Obrero Revolucionario #1147, 21 de abril, 2002, posted at http://rwor.org
"Siempre nos dicen mucho ojo con esta pandilla y con la otra, pero la más gruesa es el Departamento de Policía de San Francisco. Es la más grande y tiene el derecho de hacer con nosotros lo que le dé la gana. Pero no nos vamos a quedar de brazos cruzados ni vamos a aceptarlo y decir que `está bien'".
Susan McAllister, madre de Alema, de 13 años, a quien la policía manoseó
Hunters Point, San Francisco, 21 de enero: Por la noche, cuatro chavos y chavas de 12 a 14 años están escuchando música en un auto frente a su casa en la calle Kirkwood. Sus padres les dieron permiso de acostarse tarde porque es día feriado: el natalicio de Martin Luther King.
El barrio de Bay View-Hunters Point tiene una de las mayores comunidades afroamericanas de San Francisco (véase el artículo en la siguiente página) y esta es una calle tranquila donde de día los niños juegan y los mayores cuidan a los hijos de todos. En frente está el Club de Niños y Niñas, uno de los pocos centros comunitarios para jóvenes en esta comunidad.
Tenisha Bishop sale del trabajo y recoge a su hijo de 6 años. Estaciona frente al apartamento y se fija que la policía rodea el auto donde se encuentran los chavos. En un artículo de primera plana en el periódico afroamericano San Francisco Bay View , describe lo que sucedió entonces:
"Me bajé del carro. La policía les apuntaba a los chavos y les hablaba por el altoparlante. Les grité para advertirles que cometían un error, que eran unos chavitos, pero no me hicieron caso. Entonces les grité a los vecinos para que avisaran a la mamá de Janell que la policía le iba a disparar a su hija".
Janell tiene 12 años. Cuando su mamá se asomó estaba de rodillas con las manos en la nuca y la policía le ordenaba a su amiga, Alema Hoskins, de 13 años, bajarse del auto.
"Me dio ganas de agarrar a mi hijo y correr, pero no lo hice por temor a que la policía me disparara o me diera una buena paliza", escribió Tenisha. "Conozco estas situaciones y sé lo que puede pasar.
"Llegaron patrullas, una camioneta y más agentes en uniforme de camuflaje. Los vi correr con las armas en la mano por encima de la cerca entre el gimnasio y el club.
"Jerome Brown, de 14 años, acudió junto con otros parientes y vecinos; les rogaron a los agentes que bajaran las armas y Jerome les pidió que no apuntaran a su `primito'. No le contestaron y siguió insistiendo.
"De repente, les dieron una orden y le cayeron encima. Con mis propios ojos vi a ocho agentes blancos tirarlo al suelo. Cayó cabeza abajo; oí el ruido de la mandíbula chocando contra el pavimento y vi los pies pateando el aire.
"Por cinco minutos un policía le clavó la rodilla en el cuello y le restregó la cara en el pavimento.
"El padrastro de Janell, Kevin Hall, le advirtió a la policía que Jerome era apenas un chavo y que no tenía ningún derecho de tratarlo así. Enseguida le cayeron encima a él también, lo golpearon y lo subieron a la patrulla.
"Jerome estaba en el suelo, con la mirada perdida, en un charco de sangre. Lo miré fijamente: no parpadeaba y al parecer tampoco respiraba. Me dio una impresión muy fuerte; pensé que estaba muerto".
¨Cómo justificaron el ataque a los chavos? La policía recibió un informe de que dos hombres afroamericanos sacaron armas de un auto rojo, y los chavos se encontraban en un viejo auto rojo.
El padre de Jerome habló de lo que le pasó a su hijo en una reunión de la Comisión de Policía: "Le estrellaron la cabeza contra el pavimento; no lo ayudaron ni le dieron atención médica. Vi el charco de sangre en la calle. Me espantó, la verdad. Esa noche lo internarnos en el hospital. Cuando lo vi [en el hospital] ni siquiera me reconoció... Tenía tres dientes metidos en las encías y un hoyo en la mandíbula. Lo operaron y le cerraron las heridas con puntos. Tenía una conmoción cerebral; no sabía su propio nombre ni comprendía que estaba en el hospital".
Tenisha le dijo al periódico Bay View que los insultos y atropellos no pararon: "Les pregunté por qué mandaron a tantos policías a manejar un problema de niños. [El policía] contestó: `Mientras haya esta gentuza por aquí, nos portaremos igual'. `¨Qué carajos dijo?', le pregunté. `¨Que nos están diciendo monos, orangutanes o niggers hoy?'. Inell, Sue y Leonard le preguntaron: `¨Cómo que esta gentuza?'. Enseguida le saqué la foto de la cara torcida con una mueca racista. `¨Cómo se atreve a decir eso?', le dije, `hoy en el natalicio de Martin Luther King, Jr.'.
