Obrero Revolucionario #1164, 25 de agosto, 2002, posted at http://rwor.org
"El mercado capitalista es impersonal. No le rinde cuentas a nadie. No le consulta a uno qué necesita. No le importa que uno pierda el trabajo, la casa, la jubilación ni el seguro médico. `Si esas cosas son un impedimento a la eficacia del mercado, pues ni modo'. Se habla mucho de la `economía socialista manejada', ¨pero habrá algo más manejado que un mercado que dicte que 500,000 trabajadores (sí, medio millón!) queden sin trabajo en la industria de telecomunicaciones?"
Raymond Lotta, economista político maoísta, en conversación con el OR
Se dice que la economía de Estados Unidos es El Modelo para todo el mundo. El evangelio oficial es que el capitalismo de mercado libre es irresistiblemente superior. Las alabanzas son constantes.
Pero la economía estadounidense lleva más de un año estancada y estamos viendo cómo trata el capitalismo a la gente. Casi dos millones de trabajadores han perdido el trabajo. Una enorme burbuja de exceso de capacidad y de especulación se reventó, y la bolsa de valores está por los suelos desde su clímax hace dos años. La caída a pique de las acciones anuló inversiones y ahorros valorados en más de siete trillones de dólares (un trillón son cien mil millones).
La industria de telecomunicaciones, la industria dorada de la informática, está en crisis. Las compañías electrónicas que se creían la última maravilla del mundo están en quiebra.
No está claro adónde llegará esto. Unas compañías de aviación están a punto de declarase en bancarrota, y la crisis de la deuda empuja a Brasil y Argentina a declarar moratoria de pagos.
A cada momento estallan escándalos de avaricia y arrogancia corporativa. Se ha desenmascarado un sistema corrupto de contabilidad. Arthur Anderson, una de las cinco mayores compañías de contabilidad del país, se desmoronó cuando se conoció su participacion en el fraude de Enron. Ejecutivos de corporaciones se callan por temor a incriminarse cuando el Congreso los llama a dar testimonio, y un par de capitalistas posaron ante las cámaras esposados.
Especulan con la gente
"El 30 de noviembre nos permitieron trasladar las acciones de Enron de nuestro plan de jubilación a otro fondo. En mi cuenta quedaban $46.01; a un amigo que trabajó casi 20 años le quedaban $102. Esto es absurdo, triste y, creo yo, criminal".
Empleado de Enron despedido en enero de 2002
"¨Podrá jubilarse?"
Portada de la revista Time
Desde hace años la bolsa de valores de Estados Unidos ha absorbido riqueza como un implacable agujero negro: capital de todo el mundo, y los ahorros y la pensión de millones de personas de este país.
La bolsa de valores es formidable, decían; una generación nunca había visto bajar los precios de las acciones; en muchas industrias los ejecutivos aceptaron la opción de comprar acciones en vez de aumentos salariales. Los profetas de la privatización pedían que el Seguro Social (el fondo gubernamental de jubilación) se invirtiera en acciones.
Pero después de la borrachera viene la cruda. Los ahorros de millones de personas jóvenes se han esfumado; miles de trabajos han desaparecido; y muchos vivirán la tercera edad en la pobreza. El colapso de las acciones le está dando duro a mucha gente.
En un lado de la vida, millones de jóvenes que planearon su vida laboral según los dictámenes de la alta tecnología, ahora tienen que aceptar trabajos de miseria en vez de acciones. En el otro lado, millones de personas mayores que pensaban jubilarse con los ahorros de toda la vida ahora se preguntan qué harán.
Actualmente, solo el 16% de la población de este país tiene pensión de jubilación fuera del Seguro Social. La mitad de la fuerza de trabajo del país apenas recibirá un poquito del Seguro Social cuando se jubile.
Los que lograron acumular un poco de riqueza están espantados. El Boston Globe calcula que el plan de jubilación 401(k) perdió la cuarta parte de su valor en los últimos dos años y medio.
Un vicepresidente de una compañía nos dijo que sus $500,000 en acciones perdieron la mitad de su valor; así y todo tiene que pagar $200,000 de impuestos por ese dinero. Quedó en cero.
