Borrador del
Programa, Parte I
¡El mundo es intolerable ¡De todos los tiranos y opresores del mundo, ninguno ha causado más indecible sufrimiento ni cometido más incalificables injusticias contra la gente del mundo que la clase dominante de Estados Unidos! Los cimientos de este país fueron el genocidio y la esclavitud. Es expansionista hasta el tuétano. A partir de las agresiones a Puerto Rico, Cuba y Filipinas en 1898, pasando por Irak y Yugoslavia un siglo después, ha despachado tropas, cometido actos de guerra y organizado intervenciones de la CIA más de 150 veces. Ha impuesto y parapetado dictaduras militares por todo el mundo. Para ensanchar su imperio de explotación y no, como se dice, para promover paz y libertad, ha peleado en dos guerras mundiales, y ha matado a millones en incontables guerras y matanzas por todo el mundo. Al final de la II Guerra Mundial, le soltó dos bombas atómicas a Japón para inaugurar el “siglo americano” sembrando muerte y sufrimiento. Predica el “imperio de la ley”, pero pisotea el derecho internacional y viola los tratados. La clase dominante de este país se ha trepado a punta de saqueo y sangre a la cima del sistema capitalista imperialista, un sistema de explotación global, de dominación política y militar, y de encarnizada rivalidad entre las propias potencias imperialistas. Dicen que la “globalización” ofrece oportunidades para todos por parejo. Pero la estructura del sistema mundial se basa en una profunda división entre ricos y pobres, y se ensancha a diario. Con el insaciable afán de convertirlo todo en un medio para exprimir ganancias privadas, y con los monstruosos métodos de guerra que usan para defender y extender su predominio, los imperialistas tumban bosques, contaminan el agua y el aire, ponen en peligro la atmósfera y devastan sistemas ecológicos. En una palabra, están destruyendo el planeta. No se les puede confiar. Además de haber causado enorme sufrimiento a muchas generaciones, cada día destruyen más el ambiente, lo que perjudicará a muchas generaciones por venir en todo el mundo. Tumbar este sistema es una necesidad urgente de los oprimidos y explotados de todo el mundo. En Estados Unidos, nuestro reto y responsabilidad es hacer la revolución lo más pronto posible en las entrañas de esta poderosa bestia imperialista. El Partido Comunista Revolucionario, EU declara abiertamente un firme compromiso y dedicación a dirigir a las masas de este país a hacerlo como parte de la revolución proletaria mundial. Los imperialistas dicen que el mundo no puede ser diferente. Quieren que la gente se crea la gran mentira de que el comunismo es un fracaso y que el sistema capitalista ha triunfado para siempre. Dicen que esto es lo máximo que puede alcanzar la humanidad. Pero, ¿qué dice la realidad? En todo el mundo, y en el mismo Estados Unidos, el sistema imperialista ha resultado ser una catástrofe total. Pensemos en el hambre mundial. El duro trajín de cientos de millones de trabajadores, campesinos y agricultores produce suficientes alimentos para que todos los habitantes del planeta coman lo necesario. Sin embargo, casi un billón de personas pasan hambre y muchas más pasan la vida a un paso del hambre. ¿Qué mundo quieren forzarnos a aceptar los capitalistas? Proclaman que los mercados llevan prosperidad y libertad, pero eso no oculta ni cambia la cruel realidad del mundo capitalista que describió Carlos Marx, con su concentración de riqueza en un polo, y de miseria y trabajo agobiante en el otro. Pasemos la vista por el mundo. Veamos a Tailandia, Filipinas y muchos otros países, donde a las niñas de ocho y nueve años las hacen trabajar por salarios de miseria en fábricas de juguetes... o las ofrecen como juguetes sexuales a hombres de negocio y soldados de otros países. Veamos a África, donde los huérfanos recorren el campo en busca de ayuda porque el SIDA ha arrasado pueblos enteros, pero las grandes compañías farmacéuticas les niegan medicinas y recorren el mundo en busca de mayores ganancias. Veamos a México, donde los trabajadores se rompen el lomo en maquiladoras gringas de alta tecnología produciendo televisores y piezas de computadoras, pero viven en ciudades perdidas sin electricidad y se les mueren los niños de enfermedades como el cólera porque no hay alcantarillado ni agua potable. ¿Y qué ha hecho Estados Unidos cuando el pueblo de esas naciones no aguanta más y se alza en armas? Desde la II Guerra Mundial, Estados Unidos, sus aliados y sus capataces