"A Brian le apretaron tanto las esposas que pedía a gritos que se las aflojaran. Lo arrastraron por las esposas y lo tiraron al suelo. Tyrell, Alema y Janell estaban muy consternados por lo que les hicieron y dijeron que odian a la policía, que no más estaban sentados en el auto escuchando música, ¨y por qué tanto lío?
"Al cruzar la calle hacia mi casa oí a Sue e Inell pedirle a la policía que les permitieran acompañar a sus hijas. ¨La respuesta? ĦSi cruzaban la calle, les iba a disparar!
"Registraron a las niñas: les manosearon los senos, la cadera, las nalgas y los muslos. ĦImagínense presenciar el manoseo de esas bellas, inocentes e indefensas niñas! Alema va a cumplir los 14 años y ya tiene cuerpo de mujer. Los agentes le subieron el suéter que tenía amarrado a la cintura y la manosearon. Su mamá gritaba todo el tiempo: `No es justo. No le hagan eso a mi hija. Manden por una mujer policía que la registre. Tengan en cuenta que es una niña', y se echó a llorar".
Susan McAllister, la madre de Alema, dijo: "Un agente rozó la palma por el seno de mi hija. Les grité que mandaran por una policía, pero el agente le pasó la mano por los muslos y la ingle; le subió el suéter y le pasó la palma por las nalgas. Lloré por la pena y la humillación que la hacían sufrir".
La ira de la comunidad
El periódico Bay View ha condenado rotundamente el ataque. La comunidad está indignada por el incidente, y también por el hostigamiento y brutalidad policial de todos los días, especialmente para los jóvenes.
"Nos dio muchísima rabia", le dijo Susan McAllister al OR , "y no solo este caso sino todos los demás. Los tapan y no vuelven a mencionarlos. Pues este caso no se olvidará. Voy a estar en sus narices hasta que hagan algo. Vamos a recuperar nuestra comunidad. Si nos tratan así, no los queremos aquí. Nosotros mismos manejaremos los líos y situaciones que se presenten".
La policía dice que hará una investigación, pero ha rechazado los reclamos de los vecinos, quienes piden que retiren a los agentes involucrados y les den trabajos de oficina. En lugar de eso, los han trasladado a otras comunidades.
"No deben permitir que vayan a hacer lo mismo a los niños de otra comunidad", le dijo una vecina a la Comisión de Policía.
Para colmo, han designado como enlace con la comunidad al comandante Greg Suhr. Bajo su mando, un grupo de policías golpearon y le rociaron gas pimienta a Mark García, lo pusieron boca abajo en el pavimento caliente y le clavaron una bota en la espalda. Violaron sus propios procedimientos y acabaron provocando la muerte de Mark, pero solo recibieron un jalón de orejas. El caso de Mark García ha quedado en el olvido y Suhr ha ascendido los escalones del mando policial.
El 27 de febrero, unas 80 personas se dieron cita en la reunión de la Comisión de Policía para protestar contra el ataque a la comunidad de Hunters Point. El incidente ha unido a jóvenes y mayores, luchadores sociales y dueños de casa, todos resueltos a parar la brutalidad policial. Mesha Monge-Irizarry condenó el asesinato policial de Idriss Stelley (su hijo de 23 años, quien vivía en Hunters Point) frente al teatro Metreon en el centro de San Francisco el 13 de junio pasado. Le metieron más de 20 tiros, quien no tenía arma.
Una anciana que vive en Hunters Point desde 1943 dijo: "No me digan que actuemos con calma ni que aceptemos la versión oficial. Este caso es muy sencillo. Esos chavos jamás se metieron en ningún problema y sus padres no más preguntaron por qué les hacían eso. Tengo seis hijos, 21 nietos y 40 bisnietos. Si a mí me hubiera pasado esto, me habrían disparado ahí mismo, de eso no cabe la menor duda. Es totalmente inaceptable".
Un chavo le dijo a la comisión: "Está de la chingada. Me recuerda cuando la policía me dio una paliza y no había ni una cámara ni nada en ese cuarto. Esto tiene que parar; estamos hartos de que vengan a nuestras comunidades, nos hostiguen, nos golpeen y nos maten, y piensen que no vamos a hacer nada. Ustedes, cabrones, deben juzgar a esos cabrones y meterlos a la cárcel o algo... dicen que se trata de unas cuantas manzanas podridas, pero no es cierto; el problema es el sistema, la forma de entrenar a los policías, su actitud en las comunidades. No están ahí para `proteger y servir'. En verdad están para hacer lo que están haciendo. O dejan de hacerlo o, los vamos a parar!".
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