by C.J.
Obrero Revolucionario #1167, 22 de septiembre, 2002, posted at http://rwor.org
Cuando Newsweek publicó la foto a color de John Walker Lindh en Afganistán, desnudo y amarrado a una tabla, me dio un coraje que sobrepasó la escala de Richter. El artículo aseguraba que agentes de la CIA estaban presentes para supervisar el "interrogatorio" del "Talibán americano". Mi reacción no fue "normal", ya que todos los lectores alerta habían aprendido a fuerza de repetición que la tortura es necesaria y moral para sacar información en esta "democracia" después del 9-11. Incluso así nos informó nadie menos que el abogado liberal de derechos civiles, Alan Dershowitz ( agujas bajo las uñas, aceptable con el uso de antiséptico).
Esa imagen tan chocante me hizo preguntar: ¿cómo llegaron grandes sectores de la población a aceptar o incluso aplaudir esta forma cruel y repugnante de brutalidad del estado?. Al mismo tiempo, me pregunté: ¿qué llevó a un muchacho de 20 años del norte de California a hacerse soldado para este tipo de fundamentalismo tan opresivo? En vez de dar información al respecto, la prensa solo ofreció chismes sobre su familia y su origen en el condado "acomodado" y "marihuanero" de Marin, ¡obviamente un caldo de cultivo para "terroristas" y otros inconformes!
Luego, hace un par de meses, oí de la nueva canción, "John Walker's Blues", de Steve Earle, que explora estas cuestiones desde un punto de vista diferente, y con la seriedad que su público ya espera. Cuando la compuso, toda la prensa clamaba por ejecutar a Walker por traición a la patria, sin más preguntas. Sin embargo, él consideró que el tema era mucho más complejo.
Steve Earle: "Estoy satisfecho con la canción, pero estoy algo nervioso, no por mí sino por las libertades que me tomé al hablar con su voz, como si fuera él. Quiero expresar que al llegar hasta donde llegó no salió de la nada. No condono lo que hizo, pero es un muchachillo de 20 años. Mi hijo Justin tiene casi exactamente la misma edad. Si de repente aparece en la Jihad islámica, ¿me mortificaría? Seguro, claro que sí. El fundamentalismo, como lo practica el Talibán, es el enemigo de la reflexión. Pero hay circunstancias...".
"John Walker's Blues" desafía la mentalidad de "el bien contra el mal" y de " nuestro fundamentalismo contra aquel fundamentalismo" que envenena a este país. Cuenta, en la voz de Lindh, una dura y dolorosa historia "made-in- U.S.A.":
Soy un muchacho americano, criado con MTV/
pero los muchachillos que veía en los anuncios de Pepsi/
ninguno se parecía a mí/|
busqué una luz que me sacara de la sombra/
y lo primero que me tocó el corazón/
fue la palabra de Mahoma, alabado sea su nombre...
Si mi papi me mirara hoy, encadenado de los pies/
no entiende que un hombre/
tiene que luchar por sus creencias/
y yo creo que Dios es grande/
si me muero, me llevará al cielo/
como Jesús, que en paz descanse.
A shadu la ilaha illa Allah/
No hay otro Dios que Dios.
Venimos a librar la guerra sagrada/con el corazón firme y puro/
cuando la muerte nos rodeaba/
rezábamos y nos preparábamos por el martirio/
Pero Allah tenía otro plan/
aunque no se nos reveló el misterio/
ahora me arrastran encapuchado/
a la tierra de los descreídos.
Es un blues rico y profundo. Al terminar, se convierte en el rezo Sura 47, verso 19 del Corán, con una extraña semejanza de ritmo y timbre. La yuxtaposición de la historia de Walker estilo blues con este rezo islámico insta al público a reflexionar sobre la semejanza de las dos culturas, y el potencial de la fe religiosa fundamentalista de atraer a un mal camino.
La canción evoca una gran tristeza e ironía. En realidad, este muchacho andaba en una onda bien gacha; pensó que luchaba por Dios, pero todo le salió mal: "Allah tenía otro plan, aunque no se nos reveló el misterio". ¿Quizás insinúa Earle que los que se aprovecharon de Lindh (antes y después de su captura) eran más bien poderes terrenales con intereses ocultos en conflicto? ¿Y a cuánta gente no le pasa eso? Hasta eso, ¿cuántos jóvenes estadounidenses no han ido a luchar y morir por Dios y la patria? ¿Y a cuántos más no prepara ahora la propaganda para librar la guerra del imperio con pretextos falsos?