han matado a millones, textualmente, en Corea, Vietnam, Centroamérica, Palestina y muchos sitios más. Veamos a Guatemala, uno de los muchos países asolados y torturados, donde el gobierno mató a más de 200.000 personas con el beneplácito y la ayuda de Estados Unidos. Imaginemos a una campesina de las montañas que logra escapar cuando el ejército Made in USA mata a todo su pueblo; sigámosla cuando huye de ese horror a Estados Unidos... donde la Migra y los paramilitares la cazan como a un animal. Veamos al mismo Estados Unidos, donde nos dicen que la vida es mucho mejor. Pero, ¿cómo es la vida de millones en la supuesta tierra de la oportunidad? Preguntemos a la misma campesina guatemalteca, que ahora es “ilegal” y limpia edificios de oficinas o casas grandes, pero vive en un cuarto con una docena de personas. Preguntemos a los padres y madres negros y latinos, que se sacrifican para que sus hijos vivan mejor, pero la policía los maltrata y los mata como perros simplemente porque son morenos o porque no saben inglés. Preguntemos a las mujeres, blancos de la dominación y la violencia de los hombres, quienes llevan marcado con fuego en la psique que en cualquier momento las pueden golpear o violar. Preguntemos a los que viven en la calle y comen lo que encuentran en la basura, a la sombra de relucientes rascacielos y restaurantes elegantes. Preguntemos a los proletarios que trabajan en las empacadoras de los estados sureños desplumando y descuartizando 90 pollos por hora, a una velocidad inhumana, con el capataz apurándolos todo el tiempo. Dicen que la clase media lo tiene todo, ¿pero qué clase de vida les ofrecen? Preguntemos a los que trabajan en servicios sociales: a los maestros que quieren ayudar a sus alumnos y tropiezan con el currículo impuesto y las escuelas deterioradas; o a los profesionales de la salud que no pueden atender a los pacientes a conciencia porque se lo impiden las compañías de seguros y las corporaciones que dominan la “industria” médica. Otros de la clase media trabajan sin parar en trabajos llenos de stress que no tienen valor para la sociedad. Es cierto que muchos de la clase media viven con comodidades, pero viven aislados de la gente común y no tienen poder para decidir cómo usar los recursos de la sociedad para bien de la humanidad. Esta es una sociedad donde todo —hasta la ciencia, el arte, la educación y la información— es mercancía y está deformado por los intereses de la clase dominante: donde progresa lo que se vende o refuerza al sistema, pero se reprime, margina o elimina lo que no se vende o lo que cuestiona al sistema. Esta es una sociedad donde los valores y la mentalidad capitalista de “usar o ser usado” y de “cuánto me toca a mí” lo colorea todo, incluso las relaciones más personales. ¿Y los jóvenes? Hay que preguntarles cómo es vivir en un mundo que sofoca y extingue su curiosidad, osadía, imaginación y energía creativa. Donde la policía los agrede día y noche, y los hace “besar el pavimento” para quebrar su espíritu indomable. Donde la “educación” es totalmente distinta para ricos y pobres, y a estos ni siquiera les enseñan a leer y los encaminan a cursos “vocacionales” para que sean la nueva generación de esclavos asalariados... o se sumen a los más de dos millones de presos. Donde se ataca y criminaliza la ropa y la música que les gusta, y hasta su hablado. Que nos digan, más que nada, cómo ven el futuro... y contestarán que en este sistema la vida no vale nada y el futuro es un callejón sin salida. Los grandes capitalistas se jactan de que “este es el mejor mundo que puede existir”. Lo es: ¡para su clase! Pero para los proletarios que trabajan en fábricas, hospitales y hoteles, en zonas urbanas, suburbios, pueblos y en el campo, y para los oprimidos del mundo, ¡es un infierno total! Decir que este terrible estado de disparidad global es lo mejor que puede existir es confesar que este sistema es un fracaso total, incapaz de brindarle un futuro mejor a la mayoría de la humanidad. El capitalismo es la fuente de todo este sufrimiento Todas estas injusticias y desigualdades son el resultado del sistema capitalista imperialista. ¿Cuál es la esencia de este sistema? La ganancia. ¿Cuál es la fuente de la ganancia? La explotación. ¿Cuál es el credo del sistema? Expandirse o morir. O sea, el capital explota la mano de obra a un nivel cada vez más profundo, más cruel y más global. El capital traslada las granjas de la agroindustria, las líneas de montaje y las maquiladoras