En Coca-Cola el 81% de los trabajadores invirtió las pensiones en acciones de la compañía. Las acciones bajaron 31% en tres años. Pero el gerente, M. Douglas Ivester, se largó con un paquete de despedida de $17 millones y le pagarán la cuota de su club toda la vida.
El capitalismo dice que es el mejor sistema para "crear riqueza", pero esta crisis revela que lo que produce es inseguridad y ruina.
Engaño a puertas cerradas
"El sistema de divulgación financiera de Estados Unidos es el mejor del mundo. Todo inversionista puede confiar en él".
Harvey Pitt, presidente de la Comisión de Valores y Bolsas, febrero de 2002
"¨Hay corrupción en Wall Street?"
Titular de la revista Business Week, junio de 2002
"Hasta hace poco Estados Unidos le ofrecía al mundo un modelo de éxito incuestionable. Más de mil compañías estadounidenses han admitido que en los años 90 publicaron informes falsos. Eso quiere decir que el muy pregonado y lucrativo crecimiento de la `Nueva economía' de Clinton pudo haber sido nada más que un globo de aire caliente, inflado con dinero extranjero".
Dnevnik, periódico de Sofía, Bulgaria, 26 de junio de 2002
La clase dominante de Estados Unidos y sus instrumentos internacionales como el Fondo Monetario Internacional exigen a todo el mundo "transparencia". Dicen que la economía capitalista es abierta y confiable, y por tanto superior a la economía de capitalismo de estado o a las economías socialistas planificadas. Se exigía a otros países que divulgaran su vida económica y permitieran que los bancos internacionales "escogieran" sus sectores más rentables para comprar y explotar.
Ahora se ve la hipocresía de la "transparencia" de Estados Unidos.
Worldcom, el "dínamo" tejano que controla la mitad de la Internet, dio a conocer en junio que sus ejecutivos ocultaron más de $4 billones (un billón son mil millones) de gastos para mejorar el balance final. John Sidgmore, presidente ejecutivo de Worldcom, dijo que fueron "errores". Pero en pocas semanas Worldcom anunció que en realidad se trataba de $7 billones.
El 9 de julio, a pocos días de conocerse el escándalo de Worldcom, el presidente George W. Bush dijo que solo se trataba de un "puñado de manzanas podridas". Pero los mismos ejecutivos capitalistas dijeron que esos "nuevos métodos de contabilidad" están muy generalizados; o sea que todos lo hacen.
La corporación de farmacéuticos Merck dio a conocer que reportó ingresos por más de $12 billones que nunca recibió. Después del desplome de Arthur Anderson, el gobierno federal acusó a otras dos compañías de contabilidad, KPMG y BDO Seidman, de ayudar a cientos de corporaciones a evadir impuestos por billones de dólares. La Comisión de Valores y Bolsas está investigando a Bristol-Myers por decir el año pasado que tenía un billón más de ingresos de lo que en realidad tenía. A la multinacional petrolera Halliburton y a su ex ejecutivo Dick Cheney (el actual vicepresidente) los han acusado de inflar los ingresos más de $400 millones.
Tal nivel de fraude de la economía no se había visto desde los años 1920. El fraude se ha impuesto como una táctica de supervivencia de corporaciones que concentran grandes cantidades de capital para la clase dominante y enormes fondos de las masas. Esas tácticas extremas se acentuaron cuando la economía empezó a estancarse.
Al intensificarse la competencia por inversiones los capitalistas se pusieron a inventar cifras. Fue fácil: nadie los estaba vigilando y los contadores estaban involucrados. Grandes bancos que hacen préstamos como Citigroup y J.P. Morgan Chase también participaron. Los líderes del gobierno (el presidente de la Comisión de Valores y Bolsas y el vicepresidente Dick Cheney) lo habían hecho en su "vida privada".
El rostro del mal
"Las consecuencias del fraude de corporaciones jamás han sido peores. Se han evaporado trillones de dólares de la bolsa de valores, más del producto nacional bruto de muchos países. Los capitanes de corporaciones cuyo compás moral se desorientó por la avaricia han estafado a los inversionistas".
