Reportaje desde Palestina

En pie de lucha con los shibab

Obrero Revolucionario #1170, 13 de Octubre, 2002, posted at http://rwor.org

A continuación les brindamos el reportaje de dos jóvenes chicanos de Los Ángeles, militantes de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria (BJCR), que en los últimos meses viajaron a Cisjordania con "los internacionales", activistas de todo el mundo que van a Palestina para oponerse a la ocupación israelí y solidarizarse con el pueblo palestino.

En estas semanas, las fuerzas israelíes han lanzado una nueva ola de ataques militares en Cisjordania y Gaza; prácticamente destruyeron el edificio de la Autoridad Palestina en Ramalá; y tenían atrapados a Yaser Arafat y otros dirigentes. Esta ofensiva israelí ha prendido protestas a lo largo y ancho de Cisjordania y Gaza, y docenas de palestinos han caído víctimas de las balas israelíes. En Gaza, Israel ha bombardeado barrios llenos de gente con el pretexto de atacar a militantes de la organización Hamás, y ha dejado muchos muertos y heridos.

Crecimos en Amerikkka y toda la vida hemos experimentado la opresión, pues somos chicanos de la clase trabajadora (hijos de trabajadores del campo y de la limpieza). Sentimos la necesidad de luchar. El sistema nos desprecia y hemos sufrido mil y un atropellos: nos hostiga y arresta la policía racista que ocupa nuestros barrios; tenemos cuates entre los millones de presos que se encuentran en las cárceles; el sistema educativo lavacocos nos ha mandado por un tubo; y la sociedad criminaliza nuestra cultura. Aunque nacimos en Estados Unidos, nos sentimos y nos tratan como extranjeros. Nuestras familias son víctimas de la dominación imperialista; tuvieron que irse de México por la situación que el gobierno estadounidense y el pinche sistema imperialista han creado allá.

Para nosotros el celebrado modo de vida "americano" es una pesadilla, donde ni siquiera se puede andar por la calle sin temor a ser víctima de la brutalidad policial simplemente por la pinta, por ser negro o latino. Cuando nos invitaron a participar en una delegación a Palestina, enseguida aceptamos.

Jamás olvidaremos las valiosas experiencias de andar con los intrépidos jóvenes palestinos. A lo largo y ancho de los territorios ocupados se cuentan las hazañas de los shibab que están en pie de lucha contra las Fuerzas de Defensa Israelíes. Como jóvenes oprimidos del país que oprime al pueblo palestino, fue chido conocer a esos jóvenes que libran una justa resistencia contra la ocupación. Conocimos su lucha, su vida cotidiana, sus sueños y anhelos. Y comprobamos que los jóvenes proletarios chicanos de Estados Unidos tenemos mucho en común con los shibab y el pueblo palestino.

La primera confrontación

Muy pronto nos dimos cuenta de la realidad cotidiana de los chavos palestinos. El primer día en Cisjordania, a apenas un kilómetro del retén de Kalandia, unos soldados israelíes arrestaron a tres chavos de 13 años, y los tenían vendados y encañonados. ¿Su delito? Jugar fútbol. El balón dio contra el puesto de mando de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI).

Observamos el incidente en el taxi que nos llevaba a Ramalá y nos bajamos enseguida. Ahí mismo se nos acercaron unos 50 a 100 chavos; hablaban árabe y señalaban el puesto con el dedo. Corrimos hacia allá para confrontar a los israelíes. Los chavos se metieron detrás de un edificio para que no les dieran un tiro.

Huwaida Arrif y Adam Shapiro, los coordinadores del Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM), hicieron una serie de llamadas por teléfono celular a la prensa y a varias organizaciones a fin de conseguir la libertad de los chavos.

El puesto militar estaba instalado en el edificio de apartamentos de una señora estadounidense. Las FDI lo ocuparon y desalojaron a los inquilinos. Estacionaron tanques y vehículos artillados, y pusieron la bandera israelí. Los soldados se la pasan hostigando a los chavos, los detienen por varias horas, los golpean y luego los sueltan.

Los activistas internacionales documentamos el arresto de los tres chavos y cuestionamos a los soldados. Una compañera judía de Nueva York le preguntó a uno: "¿No tiene familiares que sobrevivieron el holocausto? ¿A poco no le contaron lo que sufrieron? ¿No le da vergenza hacer lo mismo con los palestinos?". El soldado se largó cabizbajo. Las madres de los detenidos también acudieron a pedir su libertad.