de un país a otro en busca de los salarios más bajos, el transporte, la energía y los materiales más baratos, y las peores protecciones sociales y ambientales. Utiliza la tecnología más avanzada para acelerar el ritmo de trabajo y despedir a millones de obreros. Incorpora en su red de explotación global las relaciones económicas y sociales más retrógradas. Devasta países enteros y desplaza a millones de punta a punta del planeta en busca de trabajo. Extiende sus mercados y medios de comunicación para vender productos, controlar mentes y comercializar culturas. Crea “milagros” económicos cuando le conviene y, de la noche a la mañana, esas economías se desploman (el peso se devalúa en México, los mercados financieros se van a pique en Asia oriental) y millones quedan sin forma de ganarse la vida. Tal es el capitalismo mundial. Es un sistema en que una pequeña clase de explotadores monopoliza la gran industria, la aplicación de la ciencia y la tecnología, y sistemas de comunicaciones altamente desarrollados. ¿Y qué pasa en el mundo? Miles trabajan juntos para producir algo. Pero ese trabajo se organiza de modo que contribuya a la acumulación de capital; dueños particulares se apropian y controlan la riqueza producida socialmente... para empezar otra ronda de producción de ganancias. Por eso, los que trabajan la tierra y operan las máquinas no tienen seguridad material. Por eso, la promesa liberadora de la nueva tecnología (que es producto del trabajo de millones) acaba siendo una nueva pesadilla de explotación, control y brutalidad. Por eso, al desarrollo económico y social no lo guía el esfuerzo consciente de la humanidad; lo guía, en cambio, la competencia y la ceguera del sistema de ganancias. ¿ES NECESARIO TANTO SUFRIMIENTO HUMANO? ¡NO! ¡TODO ESTE SUFRIMIENTO ES TOTALMENTE IRRACIONAL Y COMPLETAMENTE INNECESARIO! El mundo no tiene que ser así, ¡y no se quedará así! Por todo el mundo, las nubes de horrible sufrimiento y profundo descontento están formando tormentas de rebelión, que braman con más furia en las guerras populares revolucionarias maoístas. El Partido Comunista Revolucionario, EU afirma su adhesión a los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas unidos en el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) y a la causa común de la revolución proletaria y la lucha por un mundo comunista. ¡LOS IMPERIALISTAS JAMÁS HARÁN JUSTICIA! Los 500 años del capitalismo han demostrado a la perfección cómo es su sistema. ¡BASTA! El proletariado se emancipará a sí mismoy a toda la humanidad Como dice el Manifiesto Comunista: “La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros”. El proletariado es la clase que solo vive a condición de encontrar trabajo y lo encuentra únicamente mientras su trabajo enriquece a otros: la clase capitalista. El trabajo colectivo del proletariado es la base de la sociedad y produce enormes riquezas; pero un pequeño grupo de explotadores capitalistas se roba esas riquezas, como “propiedad privada”, y luego explota más al proletariado. Los proletarios están atrapados en un círculo vicioso: tienen que trabajar para vivir pero cuanto más trabajen, cuanto más riqueza produzcan, más se roban los capitalistas y más acrecienta su poder. Como individuos, los proletarios no pueden cambiar esa situación de esclavitud. PERO COMO CLASE SÍ TIENEN UNA SOLUCIÓN REVOLUCIONARIA. El proletariado es una clase internacional. Hoy está más altamente socializada y conectada que nunca. Muchachas y niños producen ropa y zapatos en maquiladoras de China o Bangladesh por 10 ó 20 centavos la hora. Otros proletarios los empacan; otros los transportan a muelles y aeropuertos; otros los descargan, transportan y venden en distintas partes del mundo. En Estados Unidos hay un proletariado que es parte de esa clase internacional. La clase trabajadora de este país es grande y diversa; sus sectores más explotados son muchos millones que no tienen nada que perder y serán la columna vertebral de la lucha revolucionaria. Muchos trabajan en zonas fabriles pequeñas de barrios centrales pobres y de suburbios por salarios de miseria, produciendo, por ejemplo, los chips de computadora de la economía de la informática. Otros trabajan en talleres de costura de grandes ciudades que casi no han cambiado en 100 años. Unos se paran en las esquinas todos los días con la urgente necesidad de que los contraten aunque sea unas horas. Los trabajadores agrícolas también son parte del proletariado: cosechan y