Raymond Lotta
Obrero Revolucionario #1188, 23 de febrero, 2003, posted at http://rwor.org
Nota: Este artículo se basa en charlas y discursos presentados en reuniones y seminarios contra la guerra.
¿Por qué Estados Unidos emprende una guerra contra Irak? ¿Qué motiva el ataque a un país empobrecido y diezmado?
Detrás de los pretextos, las mentiras y la retórica hipócrita, opera una lógica cruel. La guerra contra Irak es la segunda fase de lo que hay que llamar la guerra de Estados Unidos contra el mundo. Pensemos en lo que ha sucedido desde el 11 de septiembre. Estados Unidos lanzó una guerra brutal contra Afganistán que cobró más vidas que el ataque a las Torres Gemelas. A principios del 2002 tenía tropas en Filipinas, Yemen y Somalia. Estableció 13 nuevas bases militares en los países productores de petróleo y gas de los alrededores de Afganistán. Y empezó la mayor acumulación de fuerza militar desde los años de guerra fría del gobierno de Reagan.
Los estrategas y estadistas hablan de una "guerra sin límites". Nos dicen que será una guerra de un nuevo tipo, con doctrina militar y tácticas nuevas. El vicepresidente nos dice que esta guerra puede durar toda una generación: una "guerra sin fin". El estado mayor ha adoptado calladamente un plan militar de 20 a 30 años de guerra contra varios estados y grupos armados por todo el mundo. En marzo del 2002 el gobierno anunció que estaba dispuesto a disparar primero armas nucleares tácticas.
Esta "guerra permanente" tiene un componente interno. Pensemos en lo que ha sucedido en el país desde el 11 de septiembre: redadas y detenciones de grupos de inmigrantes; una vasta expansión de poderes policiales y de espionaje; la creación de tribunales militares; y una penetrante atmósfera de "cuidado que vigilan".
El gobierno dice que todo esto es para prevenir nuevos actos de terrorismo, que es por nuestra seguridad, por la democracia, por la defensa de la civilización (¡según su definición!). Pero en realidad es por algo completamente distinto y cada vez más alejado de los hechos del 11 de septiembre. Todo esto obedece a las necesidades del imperio estadounidense.
Bueno, cuando digo que Estados Unidos es un imperio, quiero decir que la economía estadounidense es la "base de operaciones" de una red global de explotación y saqueo, una red de más de $5 millones de millones de inversiones en el extranjero. Extiende sus tentáculos de influencia y control por medio de instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio (dominadas por Estados Unidos). Este imperio subordina las naciones oprimidas del tercer mundo a sus necesidades económicas e intereses estratégicos, e impone esa subordinación mediante el mecanismo de control del estado neocolonial.
Es un imperio capitalista-imperialista. Opera según los imperativos de la expansión económica, las presiones de la competencia, y el afán de potencias mundiales rivales de obtener una posición estratégica superior sobre regiones, mercados y recursos. Es un imperio que depende del poderío militar: ha circundado el globo con más de 700 bases e instalaciones militares; tiene más de medio millón de tropas en el extranjero; y ha construido una máquina militar de alta tecnología que ha sembrado más destrucción y muerte en el mundo que ninguna otra potencia en los últimos 60 años. Ahora, los gobernantes del imperio estadounidense están en una ofensiva rapaz.
Bob Avakian, en cuyo profundo análisis de la situación actual me baso, describe así la perspectiva estratégica del gobierno de Bush: "Su gran ambición es reconfigurar la situación mundial, empezando por las regiones estratégicas en que se están enfocando: Asia Central, Asia del Sur y el Medio Oriente". (Vea "Los grandes retos de la nueva situación" en el OR No.1143, eb rwor.org).
Esta es la esencia de lo que está pasando: bajo el manto de la guerra contra el terrorismo, el imperialismo estadounidense está buscando un nivel completamente nuevo de dominación mundial. Ese es el sucio secreto de la "guerra contra el terrorismo", que usa como un cheque en blanco para atacar a cualquier oponente que escoja, inclusive movimientos revolucionarios auténticos como las guerras populares maoístas de Filipinas y Nepal. La "guerra contra el terrorismo" es una ofensiva político-militar-ideológica para alcanzar una gran variedad de objetivos del imperio, con métodos y metas extremos y peligrosos.
