La pura verdad

Sobre los revolucionarios y el movimiento contra la guerra

Partido Comunista Revolucionario, EU

Obrero Revolucionario #1182, 12 de enero, 2003, posted at http://rwor.org

Ahora que Estados Unidos toca más y más recio los tambores de guerra contra Irak; ahora que el gobierno amenaza a los inmigrantes musulmanes y árabes; ahora que una nueva serie de medidas de corte fascista permite espiar y atropellar los derechos políticos, urge unir a todos los que sea posible unir contra lo que el PCR ha llamado toda una ofensiva de guerra y represión.

Un nuevo movimiento de oposición a esto está en marcha, como reconocen por igual amigos y enemigos. Se ve en la impactante Declaración de Conciencia "No en Nuestro Nombre", en los miles y miles que hicieron la Promesa de Resistencia por todo el país el 6 de octubre, en las enormes protestas en Washington y San Francisco el 26 de octubre, y en la militancia de la juventud en las calles el 20 de noviembre. Nuestro partido se enorgullece de ser parte de estos esfuerzos de unir a personas de diversos puntos de vista para crear el movimiento de resistencia que urge.

En este contexto, la periodista Michelle Goldberg de Salon.com (y varias voces más de los medios de comunicación) advierten que la participación de comunistas revolucionarios y radicales perjudicará el nuevo movimiento contra la guerra.

Pero, ¿será más fuerte el movimiento si se saca a los comunistas y radicales de la dirección y se le deja a "un grupo más racional", según Goldberg y otros? ¿Se construirá el tipo de resistencia que se necesita? ¿Unirá a millones contra las terribles injusticias que comete el gobierno estadounidense en nuestro nombre? ¿Abrirá espacio en la sociedad para el debate serio que se necesita sobre la naturaleza de esta ofensiva? ¿Parará la guerra?

No.

De hecho, el movimiento no será más fuerte ni más amplio ni más efectivo. Se dividirá y debilitará. No movilizará a los jóvenes que anhelan cambiar el mundo ni a los que no toleran un día más bajo este sistema. No unirá a todos los que se puede y se necesita unir para parar esta ofensiva. Y es muy importante que la gente capte eso.

En cierto nivel, las acusaciones de Goldberg son absurdas: los comunistas y radicales han jugado un papel importante, y en ocasiones decisivo, en todos los movimientos contra una guerra injusta de las grandes potencias --la Comuna de París, la I Guerra Mundial, la guerra francesa en Argelia, la guerra de Vietnam y otras--, infundiéndoles la fuerza, firmeza y amplitud de la oposición más comprometida. Pero contestemos estas acusaciones de hoy con la actitud de hacer todo lo que podamos en esta coyuntura histórica para construir el movimiento que se requiere ahora.

Poco después del 11 de septiembre --cuando se vio que el gobierno iba a aprovechar esos sucesos para embarcarse en una gran campaña para reconfigurar las relaciones de poder del planeta- - nuestro partido pugnó por unirse con otros para construir el tipo de movimiento capaz de responder a estos retos históricos y sin precedentes. Reconocimos la necesidad de forjar nuevas alianzas y de reunir la creatividad y compromiso de personas de muchas perspectivas políticas. Y presentamos nuestras ideas sobre qué tipo de movimiento se necesitaba.

En diciembre del 2001, en el periódico Obrero Revolucionario , el presidente del PCR, Bob Avakian, habló de la necesidad de "plantear la visión de un movimiento contra los actos de guerra y represión de `nuestro propio' gobierno que llegue a todo rincón del planeta, un movimiento tan recio y pujante que no sea posible ocultarlo de las masas del mundo, ni de las masas de los países y regiones que son blancos de la agresión del imperialismo yanqui y que justamente son `semilleros' de odio `a América'.

"Imaginemos cómo atizará la lucha y el potencial para una nueva configuración de fuerzas en que la gente común del mundo entero luche por una causa común contra los opresores y gandallas del mundo, sobre todo la clase dominante de Estados Unidos, que --quedará más claro con cada día que pase-- no habla ni actúa de acuerdo a los intereses ni en nombre de una creciente mayoría del pueblo estadounidense...".

En editoriales de nuestro periódico y en pláticas con muchas organizaciones e individuos explicamos la necesidad de formar un movimiento de resistencia que uniera a gente de distintas perspectivas, sectores y regiones, a ponerse de pie a declarar: "No en nuestro nombre".