empacan alimentos, y se conectan con los trabajadores que los transportan a centros de distribución, donde otros trabajadores los congelan y almacenan. La disciplina y la experiencia que da el trabajo colectivo día tras día, así como la lucha colectiva para subsistir, fortalecerá la lucha del proletariado. Además, la experiencia de los muchos inmigrantes proletarios que lucharon contra el imperialismo en su país (en Centroamérica, el Medio Oriente, etc.) contiene lecciones valiosas para toda la clase. Muchos otros proletarios viven enrejados en los proyectos de vivienda pública, en “una comunidad dentro de una comunidad”. Muchos subsisten con trabajos de miseria, chanchullos o jales y actividades semicriminales, y acaban en la cárcel. Muchos son jóvenes, y su actitud es desafiante y osada. La burguesía los ve como un polvorín, les teme y los mantiene bajo la bota. La clase trabajadora también tiene millones en esferas importantes de producción que durante una época recibieron mejores salarios y prestaciones, pero ahora su seguridad laboral, condiciones de trabajo y salario están bajo ataque. Eso sienta las bases para atraerlos a la causa común de la lucha revolucionaria de su clase, el proletariado. La experiencia y la disciplina que gran cantidad de esos obreros han adquirido trabajando colectivamente (y muchos, también, en huelgas y otras luchas) fortalecerán la causa del proletariado. Cuando estos diferentes sectores unen sus fuerzas y las suman a la de los sectores más explotados, que son la columna vertebral de la lucha revolucionaria, el proletariado estadounidense tiene la capacidad de dirigir una lucha revolucionaria para tumbar al monstruo imperialista. El proletariado ocupa una poderosa posición estratégica en la base de la producción capitalista imperialista. ES un ejército de sepultureros del capitalismo en potencia, pero ese potencial se le oculta a la sociedad y al mismo proletariado. La burguesía hace lo imposible para que las masas de proletarios no capten que tienen intereses comunes ni reconozcan su misión como clase. Crea una situación atroz en que tienen que competir unos contra otros para conseguir trabajo y subsistir. Riega ideas y mentiras racistas sobre las costumbres de otros grupos. Tapa lo que tienen en común los proletarios de distintas nacionalidades y el hecho de que sus diferencias les dan fuerza. Eso no quiere decir que el proletariado no pueda cumplir su misión revolucionaria. Lo que quiere decir, lo que demuestra patentemente, es que el proletariado necesita un destacamento avanzado y organizado políticamente, un partido de vanguardia, para reconocer y realizar su misión revolucionaria. El partido de vanguardia se basa en la ideología que concentra el punto de vista y los intereses revolucionarios del proletariado como clase: el marxismo-leninismo-maoísmo. Aplica sistemáticamente dicha ideología al trabajo político para desenmascarar la naturaleza del sistema capitalista imperialista y forjar la lucha general del pueblo contra el sistema; para poner en primer plano la misión revolucionaria del proletariado; y para fortalecer continuamente las filas del partido por medio del reclutamiento y capacitación de individuos de inclinaciones revolucionarias del proletariado y de otros sectores. De ese modo, el partido habilita al proletariado consciente de clase para dirigir al pueblo a luchar contra el sistema capitalista y, finalmente, a tumbarlo y transformar toda la sociedad como parte de la revolución proletaria mundial. En este país, ese partido es el Partido Comunista Revolucionario, EU. Cuando el proletariado se levanta bajo la dirección del partido, y empieza a entender la naturaleza y la misión histórica de su clase, el ejército en potencia de obreros, desempleados, dependientes de salario mínimo, oficinistas, ayudantes de enfermería, residentes de proyectos, camioneros y braceros se vuelve un ejército concreto capaz de hacer la revolución y de transformar la sociedad. ¿Cuán poderoso es el proletariado? Potencialmente, es muy poderoso. El comunismo: La revolución proletaria se distingue de todas las revoluciones anteriores de la historia humana. Su meta no es reemplazar un grupo de explotadores con otro; es reorganizar la sociedad humana y todo el mundo a partir de una base totalmente nueva al abolir la explotación y la desigualdad social en todos los rincones del planeta. La meta fundamental y la misión histórica del proletariado es el comunismo, un mundo en que dejará