La desaparición de mujeres en Ciudad Juárez

Obrero Revolucionario #1166, 15 de septiembre, 2002, posted at http://rwor.org

A este trecho de áspero desierto lo llaman el Laberinto del Silencio. Aquí, sus gritos rasgan el aire seco y se fragmentan en mil astillas de silencio. Sus gritos se enredan en los remolinos de arena que bailan por el desierto, tropiezan con cardos y se hacen trizas en las espinas. Gimen de dolor y terror, pero nadie las oye. Son voces sin eco, voces de mujeres de Ciudad Juárez, más de 450 asesinadas en 10 años.

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Ciudad Juárez, México, separada de El Paso, Texas, por el río. Se ha dicho que Ciudad Juárez es un laboratorio de modernización y globalización, una "Ciudad del Futuro". ¿El futuro de quiénes?

Este es el trasfondo del horror que acosa a las mujeres de Ciudad Juárez:

Más de 400 maquiladoras acuchillan la frontera como alambre de púas: compañías de montaje extranjeras (Ford, Alcoa, RCA, General Motors, General Electric, Dupont, 3M, Amway) atraídas porque no tienen que pagar impuestos ni aranceles, no tienen que respetar leyes ambientales ni laborales, y porque la mano de obra es barata e inagotable. En esta Ciudad del Futuro, estos modelos de globalización generan ingresos de $16 billones (mil millones) al año, y en el 2000 solo pagaron $1.5 millones de impuestos.

Cada día a Ciudad Juárez llegan camiones llenos de todo México. La población es de más de dos millones de habitantes y la ciudad es la cuarta del país. La dominación estadounidense de la economía, peor desde el Tratado de Libre Comercio de 1994, ha empeorado la pobreza, y millones de indígenas y campesinos se han tenido que ir de los pueblos y la tierra en que su familia vivió por muchas generaciones. La promesa de ganar 3 ó 4 dólares al día en una maquiladora ha jalado a miles de miles a Ciudad Juárez.

El 70% de la fuerza de trabajo de las maquiladoras son jovencitas del campo, de 16 a 24 años, pero las hay de 11 años. En el tiempo que toma el viaje en camión del campo a la ciudad, atraviesan siglos de historia. Dejan atrás un mundo de patriarcado feudal en que padres, hermanos y esposos son los señores y amos, un mundo de docilidad y sumisión obligada a los hombres, y se catapultan al mundo del capitalismo moderno: un mundo en que la sociedad aprueba (y la ley ignora) el acoso sexual y la violación matrimonial, un mundo en que los patrones les hacen preguntas sobre su vida sexual, les hacen mostrar mes tras mes prueba de que tienen la regla y de que no están embarazadas, les dan cinco minutos para ir al baño, 10 para desayunar y media hora para almorzar.

En esta presunta Ciudad del Futuro, donde la trama social se desteje a tirones, miles de mujeres han salido de las relaciones sociales opresoras del feudalismo para caer en las relaciones sociales opresoras del imperialismo.

Los recién llegados a Ciudad Juárez forman colonias con los desechos de las maquiladoras. Al otro lado del río, en El Paso, hileras de casas agradables llenan calles limpias y las luces eléctricas hacen que las ventanas parezcan ojos en la noche. Pero en la Ciudad del Futuro las casas son de tablas y cartones que tiran las maquiladoras. Los techos son de cartón y latón sujetos con piedras, ladrillos y llantas. No hay alcantarillado y los desperdicios humanos se tiran en el río. Las fábricas echan al río residuos químicos. El porcentaje de anormalidades congénitas es escalofriante. Las calles son caminos de polvo que mueren en el desierto. En El Paso hay suficiente agua para calmar la sed del pasto de los jardines, pero en las colonias de Ciudad Juárez no hay agua potable y los niños se mueren de disentería.

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No se sabe cuándo empezaron los asesinatos pero han desaparecido más de 450 mujeres.

En los últimos 10 años han encontrado más de 350 muertas en Ciudad Juárez y sus alrededores. Muchas tenían de 10 a 22 años y trabajaban en las maquiladoras. Casi todas eran delgadas, de pelo largo y piel oscura. Todas eran pobres.

El salvajismo de los asesinatos es doloroso. Las violaron, las acuchillaron, las estrangularon, las machacaron, las desmembraron y las mutilaron. Les cortaron un seno o les arrancaron un pezón a mordiscos. Las mordieron por todo el cuerpo. Les destrozaron el cráneo y la cara. Las apuñalaron 23, 24 veces. Las quemaron. Les hicieron sacrificios rituales. Les arrancaron el cabello. Estos crímenes son más asesinos que el asesinato, si eso fuera posible: son crímenes de un odio tan intenso que buscan destruir la humanidad de la persona y borrar su existencia.

