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El borrador del nuevo programa del PCR,EU

Borrador del Programa, Parte 2


.Consolidar el nuevo poder proletario, 
construir instituciones radicalmente nuevas

El proletariado derroca a la burguesía y toma el poder. Esa frase expresa una verdad fundamental: el nuevo poder político se sostiene sobre el poder armado de las masas; para establecerlo, el proletariado y las masas oprimidas tienen que derrotar las fuerzas armadas de la burguesía por medio de una lucha resuelta.

Una vez que se logre eso, surge un nuevo problema: ¿cómo destruir las viejas estructuras de poder e instituciones políticas y, en su lugar, crear otras nuevas que representen a las masas y se apoyen en ellas para dirigir y rehacer la sociedad de acuerdo a sus intereses y al servicio de la revolución mundial?

Tras las insurrecciones armadas y la guerra civil, cuando con el vaivén de la batalla el proletariado avanza hacia la victoria, derrocando las fuerzas enemigas y apoderándose de más y más territorio, se plantean nuevas tareas.

Será urgente movilizar a las masas para que tomen control de las viejas instituciones y estructuras, y empiecen a dirigirlas para consolidar el poder y el funcionamiento del nuevo estado proletario. Y con la victoria final de la guerra revolucionaria, habrá que desarrollar plenamente nuevas estructuras e instituciones que concreten el ejercicio de poder del proletariado y los profundos cambios que traerá.

Inmediatamente después de la victoriosa guerra revolucionaria habrá un alto nivel de entusiasmo; las masas participarán directamente en la vida política y social, en las decisiones y la práctica en toda esfera de una manera que ni siquiera podemos imaginar hoy. Pero, por enormes que sean esos cambios, serán solo los primeros pasos en el camino hacia una sociedad donde las masas se hagan cargo de la administración en toda esfera sin la intervención de un estado. Será necesario desde un principio hacer una ruptura radical con el pasado para consolidar plenamente el nuevo poder proletario y establecer los cimientos para futuros avances.

Romper radicalmente con instituciones políticas burguesas

El partido concentra los intereses más elevados del proletariado. Por eso, le corresponde desempeñar el papel de dirigir a las masas a forjar las nuevas instituciones; pero eso no implica simplemente nombrar a militantes del partido, o elegir a representantes de los trabajadores o masas oprimidas, a las viejas instituciones o a nuevas instituciones con la misma estructura que las viejas.

El estado burgués es una fuerza hostil contra las masas, por encima de ellas. Sus leyes, reglas y protocolos las mantienen sin poder, como intrusos que se presentan ante las autoridades con la cabeza agachada.

Hay que barrer todo eso y forjar nuevas instituciones que encarnen el nuevo poder proletario. Las nuevas reglas y estructuras apuntarán a eliminar todas las divisiones opresivas de la sociedad, y a hacerlo de la única manera posible: movilizando a sectores cada vez mayores de las masas a ejercer el poder de una forma radicalmente nueva.

Por ejemplo, si se elige a trabajadores como jueces, pero los tribunales siguen por encima de las masas con las mismas reglas y procedimientos que antes, esos trabajadores/jueces se volverán opresores del pueblo y los tribunales volverán a ser instrumentos de dictadura burguesa sobre las masas.

O pongamos el ejemplo del Congreso y la presidencia, y la estructura paralela en los estados y las ciudades. Los políticos que ocupan cargos de poder son fieles y despiadados servidores de la burguesía. Ese sistema electoral y de gobierno alimenta la ambición y la corrupción y, lo más importante, mantiene a las masas en un estado de pasividad política y de ignorancia de los mecanismos del poder político.

Por eso, hay que desmantelar esas instituciones y reemplazarlas con otras que integren a los líderes y las masas, que dinamicen y movilicen a las masas para revolucionar todos los niveles de la sociedad. Eso se aplica a toda institución de la sociedad.

