Obrero Revolucionario #1165, 1 de septiembre, 2002, posted at http://rwor.org
En los días que siguieron al 11 de septiembre de 2001, cuando todavía salían humo y cenizas del sur de Manhattan, los ojos del mundo se posaron en la gente de Nueva York. Por toda la ciudad, en la calle, en la plaza Union Square, se congregaban grupos tratando de entender qué pasó y qué pasaría después.
Los artistas decidieron pronunciarse, en grupo: unos 175 artistas, vestidos de negro, en silencio, se pararon en formación con letreros idénticos que proclamaban: "Nuestro dolor no es un grito de guerra".
Ese despliegue de valor y arte causó un impacto sumamente oportuno. Ya el 6 de octubre la máquina militar se abalanzaba contra Afganistán y bombardeaba ciudades, aldeas y carreteras. A los pilotos que soltaban las bombas desde portaaviones en el océano Índico les llevaron de regalo las banderas del World Trade Center, como reliquias patrióticas. A pesar de que la gente de Nueva York se pronunciaba contra la venganza y la guerra, el gobierno metamorfoseó el dolor de la ciudadanía en venganza y agresión.
Hoy las palabras "Nuestro dolor no es un grito de guerra" son tanto más urgentes, y parecen proféticas ante la magnitud de lo que siguió y de lo que se sigue desenvolviendo a nuestro alrededor. El 11 de septiembre ha sido la justificación de todo un año de guerra, y la agresión continúa.
Estados Unidos ripió el gobierno central de Afganistán desde el aire y movilizó a los señores de la guerra del Norte. Desde la toma de Kabul en el otoño, esta guerra prácticamente desapareció de los titulares... pero los bombardeos y los ataques siguen. El Pentágono predice que la ocupación militar durará años.
El Pentágono simplemente no habla de cuántos civiles han muerto en Afganistán, pero el profesor Marc Herold de la Universidad de New Hampshire documentó más de 3,000 muertes hasta el 31 de julio. El nuevo gobierno afgano ha matado una gran cantidad de presos de guerra (la mitad de ellos, se calcula): muchos han muerto asfixiados en vagones de carga.
El impacto de esta guerra se ha sentido por todo el centro y el sur de Asia. La llegada de tropas estadounidenses aumentó las tensiones entre India y Pakistán a tal punto que en pocos meses millones vivían a un paso de una guerra entre dos países poseedores de armas nucleares.
El gobierno mandó tropas a Filipinas, Yemen y Somalia; ha respaldado la nueva campaña de agresión israelí para desmantelar a la Autoridad Palestina y ocupar buena parte de Cisjordania; y está preparando una nueva guerra contra Irak.
El 1ø de junio, en un discurso en la academia militar West Point, George Bush se adjudicó el derecho de lanzar ataques "preventivos" en cualquier parte del mundo, es decir, atacar sin advertencia ni provocación. Dijo que están "considerando" a 60 países. Después el secretario de Defensa dijo que el Pentágono meterá tropas y comandos en cualquier país donde quiera capturar o matar "enemigos", sin anuncio ni información a los gobiernos afectados.
Nunca en la historia un gobierno se ha adjudicado tan desmedido derecho de agresión. Incluso los congresistas republicanos y los aliados internacionales dicen que esas doctrinas violan el derecho internacional y tratados firmados por este país. Antes Estados Unidos decía que era el "gendarme del mundo"; ahora se porta como emperador.
El presidente mangonea países como si fueran empleados. A principios de año Estados Unidos instaló un gobierno en Afganistán (que tiene tan poco apoyo que sus funcionarios no pueden salir a la calle sin guardaespaldas gringos). Ahora exige un "cambio de gobierno" en Irak.
En Pakistán, el general Musharraf, aliado de Washington, mandó a paseo la Constitución y se reeligió sin elecciones (a sabiendas de que nunca ganaría a causa del apoyo a la guerra contra Afganistán). Pero eso sí, en Palestina Bush demanda elecciones con observadores extranjeros y dice que no pueden elegir a quien no les guste.
Sobra decir que todo esto pisotea conceptos como "soberanía nacional" y "gobierno del pueblo".
A todo esto lo acompaña una serie de medidas represivas internas: intercepción de teléfonos y computadoras; suspensión de derechos constitucionales; detención de inmigrantes en masa sin acusaciones; reclutamiento de un millón de soplones para una nueva red federal. El gobierno hasta habla tranquilamente de las torturas que realiza en cárceles en el extranjero. El "frente interno" también está en pie de guerra.
Proclamar que el emperador no tiene traje
Todo esto lo hacen en nombre de la ciudadanía: por su seguridad, para defenderla. Pero es necesario decir (no solo en esta página, sino en voz alta en todas partes) que eso es una profunda mentira.
