Obrero Revolucionario #1188, 23 de febrero, 2003, posted at http://rwor.org
Mientras millones de personas se tomaron las calles de Estados Unidos y de muchas ciudades del mundo para protestar contra la guerra, el gobierno estadounidense se preparaba para la invasión y la conquista. Anunció una alerta de alto nivel ("naranja") y puso en vigor una serie de medidas represivas en la "patria".
La versión oficial es que la alerta se debió a información secreta que indicaba que agentes de Al Qaeda iban a atacar a ciudades estadounidenses con "bombas sucias". Los voceros del gobierno le dijeron al Los Angeles Times que han identificado entre 600 y 1,000 terroristas de Al Qaeda por todo el país. Pidieron a las compañías que investigaran a los empleados para ver si se han infiltrado terroristas en operaciones clave.
Y precisamente cuando más les convenía, salió una grabación, supuestamente de Osama Bin Laden, que pide que los musulmanes de todo el mundo defiendan al pueblo iraquí. En un dos por tres, el secretario de Estado, Colin Powell, anunció que eso "demuestra" que hay "vínculos" entre Irak y "las redes de terroristas islámicos" (los supuestos lazos que el resto del mundo no ve).
Casi inmediatamente se vio que era desinformación y propaganda bélica. El FBI admitió que la alerta se debió a una declaración de un solo preso (no se sabe quién es ni dónde está), quien luego "no pasó un detector de mentiras". Pero a pesar de eso, la alerta y el pánico continuaron.
Aviones de guerra sobrevuelan las principales ciudades del país; la policía patrulla Washington, D.C., con armas automáticas; han rodeado el monumento a George Washington con baterías antiaéreas. En Nueva York, un enjambre de policías y soldados de la Guardia Nacional patrulla la principal estación de ferrocarril. Incluso en los pueblos pequeños hay retenes, compran máscaras antigás y destinan fondos a nuevas medidas policiales y a proteger los puentes y las centrales eléctricas.
Están preparando el terreno aquí porque saben lo que están a punto de hacer allá. Los rumores de un ataque terrorista son sumamente imprecisos, pero los planes de Estados Unidos de iniciar una guerra en el Medio Oriente son específicos y horripilantes.
Han finalizado los planes y despachado los soldados: la intención es bombardear, invadir, conquistar y ocupar Irak, un país devastado rico en petróleo al otro lado del mundo.
¿Quiénes realmente ponen en peligro al mundo?
En Estados Unidos mucha gente se siente ansiosa por la posibilidad de un ataque, pero en Irak los temores son concretos.
Hoy los niños iraquíes se están preparando para el bombardeo y la invasión; piensan qué van a hacer si los familiares mueren y si destruyen las casas.
El primer día de la operación "Shock y pavor" caerán centenares de misiles cruceros que destruirán las ciudades iraquíes. Un enorme ataque aéreo hará añicos la vida de centenares de miles de personas. Un ejército yanqui de centenares de miles de soldados cruzará la frontera, destruirá todo lo que encuentre en el camino e impondrá una cruel ocupación militar que durará años.
Se calcula que el ataque inicial causará docenas de miles de muertes y que centenares de miles más podrían morir en las semanas y meses siguientes.
"Un escenario de impacto mediano" de la ONU dice que habrá más de dos millones de desplazados, que perderán la casa, el trabajo y la escuela y que tendrán que huir de las ciudades a otras partes del país o a países vecinos (Kuwait e Irán). Dice que cinco millones de personas no tendrán comida ni agua potable, y que eso causará mucho sufrimiento y enfermedad. (La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU hizo esos cálculos y, aunque no es posible ser muy preciso debido a las distintas posibilidades, estos son los cálculos de las agencias encargadas de ayuda humanitaria).
Una guerra podría causar grandes daños ecológicos y tener un impacto que duraría generaciones. En la última guerra del Golfo, Estados Unidos utilizó proyectiles de uranio agotado, que causaron defectos de nacimiento y envenenamiento. La lucha en los yacimientos petroleros dejó columnas de humo tóxico por miles de kilómetros cuadrados y envenenó las aguas del Golfo.
