Revolución #177, 27 de septiembre de 2009


Cavilaciones y forcejeos

Sobre la importancia del materialismo marxista, el comunismo como una ciencia, el trabajo revolucionario con sentido y una vida con sentido

Índice

Más sobre los individuos y las relaciones sociales...
La vida con un propósito: Experiencias diferentes, puntos de vista espontáneos diferentes y concepciones del mundo fundamentalmente diferentes...
    "La vida humana es finita pero la revolución es infinita"...
La "apariencia seductora para los demócratas"...
Cada clase pretende rehacer el mundo a su imagen — pero solo una clase no puede hacerlo apoyándose en la espontaneidad...
    Algunos puntos acerca del papel de los intelectuales y el proceso revolucionario...
    Diferentes intereses de diferentes fuerzas de clase en la lucha contra la opresión del pueblo negro en Estados Unidos...
La importancia decisiva de la dirección, la dirección concentrada como línea...
    Líneas y bases sociales — una relación dialéctica...
    ¿Qué es la dirección comunista?...
La base social para la revolución...
    Lo que es en efecto... y lo que en efecto no es una revolución...
    Ganar a las personas a que sean comunistas, emancipadores de la humanidad...
    Apoyarse en las masas pero no en la espontaneidad, incluso en la sociedad socialista...
    Los errores fundamentales del Partido Comunista de Nepal (Maoísta): Concepción errónea de los problemas, “soluciones” equivocadas...
El comunismo como una ciencia, no una "ideología científica"...
    Unas observaciones sobre lo que es la ciencia y unos aspectos esenciales del método científico...
    Una vez más sobre la verdad objetiva, la verdad relativa y la oposición fundamental entre el materialismo científico y el relativismo...
    Un entendimiento correcto de la relación entre la ciencia y la filosofía...
Forcejeando más en torno al trabajo revolucionario con sentido...
    La importancia vigente de la lucha ideológica — librada correctamente...
    Dar plena expresión al poder atrayente de todo lo que representamos...
    Un conocimiento aún más profundo y la realidad viva de "Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución"...
Forjar un movimiento para la revolución y nada menos...

[Nota de la redacción: Lo siguiente es una charla que Bob Avakian dio anteriormente este año. En preparación para su publicación se le hicieron revisiones y se le agregaron notas.]

Más sobre los individuos y las relaciones sociales

Quisiera empezar por retomar la cuestión de los individuos, las clases y la abolición de clases, temas que se exploraron en varias dimensiones en "Hacer la revolución y emancipar a la humanidad" y en una charla el año pasado (2008), "Salir al mundo — como una vanguardia del futuro". Lo que voy a abordar aquí también se adentra más en ciertos aspectos de temas que traté en El comunismo y la democracia jeffersoniana1. Estas son cuestiones que requieren más discusión, en particular mediante una comparación del entendimiento y el enfoque de los comunistas con los de la burguesía sobre estas cuestiones.

Estas contradicciones están relacionadas con el hecho de que, por un lado, las personas existen como individuos, y por otro su existencia es una existencia social. La existencia individual es parte de la realidad material —no es algo que la gente haya inventado como un ardid individualista burgués— las personas realmente existen como individuos, y esta es una realidad material que deberíamos entender; y al mismo tiempo lo que esencialmente modelan sus vidas son relaciones sociales y más fundamentalmente las relaciones de producción.

En "Salir al mundo — como una vanguardia del futuro" empecé esta discusión citando America in Decline sobre la base histórica del capitalismo: la separación violenta de los productores de los medios de producción, y de ahí abordé lo que eso implica, incluido el hecho de que influye de modo determinante, por así decirlo, en toda la cuestión del individuo que busca sus intereses particulares — e incluso cómo percibe sus propios intereses individuales. Recalqué que, más allá de su existencia individual, más fundamentalmente es su existencia social como miembro de un grupo social —o en una sociedad de clases, como miembro de una clase— lo que moldea la manera en que el individuo percibe sus intereses individuales y de ahí la manera en que los busca. Señalé que de hecho eso es una refutación de las nociones de Adam Smith e Immanuel Kant: el imperativo moral categórico de Kant (que dice que es un absoluto la idea de que se debe tratar a cada individuo siempre como un fin en sí y nunca como un medio para un fin) y la noción teórica smithiana y en general capitalista de que si cada individuo busca sus intereses individuales, se servirá al bien común de toda la sociedad. La realidad más amplia, más profunda y fundamental, de que la existencia de la gente, incluso su existencia individual, siempre es una existencia social contradice fundamentalmente estas ideas.

En esta cuestión Marx hizo especial hincapié: que la existencia individual —incluso la individualidad— siempre y necesariamente toma lugar como una existencia social. Fuera de la sociedad, de las interacciones y relaciones sociales, las vidas de los individuos son muy diferentes, y de hecho son sumamente limitadas en comparación con lo que son en un contexto social y al tener tratos sociales. Es una verdad fundamental la cual la burguesía pretende negar, con su apoteosis (es decir, de darle una cualidad parecida a un dios) de la individualidad y aun del individualismo — o que de hecho ignora objetivamente esa verdad y no la toma en cuenta, sin que necesariamente lo haga conscientemente todo defensor de este sistema.

La idea general de que el individuo, por ejemplo, sea la categoría esencial de la sociedad burguesa (o de la sociedad "democrática", como les gusta caracterizar la sociedad burguesa, especialmente en su forma democrática-burguesa), la idea de que el individuo sea la representación más exaltada y el máximo punto de referencia de la mejor sociedad posible, de hecho está en conflicto fundamental con la realidad de la sociedad capitalista, y en un sentido más amplio y general, de toda la sociedad humana y dicha realidad refuta esa idea. También refuta esta idea la realidad de que la gente encuentra su existencia dentro del marco de relaciones sociales específicas —más esencial y fundamentalmente las relaciones de producción— que son independientes de la voluntad del individuo y que esta es lo más determinante de todo incluso de las inclinaciones, ideas, aspiraciones y demás de los individuos.

Por lo tanto, si bien los teóricos, moralistas y éticos burgueses argumentarían —en otra formulación del imperativo moral categórico de Kant— que en la mejor y más justa sociedad el individuo siempre debe ser un sujeto y nunca un objeto, y que aun las leyes y las constituciones deben tener como sus principios y conceptos más elevados y fundamentación más profunda, la protección de los derechos del individuo, en realidad eso está en conflicto violento con el funcionamiento concreto de toda sociedad dividida en clases o más particularmente en toda sociedad que se base en relaciones de explotación y marche de acuerdo con estas.

Ese punto se enfatiza en "Hacer la revolución y emancipar a la humanidad" donde (hacia el fin de la primera parte) se refiere a las grandilocuencias de los defensores y apologistas del sistema capitalista sobre los derechos del individuo, pero no obstante este sistema funciona y solo puede funcionar aplastando y triturando —literalmente, sin exageración ni hipérbole— la vida de millones, hasta miles de millones, de individuos, entre ellos cientos de millones de niños, cuya individualidad y aspiraciones individuales no cuentan para nada en el funcionamiento concreto de este sistema.

Otra dimensión de eso es el parasitismo del imperialismo. Son mayormente los países imperialistas, y especialmente los sectores más privilegiados de dichos países, donde más pueden influir la noción de "la inviolabilidad del individuo" y de que los derechos del individuo constituyen el principio más elevado —separando todo eso de las relaciones sociales fundamentales— precisamente (y con una triste ironía) porque todo eso se construye sobre la más absoluta indiferencia hacia los individuos y toda la individualidad y las aspiraciones individuales de las masas populares de todo el mundo y de hecho su más cruel pulverización. Si no fuera así, no existiera la posición privilegiada que tienen unas personas desde que pueden pontificar sobre los derechos del individuo. Digo todo eso por un lado.

Por otro lado, para retomar el punto con que empecé, es una parte de la realidad material que las personas sí existen como individuos. Intentar ignorar eso o negar la individualidad —la cual es muy distinta, como hemos recalcado repetidas veces, al individualismo, según el cual uno se valúa a sí mismo por encima de todo lo demás como principio y se cree merecido de la mayor consideración: en ese sentido el individualismo es muy distinto a la individualidad— intentar negar o sofocar de alguna manera la individualidad de las personas y de hecho caer en el estereotipo de que los comunistas pretenden reducir las diversas masas de personas a un conjunto no diferenciado, compuesto de partes de las que todas se pueden intercambiar unas con otras y así sucesivamente (solo exagero un poquito, si es que de hecho exagere, la manera en que personas como Hannah Arendt presentan la visión del comunismo), caer de hecho en ese tipo de pensamiento y enfoque, lo que cuadrara con ese tipo de estereotipo, no solo sería erróneo en lo moral, sino también desastroso en lo político y en lo que concierne a cualquier iniciativa en pro de una transformación social radical positiva.

Por lo tanto tenemos que profundizar cada vez más nuestro entendimiento de esa contradicción — esa contradicción en movimiento de que por un lado las personas existen como individuos y por otro sus vidas son modeladas esencialmente por relaciones sociales y más fundamentalmente por relaciones de producción. Y tenemos que darle el peso indicado a cada aspecto de esta contradicción. Como he enfatizado anteriormente, el aspecto principal encierra relaciones sociales y de fondo relaciones de producción, que las personas contraen independientemente de su voluntad — relaciones que moldean en gran parte incluso la individualidad, los deseos, necesidades, aspiraciones y demás de los individuos así como los medios que poseen para satisfacer dichos deseos, necesidades, etcétera. Pero, por otro lado, no solo en la sociedad comunista futura cuando se hayan eliminado las clases (pero no las relaciones de producción y otras relaciones sociales, ni todas las restricciones sociales), no solo en esa sociedad futura sino durante toda la transición hacia ella —en las luchas para dar el primer gran salto de derrocar el capitalismo y establecer el socialismo con la dictadura del proletariado y luego durante toda la transición a través de esa etapa socialista hacia un mundo comunista— tenemos que apreciar, entender y tratar correctamente esta contradicción.

Que las personas existen como parte de las relaciones sociales y de fondo de las relaciones de producción, las que esencialmente modelan sus vidas, es una realidad material muy profunda y principalmente determinante. Pero el hecho de que las personas existen como individuos y piensan como individuos es otro importante aspecto de la realidad material. No existe ningún cerebro humano en común: no hemos llegado a esa etapa —y yo definitivamente no soy proponente de siquiera pretender llegar a esa etapa— en la cual hubiera un cerebro común que dirigiera todos los cuerpos humanos conectados de algún modo con ese cerebro.

Así que hay una gran diversidad y riqueza en la sociedad humana no solamente como resultado del hecho de que existen miles de millones de diferentes individuos sino de la contradicción entre el hecho de que las personas existen como individuos y al mismo tiempo esencialmente las relaciones sociales y más fundamentalmente las relaciones de producción les modela la vida. Es otra expresión, se podría decir, de la metáfora del "mapa de capas y colores múltiples" — de conocer la rica textura, diversidad y complejidad de la realidad y de ver estas cosas como fluidas y no estancadas y enmohecidas (para parafrasear el Manifiesto Comunista).

La vida con un propósito: Experiencias diferentes, puntos de vista espontáneos diferentes y concepciones del mundo fundamentalmente diferentes

Para adentrarnos más, hay dos cosas que guardan relación con todo eso y que afectan muy considerablemente la vida humana, las relaciones humanas y el pensamiento humano: uno, que todo ser humano muere; y dos, que los seres humanos no solo se dan cuenta de ello sino que en muchas formas, están agudamente conscientes de ello. Ahora bien, no se trata de hablar de manera "existencialista" o de caer en el existencialismo como punto de vista filosófico, pero sí cabe, como quien dice, explorar esta cuestión, aunque sea un ratito. ¿Por qué planteo esta cuestión? Bueno, muchas veces, por ejemplo en la literatura existencialista pero también en mucha literatura que pretende tratar las "ironías y tragedias profundas de la vida", esa contradicción constituye un tema importante —que los seres humanos son seres vivos pero todos mueren y que están conscientes del hecho— es un fenómeno importante con que la gente forcejea. Ocurre en la filosofía pero también en las artes. Especialmente en una sociedad que pone tanto énfasis, ideológicamente, en "el individuo", al mismo tiempo que aplasta y sofoca a los individuos en la realidad material —en particular en la sociedad estadounidense y el imperialismo estadounidense— no es de sorprenderse que este fenómeno, que los seres humanos mueren y que están conscientes de ello, tenga un lugar prominente en la cultura.

También es uno de los elementos que más tienen que ver en la religión y en la manera en que la gente entiende y explica el fenómeno de la religión — y tal como muchos dicen, la necesidad de esta. Algunos hasta sostienen que siempre habrá religión porque la gente necesita una manera de aceptar la muerte — no solamente su muerte propia sino aún más, a lo mejor, la muerte de los seres queridos. Es interesante, hace poco leí una de esas novelas baratas, de dos hermanas, las hermanas O'Shaughnessy (escriben novelas de suspenso con temas relacionados a abogados, juzgados y procesos —novelas que no puedes dejar— algo divertidas para entretenerse), y de hecho en ese libro hicieron de pasada un comentario interesante sobre lo litigiosa que hoy es la sociedad estadounidense (una de las hermanas antes era abogada). Mencionaron específicamente lo mucho que se litiga la muerte causada por negligencia de otro, que por supuesto es un fenómeno mayor en Estados Unidos: si alguien se muere es muy posible que se entable una demanda de "muerte por negligencia" — a menos que se trate de una persona de las masas básicas y en tal caso por lo común no le importa a nadie que esté en una posición de autoridad o de prominencia; si bien hay unos casos sonados en que demandan a la policía por asesinar a un ser querido, por lo general la muerte de una persona de las masas básicas no es motivo de un litigio. Pero, como sea, en ese libro señalaron que en países como Estados Unidos, donde se ha dado cierto descenso en la fe religiosa (por lo menos del tipo "tradicional"), se ha aumentado el número de demandas de "muerte por negligencia" porque la gente necesita tener a quién echar la culpa — ni sé si todo ello es cierto pero es algo interesante sobre el que reflexionar. Especialmente si no les toca el falso consuelo que ofrece la religión —de que "ya están en un lugar mejor", que "Dios les tenía un plan" y tantos otros dichos intolerables que repiten cuando alguien se muere— pues hay que imputarle la responsabilidad a alguien, así que entablan una demanda de muerte por negligencia. Total, el comentario se me hizo interesante y provoca reflexiones. No estoy seguro de que capte un aspecto esencial de la realidad pero es algo interesante como elemento secundario.

Lo principal que estoy explorando aquí en breve es que a menudo usan el hecho de que los seres humanos mueren para justificar la religión o de todas maneras para sostener que los seres humanos siempre necesitarán la religión: según ese argumento, para aceptar la muerte los seres humanos siempre necesitarán algún consuelo en forma de un tipo u otro de religión.

"La vida humana es finita pero la revolución es infinita"

He aquí algo que vale la pena explorar un poco — precisamente desde el punto de vista materialista y en relación a nuestra perspectiva y objetivos comunistas. En primer lugar, es necesario reconocer que si bien la muerte es universal para los seres humanos —pues todos morirán tarde o temprano—, no existe ningún punto de vista común sobre la muerte: las personas de distintas condiciones sociales tienen distintas experiencias con toda clase de fenómenos y distintos puntos de vista hacia esos fenómenos, incluida la muerte.

En este sentido, pensaba yo en una declaración atribuida a Mao hacia el final de su vida — creo que salió en una carta que según se dijo, él escribió a Chiang Ching en donde hablaba sobre lo que había tratado de lograr durante la revolución en China y como parte de la revolución mundial y las maneras que había confrontado los obstáculos en eso. Dijo algo al efecto de que "la vida humana es finita pero la revolución es infinita". Ahora bien (suponiendo que él efectivamente dijo eso), no creo que Mao quiso decir eso en el sentido literal —literalmente que la revolución es infinita— porque Mao era suficientemente materialista como para saber que la existencia humana como tal, la existencia de los seres humanos como una especie, no va a ser infinita. O tal vez, como ha sugerido otro camarada dirigente, Mao estaba pensando efectivamente en términos más amplios —más allá de la existencia humana— sobre la realidad global y el hecho de que la totalidad de la realidad avanza no solo en línea recta y a pasos graduales, sino que se caracteriza por profundos saltos y rupturas que abarcan cambios cualitativos de un estado de materia en movimiento a otro. En cualquier caso y según la dimensión en que hablaba Mao sobre seres humanos y sociedad humana, estaba señalando la contradicción de que los individuos pueden desempeñar cierto papel —y específicamente si llegan a estar conscientes de la necesidad de la revolución y más al grano si pueden adoptar la perspectiva y el método del comunismo, podrán contribuir mucho a la transformación radical de la sociedad humana— pero en todos los casos aún tendrán un papel y contribuciones limitados, no solo por su capacidad (y deficiencias) particulares y por sus circunstancias sino también por el hecho de que la vida humana es finita, que las personas solo viven por unas cuantas décadas. Pero la revolución —es decir, no solo el derrocamiento de las clases explotadoras sino muy entrado en el futuro en la sociedad comunista, la necesidad de seguir transformando la sociedad, la necesidad de reconocer y transformar la necesidad en libertad—se presentará constantemente, y los seres humanos con diversos grados de conciencia constantemente se desempeñarán con relación a eso. Así que, con respecto a la sociedad humana, eso es el significado esencial de la frase (atribuida a Mao) de que la vida humana es finita pero la revolución es infinita.

Eso impone un reto moral importante y, si se permite, psicológico — o en términos de la orientación básica de uno. Es verdad que todos van a llevar una vida relativamente corta — por seguro en comparación a la vida del cosmos. Aun cuando a través de milenios hemos podido prolongar la vida humana por varias décadas, todavía constituye un período de tiempo relativamente breve. Pero es cierto que su vida, sea corta o larga (dentro de este marco general finito), se va a dedicar a una clase u otra de objetivo. Se moldeará por fuerzas más grandes que son independientes de su voluntad, pero de ahí está la cuestión de cómo cada individuo —así como en una dimensión distinta, más amplia, las clases sociales— responderán a la manera en que las contradicciones que están moldeando las cosas las confrontan y las afectan. Además, hay volición (voluntad propia) consciente y decisión consciente en términos de lo que las personas hacen con su vida, en relación a lo que ven como necesario, posible y deseable. Después de todo, no es como si revolución fuera algo ajeno a la experiencia humana, ni de hecho es ajena a la existencia material; en otras palabras, no es como si las personas no llevaran a cabo la revolución. No es como si se quisiera decir con "la revolución es infinita" que existe algo llamado Revolución con una R en mayúscula, que es una especie de fuerza metafísica, como la naturaleza con una conciencia o una historia con una conciencia que esté marchando hacia adelante conforme a alguna especie de concepto teleológico.

No, las personas hacen la revolución. La hacen sobre una base específica. Eso es el quid de lo que dijo Marx, a que me he referido repetidamente por una buena razón: las personas hacen la historia pero no la hacen del modo que le den la gana — la hacen sobre la base de ciertas condiciones materiales específicas que han heredado de generaciones previas y que son independientes de la voluntad de los individuos. Pero dentro de ese marco, las personas tienen mucha iniciativa y una gran cantidad de posibilidades para tomar decisiones conscientes sobre lo que van a hacer con su vida; y mientras más tomen conciencia de la manera en que realmente son el mundo y las contradicciones que lo impulsan y que efectivamente se mueven y se cambian, más conscientes pueden ser sus decisiones sobre lo que van a hacer con su vida.

Me motivé a pensar más sobre este tema general después de ver una película sobre la pandilla P-Stone Nation de Chicago. La película contiene entrevistas con algunos "O.G." (Original Gangster, o "pandillero original") —los veteranos o ex miembros de la pandilla quienes ahora tienen de 50 a 60 años de edad— gente que pertenecía en ese entonces al P-Stone Nation y que se quedó dentro varias décadas pero quienes ahora han dejado esa vida, por así decirlo. En una entrevista uno de estos tipos habla de la situación de las pandillas y de los jóvenes quienes hoy estas atraen. Es curioso, pero con mucha frecuencia cuando por el paso del tiempo una generación de personas que ya son un poco mayores que los adolescentes y personas veintiañeras quienes hoy son los "soldados" de estas pandillas, dicen acerca de los más jóvenes hoy: "Bueno, la onda estaba bien loca cuando yo hacía esto, pero hoy estos jóvenes están bien re-locos, mucho más que nosotros". Pero para mí lo que se destacó en lo que dijo este tipo fue su comentario de que hoy los jóvenes no esperan vivir ni hasta que tengan 21 años de edad — y sencillamente no les importa. Y de ahí reconoció: así era yo cuando entré en esto — no esperaba vivir hasta tener 21 años de edad y lisa y llanamente no me importaba.

Es esta una contradicción que George Jackson señaló y en que se centró cuando hablaba sobre la cuestión de la revolución, recalcando que el gradualismo nunca atraería a los jóvenes de esa manera — que, como él decía, la idea de la revolución como algo en un futuro muy lejano no tiene sentido para un esclavo quien no espera vivir más allá de mañana. Se trata de una contradicción muy difícil e importante con que tenemos que bregar continuamente. Pero lo que yo quisiera enfatizar es que este punto de vista (de no esperar a vivir más allá de tener los 20 años y no darle importancia a ello) tiene su origen en una cierta experiencia social — es una respuesta más o menos espontánea a esa experiencia social. Eso no quiere decir que de algún modo u otro, misteriosamente y por arte de magia, sea probable que un filósofo existencialista y un miembro de una pandilla tengan puntos de vista muy distintos sobre la vida y la muerte. Tienen diferentes puntos de vista al respecto debido a sus experiencias sociales muy distintas (de nuevo, sin reificar las cosas — sin ignorar o reducir a un todo no diferenciado las diferencias reales entre distintos individuos dentro del mismo grupo social, el cual tiene la misma experiencia social, hablando en términos generales).

Pero esa afirmación contiene algo provocador que da pensar: esos jóvenes no esperan vivir hasta que tengan los 21 años de edad y eso lisa y llanamente los tiene sin cuidado. Ese es un punto de vista muy distinto hacia la vida y la muerte al de una persona de la clase media quien, buena persona que pudiera ser, hace todo lo que pueda para prolongar su vida otros dos años, tres meses, seis días, siete horas y veintisiete segundos o lo que fuera: al hacer el ejercicio correcto, comer la dieta correcta, etc., etc. No digo que la gente debe descuidar toda consideración de salud y buena forma física y vivir lo más que pueda — la duración de su vida sí es importante. Pero lo más importante es que no tiene tanta importancia como la calidad de la vida — es decir, lo que significa la vida de alguien y a lo que esta se dedica, no importa lo larga o corta que fuese. Pero además, cabe recordar que clases sociales diferentes y grupos diferentes en la sociedad con experiencias sociales diferentes tienen puntos de vista diferentes sobre esto — puntos de vista que, sin hablar en términos reduccionistas y mecánicos, sí corresponden en términos generales a distintas experiencias sociales.

