Palestina: Tanques de injusticia

La ocupación israelí Cisjordania y Gaza

Obrero Revolucionario #1145, 7 de abril, 2002, posted at http://rwor.org

El 29 de marzo, por segunda vez en el mismo mes, Israel invadió la ciudad de Ramallah, Cisjordania. Unos 150 tanques israelíes tumbaron muros y aplastaron carros y todo lo que les bloqueó el paso, rumbo a las oficinas de la Autoridad Palestina, que están en unos edificios amurallados. El ejército israelí se abrió paso y se apoderó de los edificios. Yasser Arafat, el dirigente de la Autoridad Palestina, se refugió en el segundo piso, sin electricidad y con un solo vínculo al mundo: un teléfono celular.

Desde diciembre, Arafat ha estado más o menos preso en Ramallah. Pero el ataque del 29 redobló las acciones militares israelíes contra las zonas palestinas. Al cierre de esta edición, Arafat sigue preso y no se sabe cómo terminará el asunto. Pero no cabe duda de que la ofensiva, dada la enorme superioridad israelí de armamentos modernos, causará más muerte y destrucción a los palestinos de Cisjordania y Gaza.

Lo que está pasando en Ramallah (tanto el ataque contra la ciudad como el sitio de las oficinas de la Autoridad Palestina) muestra la esencia de los dos lados del conflicto en Palestina: una fuerza de ocupación contra sus víctimas, la injusticia contra la justicia, el sionismo e imperialismo contra los oprimidos. La invasión destaca las relaciones de poder existentes: desde hace años, Arafat ha colaborado con Estados Unidos e Israel para forjar un "proceso de paz" y por todo el mundo se le reconoce como "jefe de estado". Pero en Ramallah, Israel envía el ejército (armado hasta los dientes con armas de alta tecnología de Estados Unidos) para atacarlo y humillarlo. Es un ataque gangsteril con un mensaje: Nosotros llevamos la batuta aquí, la tierra es nuestra y su destino está en nuestras manos.

La invasión también es una declaración de los gobernantes sionistas de Israel sobre el "proceso de paz": si hay una "tregua" o "acuerdo", nosotros diremos cómo, cuándo y de qué forma. Unos pocos días antes de la invasión, Israel impidió que Arafat asistiera a la reunión cumbre de la Liga Árabe en Beirut, Líbano. El primer ministro israelí trató a Arafat como si fuera un niño, regañándolo por "no haber hecho lo suficiente" para parar los grupos armados palestinos; le dijo que si iba al Líbano, no le garantizaba que podría regresar. Los padrinos yanquis también lo criticaron por no parar la resistencia y no le permitieron reunirse con el vicepresidente Dick Cheney. El enviado especial de Bush, el general Anthony Zinni, ordenó que los palestinos acepten un alto el fuego que ni siquiera menciona un estado palestino.

La cumbre de la Liga Árabe endosó el plan del príncipe saudita, que ofrece que todos los miembros de la Liga reconozcan al estado de Israel a cambio de una retirada de las zonas conquistadas en la guerra de 1967, el establecimiento de un estado palestino en Cisjordania y Gaza con la capital en Jerusalén Oriental, y una resolución al problema de los refugiados palestinos. Israel respondió calificando el plan de "inaceptable" e iniciando el ataque a Ramallah.

El pretexto que ofreció Israel fue una serie de bombas suicidas, en particular una en la ciudad costera de Netanya en día de la pascua judía en que murieron 20 israelíes. Pero según los informes periodísticos, Sharon y sus generales empezaron a hablar de un "amplio ataque" contra la Autoridad Palestina varias semanas antes de esos ataques dinamiteros.

El gobierno de Sharon anunció que la invasión de Ramallah apenas fue el primer paso de una nueva operación militar en Cisjordania y Gaza, que continuará "sin límite fijo". Israel dividió a Gaza, que ya parece un enorme penal lleno de pobres, en tres zonas y ha arrestado a centenares de palestinos. A comienzos del mes, lanzó la mayor ofensiva desde la invasión del Líbano de 1982; atacó campos de refugiados y pueblos por toda la zona palestina. Ahora ha redoblado esa ofensiva.

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En medio de la invasión de Ramallah, el secretario de Estado estadounidense Colin Powell salió de una reunión del Consejo de Seguridad Nacional y habló con los corresponsales. En la televisión se podían ver los tanques israelíes que rodeaban los edificios de la Autoridad Palestina y tenían atrapado a Arafat. Pero Powell le echó la culpa a Arafat por provocar la actual "crisis" porque no hizo lo suficiente para parar el "terrorismo". Dijo que "entiende" la respuesta israelí y alabó a Sharon por su "flexibilidad" en las negociaciones. Pero, por otro lado, declaró que Arafat sigue siendo "central" en el "proceso" de forjar un acuerdo entre Israel y los palestinos.

El contraste entre las palabras de Powell y la escena de Ramallah era casi surrealista. ¨Cómo se puede decir que Arafat "haga más" mientras que Washington apoya los esfuerzos por debilitar, y posiblemente aplastar, la Autoridad Palestina? Pero las palabras de Powell muestran la realidad de Palestina y las actuales maniobras del imperialismo yanqui.

Defender las acciones israelíes como respuesta al "terrorismo" es el tratamiento típico del conflicto por parte del gobierno y los medios. A veces critican a Israel por sus "excesos" y vierten lágrimas de cocodrilo por la muerte de civiles palestinos "atrapados en el fuego cruzado", pero casi siempre describen las acciones de Israel como "represalias" justificadas por los ataques palestinos.