Destruir lo viejo y crear lo nuevo

La destrucción de lo viejo y la construcción de lo nuevo están estrechamente vinculadas: en la lucha revolucionaria para tomar el poder, el partido y las masas forjan nuevas formas de organización y, a la hora de la insurrección, se forja el ejército revolucionario del proletariado.

Esas nuevas organizaciones y alianzas, dirigidas por el partido, gravitan sobre la participación de las masas, y son el precursor y el embrión de las nuevas instituciones del estado que representa al nuevo poder de la clase trabajadora y sus aliados. Por ejemplo, las organizaciones de las comunidades oprimidas que luchan contra el enemigo y bregan por resolver colectivamente los problemas de las masas (a medida que crezcan y asuman responsabilidad durante el desenvolvimiento de la situación revolucionaria) formarán parte de las estructuras de base del poder proletario, tras el derrocamiento de la burguesía.

Asimismo, en la lucha antes de la toma del poder, se crearán organizaciones de trabajadores en las fábricas y centros de trabajo que desempeñarán un importante papel en la administración de base de la sociedad. Además, antiguas organizaciones, como los sindicatos, que se han transformado en organizaciones combativas en el curso de la lucha revolucionaria, se integrarán al sistema general de organización y administración revolucionaria de las masas.

Prestarán atención a las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores, pero su función principal será movilizarlos para librar lucha política y participar en la administración al nivel de fábrica, etc. Secundariamente, con la política en primer plano, los movilizarán para la producción socialista.

A todo nivel de la sociedad y en todos los nuevos órganos de poder político, el partido más que nada se apoyará en las masas, y trabajará para movilizar constantemente a sectores mayores a participar en la tarea de dirigir y transformar la sociedad.

Será clave establecer estructuras institucionales de dirección y administración que unan: representantes de las masas; técnicos y administradores; y cuadros del partido. Esa “triple integración” ligará a las masas a la administración y disminuirá las divisiones entre expertos, técnicos, etc., por un lado, y las masas, por el otro.

En la China socialista, se forjó ese modelo de dirección y administración durante la Gran Revolución Cultural Proletaria con los comités revolucionarios. Simplificaron los cuerpos de dirección y administración y, fundamentalmente, aumentaron la participación de las masas en las funciones y la dirección de la sociedad.

Las fuerzas armadas del estado proletario

Las fuerzas armadas de la revolución proletaria jamás llegarían a la victoria si tuvieran la misma estructura que las fuerzas armadas burguesas.

El propósito de las fuerzas armadas burguesas es librar guerras reaccionarias en contra de los intereses de la gran mayoría de la gente, tanto de Estados Unidos como del mundo. Eso se patentiza en sus estrategias de combate y su organización interna: una jerarquía dictatorial, autoridad absoluta de los comandantes y, sobre todo, la intimidación de los soldados rasos, que no conocen a fondo las verdaderas razones de las guerras en que pelean ni los planes y la orientación que guían las campañas y batallas. Esas fuerzas armadas están envenenadas de supremacía blanca y supremacía masculina; la violación es su derecho como botín de guerra.

En contraste, las fuerzas armadas de la revolución proletaria se basarán en una estructura simplificada, que integrará a los soldados y los oficiales, sin saludos militares ni privilegios para los rangos superiores. Se organizará constantemente educación política, diálogo y lucha ideológica con la participación de oficiales y soldados a fin de elevar la conciencia respecto a las metas y la naturaleza de la guerra que libran, de batallas y campañas específicas, y de otras importantes cuestiones políticas de la sociedad y el mundo.

El ejército revolucionario organizará campañas educativas y lucha contra el racismo y lo combatirá implacablemente, de la misma forma que se hará en la sociedad en general. (Véase el apéndice “Eliminar la opresión nacional y la supremacía blanca”). Las mujeres no serán botín de guerra; participarán plenamente en el ejército proletario como camaradas y comandantas. La violación será imperdonable, y cualquier miembro del ejército que la cometa recibirá la pena máxima.