de existir la división de los seres humanos en clases. Con el fin de las clases vendrá la abolición del estado, la máquina para mantener la dominación de una clase por otra. No habrá naciones y se eliminará la guerra. Tampoco habrá proletariado, como clase, ni partido de vanguardia. En el comunismo desaparecerá la subordinación esclavizadora de la humanidad a la división del trabajo que dicta que unos solo hagan labores manuales y otros el trabajo intelectual, o que los hombres dirijan la sociedad y las mujeres críen a los hijos. Se cerrará la brecha entre la ciudad y el campo. La vida humana tendrá enorme variedad y riqueza: cada persona podrá trabajar en la producción y crear arte, realizar experimentos científicos y debatir el futuro del planeta y del universo, educar a las nuevas generaciones y administrar la sociedad... y dedicar tiempo a la recreación, la diversión y la celebración. El trabajo no será esclavizador, sino productivo, creativo y satisfactorio. Todos trabajarán cooperativamente y contribuirán lo más que puedan a la sociedad; todos recibirán de la sociedad lo que necesiten y quedará un excedente para el desarrollo general. El dinero dejará de existir pues no se necesitará. Esto se resume en el lema comunista que Marx planteó: ¡De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades! Con el fin de las clases y las diferencias de clase se produce la ruptura más radical con las ideas tradicionales. La realidad se abordará con una orientación científica. No habrá necesidad de inventar “dioses” que supuestamente dominan el mundo natural y determinan el destino de los seres humanos. El conocimiento no será propiedad privada de una élite, y la humanidad abordará la realidad del mundo natural con sus misterios, sorpresas y desafíos de modos novedosos. Los seres humanos entenderán que son usufructuarios del planeta y ni se les ocurrirá perjudicar, por un beneficio a corto plazo, el mundo que heredarán las generaciones futuras. La imaginación humana echará a volar en una forma que no se puede concebir en la actual sociedad de clases. Desaparecerán las ridículas nociones de que un grupo es superior a otro. La humanidad celebrará su diversidad y, por primera vez en la historia, los individuos se comportarán como parte de una comunidad mundial libremente asociada. Visto desde las alturas, el planeta se verá tal como es la sociedad: sin fronteras. Esto puede sonar como el cielo, pero no lo es; es una meta racional y alcanzable en la tierra. Los hombres y las mujeres no serán ángeles pero la inmensa mayoría serán comunistas, con la base material e ideológica para proceder de manera consciente a su propia transformación y a la del mundo sin lucha violenta ni represión política. El comunismo no es el fin de la historia; mientras exista la humanidad, la historia continuará. Cada generación desafiará a la anterior y traerá nuevos cambios. La ciencia, la tecnología, las ideas y las instituciones perderán vigor y lo nuevo las suplantará. Pero el cambio, el desarrollo y la lucha ya no generarán conflicto social antagónico. No habrá más guerras, cárceles ni represión política. El socialismo: Una transición al comunismo Entre el capitalismo y el comunismo se extiende la era de la revolución socialista. El socialismo es un modo de producción, una forma de dominación de clase (la dictadura del proletariado) y un período histórico de transición del capitalismo al comunismo. La revolución socialista es un avance histórico gigantesco para la humanidad que lleva a abolir instituciones centenarias de opresión y explotación. Este futuro ya se ha vislumbrado en los grandes logros revolucionarios de nuestra clase en el siglo pasado, especialmente en la Unión Soviética de 1917 a 1956 y en China, donde el proletariado conquistó el poder, gobernó de 1949 a 1976 y dio grandes pasos por el camino socialista. En unos pocos años, el gobierno del proletariado básicamente eliminó los horrores cotidianos del capitalismo, empezando con el hambre. Las mujeres caminaban por la calle a cualquier hora del día o de la noche sin temor a violencia física o sexual. China, que tenía más de 70 millones de adictos, eliminó la drogadicción en unos pocos años. La revolución socialista alcanzó su punto más alto en China durante la Gran Revolución Cultural Proletaria. Cientos de millones de personas desenmascararon, combatieron y derrotaron varias tentativas de restaurar el capitalismo. Esa lucha logró que la revolución siguiera por el camino