Una estrategia global para el imperio
En este artículo me propongo explorar la naturaleza y los objetivos fundamentales de la Doctrina Bush. Presentaré estos puntos principales:
1) Las maniobras actuales de Estados Unidos se derivan de una estrategia global. Esa estrategia (la Doctrina Bush) busca reestructurar las relaciones internacionales de poder y las realidades geopolíticas en regiones vitales del mundo conforme a los intereses a largo plazo del imperialismo estadounidense.
2) Para entender esta estrategia global tenemos que regresar al colapso de la Unión Soviética y el efecto que ha tenido en la política y la economía mundial.
3) Esta estrategia global tiene cuatro elementos conectados entre sí:
A) El imperialismo estadounidense busca consolidar de modo permanente su superioridad militar- político-económica sobre rivales potenciales; prevenir que un rival o adversario potencial acumule fuerzas iguales o superiores; y reafirmar su dominación global con relación a otros imperialismos y potencias regionales.
B) El imperialismo estadounidense está siguiendo una nueva doctrina militar: la doctrina de adelantarse y lanzar ataques o emprender guerras antes de cualquier provocación o amenaza.
C) El imperialismo estadounidense busca imponer nuevas formas de control y gobierno en el tercer mundo.
D) El imperialismo estadounidense se está zafando de las restricciones de las leyes, instituciones y alianzas internacionales.
4) En estos momentos Irak es un peldaño en el camino y un punto focal de esta estrategia global. En Irak se están conjuntando los intereses regionales e internacionales del imperio.
5) El imperialismo estadounidense está a la ofensiva. Pero la Doctrina Bush y lo que está poniendo en marcha están erizados de contradicciones e incertidumbres. La gente tiene que tomar medidas para crear un alineamiento político diferente, un alineamiento que pueda parar esta ofensiva de guerra y represión.
Telón de fondo: El colapso de la Unión Soviética y el surgimiento de Estados Unidos como única superpotencia del mundo
Para entender la situación actual tenemos que mirar lo que pasó hace una década. El colapso de la Unión Soviética representó un cambio radical en las relaciones internacionales.
De mediados de la década de 1970 a 1991, la rivalidad entre los bloques imperialistas de Estados Unidos y la Unión Soviética influenció profundamente la política mundial. La Unión Soviética era una sociedad socialista, pero a mediados de los años 50 tomó el poder una nueva clase burguesa que restauró el capitalismo y se puso a forjar un imperio. La Unión Soviética llegó a ser una superpotencia, con capacidades militares comparables a las de Estados Unidos. La rivalidad global entre las dos superpotencias encaminó el mundo hacia una guerra en los años 80.
Pero con el colapso de la Unión Soviética, Estados Unidos quedó como única superpotencia. La paliza a Irak en 1990-91 y el despliegue de fuerza bruta en la región influyó en el desplome del imperio soviético. Ninguna potencia imperial podía igualar la fuerza militar, económica y política combinada de Estados Unidos. Ninguna potencia le podía plantear un desafío global sostenido. Nunca jamás en la historia ha estado el poder militar concentrado tan desproporcionadamente en manos de un estado.
Tal era la situación cuando terminó la presidencia de Bush padre y empezó la de Clinton. En los años del gobierno de Clinton varios comités asesores y estrategas de la clase dominante sostenían que el imperialismo estadounidense no estaba aprovechando la nueva situación.
Clinton, valga señalar, no hacía más que impulsar los intereses globales de Estados Unidos. Pero para un grupo de la clase dominante, no hizo lo que debía. Bob Avakian resume así el punto de vista de ese grupo: "Tuvimos una gran victoria en la guerra fría, pero con Clinton la desaprovechamos. Hubiéramos extendido nuestra hegemonía a todos los rincones del globo, y ya es hora de que lo hagamos. Nos descuidamos y ahora es hora de aprovechar la victoria de la guerra fría con una nueva reconfiguración del mundo a cachiporrazos. ¡Adelante!". (Los grandes retos de la nueva situación)
Esas fuerzas de la clase dominante formularon sus ideas en una ponencia de 1992 titulada "Orientación para la Planificación de Defensa (borrador)". Decían que Estados Unidos ha debido seguir una estrategia más agresiva después de la guerra fría, y que debía usar fuerza militar, política y económica para moldear el mundo de una forma que afianzara su posición dominante todo el siglo 21.
Las fuerzas de la clase dominante que proponían una nueva estrategia después de la guerra fría ahora están al mando. Son el núcleo del equipo de política exterior de Bush: gente como el vicepresidente (Dick Cheney), el secretario de Defensa (Donald Rumsfeld) y la asesora de seguridad nacional (Condoleezza Rice). El secretario de Estado, Colin Powell, es un arquitecto central de la política de agresión. Y han creado cierto consenso en la clase dominante para seguir un curso agresivo de acción global.
