Obrero Revolucionario #1189, 2 de marzo, 2003, posted at http://rwor.org
Recibimos esta nota del Servicio Noticioso de Un Mundo que Ganar:
17 de febrero de 2003.Fue la peor semana de George Bush desde que le declaró la guerra al mundo después del 11 de septiembre. Primero, el Consejo de Seguridad de la ONU no quiso endosar la convocatoria estadounidense a la guerra sin demora. Después, en los días siguientes, millones de millones de todo el mundo (y de muchas ciudades de Estados Unidos) se echaron a la calle en un despliegue maravilloso de oposición.
Las protestas fueron especialmente enormes en Gran Bretaña, España, Italia y Australia, los países de gobiernos en llave con Bush. En Londres no se veía tanta gente en la calle desde el fin de la II Guerra Mundial; en España no salía tanta gente a manifestarse desde la celebración del fin del fascismo. El 15 de febrero también fue histórico por la simultaneidad de las protestas en 600 ciudades de Asia, África, Latinoamérica, así como en los países ricos. Quedó probado sin la menor duda que la gente del mundo entero se opone a esta guerra, y que si Bush y los otros líderes de todos modos la desencadenan les espera una tormenta mundial sin precedentes.
La reunión del Consejo de Seguridad del 14 de febrero fue un gran contratiempo para Estados Unidos. Fue una humillación personal para Colin Powell, el arma de destrucción masiva de Bush con aspiraciones de diplomático. Su presentación de las "pruebas" contra Saddam Hussein ante dicho organismo una semana antes recibió un rechazo explícito y burlas implícitas. Hasta le desinflaron uno de sus momentos más orondos, cuando mostró fotos aéreas para probar que Irak mueve y esconde sus armas. El principal inspector de armas biológicas y químicas, Hans Blix, señaló que las fotos podían ser de "actividades de rutina". En el debate subsecuente, 11 de los 15 miembros del Consejo de Seguridad coincidieron en mayor o menor grado con la propuesta de Francia de continuar las inspecciones. Las esperanzas de Estados Unidos de presentar una resolución de acción militar inmediata se fueron a pique. Ni siquiera se realizó la reunión planeada de los cinco miembros permanentes del Consejo que tienen veto.
En Estados Unidos Bush respondió con su propia versión de la gran mentira de Goebbels: el principio de que si uno repite lo mismo muchas veces, alguien le creerá. Se jugó la carta del "terrorismo": inventó una conexión entre Saddam Hussein y al-Qaeda, y organizó histeria colectiva para hacer creer que esta no es una guerra de agresión franca sino de autodefensa. Algunos se tragaron el cuento de que su familia corre peligro por monstruos debajo de la cama. Muchísimos no se quisieron tapar la boca y la mente con cinta aislante y salieron a protestar. Cientos de miles se concentraron frente a la sede de la ONU en Nueva York, a pesar de amenazas y de ataques de la policía montada. A esta protesta fue gente de todas las clases sociales y gente que perdió seres queridos en el ataque al World Trade Center, el pretexto de Bush para una ofensiva mundial.
A nivel político, sería sumamente difícil para Estados Unidos emprender esta guerra sin alguna especie de alianza internacional. Además, las tropas británicas son una parte integral y central del plan de guerra, al igual que las bases estadounidenses en Italia y las instalaciones militares en España. Pero esos gobiernos están tan patentemente alejados de la población de sus países que el periódico español El País advirtió que de pronto Irak no será el único que puede tener un cambio de gobierno pronto. Por otra parte, los cientos de miles que llenaron las calles de Paquistán, Malasia y Filipinas y muchos otros países mostraron lo que les espera a los gobiernos lacayos si hay guerra. En el mismo Irak, ver a cientos de miles protestar contra la alianza de Bush (sientan lo que sientan por el gobierno), y a miles de civiles con armas, seguro puso a reflexionar a los gobiernos de Occidente que creen que será una guerra rápida.
Estados Unidos necesita una coalición internacional. Necesita una resolución de la ONU aunque sea para convencer a parte de la ciudadanía de que no es una guerra de agresión franca. Tony Blair necesita más aún tal resolución. Los periódicos convencionales británicos advierten que la guerra sin tal resolución puede poner en peligro al gobierno.
Pero a la fecha no han podido hacer que el Consejo de Seguridad les siga la corriente. Francia está haciendo todo lo posible para que este conflicto con Estados Unidos no lleve a un rompimiento. No ha cuestionado la premisa básica de esta guerra: que las grandes potencias tienen el derecho exclusivo de poseer ciertas armas y de usarlas para mandar a los países del tercer mundo. La ministra de Relaciones Exteriores de Francia dijo en la ONU una cosa con la que concuerdan muchas figuras de la clase dominante de otros países: que esta guerra podría tener "consecuencias incalculables para la estabilidad de la región... reforzar la sensación de injusticia, empeorar las tensiones y hacer estallar otros conflictos". Dijo, en resumen, que esta guerra podría ser demasiado peligrosa para todas las grandes potencias. Los cientos de miles que se volcaron a la calle en protestas en Siria y Turquía al día siguiente confirmaron ese temor.
Tienen mucho en juego.