socialista y revolucionó el partido. El pueblo cambió la estructura de la sociedad y su propia concepción del mundo. La visión rectora de la sociedad era “servir al pueblo”. Los trabajadores tumbaron las barreras de campos prohibidos; entraron en las ciencias, la educación y el arte, armaron grandes debates y operaron transformaciones revolucionarias. A la larga, las revoluciones de la Unión Soviética y China fueron derrotadas, ¡pero no fracasaron! Nacieron en un mundo en que el imperialismo era mucho más fuerte. Crecieron en un “suelo” de donde no se había extirpado completamente el capitalismo (con su desigualdad, atraso y visión egoísta), de donde solo se puede extirpar de raíz mediante un largo proceso histórico. De ese suelo nacieron nuevas fuerzas burguesas empeñadas en restaurar el capitalismo. En varias coyunturas decisivas, esas revoluciones jóvenes le hicieron frente al poder del viejo orden en pruebas de fuerza cruciales. El hecho más significativo no es que finalmente las derrotaran ni que cometieran errores ante problemas de una magnitud nunca vista. No, lo más significativo, lo extraordinario, es todo lo que alcanzaron a hacer en el tiempo relativamente corto en que detentaron el poder, lo mucho que avanzaron hacia el comunismo e inspiraron al mundo con un vistazo del futuro. A fin de tergiversar y de esconder de las masas esta historia revolucionaria, la burguesía dice que esas derrotas demuestran que la sociedad socialista jamás funcionará. Pero los comunistas auténticos han hecho un balance de las verdaderas lecciones de estas experiencias revolucionarias. Contemplando el desarrollo histórico, esos retrocesos de la revolución socialista apenas son reveses pasajeros en el camino a la meta final de un mundo comunista. El proletariado es una clase joven y aprende de sus derrotas tanto como de sus logros. Como un niño que aprende a caminar, al principio se cae. Pero aprende de sus pasos en falso, fortalece las piernas y un día caminará, correrá y escalará la montaña más alta: la abolición de todas las clases y las diferencias de clase. La dictadura del
proletariado: Todas las sociedades divididas en clases esencialmente son dictaduras de una clase sobre otra. En la sociedad capitalista, la burguesía posee y controla los principales medios de producción (o sea, las grandes fábricas, minas, ferrocarriles, etc., por medio de los cuales se produce lo necesario para la vida). Como consecuencia, la burguesía domina la vida política de la sociedad e impone su voluntad mediante una combinación de represión y engaño. Aunque la burguesía estadounidense tiene un discurso superdemocrático, ejerce una despiadada dictadura. La maquinaria de esa dictadura abarca la rama ejecutiva y la burocracia del gobierno, centenares de miles de policías y agentes de inmigración, los tribunales y las repletas cárceles, la CIA y el FBI, y las asesinas fuerzas armadas. Esa dictadura apunta contra cualquier amenaza al dominio del capital. Seamos muy claros: si el proletariado no derrota militarmente a esas fuerzas; si no las aplasta, castiga rigurosamente a los mayores criminales y controla firmemente a los demás; si no manda firmemente a los capitalistas derrocados, las masas ni siquiera podrán alzar la cabeza. Si los agentes del capitalismo tienen libertad de conspirar para imponer la explotación, pues las masas no tendrán libertad de eliminarla. Y a la inversa, para que las masas tengan libertad de transformar la sociedad, tiene que aplicarse una dictadura a los enemigos mortales de esa transformación. Las victorias iniciales de la revolución socialista no eliminarán de inmediato todas las relaciones del capitalismo. De los rezagos de las relaciones capitalistas surgirán nuevas fuerzas burguesas que lucharán por el poder, hasta que desaparezca completamente el suelo de donde nacen. La dictadura del proletariado es absolutamente necesaria durante toda la transición al comunismo: para prevenir la contrarrevolución, para realizar transformaciones socialistas y para apoyar la revolución comunista en otras partes del mundo. Nuevos órganos de poder político La dictadura del proletariado, sin embargo, es una forma de gobierno fundamentalmente distinta a todas las anteriores. El nuevo poder requerirá, primero que todo, la participación constante de millones en la vida política y en la administración de la sociedad y el estado, además de la producción. Por primera vez, los trabajadores (y en general las masas de oprimidos) tendrán