Oigamos lo que dice Condoleezza Rice: "El sistema internacional ha estado en transición desde el colapso de la Unión Soviética. Ahora es posible, más bien probable, que ese estado de cambio esté terminando. Si es así, pues... esta es una época de grandes peligros pero, lo que es más importante, de grandes oportunidades". Estas fuerzas de la clase dominante ven que la correlación actual de poder mundial le da a Estados Unidos oportunidades y más libertad para imponer su voluntad. Ven una oportunidad para cambiar radicalmente el terreno político del Medio Oriente, ahora que la Unión Soviética no existe.
Asimismo, creen que este momento favorable puede pasar y que urge aprovecharlo ya.
Los hechos del 11 de septiembre crearon una nueva combinación de necesidad y oportunidad para el imperialismo estadounidense. Es posible que el ataque fuera un "tiro por la culata": Estados Unidos organizó, financió y armó fuerzas fundamentalistas reaccionarias para expulsar a los soviéticos de Afganistán y debilitarlos en otras partes. Pero la guerra del Golfo y la presencia estadounidense en el Medio Oriente las enfureció y las hizo "morder la mano que las alimentó".
El 11 de septiembre le planteó a Estados Unidos la necesidad de contraatacar para que el mundo supiera que la mayor potencia del mundo no tolerará tales ataques, especialmente en su propio suelo. Asimismo, le dio la oportunidad político-ideológica de presentar la ofensiva para afianzar su predominio global como una "guerra contra el terrorismo".
Un nuevo hegemonismo*
Los imperialistas estadounidenses se proponen reestructurar las relaciones internacionales. ¿Qué busca tal reestructuración? Busca cambiar la correlación de poder entre los imperialistas, las esferas de influencia, las alianzas militares, las relaciones comerciales y las formas de control del tercer mundo. La meta de los imperialistas estadounidenses es global: imponer un nuevo orden mundial que afiance su predominio todo el siglo y que responda indisputablemente a sus intereses. En esta estrategia global se destacan cuatro elementos.
Primero: el punto de partida de esta estrategia global es hacer permanente la superioridad militar y económica con respecto a rivales potenciales, y reafirmar la hegemonía y predominio estadounidense en el sistema imperialista mundial.
Estados Unidos está tomando medidas más agresivas para preservar su posición de superpotencia sin rivales. Quiere impedir que otra potencia imperial (Europa occidental, Rusia, Japón) o coalición de potencias imperiales y potencias regionales (como China) lo desafíe en regiones estratégicas del mundo o que adquiera los medios para hacer peligrar su posición dominante en el sistema capitalista mundial. Busca impedir que surja un rival a la par.
Por eso quiere ampliar su ventaja militar-tecnológica. Se ha comprometido a una carrera armamentista permanente para impedir que otra potencia acumule fuerzas militares comparables, para amenazar a rivales potenciales y para aplastar a cualquiera que considere hostil a sus intereses globales.
Por otra parte, quiere mantener a las otras potencias imperialistas en la posición de socios menores, subordinados y restringidos: una coalición de coaccionados. Aquí podemos ver lo que pasa con Europa occidental y Japón.
La alianza político-militar de Estados Unidos y Europa occidental está tirante. Las rivalidades y las tensiones económicas aumentan la tirantez. Las otras potencias tienden a irse por su lado. Estados Unidos está aprovechando la "guerra contra el terrorismo" para reestructurar la OTAN (la alianza militar de Europa occidental y Estados Unidos, que este dirige) y toda la estructura militar y de seguridad en que han operado estos imperialismos.
Estados Unidos está aplicando simultáneamente mano dura y zalamerías a los otros imperialismos. Esto se ve en las presiones a Francia y Alemania para que apoyen el ataque a Irak: les dice que quedarán fuera a la hora del reparto del botín (especialmente de los negocios de petróleo), si no se unen a la guerra.
Estados Unidos también está reafirmando su posición en el Asia oriental, la fuente de mano de obra superexplotable de más rápido crecimiento y el centro mundial de manufactura. El mar de la China meridional tiene grandes reservas de petróleo. Estados Unidos, Japón, Rusia y China se disputan la región. Japón, en particular, ha tratado de forjar un bloque económico bajo su batuta. China, aunque dominada por el imperialismo, se ha vuelto una potencia regional con importante influencia.
