Borrador del Programa, Parte 2 La
nueva economía socialista Introducción El maoísmo considera el desarrollo económico como un todo interdependiente, y lucha por que sea articulado e igualitario. Toma en cuenta las necesidades urgentes e inmediatas de la sociedad, y las metas y efectos de largo plazo del desarrollo económico-social. El capitalismo explota los recursos humanos y materiales según la ley de las ganancias, y mide con ese estrecho criterio el crecimiento económico. El socialismo, por el contrario, aplica criterios sociales; por ejemplo, el uso de las tierras de cultivo tiene repercusiones sobre la salud y el ambiente; el “ambiente construido por el hombre” (residencias, edificios y espacios públicos, y sistemas de transporte) expresa los valores de la sociedad y moldea la vida cotidiana. En la sociedad socialista, esos criterios forman parte de la planificación económica. Para construir el socialismo en lo que era Estados Unidos, el estado proletario prestará atención a ciertas relaciones y transformaciones económico-sociales, entre ellas:
Será necesario establecer prioridades y planificación para estos problemas complejos y cruciales. No es posible resolverlos y guiar el desarrollo de manera racional, consciente y viable sin establecer un sistema de planificación en toda la sociedad socialista y, fundamental y muy profundamente, en todo el mundo (al nivel del comunismo mundial). La planificación socialista combina la coordinación a nivel de la sociedad con las particularidades, iniciativa y experimentación al nivel local, y se apoya en las masas. I. Transformar la agricultura En este país, la población que trabaja en el sector agrícola, dueños de granjas y trabajadores agrícolas, es pequeña (de por sí y en proporción al resto de la población). Mientras exista la contradicción entre industria y agricultura, o sea mientras sean sectores cualitativamente diferentes y separados, la agricultura seguirá siendo la base de la economía. La producción agrícola es sumamente importante para el funcionamiento de la sociedad estadounidense; será una cuestión crucial para la revolución proletaria en la toma del poder y la transformación socialista. Al tomar el poder, el proletariado fomentará un desarrollo agrícola racional que garantice la producción de alimentos suficientes y sanos; que aliente prácticas ambientales y biológicas sanas; y que sostenga a los productores agrícolas. En la reorganización de la agricultura, el proletariado dará prioridad al establecimiento de la propiedad estatal lo más rápida y ampliamente que sea posible, apoyándose en los trabajadores agrícolas. Por medio del estado, el proletariado nacionalizará los grandes monopolios de insumos y productos agrícolas (la agroindustria) que hoy dominan los medios de producción, la distribución de productos agrícolas y la investigación. Los reorganizará según los principios citados arriba y los pondrá al servicio de las masas en todo el país. Al expropiar los bancos y otros organismos financieros, el proletariado cancelará las hipotecas y deudas que agobian a la gran mayoría de los agricultores. La propiedad privada de la tierra y de los medios de producción agrícolas es un obstáculo para la utilización y el desarrollo de la agricultura en beneficio de la sociedad. El proletariado tomará una medida importante para transformar esa situación y sentar las bases para el desarrollo racional y equilibrado de la agricultura: nacionalizará la tierra, es decir la tierra pasará a ser propiedad de la sociedad en la forma de propiedad del estado. La nacionalización será el eje de la estrategia del proletariado para ganarse aliados entre los agricultores y para desarrollar la agricultura socialista. De inmediato, con la toma del poder, el proletariado expropiará sin compensación las tierras de los dueños de grandes extensiones de tierras que no las cultivan y de los grandes ranchos que contratan mano de obra. Esas tierras, equipo, construcciones y otros activos de capital pasarán a manos de los trabajadores agrícolas o a pequeños agricultores semiproletarios (pequeños dueños de tierras que también trabajan por un salario) con el establecimiento de granjas estatales. O, donde eso todavía no sea posible, los agricultores recibirán tierras para que las cultiven por su cuenta. En el caso de la gran mayoría de los granjeros pequeños, medianos o hasta relativamente grandes, que explotan poca o ninguna mano de obra, recibirán parcelas de tierras nacionalizadas para que las cultiven por su cuenta, con la condición de que no se opongan a la revolución. Esta orientación se aplicará a muchos productores de maíz y trigo, entre otros. Con estas acciones y con la firme consolidación del poder del proletariado y las primeras transformaciones de la industria en una dirección socialista, se abrirá cancha al desarrollo rápido y equilibrado de una agricultura socializada. Tras la nacionalización inicial de la tierra, el proletariado, apoyándose ante todo en los trabajadores agrícolas y secundariamente en las masas de agricultores (relativamente) no explotadores, elevará la producción en las tierras expropiadas y del estado. Y, en un tiempo relativamente corto, podrá socializar la propiedad y el uso de equipo, construcciones, etc., y