poder para controlar su propio destino. Todo esto se dará en una sociedad que acaba de salir del capitalismo y de una guerra civil muy destructiva, rodeada por países imperialistas y reaccionarios. Por eso el proletariado tendrá que consolidar rápidamente el poder político y empezar a reconstruir la economía con normas socialistas. Los nuevos órganos del poder proletario serán radicalmente distintos a los que reemplazan. Pongamos por ejemplo el sistema del Congreso y la presidencia, y la estructura paralela en los estados y las ciudades. La burguesía controla ese sistema y lo utiliza para mantener a las masas en un estado de pasividad política. El proletariado tiene que desmantelar esos órganos de poder burgués, esos órganos de dictadura sobre las masas populares, y reemplazarlos con órganos de poder que integren a los líderes y las masas, que dinamicen y movilicen a las masas para revolucionar más todos los niveles de la sociedad. Este contraste básico entre lo viejo y lo nuevo se verá claramente en el ejército. El nuevo ejército revolucionario del proletariado se destacará por una alta conciencia política e iniciativa consciente de sus soldados, estrechos lazos con el pueblo, y unidad entre oficiales y bases. Además, las masas del nuevo estado participarán en las milicias revolucionarias que, en coordinación con las fuerzas armadas regulares, salvaguardarán al estado proletario de la agresión militar de los estados imperialistas y de las tentativas de tumbarlo de otros reaccionarios. Los ejércitos burgueses son todo lo contrario: tienen una estricta jerarquía, a los soldados les enseñan con malos tratos a tratar mal al pueblo, ignoran los motivos de fondo de las campañas en que matan y mueren, y el ejército está por encima del pueblo y contra él. La destrucción de los viejos órganos de poder y la creación de los nuevos estarán íntimamente ligadas al crear nuevas instituciones. Por ejemplo, las organizaciones de masas que surjan en las comunidades y en las fábricas antes de la lucha revolucionaria y en el curso de ella serán el embrión de las nuevas formas de poder. En esos nuevos órganos de poder, a todo nivel de la sociedad, el partido (que seguirá siendo la vanguardia del proletariado en el estado socialista) se apoyará primero que todo en las masas: debe incorporar constantemente gente nueva al trabajo de gobernar la sociedad, de aplastar la resistencia de la burguesía derrocada y otros elementos contrarrevolucionarios, y de transformar la sociedad. Esa es la única forma de poner y afianzar en las manos de las masas el poder político, por el que millones habrán luchado y realizado sacrificios; esa es la única forma de establecer firmemente la dictadura del proletariado sobre la burguesía, y de llevar a cabo la transformación y el desarrollo socialista de la economía y todas las demás esferas de la sociedad. La economía socialista La revolución socialista eliminará la locura capitalista de poner las ganancias por encima de todo y de expandirse o morir. El sistema económico no será algo externo, misterioso y dominante para el pueblo; por el contrario, los trabajadores, cada vez más, lo transformarán conscientemente y serán sus amos, conforme a los intereses de la clase trabajadora. Se eliminará la obscena acumulación de enormes riquezas por unos pocos. Se satisfacerán las necesidades del pueblo: su derecho a trabajo, vivienda, comida, servicios de salud y florecimiento cultural, así como su necesidad básica de seguir transformando la sociedad como parte de la revolución proletaria mundial. El primer paso crucial será expropiar y socializar la propiedad de los principales medios de producción, es decir, hacerlos propiedad común del pueblo, ya sea como propiedad estatal o como propiedad colectiva de grandes grupos de trabajadores. El estado instituirá planificación económica socialista, y regulará y guiará la producción social para servir a las masas y a la revolución. Un principio de la economía socialista será “empezar por los más necesitados”, es decir, dar prioridad a reconstruir y mejorar los ghettos, los barrios pobres y las zonas rurales necesitadas. Otro principio importante es que la gente es el recurso más valioso. Se respetará a los discapacitados, los ancianos y a muchos otros que el capitalismo descarta. El estado dedicará recursos a integrarlos de lleno a la vida social y política, y a la producción. La revolución socialista terminará la dominación económica de Estados Unidos en los