Muchas personas contribuyeron ideas y creatividad, y de allí surgió una visión y base de unidad comunes. Estas se concretaron en una Declaración de Conciencia impactante que abrió espacio para que gente por todo el país alzara una voz de oposición; una Promesa de Resistencia que ha inspirado y fortalecido a cientos de miles; y un día de resistencia que anunció el nacimiento de un movimiento serio de No en Nuestro Nombre.

También apoyamos las manifestaciones del 26 de octubre en Washington bajo la dirección de la Coalición ANSWER, exhortando a llenar las calles de la capital, y la movilización fue muy alentadora. Si bien tenemos importantes diferencias con el Workers World Party (Partido Mundo Obrero) que participa en la Coalición ANSWER, nos oponemos firmemente a los ataques sin escrúpulos que ha recibido el WWP de los que tratan de dividir el movimiento antibélico.

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Los artículos de Goldberg en Salon.com, y otros reportajes tergiversados, pintan un cuadro de "izquierdistas" manipuladores con planes ocultos para el movimiento contra la guerra. Pero eso no tiene nada que ver con la realidad.

Nuestro partido tiene la orientación estratégica de unirse con gente que no comparte nuestra política e ideología maoístas. Las iniciativas de No en Nuestro Nombre representan un auténtico frente único,en el cual personas de distintas perspectivas discuten y actúan juntas para combatir las grandes injusticias inminentes. Es una plataforma en que nos unimos con otros para crear algo nuevo . No es"nuestro", no es lo que llaman "grupo de fachada", y obviamente no concentra toda nuestra línea ni análisis ni programa revolucionarios. Damos mucha importancia a tales movimientos de frente único porque vemos la necesidad de transformar el clima político y las alianzas estratégicas. Explicamos abiertamente y sin tapujos nuestras posiciones sobre los deslindes y la dirección de estos movimientos de frente único, y tratamos de aprender de los demás.

Creemos que esto es crucial; son los primeros pasos serios en un camino que tenemos que recorrer juntos para parar esta ofensiva. Nuestro partido ha contribuido mucho a este proceso y estamos comprometidos a trabajar con todos nuestros esfuerzos junto con los que quieran parar esta ofensiva de guerra y represión.

Por otra parte, todos necesitamos un gran debate y discusión, en toda la sociedad, sobre la situación mundial y cómo resolverla.

El partido tiene un programa revolucionario , una visión de un mundo radicalmente diferente, sin clases ni distinciones de clase, pero no es nada oculto .

Creemos que esta ofensiva de guerra y represión es producto de un sistema político, económico y social que seguirá causando enorme sufrimiento por todo el mundo hasta que nazca un orden social totalmente nuevo en las llamas de una verdadera revolución, la cual requerirá el surgimiento de un pueblo revolucionario, que millones de personas reconozcan el sistema tal como es, y una enorme crisis social que cree las condiciones para un levantamiento. Seguiremos explicando nuestra "línea independiente" sobre este y otros temas en los grandes debates del movimiento antibélico y en toda la sociedad.

Sin embargo, los que hemos movilizado en el movimiento antibélico no son responsables de toda nuestra línea y programa revolucionario, ni nosotros somos responsables de sus posiciones ideológicas. Una táctica de Goldberg y otros para dividir el movimiento es hacer a los participantes responsables del punto de vista revolucionario de nuestro partido, estén de acuerdo o no. Y no podemos permitir que nos dividan así.

De lo que somos responsables todos es de unir a todos los que sea posible unir para oponer resistencia y parar esta ofensiva.

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Desde un principio hicimos la pregunta: ¿cómo construir el tipo de movimiento capaz de tocar a millones de personas, unir a todos los que se opongan a la guerra y represión, y sacar a flote la verdad?

La ironía es que el movimiento contra la guerra que hemos ayudado a construir sí está tocando a millones de personas ; tiene eco con muchos que no son activistas pero a quienes las acciones del gobierno jalan a la oposición. Así que es muy raro que por un lado Michelle Goldberg describe la declaración de No en Nuestro Nombre como "una declaración de conciencia que da hermosa expresión a sentimientos que comparten muchos liberales", es decir, una declaración que da voz a los sentimientos de millones; y por otro lado urge a que el movimiento se aleje de maoístas como C. Clark Kissinger, un importante organizador de la declaración, porque su participación ahuyentará a las masas.