la producción agrícola en general. Para repetir, todo eso se logrará principalmente estableciendo granjas estatales mediante nacionalización (de diversas extensiones, según las condiciones particulares). Para que los granjeros apoyen estas medidas, el proletariado no puede recurrir a la coacción política. Tendrá que convencer a esos aliados de que tal socialización es el único camino para superar las condiciones del capitalismo que los exprimen, arruinan o aplastan. Pero el proletariado no puede congraciarse con las inclinaciones de pequeño propietario de estos agricultores, pues eso debilitaría la alianza y los empujaría, junto con otras fuerzas medias, hacia el campo enemigo. En los sectores agrícolas en que la propiedad individual tenga predominio, como cereales, y donde en general no existan condiciones favorables para establecer de inmediato la producción agrícola estatal, el proletariado incidirá mediante el control de los sectores de insumos y producción, y guiará a los agricultores hacia la cooperación y propiedad socialistas. Estos cambios serán parte de la lucha general para superar las divisiones entre agricultura e industria, y entre ciudad y campo. El estado proletario comenzará a eliminar esas divisiones desarrollando industria, transporte y comunicaciones en las zonas rurales, y asignará recursos para superar las desigualdades sociales, educativas y similares entre campo y ciudad. Con esas medidas, muchos agricultores verán que un ingreso estable del estado por su trabajo ofrece una seguridad mucho más concreta que los programas de “apoyo” del capitalismo, que jamás satisfacen sus necesidades. En todo esto, como se señaló, el proletariado se apoyará principalmente en la gran población de trabajadores agrícolas. De inmediato tendrán trabajo y formarán la principal fuerza para consolidar el dominio proletario en las zonas rurales y para aplicar los programas para la transformación socialista de la agricultura. De inmediato, la miseria en que los trabajadores agrícolas han tenido que vivir será abolida. Se establecerán prioridades especiales para la construcción de vivienda digna y diversos servicios, como la salud, para satisfacer sus necesidades básicas. El estado socialista suspenderá el uso de los nocivos químicos que perjudican la salud del trabajador agrícola y de la población en general. Para aplicar estos programas, el proletariado hará hincapié en superar la historia de opresión y robo de tierras de los agricultores de las nacionalidades negra, chicana y amerindia, y en satisfacer las necesidades especiales de los agricultores de las nacionalidades oprimidas. (Véase el apéndice “Eliminar la opresión nacional y la supremacía blanca”). II. Transformar las ciudades y eliminar la división entre zonas urbanas y rurales Una tarea importante del socialismo, como se señaló, es eliminar paso a paso la división histórica entre ciudad y campo. La descentralización será el principio básico. Las ciudades socialistas no serán centros de abultadas burocracias y excesivo consumo alimentados por el saqueo imperialista, con grandes sectores de “sirvientes” y servicios. Las regiones rurales no vivirán aisladas del resto de la sociedad en un estado de atraso social y económico. La revolución creará nuevos lazos entre ciudad y campo, entre agricultura e industria, y entre las masas trabajadoras de los dos sectores. Planificación urbana maoísta: Ciudades y desarrollo urbano-suburbano de nuevo tipo Se restringirá conscientemente el tamaño de las ciudades. Mediante su reestructuración, se orientarán a producir para satisfacer sus propias necesidades; por ejemplo, se desarrollarán bases urbanas de producción alimenticia. La nueva organización socio-económica y de construcción integrará vivienda, trabajo y comunidad, con pequeñas fábricas en los barrios, participación vecinal en diversas actividades productivas, y teatros y huertas comunitarias cerca de las residencias y centros de trabajo. Las masas irán tomando conciencia del entorno urbano y moldeando a conciencia los patrones de desarrollo. La ciudad socialista se basará en un “espacio social” de nuevo tipo: una unión de actividades culturales, sociales y económicas que genere “solidaridad social”, en lugar de la anterior enajenación. Se detendrá y revertirá el desarrollo tradicional en las zonas suburbanas. Dejarán de ser bastiones de segregación y privilegio. Se eliminará el extremo aislamiento social de los suburbios, con su estructura basada en casa y automóvil propios. Se contrarrestará el crecimiento de las manchas urbano-suburbanas, y sus autopistas, centros comerciales y sobreexplotación de la tierra, con medidas que integran trabajo, vivienda y comunidad. Construcción socialista y zonas rurales El proletariado pondrá fin a la extrema pobreza y aislamiento de las zonas rurales, como el sur de Texas, los montes Apalaches y el delta del Misisipí. Con recursos materiales y humanos, impulsará el desarrollo de la industria, agricultura, transporte y comunicaciones, así como servicios de salud, educación y recreo. Esas medidas irán reduciendo la brecha urbano-rural y alentando la plena participación de la población rural en las actividades de la sociedad. El proletariado desencadenará