Las autoridades no se han interesado mucho y ni siquiera han tratado de hallar los cadáveres. Dicen que no es nada del otro mundo y que las mujeres eran prostitutas. El gobernador de Chihuahua les echó la culpa a las víctimas: dijo que "vestían de modo provocativo" y que "andaban solas de noche en la calle". El procurador dijo que si se hubieran quedado en su casa, no les hubiera pasado nada.

En vista de las desapariciones a plena luz del día y de que las autoridades no hacían nada, los familiares, el movimiento de la mujer, organizaciones comunitarias y grupos de derechos humanos internacionales tomaron cartas en el asunto. Bajo intensa presión, las autoridades buscaron un chivo expiatorio.

En octubre de 1995 arrestaron a un químico egipcio rico que trabajaba en una maquiladora, con antecedentes de agresión sexual en Estados Unidos. Dijeron que estaba conectado con cuatro asesinatos y que seguramente los cometió todos. Pero a las pocas semanas, cuando estaba preso, apareció en el desierto el cadáver de una joven de 15 años. Después apareció otro, y otro.

En abril de 1996 la policía anunció que el caso estaba resuelto. Arrestó a 11 miembros de la pandilla Los Rebeldes y los acusó de siete asesinatos. Pero los asesinatos siguieron.

En marzo de 1999 un procurador encargado de investigar los asesinatos anunció que cinco choferes de camión confesaron que mataron a 12 niñas y mujeres. Seguramente, dijo el fiscal, eran más. Poco después, los choferes hablaron con la prensa en la cárcel. Tenían moretones en la cara y dijeron que los torturaron para que confesaran. Un periódico sacó fotos de heridas y quemaduras de cigarrillo en el estómago y las piernas.

En febrero de este año los judiciales mataron al abogado de uno de los choferes. Dicen que lo confundieron con un fugitivo, pero su padre informó que recibió amenazas de muerte por teléfono si seguía defendiendo al chófer. Después, el abogado de otro de los choferes también ha recibido amenazas de muerte.

Han arrestado a docenas de hombres por los asesinatos, pero continúan. ¿Quién está matando a las mujeres de Ciudad Juárez?

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¿Tiene algo que ver la policía? Muchos familiares de las víctimas así lo creen.

Varios investigadores (y el último informe de derechos humanos del Departamento de Estado estadounidense), han concluido que tales asesinatos no podrían haber ocurrido por tanto tiempo sin el visto bueno y quizá la complicidad de la policía.

Una madre describió el cadáver de su hija cuando apareció en febrero de 2001: "Tenía la nariz quebrada, los ojos morados... estaba llena de heridas". La policía nunca investigó. La madre descubrió que tenía marcas de esposas en las muñecas.

La policía le dijo a otra madre que iba a cerrar la investigación del asesinato de su hija porque no tenía ninguna pista. La madre pidió el expediente: faltaban todas las entrevistas de la policía. La madre empezó su propia investigación. Los conocidos de su hija tenían miedo de hablar con ella, pero siguió adelante. En cierto momento encontró a una mujer que se hacía amiga de las muchachas y las invitaba a bailar. De ahí se las llevaba a unos judiciales. Varias de ellas figuran entre las desaparecidas y asesinadas.

Una víctima desapareció a media mañana al salir de una maquiladora que queda frente a la comisaría.

¿Tendrán algo que ver los narcos? Ciudad Juárez es un importante punto de tránsito de narcóticos ilegales. Por ahí pasan crack y cocaína los principales carteles mexicanos. El narcotráfico es un negocio lucrativo y brutal en la región, que genera $1 billón de ganancias al año. Una de sus especialidades es el soborno de funcionarios públicos, políticos y agentes del orden, y la muerte de rivales y de inocentes que caen en el fuego cruzado es parte del negocio. Los capitanes de esta industria, a ambos lados de la frontera, son ricos y poderosos. No cuesta trabajo creer que esa clase de gente se dedique al tráfico y asesinato de mujeres por placer.

¿O tendrán que ver los asesinos con las maquiladoras? Muchas coincidencias apuntan en esa dirección. La más obvia es que muchas de las víctimas eran obreras de maquiladoras y desaparecieron de ida o de regreso del trabajo. Muchas desaparecieron al día siguiente de empezar a trabajar. Una joven trabajaba con su hermana y su padre; un día, sin razón aparente, le cambiaron el horario para que saliera sola. Esa misma tarde desapareció y al día siguiente apareció el cadáver. Otra joven llegó cuatro minutos tarde y no la dejaron entrar al trabajo. De vuelta a casa desapareció.

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En "Señorita extraviada", un documental sobre los asesinatos de Ciudad Juárez, la directora Lourdes Portillo entrevista a María Talamantes, cuya historia implica a la policía.