Bush ha apostado el futuro del imperio americano a esta guerra, y su gobierno está resuelto a seguir adelante. Justamente porque hay tanto en juego para todos ellos, Estados Unidos confía en que a última hora Francia decida que más le vale no ser un obstáculo en el camino de la carroza de guerra.
La oposición de Francia en la ONU se ha ganado simpatía de gente de todo el mundo. El personal de la ONU y los representantes de los países que no pertenecen al Comité de Seguridad cometieron el pecado de aplaudir el discurso del ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Dominique de Villepin, ante el Consejo de Seguridad. Pero el presidente Jaques Chirac rechazó la solicitud de las protestas y de muchos políticos de peso de que prometa que vetará toda resolución de apoyo a la guerra. Todo lo contrario; ha dicho que la posición de Francia puede cambiar y que va a dejar abiertas todas las opciones. Francia ni siquiera ha hecho lo que hizo Alemania, que dijo categóricamente que no respaldará ni participará en la guerra.
Que quede bien claro: lo que Estados Unidos planea para Irak no es "desarme", como dice Bush, ni "contención", como dice Francia, sino la conquista y la violación del país por las armas. Esta guerra ya está pasando de lo potencial a lo real. La semana pasada los aviones de Estados Unidos y Gran Bretaña realizaron cinco ataques contra baterías de misiles tierra-a-tierra de Irak. Esta es la primera vez en cinco años que los ataques aéreos de las fuerzas del eje del mal han ido más allá de bombardear las instalaciones antiaéreas y sus centros de comando, y han atacado directamente instalaciones iraquíes necesarias para pelear en una guerra terrestre. Este preludio a la invasión en parte prepara el terreno para apoderarse de los campos de petróleo intactos al principio de la guerra. También es una indicación de que la guerra ya está en marcha, aunque no en gran escala. Muchos comentaristas han dicho que esos ataques a blancos pequeños y difíciles de detectar los tuvieron que pedir fuerzas especiales de Estados Unidos y Gran Bretaña que ya están apostadas en el sur y el norte de Irak. Pero a la fecha ningún gobierno se ha dignado denunciar esto ni objetar en nombre de la ONU ni de nadie más.
De hecho, la oposición de varios gobiernos es menos de lo que parece, o tiene muchas salvaguardias. Schroeder confirmó que unos 10,000 soldados alemanes participan en operaciones con Estados Unidos en distintas partes del mundo. Bélgica está dando apoyo logístico a los preparativos para la invasión con sus puertos. Austria, neutral, ha prohibido que los aviones estadounidenses crucen su espacio aéreo y que las tropas estadounidenses crucen su territorio (sumamente útil si salen por tren de las bases de Alemania, una de las principales escalas de la guerra, para embarcarse en barcos en Italia). Hasta ahora ningún otro gobierno ha hecho lo mismo.
Desde el 11 de septiembre, los dos lados, los gobiernos y el pueblo, han experimentado enormes cambios. Los enfrentamientos entre ellos son más agudos y más amplios. Rara vez en la historia se ha unido tanto la humanidad como ahora contra George Bush y la guerra que está resuelto a librar. Ese es el contexto en que Estados Unidos se prepara para empezar la guerra, pase lo que pase, pero tratando de que el precio no sea excesivo. Y esa es también la plataforma en que maniobran las potencias europeas y otras potencias con miras a sacar provecho, unas como potentados locales en un imperio mundial americano y otras tratando de limitar el alcance de ese imperio.
La oposición de los gobiernos europeos es un grave problema para Estados Unidos. Este es un factor favorable en la situación mundial. El otro factor es el conflicto entre Estados Unidos y los pueblos del mundo. Cada uno de esos factores atiza al otro. O sea, cuanto más y mejor nos opongamos a la guerra, más entran en juego el temor y las vacilaciones de los otros gobiernos; y esa oposición de los otros gobiernos, aunque sea a medias tintas, abre espacios para que avance la lucha popular.
La interacción de estos dos factores es un obstáculo cada vez más importante a esta guerra anunciada, y cabe la posibilidad de que la desbarate. Mejor dicho, la coalición de Bush se podría cuartear e incluso quebrar. Pero esa posibilidad solo existe si la lucha popular sigue y se redobla. En particular, es vital que todo mundo haga todo lo posible para impedir que el gobierno de su respectivo país de ningún modo le dé apoyo activo o pasivo a esta guerra. Como corearon los manifestantes en las calles de París, el verdadero veto está en la calle.
La lucha será más difícil y compleja cuando el imperialismo estadounidense aumente la presión de sus fuerzas armadas y su influencia sobre los gobiernos y los medios de comunicación en todo el mundo, y cuando ante eso muchos tiemblen y otros claudiquen. Tenemos que recordar que, al final, solo contamos con nuestras propias fuerzas.
La perspectiva de los enormes crímenes que están poniendo en marcha Bush y Cía ha levantado a millones y millones por todo el mundo en una lucha común. Aunque sus intereses se oponen a todos los gobiernos y clases dominantes que existen en el mundo, la fuerza del pueblo se impone una vez más como un factor central en la política mundial, con una fuerza que no se veía hacía demasiado tiempo.
El curso de los acontecimientos de las próximas semanas podría signar el mundo por muchos años.
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