O podemos pensar acerca de los jóvenes y otros que dan la vida en luchas y guerras — en muchas ocasiones haciéndolo a voluntad, especialmente hoy, por lo que en última instancia son callejones sin salida u objetivos malos. Pero al contrario ha habido experiencias históricas —y sí, incluso hoy existe experiencia— donde esto se hace por propósitos verdaderamente liberadores, por metas y objetivos emancipadores. O en una dimensión más "personal", hay padres que dicen: "Tienes que proteger a tus hijos, sea lo que sea", y quienes sacrifican la vida por los hijos. Algunas veces esto se hace de un modo más elevado y algunas veces de un modo no tan elevado. Pero en términos globales, existe el importante fenómeno de las personas que toman conscientemente la decisión —la que de nuevo está "entrelazada" con la experiencia social, pero que todavía abarca un proceso de tomar conscientemente la decisión— de consagrar y dedicar la vida y de incluso entregarla para uno u otro propósito — algunas veces muy negativo pero algunas veces muy positivo.

Así que el hecho de que todos los seres humanos mueren y de que están conscientes de ello, no es el principio ni el fin de la historia. Esto se da dentro de una realidad mucho más grande y las personas tienen puntos de vista muy diferentes al respecto, lo que en gran medida refleja sus experiencias sociales distintas así como, de manera secundaria pero importante, sus propias experiencias individuales.

No se trata de que el gran drama existencial —y, tal como se presenta a menudo, la gran tragedia inevitable— de los seres humanos es que hagan lo que hagan y pretendan como puedan, no tienen la capacidad de escaparse de la muerte. Se trata de una realidad material. Pero siendo una realidad material, también es algo que las personas aceptan de maneras diferentes y es algo con relación al que actúan conscientemente, bajo circunstancias diferentes y según experiencias sociales diferentes.

Esto tiene mucho que ver con lo que dice "Salir al mundo — como una vanguardia del futuro" sobre por qué al iniciar la guerra popular en China, Mao acudió a lo que llamaba los elementos valientes. Como dijo, estos tenían menos miedo de morir y estaban más dispuestos a correr un riesgo de la muerte. Es como la frase de la canción de Bob Dylan: "Cuando no tengas nada, no tienes nada que perder". Bien, quisiera recalcar muy categóricamente que no es cierto que los comunistas consideren que la vida humana o la vida de las masas vale poco o no vale nada. Muy al contrario. Como también dijo Mao en forma muy poderosa: de todas las cosas del mundo, el pueblo es la más valiosa. Pero la realidad es que a) nadie podrá escaparse de la muerte y b) la vida de las personas e incluso su muerte van a tener uno u otro contenido y van a contar para una y otra cosa. Sería una tragedia, al decirlo así, si la vida de la gente se entregara para lo que en última instancia son callejones sin salida — o, lo que sería aún peor, propósitos malos. Nunca constituye un acto a la ligera cuando alguien dé su vida, incluso para un fin verdaderamente liberador. Para parafrasear otro dicho poderosamente poético de Mao: si bien morir al servicio de los imperialistas y los reaccionarios pesa menos que una pluma, morir por el pueblo pesa tanto como una montaña. (Hice hincapié de esta orientación en el pronunciamiento que hice con motivo del asesinato de Damián García2). El contenido de la vida de las personas —la calidad de esa vida, a lo que se consagran y se dedican y en última instancia de lo que se ha vivido, el que la muerte venga tarde o temprano— es lo más importante y da sentido de uno u otro modo a la vida de las personas, por corta que fuese en relación a la existencia infinita de la materia en movimiento.

Eso constituye un punto básico de orientación que tiene que ver con la cuestión de si podemos confrontar de hecho y si debemos confrontar la realidad tal como en esencia es —al contrario de la idea de que los seres humanos (o por lo menos algunos de ellos) necesitan algún tipo de consuelo en la forma de distorsiones de la realidad— y en particular inventar dioses y/u otros seres y fuerzas sobrenaturales. Esto es un punto fundamental de orientación ideológica — y de lucha ideológica. ¿Podemos y deberíamos enfrentar la realidad tal como realmente es? ¿Es posible que los seres humanos tengan de hecho y cómo pueden tener de una manera más plena una vida con sentido y propósito, y se puede hacer eso de la mejor manera de hecho confrontando la realidad y, sí, esforzándonos para transformar la realidad sobre la base de cómo es la realidad de hecho y el potencial para hacer cambios dentro de eso; o deberíamos rebajarnos —y utilizo aquella palabra muy conscientemente— hacia invenciones, ofuscaciones y distorsiones de la realidad en un intento fundamentalmente fallido de dar consuelo — no solo por el hecho de que las personas morirán sino también por el hecho de que la vida de la mayoría de las personas en el mundo tal como es bajo la dominación del sistema imperialista y sus relaciones de explotación y opresión no es una vida que se vive ricamente (y no digo eso en un sentido monetario sino en el sentido de la plenitud de la vida, la humanidad de la vida, por así decirlo)?

¿Cómo debemos tratar la contradicción más flagrante entre el hecho de que se está pulverizando la vida de la mayoría y mientras esta exista, la vida está llena de miseria, y por otro lado que eso podría ser radicalmente diferente y el mundo en conjunto podría ser radicalmente diferente y mejor? ¿Qué debería ser nuestra orientación hacia esa contradicción? ¿Qué es lo que deberíamos tratar de hacer al respecto? A causa de que la vida es corta y las personas mueren y lo saben, ¿deberíamos rehuir a los sacrificios que son necesarios para hacer que la vida humana sea radicalmente diferente y mejor — o, de manera cada vez más consciente y con cada vez más voluntad propia, deberíamos consagrar, dedicar y en un sentido general entregar nuestra vida a los objetivos emancipadores de la revolución comunista?

No podemos cambiar el hecho de que todos los seres humanos tienen una vida finita. No podemos cambiar el hecho de que los seres humanos están conscientes de esto (y si no estuvieran conscientes de esto, tendrían una vida mucho más pobre, porque obviamente tendrían un conocimiento de muchas cosas extremadamente restringido y limitado). Lo que sí podemos cambiar y lo que tiene mucho sentido es lo que hacemos con la vida que sí tenemos. Para repetir, eso es el sentido de la declaración de Mao o es un aspecto importante de lo que quería decir Mao con lo de que la vida humana es finita pero la revolución es infinita.

Así que tal vez habiendo hablado de manera más existencial de lo que fue mi intención, permítame terminar esta parte de la charla citando el siguiente pasaje del libro sobre la evolución (The Science of Evolution and the Myth of Creationism — Knowing What's Real and Why It Matters3 en inglés), que trata muy poderosa y ampliamente unas cuestiones fundamentales de orientación:

 "Nuestra existencia no tiene propósito especial en el gran universo... fuera del que le demos. Nuestra presencia no le importa a nada ni nadie de este planeta fuera de nosotros mismos (al menos no de manera consciente); y nuestra existencia no tiene el menor impacto en el cosmos (al menos en este momento), donde tenemos menos importancia que un granito de arena en una playa. ¿O sea que no importamos? ¿O sea que da lo mismo que nos matemos unos a otros porque no hay un dios a quien le importe lo que hagamos? ¿O sea que nuestra vida no tiene absolutamente ningún propósito? ¡Todo lo contrario!  ¡Nuestras vidas son muy valiosas y nuestra existencia es muy importante... para los demás seres humanos! Debemos 'hacer lo correcto' —y tratarnos con integridad y de una forma 'moral y ética'— no por temor a que nos regañe un dios castigador, sino porque lo que hagamos afecta directamente la calidad de la vida humana. Y nuestra vida tiene propósito (aunque cada quien lo define de modo distinto según su concepción del mundo) ¡porque los seres humanos podemos infundirle propósito a nuestra vida!" (pp. 155-156, cursivas en el original).

La "apariencia seductora para los demócratas"

Volviendo al asunto de que los individuos en la sociedad no existen puramente como individuos sino en un sentido más fundamental como parte de agrupaciones sociales y cómo eso está basado en ciertas relaciones específicas sociales y fundamentalmente de producción, quiero retomar algunos puntos que tienen que ver con lo que Marx señala muy puntualmente en su ensayo El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, específicamente sobre la cuestión de los intelectuales democráticos y su relación con la pequeña burguesía (la "clase media"). Empecemos con lo siguiente de la polémica contra K. Venu ("Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor") que fue escrito hace más de 15 años pero sigue siendo muy pertinente (esta polémica salió en la revista Un Mundo Que Ganar #1992/17; se halla una buena parte de este ensayo en revcom.us). Primero citaré el pasaje completo y luego comentaré ciertas partes que son particularmente aleccionadoras en relación a lo que pasa hoy:

"Los siguientes análisis de Marx vienen muy al caso. Comentando sobre una variante pequeñoburguesa de la socialdemocracia que, en un contexto diferente y de una forma algo diferente, también proponía 'la transformación de la sociedad por vía democrática, pero una transformación dentro del marco de la pequeña burguesía', Marx dice:

"'No vaya nadie a formarse la idea limitada de que la pequeña burguesía quiere imponer, por principio, un interés egoísta de clase. Ella cree, por el contrario, que las condiciones especiales de su emancipación son las condiciones generales fuera de las cuales no puede ser salvada la sociedad moderna y evitarse la lucha de clases. Tampoco debe creerse que los representantes democráticos son todos shop-keepers [tenderos] o gentes que se entusiasman con ellos. Pueden estar a un mundo de distancia de ellos, por su cultura y su situación individual. Lo que los hace representantes de la pequeña burguesía es que no van más allá, en cuanto a mentalidad, de donde van los pequeños burgueses en modo de vida; que, por tanto, se ven teóricamente impulsados a los mismos problemas y a las mismas soluciones a que impulsan a aquéllos, prácticamente, el interés material y la situación social. Tal es, en general, la relación que existe entre los representantes políticos y literarios de una clase y la clase por ellos representada'" (Vea Bob Avakian, "Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor", Un Mundo Que Ganar #1992/17, p. 58, subrayado en el original).

Al examinar esto más, veamos primero la observación muy perspicaz de Marx de que la pequeña burguesía "cree que las condiciones especiales de su emancipación son las condiciones generales fuera de las cuales no puede ser salvada la sociedad moderna y evitarse la lucha de clases". ¿Con qué frecuencia hoy vemos, cosa que es motivo de nuestra gran frustración, las manifestaciones de este fenómeno en la política y en otras esferas de la sociedad? El pequeño burgués, y en particular el intelectual pequeñoburgués, constantemente se acerca y le da expresión a la noción de que los intereses limitados y las "soluciones" ilusorias que corresponden a los esfuerzos e inclinaciones espontáneos de las personas en esta situación ("de la clase media") de alguna manera se pueden imponer a toda la sociedad y van a arreglar los males de la sociedad o al menos van a atenuar y mitigar las contradicciones objetivamente profundas que dividen la sociedad y repetidamente generan el conflicto antagónico en que esta "clase media" por lo general se encuentra envuelta… en una posición intermedia.

Y Marx sigue: "Tampoco debe creerse que los representantes democráticos son todos tenderos o gentes que se entusiasman con ellos". Marx es un materialista dialéctico, y no vulgar. Explica:

"Pueden estar a un mundo de distancia de ellos, por su cultura y su situación individual. Lo que los hace representantes de la pequeña burguesía es que no van más allá, en cuanto a mentalidad, de donde van los pequeños burgueses en modo de vida; que, por tanto, se ven teóricamente impulsados a los mismos problemas y a las mismas soluciones…"

Nótese: a los mismos problemas y a las mismas soluciones. No solamente las mismas soluciones, sino los mismos problemas y soluciones. También en relación a cómo ven los problemas, además de las soluciones que creen que han encontrado, estos intelectuales democráticos elaboran ideas y proposiciones teóricas que en última instancia corresponden a donde "impulsan a aquéllos [los tenderos], prácticamente, el interés material y la situación social".

Luego sigue una conclusión muy importante: "Tal es, en general, la relación que existe entre los representantes políticos y literarios de una clase y la clase por ellos representada…". De nuevo, Marx plantea un entendimiento correcto de la manera en que las ideas son un reflejo de la realidad material y más específicamente de cierta situación social — pero no se reducen a eso de un modo burdo, no se reducen a eso de un modo reduccionista, a una relación de uno a uno. En última instancia, recalca, las ideas de los intelectuales democráticos no van más allá de los límites dentro de los cuales por sus intereses económicos y su situación social está confinada la pequeña burguesía práctica, por así decirlo. Eso es una observación muy profunda y muy importante. Pero, de nuevo, no es una relación lineal de uno a uno. Para ayudar a ilustrar esto, cabe referirme a un informe que leí de una discusión sobre cómo yo había aplicado esta cita de Marx al papel de alguien como Amy Goodman. En esa discusión, una persona dijo: "Pues, Amy Goodman, ella es un tendera". No… a-a-a. [Se ríe haciendo el sonido de un "timbre" en un programa tipo concurso, cuando se da una respuesta equivocada.] Esto no capta lo esencial para nada. Lo importante es la relación entre los intelectuales democráticos y los tenderos —la relación dialéctica— y cómo, en la formación de sus ideas, estos intelectuales pueden obrar de manera muy distinta a la manera en que el tendero piensa respecto a problemas prácticos durante un día cualquiera o incluso el modo en que el tendero piensa acerca de la política, pero que los intelectuales democráticos —como representantes de la pequeña burguesía en la esfera de las ideas— no se escapan al marco y a los límites dentro de los cuales están confinadas las actividades más prácticas (por así decirlo) de la pequeña burguesía. Y es muy importante entender eso en el sentido completo — y en su aplicación viva del materialismo dialéctico, a diferencia del materialismo mecánico y el idealismo.

El siguiente párrafo del "Dieciocho Brumario" de Marx, que también se cita en el mismo ensayo mío (pp. 58-59), desarrolla más y arroja más luz sobre este asunto. El párrafo empieza así: "Pero el demócrata, como representa a la pequeña burguesía, es decir, a una clase de transición, en la que los intereses de dos clases se embotan simultáneamente unos contra otros, cree estar por encima del antagonismo de clases en general" (traducción corregida).

Aquí Marx habla del hecho de que la pequeña burguesía es una clase que no tiene futuro como tal y no es capaz de gobernar la sociedad como tal, aunque es posible que los representantes de la pequeña burguesía de hecho lleguen a presidir la sociedad o a dirigir la sociedad como representantes del proletariado o como representantes de la burguesía — "transitarse a un lado" por así decirlo a fin de asumir el punto de vista y los intereses de clase de una u otra de estas dos clases fundamental y antagónicamente opuestas. Por eso Marx se refiere a la pequeña burguesía como una clase de transición en que los intereses de dos clases —es decir, la burguesía y el proletariado— "se embotan espontáneamente unos contra otros". Por eso el demócrata pequeño burgués "cree estar por encima del antagonismo de clases en general".

¿¡Cuántas veces hemos oído expresiones de este punto de vista, entre otras respecto a las recientes elecciones y el triunfo de Obama?! Por ejemplo, hace poco alguien envió una carta a nuestro periódico en que se queja de nuestro desenmascaramiento de Obama y declara: creo que la gente está más inclinada hacia la conciliación que hacia el conflicto.

Esta es una expresión clásica de la perspectiva de clase de personas de la pequeña burguesía — que como Marx dijo tan gráfica y perspicazmente, por lo común se imaginan "estar por encima del antagonismo de clases en general". Se imaginan que puedan agitar la varita mágica del idealismo pequeñoburgués y eliminar los conflictos de clase objetivos y el antagonismo y la lucha a que dan lugar repetidamente de una u otra manera estos conflictos.

Marx sigue:

"Los demócratas reconocen que tienen enfrente a una clase privilegiada" —vaya que Marx tiene un análisis muy sutil y matizado— "Los demócratas reconocen que tienen enfrente a una clase privilegiada, pero ellos, con todo el resto de la nación que los circunda, forman el pueblo. Lo que ellos representan son los derechos del pueblo, lo que los interesa, es el interés del pueblo. Por eso, cuando se prepara una lucha, no necesitan examinar los intereses y las posiciones de las distintas clases" (obra citada, p. 59; énfasis en el original).

De nuevo, hace una observación sumamente perspicaz y sumamente importante. Es muy útil retomar esto repetidamente y sacarle más y más jugo, precisamente en relación a la realidad en desarrollo y las formas en que esto se manifiesta constantemente — incluidas las formas en que hoy se plantea en términos muy agudos. Aunque este fenómeno se manifiesta repetidamente cada vez que se celebran unas elecciones en una democracia burguesa —y en Estados Unidos en particular—, se ha expresado muy fuertemente con las elecciones recientes alrededor de Obama, las que han tenido sin lugar a dudas la cuota más alta de ilusiones, engaños y sobre todo engaño propio de cualquier elección desde hace mucho tiempo. Ha establecido una norma muy alta para la ilusión, el engaño y el engaño propio, incluso para las elecciones burguesas.

Junto con eso, la siguiente cita de los Grundrisse penetra debajo de una buena parte de la apariencia externa de las cosas y la mistificación de tantas personas (de manera consciente o no) acerca de la realidad fundamental y esencial:

"...en las relaciones monetarias, en un sistema de intercambio desarrollado (apariencia seductora para los demócratas), los lazos de dependencia personal están destruidos, fragmentados, igual que las diferencias de sangre, educación, etc. (aunque estos lazos no dejen de presentarse como relaciones personales); y los individuos parecen independientes (independencia puramente ilusoria que más exactamente debería denominarse indiferencia); parecen libres de enfrentarse y de intercambiar en el seno de esta libertad; pero pueden parecer como tales sólo ante quien se abstrae de las condiciones de existencia bajo las cuales estos individuos entran en contacto (estas condiciones son a su vez independientes de los individuos, y aunque hayan sido creadas por la sociedad, cobran la apariencia de condiciones de la naturaleza, es decir, incontrolables por parte de los individuos)... Pero un examen más profundo de esas condiciones, de esas relaciones externas, muestra que, para los individuos de una clase, etc., es imposible superarlas en masa sin destruirlas" (Marx, Grundrisse [Siglo XXI, 2002],tomo 1, "El dinero como relación social", pp. 91-92, subrayado en el original; traducción corregida. Otra versión de esta cita aparece en el citado ensayo de Un Mundo Que Ganar #1992/17, p. 57.).

Aquí, porque Marx lo ha puesto entre paréntesis, es posible perder o no captar en toda su extensión una observación muy importante: en el sistema de intercambio desarrollado encarnado en las relaciones monetarias, la apariencia de las cosas —la apariencia externa y no esencial de las cosas— es seductora para el demócrata de modo que éste cree que los varios individuos que se relacionen entre sí por medio de este sistema de intercambio son de hecho independientes y autónomos, cuando en realidad están enredados y confinados en relaciones de producción específicas, de las que el sistema de intercambio desarrollado basado en el dinero es una expresión subordinada. En un sentido importante —y esto es cierto aunque varía el grado en que se plasma en el pensamiento consciente— tales demócratas ven el sistema capitalista y su modo de intercambio en contraste con el sistema feudal, en que los lazos de dependencia personal, diferencias de sangre, de educación, etc., determinan abiertamente e indican la situación social. En contraste, en la sociedad capitalista tales diferencias ajenas al mercado, al menos a un grado importante y en esencia, están destruidas y como Marx dice, todos los lazos personales parecen personales, no establecidos por costumbre y tradición y ni siquiera ley. Eso también es parte de lo que es "seductora" para el demócrata.

Pero en realidad, ¿qué es esta independencia y autonomía tan cacareada de las personas que están enredadas en las relaciones capitalistas de mercado? Como Marx la caracteriza cáusticamente, esta independencia se llama más acertadamente indiferencia, porque las relaciones capitalistas no solo permiten sino que requieren y obligan a las personas a mostrarse en lo fundamental indiferentes a la situación y a la suerte de los demás — y la libertad que las personas tienen dentro de estas relaciones es, según Marx, en esencia la libertad de enfrentarse unos contra otros.

De fondo, como Marx también pone en claro, la independencia y la autonomía que se proclama con tanta frecuencia como un rasgo esencial de la sociedad burguesa y como superior a todas las otras formas de sociedades, es una ilusión. De hecho, la situación en que las personas se encuentran y la "libertad" que de hecho tienen, se definen y se limitan por "las condiciones de existencia bajo las cuales estos individuos entran en contacto" —otra vez, en lo fundamental las relaciones de producción del capitalismo y las correspondientes relaciones de intercambio y de distribución— que, como Marx recalca, son independientes de los individuos. Lo que los demócratas típicamente hacen —lo que de nuevo refleja la posición y el punto de vista de la pequeña burguesía, entendido en un sentido materialista dialéctico y no mecánico— es precisamente "abstraer" la situación de los individuos a estas relaciones y condiciones fundamentales y esenciales. Al mismo tiempo, se dejan seducir por la apariencia de que las condiciones sociales —las condiciones que son el producto del desarrollo histórico de la sociedad y qué ha engendrado ese desarrollo, las condiciones y las relaciones que caracterizan la sociedad y que esta encarna en cualquier momento dado— son "condiciones de la naturaleza", las que son simplemente "dadas" por la naturaleza o que conforman a la "naturaleza de las cosas" por así decirlo y más específicamente a una "naturaleza humana" supuestamente esencial(ista) e inmutable.

¿Cuántas veces hemos oído a las personas decir: "Sí, estoy de acuerdo, hay muchas cosas malas en la sociedad —pero así son las personas— así es la naturaleza humana, por eso las cosas son como son y por eso éstas no se pueden cambiar en serio"?

Por esas razones, los demócratas —y otros siempre que se adhieran a este punto de vista— no son capaces de reconocer esta verdad muy fundamental: los distintos individuos no solo están "ubicados" dentro de un sistema más grande de relaciones sociales, de producción —y, en la sociedad de clases, de clase— que han evolucionado históricamente y que en lo fundamental son independientes de la voluntad de los individuos, como individuos, sino que, si bien algunos individuos pueden cambiar su situación social y de clase en la sociedad capitalista, las masas populares —y en particular las masas explotadas de los sectores inferiores del proletariado y otros miembros de los grupos sociales oprimidos cuya situación de opresión es un elemento integral e indispensable de la sociedad capitalista imperante— no pueden hacer eso dentro de las condiciones y relaciones actuales. Como Marx insiste muy correcta y profundamente, lo pueden hacer en masa solo mediante la destrucción de estas condiciones y relaciones — solo mediante el derrocamiento del sistema que encarna y refuerza estas condiciones y relaciones.

Como se sabe, por eso una transformación radical de la sociedad, una revolución, es necesaria a fin de que los individuos en masa —en otras palabras, las masas de explotados y oprimidos enredadas en estas relaciones sociales— las superen y creen condiciones y relaciones sociales radicalmente diferentes, una base económica y una superestructura radicalmente diferentes: para avanzar al comunismo y consumar las "4 Todas".

Así, de todo eso podemos ver la gran importancia de estas citas de Marx, de los Grundrisse y del "Dieciocho Brumario", en relación a las nociones muy generalizadas que predominan en la sociedad hoy —y como disección y refutación de dichas nociones— sean en la forma de teorías y filosofías más desarrolladas o simplemente prejuicios e ideas erróneas de la gente acerca de la naturaleza de las cosas y "la naturaleza humana" en particular y sobre la posibilidad —o como a menudo se concibe espontáneamente, la imposibilidad— de la revolución y el comunismo.