Por todo el planeta mucha gente se preocupa por esas consecuencias. Nadie cree que será la última guerra de Estados Unidos ni que una victoria en Irak llevará la paz. La guerra en Afganistán tuvo repercusiones por todo el sur de Asia, y llevó a India y Paquistán al borde de una guerra.
Mientras el gobierno siembra temor en este país, mucha gente tiene miedo del gobierno... con razón. Los informes sobre "miles de terroristas potenciales" llevarán a más ataques contra árabes y musulmanes aquí. También es una clara amenaza contra todos los que se oponen a la guerra.
Hoy, los habitantes de muchos barrios de inmigrantes se preguntan qué les va a pasar. ¿Van a perder el trabajo por la histeria oficial? ¿Qué harán los informantes que el gobierno mete en las mezquitas y en los grupos comunitarios con las listas que andan preparando? ¿Mandarán inscribirse a más musulmanes? ¿Y qué les pasará cuando van a inscribirse? ¿La deportación? ¿La cárcel? ¿La separación de sus familiares? ¿Qué les pasará a los niños? ¿Qué le hará la policía al próximo joven con nombre mesoriental que pare por una infracción de tráfico?
La histeria sobre una amenaza terrorista ha asustado a mucha gente por todo el país. La diseñaron para asustar a los que no han puesto suficiente atención y a los que no tienen suficiente sed de guerra.
No es la primera vez que utilizan el miedo para movilizar a la población para la guerra y la represión. Durante la II Guerra Mundial, azuzaron histeria sobre una invasión imposible de la costa del oeste por Japón como pretexto para meter en campos de concentración a centenares de miles de japoneses. Luego "apoyar a las tropas" en la guerra del Pacífico se tradujo en la destrucción de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki con bombas atómicas.
Durante la guerra fría, obligaron a los escolares a participar en el extraño y aterrador ritual de agacharse debajo de los escritorios en preparación para un ataque nuclear. Eso no los podía proteger; la meta era sembrar miedo y preparar a la población para la guerra contra Vietnam y la China maoísta.
Es hora de actuar
Este gobierno tiene un plan para el pueblo estadounidense: almacenar cinta adhesiva, envolver la familia en plástico, participar en un grupo de informantes y (sobre todo) apoyar la guerra.
Esta guerra no tiene mucho apoyo popular, pero esperan cambiar eso sembrando miedo y exhortando a "apoyar a las tropas" y toda la destrucción necesaria para "protegerlas".
Quieren librar esta guerra en nombre del pueblo estadounidense. Y la próxima también.
Nada de eso traerá paz ni seguridad; todo lo contrario.
En momentos como estas nuestras acciones pueden repercutir en el mundo y el futuro durante décadas.
Los que vivimos aquí tenemos una decisión y una responsabilidad profundas. Comienza con preguntas urgentes: "¿Quiénes han puesto en peligro a millones de personas? ¿Y por qué está tan resuelto a hacerlo el gobierno estadounidense?"
El gobierno piensa que puede aprovechar su gran fuerza militar para intimidar y aplastar a los demás países. Como los emperadores romanos, piensa que puede reducir el mundo a vasallos, estados tributarios y soldados a sueldo del imperio.
Lo motivan las profundas rivalidades, conflictos y competencias del sistema capitalista.
La ocupación de Irak lo dejará más cabalmente al servicio del capitalismo estadounidense. Los estrategas del Pentágono ya han escogido a los futuros gobernantes de Irak y decidido quiénes controlarán los yacimientos petroleros. Explotarán los recursos del golfo Pérsico de una manera que afianzará la posición mundial dominante de Estados Unidos. Los conquistadores no vienen a liberar.
Todas estas mentiras y desinformación tienen una meta: ¿Cuánta gente estaría dispuesta a luchar por este gobierno si admite que busca hegemonía global y la reestructuración de la jerarquía mundial?
¡No en nuestro nombre!
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