el país soltaron bombas de fragmentación. Cada una produce una lluvia de más de 200 botes (del tamaño de una lata de soda) que cubren una zona enorme. "Los que no estallan al aterrizar serán minas terrestres que estallan cuando los tocan", dijo Joost Hiltermann, director ejecutivo de la oficina sobre armas de Human Rights Watch. Se calcula que hay 36.000 botes sin estallar en Afganistán. El Pentágono rechazó ese cálculo pero no dio su propio cálculo.
El periódico Boston Globe (17 de febrero) investigó docenas de sitios y calculó que murieron más de mil civiles: "Junto con mala información y falta de precisión de la guerra aérea, muchas bajas se deben a la selección de blancos en zonas civiles".
Un director de Médicos Sin Frontera estudió informes de hospitales y de trabajadores médicos y calculó que murieron de 2000 a 3000 personas. Un europeo experto en minas terrestres que trabaja con las fuerzas estadounidenses en Kabul le dijo al Guardian que calculaba 8000 muertes civiles. Un investigador del Instituto Commonwealth calculó que otros 3000 afganos murieron porque la campaña aérea dificultó la llegada de ayuda humanitaria.
Marc Herold, un profesor de la Universidad de New Hampshire opuesto a la guerra, estudió cuidadosamente los informes periodísticos de Afganistán y concluyó que murieron 4000 civiles, sin contar a los militares (unos 10.000 combatientes, sobre todo en los bombardeos) ni a los presos masacrados en Mazar-i-sharif y otros lugares.
Casi nunca se informa sobre la suerte de los campesinos. Pocos periodistas fueron a aldeas pequeñas a informar sobre la gente que buscaba los restos de familiares, vecinos y animales domésticos en los escombros.
Las carreteras
"Aquí se dice que los estadounidenses quieren matar a 4000 ó 5000 personas, o sea, la misma cantidad que murió en su país".
Abdul Hakeem,director de una compañía decamiones de transporte
Se ha oído poco sobre los ataques sistemáticos en las carreteras de Afganistán. Los miembros de los sindicatos de camioneros ayudaron a los trabajadores de la ONU a darlos a conocer.
En una vasta zona del sur, bombardearon todos los vehículos que encontraban, incluso los de refugiados. La ONU dice que nada más en noviembre destruyeron 160 camiones cisternas y otros camiones de transporte, y 210 carros, y que la gran mayoría eran de civiles.
A comienzos de la guerra, atacaron exclusivamente desde el aire. Luego llegaron equipos de comandos en helicópteros, y destruyeron vehículos con misiles. A veces permitieron que los pasajeros se bajaran, pero a veces no. Los que no morían en los ataques se encontraban en medio de una zona de guerra desértica sin agua ni comida.
"Desde el punto de vista de los derechos humanos, lo que pasó fue una infamia", dijo Leslie Oqvist, la coordinadora de la ONU en el sur. Añadió que los oficiales estadounidenses "lo justifican todo con el pretexto de las 3000 personas que murieron en Nueva York". La destrucción de los vehículos paró el transporte de comida, agua, etc., a la zona.
En una reunión de camioneros, Abdul Hakeem describió la muerte de siete miembros de una familia en un bombardeo en la provincia de Uruzgán. Abdul Salam dijo que manejaba un pequeño camión de transporte con cuatro pasajeros cerca de Shahwali Kot el 4 de diciembre. Una bomba estalló a unos cinco metros del camión; todos se bajaron y luego otra bomba lo hizo añicos.
Abdul Kareem manejaba un camión cisterna en un convoy de tres vehículos cerca de Qalat el 17 de diciembre, o sea, diez días después de la derrota de los talibanes. Una bomba destruyó el primer camión y el estallido le prendió fuego al segundo. Una segunda bomba dio en su camión y él se estrelló contra el parabrisas. Luego un avión AC-130 atacó la zona con ametralladoras. Kareem dijo: "Nos vieron y se dieron cuenta de que no teníamos nada que ver con al-Qaeda. Vieron que éramos civiles pero no nos permitieron escapar". A Kareem lo tuvieron que hospitalizar por las quemaduras.
En respuesta a esos informes de la ONU, el Pentágono afirmó que solo atacó camiones militares de los talibanes. Luego salieron a flote más detalles de ataques a civiles, y el 18 de diciembre un vocero los defendió: "No creo que ocurrió nada que nos incumba re- evaluar. Hacemos todo lo posible para proteger la vida de los no combatientes, pero en una operación militar siempre existe la posibilidad de que mueran civiles".
Salen los escándalos
En las últimas semanas los propios aliados han acusado a Estados Unidos de masacrar a civiles y, como consecuencia, ha sido más difícil tapar los hechos.
El 20 de diciembre, bombardearon unos carros en la provincia de Paktia, cerca de Kabul. El Pentágono anunció que era un convoy de dirigentes talibanes y que ellos dispararon primero misiles antiaéreos. Puras mentiras.