Cada clase pretende rehacer el mundo a su imagen — pero solamente una clase no puede hacerlo apoyándose en la espontaneidad

Esto me trae al siguiente punto —sin caer en el reduccionismo y la reificación— de que es un fenómeno muy importante en toda la vida social y particularmente en la lucha social que cada clase intentará rehacer el mundo a su imagen. Especialmente en todas las revoluciones, pero en cada una de las transformaciones sociales o movimientos sociales importantes, diferentes fuerzas de clase buscan tomar las riendas e imponer sus soluciones, de acuerdo a su manera de ver los problemas. Más específicamente es importante entender cómo la burguesía y otras fuerzas de clase reaccionarias pretenden hacer esto, especialmente en el contexto de cualquier trastorno social o lucha social importante y muy especialmente en el contexto del acercamiento de una revolución. Examinemos brevemente algunos ejemplos de esto.

• Irán durante la revolución de 1978-79, donde hubo una agitación social masiva en la cual diferentes fuerzas de clase estaban contendiendo y en la cual, desafortunadamente, los representantes de las masas explotadas y oprimidas y en particular el proletariado —es decir, los comunistas— estaban débiles, en comparación a otras fuerzas de clase, especialmente por la sanguinaria represión que se había llevado a cabo por varias décadas contra el movimiento comunista bajo el reinado del Sha respaldado por el imperialismo yanqui. En el torbellino y el hervidero de esa revolución, las fuerzas de clase que representaban los intereses de la burguesía —y en algunos aspectos las relaciones feudales— no solo maniobraron sino que contaron con un poderoso respaldo para tomarse las riendas de la revolución y convertirla en el horror en el que se ha vuelto desde ese entonces con la formación de la República Islámica de Irán y su existencia por casi tres décadas.

Se necesita aprender aún más sobre esto pero se sabe lo suficiente para que quede claro que los imperialistas yanquis, que inicialmente respaldaron al Sha, aun de cara a esta enorme conmoción de las masas, maniobraron entonces a través de sus contactos en el ejército iraní existente y en otras partes de las estructuras gobernantes en esa sociedad, para impedir que la revolución se madurara más completamente. Tomaron medidas para acortar un proceso en que las masas hubieran sido capaces de poner a prueba más completamente en la práctica así como debatir al nivel de teoría y línea los programas y con las fuerzas diferentes que representaban soluciones diferentes. En cambio, los imperialistas yanquis y los elementos por medio de los cuales podían trabajar, maniobraron de modo que las fuerzas agrupadas alrededor de Jomeini consiguieran en realidad el respaldo necesario para tener posibilidades de tomar el poder y consolidarlo. Los imperialistas calcularon que podían manejar tal situación mejor que una situación revolucionaria en continuo desarrollo — una situación en la cual los comunistas, suponiendo que hubieran sido capaces de encontrar su rumbo y comprender y aplicar más profundamente una línea auténticamente comunista y revolucionaria, hubieran sido capaces de ganarse a una cantidad cada vez mayor de las masas durante esta turbulencia social, en la que las masas pusieran a prueba diferentes programas y hubieran visto cuáles de ellos llevaban en realidad en la dirección que correspondía a sus intereses fundamentales, y cuáles se detenían a la mitad del camino pretendiendo refrenar la situación y mantenerla confinada dentro de un marco de opresión.

Una vez más, esto es algo que se necesita explorar más completamente — aunque ha sido explorado de manera importante, particularmente por nuestros camaradas comunistas iraníes. Simplemente pretendo esbozar una figura básica aquí para ilustrar este punto extremadamente importante de que diferentes fuerzas de clase entran en la refriega y especialmente en el contexto de turbulencias sociales mayores y más particularmente con inminentes revoluciones, pretenden tomar las riendas e imponer sus soluciones — y cuáles son las consecuencias cuando diferentes fuerzas de clase son capaces de hacer esto. (Más análisis con detalles adicionales al respecto se halla en el artículo "30 años después de la revolución iraní", en la versión en inglés del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar, 23 de febrero de 2009.)

• La situación de Sudáfrica en la década del 1980 y principios de la del 1990. En ese período hubo un enorme auge de lucha revolucionaria en ese país, en particular en los cinturones de miseria de las ciudades y también en los bantustanes y en las masas de negros en toda Sudáfrica. Y en cierto momento, sobre todo con grandes cambios en el mundo, incluidos los cambios profundos en la Unión Soviética y su antiguo bloque —en primer lugar, el ascenso de Gorbachov a la cabeza del partido y del estado soviéticos y a continuación la desaparición y la disolución de la Unión Soviética y la fractura y separación de su antiguo imperio como tal— los imperialistas estadounidenses en alianza con la clase dominante de supremacía blanca de Sudáfrica reconocieron que no sólo tenían la necesidad sino también la libertad de cambiar la forma de gobierno en Sudáfrica: para abolir el sistema del apartheid e incluso para permitir que la población mayoritariamente africana votara en las elecciones y eligiera sudafricanos negros como los dirigentes del país comenzando con Mandela.

Pero, una vez más el resultado de esto fue que se abortó el proceso revolucionario. Hay ocasiones y situaciones en que los abortos son buenos y momentos y circunstancias en que son malos. Este fue un momento en que fue muy malo — el aborto de un proceso revolucionario. A pesar de lo que nos predican constantemente en estos días —incluso los "liberales" y los "progresistas" de la clase dominante y los que siguen sus pasos— el aborto de un feto no es en absoluto siempre un mal (o "en el mejor de los casos" un "mal necesario"). Pero sí es muy malo abortar un proceso revolucionario — y eso es lo que sucedió en Sudáfrica. Y una parte del cambio general allí elaborado bajo la influencia dominante de la clase dominante de los EE.UU., fue que Sudáfrica se mantuviera en el marco de la dominación imperialista e incluso de los dictados y las estructuras del FMI (Fondo Monetario Internacional), etc. Esto quedó claro y explícito.

Varias personas han analizado esta situación al menos parcialmente, pero lo esencial es lo siguiente: la forma general en que los imperialistas y sus aliados en las estructuras gobernantes de Sudáfrica pusieron en la palestra a Mandela no solamente no mejoró en lo fundamental la situación de las masas de africanos oprimidos y explotados en ese país sino en muchos aspectos este nuevo arreglo ha dado lugar a un empeoramiento de sus condiciones, sobre todo en términos económicos como en términos sociales y morales, por así decirlo, de modo que ahora y por el momento se han sustituido en gran medida y cada vez en mayor grado un auge de la lucha revolucionaria de masas y el sentido de propósito y el sentido de una lucha por un futuro mejor y todos los elementos inspiradores que van de la mano con eso, por la delincuencia, en particular entre los mismos jóvenes que un par de décadas atrás habrían sido la columna vertebral de una lucha revolucionaria. Y eso ha dado lugar a la desmoralización, a la confusión, a las ilusiones que no solamente se han alimentado y se ha echado raíces en las masas en Sudáfrica sino cuya influencia se ha extendido a los oprimidos en otras partes del mundo.

Y de nuevo eso fue una política muy consciente —una serie de medidas que adoptaron de manera muy consciente los imperialistas y ciertas capas de la élite blanca en Sudáfrica pero también algunos sectores burgueses de la población negra oprimida en Sudáfrica cuyas aspiraciones no fueron más allá de un arreglo de este tipo, porque sus intereses como grupo social (clase) en gran parte solo concordaban de hecho con la mera abolición de ciertas formas de segregación formal (el apartheid) y la opresión que iba de la mano con eso, pero que dejaban intactas las relaciones fundamentales de opresión y explotación — lo que en realidad ha dado lugar a consecuencias aún peores en muchos aspectos durante los casi dos decenios desde que se abolió el apartheid.

Esta es una profunda lección que se debe comprender profundamente y se debe remachar si las masas populares no sólo en Sudáfrica sino en todo el mundo de veras van a poder luchar conscientemente por su emancipación y la emancipación de toda la humanidad.

• Otro ejemplo es el contraste entre la India y China en relación con el fin del viejo colonialismo y el surgimiento de una nueva sociedad en ambos países (o de una no tan nueva). Aquí estamos hablando de dos trayectorias fundamentalmente opuestas: una nace de la lucha revolucionaria y, sí, de la guerra revolucionaria, con la dirección general de Mao y el Partido Comunista de China la que resultó en el derrocamiento del sistema imperante, una ruptura con la dominación imperialista, para embarcarse en un camino de transformar radicalmente la sociedad hacia el objetivo último de eliminar todas las relaciones de explotación y opresión y las instituciones e ideas que refuerzan y van junto con ellas, y la otra es el camino de la India representado por Gandhi y algunos otros de buscar la conciliación con el imperialismo — pretender ponerle fin al colonialismo formal pero mantener la situación dentro de un marco de opresión en términos de las relaciones internacionales en que la India está enredada y oprimida y en términos de las relaciones económicas y sociales en la India misma, entre ellas, de manera importante, la terrible opresión de la mujer así como el sistema de castas, los atropellos cometidos constantemente contra los llamados "intocables", etc. En ambos países, se trata de fuerzas de clase específicas —fuerzas de clase muy diferentes y fundamentalmente opuestas— que obran para alcanzar ciertas soluciones de acuerdo con sus intereses y sus perspectivas y en consecuencia la manera en que ven los problemas.

• O podríamos tomar la lucha dentro del propio Partido Comunista de China, especialmente una vez que llegó a ser la fuerza dirigente en el estado socialista después de la toma del poder y el derrocamiento de la dominación imperialista y del gobierno reaccionario en China en 1949. Sobre todo cuando esta lucha dentro del Partido Comunista de China llegó a un punto álgido a través de la Gran Revolución Cultural Proletaria (GRCP) de mediados de los años 1960 hasta la muerte de Mao en 1976, quedó claro que había dos puntos de vista y programas fuertemente opuestos que representaban no sólo a los individuos sino a las fuerzas sociales —es decir, diferentes fuerzas de clase— que existían al interior del propio Partido Comunista de China y que tenían cargos de autoridad y dirección al interior del mismo. Por eso Mao hizo el análisis pionero que se sintetiza en la siguiente declaración suya popularizada durante la GRCP: Se está haciendo la revolución, sin embargo no se comprende dónde está la burguesía. Está justamente dentro del Partido Comunista. Los seguidores del camino capitalista (en el Partido) siguen todavía su camino.

Algunos puntos acerca del papel de los intelectuales y el proceso revolucionario

No se trataba simplemente de que los burócratas en el partido y en el estado chinos se habían enriquecido o estaban ávidos de poder por haber gozado de posiciones de autoridad — no se trataba esencialmente de la burocracia. Se trataba de diferentes personas que eran intelectuales pero (para retomar lo que captó bien Marx) intelectuales cuyos modos contrastantes de pensar y las políticas y programas que plantearon —o sea, sus líneas— representaban dos clases fundamentalmente opuestas (acuérdense de las observaciones muy importantes de Marx sobre la relación entre las clases y los representantes políticos y literarios de esas clases). O para formularlo de otra manera, el interrogante, que provocó una lucha antagónica, era: ¿a la imagen de cuál clase social se debe rehacer la sociedad (y en última instancia el mundo)? ¿A la imagen del proletariado — no en un sentido reduccionista o reificado sino en el sentido de sus intereses de clase social que en última instancia requieren que se resuelvan las contradicciones del capitalismo, en particular la contradicción fundamental entre la producción socializada y la apropiación privada, y de ahí que se eliminen todas las diferencias de clase, y las relaciones de producción, las relaciones sociales, las ideas y las instituciones que las acompañan (en resumen, la realización de las "4 Todas")? ¿O se debe rehacer la sociedad (y a la larga el mundo) de acuerdo con el punto de vista de ese sector social que había tomado una forma concentrada dentro del Partido Comunista de China, el que solo pretendía convertir a China en un país poderoso y que había decidido que la mejor manera de conseguirlo era estableciendo lo que son objetivamente relaciones económicas capitalistas y tomar medidas que alentarían y reforzarían todas las relaciones que acompañan las relaciones económicas capitalistas y que colocaría a China claramente en el marco general de la dominación y explotación imperialista a escala mundial?

No se trata de "luchas por el poder" entre individuos o camarillas. Se trata de diferentes clases —o de personas o grupos que objetivamente representan diferentes clases— que perciben más o menos correctamente sus intereses como una fuerza social, como una clase y que luego pretenden influenciar y utilizar la lucha y las aspiraciones de las masas de cambiar la sociedad, para moldear la sociedad de acuerdo con esos intereses de clase. Concordaba con los intereses de ese sector constituido, concretamente, de intelectuales, pero intelectuales que habían adoptado el punto de vista de la burguesía —repito, los representantes políticos y literarios de la burguesía, como los describió Marx— concordaba con los intereses de esa clase, con sus aspiraciones como una clase, establecer esas relaciones capitalistas, volver a integrar a China en el marco general de la dominación, explotación y opresión imperialistas en el mundo. Ese camino se oponía directamente a los líderes del partido que estaban en el camino socialista como una transición al objetivo final del comunismo por todo el mundo — también un grupo de intelectuales en un sentido amplio, pero intelectuales que habían adoptado el punto de vista del proletariado como una clase y que estaban luchando por sus intereses revolucionarios. Esta batalla —entre el camino socialista y las fuerzas dirigentes que lo representaban por un lado, y por otro el camino capitalista y los que lo representaban— proseguía muy intensamente, aunque con ciertos flujos y reflujos parciales, durante el decenio de la GRCP y desafortunadamente, poco después de la muerte de Mao en 1976, se desembocó en el triunfo de las fuerzas de clase que representaban el programa del capitalismo y del imperialismo y en la derrota de los que representaban el programa del comunismo y de la abolición final de las relaciones de explotación y opresión.

Al describir la forma concentrada que asumía esa batalla como la lucha entre los intelectuales (líderes del partido) que representaban, respectivamente, el camino socialista y el capitalista, no quiero pasar por alto ni menospreciar en lo más mínimo la importancia del papel de las masas en toda esa batalla — como si en esta situación hubieran sido simplemente espectadores o peones de los grupos dirigentes en contienda. Muy al contrario, uno de los distintivos de la GRCP era el nivel —verdaderamente sin precedentes en la historia— de la participación de las masas populares, literalmente cientos de millones de estas, en esta masiva agitación social, y el nivel inauditamente alto de conciencia de por lo menos decenas de millones de estas acerca de los términos de esa batalla y de lo que estaba en juego. Pero lo importante es, como resumió Lenin (en La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo):

De todos es sabido que las masas se dividen en clases… que las clases están generalmente… dirigidas por partidos políticos; que los partidos políticos están dirigidos, por regla general, por grupos más o menos estables de las personas más autorizadas, influyentes, expertas, elegidas para los cargos más responsables y que se llaman jefes. Todo esto es el abecé, todo esto es sencillo y claro (citado en V. I. Lenin, La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo [Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1975], p. 30; otra versión de esta cita se halla en la polémica contra K. Venu, "Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor", Un Mundo Que Ganar #1992/17, p. 56).

Aun si se tratara solamente de marxistas autoproclamados, pueda que Lenin tuviera un optimismo exagerado al afirmar que "de todos es sabido"; sin embargo queda el hecho de que efectivamente "todo esto es el abecé, todo esto es sencillo y claro". Pero lo que sí resulta más complicado —que seguirá siendo un fenómeno importante mientras las masas estén divididas en clases y hasta abolir las relaciones sociales desiguales y opresivas que acompañan las divisiones de clase, en particular la división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual— es que los líderes por lo general son personas que como una de sus cualidades esenciales, tienen una capacidad más desarrollada para trabajar con las ideas (quienes por lo general son intelectuales). Este hecho objetivo y la brecha entre dichos intelectuales y las masas populares, en particular los que no son intelectuales, seguirán vigentes y tendrán implicaciones y ramificaciones concretas, sin importar si el origen y las circunstancias de dichos intelectuales (líderes) son en términos generales los de la pequeña burguesía o los del proletariado y otras masas básicas.

Una de las características distintivas de los intelectuales es que —debido a sus circunstancias particulares y la naturaleza de su papel de trabajar con las ideas— como individuos (y aun en cierto sentido como un fenómeno social más amplio) cuentan con relativamente más libertad y más capacidad de "vinculársele" a una u otra clase y hasta "despegarse" de una clase y "vinculársele" a otra. En otras palabras, pueden adoptar la concepción del mundo de una u otra clase y llegar a representar sus respectivos intereses. Ahora bien, en general —y a eso se refería Marx al describir el intelectual democrático y su relación con el tendero— los intelectuales espontánea y muy fuertemente tienden a acercarse al punto de vista y a los intereses de la pequeña burguesía porque por regla general eso es lo que más corresponde a la posición social y a las circunstancias de la intelectualidad. Pero como sabemos, ciertos intelectuales (o hasta grupos de intelectuales) pueden llegar a ser altos funcionarios, incluso líderes políticos, de la burguesía. Por otro lado, algunos intelectuales —entre ellos los intelectuales que surgen en las filas revolucionarias desde las masas básicas y que llegan a tener la capacidad de trabajar a un alto nivel con las ideas y de formular la línea y la política— pueden adoptar y efectivamente adoptan el punto de vista del proletariado y se convierten en luchadores en pro de los intereses del proletariado. Por lo general es más común este fenómeno social en tiempos de agitación social, en particular cuando las corrientes revolucionarias tengan más fuerza entre las masas populares y en su influencia sobre la sociedad en general.

Pero de fondo existe el reto muy concreto, ante aquellos intelectuales atraídos a la causa revolucionaria del proletariado, de aplicar de manera consecuente el punto de vista y el método del materialismo dialéctico y no solo de embarcarse en el camino de la revolución sino de perseverar en este a lo largo de todas las dificultades y de entregar concretamente sus capacidades intelectuales así como su corazón a la causa de esta revolución y sus objetivos emancipadores. Más allá de eso y muy especialmente, el reto ante los que llegan a ocupar puestos de dirección en la vanguardia de la revolución proletaria no solo es de dar dirección a esa revolución sino más específicamente de hacerlo de una manera que capacite a participar con cada vez mayor conciencia en esa lucha revolucionaria a una cantidad siempre mayor de las masas populares, en particular aquellas de los sectores más explotados y oprimidos de la sociedad. Para formularlo de otro modo —para abordar otra dimensión importante y otra contradicción profunda que caracteriza la revolución comunista proletaria y los aspectos en que tiene que ser fundamentalmente diferente de todas las revoluciones previas en la sociedad humana (como se señaló hace más de una década en "Cuestiones estratégicas"4): todas las revoluciones son dirigidas por una pequeña parte de la sociedad —y de manera concentrada por un grupo dirigente bastante pequeño, en comparación con las masas populares a que dirige en última instancia— un grupo dirigente que de hecho se constituirá principalmente de personas que son intelectuales, por lo general, sin importar de dónde hayan provenido dichos intelectuales en términos de su "origen social". En un aspecto muy importante, eso cuadra con la revolución proletaria y no simplemente con las revoluciones dirigidas por personas que encarnan el punto de vista de las clases explotadoras y representan sus intereses. El reto profundo y verdaderamente histórico-mundial ante la revolución comunista proletaria y ante los que la dirigen es lograr que se dé un salto radical y una ruptura radical con la situación —típica de todas las revoluciones previas que luchaban en última instancia por los intereses de clases explotadoras y que fueron dirigidas por personas que representaban esas clases— en la cual las masas son la principal fuerza combatiente de la revolución (o para hablar más francamente, que son los que más se sacrifican y se mueren en dicha lucha) pero en que las fuerzas que cosechan los frutos de esa lucha y esos sacrificios son en realidad explotadores y opresores de las masas, y de nuevo la sociedad "se rehace a la imagen" de una clase explotadora, aunque se den ciertos cambios por lo que se refiere al modo particular en que eso ocurra.

Lograr dar ese salto y ruptura radical supone y requiere que se supere la contradicción mental/manual como un aspecto decisivo de consumar las "4 Todas". Pero todo eso requerirá toda una época histórica y solo se podrá alcanzar a escala mundial; y durante toda esa transición, dondequiera que se conquiste el poder, se establezca la dictadura del proletariado y se continúe la revolución bajo esa dictadura, existirán las contradicciones complejas y a veces muy agudas que implica el hecho de que superar la división mental/manual y consumar las "4 Todas" no solo debe de ser un objetivo de largo plazo sino que hay que "trabajarlo" concretamente a lo largo de cada etapa del proceso, aunque la contradicción mental/manual seguirá siendo un fenómeno muy pronunciado cuando menos durante un muy largo período de esa transición. Manejar todo eso correctamente en el proceso vivo de avanzar la revolución con toda su complejidad es uno de los grandes retos ante nuestra revolución y su objetivo final del comunismo por todo el mundo.

Diferentes intereses de diferentes fuerzas de clase en la lucha contra la opresión del pueblo negro en Estados Unidos

Podemos examinar otro ejemplo del punto básico aquí, respecto al fenómeno de que las diferentes clases pretenden "rehacer el mundo a su imagen": el papel de la burguesía negra (e incluso sectores de la pequeña burguesía negra, pero en particular la burguesía negra) en Estados Unidos, en relación a la larga lucha del pueblo negro, particularmente en el período inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad. Existen aquellos individuos y grupos de entre el pueblo negro que han pretendido calificar esa lucha como nada más salvo una lucha reformista por los "derechos civiles", tal como lo expresan, y así limitarla y moldearla. En importantes aspectos, existe un paralelo a lo que ocurrió en Sudáfrica con Mandela. Estas fuerzas han pretendido dirigir (desviar) la lucha a una que se limita a eliminar ciertas barreras formales y jurídicas de la discriminación y la segregación — aunque en realidad dichas barreras están lejos de haberse eliminado y en ciertos sentidos se han reforzado más que nunca en la educación, la vivienda, el empleo, los servicios médicos y muchas otras esferas. Claro, abolir las leyes y códigos formales que encarnan la discriminación y la segregación beneficia a las amplias masas del pueblo negro (y a las amplias masas de todas las nacionalidades). Pero impedir que la lucha se salga de los confines del reformismo en el sistema imperante beneficia a un sector de la burguesía del pueblo negro — y no a las masas populares. Estas fuerzas burguesas ven que estas reformas les posibilitaría —por su posición social y por su posición de mayor privilegio en comparación con las masas del pueblo negro— una oportunidad más favorable para mejorar su situación dentro del marco existente, de "mejorar la vida" (ascender o superarse) dentro de ese marco, incluso en ciertos casos conseguir puestos de peso dentro del sistema. Ahora bien, en realidad y sin importar que reconozcan o no ese hecho (puede que unos sí lo reconozcan y otros no, pero la realidad es que) eso condena —y seguirá condenando mientras prevalezca— a las masas del pueblo negro y en efecto al pueblo negro como un pueblo, como una nación oprimida dentro de Estados Unidos, a seguir sufriendo una terrible opresión.