Hay que ver desde esa perspectiva las amenazas a Corea del Norte y el incluirla en el "eje de maldad" de Bush. Por un lado, Estados Unidos amenaza a Corea del Norte y le dice que es el que manda en la península de Corea y que nadie puede desafiar sus dictámenes. Por otro lado, le dice indirectamente a Japón que no olvide quién manda en la región, y a China que siga en su puesto subordinado.
Segundo: esta estrategia global se propone forjar un nuevo orden mundial con ataques "preventivos".
En el discurso de Bush en la academia militar West Point en junio del año pasado y en el documento Estrategia de Seguridad Nacional de octubre, el gobierno anunció una nueva doctrina de "prevención".
Prevención, en este caso, quiere decir adelantarse a atacar a quien piensa atacarte. Pero el gobierno está llevando esto a un nuevo nivel y se ha adjudicado el derecho de atacar países y fuerzas antes de que empiecen hostilidades, antes de que hagan amenazas, antes de recibir amenazas concretas. Le basta con decir que un país alberga terroristas o que podría tener, o quiere tener, armas de destrucción masiva, y lo puede atacar. Washington determinará las amenazas y la respuesta.
Bueno, a lo largo de su historia, Estados Unidos ha invadido y atacado a otros países cuando le da la gana. Pero ahora hay algo nuevo: amenaza adelantarse a lanzar ataques en una escala global y declara que su norma de conducta será atacar primero. Dice que tiene el derecho de atacar y destruir dondequiera, sin siquiera el pretexto de una provocación.
La doctrina de "prevención" requiere los medios para atacar rápidamente en cualquier parte y dicta continuas innovaciones militares: mejor transporte aéreo y marítimo para tropas y unidades blindadas; sistemas de bombardeo y de misiles guiados por satélites y por computadora más avanzados; mejor comunicación electrónica y reconocimiento electrónico; mayor desarrollo y despliegue de fuerzas de operaciones especiales. El gobierno de Bush ha destinado $250 mil millones en los próximos cinco años para mejorar esos sistemas, que apuntan muy claramente a regiones del tercer mundo.
Tercero: esta estrategia global dicta una arremetida contra el tercer mundo y la imposición de nuevas formas de control.
Estados Unidos amenaza al tercer mundo con "cambio de gobierno" (como a Irak), no para democratizar, sino para decapitar los gobiernos reacios o fastidiosos en regiones estratégicas. Irak e Irán destacan en la lista negra porque son un obstáculo en la meta de afianzar el control del golfo Pérsico y porque Estados Unidos quiere realizar grandes cambios en el Medio Oriente.
Pero el problema de control y gobierno en el tercer mundo es mayor. Por eso Estados Unidos no quiere solo "cambio de gobierno" (cambiar las caras), sino una especie de "transformación de gobierno". Permítanme explicar esto.
A nivel económico y social, gran parte del tercer mundo sufre una gran inestabilidad pues la globalización imperialista, los brutales sacudones de la economía y una urbanización caótica están desgarrando las estructuras económicas y la estructura social.
A nivel político, el estado neocolonial está en una crisis cada vez mayor. El estado neocolonial es un instrumento del neocolonialismo: una forma de colonialismo en que un país es independiente en teoría pero en la práctica vive bajo el control económico, político y militar del imperialismo.
Las estructuras políticas y militares del estado neocolonial están experimentando grandes tensiones, al igual que las alianzas de las clases privilegiadas y explotadoras que sirven al imperialismo.
En países como Paquistán, el estado neocolonial es altamente centralizado y los militares manejan la situación, pero centros rivales de poder conforman el estado. En Arabia Saudita, las redes de la familia real y la policía secreta cimientan el estado, pero esa base de poder tan escasa está atizando antiamericanismo, inclusive de sectores de las clases altas de empresarios y tecnócratas. En Latinoamérica, los salvajes programas de austeridad y de ajuste ordenados por el FMI, la corrupción, la fuga de capitales y la ruina económica de las clases medias han creado problemas de gobernabilidad en muchos países. En gran parte de África, el fin de la guerra fría (y la concomitante "pérdida de interés" del imperialismo en ayudar a los gobiernos dependientes) y la crisis económica han producido gran inestabilidad.