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Ocho semanas antes de que el CD de "John Walker's Blues" saliera a la venta en septiembre, llegó a la atención pública gracias a unos DJs retrógados y otros reaccionarios que querían que el público nunca lo oyera. Un comentarista de radio en Nashville (la ciudad de Earle) despotricó: "Earle es de la categoría de Jane Fonda y John Walker y toda esa gente que odia a Estados Unidos". Inmediatamente el New York Post y las páginas de la Web vituperaban: "Corrido perverso da honor al Taliratón" y "Los peces gordos de la industria musical ya expresan coraje por la canción y predicen que la mayoría de las estaciones de radio no la tocarán cuando se ponga de venta en septiembre". Gill sugirió que los consumidores boicoteen todas las tiendas que venden el CD: "No estoy exhortando a la quema de CDs, pero la gente puede votar con la cartera para expresarse contra la libertad de expresión que expresa Steve en su canción". (Además, ya que está de venta, de pronto a la quema de CDs...).
Estos "críticos de música" tergiversan por completo la letra y la intención de Earle, y dicen que la canción "glorifica a Lindh y lo trata como Jesús". En realidad, "John Walker's Blues" utiliza una técnica artística tradicional de narración: adoptar la voz y perspectiva de otro personaje para explorar su camino y entender cómo llegó a ver "la guerra santa" como su mejor opción. No es el camino de Steve Earle, y es un camino terrible para la humanidad, pero que yo sepa, la narrativa en primera persona sigue siendo legal, y sigue siendo una forma muy efectiva para analizar una contradicción a fondo.
Es parte de la tradición de blues contar de personas no muy apetecibles. Como comentó Danny Goldberg, el presidente de Artemis (compañía de discos de Earle): "Si los compositores solo escribieran de buenas personas, la cultura sería muy superficial. En canciones clásicas como "El corrido de Jesse James", "Stagger Lee" de Lloyd Price, "Folsom Prison Blues" de Johnny Cash, "Nebraska" de Bruce Springsteen, y "Jonathan's Song" del mismo Steve Earle, los compositores han explorado la humanidad de los asesinos y otros malhechores como una parte de su visión del mundo".
Es muy llamativo que en estos tiempos consideren inaceptable que una canción simplemente pregunte por qué un muchacho estadounidense se sumó al Talibán. ¿O será que no quieren cuestionar el fundamentalismo? Al cabo, Lindh era un adolescente cuando se convirtió al Islám extremista. Pero el actual secretario de Justicia es un adulto que tapa las estatuas desnudas y piensa que el baile es obra del diablo. Y ni hablemos de sus campañas seculares de detener sin juicio y sin límites de tiempo, y de establecer una nación de espías. Además, no les conviene recordarnos que fue el gobierno estadounidense quien fortaleció las fuerzas fundamentalistas islámicas en Afgánistan durante muchos años. Todavía el año pasado ayudó al gobierno del Talibán con $40 millones para proteger sus intereses en la región... hasta que cambió el juego e hizo planes de invadir a Afganistán antes de los sucesos del 11 de septiembre.
Como sea, el mundo es un lugar complejo, y a los revolucionarios del mundo entero nos plantea interrogantes muy urgentes la popularidad creciente del fundamentalismo islámico, que dicta obediencia ciega y una dominación masculina extrema y cruel. ¿Por qué atrae a muchos oprimidos y por qué lo consideran una oposición al imperialismo occidental? Es un problema serio para la gente consciente del globo. Para presentar soluciones revolucionarias, tenemos que entender más a fondo qué es lo que alimenta esta tendencia y a qué se debe la atracción de soluciones fundamentalistas para gente que rechaza la cultura rapaz del Oeste.
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Aunque no concuerdo con Steve Earle respecto a la promesa de la democracia estadounidense, hay que apreciar su defensa osada y desafiante de esta canción y del CD, Jerusalem , que representa un camino contemporáneo bastante polémico. Según una declaración de Earle del 4 de julio de 2002, que acompaña la primera divulgación del CD: "Últimamente me siento como el hombre más solitario de Estados Unidos. Francamente, nunca me quedaron muy bien el rojo, blanco y azul. Crecí durante la guerra de Vietnam, y cuando veo una etiqueta de la bandera estadounidense, de modo subconsciente leo sobre la última rayita: `América: ámala o lárgate'. En ese entonces --como ahora-- se decía que cuestionar a nuestros líderes en tiempo de crisis no era patriótico, incluso era traición... A pesar de las peores intenciones y de nuestra ignorancia sobre nuestra historia, la Constitución ha sido, hasta ahora, suficientemente resistente para sobrevivir todo lo que le hayamos aventado, incluso nosotros mismos... La escribieron hombres cuyos nombres nos enseñaron de memoria: Thomas Jefferson, Benjamin Franklin, John Adams, Patrick Henry, Aaron Burr... En tiempos como estos, es importante también acordarnos de los nombres de John Reed, Emma Goldman, Abbie Hoffman, Bobby Seale, Malcolm X, Martin Luther King... que defendíeron esos mismos principios haciendo las preguntas más dificiles durante nuestras horas más oscuras".