No se trata de algo tan sencillo como decir que esa opresión no les importa a estas fuerzas de la burguesía negra. Lo fundamental y esencial es que —para retomar la formulación de Marx— así ven el problema y la solución. Su perspectiva es que eliminar estas barreras formales y permitir avanzar a las personas en su posición, incluso quizás llegar a la cumbre como ha ocurrido ahora con Obama —llegar a ser el máximo funcionario del estado imperialista con todos sus horrores— es la mejor manera para posibilitar que el pueblo negro —o por lo menos los negros "a su imagen"— avancen y "hagan el sueño realidad". Ven en sus propias aspiraciones e intereses la expresión más elevada del bien común. En cierto sentido, eso se aplica a todas las clases y sus representantes: creen que los intereses de clase que defienden representan los intereses generales y el bien común de todos. Lo fundamental es que el que eso sea cierto o no — y la diferencia fundamental es que eso es cierto en el caso del proletariado, como una clase, de una manera que no es cierto, y nunca lo ha sido, en el caso de cualquiera otra clase: las condiciones para la emancipación del proletariado de su situación de explotación y opresión son en realidad las condiciones necesarias y esenciales para la emancipación general de la humanidad, la abolición de todas las relaciones de explotación y opresión por todo el mundo. Pero —y eso encierra cierta ironía— precisamente al eliminar ciertas barreras formales de discriminación y segregación, lo que pasa es que los intereses de la burguesía negra, como una clase, quedan objetivamente en conflicto agudo (sin importar cómo esta lo perciba) con los intereses de las masas del pueblo negro, especialmente las masas que viven apiñadas, encerradas y brutalizadas en las zonas oprimidas urbanas así como en conflicto agudo con los intereses de las masas oprimidas y explotadas en Estados Unidos y por todo el mundo.

Que quede claro: eso no quiere decir que no sea posible ganarse a la burguesía negra —o por lo menos a muchas personas de esa clase— al campo de la revolución en el transcurso de los acontecimientos y mediante mucha lucha; como cuestión de orientación estratégica, es necesario como posible ganarse a todos los que se pueda de esa clase al campo de la revolución. Y ciertamente eso se aplica a la pequeña burguesía negra. Pero lo que es decisivo y esencial captar —para la vanguardia y para las masas que formarán la columna vertebral de la lucha revolucionaria— es que las fuerzas que representan la burguesía negra o incluso la pequeña burguesía negra —el punto de vista y los intereses que corresponden a las posiciones sociales de dichas fuerzas de clase— no pueden estar en la posición de dirigir dicha lucha, pues si sí, la lucha no alcanzará adonde tiene que llegar para así lograr la emancipación general de las masas oprimidas y explotadas de todas las nacionalidades y la emancipación final de toda la humanidad por todo el mundo. Solamente una vanguardia que represente y luche por los intereses del proletariado, como una clase, podría dirigir la lucha para lograr tal emancipación general.

Todos los ejemplos que he mencionado aquí —que solo he podido esbozar en pocas palabras y a grandes rasgos— demuestran la verdad fundamental de que las diferentes fuerzas de clase contienden según entiendan el problema y la solución. Y por su parte, las relaciones decisivas en la sociedad —de fondo las relaciones de producción pero también las relaciones sociales y políticas— y las distintas posiciones y papeles de los diferentes grupos sociales o clases en esas relaciones generales esencialmente moldean sus distintas maneras de entender el problema y la solución.

Pero otro factor que complica la situación, y otro problema, es que bajo la dominación de los explotadores y opresores —y específicamente hoy bajo el dominio de los imperialistas y las fuerzas burguesas— la pesada carga de la costumbre, la tradición y la espontaneidad a que eso da origen, tiende a ejercer una poderosa influencia que corresponde a los intereses y las aspiraciones de las clases explotadoras. Por eso se requiere una ruptura consciente de parte de los explotados y oprimidos —y de los intelectuales y otros que pretenden representarlos— en primer lugar para poder reconocer los intereses fundamentales de las masas explotadas y oprimidas y de ahí actuar de acuerdo con ese reconocimiento, en contraste y en conflicto con los de la burguesía, e incluso de los sectores con mayores privilegios que no son burgueses en el sentido estricto en cuanto a la manera en que se ven impulsados a ver los problemas y las soluciones.

La importancia decisiva de la dirección, la dirección concentrada como línea

Todo esto subraya la importancia crucial de la línea —y la dirección— en relación a la cuestión de qué tipo de cambio se va a dar, qué tipo de transformación de la sociedad se va a dar. Es cierto que habrá cambios. Siempre hay cambios, de un tipo u otro, y ha habido y de nuevo habrá cambios importantes en el mundo y en la sociedad humana. La sociedad, como toda la realidad material, no se puede quedar como es y no se queda como es. Pasa por cambios, incluso en ciertos momentos cambios importantes, aun cualitativos. Pero la cuestión de línea y dirección es decisiva para determinar en última instancia qué tipo de cambio, qué tipo de transformación de la sociedad y fundamentalmente qué tipo de revolución será posible, cuando las masas se levanten y exijan y luchen por el cambio radical.

Líneas y bases sociales — una relación dialéctica

En esta conexión, es importante recalcar de nuevo un punto que hemos tocado antes, que es la relación, la relación materialista dialéctica, entre líneas y bases sociales. O sea, por un lado las líneas reflejan ciertas bases sociales. O, en otras palabras, estas representan a ciertas clases. Este es un tema que he estado tocando en varios ejemplos que he tratado aquí y de otras maneras en esta charla. Las líneas son una concentración de los intereses y las aspiraciones fundamentales de diferentes clases; las diferentes líneas representan diferentes fuerzas de clase. De nuevo, especialmente en la sociedad burguesa e incluso en la sociedad socialista, el único interés de clase que no se puede representar espontáneamente, al menos de algún modo pleno, es el del proletariado, que en un sentido global representa los intereses de las masas explotadas y oprimidas en general. Todos los otros intereses de clase y las líneas que los representan —bajo la dominación de la burguesía y su ideología con toda la historia del dominio de las clases explotadoras y la influencia de la ideología de las clases explotadoras— pueden tener mucha espontaneidad a su favor. Pero para forjar una línea y para que las masas reconozcan y asuman una línea que en realidad representa sus intereses fundamentales como clases y masas populares explotadas y oprimidas, se requiere una ruptura consciente con la espontaneidad.

Así que, por un lado, las líneas reflejan bases sociales o clases diferentes y opuestas. Y en un sentido fundamental y esencial —aunque no en una línea recta y no todo a la vez— las líneas diferentes atraen bases sociales diferentes. Para entender por qué hago hincapié en "no en una línea recta y no todo a la vez", veamos de nuevo el ejemplo de la revolución iraní. Una de las cosas decisivas de un levantamiento revolucionario —que por ejemplo negativo se demuestra en la revolución iraní— es que cuanto más se desarrolle y no lo detenga un tipo de "acuerdo desde arriba", más las masas son capaces de llegar a conocer y poner a prueba las líneas y los programas diferentes que están asociados con estas — los diferentes intereses y aspiraciones que se concentran en estas líneas y programas. (En otras palabras, al hablar de líneas hablo de concepciones del mundo y programas para el cambio social —o para oponerse al cambio social— que corresponden a esas concepciones del mundo.) En un levantamiento social verdadero y especialmente en uno que llega a tener dimensiones revolucionarias, las personas que participan directamente y la gente en general que el levantamiento afecta de manera importante, cada vez más toman conciencia y ponen a prueba líneas y programas diferentes y con el tiempo las masas populares se acercan cada vez más a las líneas y programas cuando llegan a ver que en lo básico concuerdan no solamente con sus intereses más profundos sino también con sus necesidades más inmediata y agudamente sentidas y que al mismo tiempo presentan una manera realista para cambiar radicalmente la situación cuando una cantidad creciente de las masas llegan a ver que el cambio radical es necesario.

Esto tiene una relación directa con algo muy correcto en que Mao insistió pero que fue muy ignorado —y a menudo difamado, incluso por algunos supuestos comunistas— que el que sea correcta o no la línea política e ideológica de una vanguardia comunista lo decide todo: el que en su punto de vista, programa y estrategia en realidad represente los intereses del proletariado y otras masas explotadas y oprimidas y un medio para transformar radicalmente la sociedad mediante la revolución a fin de empezar a arrancar de raíz la explotación y la opresión, al lado de la misma lucha alrededor del mundo; o el que represente, de una manera u otra, reforzar (o a lo sumo ajustar de manera leve) esas relaciones de explotación y opresión. En términos esenciales, eso es lo que significa el principio de que el que sea correcta o no la línea política e ideológica lo decide todo. Como sabemos, las revoluciones son procesos muy complejos y no hay ninguna posibilidad de transformar radicalmente la sociedad en pro de los intereses concretos de las masas de explotados y oprimidos sin la dirección de una fuerza que tiene —y que lucha continuamente por mantener, desarrollar y aplicar— una línea política e ideológica correcta. De hecho, eso es decisivo, sin importar cuánto se burlen de este concepto fundamental.

¿Qué es la dirección comunista?

Hay un montón de concepciones erróneas y confusión acerca de la cuestión de la dirección comunista, confusión que a un grado importante está ligada con las concepciones erróneas acerca de los principios y objetivos de la revolución comunista en sí — y que de ciertas maneras se les oponen. Como he estado señalando, la dirección —y en particular la dirección comunista— está concentrada en la línea. Eso no quiere decir simplemente la línea como abstracciones teóricas, aunque tales abstracciones, especialmente en la medida en que reflejan correctamente la realidad y su movimiento y desarrollo, son muy importantes. Pero en un sentido global, se trata de dirección tal como se expresa en la capacidad de desarrollar continuamente abstracciones teóricas esencialmente correctas; de formular y aplicar el punto de vista y el método y la estrategia, el programa y la política requeridos para transformar radicalmente el mundo por medio de la revolución hacia el objetivo final del comunismo y de dirigir a otros a asumir —y a tomar su propia iniciativa de aplicar— todo eso y a actuar sobre esa base; y por medio de este proceso de capacitar continuamente a las personas a quienes uno está dirigiendo a que cada vez más desarrollen su capacidad de hacer todo eso. Eso es la esencia de la dirección comunista.

No se trata de estar físicamente presente en este o aquel grupo de las masas. He leído informes que cuentan que la gente dice: "¿Cómo sabemos que Avakian es de hecho todo lo que tú dices que es, por qué no podemos hablar con él — cómo podemos averiguar si de verdad es todo eso si no podemos verlo o si él no está aquí mismo entre nosotros?" Entre otras cosas, esas preguntas reflejan un entendimiento muy erróneo de lo que es la dirección comunista y de la realidad práctica además de la orientación estratégica que abarca el proceso de construir un movimiento para la revolución. Queremos construir un movimiento revolucionario de millones de personas hacia la meta de tomar en nuestras manos las riendas de la sociedad y transformarla radicalmente, cuando se hayan dado las condiciones para eso. Por mucho que sea algo muy maravilloso estar en posibilidades de hablar con las masas y aprender de ellas además de luchar con ellas, ¿de verdad es concebible que un líder (o cualquier cantidad de líderes en realidad) de tal proceso revolucionario y del partido que dirige esa revolución pueda moverse entre todos los millones de personas que en última instancia deberían constituir las filas de la revolución y hablar personalmente con ellas? Si pensáramos solamente en términos de pequeños círculos y no pensáramos en serio de transformar la sociedad y en última instancia el mundo entero, pues sí, vale, quizás sea realista exigir que la pequeña cantidad de personas que en tal caso participarían pudieran tener un contacto personal ("tiempo de interacción directa") con el líder de todo eso. Pero, en ese caso a quién le importa —pues no tendría nada que ver con lo que se supone que estamos haciendo ni de hecho de qué debemos estar haciendo: hacer la revolución y avanzar hacia el objetivo final del comunismo alrededor del mundo. Si de verdad estamos pensando acerca de la participación de millones de personas —y sí, de que estas cuenta con dirección— y que al mismo tiempo estamos aprendiendo de esos millones y sintetizando todo eso de una manera científica al servicio del tipo de revolución que en realidad se necesita, pues tenemos que captar que la dirección comunista representa algo radicalmente distinto a las nociones del contacto directo de uno a uno entre la dirección y todas las masas populares que deben ser parte de eso.

Lo siguiente (un pasaje de la charla del año pasado, "Salir al mundo — como una vanguardia del futuro", que hace poco salió en Revolución) toca unos aspectos importantes de esto:

"Primero, el propósito de mis escritos y charlas y en efecto todo lo que hago como líder comunista es aplicar el punto de vista y método del materialismo dialéctico para seguir desarrollando un análisis científico del mundo y para dar dirección en su transformación radical hacia la meta de la revolución y el objetivo final del comunismo.

"En esta conexión, aunque yo debo sujetarme y me sujeto a cumplir un criterio muy alto en términos de integridad intelectual y rigor y aunque respeto a los que aplican los mismos criterios en la esfera del trabajo académico, no tengo el mismo propósito y enfoque que los especialistas académicos que no juegan el papel de líderes comunistas. Mi responsabilidad, en mi papel dirigente particular, abarca (aunque no se limita a) el tratamiento de las contradicciones más fundamentales y los problemas más urgentes en relación a hacer la revolución y avanzar hacia el objetivo final del comunismo y a darles dirección a otros en ese proceso. Un aspecto de todo eso es continuamente hacer y popularizar un análisis y valoración del 'terreno político' siempre cambiante — las condiciones objetivas y el papel de diferentes fuerzas políticas y sociales en relación a esas condiciones objetivas. Otra dimensión importante es tratar los interrogantes que tienen los proletarios y otras masas básicas, además de gente de otras capas, particularmente con respecto a las cosas que puedan pesar y puedan representar obstáculos en relación a su capacidad de ver tanto la necesidad y la posibilidad de la revolución comunista como actuar sobre esa base — que son interrogantes que la mayoría de los académicos ignoran en gran parte y de las que muchos de ellos ni tienen idea francamente. En un sentido más amplio respecto a la teoría y el trabajo intelectual, mi papel particular no es solamente de trabajar yo mismo para cumplir con las necesidades urgentes y profundas en la esfera de desarrollar la teoría, línea y orientación estratégica, para servir a la meta de la revolución y el objetivo final del comunismo, sino también para inspirar —y sí, provocar— a otros en este respecto y más generalmente en términos de tomar la iniciativa en el trabajo con las ideas y bregar en la esfera de la teoría hablando ampliamente; para ayudar a poner unos cimientos que se profundizan continuamente y un marco en desarrollo para los que buscan aplicar el punto de vista y método del comunismo para entrar en el trabajo teórico y analítico en un amplio ámbito de esferas; y para presentar retos a otros de fuera de las bases de los comunistas a que entren seriamente con tal método y enfoque comunista y la teoría y el análisis que resulten de la aplicación de ese método y enfoque" ("Sobre el papel de la dirección comunista y algunas cuestiones básicas de orientación, enfoque y método", en Revolución #156, 15 de febrero de 2009, énfasis en el original)

La base social para la revolución

Esto me lleva a otras declaraciones importantes de Marx, citadas en el libro Ghana: End of an Illusion [Ghana: Fin de una ilusión], de Bob Fitch y Mary Oppenheimer. Este libro fue escrito hace más de 40 años; analiza el ascenso y la caída de Kwame Nkrumah en Ghana y las relaciones sociales e internacionales más amplias vinculadas con esto. Al hablar de la revolución parcial —o de hecho las reformas dentro del sistema del imperialismo y la explotación que la gente alrededor de Nkrumah quería llevar a cabo en Ghana— Fitch y Oppenheimer citan a Marx para contrastar esa experiencia con una "revolución total", es decir, una verdadera revolución que suponga la transformación radical de la sociedad. Fitch y Oppenheimer lo explican de la siguiente manera:

"Otra característica de una revolución 'total' es que la clase que constituye la base del movimiento revolucionario debe ser una que tiene 'cadenas radicales' que romper.... Marx dice que debe ser una clase en pero no de la sociedad civil" (Fitch y Oppenheimer, Ghana: End of an Illusion, Monthly Review Press, 1966, p. 24, énfasis en el original).

Y luego, para ampliar este punto, citan a Marx directamente, recalcando que la base de la revolución debe ser un grupo social o una clase que representa un

"sector al que su sufrimiento universal le confiere carácter universal; que no reclama un derecho especial, ya que no es una injusticia especial la que padece, sino la injusticia a secas; que ya no puede invocar ningún título [situación] histórico sino su título [situación] humano; que, en vez de oponerse parcialmente a las consecuencias, se halla en completa oposición con todos los presupuestos del … sistema político" (citado en Fitch y Oppenheimer, p. 24).

Esto está relacionado con lo que se trató arriba relativo a las observaciones de Marx en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte y específicamente las profundas diferencias en la manera en que las distintas fuerzas de clase y sus representantes políticos y literarios (o intelectuales) ven los problemas y las soluciones — y en un sentido es otra manera de decirlo. La burguesía negra de Estados Unidos, las fuerzas agrupadas alrededor de Mandela en Sudáfrica, Gandhi en la India, las fuerzas alrededor de Jomeini en Irán, etc., no ven (o no vieron) la situación de una manera universal sino de una manera específica; lo que sostienen y buscan encarna un derecho o cambio especial o parcial, no un derecho universal — no una transformación radical y muy amplia del sistema actual. De hecho, representan una situación tradicional — y no, tal como lo hace el proletariado (en la medida en que llegue a ser una fuerza revolucionaria sobre la base de sus intereses fundamentales como clase), una erradicación de las cadenas de la tradición.

Ghana: End of an Illusion también cita lo que dice Marx respecto a una "revolución parcial, meramente política". Marx pregunta: "¿En qué se basa" tal "revolución parcial, meramente política?" Y contesta así:

"En que una parte de la sociedad burguesa se emancipa y accede al dominio general; en que una clase precisa emprende, basándose en su situación especial, la emancipación general de la sociedad. Esta clase libera toda la sociedad, pero solo bajo el presupuesto de que la sociedad entera se encuentre en la situación de esta clase, o sea, por ejemplo, que disfrute de bienes de fortuna y de cultura o los pueda adquirir sin dificultad" (citado en Fitch y Oppenheimer, p. 23, énfasis en el original).

Pues claro esta declaración de Marx encierra una ironía: en efecto no quiere decir que bajo la dirección de tal clase y al rehacer la sociedad en pro de los intereses y la imagen de esta clase, toda la sociedad puede hacer esto en los hechos (ponerse en la misma posición que esta clase). Lo esencial es que así es cómo estas capas y clases más privilegiadas y aun explotadoras ven lo de rehacer la sociedad, aun cuando se ven impulsadas hacia ese objetivo: creen e insisten que las condiciones generales de la sociedad deberían conformarse a sus intereses particulares y a su manera de abordar las cosas —en otras palabras, su posición y sus aspiraciones particulares— en lugar de que se hace que "salte por los aires" la sociedad en su conjunto y se transforme radicalmente de modo que lleve a la abolición de las tradiciones y las cadenas de la tradición.

Además, como paréntesis pero ciertamente relacionado con esto, Engels hizo una observación muy interesante y en ciertos sentidos graciosa que se cita en este mismo libro, Ghana: End of an Illusion. Con referencia a la contrarrevolución que ahogó las revoluciones de 1848 en Europa en sangre, Engels escribió:

"...cuando se indagan las causas de los éxitos de la contrarrevolución, se ve por doquier la respuesta preparada de que fue por la traición al pueblo de parte del 'señor Fulano de Tal' o del 'ciudadano Mengano de Cual'. Respuesta que, según las circunstancias, puede estar o no estar muy en lo cierto, pero en modo alguno explica nada, ni tan siquiera muestra cómo pudo ocurrir que el pueblo se dejara traicionar de esa manera. Por lo demás, es muy pobre el porvenir de un partido político pertrechado con el conocimiento del solo hecho de que el ciudadano 'Fulano de Tal' no es digno de confianza" (citado en Fitch y Oppenheimer, p. 10).

¡Cuántas veces desde entonces hasta hoy se ha repetido esta clase de "análisis", que Engels justamente ridiculizó!

A la vez, esto trae a la mente esa observación muy penetrante y concentrada de Lenin que hemos citado muchas veces por motivos muy buenos:

"Las personas han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio [nótese muy bien: "y engaño propio"], y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes" (Lenin, "Las tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo", citado en El falso comunismo ha muerto... ¡Viva el auténtico comunismo!, p. 113, énfasis en el original [Chicago: RCP Publications, 1992])

¡Tan profundamente cierto — y de nuevo tan profundamente pertinente es eso hoy!

De hecho, hoy se manifiesta de manera muy marcada un enfoque así que Lenin comenta de manera crítica, sobre todo cuando entre las masas oprimidas y explotadas —y de hecho entre todas las capas sociales, incluida la intelectualidad en particular— se halla casi todo excepto un entendimiento materialista de las cosas, especialmente de la sociedad y su desarrollo histórico. Hace muchísima falta que la gente entienda —y urge muchísimo que la gente entienda— que en un sentido fundamental existe un sistema cuya dinámica y contradicciones básicas establecen las condiciones; y urge muchísimo que de manera viva y convincente la gente reciba un análisis materialista y una apreciación materialista, tal como lo dijo Lenin, de la manera en que funciona en los hechos este sistema y del rol de distintas clases y fuerzas sociales con relación a todo eso.

Volviendo a las fuerzas sociales diferentes, su entendimiento del problema y sus aspiraciones por una solución, Jack Belden hace una observación muy pertinente en el libro en inglés China sacude al mundo, la que un camarada dirigente de nuestro partido citó hace poco en un informe:

"Nunca se dio ninguna revolución social, sea buena o mala, sin la presencia de una gran masa de desheredados que podría servirle a un nuevo grupo como fuente de apoyo. En China los comunistas hallaron que en las mujeres tuvieron casi ya formada una de las mayores masas de seres humanos desheredados que jamás haya visto el mundo. Como descubrieron la clave para llegarle y atraer a esas mujeres, también descubrieron una de las claves para el triunfo contra Chiang Kai-shek".

Esto trae a la mente el análisis crucial del citado pasaje de Marx acerca de lo que es necesario para tener una "revolución total".

Lo que es en efecto... y lo que en efecto no es una revolución

Esta cuestión no solamente tiene importancia en un sentido general y fundamental sino en particular con relación al actual "fenómeno Obama" y algunos de los sentimientos más profundos que han enviado su candidatura —y aún más su elección (y toma de posesión)—, y las maneras en que desafortunadamente esto les ha impedido a algunos ver la verdadera naturaleza de Obama y del sistema del que es parte, del que ahora es el jefe ejecutivo y comandante en jefe.

En esta conexión, quizás la siguiente historia arroje algo de luz. En los años 70 cuando Idi Amin aún era el jefe del gobierno de Uganda, fui a una fiesta en la casa de uno de nuestros camaradas y estaban presentes algunas masas de la localidad entre ellas varias personas negras. Recorría la sala y escuchaba las conversaciones y me divertía, pero también pretendía enterarme de lo que estaba hablando la gente y en un rincón oí una discusión y un debate muy animados sobre Idi Amin: una de las personas negras estaba elogiando y defendiendo enérgicamente a Idi Amin, quien en realidad fue tanto un lacayo del imperialismo como un opresor brutal por sí mismo. Finalmente, después de escuchar un rato, intervine y dije: "Lo entiendo, vi esa foto en que Idi Amin forzaba a esos ciudadanos británicos a cargarlo a gatas. Comprendo los sentimientos que eso evoca. Comprendo por qué le hace sentir bien a usted. Pero tenemos que ir más allá de eso a ver qué es Idi Amin en los hechos". De ahí empezamos a hablar de lo que Amin representó en los hechos — y lo que no representó.