Los propagandistas oficiales llevaban años diciendo que Estados Unidos era ahora la "hiperpotencia" de un "mundo unipolar", que era intocable y no tenía rival. Poderosas fuerzas del sistema han exhortado a aprovechar esta ventaja mucho más agresivamente:a aprovechar el colapso de la Unión Soviética para reconfigurar las relaciones internacionales más rotundamente de acuerdo a los intereses de la estructura de poder y de las corporaciones de Estados Unidos. Buscaban una mayor influencia en Asia Central (fuente de petróleo) y en el sudeste asiático (fuente de mano de obra). Ahora, con la "guerra contra el terrorismo", el Pentágono tiene nuevas bases en el mar Negro, Uzbekistán y Filipinas.
Es supremamente importante entender que muchos de los planes que están en marcha hoy se trazaron antes del 11 de septiembre.
Un ejemplo revelador: el gobierno y las petroleras llevaban varios años negociando con Afganistán para construir un oleoducto de Asia Central al océano Índico. Cuando se vio que el gobierno de los talibanes no tendría la estabilidad necesaria para ese proyecto, las relaciones se enfriaron. El noticiero NBC informá que el plan de guerra contra los talibanes estaba en el escritorio de Bush el 9 de septiembre: dos días antes del atentado contra las Torres Gemelas.
El gobierno estadounidense trata esta "guerra contra el terrorismo" como un cheque en blanco mundial para atacar a cualquier oponente que quiera, en donde quiera. "Terrorismo" es lo que el gobierno diga. Y se espera que todo mundo lo acepte, dizque para proteger a la ciudadanía.
Bush se inventó un nuevo "eje de maldad": Irak, Irán y Corea del Norte (y, queda sobreentendido, China), países que abarcan un cuarto de la humanidad y mucho petróleo. El ataque a Irak daría por terminado el "viejo asunto" de consolidar el control del petróleo del golfo Pérsico. Naturalmente el pretexto para dicho ataque es el 11 de septiembre, aunque no haya conexiones probadas entre Sadaam Hussein y Al Qaeda o el 11 de septiembre.
Algo especialmente alarmante es que el gobierno le está aplicando el membrete de "terrorismo" a movimientos populares revolucionarios... para lanzar guerras de contrainsurgencia bajo el ala de la "guerra contra el terrorismo". El Departamento de Estado tiene en las miras a los partidos maoístas de Filipinas y Nepal (los dos dirigen insurgencias armadas populares contra gobiernos injustos). Como consecuencia, les podrán echar encima tropas de contrainsurgencia entrenadas por el Pentágono, comandos y asesinos estadounidenses, redadas internacionales, confiscación de fondos y otros ataques, a pesar de que esas fuerzas revolucionarias claramente no son "terroristas" y no tienen nada que ver con el 11 de septiembre.
Se ha especulado mucho quién sabía del atentado contra las Torres Gemelas antes del 11 de septiembre, especialmente porque Osama bin Laden tenía "negocios" con la CIA desde hace muchos años y porque varios gobiernos le advirtieron a la Casa Blanca. Puede que nunca sepamos la verdadera pre-historia del 11 de septiembre (quién organizó los ataques y quién "dejó que sucedieran"), pero una cosa está requeteclara: el gobierno lo ha aprovechado para desatar una racha de guerra y represión en muchas partes del planeta.
Todo eso lo hace en nombre de la "ciudadanía": de la seguridad, la defensa, la justicia, el orden mundial y hasta de la paz.
Pero, en realidad, este mundo será una pesadilla si el gobierno estadounidense invade, ocupa y manda donde quiera. Las amenazas y los ataques a países como Irak no le darán más seguridad a los pueblos del mundo. No llevarán justicia a ninguna parte.
¡No en nuestro nombre!
"Qui tacet consenti're vide'tur". (El que calla consiente).
Doctrina legal antigua
"Que no digan que los que vivimos en Estados Unidos no hicimos nada cuando el gobierno declaró una guerra sin límites e instituyó severas medidas represivas".
Una declaración de conciencia: No en nuestro nombre
Hay puntos de viraje que nos ponen a prueba a todos, cuando lo que decimos y hacemos importa más que de costumbre. Ha pasado un año desde el derrumbe de las torres. Buena parte del shock y parte del dolor se han desvanecido. Pero en su lugar el gobierno ha atizado miedo... para mantener el apoyo a maniobras de guerra y represión.
Persiste bastante confusión sobre lo que está pasando, a quién beneficia, adónde lleva. Por eso es tanto más importante que los que ven las cosas con claridad se manifiesten de modo que los oigan millones.
De todas las operaciones de esta "guerra contra el terrorismo" rezuma un profundo desdén por los intereses, los deseos y los derechos más básicos de los pueblos del mundo. Buscan imponer un McFuturo represivo gobernado por dólares y bombas inteligentes.
Eso no se puede aceptar. Tenemos que oponernos juntos. Otro mundo es posible.
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