Obrero Revolucionario #1177, 1° de diciembre, 2002, posted at http://rwor.org
Del Comité del Movimiento Revolucionario Internacionalista
Casi nunca se ha anunciado con anticipación, con tanta fanfarria y premeditación, un crimen. Los imperialistas yanquis han declarado sus descaradas intenciones de invadir a Irak, matar o capturar a los líderes del Estado, apoderarse de los yacimientos de petróleo y ocupar al país con una gran fuerza militar cuando menos "varios años". Ya han escogido al futuro gobernador militar de Irak: el general yanqui Tommy Franks. En su campaña de agresión, los imperialistas yanquis desconocen la opinión de los pueblos de todo el mundo, e incluso de la mayoría de sus aliados, quienes se oponen por diversas razones a tal aventura. Además, han declarado su intención de pasar por alto a la Organización de las Naciones Unidas o de ir al extremo de disolverla en caso de que ésta no le dé carta blanca para atacar. Y casi nadie cree en el pretexto para este crimen: de que Irak produce armas de destrucción masiva.
La guerra que se prepara es un reflejo de las crecientes tensiones en la situación internacional desde el 11 del septiembre de 2001 y de la declaración de una "guerra contra el terrorismo" apuntada a todas las personas, organizaciones o Estados que el gobierno yanqui considere una amenaza a sus intereses, a la vez que continúa su terrorismo de ayer, hoy y mañana. Aunque dicen que tienen en la mira a la reaccionaria camarilla de Saddam Hussein, en los hechos su meta es subyugar a los pueblos de Irak y de toda la región. En particular, refleja el conflicto que se agudiza entre el imperialismo y los pueblos y naciones oprimidos de Asia, África y América Latina, la principal contradicción en el mundo de hoy. El imperialismo yanqui, como mandamás y eje del sistema imperialista mundial, se ve en la necesidad de ser el policía mundial y lanzar frecuentes intervenciones militares directas en muchos países. Ha puesto a Irak en la mira de su nueva doctrina de autoridad absoluta.
La arrogancia de los imperialistas yanquis y su crimen anunciado ya han generado amplia oposición: en el Medio Oriente, Europa y los Estados Unidos, centenares de miles de personas han marchado contra sus planes bélicos. Si desatan una guerra de agresión, es probable que prenda una tormenta de resistencia mundial tal que no se ha visto desde hace años.
Debemos desechar ilusiones, pues el imperialismo yanqui es un enemigo poderoso y sanguinario que no abandonará fácilmente sus planes criminales. Las otras potencias imperialistas les apoyarán con entusiasmo (tal como Inglaterra) o probablemente les apoyarán mientras patalean y chillan (tal como Francia). Los Estados anteriormente socialistas, tal como China, desde hace mucho cambiaron de color y no se opondrán a los Estados Unidos. Solamente los pueblos del mundo, entre ellos las masas en los Estados Unidos, podrán prevenir o detener la agresión contra Irak y en lo fundamental destruir el sistema imperialista mismo.
Pese al armamento y dinero que tenga y pese al apoyo o servilismo que reciba de sus aliados y lacayos, la clase dominante estadounidense tiene una debilidad fundamental de la cual no puede zafarse: representa a un puñado relativamente pequeño de personas y sus intereses están en conflicto con aquellos de la gran mayoría de los pueblos del mundo. El imperialismo yanqui es como un sicario que blande una navaja en el mercado: puede intimidar un tiempo a la multitud pacífica, aturdida temporalmente por su arma y comportamiento, pero una vez que las víctimas se unan es posible someter al más fuerte matón.
En la historia, se ha probado una y otra vez que -si bien las armas de destrucción masiva y terror en manos de los imperialistas son muy reales- son las masas quienes en verdad son los fuertes. Incluso algunos imperialistas han advertido a George Bush acerca de los peligros generados por sus ambiciones desbocadas. No obstante, cegados a causa de su arrogancia y desprecio a las masas y de su afán de aún mayores ganancias, los imperialistas no pueden aprender las lecciones de la historia. Es posible detener su reaccionaria violencia únicamente mediante la resistencia y en lo fundamental la revolución. Aunque se ciernen nubarrones de una guerra imperialista, brilla la esperanza de un futuro diferente: la Guerra Popular en Nepal que alcanza nuevas alturas en los montes Himalaya, y las guerras populares y luchas armadas revolucionarias que se libran en el Perú, las Filipinas, la India, Turquía y otros países, y los poderosos movimientos de resistencia de las masas que se gestan en las ciudadelas imperialistas.
El Comité del Movimiento Revolucionario Internacionalista convoca a todas las fuerzas comunistas, revolucionarias y progresistas a oponer resistencia y derrotar a la agresión del imperialismo yanqui contra Irak, y a redoblar la lucha revolucionaria.
Noviembre de 2002
Comité del MRI
Traducción de Un Mundo Que Ganar
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