Los mecanismos de control del imperialismo en el tercer mundo se han vuelto inestables y poco fiables. Ahora, al amparo de la "guerra contra el terrorismo", los imperialistas estadounidenses están tratando de reestructurar el gobierno neocolonial, de agarrar más fuertemente las riendas. Recurren a un lenguaje más abiertamente colonial : hablan de acción militar global y de ocupación militar prolongada para llevar orden, estabilidad y "normas civilizadoras" a "estados fracasados" y sociedades que son "semilleros de terrorismo".
Cuarto, esta estrategia rebasa las limitaciones de instituciones y tratados internacionales.
Estados Unidos no quiere constreñirse por leyes y acuerdos internacionales (¡ni siquiera los que propuso!). No quiere ningún límite a su libertad de acción.
Ya se retiró del Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972 y del Protocolo de Kioto sobre calentamiento global. Se opuso al Tribunal Internacional e hizo que el Consejo de Seguridad de la ONU le otorgara inmunidad temporal y no lo acuse de crímenes de guerra. Ha violado la Convención de Ginebra sobre tratamiento de presos de guerra, y ha pisoteado los derechos de los presos de Guantánamo y los ha tratado inhumanamente. Ha rechazado las medidas de verificación de la Convención de Armas Biológicas para que no se conozcan sus programas y laboratorios militares de armas biológicas... lo cual es el colmo de la hipocresía en vista de las exigencias a Irak.
Con respecto a alianzas militares y cooperación con otras potencias, el secretario de Defensa ha proclamado las famosas palabras de que "la misión determina la coalición". Eso quiere decir que Estados Unidos entrará en coaliciones cuando sea posible y facilite las operaciones militares, pero no dejará que las alianzas ni los organismos internacionales, como la ONU, limiten sus planes de conquista.
Estados Unidos está formulando una doctrina de imperio que declara que el resto del mundo tiene soberanía limitada y que los demás países pueden perder su soberanía si así lo decide. Pero Estados Unidos tiene soberanía global ilimitada contra otros estados. Se puede eximir de acuerdos y tratados internacionales cuando le convenga, o imponerle a la ONU resoluciones a su favor.
Irak como presa y peldaño
Esta estrategia global está en marcha en Irak. Por eso Estados Unidos está tan empeñado en la guerra. En Irak vemos una convergencia estratégica de intereses regionales e internacionales del imperialismo estadounidense.
Estados Unidos no va a atacar a Irak porque puede que tenga armas de destrucción masiva. Quiere tumbar a Saddam Hussein fundamentalmente por otras razones: imponer su voluntad y autoridad a la población y los recursos de Irak, y convertirlo en una plataforma para reestructurar las relaciones políticas y económicas del Medio Oriente. El alcance de su ambición se ve en el hecho de que ha dicho que está preparado para ocupar a Irak, por años si es necesario, e instalar un gobierno militar bajo la batuta del general Tommy Franks.
Claramente, el petróleo es una meta. Las reservas petroleras de Irak son las segundas del mundo (Irak y Arabia Saudita tienen el 50% de las reservas mundiales comprobadas). La presencia directa de Estados Unidos en el corazón de los campos petroleros del Medio Oriente tendría enormes implicaciones regionales e internacionales. Afectaría radicalmente la política interna de la OPEP. Le daría más libertad a Estados Unidos para alterar los acuerdos con otros estados productores de petróleo de la región. Le daría más influencia sobre Europa occidental y Japón, que dependen del petróleo mesooriental. Limitaría los planes imperiales de Rusia en la región. Pero el petróleo es solo un factor de todo el conjunto. (Otros recursos naturales, como los enormes ríos y fuentes de agua dulce de Irak, también entran en la ecuación).
La ocupación de Irak o un nuevo gobierno dócil le permitiría a Estados Unidos trasladar sus fuerzas militares de Arabia Saudita, a cuya clase dominante le está perdiendo confianza; le pondría presión a Irán; y sería el trampolín para la "reorganización" política y económica de la región.
A nivel político, la estructura de poder de Estados Unidos quiere crear élites gobernantes más confiables con una base de apoyo mayor de la clase media, especialmente en países como Arabia Saudita, Líbano, Siria y Egipto (donde tienen una fuerte influencia los grupos antiamericanos y fundamentalistas islámicos). A nivel económico, quiere eliminar las barreras a la penetración y el control del capital corporativo. Quiere modernizar las condiciones sociales y económicas para la explotación capitalista. Desde esta perspectiva, un Irak "reestructurado" sería el campo de prueba y el modelo para la reestructuración en otras partes.