Es entendible, si bien tiene causas muy erróneas, por qué el deseo de venganza tiene mucha fuerza (de "los primeros serán los últimos y los últimos, primeros") y de ver que "uno de los tuyos" de hecho "llegue a la cima" — especialmente bajo un sistema como este y con el peso de su ideología y la noción de que el objetivo del cambio es que los oprimidos "tengan su oportunidad" de estar en una posición de privilegio y poder. Respecto a la actual situación en Estados Unidos, se oye a mucha gente, en particular a gente negra, diciendo cosas como: "Hemos tenido una revolución, es un nuevo Estados Unidos". No, no hemos tenido una revolución y no es un nuevo Estados Unidos. Ocurre algo diferente: hay un tipo diferente de presidente, que parte de un lugar diferente y tiene un color diferente, por decirlo así. Pero eso no es una revolución y no es un nuevo Estados Unidos. Es el mismo Estados Unidos de siempre, el mismo estado imperialista de siempre, que está pretendiendo aprovecharse mejor del mundo así como de la gente en Estados Unidos —incluida a la gente negra en particular— con su programa asesino y brutalmente opresivo.

Malcolm X, cuyo punto de vista y entendimiento sin duda tenían ciertas limitaciones, hizo muchas observaciones importantes, entre ellas su manera de decir que las revoluciones no son meramente un cambio dentro del sistema existente y que no se hacen las revoluciones en las urnas. Como explicó, las revoluciones derrocan a sistemas. Eso no es lo que ha sucedido con la elección de Obama. ¿Cuál sistema ha sido derrocado? ¿Cuáles relaciones fundamentales en la sociedad y el mundo han sido cambiadas radicalmente en beneficio de los intereses de las masas populares? Ninguna. Un cambio de rostro, un cambio de color, no es una revolución ni da lugar a un "nuevo Estados Unidos".

De manera muy concisa y científica, Mao Tsetung habló de qué es una revolución señalando que una revolución quiere decir nada menos que el derrocamiento de una clase por otra. Una revolución quiere decir que —por medio de una lucha resuelta de las masas populares organizadas en torno a un programa de cambio radical— se rompa y se desmantele totalmente el dominio que tiene una clase dominante reaccionaria sobre la sociedad —tal como se concentra en el monopolio del poder político de esa clase encarnado en un estado (fuerzas armadas, tribunales y prisiones, burocracias, etc.) que representa y sirve a los intereses de esa clase dominante— y que se establezca en lugar del viejo estado, un nuevo estado que representa los intereses de una naciente clase revolucionaria. Quiere decir que se dé lugar a un sistema completamente diferente.

En Estados Unidos mediante la elección de Obama, ¿qué clase ha derrocado a qué otra clase? ¿A qué estado nuevo se ha dado lugar? ¿Qué sistema nuevo? Ninguno. Es la misma clase dominante en el poder y el mismo sistema presidido por un nuevo rostro de otro color. Ni siquiera se trata de "los últimos serán los primeros y los primeros, últimos". Solo se trata de uno de los que se parecen a uno de los "últimos", y que se unen y encabezan a los "primeros" a fin de mantener a los "últimos" en el último lugar.

La revolución que necesitamos —una verdadera revolución y en particular una revolución con el propósito y el objetivo final del comunismo— tiene que tener en la mira en primer lugar la creación de un estado radicalmente nuevo que represente los intereses revolucionarios del proletariado de abolir finalmente todas las relaciones de explotación y opresión. De ahí, se debe seguir desarrollando la revolución. El objetivo fundamental a largo plazo de esta revolución es arrancar de raíz y eliminar los antagonismos de clases, de hecho todas las divisiones entre clases y todo lo relacionado con ello; y al lograr eso por todo el mundo, se sentarán las bases para la extinción del estado —como un instrumento que aplica a la fuerza la represión organizada de clase— y para su reemplazo con formas de asociación y funcionamiento entre las personas que les permita tomar decisiones que afecten su interacción con el resto de la naturaleza y su interacción entre sí sin diferencias de clase ni ninguna división opresiva. Es obvio que esto supone algo radicalmente diferente y mejor que "los últimos serán primeros y los primeros, últimos". Pero la elección de Obama ni siquiera llega a eso.

En lo fundamental, las contradicciones en la base económica dan lugar a revoluciones —la manera en que se explota a la gente y la manera en que se manifiesta el funcionamiento de la economía por medio de ciertas relaciones sociales las cuales se han vuelto anticuadas y que ya no pueden satisfacer las necesidades de la sociedad en un sentido fundamental. Mediante muchos canales diferentes y no de una forma directa de uno a uno y no obstante en un sentido general, eso da lugar a la necesidad del cambio radical en la sociedad, y las personas más o menos conscientemente llegan a entender eso y a actuar de modo que lleven a cabo cambios conforme a su entendimiento.

Al mismo tiempo, como he recalcado antes, no se llevan a cabo las revoluciones en la esfera de la producción aunque sí se derivan de las contradicciones en la base económica de la sociedad o estas contradicciones las convocan — al manifestarse de manera muy aguda el carácter anticuado de las relaciones económicas fundamentales y la manera en que constituyen trabas sobre la sociedad. Se hacen las revoluciones en la esfera de la superestructura de política e ideología por medio de una lucha que en última instancia asume su forma más alta y concentrada en la lucha frontal por decidir quién —es decir, qué clase en representación de qué sistema y qué relaciones económicos, políticos y sociales— dominará en los hechos la sociedad y la transformará de acuerdo a la manera en que sus representantes más conscientes entienden los problemas y las soluciones. Eso es lo que es una revolución. Compare eso con la elección de Obama y vea cómo su elección queda al respecto.

La revolución comunista es una revolución radicalmente distinta a todas las anteriores porque se lleva a cabo en pro de los intereses de la clase y fundamentalmente la lleva a cabo la clase —es decir, el proletariado— cuyos intereses no simplemente corresponden a un cambio de posición dentro de la sociedad (ni mencionar solamente cambiar unos rostros) sino a transformar de manera radical la sociedad para abolir todas las relaciones económicas, sociales y políticas y todas las ideas y la cultura que encarnan e imponen la explotación y la opresión — no solamente en un lugar o en una parte del mundo sino por todo el mundo en conjunto. Supone y requiere que se avance a una sociedad, a un mundo, que no esté dividido en clases y entre opresores y oprimidos, a una sociedad y mundo comunistas.

Ganar a las personas a que sean comunistas, emancipadores de la humanidad

En vista de eso, quiero hablar una vez más de la importancia fundamental de forjar el núcleo sólido comunista y a la vez fortalecer continuamente este núcleo de un movimiento revolucionario más amplio — un movimiento que tenga como objetivo la revolución y nada menos. Esto subraya una vez más la gran importancia de luchar para ganar a la gente hacia la orientación de ser emancipadores de la humanidad, en oposición a las nociones de venganza —"los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros", "esta es mi oportunidad para tratar de estar en la primera posición" y así sucesivamente— lo que es, en gran medida, la manera espontánea en la que las personas ven la cuestión del cambio en la sociedad, cuando y en la medida en que se ponen a pensar sobre eso. Por lo tanto, tiene que haber una lucha para que la gente se zafe de esa perspectiva y haga una ruptura con ésta y llegue a ser emancipadores de la humanidad — para esforzarse conscientemente no sólo por la eliminación de esta o aquella relación de opresión y no sólo por un cambio de lugar en el marco de la opresión y la explotación, sino la eliminación de toda la opresión y explotación en todo el mundo.

Esto pone de relieve por qué hoy es tan crucial prestar tanta atención a las cuestiones de la perspectiva, la orientación y los objetivos comunistas, en contraste con las perspectivas y los programas que representan los intereses y las aspiraciones de otras clases y en particular en contraste con la perspectiva y los intereses de la burguesía y lo que está concentrado en la frase "derecho burgués": la noción de "derecho" (o derechos) en el marco de la sociedad burguesa, una sociedad dominada por una clase explotadora, una sociedad basada en las relaciones de explotación que las encarna y las impone. Esto tiene una importancia crucial si de verdad va a haber en el futuro una revolución y si de hecho esa revolución va a conducir a un mundo radicalmente nuevo.

Al mismo tiempo, si bien es importante llevar esta lucha entre las masas básicas —los proletarios y otras personas explotadas sometidas en la base de la sociedad—, también existe una importancia crucial de ganarse a un sector de los intelectuales —y, en términos más generales, los jóvenes educados— a la visión y también al objetivo concreto del comunismo. En repetidas ocasiones, vemos que la clase dominante desvía, tergiversa, degrada y calumnia las aspiraciones de los jóvenes a un mundo mejor, incluso cuando éstas se expresen espontáneamente. De nuevo el papel de Obama es un ejemplo concentrado de eso. Por ejemplo, vemos una gran cantidad de jóvenes hoy, acudiendo en apoyo a la amplia convocatoria de Obama para cumplir una forma u otra de "servicio" al país —no sólo el servicio militar sino incluso otras formas de servicio— en la educación o en términos de la infraestructura o de otras necesidades del país, tales como las percibe y las presenta la clase dominante de la cual Obama es un representante y a la cual sirve. Lo que Obama pide es servir al imperialismo — al sangriento sistema que aplasta, degrada, brutaliza y literalmente masacra a millones de personas año tras año, década tras década, al servicio de la explotación y para reforzar las relaciones de opresión, incluidas aquellas entre los países y pueblos opresores y oprimidos, y la opresión de la mujer.

Con Obama hoy se oye este eco de John Kennedy [habla con el acento de Nueva Inglaterra]: "No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país". Obama está muy conscientemente haciendo eco de esto con su llamado al servicio. Y como un artículo en el número 153 de Revolución señaló, esto se dirige, se distorsiona y se pervierte al servicio del imperialismo estadounidense. Esto es algo que se aprendió en la década del 1960. Una manifestación muy importante de esto ocurrió con la gente que entró en el Cuerpo de Paz y ahí descubrió lo que el imperialismo estaba haciendo y lo que les canalizaban y conducían a hacer como parte de un organismo imperialista — y que luego regresaron y formaron grupos como Returned Volunteers (Voluntarios que volvieron) que fueron explícitamente antiimperialistas. Aprendieron en esos tiempos, en una situación en que las personas se levantaban contra el imperialismo en todo el mundo, cuáles eran las relaciones concretas a las cuales les llamaban a dar servicio, al ser parte de organismos imperialistas como el Cuerpo de Paz. Aprendieron que las cosas como el Cuerpo de Paz eran "apéndices" y partes del mismo aparato general como el ejército estadounidense, la CIA y otros instrumentos de la dominación y explotación imperialista violenta trituradora de la vida — y se rebelaron contra eso. Esto pone de relieve lo crucial que es que las personas se zafen del marco levantado por los imperialistas en que éste las condiciona a ver la posibilidad de hacer contribuciones para un mundo mejor: las formas en que se distorsiona y se pervierte eso en beneficio de los objetivos literalmente sanguinarios del imperialismo — sí, tales como los representa Obama, no menos que Clinton, no menos que "W" Bush y los demás.

Al mismo tiempo, vemos que en el mundo de hoy crece el fenómeno del fundamentalismo islámico, una concepción del mundo anticuada, que representa relaciones anticuadas, relaciones altamente opresivas, incluidas muchas formas de esclavización de las mujeres. Esto atrae a las personas debido a que lo consideran una fuerza que se opone a las potencias imperialistas dominantes de Occidente (como quiera que entiendan eso), representadas sobre todo por Estados Unidos. Al respecto cabe recordar de nuevo el comentario de un observador burgués sobre la gente que llevó a cabo lo que objetivamente eran actos de terrorismo en Inglaterra, sobre la base de haber estado bajo la influencia de esta ideología fundamentalista islámica. Señaló que hace una generación estas personas o muchas de ellas habrían sido maoístas. Ahora bien, como he recalcado anteriormente, esto categóricamente no quiere decir que los maoístas llevan a cabo la misma clase de tácticas que los fundamentalistas islámicos —claramente los comunistas tienen una concepción del mundo  muy diferente y objetivos fundamentales diferentes y de eso, tácticas muy diferentes—, pero lo esencial es que hace algunas décadas, en circunstancias en las que en el mundo en general el comunismo revolucionario ejercía un impacto y una influencia mucho más poderosos, tales personas o muchas de ellas hubieran estado en un camino mucho mejor y radicalmente diferente, hubieran sido atraídas a una concepción del mundo radicalmente diferente y verdaderamente liberadora y a una estrategia completamente diferente para cambiar el mundo que se apoya en las masas populares y las atrae, las mujeres no menos que los hombres, y pretende arrancar de raíz todas las relaciones de explotación y opresión, y no tiene por objeto aterrorizar a algunos sectores de la población de modo que acepten una nueva forma de opresión o una forma ligeramente alterada de opresión.

En este contexto, también cabe recordar un artículo en primera plana del New York Times del 24 de diciembre de 2008, que cita a un joven de un país del Medio Oriente diciendo que el movimiento fundamentalista islámico es para los jóvenes de hoy lo que el panarabismo fue para la generación de sus padres.

Este fenómeno general es algo que he señalado y analizado con cierta profundidad en el libro ¡Fuera con todos los dioses! Desencadenando la mente y cambiando radicalmente el mundo. Pero algo que no traté suficientemente en ese libro (he hablado en otros lugares sobre esto pero en realidad desearía haberlo comentado más en ese libro... pero voy a tratarlo aquí [risas]) es que, además del fenómeno de las masas pobres del campo —los campesinos y otras gentes— desterrados y expulsados hacia las zonas urbanas y en particular los cinturones de miseria en los países por todo el tercer mundo, también existe el fenómeno de los jóvenes educados que tienen una educación (como un comentarista burgués lo dijo) con cierta base estrecha: las personas que van a la universidad para convertirse en ingenieros, técnicos o profesiones similares pero encuentran frustradas sus aspiraciones debido a la corrupción de los gobiernos de esos países (así lo ven espontáneamente muchos de estos jóvenes) pero fundamentalmente debido al hecho de que la economía de esos países y su papel dentro del marco general del imperialismo no puede proporcionar una salida a estas aspiraciones — lisa y llanamente, no puede proporcionar suficientes posiciones y puestos de trabajo para las personas que reciben educación y formación en estos ámbitos. Esta es una de las fuentes que están alentando las tendencias y movimientos islámicos fundamentalistas organizados en muchos de estos países. Y esto está alentando al fundamentalismo islámico —y otros fundamentalismos religiosos— en el mundo de hoy en un sentido más amplio.

En oposición a esto, es necesario captar mucho más amplia y profundamente la imaginación de las personas en general, de las masas básicas pero también de los jóvenes educados —inspirarlos con la visión del comunismo y ganarlos a su perspectiva y objetivos verdaderamente liberadores, ganarlos a que realmente sean emancipadores de la humanidad que aspiren a abolir todas las cadenas mentales así como económicas, sociales y políticas que mantienen sometidas a las masas populares— como una parte importante de la construcción del movimiento general para la revolución hacia el objetivo final de un mundo comunista. Esto es un punto sumamente importante y es algo al que volveré: qué trae de atractivo lo que el comunismo representa y la necesidad de llevar todo eso con mucho más audacia y energía y luchar por todo eso entre los jóvenes educados así como entre las masas básicas y otros sectores de la población.

Apoyarse en las masas pero no en la espontaneidad, incluso en la sociedad socialista

Pero primero quiero hablar sobre otra contradicción básica que es un obstáculo importante o factor importante que debe tenerse en cuenta y con el que se debe bregar en el curso de nuestra revolución en el más amplio sentido histórico. Y esa es la contradicción entre el hecho de que en términos fundamentales el avance al comunismo debe ser el acto consciente de las masas populares que conforman la gran mayoría de la sociedad y por otra parte lo que se ha aprendido a través de la experiencia de las sociedades socialistas hasta ahora, a saber, que incluso en éstas no se puede apoyar en la espontaneidad para continuar el avance en el camino socialista hacia el comunismo. Otra manera de formular esto es lo siguiente: la relación —y en algunos aspectos importantes la contradicción— entre la necesidad de la dictadura del proletariado y de una dirección de vanguardia y la necesidad de que cada vez más este estado (la dictadura del proletariado) sea radicalmente diferente de todas las formas anteriores de estado.

Es por una muy buena razón que nos hemos opuesto a las nociones democrático-burguesas de cómo se expresa la voluntad del pueblo, especialmente en una sociedad dominada por los explotadores. Incluso con respecto a la sociedad socialista, hemos resistido correctamente el concepto de que esto sea identificado en términos esenciales con que la gente vote en las elecciones y en particular en elecciones en las que participan partidos políticos que se contienden. Eso no quiere decir que no existe ningún papel de ese tipo de cosas en la sociedad socialista pero de manera muy correcta y muy importante, hemos rechazado la idea de que esta es la forma esencial en que las masas pueden expresar su voluntad y en que sus intereses pueden salir beneficiados.

Este concepto (de que tales elecciones —por lo menos en la sociedad socialista— son los medios esenciales para la expresión de la voluntad de las masas populares) va muy de la mano con seguir a la cola de la espontaneidad y con una idea errónea de que las masas en su mayoría están siempre, más o menos espontáneamente, con un ánimo de continuar avanzando en el camino socialista hacia el comunismo y por lo tanto siempre estarán dispuestas a apoyar a las personas que presenten este tipo de programa. En consonancia con eso, también existe la idea errónea de que el único problema real, en la sociedad socialista en particular, es asegurarse de que los líderes no se corrompan y que los burócratas y las burocracias no se tomen el control y desvíen el curso de la revolución; que la tarea principal es encontrar los medios para que las masas supervisen a los dirigentes e impidan que los líderes se echen a perder. Bien, eso no quiere decir que no haya ningún papel para nada de eso, pero determinar que eso es el quid del problema es malinterpretar seriamente los problemas fundamentales reales, subestimar en serio y valorar erróneamente las contradicciones fundamentales que subyacen a la dificultad y lucha muy real que supone el avance sobre el camino socialista hacia el comunismo, una vez que se haya tomado el poder y se haya establecido el estado socialista — la dictadura del proletariado.

No será posible resolver los problemas y contradicciones muy reales que sí se tienen que afrontar, si la "solución" implica idealizar a las masas y tenerles una concepción fantasiosa, e ignorar las condiciones y fuerzas sociales materiales e ideológicas muy reales que influencian en direcciones contradictorias a las masas populares incluso en la sociedad socialista — incluida la posibilidad de que en algunos sectores de las masas en un momento dado haya influencias en la dirección de volver hacia las viejas tradiciones, especialmente de cara a las dificultades que sin duda surgirán en el proceso de transformar la sociedad en el camino socialista en un mundo todavía dominado por el imperialismo y otros explotadores y poderosas fuerzas reaccionarias y en una situación en que se requiere una continua lucha para seguir avanzando en el camino de la revolución.

Los errores fundamentales del Partido Comunista de Nepal (Maoísta): Concepción errónea de los problemas, "soluciones" equivocadas

De ahí quisiera hacer algunas observaciones acerca del pensamiento seriamente erróneo del Partido Comunista de Nepal (Maoísta)5.

El PCN (M) ha promovido una visión y un programa que en esencia identifica el comunismo con la democracia burguesa (eso es lo que de hecho significa su noción del "comunismo del siglo 21"). Este partido ha llegado a representar precisamente el punto de vista fundamentalmente erróneo de que espontáneamente las masas siempre querrán continuar en el camino revolucionario y por eso siempre sostendrán a aquellos dirigentes que representan ese camino y promueven programas que avancen sobre ese camino; y que las masas, a través de sus acciones, si se les permite, corregirán a los líderes que se desvíen de ese camino. Esto de nuevo es una mala interpretación y subestimación fundamental de las contradicciones concretas y decisivas en la sociedad socialista —en la base económica, en la superestructura política e ideológica y en la relación entre la base y la superestructura— especialmente en el contexto de un mundo aún dominado por el imperialismo.

Bueno, existen contradicciones reales que al parecer ellos están abordando. Pero su programa pretende dar una respuesta fundamentalmente equivocada. Y eso tiene que ver con el hecho de que no están identificando correctamente el problema. De nuevo, diferentes clases ven los problemas y las soluciones de diferentes maneras.

Desde el punto de vista del comunismo y de avanzar sobre el camino socialista hacia el comunismo, existe una contradicción profunda que a menudo se manifiesta de manera aguda. Si en los hechos la emancipación de la humanidad tiene que ser el acto consciente de una creciente cantidad de las masas populares —aunque la noción es errónea (y se debe rechazar) de que las elecciones constituyen el mecanismo más fundamental para expresar la voluntad política de las masas y la concepción de que éstas siempre tenderán a acercarse espontáneamente hacia el programa del comunismo y a avanzar por el camino socialista—, no puede haber una situación en que en cada momento importante en que la espontaneidad de las masas esté yendo en otra dirección, los comunistas tengan que intervenir y sustituir a las masas — o incluso oponérseles. Jamás será correcto ni servirá al avance revolucionario hacia el comunismo institucionalizar las cosas de modo que la coacción llegue a ser el mecanismo fundamental con el cual se mantiene a las masas en el camino socialista — o con el cual se trata de mantenerlas en dicho camino. Tal concepto en sí es profundamente erróneo y conducirá al mismo callejón sin salida como seguir a la cola de las masas y pretender apoyarse en la espontaneidad; y a la larga, o no tan a la larga, conducirá a la restauración del capitalismo en los lugares donde se ha establecido el socialismo.

Esta es una contradicción muy real y un problema espinoso. Tenemos que encontrar las formas en que se forje el camino socialista mediante la iniciativa consciente de las masas y no deberíamos tratar de hacerlo de hecho con acciones del partido en lugar de las masas; a la vez, se tiene que entender correctamente la espontaneidad de las masas y sus limitaciones y se tiene que forjar los medios, con la dirección de la vanguardia comunista, para que las masas capten la necesidad de avanzar —y de ahí llevar la lucha concreta y consciente para seguir avanzando— por el camino socialista — a lo largo de todo el movimiento contradictorio que eso conlleva y no con una visión idealizada que supone que se trate de un proceso en que en cada punto y en cada curva del camino, todas las masas marchen de manera uniforme y al unísono hacia el objetivo del comunismo. Esto retoma lo que se subrayó (hace casi dos décadas) en "El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa"6 acerca de las contradicciones no resueltas en la sociedad socialista y la manera en que surgen de eso fuerzas sociales en la sociedad que todavía exigen y luchan por el cambio radical, que el partido de vanguardia tiene que abrazar en el sentido más amplio — y aprender de ellas y también bregar sobre ellas y dirigirlas concretamente para que lleguen a ser parte del proceso de continuar el avance por el camino socialista hacia el comunismo.