la iniciativa de la juventud para tomar la delantera en la organización de nuevas comunidades y para participar en la transformación de las existentes. La socialización de la agricultura, y la gran cantidad de trabajadores agrícolas y no agrícolas de las zonas rurales, constituirán una base y fuerza importante para la transformación integral de esas zonas. Se impulsará el desarrollo de ciudades pequeñas y pueblos (como los que han ido desapareciendo a causa del crecimiento anárquico del sistema de carreteras interestatales dependiente de gasolina y diesel). Eso ayudará a repartir las fuerzas productivas a lo largo y ancho del país, y será un gran paso hacia la superación de la división ciudad-campo, y hacia el desarrollo y uso equilibrados de la tierra. Como meta global, la nueva sociedad buscará que la población viva más cerca a las tierras donde se producen los alimentos, y que se vincule más a la producción agrícola. Para superar la brecha ciudad-campo, industria-agricultura, jugará un papel importante el principio socialista de “intercambiar experiencias”: las masas de diversos sectores y regiones sociales y económicos comparten conocimientos y aprenden de la práctica y lucha de cada quien. III. “Desarrollo socialista sustentable” y ecología La revolución proletaria en Estados Unidos representará un gran cambio para el equilibrio ambiental mundial. El imperialismo ha generado un patrón destructivo e ineficiente de actividad económica y desarrollo industrial. Su naturaleza expansionaria ciega, con ganancias al mando, su cada vez mayor explotación de la naturaleza como mercancía, y sus guerras y armas de destrucción masiva estrangulan los ecosistemas fundamentales del planeta. A continuación, algunos importantes principios del “desarrollo socialista sustentable”: El proletariado buscará un control social consciente de la producción. Para ello, será necesario conservar el equilibrio ambiental, es decir, regenerar los ecosistemas y su capacidad de asimilar los desechos de la actividad productiva humana, y usar los recursos naturales a favor del desarrollo social, no de la acumulación de riquezas por unos pocos. Al reconstruir y reestructurar la economía con criterios radicalmente diferentes, de inmediato el nuevo estado tomará medidas para revertir los daños ambientales de siglos de desarrollo capitalista. Por ejemplo, limpiará con urgencia los basureros tóxicos y, en los planes económicos de corto y largo plazo, buscará solucionar los problemas de contaminación del suelo, aire y agua, especialmente la difícil eliminación de los desechos radiactivos. En conexión con otras transformaciones de la sociedad, el nuevo estado desarrollará paso a paso una tecnología, sistemas agroindustriales e infraestructura según las normas de productividad económica, racionalidad ecológica y justicia social. Los sistemas de transporte ya no se centrarán en el automóvil y las carreteras. Será necesario eliminar el absurdo derroche de petróleo para desplazarse a centros de trabajo muy distantes. Todo el nuevo desarrollo, reestructuración e investigación dará prioridad a sistemas de transporte público seguros y eficientes. La economía socialista combinará producción en gran escala con producción diversificada en pequeña escala. Se establecerán sistemas de reciclaje y usos múltiples de materiales y productos (a diferencia de la práctica de usarlos una sola vez y en una sola esfera de producción), de eliminación de desechos y de conservación de recursos a todos los niveles de la sociedad y la economía. El sistema de producción no dependerá de distantes fuentes de insumos, pues se abastecerá dentro de las economías regionales y locales. La nueva economía irá reduciendo –entre otras cosas– la dependencia de tecnologías de hidrocarburos contaminantes y no renovables, y desarrollará tecnologías alternativas ecológicas, como energía solar, termal y de viento. Será necesario movilizar a las masas para solucionar problemas ambientales, combinando conocimientos y experiencias directas con conocimientos científicos generales. Por medio de campañas de concientización de masas, cultura y otras esferas, el estado socialista popularizará la idea de que la humanidad es el guardián del planeta para las generaciones de hoy y el futuro. Y la nueva sociedad se propondrá interpenetrar con la naturaleza de forma planificada. La población profundizará y ampliará su conocimiento y apreciación de la riqueza del mundo natural. IV. Planificación: Arma crucial El proletariado fomentará la planificación de la economía basada en la propiedad estatal de los grandes medios de producción industrial, la nacionalización de la tierra y la mayor transformación hacia la propiedad estatal en la agricultura. La planificación socialista tomará en cuenta relaciones cruciales: los diversos sectores industriales y agrícolas; los diversos niveles de socialización de la propiedad que se han alcanzado en un momento dado, junto a la existente propiedad privada de pequeña escala en producción y distribución; las diversas regiones del país y las respectivas necesidades y deficiencias de desarrollo; ciudad y campo; tecnología, ambiente y salud; y las necesidades de la revolución mundial. En la planificación socialista, tendrá