María y su esposo tuvieron un altercado con los vecinos y llamaron a la policía. Cuando fueron a la comisaría a entablar una queja, los detuvieron 24 horas y violaron a María. La llevaron a una celda llena de ropa de mujer. María preguntó de quién era esa ropa y le contestaron: "Es de las mujeres que nos llevamos". María recordó con un escalofrío que muchos cadáveres han aparecido con ropa de otras desaparecidas. (Un tiempo después, cuando el gobierno designó un procurador especial a la investigación de los asesinatos de Ciudad Juárez, la policía quemó 1000 libras de evidencia: ropa de mujer). Los policías le tomaron una foto y le dijeron que si los denunciaba la matarían a ella y a su familia.

María cuenta que los policías le mostraron un álbum de fotos de jóvenes de cabello largo arrastradas por el suelo por el cabello. Y más. Fotos de cada joven en medio de un círculo de los hombres que la violaron, uno por uno, y después le pegaron, y después la voltearon y la violaron por el recto. Los hombres se reían en las fotos. Fotos de la cara de las muchachas. Dice: "Tenían expresiones de dolor y de sufrimiento. Gritando. Se les veía en la cara el dolor que sufrían. Muy tristes". Fotos de hombres echándoles gasolina para quemarlas.

María puso una denuncia e identificó a los policías que la violaron. Los arrestaron a todos pero no castigaron a ninguno. Tiempo después María entró a trabajar en una maquiladora y dice que el primer día sintió que la miraban. Dio la vuelta y vio que el guardia de seguridad de la fábrica le tenía los ojos clavados. Era uno de los hombres que le mostraron las fotos.

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¿Quién está matando a las mujeres de Ciudad Juárez? No han encontrado al asesino, pero la explotación y opresión imperialistas tienen la culpa de crear esta situación. Esto no es una película de misterio. Ciudad Juárez es una ciudad donde otro futuro es posible,y es un espejo de la intolerable realidad que viven millones de personas por todo el mundo. Es uno de muchos lugares del planeta donde la modernización de mercado libre y la globalización imperialista ha golpeado a las masas con violencia, reforzando viejas tradiciones y creando nuevos giros de la opresión de la mujer... en lugares como Afganistán, donde todavía no se puede salir a la calle sin miedo por no cubrirse de pie a cabeza; como partes del Medio Oriente y de África, donde mutilan los genitales de las niñas; como China, donde roban y venden a miles de miles de mujeres; como Filipinas, donde enormes campamentos de niñas prostitutas rodean las instalaciones militares yanquis; como Estados Unidos, donde una de cada tres mujeres sufrirá una agresión sexual en la vida.

Tanto en la vida como en la muerte, las mujeres de Ciudad Juárez son una mercancía para explotar, parte del comercio mundial de mujeres que plantea con urgencia esta pregunta: "¿Es este el mundo en que queremos vivir?".

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Guillermina González está pintando los postes de Ciudad Juárez de rosa brillante con una cruz negra. "Mi hermana es una de las víctimas. Vamos a demostrar que es una mentira que las mujeres muertas eran de otra parte o que eran prostitutas. Ellas no pueden contar su vida ni cómo murieron, pero eso es totalmente injusto. Tenían una vida, tenían familia... Yo creo que en toda la ciudad existe un grave peligro para las mujeres. El simple hecho de ser mujer es un grave peligro aquí".

Las familias siguen buscando justicia. Ponen ofrendas en las comisarías para recordar a las desaparecidas. Dicen que la justicia es sorda pero no se callan. Callarse es consentir, dicen, y no se puede permitir que el desierto siga tragándose a los muertos.

Fuentes:

1. El website de Tori Amos: http://takenbythesky.net/juarez/murder93.html

2. Señorita extraviada, un docuemental documentary film by Lourdes Portillo.

3. Nightmare in a City of Dreams , 2-part series in The Washington Post , by Molly E. Moore, July, 2000. Can be found at: www.washingtonpost.com/wp-srv/photo/onassignment/juarez .

3. KRWG 90.7 FM website: www.krwgfm.org , including a series by Lillian Kelly, first aired on May 9 and 10, 2002, called Sin Resolucion , The Mass Murder of Women in Juarez, Mexico .

4. "To Work and Die in Juarez," by Evelyn Nieves, Mother Jones magazine, May/June 2002, available at: www.motherjones.com/magazine/MJ02/juarez

5. "A Call for Justice in Troubling Murders," by Molly Ivins, Boston Globe , May 15, 2002.

6. "Activists blame police for lawyer's death in Juarez," by Mark Stevenson, Associated Press , February 8, 2002. Available at the Global Exchange website: www.globalexchange.org/campaigns/mexico/news/ap020802

7. "Murder case solved but killings go on," by Jo Tuckman, The Guardian , March 11, 2000. Available at: www/guardian.co.uk/Print


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