Resulta que eran dirigentes tribales que iban a Kabul para celebrar la toma de posesión del gobierno pro yanqui de Hamid Karzai. Diez minutos después de destruir el convoy, los aviones atacaron las colinas cercanas, donde mataron a 12 miembros de la familia Khan. Atacaron la aldea de Bekhere varias veces y mataron a 63 personas.
El Pentágono dijo que toda la zona era "una base coordinadora de actividades de al- Qaeda donde se preparaban para huir de Afganistán". Pero los aldeanos creen que atacaron el convoy nada más porque vieron las luces y decidieron destruirlo todo.
Atados y pisoteados
El 24 de enero, unos comandos yanquis atacaron dos pequeños cuarteles en Hazar Qadam; mataron a 20 personas y capturaron a 27. Resultó que eran fuerzas leales al nuevo gobierno títere, así que tuvieron que poner en libertad a los cautivos. Como consecuencia, todo el mundo oyó de la brutalidad de las fuerzas yanquis. Los sobrevivientes dijeron que los golpearon una y otra vez durante dos semanas, con las manos y con la culata de los fusiles, y que los ataban y pisoteaban. "Nunca podré perdonarlos", dijo Abdul Rauf, de 60 años, que es jefe de policía. "Me hicieron arrodillar, doblado, y me patearon en el pecho. Me quebraron las costillas. Me caí al suelo y me dieron patadas en la espalda y los riñones, y me desmayé".
Los aldeanos encontraron dos cadáveres con las manos atadas con esposas de plástico blanco que decían "Made in USA". Un sobreviviente le dijo al Los Angeles Times que vio a los soldados esposar a su primo en el suelo. Luego encontró su cadáver con balas en el cuello, el pecho y el estómago.
El Pentágono decidió "investigar" el incidente porque el primer ministro Karzai se quejó. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dijo que el ataque fue "lamentable", pero que los soldados no hicieron nada malo porque los afganos dispararon primero. En un ataque sorpresa lanzado por Estados Unidos! La CIA le dio a cada familia $1000.
El Pentágono rechazó la acusación de que ejecutaron a los cautivos. Rumsfeld dijo que esposan a los heridos, y que los que encontraron muertos murieron de sus heridas.
Le preguntaron si van a castigar a los soldados que participaron en la brutalidad y masacre, y Rumsfeld contestó: "šPor qué? No puedo imaginarlo pues no se equivocaron. Cumplieron su deber y demostraron buen juicio de comienzo a fin".
Con la perversa lógica del Pentágono, el general Richard Myers, jefe del estado mayor de las fuerzas armadas, dijo: "El hecho de que los capturaron en vez de matarlos demuestra lo profesionales y disciplinadas que son nuestras fuerzas".
Ejecutan a Daraz Khanpor ser alto
"šPor qué hicieron esto? šPor qué mataron a Daraz? No tenemos nada, absolutamente nada, y nos han quitado a Daraz".
Sobrina de 16 años de Daraz Khan
El 4 de febrero, tres hombres afganos estaban parados en un escarpado cerca de las cuevas Zhawara, al sur de la ciudad de Khost, en las ruinas de un campamento militar. Como de la nada, un avión Predator sin tripulación los mató con un misil antitanque.
Los familiares y amigos estaban furiosos y le contaron lo sucedido a los equipos estadounidenses que llegaron a investigar; les dieron el nombre a los periodistas y les contaron la historia de los muertos. Los hombres (Daraz Khan, Jehangir Khan y Mir Ahmed) caminaron 15 kilómetros de la aldea de Lalazha a las montañas a buscar metralla de misiles para vender. La metralla que carga un camello se puede vender por 50 centavos en Pakistán.
El gobierno no ha admitido que los agentes de la CIA que manejan los Predators mataron a civiles. Una vocera dijo: "Estamos convencidos de que fue un blanco apropiado, aunque no sabemos exactamente quiénes son".
El almirante John Stufflebeem dijo que los equipos de investigación encontraron armas y documentos en el lugar "que indican que no eran campesinos". Los aldeanos respondieron que las armas y documentos son de antes de los bombardeos, cuando era una base militar.
La verdad es que Estados Unidos ha llevado a cabo una campaña de asesinatos con misiles, y ha atacado dondequiera que sospecha que haya combatientes talibanes o de al-Qaeda. Cuando el avión Predator transmitió fotos de los hombres, uno era más alto que los demás. Como Osama bin Laden mide casi dos metros de alto, decidieron matarlos a todos.
El Boston Globe informó sobre esos escuadrones de la muerte aéreos el 17 de febrero: "Por lo menos en tres incidentes, mataron con bombas a docenas de aldeanos (muchos niños) que no tenían ningún vínculo con los terroristas".
En Lalazha, los aldeanos dijeron que el más alto de los tres hombres medía 1,80 metros. Parece que en Asia Central eso es suficiente para morir a manos de un Predator.
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