Toda esta concepción, que se ha forjado como parte de la nueva síntesis7, acerca del papel y la importancia del disentimiento en la sociedad socialista y el necesario tumulto y "alboroto" del proceso tiene mucho que ver con la posibilidad de abrazar todo eso y de dirigirlo todo hacia el objetivo del comunismo, mientras que se hace reconociendo plenamente el carácter contradictorio de todo el proceso — y que en todo eso constantemente se busca y se pretende alentar y apoyar a las fuerzas que hayan surgido o las cuales se pueda hacer surgir con relación a las contradicciones no resueltas en el socialismo, que propulsan a estas fuerzas en la dirección de procurar continuar la transformación radical de la sociedad, aunque en cualquier momento dado espontáneamente eso no se reflejará de manera uniforme entre las masas ni quizá en la mayoría de las personas como un deseo consciente de continuar la lucha por el comunismo. Ahí es donde se manifiesta constantemente el papel de la vanguardia —de interactuar con estas fuerzas y con los movimientos, las luchas y las aspiraciones que surgen de las propias contradicciones que aún existen en la sociedad socialista— de encontrar y forjar constantemente los medios para abrazar todo eso en un sentido general y conducirlo todo hacia el objetivo del comunismo.

Pero es completamente idealista e ingenua la idea de que, tal como sostiene el PCN (M), se puede manejar todo eso por medio de elecciones con partidos en contienda y que las masas en su mayoría siempre van a acercarse al camino socialista y que por ende siempre elegirán a comunistas como líderes de la nueva sociedad, siempre y cuando los comunistas no se desvíen del camino correcto y no lleguen a señorear a las masas.

Y eso tiene que ver con el punto de vista y el método fundamentalmente erróneos en la filosofía — con su enfoque general de combinar dos en uno, en oposición a la concepción correcta de la contradicción: de que la contradicción y las luchas a que da lugar son el motor de toda la vida y la realidad, incluida la sociedad y su transformación. De hecho, el PCN (M) está promoviendo la idea de que es posible manejar las contradicciones —e incluso que es posible evitar el estallido de lo que objetivamente son contradicciones antagónicas— tratando de reconciliar posiciones opuestas, lo que en realidad siempre quiere decir conciliar en última instancia con lo que es viejo y lo que es reaccionario. Eso se opone a reconocer que las cosas se dividirán constantemente en términos de fuerzas opuestas —en términos de contradicciones— y que constantemente se trata de reconocer y dar pasos para fortalecer lo que es nuevo, lo que es revolucionario y lo que representa la transformación radical de la sociedad. De que se logra la resolución de las contradicciones y sólo se puede lograr por medio de lucha. Y que cuando las relaciones objetivamente sean antagónicas, la resolución implicará y requerirá lucha antagónica, al igual que en los casos en que no son antagónicas, es posible resolverlas por medio de lucha no antagónica — pero lucha al fin y al cabo. La contradicción, todas las contradicciones, se resuelven por medio de lucha y no por medio de la conciliación. Eso es la diferencia —la diferencia fundamental y esencial— entre el enfoque de "combinar dos en uno" y el de "dividir uno en dos": entre pretender conciliar y reconciliar las contradicciones en lugar de resolverlas por medio de lucha, sea antagónica o no antagónica, de acuerdo a la naturaleza específica de la contradicción y el carácter correspondiente de la lucha.

Así que de ahí, es importante apreciar, por así decirlo, la tendencia generalizada —que se manifiesta muy marcadamente en el PCN (M) pero que desafortunadamente también se expresa en otras fuerzas en el movimiento comunista internacional— de las fuerzas que pretenden volver a inventar la rueda (el que estén conscientes o no de ello): de actuar, a menudo con bastante arrogancia, como si hubieran encontrado algunos nuevos descubrimientos sorprendentes acerca de las causas de la restauración del capitalismo en los antiguos países socialista y los mecanismos para prevenirla, cuando lo que de hecho han hecho es retroceder a análisis, prejuicios y recetas democrático burgueses gastados y trillados y refreírlos en la forma de un supuesto análisis y remedio para la revocación del socialismo y el retroceso general del movimiento en las últimas décadas. En particular, han ignorado —o de todas formas no han estudiado y discutido en serio ni hablar de asimilar en serio— el análisis decisivo de Mao sobre el carácter de la sociedad socialista y el peligro de la restauración capitalista y las verdaderas lecciones que se tienen que sacar de esa experiencia, que en lo fundamental confirman el análisis y el enfoque de Mao. Al mismo tiempo, han ignorado —o han descartado sin ninguna consideración o con una consideración muy superficial— el extenso trabajo que ha hecho nuestro partido en torno a este tema, que se presenta en la nueva síntesis y el conjunto general de la obra, método y enfoque del cual en sentidos importantes la nueva síntesis es una concentración. Todo eso se trata de manera poderosa en el Manifiesto de nuestro partido, El comunismo: El comienzo de una nueva etapa.

En un sentido muy real y fundamental, recorre todo esto la cuestión de cómo ver la contradicción y cómo entender los medios para tratar las contradicciones. La idea de que si los partidos comunistas tienen escisiones —o si brota lucha antagónica al interior de los partidos comunistas que estén o no en el poder (si se me permite echar mano de tal abreviatura)—, eso demuestra que de alguna forma los líderes han manejado mal las contradicciones: dicha noción no es sino otra expresión del fenómeno que Marx identificó y analizó de manera tan perspicaz y penetrante acerca de la situación de la pequeña burguesía y el modo de pensar que refleja esa situación, que tiene la concepción de que puede mantenerse por encima del gran antagonismo de las clases contendientes. Las contradicciones y las luchas al interior de los partidos comunistas son un reflejo —y en algunos sentidos importantes un reflejo o expresión concentrada— de las contradicciones más importantes en la sociedad entre las clases y fuerzas sociales reales y opuestas que a su vez surgen de las contradicciones materiales reales en las relaciones de producción y en las relaciones sociales y que las encarnan y que tienen expresión en los organismos y estructuras políticos y la superestructura en conjunto, incluidas las ideas y la cultura.

Por eso, a pesar de los mejores esfuerzos de impedir escisiones de parte de alguien como Mao, ocurrieron repetidamente tales escisiones a lo largo de la historia del Partido Comunista de China. Después de todo, Mao fue el que insistió en los siguientes principios básicos: practicar el marxismo y no el revisionismo; trabajar por la unidad y no por la escisión; actuar en forma franca y honrada y no urdir intrigas y maquinaciones. Dijo todo eso en serio y lo practicó. Pero acatar estos principios no puede eliminar la presencia de la burguesía y las relaciones fundamentales en que se basa su presencia continua, las formas en que constantemente vuelve a aparecer no sólo en la sociedad capitalista sino además en la sociedad socialista y las formas en que esto se manifiesta en el propio partido comunista, entre las personas que asumen la concepción del mundo de la burguesía y las aspiraciones que la acompañan — quienes ven los problemas y las soluciones de una manera que corresponde al punto de vista y los intereses de la burguesía. Creer que se puede evitar —que se debería tomar como principio evitar— las escisiones con las fuerzas como aquellas es en realidad (pese a las intenciones que tenga uno) decir que es un principio lo de abandonar los principios fundamentales por medio de transigir, conciliar y a la larga claudicar a las clases explotadoras.

Como he señalado en previas cartas a otros camaradas dirigentes de nuestro partido — y este punto es muy pertinente relativo a la situación actual en el movimiento comunista internacional:

"Lo siguiente de ¿Conquistar el mundo? y específicamente de la sección 'El leninismo como el puente' es de hecho muy pertinente, perspicaz y penetrante: 'Voy a decirlo de una manera un tanto provocativa: sin el leninismo, el marxismo es socialchovinismo y socialdemocracia eurocéntricos; sin el leninismo, el maoísmo es nacionalismo (y también, en ciertos contextos, socialchovinismo) y democracia burguesa'"8.

Y en una carta a otros camaradas dirigentes, dije lo siguiente:

"Junto con eso, deberíamos entender claramente —y de nuevo el Manifiesto trata muy bien la esencia de esto y su importancia— que hoy el maoísmo sin la nueva síntesis de Bob Avakian se transformará en su contrario. En lugar de dar el salto hacia adelante que se requiere, se dará marcha atrás y tarde o temprano —o tal vez no mucho más tarde— se acabará oponiéndose de plano al comunismo revolucionario".

El comunismo como una ciencia, no una "ideología científica"

Ahora quisiera hablar acerca de la cuestión del comunismo como una ciencia y por qué no es correcto concebirlo como una "ideología científica", tal como alguien dijo recientemente en una crítica que hizo a la siguiente caracterización en la Constitución de nuestro partido, en la primera oración del Apéndice: "El comunismo es una ciencia y un movimiento político revolucionario a la vez". La oposición que expresa esta crítica mediante la formulación "ideología científica" representa otro combinar dos en uno. Constituye otra versión de una tendencia en el movimiento internacional hacia la reificación del proletariado (en efecto, de reducir los intereses globales y fundamentales del proletariado a lo que se identifica con proletarios individuales) y "la verdad de clase" ("la verdad proletaria") y en efecto una noción de una "ciencia proletaria". Constituye una forma del relativismo —que en términos esenciales es lo que es la "verdad de clase"— es otra forma de la "política de identidad" (según una expresión popular de nuestros tiempos) con el relativismo correspondiente.

Ahora bien, al discutir esta crítica, unos camaradas han recalcado algunos puntos importantes para refutar este argumento sobre la "ideología científica". Se ha señalado que este argumento representa un intento de crear ideología y filosofía que están fuera de la ciencia o por encima de ella — ideología y filosofía las cuales son en las palabras de esta crítica "un nivel de abstracción más alto" que la ciencia.

Cabe adentrarse más en esto porque se trata de algunos principios fundamentales y cuestiones de perspectiva y metodología que no solo son pertinentes para nuestro partido sino también son imprescindibles para nuestro movimiento en general y sus objetivos fundamentales.

Una parte de este argumento de por qué deberíamos llamar al comunismo una "ideología científica" contiene explícitamente una referencia a una analogía que hice una vez —si bien de hecho constituye una mala interpretación o una mala aplicación de dicha analogía— que compara el conocimiento de la realidad al manejo del fuego (o de un objeto en llamas): no es posible levantar algo que está en llamas con las manos sin protección, porque se necesita un instrumento para manipular dicho objeto. Eso es cierto —tiene validez la analogía, entendida correctamente— pero de ninguna forma invalida la necesidad de lo que llamaríamos "objetividad científica". Al aplicar esta analogía, el "instrumento" que necesitamos para conocer y transformar la realidad en toda su complejidad es un punto de vista y método que no es subjetivo ("verdad de clase") sino uno que refleja correctamente la realidad objetiva — el materialismo dialéctico que tal como he recalcado reiteradamente, proporciona el método de ser científico de la manera más congruente, sistemática y global con tal de que éste se capte y se aplique, y no se malogre con uno u otro tipo de subjetividad, incluido lo que constituyen conceptos instrumentalistas de la "verdad de clase".

El que el autor de esta crítica ha caído en tal subjetividad se ilustra en el hecho de que luego sostiene que necesitamos cierta ideología partidaria — en el sentido equivocado, a la manera de argumentar en efecto que todo el mundo aborda las cosas con ciertas preconcepciones y el comunismo representa nuestro enfoque partidario que encarna nuestras suposiciones o preconcepciones. Esto constituye una forma de tratar las ideologías como si fuesen "discursos" y de incluir la ideología comunista en esta categoría —subjetiva— de "discursos". Esto acaba por negar el carácter científico del comunismo, aunque todavía lo llama una "ideología científica". Esto va de la mano con una mala interpretación y aplicación equivocada del hecho de que, sí, todos abordan cualquier cosa, incluida la ciencia y cualquier proceso científico, con ciertas suposiciones. Eso incurre en el argumento relativista —o al menos se presta a dicho argumento— que dice que como todos actúan de acuerdo a ciertas suposiciones, no existe ninguna base para "separar lo que es subjetivo de lo que es objetivo" (por así decirlo) y llegar a la verdad. Niega el hecho de que incluso con respecto a las suposiciones de acuerdo a las cuales las personas posiblemente actúan, se puede determinar y diferenciar las que son suposiciones válidas y objetivamente ciertas y las que no lo son.

En otras palabras, el que abordamos las cosas con ciertas suposiciones o preconcepciones no descarta el hecho —el hecho sumamente importante— de que incluso aquellas suposiciones o preconcepciones pueden y deben estar sometidas a repetidos análisis científicos, con la finalidad de saber si han sido válidas y si siguen siendo válidas (lo cual no quiere decir ponerlo todo en duda todo el tiempo). Existe una base objetiva así como una necesidad objetiva de poner a prueba las suposiciones así como las conclusiones con que las personas participan en el proceso de la ciencia de cualquier tipo y lo llevan a cabo, lo que incluye el proceso científico de hacer la revolución. En última instancia, esta calificación del comunismo como "ideología científica" y los argumentos en pro de esta formulación efectivamente niegan no solo el carácter científico del comunismo en particular sino también el carácter científico de la ciencia y del método científico en general.

Este argumento, en pro de calificar el comunismo como una "ideología científica", insiste también que "la filosofía regula la teoría". Encierra una certeza la aseveración de que el punto de vista ideológico particular de una persona determina cómo ésta desarrolla la teoría y cómo aplica la teoría — o al menos tiene una importante influencia sobre cómo lo hace. Pero de nuevo surge un problema serio cuando se reduce la ideología a un punto de vista subjetivo — que es lo que se hace en este argumento, sea por intención consciente o no. Este argumento, que incluye específicamente la aseveración de que "la filosofía regula la teoría", rechaza la norma científica así como los criterios científicos que se usan para evaluar la filosofía en sí, además de las teorías particulares. De hecho, ¿refleja la filosofía (o la teoría) la realidad en forma correcta o no? Ésta es una prueba que se puede aplicar y que se debe aplicar a partir del método científico — y sobre todo, del punto de vista y método científico del materialismo dialéctico.

Arroja más luz sobre esto el hecho de que este argumento (a favor de la noción de que el comunismo es una "ideología científica") cita a Althusser al efecto de que la ideología es la lucha de clases en la esfera de la teoría. Ésta es otra formulación relativista e idealista. La ideología es una concepción del mundo y un sistema de valores. Existe lucha de clases en la esfera de la ideología al igual que existe en la esfera de la teoría, pero la ideología en sí no es lucha de clases. Para repetir, eso es similar a la "verdad de clase" — y de hecho es una forma de promoción de la misma. Una vez más, el que sea correcta o no alguna ideología específica —el que corresponda a la realidad o no— es algo que se puede determinar objetivamente y no se puede reducir aquella determinación a una cuestión de la lucha de clases — ni en esencia se trata de dicha cuestión. Como recalca El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos: "La verdad existe objetivamente, no varía de acuerdo a los diferentes intereses de clase y no depende del punto de vista de clase que uno tenga en la búsqueda de la verdad" (parte IV, "Los nuevos retos, y la nueva síntesis").

Este argumento (de por qué no se debe considerar el comunismo como una ciencia sino como una "ideología científica") también supone un entendimiento equivocado, en vez de un entendimiento correcto —o una línea incorrecta en contraposición a la línea correcta— acerca del principio de que el marxismo "abarca pero no reemplaza" todas las esferas de la actividad y pensamiento del ser humano. En algún punto de este argumento se dice que el comunismo como tal no tiene nada que decir sobre teorías específicas en campos o disciplinas distintos de las ciencias — en la física, la biología o lo que fuera. Ahora es cierto que existe la particularidad de la contradicción — que cada uno de los fenómenos o los procesos que figuran, en términos generales, en estas esferas de biología, química, física, etc., tiene sus particularidades. No es posible resolverlos, digamos, simplemente imponiendo los principios comunistas en general. Pero, una vez más, es una equivocación levantar un muro entre unos y otros —por un lado, una esfera específica o un fenómeno particular y por otro, la cuestión del punto de vista y el método (o en otras palabras, el aspecto de "no reemplaza" por un lado y por otro el aspecto de "abarcar")—, y sostener que el comunismo no figura en términos de método en la ecuación (por así decirlo) de cómo abordar y cómo entender estos problemas. En efecto, eso niega el aspecto de "abarcar" — el hecho de que, si bien no las reemplaza, el comunismo sí abarca todas estas esferas particulares y todas las contradicciones y fenómenos particulares en estas esferas. Eso quiere decir poner una separación absoluta donde tal separación no está y no puede estar. El punto de vista y la metodología "penetran" y afectan la manera de estudiar, investigar, poner a prueba, sintetizar y entender correctamente —o no— los fenómenos particulares. Eso no niega el hecho en que hemos insistido muy correctamente de que las personas que no sostienen y no aplican el punto de vista y el método del materialismo dialéctico no obstante pueden descubrir y sí descubren verdades importantes. Pero sigue siendo cierto que el materialismo dialéctico da el medio más congruente, sistemático y global para abordar la realidad objetiva, aprender de ella — y para tener una base más científicamente fundamentada para transformarla; y de nuevo, esto sí tiene implicaciones para todas las esferas de la actividad humana, pues "abarca" y es aplicable a estas esferas.

Tal como se puede extrapolar a partir de lo que ya he dicho hasta ahora, este argumento (de que el comunismo es una "ideología científica") trae una línea incorrecta, en contraposición a una línea correcta, acerca del principio muy importante de que el comunismo como concepción del mundo y método es tanto objetivo como partidario. De fondo, este argumento viene a decir que el comunismo es partidario, mientras que niega que es objetivo, aunque no lo diga explícitamente.

Eso va contra los principios muy importantes que se recalcan en la conversación con unos camaradas sobre epistemología en Revolución9: la particularidad de que la verdad no tiene carácter de clase pero que diferentes verdades entran a la lucha de clases y al rico proceso general que ahí se visualiza y se defiende, hablando de la manera en que el comunismo abarca todo correctamente y pretende conocer todo lo que es cierto, aunque a corto plazo las verdades particulares pueden obrar en contra de las cosas por las cuales estamos luchando pero que en el sentido más amplio, de manejarlas correctamente pueden llegar a ser parte del proceso que conduce a los objetivos por los cuales estamos luchando. Esta línea incorrecta sobre lo objetivo y lo partidario (que es parte del argumento que dice que no se debe considerar el comunismo como una ciencia sino como una "ideología científica") socava y se opone a ese movimiento y lucha contradictorios — y la riqueza general que conlleva ese proceso. Debido a que el comunismo es objetivo, puede ser partidario en nombre del proletariado —y lo puede ser de una manera global—, y solamente al grado en que sea objetivo, puede ser partidario en el sentido esencialmente correcto — es decir, puede servir y beneficiar los intereses más fundamentales del proletariado.

Unas observaciones sobre lo que es la ciencia y unos aspectos esenciales del método científico

Esto nos conduce a la pregunta más amplia acerca de qué es un entendimiento correcto de lo que es la ciencia. Hace poco leí el libro El Canon de Natalie Angier (específicamente la primera parte de ese libro). La autora habla de unas discusiones que sostuvo con varios científicos sobre la siguiente pregunta: ¿Qué es la ciencia y qué es el método científico? Una de las cosas esenciales que señala es que la ciencia abarca, como un punto de partida fundamental, aceptar y trabajar con el mundo como es en realidad y no como uno desearía que fuera. Como nosotros sabemos, eso es una línea divisoria en epistemología y en metodología y tiene que ver con todo lo que he tratado aquí.

La ciencia, cabe recalcar de nuevo, no es un misterio. Existen esferas y disciplinas específicas de la ciencia que tienen sus propias particularidades — y que para aprender más y hacer avances, sí requieren especialización y trabajo duro. He aquí donde incide la aplicación correcta de "abarcar pero no reemplazar" para los comunistas. Pero el punto de vista científico y el método científico básicos son algo que todos pueden y deben captar y aplicar a la realidad — no digo que todos lo harán, al menos de una manera sistemática, en esta clase de sociedad, pero al mirar hacia el futuro y con relación a lo que proponen nuestros esfuerzos y nuestra lucha, debemos tener una orientación y un entendimiento de que todo el mundo puede y debe captar y aplicar el punto de vista y método científico y que al hacer eso y al perseverar en eso las personas comunes (es decir, las que no son especialistas, a diferencia de los especialistas en varios campos) pueden aprender cosas importantes, no solamente acerca de la realidad en general sino acerca de la ciencia en sí y acerca de las esferas particulares de las ciencias, entre ellas las que son muy complejas y tienen un alto nivel de abstracción.

He aquí algunos principios importantes de la ciencia y del método científico así como, en particular, del punto de vista y método científico del comunismo, el materialismo dialéctico.

Primero, tal como salió en las discusiones que sostuvo Natalie Angier con varios científicos, existe el punto fundamental de orientación de abordar al mundo tal como es en realidad y no como desearíamos que fuera.

Junto con esto viene la importancia de actuar de acuerdo con el entendimiento que toda la realidad consta de materia en movimiento, de la realidad material que está en constante movimiento, cambio y transformación mediante saltos de un estado de materia (y ninguna otra cosa) a otro estado (o forma) de materia.

Existe el proceso de aprender acerca de la materia en movimiento mediante la investigación empírica de la realidad material que existe en formas particulares y diferentes (de juntar pruebas de esta manera, por así decirlo). En este respecto, está la famosa declaración de Mao que para conocer una pera, uno tiene que cambiarla comiéndola — no dijo simplemente que uno tiene que comerla, dijo que uno tiene que cambiarla comiéndola. Es un hecho que uno cambia la realidad investigándola, pero se puede y se debe incorporar este entendimiento y utilizarlo como parte del método y enfoque científico.

En todo el proceso, tiene importancia sintetizar lo que se aprende mediante este enfoque (es decir, mediante la investigación empírica de la realidad material que existe): dar el salto de los hechos, los datos, etc., acumulados así, a las conclusiones racionales sobre estos hechos, datos, etc. — y en particular identificar los patrones que surgen mediante este proceso. (En esta conexión, remitiré de nuevo a las/os lectoras/es al artículo "Un 'acto de fe' y un 'salto' al conocimiento racional: Dos cosas muy distintas, dos cosmovisiones y métodos radicalmente diferentes"10 y ¡Fuera con todos los dioses! Desencadenando la mente y cambiando radicalmente el mundo, en particular, la sección "La razón no 'nos ha fallado' —la razón es absolutamente necesaria— aunque en sí no es suficiente" de la cuarta parte, "Dios no existe — Necesitamos liberación sin dioses.")

En términos de la ciencia, el método científico y en particular el punto de vista y método científico del comunismo, es imprescindible esforzarse constantemente para mantener un espíritu y un método de pensamiento crítico y receptividad a lo que es nuevo y a lo que cuestiona el conocimiento aceptado o convencional. Eso implica reexaminar constantemente lo que uno mismo y/o lo que las opiniones comunes en la sociedad, etc., consideran la verdad: someter esto a repetidas pruebas adicionales y cuestionamientos surgidos de los desafíos de los que se le oponen a esto y de la realidad en sí, incluidas las maneras en que el desarrollo concreto de la realidad material podría dar origen a hechos nuevos — mejor dicho, aspectos recién descubiertos o recién entendidos de la realidad que cuestionan el conocimiento aceptado. No obstante, es muy importante recalcar que eso no quiere decir caer en el agnosticismo y en el relativismo, negar la verdad objetiva y en particular actuar como si se debiera ponerlo todo en duda, como si no se supiera nada ni que pudiéramos confiar en que nada fuera cierto, cuando los nuevos descubrimientos, o hipótesis y teorías nuevas, ponen en duda algunas ideas que anteriormente se consideraron o se determinaron que eran ciertas. El proceso científico y el conocimiento científico, y el conocimiento en general no se desarrollan y no se pueden desarrollar de esa manera —al menos no en un sentido sostenido—, más bien, se desarrollan partiendo de lo que se ha establecido anteriormente como cierto, especialmente en los casos en que lo que es cierto se ha establecido por medio de pruebas que se refuerzan mutuamente y conclusiones racionales que se obtienen de una variedad de fuentes; y de ahí investigando y aprendiendo más acerca de la realidad y utilizando el conocimiento acumulado por la humanidad, incluido el conocimiento relacionado con la metodología, en la valoración de nuevas pruebas, nuevas teorías y nuevos argumentos contra lo que se ha considerado como cierto, etc.