Sería más lógico concluir que estos comunistas y todos los demás participantes están atinando en algo. Si las personas como Goldberg se preocupan tanto por el movimiento contra la guerra y creen que la declaración es "hermosa", ¿por qué no exhortan a más personas a firmarla? ¿Por qué concentran sus esfuerzos en atacar a los revolucionarios?

Según Goldberg, en estos artículos cumple con sus deberes de periodista al mostrar la posición política de Kissinger. Pero francamente hay que decir que su periodismo tiene serios defectos.

Primero, atribuyó a Clark Kissinger unas declaraciones que nunca dijo, basándose en rumores que él ya había negado, sin molestarse en hablar con él.

En Salon,distorsiona de una forma muy irresponsable los puntos de vista políticos de Kissinger: "En un artículo para WorkingForChange.com, el reportero del Seattle Times Geov Parris escribe sobre un coordinador de la declaración No en Nuestro Nombre, Clark Kissinger, a quien identifica como un `miembro del núcleo' del PCR (Partido Comunista Revolucionario): `Aun recuerdo vívidamente que una vez Kissinger me explicó con toda calma por qué el PCR, cuando tome el poder, tendría que matar a balazos a todos los que nos estén de acuerdo con ellos'".

En respuesta, Clark Kissinger escribe: "Déjenme decirlo bien claro: Geov Parris dice una mentira y Michelle Goldberg la repite. Es chocante que recurra a rumores y chismes para calificar mis puntos de vista cuando he escrito muchos artículos sobre diversos temas políticos, que van de la pena de muerte a la experiencia de China bajo la dirección de Mao. Estos comentarios inventados son la antítesis de mi posición política revolucionaria. Durante décadas me he identificado con el movimiento maoísta que ha hecho un balance de la experiencia, tanta positiva como negativa, de todas las sociedades socialistas previas, y ha señalado la importancia del disentimiento en una nueva sociedad socialista".

El Borrador del Programa del PCR pone de relieve la necesidad de un ambiente de discusión y debate que da "aire para respirar" a distintos puntos de vista: "El disentimiento desempeña el papel especialmente importante de prender debate y lucha sobre los problemas que habrá que resolver en la transición del socialismo al comunismo, a la sociedad sin clases. Si no se abre un espacio para el disentimiento, si el pueblo no se siente con la libertad de plantear sus discrepancias, si no se crea un clima en que las masas tengan la posibilidad y vean la importancia de entrar al debate sobre cuestiones candentes, entonces el disentimiento será clandestino, no florecerán el debate y lucha necesarios para hacer avanzar la sociedad hacia el comunismo, y el clima de la sociedad será estéril y aburrido".

Esta discusión del punto de vista del PCR sobre el disentimiento después de la revolución se encuentra en el website rwor.org, junto con extensos escritos del presidente del PCR, Bob Avakian, sobre el disentimiento y la vida intelectual antes y después de la revolución.

Y si realmente le interesara a Goldberg decir la verdad al lector, se hubiera tomado la molestia de enterarse de lo que realmente piensan Kissinger y el PCR.

De igual manera, "revela" información sobre las posiciones políticas del PCR y se adjudica el cargo de plantear los estandares del movimiento.

"La ideología del PCR no es un marxismo inocuo de universidad", escribe, como crítica al PCR por apoyar las luchas del pueblo del mundo para liberarse de la opresión. Escribe en tono tendencioso y tergiversado. Pinta los movimientos revolucionarios serios con las mismas calumnias crudas de la prensa; tilda al Partido Comunista de Perú de "terroristas `fanáticamente brutales'" y a la guerra popular de Nepal de "una insurgencia sangrienta".

Rechaza sin más ni más una serie de artículos del OR sobre la línea y la práctica de los revolucionarios en Tibet durante los días revolucionarios de Mao, que investigan la verdad de esa situación y de la pobreza y opresión intolerables que sufría el pueblo tibetano bajo el viejo Dalai Lama.

Describe un artículo del OR en 1997 como "una defensa apasionada" de Pol Pot, pero esto muestra que no ha hecho la tarea. En realidad, el artículo pide una investigación revolucionaria de lo que salió mal en Camboya y por qué. Explica claramente que las políticas de Pol Pot son muy distintas al maoísmo. Señala que cualquier análisis serio tiene que partir de la posición de que el pueblo camboyano tiene el derecho de liberarse de la dominación yanqui. Pero Goldberg ridiculiza la idea de que la Camboya tradicional era una sociedad feudal brutal que necesitaba una revolución; ni siquiera menciona el bombardeo estadounidense a Camboya que masacró al pueblo camboyano y provocó una enorme ola de protesta en los años 70. (La revista maoísta de Londres Un Mundo que Ganar, número 25 de 1999, presenta más análisis de los problemas del gobierno de Pol Pot).