Creo que "John Walker's Blues" causó tanto escándalo porque, como comentó un reportero de la AP: "Representa un cambio en cómo el mundo de la música popular trata la guerra contra el terrorismo. Hasta ahora, la mayoría de las canciones han llamado a las armas". Menciona "Courtesy of the Red, White & Blue (The Angry American)" de Toby Keith y "Freedom" de Paul McCartney (aunque tocaron esta canción yanquis-uber-alles a todo volumen desde el escenario de Madison Square Gardens el septiembre 2001, solo se vendieron 20,000 discos).
De hecho, no todos los artistas están marchando al compás y contestando como mandan la pregunta "¿por qué todo el mundo odia Estados Unidos?". Lo que perturbó más a la chota cultural es que Earle no es un artista marginado; tienen un público numeroso y leal. Desde los años 80, sobresalió como un brillante compositor/cantante izquierdista de rock tejano. Ha recibido ocho nominaciones Grammy, la más reciente el año pasado por "Transcendental Blues". Actúa en la serie de HBO The Wire . El año pasado Harper Row publicó su colección de cuentos, Doghouse Roses , que recibió reseñas positivas de críticos serios.
En los años 90, después de cuatro meses en la cárcel (donde venció la adicción a la droga), salió para contar de la vida del preso y luchar incansablemente contra la pena de muerte. "Ellis Unit One" es otra narrativa conmovedora en primera persona, de un Objetor de Conciencia que trabaja en un pabellón de la muerte en Texas. Cuenta las circunstancias que lo llevaron a esa situación, y que no puede vivir en paz con su conciencia con las ejecuciones. Earle participó en muchos conciertos y eventos contra la pena de muerte, como dos funciones de The Exonerated (Los exonerados), una obra de teatro basada en entrevistas a condenados a muerte quienes más tarde comprobaron su inocencia. También escribió una obra de teatro, Karla , sobre Karla Faye Tucker, la primera mujer ejecutada en Tejas desde 1863; se estrena este otoño en Broad Axe, un teatro de Nashville que Earle ayudó a fundar. Es un artista comprometido muy activo.
Es interesante que la creación de Jerusalem la alentó un ejecutivo progresista de una compañía de discos. Earle cuenta: "Una mañana me llamó por teléfono Danny Goldberg, dueño de Artemis, para decirme que mi próximo CD debe ser abiertamente político. ¡Qué insólito! Siempre me han llamado las compañías de discos para decirme lo contrario, que me calle la boca. Danny pensaba que era necesario decir algo, especialmente ahora, en el mundo después de 9-11. Le dije, `Simón, hombre, yo le entro'".
(Goldberg lucha por defender los derechos civiles desde hace mucho tiempo; es co-editor de otra polémica obra, un libro de ensayos sobre las medidas represivas del gobierno estadounidense a partir de 9-11, publicado este septiembre.)
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Cuando terminé de leer el artículo de AP, noté que hicieron una encuesta de los lectores en línea sobre "¿Prohibir en Norteamérica la canción de Steve Earle sobre John Walker Lindh?" De 5,697 votos, el 7% dijo que Sí, el 62% dijo que No, el 8% necesitaba más información y el 23% dijo "No me importa". Para mí son resultados alentadores; ni así encontraron un 10% que apoyara la censura abierta.
La controversia sobre esta canción es especialmente significativa para el pueblo porque las autoridades y la prensa servil quieren aprovechar el caso de John Walker Lindh para establecer precedentes muy siniestros. Bajo la amenaza de pena de muerte, Lindh aceptó un arreglo con el fiscal muy desfavorable; se declaró culpable de dos cargos: de "dar servicios" a una organizacion que el gobierno de Estados Unidos considera "terrorista", y de cargar explosivos. Recibió dos condenas máximas de 10 años cada una que cumplirá consecutivamente. Con este arreglo el gobierno logró dar un escarmiento y evitó un juicio, que definitivamente no le convenía en vista de que (según la mayoría de los observadores burgueses) hay muy poca evidencia aparte de la confesión de Lindh, tan evidentemente coaccionada.
Hasta que entra Steve Earle y pide evaluar de nuevo a Lindh y el mundo que lo produjo, con ese poder evocativo de una buena canción. Aparentemente, hasta una grabación de 3:41 minutos es peligrosa para una sociedad que exige la adhesión a los decretos y a la opinión oficial. Digo yo: que siga la música.
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