Nuestra presencia causó sorpresa. Los soldados no podían conducirse como de costumbre porque los chavos no estaban solos. Nosotros (principalmente compañeros de Estados Unidos) nos solidarizábamos con ellos y apoyábamos al pueblo palestino.

En eso los chavos se acercaron con ganas de entrarle a la pelea contra el ejército de ocupación. Nos preguntaron qué hacíamos allí y respondimos: "Phalesteen libre" (porque así dicen Palestina en su idioma). Nos regalaron unas brillantes sonrisas y nos dieron la mano. Luego nos acompañaron a donde unos compañeros nuestros discutían con los soldados.

Los chavos están organizados en equipos, cada uno con su grupo dirigente. Nos comunicamos por medio de un traductor. Un shibab nos dijo que no sabe cómo se logrará la libertad de Palestina, pero quiere que el mundo apoye su lucha contra los israelíes.

Al cabo de dos horas, soltaron a los chavos y salieron con el puño en alto, en señal de victoria.

Así pasamos nuestro primer día en Cisjordania. El incidente nos recordó los incidentes que documenta el proyecto Vidas Robadas, especialmente el asesinato policial de Anthony Báez en Nueva York. Cuando Anthony jugaba fútbol, el balón dio contra una patrulla y la policía lo estranguló ante los ojos de su familia. Los palestinos experimentan esa clase de brutalidad, pero con mayor intensidad. Ni siquiera pueden caminar libremente por la calle. Los paran en los retenes militares y les prohíben pasar a otras partes de Cisjordania y Gaza a visitar a sus familiares. Pasan semanas enteras bajo toque de queda sin salir de la casa, ni siquiera a buscar comida.

Los intrépidos jóvenes de Ramalá

Tras un ataque suicida en Jerusalén, las FDI lanzaron granadas de percusión y gas lacrimógeno en Ramalá. Todo mundo se quedaba encerrado en su casa, pero los jóvenes salieron a la calle en bicicleta o echaban a volar cometas en señal de resistencia (como hacen los chavos por toda Palestina). Los cielos están llenos de cometas y rebeldía.

Los internacionales decidimos caminar por las calles en violación del toque de queda. Nos indicaron que por allí estaban los soldados y de repente vimos una multitud de gente airada. Las FDI dispararon una lata de gas lacrimógeno a una casa y la familia salió tosiendo, media asfixiada.

En el camino de regreso nos encontramos a cinco chavos sentados en la plaza central de Ramalá "esperando los tanques". Nos acompañaron por las calles, donde nos dedicamos a vigilar a los soldados para que no hostigaran a la gente. Más chavos se unieron en bicicleta y a pie e íbamos platicando. Unos estaban haciendo una barrera de llantas quemadas contra los tanques.

Aprovechamos la oportunidad de entrevistarlos. Les preguntamos qué querían decirle al mundo. Uno dijo: "Los palestinos somos oprimidos; desafiamos el toque de queda porque anhelamos la libertad y nos proponemos ganarla".

Otro dijo: "Si vivimos toda la vida bajo la invasión y la ocupación, seguiremos rebelándonos y luchando por la libertad. Nos están matando. Dicen que somos terroristas, pero ellos son los verdaderos terroristas".

Les preguntamos qué los motiva y respondieron: "No tenemos nada. Tenemos que luchar con lo que esté a nuestro alcance, cueste lo que cueste".

Un chavo tenía una camiseta con el símbolo de Hanthala, el dibujo de un niño con las manos a la espalda de una tira cómica que retrata el sufrimiento del pueblo palestino. Al caricaturista que lo creó (Naji al-Ali) lo asesinaron en Londres en 1987. Los palestinos han adoptado ese símbolo y por toda Palestina se ven pintas, camisetas y collares de Hanthala.

Llegamos al centro donde nos quedábamos y nos despedimos de los jóvenes.

En el retén

Los invasores sionistas han instalado retenes militares en las carreteras y prohíben el paso a las ambulancias y a los palestinos que quieren visitar a sus familiares en otras ciudades y aldeas. Ha habido casos de muertes y asesinatos en los retenes. Al día siguiente nos pidieron vigilar un retén en Ramalá para prevenir atropellos y manifestar nuestra solidaridad. Estaba en la carretera a la universidad Birzeit. Los soldados obligan a los estudiantes, por lo general varones de 15 a 30 años, a pararse varias horas en el calor mientras se comunican por radio para averiguar si tienen antecedentes.