Business Week, 6 de agosto de 2002
"No se trata simplemente de un puñado de individuos chuecos y codiciosos; no se trata solo de un puñado de presidentes de corporaciones o de ejecutivos financieros... contaban con un gran elenco: contadores, abogados, bancos inversionistas, asesores, ejecutivos de carpeta, analistas de acciones, inversionistas de instituciones y periodistas financieros".
Singapore Business Times, julio de 2002
Los escándalos actuales ponen a la vista de todos el verdadero rostro del capitalismo; le quitan la fachada a las corporaciones gigantes e impersonales.
Tenemos el caso de Kenneth Lay, fundador y presidente de Enron, amigo desde hace años de la dinastía Bush, pirata responsable de buena parte de la crisis energética de California, multizillonario dueño de media docena de palacios y autor secreto del Plan de Energía para América del vicepresidente Cheney.
Por muchos años las maquinaciones de tales individuos se hacían a puertas cerradas y en público se las daban de "filántropos".
Los propagandistas del capitalismo predican que una de las grandes ventajas del sistema es que "rinde cuentas", pero los escándalos actuales demuestran que esa es otra mentira.
Los capitanes de los naufragios de corporaciones se han escapado en salvavidas dorados, mientras que los arruinados no tienen a quién pedirles cuentas.
Los altos niveles de las corporaciones han sido intocables. El año pasado, en promedio los presidentes de las 10 mayores corporaciones de Estados Unidos ganaron $155 millones. Hace dos décadas el salario de un presidente de corporación era 10 veces mayor que el de un trabajador; ahora es 410 veces mayor. Una y otra vez, antes de declararse en bancarrota una corporación, los altos ejecutivos han vendido una gran cantidad de acciones.
Ahora se sabe que Ken Lay organizó a Enron como una elaborada pirámide (una treta financiera). Cuando la economía le cortó el chorro de ganancias, Ley vendió aproximadamente $70 millones de acciones de Enron justo antes de que la corporación se derrumbara, pero las inversiones de los empleados las congelaron.Los empleados y accionistas de Enron perdieron $40 billones. Miles perdieron todo: trabajo, ahorros y pensiones.
Es un fenómeno generalizado. El presidente George W. Bush se embolsilló $850,000 cuando se salió de la compañía Harken Energy y vendió las acciones justo antes de que perdieran el 75% de su valor.
Un artículo de la revista Nation señala que entre 1998 y 2000, Sanford Weill, presidente de Citigroup, se embolsilló $482 millones, y que su plan de acciones tenía una característica única: cada vez que vendía acciones la compañía le volvía a llenar el portafolio. La Comisión Federal de Comercio (FTC) acusó a Citigroup de prácticas ilegales de préstamos por un valor de $500 millones.
La compañía de alta tecnología Lucent despidió a 42,000 empleados; su presidente, Richard McGinn, recibió $12 millones al ser despedido.
La clase media está furiosa por lo que han hecho los cabecillas de las corporaciones, por su codicia y corrupción. El gobierno, por su parte, trata de desviar la ira aparentando que está "haciendo algo".
La Comisión de Valores y Bolsas ahora requiere que los presidentes de las mayores corporaciones públicas juren que el estado financiero de su empresa es verdadero. William Lerach, un abogado que se especializa en demandas de accionistas, dice: "La certificación tiene muchísimas lagunas". El juramento de los presidentes y jefes financieros empieza con estas palabras: "A mi saber...".
El 25 de junio el Congreso aprobó una Ley de Reforma de las Corporaciones. El hecho de que es completamente inútil se ve en que las corporaciones y la Casa Blanca la alabaron, y la aprobaron por 423 votos a favor y 3 en contra en la Cámara de Representantes y por 99 a 0 en el Senado.
Por más de un año, la fanfarronería del capitalismo estadounidense ha competido con escándalos y recesión. Cada día se le hace más difícil a este sistema, que se jacta de transparencia, eficacia y creación de riqueza, ocultar su desalmado robo, engaño y estafa.
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