mucha importancia la distribución de la fuerza laboral en las diversas regiones del país y esferas de la economía. En el capitalismo, las decisiones básicas de dónde y cómo trabajar parecen elecciones individuales. Pero el funcionamiento del mercado y la dinámica de la acumulación capitalista rigen esas decisiones: las industrias crecen y se contraen; las regiones son objeto de inversión o abandono; la economía se expande o entra en crisis. La competencia anárquica de los capitalistas determina las necesidades y oportunidades de empleo. Ciertos sectores sociales han recibido educación y “credenciales”, mientras que millones de pobres y oprimidos tienen fuerzas creativas que la economía de las ganancias al mando no necesita en absoluto. Grandes sectores de la población están desempleados o subempleados, y todo mundo corre el peligro de perder el empleo. En el socialismo, el trabajo se orientará a lo que el proletariado necesita para continuar la revolución y construcción económica socialistas, y la revolución mundial. El partido movilizará, como fuerza dirigente, a sus propios militantes y a otras personas conscientes de clase que se ofrecen de voluntarias para ir a las zonas con los problemas más difíciles. Y, en general, por medio de las escuelas, fábricas, comités barriales, etc., y con la dirección unificada del partido y del estado, todo el pueblo se movilizará para cumplir los requisitos del plan en diversas regiones y esferas económicas. ¿Se trata, en esencia, de “asignar” o “mandar” gente a ciertos trabajos? No, aunque habrá que asignar el trabajo. Para solucionar ese problema, la economía socialista tendrá que apoyarse ante todo en la actividad consciente del pueblo. Como parte de la aplicación de las metas y objetivos del desarrollo económico y las necesidades y prioridades del plan socialista, se organizarán amplios debates al respecto en toda la sociedad. La elaboración del plan también será producto de un proceso similar sobre la dirección de la sociedad. En otras palabras, la gente aceptará nuevos trabajos, consciente de lo que representan y a lo que sirven. El plan coordinará la distribución del trabajo social, pero a la vez se generará un ambiente y se darán movimientos y debates de las masas de modo que estas vayan actuando con mayor conciencia y voluntad según las necesidades de la sociedad. Como variará el nivel de compromiso con los intereses globales de la sociedad, será necesario organizar lucha sobre estos asuntos. Será necesario impulsar una planificación socialista y un crecimiento articulado que eleve el dominio colectivo de las masas sobre la economía, y restrinja y reduzca las desigualdades regionales, económicas y sociales... a diferencia del desarrollo deformado y desequilibrado del capitalismo. La planificación combinará dirección unificada con iniciativa y administración local. Y debe desencadenar las capacidades, creatividad y experimentación a nivel local. Con la planificación, el proletariado tiene un arma crucial para ejercer y fortalecer el control sobre la economía e impulsar su transformación socialista. Pero la planificación en sí no es lo mismo que el socialismo ni lo garantiza. Además, para que siga siendo planificación socialista, no se puede dejar solamente en manos de los planificadores (los trabajadores intelectuales y funcionarios de tiempo completo). Para llevar a cabo la planificación socialista, el estado, con la dirección del partido, debe investigar y aprovechar la experiencia e ideas de las masas. Será necesario organizar a las masas para valorar esas experiencias y dar sugerencias sobre la planificación, a nivel local así como a nivel nacional. Se tendrá que sistematizar y sintetizar todo eso, y elaborar un plan general para la economía que, a su vez, las masas tendrán que estudiar, debatir y aplicar. La sociedad socialista está en movimiento, es dinámica y se caracteriza por transformaciones trascendentales. Un plan socialista no es una camisa de fuerza, sino una manera de guiar conscientemente el desarrollo económico. En la vida, nada avanza en línea recta. Surgirán muchas cosas nuevas y experiencias en el curso de aplicar el plan, en especial un plan de largo plazo, digamos de cinco años. Es más, se operarán cambios grandes e inesperados: desastres naturales, cambios en la situación política y en la lucha de clases, en el país y en el mundo. Por tales razones, es necesario valorar constantemente la aplicación del plan. Tiene que haber un plan flexible, que permita ajustes ante nuevas condiciones. La planificación, como otros aspectos de la transformación y desarrollo de la economía y demás esferas de la sociedad en una dirección socialista, es un proceso de lucha: contra los métodos burocrático-burgueses y contra quienes los practican. Para llevar a cabo la planificación socialista en aras de los intereses del proletariado, es absolutamente necesario integrar a las masas y, de más importancia, apoyarse en ellas, con la dirección de una línea y métodos marxista-leninista-maoístas científicos. En la planificación, como en todo, la política revolucionaria tiene que estar al mando. Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta
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