Por una muy buena razón se recalca este punto básico de método muchas veces en el libro sobre la evolución de Ardea Skybreak, La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo — saber qué es real y por qué importa (en inglés). Además, se plasma en la declaración "Defender la ciencia" (que se reproduce en un apéndice de ese libro), en particular en lo siguiente, justo antes de la conclusión de la declaración "Defender la ciencia":

"…una cosa que la abrumadora mayoría de los científicos tienen en común es que entienden que, al realizar investigación científica y aplicar el método científico, es esencial tomar como punto de partida el conocimiento científico acumulado, el caudal de pruebas científicas comprobadas sobre la realidad, adquiridas por medio de observación y experimentación científicas concretas y sistemáticas, y sujetas a rigurosa revisión y prueba científicas. De ahí partimos los científicos, ésa es nuestra fundación, cuando proponemos investigar la realidad y hacer nuevos descubrimientos. De esa manera se ha practicado y ha avanzado la ciencia durante siglos, y esto ha permitido que la ciencia beneficie a la humanidad de innumerables formas" ("Un llamado urgente de los científicos a: ¡DEFENDER LA CIENCIA! Hoy en Estados Unidos la ciencia, como ciencia, está bajo ataque como nunca antes". Hay una versión en español en Revolución #131, 1º de junio de 2008).

Una vez más sobre la verdad objetiva, la verdad relativa y la oposición fundamental entre el materialismo científico y el relativismo

Lo que esto encierra, entre otras cosas, es la diferencia fundamental y la línea divisoria decisiva entre el reconocimiento de que todo el conocimiento humano contiene un elemento de lo relativo y por otro lado el relativismo como un punto de vista y enfoque filosófico básico. He aquí, de nuevo, la relación entre la verdad absoluta y la verdad relativa: el hecho de que el universo existe infinitamente y la realidad que existe encarna la verdad absoluta, pero el conocimiento humano en cualquier momento dado, incluso respecto a cosas particulares, ni hablar de la realidad en general, contiene un aspecto de lo relativo porque el mundo se mueve y cambia constantemente y nunca es posible saberlo todo acerca de la realidad — e incluso tendrá un elemento relativo lo que se sabe acerca de cosas particulares, puesto que éstas no existen en aislamiento y no son estáticas ni inalterables. Pero como Lenin recalcó, existe una diferencia fundamental entre entender eso correctamente —y por ende ser impulsado a seguir aprendiendo sobre la base de entender y aplicar un enfoque correcto a la relación que existe entre la verdad absoluta y la verdad relativa y entre la teoría y la práctica— y por otro lado caer en el relativismo y en el agnosticismo, especialmente cuando es posible echar por tierra e invalidar una verdad establecida en esta o aquella esfera particular o incluso hacer eso de un modo importante.

Es una piedra angular básica del materialismo que la práctica es el último punto de origen y punto de verificación de la teoría. Eso se opone a las nociones tales como aquellas que pregona Karl Popper, por ejemplo, quien insiste que el grado en que una teoría resiste a la crítica determina si se debe aceptarla como la más válida en cualquier momento dado. En el pensamiento de Popper (y sin duda él no es el único que sostiene esta idea) esa noción va de la mano con la idea de que después de todo, en realidad no es posible saber qué es cierto en los hechos. Veamos una cita directa de Popper: "No podemos demostrar ni justificar nada como cierto, ni siquiera como probable, sino que tenemos que contentarnos con teorías que resistan a la crítica" (Karl Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, y en particular la segunda parte, "La pleamar de la profecía", Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 2006, primera edición en la colección Surcos [en rústica], pp. 787, 790, citado en Bob Avakian, "Hacer la revolución y emancipar a la humanidad". Vea: "Marxismo como ciencia — refutación de Karl Popper", en "Hacer la revolución y emancipar a la humanidad", también en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, pp. 18-31).

Aquí, irónicamente a nombre de combatir el relativismo, de hecho Popper presenta muy claramente un argumento a favor del relativismo — y específicamente rechaza y se opone al principio científico de que la práctica, y no "la crítica", es el último punto de verificación (además del último punto de origen) de la teoría.

Pero también es importante recalcar que, al igual que una piedra angular del materialismo es que la práctica es el último punto de origen y punto de verificación de la teoría, es igualmente cierto y decisivo captar que este criterio no se trata de la práctica en un sentido limitado y empírico, sino en un sentido amplio, y no simplemente se trata de "tomar la práctica tal como es" sino analizarla y sintetizarla mediante la aplicación del método científico y sobre todo su expresión más congruente, sistemática y global, el punto de vista comunista científico y el método del materialismo dialéctico.

Un entendimiento correcto de la relación entre la ciencia y la filosofía

De todo esto se puede ver que es muy importante que entendamos correctamente la relación entre la ciencia y la filosofía y en particular nuestra filosofía comunista, que incluye la moral además del punto de vista y método. El comunismo es una concepción del mundo y un método, pero de nuevo esa concepción del mundo y ese método están sujetos (por así decirlo) a principios científicos y se deberían valorar según dichos principios. ¿Concuerda el idealismo (como un punto de vista filosófico) con la realidad, o concuerda el materialismo con la realidad? ¿Concuerdan con la realidad las nociones estáticas y metafísicas acerca de la realidad (por ejemplo, la noción de que alguna fuerza sobrenatural ha creado las cosas y que, una vez creadas, siempre han sido y siempre serán como son), o concuerda con la realidad la dialéctica — el análisis de que toda la realidad abarca y en efecto consta de contradicción, movimiento, lucha, desarrollo y saltos de un estado de materia en movimiento a un estado cualitativamente diferente de materia en movimiento?

Desde otro ángulo: se podría decir que el comunismo no es simplemente una ciencia, en el sentido de que abarca otros elementos como la moral los que en términos estrictos existen fuera de la esfera de la ciencia. Pero no se puede divorciar todo eso de la ciencia; y a la larga y en lo fundamental todo eso se basa en lo que es verdad así como en la necesidad de volver a fundamentarlo constantemente en lo que es verdad, tal como lo determina el enfoque y método científico y ninguna otra cosa.

Retomando la conversación que mencioné antes —la conversación con unos camaradas sobre la epistemología, sobre conocer, y transformar, el mundo, en Revolución—, es muy importante volver constantemente a lo que dice ahí, estudiarlo y bregar más profundamente con lo que se dice ahí, acerca de la relación entre el método científico y el surgimiento de nuevas verdades que se establecen por medio del método científico por un lado y por otro la lucha por el comunismo. Es decisivo captar lo que se dice ahí con una gran riqueza acerca de este proceso global y por qué es cierto que incluso las verdades bochornosas pueden y deberían contribuir a la lucha por el comunismo —y en un sentido real tienen que contribuir así— en vez de ser tratadas como algo que obra en su contra.

Forcejeando más en torno al trabajo revolucionario con sentido

Con todo eso como antecedente, ahora quiero volver a forcejear más con la cuestión del trabajo revolucionario con sentido, tal como se aplica a las masas básicas —específicamente a la juventud básica— así como a los estudiantes universitarios. Hace falta un resumen más sistemático de la práctica de nuestro partido al respecto, con relación a "Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución" —entendido en el pleno sentido— y en general. Además de la necesidad de un resumen más sistemático de la práctica, hace falta un mayor forcejeo en la esfera de la concepción teórica, específicamente con respecto al trabajo revolucionario con sentido. Como dije en "Salir al mundo — como una vanguardia del futuro", hace falta forcejear más a nivel de la concepción teórica y estratégica sobre el aspecto que tendría una situación revolucionaria y cómo podría desarrollarse — una necesidad que se ha hecho más urgente debido a la profunda crisis multifacética en que el sistema imperialista está enredado actualmente.

Una vez más se plantea lo que hemos llamado "la cuestión de George Jackson" —el hecho de que, como explicó George Jackson, la idea de una revolución como una meta en el futuro lejano no tiene ningún sentido para el esclavo que no espera vivir más allá de mañana11— y las contradicciones relacionadas con eso en torno al trabajo revolucionario con sentido en el camino que se requiere en un país como Estados Unidos (o en otras palabras, el trabajo revolucionario con sentido en relación con lo que se concentra en "Sobre la posibilidad de la revolución"12). Como se ha recalcado repetidamente, esto es "un hueso duro de roer" y a la vez tiene una importancia decisiva con relación a la tarea de hacer la revolución en un país como éste. Continuar haciendo avances y adelantos importantes al respecto es crítico para hacer que en los hechos nuestra línea muy avanzada —la cual es nuestro punto fuerte o una expresión concentrada de nuestro punto fuerte— sea una fuerza política revolucionaria material entre una creciente cantidad de las masas.

Una manera de formular la contradicción, que va al quid del asunto, o a gran parte de él, es la siguiente: a lo largo del proceso, incluso antes de una situación revolucionaria, y a lo largo de todo el trabajo y toda la lucha para prepararse para el surgimiento de tal situación, cómo hacer que sean reales —y, sí, hasta palpables— la revolución y la construcción de un movimiento para la revolución, sin caer en la orientación de buscar resultados palpables como la forma de construir el movimiento, pues con tal orientación éste sería un movimiento no revolucionario. Siempre tenemos que estar conscientes de esta contradicción y bregar con ella a lo largo del camino. (Una discusión del error fundamental de pretender construir un movimiento basado en "resultados palpables" se halla en "'Resultados palpables': economismo, reformismo y revisionismo", en "Estrategia revolucionaria, forjando un pueblo revolucionario", un pasaje de "Salir al mundo — como una vanguardia del futuro", en Revolución #160, 29 de marzo de 2009 y en línea en http://rwor.org/avakian/Out into the World/Avakian_Out_into_World_pt4-es.html.)

Escuchamos declaraciones o sentimientos de las masas —y los he visto últimamente en informes— como lo siguiente: "Sé que se necesita la revolución" o "Sé que la revolución es lo que tendrá que ocurrir en algún momento", pero "¿qué hacemos ahora, qué hacemos entre tanto?"

¿La respuesta? Hacer la revolución. Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución. Preparar mentes y organizar fuerzas para cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones y millones de personas. Trabajar de manera enérgica y consciente para acercar ese momento y para desarrollar las cosas hasta que estemos en la mejor posición para actuar con decisión cuando eso sí suceda. Para lograr eso, dedicar la vida, energía, osadía y creatividad para hacer frente a los obstáculos, perseverar en la lucha en su contra y superarlos, y ganar a cada vez más personas para que hagan lo mismo.

Esa afirmación no pretende ser simplista ni frívola — o sea, la respuesta a la pregunta "¿Qué hacemos ahora?" Tiene por objeto abarcar todo el contenido y reconocer toda la complejidad que eso supone, pero al mismo tiempo recalca el hecho de que hacer la revolución es lo que estamos haciendo todos los días con la finalidad de tener la posibilidad de una revolución y no existe algo que tenga más importancia y sentido a lo que la gente pueda y deba dedicar la vida. Desde luego, es necesario explicar más lo que esto quiere decir — y hablaré más de esto aquí a fin de sentar las bases o algunas de las bases para hacerlo de manera más completa y constante.

En este contexto, sí quiero recalcar un punto fundamental de orientación y una línea divisoria crucial en el marco de la crisis financiera/económica muy profunda que sigue profundizándose y que está azotando la sociedad norteamericana y de hecho el capitalismo mundial en conjunto, y que abarca cierta "crisis de confianza" ideológica del capitalismo que acompaña cada vez más esta crisis material — todo lo que está ocurriendo en el contexto de los profundos desafíos generales al imperialismo y en particular al imperialismo estadounidense con sus guerras por imperio en nombre de una "guerra contra el terror". He aquí el punto de orientación básico y la línea divisoria: en el contexto de todo esto, no debemos caer en el cenagal revisionista que caracterizó al Partido Comunista de Estados Unidos (PCEU) en la depresión de los años 1930 ni en el neo-proyecto tipo FDR [presidente Franklin D. Roosevelt] que hoy les hace agua la boca a una buena parte de los llamados "izquierdistas" y "progresistas" y con respecto al cual éstos están haciendo súplicas tan lamentables y lastimosas en torno a la presidencia de Obama.

Cabe realzar —específicamente con relación a Obama y de la mano con el análisis que ha hecho y debe seguir haciendo nuestro periódico sobre lo que Obama representa— lo que dice la declaración de la Organización de Mujeres 8 de Marzo (Irán-Afganistán): que Obama no será y no podrá ser fundamentalmente diferente a otros jefes de estado imperialistas y que sus "guerras buenas" no suponen ninguna diferencia a lo que se hizo bajo Bush. (Vea "Mujeres revolucionarias claman: La revolución es la salida para la humanidad", reimpreso en Revolución #156, 15 de febrero de 2009.) Tenemos que recalcar con mucha energía este y otros análisis y denuncias de Obama.

Pero en un sentido más amplio, estoy recalcando que está en marcha una profunda crisis del capitalismo —que todos los representantes, expertos, analistas, etc., de los capitalistas (o al menos la mayoría de ellos) están diciendo que no va a terminar pronto— y nosotros no debemos repetir la experiencia del Partido Comunista en la depresión de los años 1930 de esforzarse por cobijarse a rastras —y de hecho arrastrarse— bajo el ala de la burguesía. Tenemos que luchar de manera muy contundente contra esa tendencia, no solamente entre nosotros mismos sino en amplios sectores de la sociedad.

Debemos mantenernos mucho más firmemente fundamentados en una orientación revolucionaria y trabajar sin vacilar y con gran fuerza e iniciativa para la revolución, apuntando al objetivo final del comunismo —y nada menos— como nuestro enfoque estratégico, y guía y norma en todo nuestro trabajo. Déjeme decirlo de esta manera: todo lo que hacemos tiene que ver en serio con la revolución y debe quedar con mucha claridad y osadía que todo lo que hacemos tiene que ver con la revolución. No en un sentido religioso, ni con ensalmos ni tampoco con un muy buen argumento sobre la necesidad de la revolución, aunque eso es muy imprescindible; sino que todo lo que hacemos tiene que ser parte de forjar en serio un movimiento que tiene por objetivo la revolución y siempre tenemos que luchar contra los límites de la situación y constantemente volver a la cuestión de cómo hacer que la revolución sea real y palpable sin caer en los medios o ardides que están de moda ni aspirar a resultados palpables como forma de construir el movimiento.

Tenemos que construir en serio y de manera consecuente y sistemática un movimiento para la revolución y luchar constantemente contra la influencia de la espontaneidad que nos conduce hacia otra cosa, hacia algo menos. Tenemos que captar firme y consecuentemente la orientación de no sólo esperar que un "buen día" llegue la revolución sino que tenemos que acelerar mientras aguardamos el surgimiento de una situación revolucionaria, y tenemos que luchar por esa orientación y aplicarla y atraer constantemente a otras personas de modo que la adopten y la apliquen. Nosotros mismos tenemos que comprender de forma más profunda y aplicar de manera más consecuente —y constantemente tenemos que ganar a una creciente cantidad de las personas de las que atraemos para que comprendan (y actúen en consecuencia)— que lo que es trabajo revolucionario con sentido es el "quéhacerismo enriquecido" (el conjunto de trabajo revolucionario que retoma los principios básicos que Lenin recalcó en su obra fundamental ¿Qué hacer? y que extiende esos principios), lo que incluye las dos piedras angulares de este conjunto. Esto no es otra cosa y no se debe reducir ni convertir en otra cosa. Lo siguiente de la Constitución de nuestro partido es muy pertinente:

"Este trabajo de 'acelerar mientras que se aguarda' requiere que el partido se esfuerce mucho contra los límites de la situación política objetiva a que se enfrenta — trabajando en cualquier momento dado para transformar la situación en el mayor grado posible con relación a cualquier posible oportunidad para hacer la revolución y al mismo tiempo mantenerse alerta y en tensión hacia tales oportunidades. Para hacer eso, dirige un conjunto general de preparativos revolucionarios, siendo las piedras angulares de esa actividad la prensa del partido y la propagación de la teoría comunista, sobre todo tal como está concentrada en la obra, método y enfoque de Bob Avakian" (Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, I. Preámbulo: Principios básicos del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, RCP Publications, 2008, p. 11)13.

Ese conjunto —que incluye las dos piedras angulares como verdaderas piedras angulares— es trabajo revolucionario con sentido, no sólo para las capas más instruidas y cultas sino para las masas básicas, en particular los jóvenes de las masas básicas.

Existe una necesidad muy real y apremiante de ganar a masas para que vean que esto es a lo que deberían dedicar la vida. La línea y la estrategia de nuestro partido constituyen una forma concreta de hacer la revolución, entendida en el sentido correcto — no digo que estamos llevando a cabo la lucha para tomar el poder ahora, sino que todo lo que hacemos constituye trabajo para la revolución en todas sus dimensiones, tal como se concentra en el conjunto del "quéhacerismo enriquecido".

La importancia vigente de la lucha ideológica — librada correctamente

Una vez más, es crucial poner énfasis en la dimensión ideológica y la lucha ideológica con las amplias masas — con las masas básicas en general pero también con gente de otras capas sociales. Respecto a las masas básicas en particular y como cuestión de orientación fundamental en general, si bien es importante, como es sabido, unirse con aquellos que tienen creencias religiosas pero que toman una posición (o que se les puede ganar a tomar una posición) en contra de varias formas de opresión —y si bien es importante reconocer que ganar a una gran masa de personas para abandonar esas creencias religiosas será un largo proceso de lucha—, no se puede ni se debe aplazar esa lucha ni dejarla a un lado hasta algún momento del futuro; existe una necesidad decisiva y constante, incluso en el contexto de unirse en la lucha práctica, de luchar tajantemente contra la religión en todas sus formas — y librar esa lucha de manera viva y convincente, que no sea dogmática ni que desprecie en los hechos a las masas sino que manifieste en realidad un respeto estratégico hacia ellas y que encarne el entendimiento de que ellas pueden liberarse, y estratégicamente tienen que liberarse, de esa traba mental de la religión, enfrentar la realidad tal como es y transformarla, y ser parte de un creciente movimiento revolucionario de masas para enfrentar la realidad tal como es y transformarla.

También tenemos que oponernos de frente a la mentalidad de un pueblo vencido y degradado, especialmente cuando se aplica a las personas en las zonas urbanas marginadas. Además, tenemos que luchar férreamente contra el engaño ajeno y propio relacionado con la elección de Obama y su presidencia, incluida la noción patéticamente falsa —en el pleno sentido concreto de la palabra "patéticamente"— de que "ya hemos tenido nuestra revolución, hoy es un nuevo día en Estados Unidos", lo cual realmente no es más que la mentalidad puesta al revés de un pueblo vencido: prepara a las personas para más derrotas y, para colmo, para alistarlas en los crímenes de este sistema al mismo tiempo que el sistema comete aún más crímenes en su contra.

Debemos acordarnos de los comentarios que hizo William Bennett la noche de los comicios de que "ya no debería haber más excusas" 14 y constantemente poner al descubierto lo que eso significa en realidad y en lo que se van a convertir todas esas "grandes esperanzas e inspiraciones" que surgen de las falsas ilusiones sobre Obama, cuando el sistema reafirma su verdadera naturaleza y dinámica y no le permite a la gente ni siquiera hacer realidad las aspiraciones que les nacen espontáneamente bajo este sistema — y cuando el sistema hace lo que hace a las masas, en particular a las masas de los ghettos y barrios, y para colmo les echa la culpa de su situación y como si eso fuera poco les dice: "Ya no tienen más excusas pues miren a Obama". Realmente necesitamos captar bien la dura realidad de las falsas ilusiones de las masas sobre Obama y cómo será aprovechada esta realidad vilmente en su contra.

También existe la necesidad de librar una lucha ideológica para que la gente pueda romper con la "mentalidad del buscavidas" y la espontaneidad que acompaña la vida de muchas de las masas en los multifamiliares de vivienda pública y las zonas oprimidas urbanas en general.

Hay que librar toda esa lucha ideológica dura y a veces hasta férreamente. Pero en términos de nuestra postura y orientación básica, permítanme recalcar de nuevo que hay que librarla "poniendo el brazo sobre el hombro de las masas", como lo he expresado anteriormente, captando firme y claramente el potencial revolucionario real de estas masas.

Tenemos que luchar vigorosamente con la gente —y aquí me refiero especialmente al pueblo negro básico y a otras masas básicas— para que su mentalidad, y las acciones que surgen de ésta, no sean las de un pueblo vencido... ni tampoco de un pueblo engañado. Así como dijimos en nuestro número especial, "La opresión del pueblo negro, los crímenes de este sistema y la revolución que necesitamos"15, hay que hacer frente conscientemente a la realidad de ser un pueblo oprimido, y su transformación en un pueblo revolucionario.

Y por supuesto hace falta una lucha ideológica librada fuerte y convincentemente, entre otros sectores del pueblo, en particular entre la juventud educada y la intelectualidad en general, en particular una lucha fuerte contra las formas en que se expresan el individualismo burgués y las ilusiones y prejuicios democrático-burgueses entre estos sectores; lucha contra el idealismo y varias formas de relativismo y "ultra-igualitarismo" pequeño burgués, lo que incluye sus manifestaciones de oposición al liderazgo. De fondo, ese "ultra-igualitarismo" es otra forma de la ideología de "primero yo" — es una versión de la pretensión de ser "el primero entre iguales", que en última instancia sirve para perpetuar este sistema con sus profundas desigualdades y relaciones fundamentales de explotación y opresión.

Me acuerdo que, hace décadas cuando abrimos la discusión y el debate público sobre nuestro Programa anterior, un anarquista nos escribió una carta con los típicos argumentos anarquistas contra el liderazgo de vanguardia: por un lado declaró que apoyaba soltar a los prisioneros políticos de la cárcel a la hora de la revolución… pero si ponen en peligro a sus hijas los "asesinos, violadores y psicópatas" entre los encarcelados, pues se valdrá del adiestramiento que recibió como soldado yanqui en Vietnam para matar al que fuera una amenaza a sus hijas. De repente abandonó la idea de que debe haber derechos garantizados para las personas (en que había insistido vigorosamente) en cuanto se invocó un posible peligro para su propiedad — en este caso, para sus hijas, a las que trataba esencialmente como su propiedad. En ese aparente giro de 180 grados —que viró desde principios dizque elevados sobre la protección contra la autoridad arbitraria, hasta el crudo individualismo mezquino y el "vigilantismo"— vemos un ejemplo muy clásico (si bien algo extremo) del punto de vista de un patriarca y un pequeño propietario: se nos revela muy marcadamente la naturaleza fundamental de ese punto de vista "ultra-igualitario" (que en ese caso expresa no solo el individualismo extremo sino también el patriarcado bastante marcado y agresivo).