Tumbar a Hussein también ayudaría a Israel, el cliente de más confianza de Estados Unidos en el Medio Oriente. Le daría un marco regional más favorable para reprimir la resistencia palestina, y fortalecer la ocupación y el control.
Por último, una guerra triunfante en Irak sería un despliegue de fuerza bruta. Le mostraría a aliados y enemigos por igual lo que pasa cuando un gobierno reta al nuevo imperio romano. Sentaría un precedente para ataques militares "preventivos" en otras partes del mundo. Todo esto reafirmaría los planes regionales y mundiales de Estados Unidos.
Un hervidero de contradicciones, una responsabilidad de actuar
Permítanme resumir lo que he dicho. Bajo el estandarte de la "guerra contra el terrorismo", el imperialismo estadounidense está aplicando su poderío político, militar y económico para reestructurar las relaciones en regiones centrales del mundo, y para afianzar y fortificar su posición como la potencia hegemónica de la economía mundial y del sistema estatal internacional. Está ampliando su superioridad militar. Está buscando un control monopolista de las fuentes de petróleo del mundo (en el golfo Pérsico, el mar Caspio y el mar de la China meridional). Está buscando más entradas a mercados y materias primas. En pocas palabras, busca crear las condiciones para la explotación indisputable de cientos de millones de trabajadores por todo el mundo.
El equipo de Bush ve que la situación mundial presenta una oportunidad para alcanzar sus metas. También ve la necesidad de aprovecharla rápidamente y con decisión. Capta (con su propia óptica perversa) el movimiento de la historia, el ascenso y descenso de los imperios.
Estados Unidos salió de la II Guerra Mundial con un poderío sin paralelo. Ya en los años 60, una tormenta de luchas de liberación nacional (apoyada por la China de Mao) cuestionó el neocolonialismo estadounidense en el tercer mundo. En los años 70, sufrió su primera derrota militar a manos del pueblo vietnamita, y una superpotencia rival, la Unión Soviética, lo desafiaba en todo el mundo. Japón era la potencia económica en ascenso del sistema mundial. En los años 90, la Unión Soviética se desintegró, la economía de Japón perdió pujanza y la Unión Europea surgió como una formidable potencia económica. La distribución de poder en el sistema imperialista mundial ha cambiado dramáticamente en los últimos 40 años, y los imperialistas estadounidenses están dolorosamente conscientes de esto.
En estos momentos el imperialismo estadounidense tiene considerable iniciativa. Pero su ofensiva global de guerra y agresión está preñada de contradicciones complejas y peligrosas. Está jalando a muchos países y gobiernos ya frágiles a la locura de la "guerra contra el terrorismo". Está agudizando las tensiones e inestabilidades en el Medio Oriente... en el subcontinente indio... en la península de Corea. Este nuevo hegemonismo está debilitando las alianzas en Europa y en el resto del mundo. Otras potencias imperialistas sienten la necesidad de reivindicar sus "derechos" y luchar por sus intereses en una arena internacional más incierta. Esta guerra contra el mundo está llevando a la vida política y a manifestaciones multitudinarias a millones en los países imperialistas. La guerra e intervención en el Medio Oriente tiene el potencial de prender tormentas de resistencia y trastornos que pueden sacudir y tumbar gobiernos por toda la región.
Bob Avakian describe la situación como un "gran hervidero de contradicciones". En este contexto, señala: "La relación de fuerzas que [los imperialistas yanquis] tratan de crear (o la actual) no es necesariamente la que se dará". La gente tiene que tomar medidas para crear un alineamiento político diferente, un alineamiento que pueda parar esta ofensiva de guerra y represión, y potenciar la lucha contra el sistema.
Aquí en Estados Unidos el movimiento contra la guerra se está desarrollando. Más y más gente está asumiendo la tarea de organizar una fuerte resistencia a esta ofensiva de guerra y represión, y ha hecho causa común con la población del mundo. En estos momentos nuestro punto focal debe ser parar esta guerra cruel e injusta que se cierne sobre Irak. Es una tarea enorme. Pero tenemos que asumirla porque en última instancia afectará cómo será el mundo del futuro: un mundo de imperio o un mundo libre de explotación y dominación.
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Notas:
* Cuando hablo de hegemonía, me refiero a la posición dominante y el papel dirigente de un estado imperialista en el sistema imperialista mundial. Esta dominación se ejerce en el mercado mundial, en el sistema internacional de estados y en el poderío militar. La clase dominante estadounidense busca imponer una nueva hegemonía en el sistema mundial.
Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del
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