Obrero Revolucionario #1170, 13 de Octubre, 2002, posted at http://rwor.org
Flatbush, Brooklyn, 26 de agosto, 8:30 p.m., policías matan a balazos a Marcellus Graham.
Bedford-Stuyvesant, Brooklyn, 27 de agosto, 2:30 p.m., policías matan a balazos a Ernest Prather.
Bensonhurst, Brooklyn, 31 de agosto, 7:30 p.m., policías matan a balazos a Paul Angel.
Canarsie, Brooklyn, 1° de septiembre, 6:00 a.m., policías matan a balazos a Jamil Moore.
En una semana la policía de Nueva York mató a estos cuatro hombres y la prensa prácticamente no dijo nada. Esto sigue la norma de dar menor importancia a los asesinatos policiales desde el 11 de septiembre de 2001. Esto es lo que se sabe de los asesinatos.
A Marcellus Graham lo dispararon policías despachados a un disturbio familiar. La policía dice que Graham amenazó a su esposa con un cuchillo y que le dispararon porque desobedeció órdenes de tirar el cuchillo.
A Ernest Prather le dispararon por portar un "arma peligrosa": una pistola de juguete. Todos conocían a Prather como "Dread". La prensa dijo que era un destechado; de hecho él y su esposa eran paracaidistas en un edificio abandonado y él era voluntario en el comedor para destechados "So Great a Salvation", el lugar donde empezó el altercado que llevó a su muerte.
Los testigos dicen que Prather tuvo una discusión con una señora que se robó algo del comedor. La discusión se convirtió en una riña y Prather la siguió a una lavandería. Ella amenazó con llamar a la policía cuando él dijo que iba a regresar con una pistola.
Los policías dicen que lo vieron caminando por la acera y se acercaron a él, que le ordenaron tirar la pistola y él en vez la esgrimió. Los policías dispararon siete veces y le metieron tres tiros.
Según el periódico Newsday un testigo dijo que los policías abrieron fuego cuando él levantó la camisa para que vieran que era una pistola de juguete. Otro testigo, una señora, dijo: "Yo estaba a menos de 20 metros de él cuando lo mataron. Él les dijo que la pistola era de juguete. Oí los disparos y lo vi caer al suelo".
Otro testigo le dijo al periódico Daily News que Pather tenía la pistola de juguete en la cintura, pero que nunca la apuntó a los policías. "Él estaba sacando la pistola, la tenía apuntada hacia sí mismo cuando le dispararon".
A Paul Angel le dispararon por meter la mano dentro de un radiopatrulla. La policía dice que apuñaló al chofer en el hombro y en la mano y por eso el policía le disparó una vez en el pecho. Los vecinos no lo creen. "Paulie", como todos lo llamaban, era muy conocido y como dijo un señor: "No lo puedo creer, era un buen tipo".
Jamil Moore estaba discutiendo con su mamá y el compañero de ella cuando llegaron cuatro policías. Los cuatro lo enfrentaron en el corredor del edificio de apartamentos. Los policías dicen que le ordenaron tirar al suelo un cuchillo, y que cuando no lo hizo se sintieron "atrapados" y le dispararon dos veces. Su mamá, que los vio matar a su hijo, dijo que "él no tenía ningún cuchillo".
Ernest Prathar y Jamil Moore eran negros; la prensa no ha informado sobre la nacionalidad de las otras víctimas.
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Estos asesinatos y las justificaciones responden a un patrón. En cada uno de los incidentes la policía dice que abrió fuego con justificación, y luego filtró a la prensa datos como las llamadas al número 911, los antecedentes penales y especulación sobre la "estabilidad mental" de las víctimas. De esta manera la policía impone su propia versión y dictamen.
Cada uno de estos asesinatos ha sido presentado como un incidente aislado, para que la ciudadanía no se alarme de que la policía ha matado a cuatro personas en seis días en Brooklyn; no quieren que se investigue por qué la policía mata durante una discusión familiar o a alguien que podría tener problemas mentales; no quieren que se vea el patrón de brutalidad policial.
Estos son solo los más recientes asesinatos de la policía de Nueva York.
El 5 de junio un gran jurado decidió no acusar a Luke Blake, un policía jubilado, que el 21 de abril mató al mexicano Ricardo Colón en Staten Island. Blake dijo que Colón lo atacó con un cuchillo, pero los amigos de Ricardo dicen que él no tenía ningún cuchillo. El asesinato prendió indignación. El Comité de Nueva York de la Coalición 22 de Octubre para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación informa que "la comunidad mexicana se movilizó 10 días seguidos y por las noches había protestas de entre 50 y 100 personas".
A fines de junio, el fiscal de distrito de Brooklyn, Charles Hynes, anunció la suspensión de la investigación de la muerte del haitiano Georgy Louisgene, a quien unos policías le dispararon cinco veces a la entrada del multifamiliar Brooklyn Vandeveer Estate. Le dieron en la ingle, el antebrazo izquierdo, el estómago, una nalga y la espalda. Los policías dicen que Georgy se lanzó contra ellos con un cuchillo y un enganchador, que era un "desquiciado" al que tuvieron que matar. Pero hay otra versión de los hechos.
Un artículo del Village Voice dice que una señora le abrió la puerta a Louisgene porque él le rogó que lo dejara entrar. La policía dice que "entró a la fuerza". Pero ella mantiene que él estaba huyendo angustiado de un grupo de hombres que le dieron una paliza, y que agarró el cuchillo y el gancho de su apartamento para defenderse de ellos. Ella también dice que él le pidió que llamara a la policía.
Otro testigo que vio la paliza que le dieron los hombres a Louisgene describió lo que pasó cuando llegaron los policías: "Él tenía un palo en la mano y les estaba haciendo gestos a los hombres que estaban detrás de los policías. Les rogó a los policías: `¡Ellos son, los que están allá, arréstenlos!'". Pero en vez, los policías le dispararon a Louisgene. Ahora su familia exige justicia.
La policía dice que Kedrian Edwards era "un loco armado con cuchillo" para justificar su asesinato. El 29 de julio la policía lo confrontó en el metro del Bronx: le dispararon balas de goma, lo rociaron con un cañón portátil de agua de presión, le dispararon choques eléctricos y se acercaron escudados para dispararle a quemarropa cuatro veces. Edwards tenía 19 años.
Desde el 11 de septiembre de 2001 nos vienen empapando con chorros de elogios a los "héroes" del Departamento de Policía de Nueva York, pero estos siguen maltratando y matando. En contra de esos detestables homenajes a los asesinos uniformados se levanta fuertemente la voz de quienes exigen justicia para las víctimas de la brutalidad policial.
El papá de Ernest Prather, un policía jubilado, le dijo a la prensa: "Era mi único hijo. Queremos saber la verdad y cómo pueden suceder estas cosas". La mamá de Jamil Moore, Jennifer, es conductora de autobús y dijo: "Se supone que están para protegernos. Estamos hablando de un desacuerdo familiar, no tenían por qué matarlo. Entraron a mi casa y lo mataron ante mis ojos". Su compañero dijo: "Fue un asesinato a sangre fría".
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