En esa universidad prohíben a los profesores dictar lecciones sobre la historia y la política palestina, y a menudo la cierran por meses enteros.

Ofrecimos agua a los detenidos. Conocimos a una estudiante que hablaba español (aprendió en la universidad). Esperaba a su esposo, quien se encontraba detenido. Al igual que muchos palestinos, no era religiosa.

Más tarde tuvimos la oportunidad de platicar con un estudiante de 18 años en el centro para jóvenes donde nos quedábamos. Tenía planeado estudiar en Estados Unidos porque podría terminar la carrera en cuatro años en lugar de los nueve o diez años que demoraría en Palestina debido a la situación.

Le dijimos que al regresar a Estados Unidos queríamos dar a conocer la vida y opiniones de los palestinos. Nos dijo que la vida de los chavos de Ramalá es muy dura: "Los tanques nos paran en la calle y pueden disparar; pueden pasar muchas cosas. Es peligroso... Cuando tenía 14 años me metieron a la cárcel por 10 días. Golpean a los presos; los dejan ocho días sin comida, solo les dan dos litros de agua.

"Todo mundo le entra. Incluso los niños. No tenemos juegos ni escuelas, no tenemos nada que perder. Lo mismo dicen los niños: `¿Qué tenemos que perder? ¡Nada!'. Tiran piedras a los tanques... Los padres que trabajaban en Israel han perdido el empleo. No hay comida, no hay ropa. Todo está mal, todo".

Le preguntamos qué significa la tierra para los palestinos. Dijo: "Esta tierra es mía. Me la arrebataron. La heredé de mi padre y él del suyo. Es nuestra historia. La historia de Palestina es la historia de estas tierras. Si nos las quitan, no tenemos historia; no tenemos vida".

Bajo sitio en Nablus

El 2 de agosto, entramos a la ciudad de Nablus, que se encontraba bajo estado de sitio. Miles de soldados y 150 tanques invadieron como represalia por una bomba suicida en la Universidad Hebrea dos días antes: como el que hizo el ataque era de Nablus, los israelíes se vengaban contra la población entera.

Instalaron un retén a la entrada de la ciudad y prohibieron el paso a "la zona militar sellada". Nos tocó caminar dos horas por las montañas, lo que hacen comúnmente los palestinos, pues no había otra forma de pasar.

Nablus es una ciudad antigua y bella. En el cielo volaban muchísimas cometas y por todos lados se oía el ruido de los tanques. Nos saludaban desde ventanas y balcones.

A las tres horas, unos activistas y médicos sacaron el cadáver de un joven asesinado cuyo único delito fue asomarse al balcón. Lo mató un francotirador israelí dos días antes, pero la familia no pudo sepultarlo por el toque de queda.

Las FDI arrasan casas con dinamita, sobre todo de los familiares de los mártires. Con allanamientos al estilo gestapo, destrozan el interior y rompen los muebles de las casas que no dinamitan. Rompen la tubería de agua y el agua corre por las calles, mientras en las casas hace falta y, además, cortan la electricidad. Han dejado esa bella ciudad antigua en ruinas.

Unos ocho luchadores empuñaron armas contra la invasión; con unas cuantas armas y bombas caseras trabaron batalla con 150 tanques.

Los jóvenes pelean a como dé lugar, con piedras y resorteras. Un niño de 11 años tiró un cóctel molotov a un soldado y prendió fuego; este se espantó y el niño escapó mientras lo apagaba. Estaba muy contento y lo comprendíamos.

Los activistas internacionales nos quedamos en casas amenazadas de demolición. Nuestra presencia fue eficaz; impidió que las FDI hicieran las detenciones y demoliciones que tenían planeadas, pues temen la mala publicidad. Les da coraje que ayudemos a las familias palestinas. Quieren mantenerlas aisladas a fin de sembrar terror y ocupar sus tierras. Éramos un estorbo.

Conocimos a unos chavos a todo dar, totalmente intrépidos. Lo pasaban en los techos tirando piedras con resorteras. Le dijeron a un compañero que las probara. También nos llevaron a conocer las tumbas de los mártires. Uno de 21 años nos invitó a merendar y su padre nos preparó comida. Les sorprendió que fuéramos chicanos; muchos nos confundían con árabes, pero les parecía muy interesante que gente de origen mexicano apoyara su lucha. Platicamos de Sharon y Bush; dijeron que estos quieren la guerra pero ellos luchan por la libertad.