Ésta es —para invocar de nuevo las formulaciones muy importantes de Marx que cité anteriormente— otra expresión del punto de vista de la pequeña burguesía y específicamente del demócrata pequeño burgués: aunque imagina que está expresando algún principio universal sobre la sociedad ideal y algo que represente el camino hacia la emancipación general de la sociedad, esto solo representa la noción ilusoria de rehacer el mundo a la imagen de la pequeña burguesía y en realidad lleva a perpetuar este sistema dominado por la burguesía no solo con sus profundas desigualdades sino las relaciones fundamentales de explotación y opresión que son sus cimientos y su modo de funcionamiento.

Dar plena expresión al poder atrayente de todo lo que representamos

En oposición directa a todo eso —y como algo que debemos plantear de una manera viva, contundente, convincente y con sentido— está el punto de vista y los objetivos radicalmente diferentes y verdaderamente liberadores de la revolución y el comunismo. Tiene mucha importancia reconocer plenamente —y actuar de acuerdo con ese reconocimiento— el poder atrayente positivo de todo lo que realmente representamos: nuestras metas y sobre todo el objetivo final del comunismo pero también nuestro punto de vista, métodos y moral. En ese respecto es muy instructivo leer el artículo de Sunsara Taylor en el número 152 de Revolución, "Reflexiones sobre la importancia de Bob Avakian en forjar un movimiento revolucionario", en el cual habla precisamente del poder atrayente de todo lo que representamos y qué tan radicalmente diferente es a las otras cosas en la sociedad: el contenido liberador de eso y la manera en que inspira a la gente al mismo tiempo que suscita muchas preguntas y discusiones que debemos desear y acoger, como ella recalca, porque también son parte del proceso por medio del cual vamos a ganar a la gente a todo lo que representamos.

Como he enfatizado antes, por muchos medios diferentes y en muchas esferas diferentes, es muy importante alentar una cultura radicalmente diferente —entre la juventud y en todos los sectores del pueblo— una cultura de desafío, resistencia y sobre todo, revolución, imbuida del espíritu y moral de los emancipadores comunistas de la humanidad. Cabe repetir que para hacer eso, se requerirá una lucha decidida y sí, a veces hasta férrea, que se oponga directamente a la cultura (y las "sub-culturas") prevalecientes que reflejan y en última instancia sirven al actual sistema de cosificación, dominación, explotación y opresión. Y eso requerirá desencadenar la iniciativa y la creatividad de las masas atraídas al punto de vista de los emancipadores de la humanidad.

Realmente debemos llamar y cada vez más necesitamos llamar a la juventud (y a otros) a utilizar y dar expresión a su creatividad para desarrollar y popularizar esta cultura, en muchas maneras diferentes y en todas las esferas — difundir esta cultura, en particular el núcleo comunista de ella, en el arte y en todas las diferentes formas de expresión popular, en el Internet y las mil maneras que se puede desencadenar a la gente para asumir cuando ésta empieza a captar de manera básica el potencial liberador de todo lo que representamos. Si bien hace falta una lucha consecuente para que tenga cada vez mayor influencia el punto de vista comunista dentro de todo esto, no deberíamos pretender aplicar un control estricto sobre esto sino procurar desencadenarlo, y cabe repetir, "ponerle el brazo sobre el hombro" y tratar de dirigirlo hacia el objetivo comunista, lidiando con las contradicciones que inevitablemente se plantearán, sobre todo para poder tener un proceso vivo, cosa que realmente necesitamos a una escala mucho mayor.

Además del papel de ciertos camaradas como voceros y representantes públicos del partido, particularmente su papel de alentar una cultura de aprecio, promoción y popularización de nuestro presidente, su conjunto de obras, método y enfoque —con el periódico como el centro, el eje y el "andamiaje" organizativo del movimiento revolucionario en general—, hacen mucha falta propagadores de la línea del partido que lo hacen de manera convincente, y en el sentido correcto, luchadores y organizadores a favor de esa línea: personas que consideran que sea su misión, y que se guían por la visión y la línea del partido, salir a la sociedad y luchar en serio por esta línea, ganar a otras personas hacia ella, organizarlas en el movimiento revolucionario y luchar para que ellas se conviertan en comunistas y luego que ingresen al partido una vez que hayan dado ese salto a ser comunistas, y el papel de estos voceros y representantes del partido por un lado y el de estos propagadores, luchadores y organizadores de su línea por otro se coinciden de maneras importantes. Incluso con un aumento relativamente pequeño en las filas de las personas que se hayan ganado firmemente a hacerlo, podríamos hacer avances importantes y cambios importantes en la construcción del movimiento por la revolución. Necesitamos tener una orientación consciente en torno a esto y prestarle una atención sistemática dentro y fuera de las filas del partido. Es necesario alentar esto cada vez más dentro del partido mismo y entre los que más simpatizan y toman posición con el partido en cualquier momento dado, pero también entre las personas de los movimientos y luchas más amplios que están avanzando y se les está ganando por primera vez a la posición comunista revolucionaria por medio de nuestro trabajo sistemático basado en la línea de nuestro partido.

Hace falta plantear el reto mucho más directamente, en especial a la juventud pero también a otros que son atraídos a nuestro partido y a su línea comunista revolucionaria —incluso antes de dar el salto de ingresar al partido pero como un aspecto crucial de ir en esa dirección—, de que tienen que ir más allá de ser atraídos por la idea de la revolución y contemplar "desde fuera" si creen que se puede ganar a más personas a esa idea y convertirla en una fuerza política realmente poderosa — tienen que dar el salto de ponerse a la altura del reto y asumir ellos mismos la responsabilidad de construir el movimiento revolucionario, desempeñando un papel enérgico en determinar cómo hacer que esto suceda y hacer que ocurra en los hechos. De aquí en adelante es necesario que la dirección del partido y el partido en conjunto le presten más atención seria y sistemática a esto — y desarrollen y pulan más un enfoque básico al respecto.

Un conocimiento aún más profundo y la realidad viva de "Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución"

En vista de todo eso, deberíamos captar más plenamente todo lo que encarna la orientación estratégica: "Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución". Nos hace falta un conocimiento más profundo de esta orientación y su aplicación más consecuente y sistemática: de parte del propio partido; por lo que se refiere a la orientación y la actividad práctica de los "Club Revolución"; y en un sentido general. Ésta no es una consigna simplemente para la resistencia. Por otro lado, tampoco es una consigna que tiene por objeto alentar discusiones escolásticas en abstracto (en un sentido negativo) de cómo el mundo podría ser diferente y cómo la gente tiene que cambiar o la idea de que en primer lugar tenemos que cambiarnos a nosotros mismos antes de que podamos cambiar el mundo. Todo lo contrario. Nos hace falta cambiarnos a nosotros mismos —y una creciente cantidad de personas tiene que participar en cambiarse a sí mismas y a otra gente— en el contexto y en el proceso de hacer la revolución y cambiar el mundo. De eso se trata "Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución" — y la unidad dialéctica de los distintos aspectos y la lucha que todo esto conlleva. Todo eso tiene por objetivo y se prepara para la revolución.

Cuando las masas quieran desafiar y luchar contra la opresión, les debería quedar claro —y esto tiene mucho que ver con el trabajo revolucionario con sentido— sobre todo para las masas que en cualquier momento dado son atraídas hacia el partido y a lo atractivo de todo lo que representa, que hacia esto es a donde deberían ir: hacia la vanguardia, hacia el movimiento en torno a la vanguardia. Cuando quieran bregar con los problemas, las contradicciones y las dificultades de cómo las propias personas van a cambiarse a sí mismas para poder llegar a ser revolucionarias y para ponerse a la altura de hacer la revolución, hacia esto es a donde van: hacia la vanguardia y el movimiento revolucionario a su alrededor. No se trata de ir a ninguna otra parte ni de hacer ninguna otra cosa para resistir la opresión del sistema y para hacer de esa resistencia una parte de forjar un movimiento para eliminar este sistema y avanzar hacia el objetivo final del comunismo, sino de lo que se trata es de ir con este partido y con el movimiento para la revolución con este partido en el centro.

El partido en su conjunto tiene que interiorizar esto además de luchar por ello y ganar a ello a una creciente cantidad de personas que son atraídas al partido. Como he venido recalcando, ellas mismas tienen que asumir esto —no como "un acto de fe" sino sobre la base de estar convencidas por medio de lucha con sustancia y ciencia— de pasar "desde afuera" y desde el agnosticismo a entrar al proceso y asumir ellas mismas con energía el reto de forjar este movimiento para la revolución con el partido al centro de todo eso.

Tenemos que darle a todo eso una expresión organizada — no con fines económicos y no con una "cultura económica" ("El movimiento lo es todo, el objetivo final no es nada") sino con una cultura revolucionaria y con propósitos comunistas revolucionarios. Tenemos que darle varias formas de esta expresión organizada sobre la base de aplicar esta línea comunista revolucionaria y ninguna otra de manera consecuente y sistemática y de luchar por la misma, y de luchar constantemente para facilitar que esta línea y ninguna otra esté en la posición dirigente y guía en un sentido general. Tenemos que llevar a cabo enérgicamente el proceso de preparar mentes y organizar fuerzas —para la revolución— y ganar a otras personas a reconocer esta necesidad decisiva.

Forjar un movimiento para la revolución y nada menos

Con esto retomemos la respuesta a la pregunta: ¿y ahora qué hacemos? Hacemos la revolución: "Luchamos contra el poder, y transformamos al pueblo, para la revolución"; llevamos a cabo el conjunto general del "quéhacerismo enriquecido" con las dos piedras angulares; formamos a luchadores para esta revolución, que tengan una misión de ganar a otros a la línea de este partido y de organizarlos en torno a esta línea y en este movimiento revolucionario con el partido en el centro, con la guía de esta línea y ninguna otra; tenemos que preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución. Eso es lo que estamos haciendo y lo que deberíamos estar haciendo ahora mismo y a lo largo del proceso general de acelerar mientras que aguardamos el surgimiento de una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones y millones. No lo digo en el sentido de que ahora mismo y en ausencia de las condiciones objetivas y de los millones de personas preparadas para luchar por esto, tengamos en la mira la toma del poder, sino en el sentido de que todo lo que hacemos no es sino forjar un movimiento hacia el objetivo de la revolución, la verdadera revolución.

Es decisivo que nos mantengamos firmemente fundamentados y que apliquemos de manera consecuente nuestra estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado. Que quede muy claro: el hecho de que esta charla recalca tanto la importancia del análisis de clases —un análisis materialista dialéctico y no un "análisis de clases" reificado y reduccionista— no quiere decir que lisa y llanamente debemos "aceptar" y en los hechos seguir a la cola de los puntos de vista espontáneos de otras fuerzas de clase (¿qué esperas? —así es la gente de la pequeña burguesía— no se puede hacer nada al respecto") y no luchar en su contra, ni, por otra parte, que debemos asumir una actitud sectaria hacia las fuerzas pequeño burguesas y otras personas que espontáneamente se acercan a ese punto de vista y de plano "descartarlas" — que, cabe reconocer, es una situación en que hoy se halla la gran mayoría de la gente, incluida la mayoría de las masas básicas. No, lo importante de todo eso es fortalecer nuestra comprensión del materialismo dialéctico y nuestra capacidad de aplicarlo de manera viva y tener una apreciación más plena y más profunda de la estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado y de la relación correcta entre los dos aspectos: el Frente Unido, y la Dirección del Proletariado. Pero esto solamente es importante, y correcto, precisamente como una estrategia para la revolución —una revolución que tiene como objetivo final el comunismo— y ninguna otra cosa. Ejecutar esta estrategia supone forjar amplios movimientos de masas y organizaciones de masas en que las personas abordan las cosas desde diferentes puntos de vista y con diferentes objetivos específicos, en particular en torno a las principales concentraciones de las contradicciones sociales (por ejemplo vea al respecto, "Puntos esenciales de orientación revolucionaria — en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución"16). Esto supone el proceso de unidad-lucha-unidad y a lo largo de este rico proceso, cómo se puede llevar a primer plano los intereses revolucionarios del proletariado —en el sentido más completo y no en un sentido limitado y reificado— y preparar el terreno para la revolución.

Volviendo a un tema que se repite en esta charla, en un sentido fundamental una u otra clase va a tomarse las riendas; y esa clase, dirigida por sus representantes políticos principales, va a trabajar para forjar soluciones que considera que concuerdan con su manera de ver los problemas, de acuerdo al punto de vista, los intereses y las aspiraciones típicos de esa clase. La única manera en que se podría llevar a primer plano los intereses revolucionarios del proletariado y por fin tomarse las riendas, y forjar la solución concreta que concuerde con los intereses de la gran mayoría de las personas y a la larga toda la humanidad, es que los comunistas se mantengan firmemente fundamentados en todo eso y a lo largo de la complejidad general de unidad-lucha-unidad y la ejecución general de la estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado, luchen constantemente para llevar a primer plano estos intereses y objetivos revolucionarios y de esta forma sienten las bases —en los frentes político, ideológico y, sí, organizativo, preparar mentes y organizar fuerzas— para cuando se dé la situación en que se pueda librar la lucha por la toma del poder, cuando se desarrolle una situación revolucionaria en los hechos, cuando una crisis revolucionaria llegue a ser muy aguda y cuando surja un pueblo revolucionario de millones y millones (tal como señala Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, que incluye "Sobre la posibilidad de la revolución" y "Puntos esenciales de orientación revolucionaria — en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución").

A lo largo de todo eso, deberíamos tener firmemente en mente la cuestión fundamental de que el partido en sí es la expresión más importante y decisiva de organización de las masas, que en los hechos encarna los intereses más elevados del proletariado como clase y a la larga la emancipación de la humanidad.

Además del partido, las otras organizaciones y entidades que siguen la línea del partido tienen importancia, como los "Club Revolución" y las librerías revolucionarias. Además, se necesita desarrollar otras formas que den expresión al movimiento para la revolución y una cultura de desafío, resistencia, revolución y comunismo. De nuevo, un elemento importante de todo esto debería ser desencadenar la creatividad de una cantidad creciente de personas de muchas formas y dimensiones diferentes, en especial las y los jóvenes pero también otras personas —en un sentido general sobre la base de la línea comunista revolucionaria del partido y con esa guía— con la finalidad de crear nuevas formas de lucha además de nuevas formas de organización que en conjunto contribuyan al proceso de forjar un movimiento para la revolución.

* * * * *

Así que a manera de conclusión: hemos hablado del "retorno a las montañas Chingkang"17. Hemos hablado de volver a fundamentar aún más plenamente nuestro partido en una línea y orientación comunista revolucionaria, de aplicar esa línea en los hechos y de transformar la realidad sobre esa base, por medio de todas las curvas, giros y vaivenes que inevitablemente eso supondrá. Como se ha recalcado anteriormente —pero que se tiene que seguir recalcando—, en primer lugar lo importante es hacer la revolución, transformar radicalmente el mundo y avanzar al comunismo en todo el mundo. Todo esto no tiene ningún otro propósito. No debemos orientarnos a ninguna otra cosa, pues tenemos que entender claramente que las demás cosas (las demás ideas y programas, etc.) que se presenten como diversión —o que objetivamente constituyen una diversión o distracción— del camino revolucionario y de nuestro objetivo de avanzar al comunismo, son cosas que tenemos que abordar, sí, pero luchar para quitar del camino en un sentido fundamental. Pues, si no lo hacemos y si no se hace la revolución, las masas seguirán sufriendo innecesariamente las horrendas consecuencias de vivir bajo el dominio de este sistema que desde hace mucho ha caducado. Aunque, como señala de manera clara y poderosa la Constitución de nuestro partido, la situación no tiene que ser así, y sin que hagamos la revolución, la situación permanecerá así —esta ironía cruel seguirá atormentando y torturando a las masas populares y a toda la humanidad—, se perpetuará este horror cuando en realidad hace mucho que pasó el momento en que se debiera haber barrido del escenario de la historia.

Como dice el Manifiesto de nuestro partido:

Ha habido revueltas y sublevaciones, rebeliones de masas, conflictos armados y hasta revoluciones en que sociedades y las relaciones entre distintas sociedades se transformaron de maneras importantes. Han caído imperios, se han eliminado monarquías, han sido derrocados esclavistas y señores feudales. Pero, por cientos y miles de años, mientras que muchas vidas se sacrificaban en estas luchas, por voluntad o sin ella, siempre resultaba que al dominio de un grupo de explotadores y opresores lo reemplazaba el de otro — de una forma u otra, una pequeña parte de la sociedad seguía monopolizando la riqueza, el poder político y la vida intelectual y cultural, dominando y oprimiendo a la gran mayoría y en repetidas ocasiones librando guerras contra estados e imperios rivales.

Pero una vez más esto ya no es necesario. La situación no tiene que ser así, y el que siga así por generaciones —o el que se hagan adelantos radicales importantes y que se haga todo lo posible en cada momento para avanzar hacia el objetivo del comunismo— depende de nosotros y de las otras personas que se ganen hacia el punto de vista y los objetivos comunistas y que los asuman. Y todo eso y ninguna otra cosa es lo que debe motivarnos e importarnos en lo fundamental en todo lo que hagamos.

Notas

1. La charla de Bob Avakian, "Hacer la revolución y emancipar a la humanidad", aparece en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008 y está en línea en revcom.us en revcom.us/avakian/makingrevolution/makingrevolution-pt1-es.html (parte 1) y revcom.us/avakian/makingrevolution2/makingrevolution-pt2-es.html (parte 2); "Salir al mundo — como una vanguardia del futuro" es una charla que se pronunció en la primera parte de 2008 y apareció por entregas en Revolución Nos. 156, 157, 159, 160 y 161 (febrero-abril 2009); El comunismo y la democracia jeffersoniana, en inglés, está en línea en audio en revcom.us/avakian y en forma de texto en revcom.us/Comm_JeffDem/Jeffersonian_Democracy.html, y en forma de un folleto basado en la charla editado por RCP Publications, 2008. [regresa]

2. El Camarada Damián García fue un muy querido militante del PCR. Lo asesinaron agentes a sueldo de la policía de Los Ángeles el 22 de abril de 1980. Dos semanas antes izó la bandera roja sobre El Álamo en lugar de la tejana como parte de la campaña de organizar las acciones revolucionarias del Primero de Mayo de 1980. La "Declaración con motivo de la muerte de Damián García" de Bob Avakian salió en Obrero Revolucionario (ahora Revolución) #51, 25 de abril de 1980. Una parte de esta se cita en su autobiografía From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist (Chicago: Insight Press, 2005), pp. 408-409. [regresa]

3. Ardea Skybreak, Chicago: Insight Press, 2006. La serie de artículos en que se basa este libro se halla en español en revcom.us. Esta cita aparece en "La ciencia de la evolución. La evolución de los seres humanos: 6d. Los dos mayores saltos en la evolución de los homínidos", Obrero Revolucionario (ahora Revolución) #1182, 12 de enero de 2003. [regresa]

4. "Cuestiones estratégicas" es una charla de Bob Avakian de mediados de la década pasada. El Obrero Revolucionario (ahora Revolución) publicó partes de la charla en los números 881 y 884-893 (noviembre de 1996-febrero de 1997) y 1176-1178 (24 noviembre-8 diciembre 2002). Están en http://revcom.us/chair_s.htm. [regresa]

5. Al parecer hoy, este partido se llama el Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta) después de haberse fusionado con otro grupo. Una discusión más amplia de las diferencias fundamentales del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, con la línea y la dirección que este partido ha adoptado cada vez más en los últimos años, se halla en "Sobre lo que pasa en Nepal y lo que está en juego para el movimiento comunista: Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN [M], 2006)", publicado en Revolución #160 (29 marzo 2009) y en línea en http://revcom.us/a/160/nepal-article-es.html. Un documento en formato pdf, Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN [M], 2006), está en línea en http://revcom.us/a/160/Letters-es.pdf. [regresa]

6. "El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa" es una charla que dio Bob Avakian a fines de 1989, que salió en la revista Revolución #60 (otoño de 1990). [regresa]

7. Se habla de la nueva síntesis de Bob Avakian en "Hacer la revolución y emancipar a la humanidad", partes 1 y 2, en línea en revcom.us; Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008, que contiene "Hacer la revolución y emancipar a la humanidad"; El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, septiembre de 2008, en línea en revcom.us, en Revolución #143 y en forma de folleto de RCP Publications, 2008; y "La nueva concepción de la revolución y el comunismo: ¿Qué es la nueva síntesis de Bob Avakian?", un discurso pronunciado en varias ciudades del país en la primavera de 2008, en línea en revcom.us/a/129/New_Synthesis_Speech-es.html. [regresa]

8. ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, que salió en la revista Revolución #50, enero de 1982. [regresa]

9. "Conversación de Bob Avakian con unos camaradas sobre epistemología: Sobre conocer, y cambiar, el mundo", Obrero Revolucionario (ahora Revolución) #1262, 19 de diciembre de 2004; reimpreso en la revista Un Mundo Que Ganar #2006/32. [regresa]

10. Bob Avakian, "Un 'acto de fe' y un 'salto' al conocimiento racional: Dos cosas muy distintas, dos cosmovisiones y métodos radicalmente diferentes", Revolución #10 (31 julio 2005) en línea en rwor.org/a/010/cosas-muy-distintas-dos-cosmovisiones-s.htm. [regresa]

11. Bob Avakian ha hablado de la "cuestión de George Jackson" en "Otro vistazo a George Jackson", una parte de la serie "Vencer las dos grandes cuestas: Más ideas acerca de conquistar el mundo", en el Obrero Revolucionario (ahora Revolución) No. 968 (9 de agosto de 1998), en línea en http://revcom.us/a/v20/960-69/968/jack_s.htm. [regresa]

12. "Sobre la posibilidad de la revolución" salió en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), pp. 79-89; en Revolución #102; y en línea en http://revcom.us/a/102/possibility-es.html. [regresa]

13. Además de la Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, se halla una discusión del "quéhacerismo enriquecido" y las dos piedras angulares en "Hacer la revolución y emancipar a la humanidad", partes 1 y 2, en revcom.us; en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008); y en el discurso "Hacer la revolución en Estados Unidos" que salió por partes en el periódico Revolución a partir del número 148 y que está en línea en http://www.revcom.us/a/148/speech-es.html. [regresa]

14. Vea el artículo de Bob Avakian, "Después de las elecciones, un punto básico de orientación: A las masas… con la revolución", en Revolución #149, 30 de noviembre de 2008, en línea en http://revcom.us/a/149/avakian_on_election-es.html. [regresa]

15. Revolución, número especial 144, en línea en http://revcom.us/a/144/BNQ-es.html. [regresa]

16. "Puntos esenciales de orientación revolucionaria — en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución", Revolución #102 (23 de septiembre de 2007), en línea en revcom.us/a/102/crucial-points-es.html y en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, 1º de mayo de 2008. [regresa]

17. La frase "retorno a las montañas Chingkang" es del título de un poema de Mao Tsetung y se usa en este contexto en referencia al proceso de revitalizar y revigorizar el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, como vanguardia comunista revolucionaria que emprenda plenamente sus responsabilidades como tal. [regresa]

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