Hace poco salió un cuadro muy llamativo en el Chicago Tribune sobre las bajas israelíes y palestinas en el actual conflicto. Empieza con la intifada (levantamiento palestino) en septiembre de 2000, como si todo la sangre derramada desde aquella fecha se debiera a los palestinos.

Pero en realidad, las protestas palestinas que empezaron en septiembre de 2000 fueron una respuesta a una muy cínica provocación realizada por Sharon: su visita a Haram al-Sharif, un sitio religioso en el centro de Jerusalén muy importante para los musulmanes. En ese momento Sharon no era funcionario del gobierno; lo eligieron primer ministro más tarde. Pero lo acompañaron centenares de soldados y policías porque lo hizo a propósito para provocar la ira de los palestinos, ya indignados por décadas de opresión y pobreza. Cuando se levantaron y opusieron resistencia, el ejército israelí aprovechó para matar y reprimir. En medio de ese tumulto, Sharon subió al poder.

Ese patrón de provocación y brutal respuesta por parte de Israel se ha repetido frecuentemente desde septiembre de 2000. Israel ha asesinado abiertamente a dirigentes de varios grupos palestinos y ha "eliminado" a funcionarios del gobierno palestino, a veces baleándolos en la calle junto con transeúntes. Es un método hipócrita y sangriento: sabe que esos asesinatos van a provocar represalias, finge "indignación" y lanza más ataques.

Muchas veces los sionistas y los imperialistas yanquis señalan lo reaccionarios que son los grupos fundamentalistas islámicos, como Hamas, como otro pretexto para los ataques. Pero la verdad es que Israel participó en la creación de Hamas en los años 80, como contrapeso a la dirección laica de la resistencia palestina. Israel seguía los pasos de Washington, que en la misma época fortalecía a las fuerzas fundamentalistas islámicas en Afganistán y otras partes como contrapeso a los movimientos de liberación nacional contra los imperialistas soviéticos.

Ahora Israel y sus padrinos yanquis están atacando a esas mismas fuerzas fundamentalistas. Exigen que Arafat y la Autoridad Palestina las aplasten. Y como no lo puede hacer, Israel lo aprovecha como pretexto para atacar al pueblo palestino.

En particular, Israel se queja de las bombas suicidas para tildar de "terroristas" a los palestinos. ¨Pero por qué están dispuestos a dar la vida así centenares de jóvenes palestinos? El periódico inglés The Guardian entrevistó a un dirigente de las Brigadas de los Mártires de al-Aksa; este dijo que nada más en Belén 200 jovencitas se han unido a brigadas de bombas suicidas. Esas jóvenes han oído a sus padres y abuelos hablar de cómo los sionistas les quitaron la tierra a la fuerza y los han hecho vivir como refugiados. Han visto a las tropas de ocupación matar a sangre fría a jóvenes lanzapiedras, tumbar casas y huertos frutales y cometer un sinnúmero de crímenes. La vida bajo la ocupación ha engendrado una fiera resolución a luchar. Cuando organizan bombardeos suicidas, esos grupos fundamentalistas islámicos y las milicias laicas asociadas con las fuerzas de la burguesía nacional tienen su propia agenda política. Pero en ausencia de una auténtica estrategia revolucionaria para combatir y derrotar a las fuerzas de ocupación, muchos jóvenes se han metido a atacar a los opresores de esa manera.

Los sionistas y sus padrinos yanquis preguntan: ¨Por qué no hace más Arafat para parar los bombardeos suicidas? Pero... ¨y los envíos de aviones caza, helicópteros y billones de dólares de ayuda militar que apuntalan la ocupación israelí? La ocupación es lo que provoca la indignación y lucha de los jóvenes palestinos.

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Sharon le hace eco a la "guerra contra el terrorismo" de Estados Unidos: dice que el propósito de la ofensiva militar es destruir las "estructuras de terror" en Palestina. Powell endosó esa justificación; el New York Times informó que "subrayó que combatir el terrorismo sigue siendo el centro de la política exterior de la administración Bush".

Dado el apoyo estadounidense a Israel, ¨por qué dice Powell que Arafat sigue desempeñando un papel "central" en el "proceso político" en Palestina?

Los imperialistas yanquis han calculado que les beneficia forjar alguna clase de "acuerdo de paz" entre Israel y la burguesía nacional palestina, o por lo menos ofrecer tal posibilidad. Así esperan apaciguar tanto los fuegos de la resistencia palestina como las enemistades hacia Estados Unidos que podrían amenazar a los gobiernos pro yanqui de la región. Pero la invasión de Ramallah puso en claro la naturaleza de este "proceso de paz" y el papel que se le ha asignado a Arafat: aceptar lo que dicte Estados Unidos o verse aplastado.

Hace poco el gobierno de Bush empezó a hablar de una "visión" de un futuro estado palestino. Respondió con "interés" al plan de "paz" saudita, especialmente la oferta de reconocer a Israel. Pero no está hablando de un estado independiente libre de la dominación sionista o imperialista, sino de un mini-estado rodeado por Israel y a merced de fuerzas extranjeras económica y militarmente.

En pocas palabras, la "visión" es de todo un pueblo encerrado en un enorme ghetto (o varios ghettos menores) en Cisjordania y Gaza, que no represente ninguna amenaza a los intereses estadounidenses en la región. No cabe duda de que tal "visión" no ofrece ni justicia ni liberación a los palestinos.


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