Una compañera habló con unas jóvenes en la parte antigua de Nablus. Casi no sabían inglés, pero tenían muchas ganas de platicar. Todas, salvo la hija de la familia donde se quedaba la compañera, vestían el chador. Le preguntaron si era casada y respondió que no, y que no tenía hijos. Una joven comentó que es mejor porque tiene mayor libertad. Le preguntaron si quisiera que sus hijos mataran a israelíes. No encontraba cómo contestar, pero luego respondió que esperaba que sus hijos lucharan por la libertad. Les pareció bien.

Conocimos el campamento de refugiados Balata, donde la resistencia de los jóvenes es muy fuerte. Cuando entramos, docenas de chavos tiraban piedras a los tanques. En los últimos días del sitio, un tanque recorrió el campamento, baleó a un chavo de 13 años que jugaba fútbol y se fue cobardemente. Esa es la realidad para los chavos bajo la ocupación: fascismo total.

En Balata los jóvenes corrieron a platicar con nosotros. Tuvimos algunas dificultades por el idioma y a veces hablamos a señas. Nos preguntaron: Sharon, ¿arriba o abajo? ¡Abajo!, respondimos. Preguntaron sobre Bush. ¡Abajo!, respondimos. Después Arafat. Los chavos dijeron, ¡abajo Arafat! ( y estábamos de acuerdo), pues al igual que muchos palestinos consideran que le preocupa más complacer a los israelíes que al pueblo palestino, que es un vendepatrias, pero están conscientes de que los sionistas fascistas ni lo toleran a él.

*****

La rebelión del pueblo palestino es un estorbo para Estados Unidos y sus diseños en el Medio Oriente, una región de gran riqueza petrolera. La intifada alienta a los que luchan contra la opresión y puede prender llamas de resistencia en toda la región.

Ahora los imperialistas yanquis preparan una guerra contra Irak. El mismo Henry Kissinger ha dicho: "El camino a Jerusalén pasa por Bagdad"; pretenden conquistar Irak y desanimar la resistencia en la región, especialmente en Palestina.

Pero el pueblo palestino proseguirá su justa lucha, y los oprimidos del mundo seguiremos abrazándola y apoyándola. Nos alienta que los palestinos luchen con gran valor contra el opresor, un país de gran poderío militar y el brazo derecho del gran capo imperialista yanqui.

La prensa tilda de terroristas a los palestinos, pero en Cisjordania fuimos testigos del verdadero terrorismo: las barbaridades de los soldados israelíes; los helicópteros, aviones F-16, rifles M-16 y tanques Made in USA; y la demolición de casas y destrucción del derecho más elemental, el derecho a la vida.

Los ataques suicidas se producen en una situación que ha puesto a todo un pueblo al borde de la extinción; los israelíes le han robado todo y han matado a centenares. Los comunistas revolucionarios no defendemos los ataques suicidas porque no apuntan al verdadero enemigo del pueblo palestino --el gobierno sionista de Israel y sus amos imperialistas--, pero comprendemos que la salvaje opresión y ocupación empuja a algunos a esas acciones. Es el colmo de la hipocresía que los israelíes y los yanquis condenen el terrorismo, sobre todo los cabrones burgueses de Estados Unidos que han causado tanta miseria en todo el mundo y cuyo sistema se fundó con genocidio, esclavitud y supremacía blanca. ¡Los imperialistas son los verdaderos terroristas!

Con nuestras experiencias directas en Palestina comprobamos lo que señaló Mao Tse- Tung: donde hay opresión, hay resistencia. Captamos más a fondo la justa rebelión del pueblo palestino contra el estado sionista: ¡es justo rebelarse contra la ocupación sionista!

Nuestros cuates en Estados Unidos, que sufren constantemente el acoso policial, pueden aprender mucho de los jóvenes palestinos que luchan contra los tanques y sueñan con la liberación. Ciertamente nos quedó muy claro que tenemos un enemigo común: el gobierno de Estados Unidos y el sistema mundial del capitalismo-imperialismo.


Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:
rwor.org
Cartas: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Teléfono: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(Por ahora el OR/RW Online no se comunica por correo electrónico.)