Parece que Goldberg se desempeña en un mundo periodístico que acostumbra denunciar de antemano a quien se rebele contra la opresión semifeudal y la hegemonía. Ese tipo de periodismo acepta como "política progresista" veredictos superficiales sobre lo que realmente ocurrió en Tibet o en China durante la Revolución Cultural; no distingue entre la sociedad revolucionaria de la China de Mao y el gobierno procapitalista que cometió la masacre de la plaza Tiananmen; nunca pregunta por qué el Dalai Lama trabajaba con la CIA; y no cuestiona la regla NHA (No Hay Alternativa).

Está tan de moda en estos días repetir veredictos cínicos de que "la revolución sale peor que los males sociales que trata de curar" para evitar una discusión seria de los problemas reales que tienen que resolver las clases oprimidas al tomar la historia en las manos. Qué conveniente que coincidan con los veredictos imperantes de la ideología oficial de la misma gente que se ceba de las maquiladoras del mundo y exporta armas a los gobiernos más repugnantes.

Pero en el mundo real, muchos millones de personas viven bajo la bota de gobiernos opresores, apuntalados por Estados Unidos, que arruinan a los campesinos, los expulsan del campo a ciudades perdidas, los hacen vender sus hijas en el mercado del sexo, y los explotan como esclavos en las maquiladoras.

Nuestro apoyo político a las guerras populares de Perú y Nepal se fundamenta en la experiencia y el análisis del movimiento maoísta de que las masas de los países oprimidos del tercer mundo solo pueden liberarse con una revolución de nueva democracia, librando una guerra popular y construyendo una nueva sociedad. Estos y otros movimientos bajo ataque hoy --como la guerra popular de Filipinas-- son luchas genuinas de liberación nacional y social que movilizan a las masas populares.

Sabemos que muchos participantes en el movimiento contra la guerra no concuerdan con nuestra perspectiva al respecto y, repetimos, no son responsables de nuestras posiciones.

Pero, visto que Estados Unidos pinta de "terrorista" a todo movimiento que desafía su hegemonía, las personas pensantes tienen que exigir normas más serias de debate y discusión sobre los derechos del pueblo del mundo a hacer la revolución.

Seguiremos un debate vibrante sobre la dirección del movimiento contra la guerra, pero no podemos permitir que personas que realmente están en contra del movimiento nos pongan las reglas sobre qué decir y a quién dejar participar. Parte de su objetivo político es hacernos diluir lo que decimos hasta que ya no diga nada. A esos les tenemos que decir: "No nos digan que tienen que mocharnos los brazos y las piernas para dar más fuerza a nuestro movimiento".

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Desde el comienzo, hemos compartido con todos esta inquietud: ¿cómo construir un movimiento capaz de resistir la represión y las medidas fascistas que impone el gobierno con el pretexto de la seguridad?

A Goldberg y otros dedicados a "destapar" comunistas y radicales, no les inquieta la larga historia de represión política en este país, por no hablar del clima político actual. Los que saben algo de los años 50 sienten la sombra del macartismo, bajo el cual comités oficiales exigían que la gente diera testimonio sobre militancia como comunistas y denunciaban a las personas no más por sus afiliaciones.

Por ejemplo, C. Clark Kissinger es bien conocido como corresponsal del periódico Obrero Revolucionario , pero en un artículo Goldberg cita a un oponente de él que dice que Kissinger es un "miembro del núcleo" del PCR, y en otro afirma que "supo" que Kissinger lo "dirige". Este tipo de chismorreo le hace el juego a los que quieren aplastar el movimiento contra la guerra.

Son bienvenidas y necesarias la discusión y la crítica políticas en el movimiento, pero en este país de medidas ashcroftianas es preciso defender y respetar el derecho de todo militante de protegerse de la vigilancia del estado.

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Juntos tenemos que elevar el movimiento contra la guerra a otro nivel de potencia. Confrontamos retos formidables. Como siempre, alentamos el debate, la discusión seria, el compañerismo, las soluciones creativas, y las acciones de valentía de los que se atreven a tomar la historia en las manos.


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