El ejército del proletariado representa los intereses fundamentales de las masas y lucha por ellos; a diferencia de las fuerzas armadas burguesas, estará estrechamente ligado a las masas y se apoyará en ellas.

Aparte de las fuerzas regulares del ejército, las masas se incorporarán a millones a milicias locales para participar en la lucha armada y defender el nuevo poder. En la lucha contra las fuerzas armadas de la burguesía, las fuerzas armadas revolucionarias las desintegrarán y se ganarán a la mayor cantidad posible de sus soldados a la causa revolucionaria: los reeducarán y los integrarán a las fuerzas armadas de la revolución proletaria, de acuerdo a sus principios básicos.

El proceso de consolidar las fuerzas armadas del nuevo estado proletario será muy complejo, pues una vez que madure la situación revolucionaria y se inicie la lucha armada para derrocar a los imperialistas, es posible que varios ejércitos peleen contra el viejo orden, cada cual con su propio estandarte, y no el del proletariado consciente de clase.

Donde sea el caso, el partido y el ejército revolucionario del proletariado tendrán que entablar relaciones con esas fuerzas y tomar en cuenta su programa y acciones. Cuando sea necesario (y posible) para avanzar la lucha general, el ejército revolucionario del proletariado se unirá y se coordinará con esas fuerzas, pero planteará y luchará por su propia línea y su propio programa, que solo puede realizarse mediante la revolución proletaria y está al servicio de ella.

El ejército revolucionario del proletariado, bajo la dirección del partido, tendrá que desempeñar un papel de vanguardia en el campo de batalla para aplastar las fuerzas armadas reaccionarias. Por medio de ese proceso, será posible y necesario triunfar en el campo de batalla y consolidar un ejército revolucionario unificado del nuevo estado proletario, bajo la dirección del partido.

El ejército revolucionario, bajo la dirección del proletariado, luchará con una determinación, heroísmo y disciplina voluntaria y consciente que ningún ejército burgués jamás tendrá porque su causa y, por lo tanto, los métodos que emplea, son justos. Una vez que la guerra revolucionaria triunfe y el proletariado haya consolidado el poder, todo eso se aplicará y se desarrollará más profundamente.

Los mismos principios básicos se aplicarán para destruir las viejas instituciones —por ejemplo, la policía, las fuerzas de seguridad y los tribunales— y crear las nuevas, y para elaborar y defender las leyes y medidas del nuevo gobierno.

No será suficiente elaborar una nueva constitución que concentre esos principios; habrá que desencadenar la actividad consciente de las masas bajo el liderazgo del partido para que participen en todo aspecto de la vida política, y vigilen y supervisen los órganos de poder y el liderazgo. Habrá que apoyarse en las masas para suprimir a la burguesía derrocada y otros contrarrevolucionarios, y ejercer una autoridad implacable sobre ellos: castigarlos por sus crímenes, aplastar su resistencia y hacerlos sujetarse a los dictados de la clase trabajadora.

Solo así se establecerá firmemente la dictadura del proletariado sobre la burguesía y se podrá emprender la transformación socialista y el desarrollo de la economía y otras esferas de la sociedad como parte de la revolución proletaria mundial. Solo así el poder político, por el cual millones lucharon e hicieron grandes sacrificios, estará en manos de las masas.

Conclusión

El fermento revolucionario que surge durante y después de la insurrección armada creará las condiciones para movilizar a millones de masas a ejercer el poder estatal. Las formas orgánicas de ese nuevo poder dependerán de las condiciones concretas, la iniciativa y experimentación colectiva de las masas, y su experiencia en la lucha.

Los nuevos órganos de poder deben incorporar tanto las nuevas fuerzas como las más experimentadas, e integrar los órganos de base a la estructura administrativa de la nueva sociedad. Deben estimular la participación de las masas en debates sobre las cuestiones políticas cardinales de la sociedad. En todo eso, el partido debe dar liderazgo y orientación para que los intereses y la concepción del mundo del proletariado revolucionario estén al mando.


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