países oprimidos de Asia, África y Latinoamérica. Construirá una economía autosuficiente que no dependerá de la explotación y el saqueo de la gente y los recursos de otros países. El proletariado seguirá una pauta de “desarrollo socialista sustentable” para proteger el ambiente. Corregirá paso a paso la destrucción de los bosques, el suelo, el agua y el aire. Desarrollará sistemas industriales y agrícolas que sean productivos según las normas de productividad económica, racionalidad ecológica y justicia social. En general, la nueva sociedad se propondrá interactuar con la naturaleza de una forma planificada que preserve los sistemas ecológicos, y promueva mayor conocimiento y respeto de la diversidad del mundo natural. El estado socialista se apoyará en las masas de proletarios agrícolas para consolidar el poder en el campo y transformar la agricultura. El proletariado se aliará con agricultores pequeños, medianos e incluso grandes, especialmente los que explotan poca o ninguna mano de obra. Avanzará rápidamente a socializar la propiedad de la agricultura. El primer paso será expropiar de inmediato las propiedades de las grandes agroindustrias, de los grandes ranchos que explotan trabajadores en gran escala y de los dueños de grandes extensiones de tierras. La gran mayoría de los agricultores que no explotan significativamente mano de obra recibirán parcelas de tierras nacionalizadas, sin alquiler, para que las cultiven; sus deudas se cancelarán. Se hará hincapié en superar la historia de opresión y robo de las tierras de los agricultores de las nacionalidades oprimidas. El estado mejorará de inmediato las condiciones de vida y de trabajo del proletariado agrícola. Un principio rector del nuevo estado será: “Empeñarse en la revolución, promover la producción”. Eso significa que la producción se organizará y realizará con el fin de impulsar la transformación revolucionaria de toda la sociedad, al servicio de la revolución mundial. Esto tiene muchas implicaciones. Por ejemplo, aunque instituir la propiedad estatal socialista será la transformación más importante de la economía, el proletariado también tiene que eliminar paso a paso las viejas relaciones de producción heredadas de la sociedad de clases, como la división capitalista del trabajo en que unas personas solo hacen trabajo intelectual y otras solo hacen trabajo manual. Los gerentes y técnicos participarán cada vez más en el trabajo productivo al lado de los obreros, y los obreros aprenderán las tareas administrativas y técnicas. El proletariado también reducirá paso a paso las diferencias salariales y otras desigualdades heredadas del capitalismo. Los centros de trabajo serán centros de lucha, además de unidades de producción, donde los trabajadores abordarán las principales controversias y batallas políticas del momento. Por último, se eliminará como motivación el temor al desempleo y a morirse de hambre, y lo reemplazará el interés de clase de revolucionar la sociedad, ser amos de la sociedad y contribuir a la emancipación de toda la humanidad. Internacionalismo y relaciones internacionales Las relaciones internacionales del nuevo estado socialista se guiarán por los principios del internacionalismo proletario. Primero que todo, será una base de apoyo para la revolución mundial, apoyará las guerras justas de liberación nacional y revolución socialista, y forjará estrecha unidad con los otros estados socialistas que existan. El proletariado tendrá un ejército permanente para defenderse de los ataques contrarrevolucionarios del enemigo derrotado, así como de los ataques de las potencias imperialistas y estados reaccionarios hostiles. El estado proletario renunciará a todas las guerras de agresión y de saqueo, de palabra y en la práctica. Mandará desmantelar y retirar las fuerzas armadas del imperialismo estadounidense que estén en otros países, y renunciará a todas las alianzas imperialistas. Publicará los tratados y acuerdos secretos de los imperialistas, y anulará todos los tratados injustos con otros países. Si el pueblo puertorriqueño todavía no se ha liberado, se liberará inmediatamente; lo mismo se hará en todos los “territorios” de Estados Unidos. La frontera sur actual se demarcó como resultado de una guerra injusta contra México, y hoy es un muro militarizado de opresión contra los inmigrantes de México y Latinoamérica. El desenvolvimiento de las luchas revolucionarias en Estados Unidos y México determinará dónde quedará la nueva frontera y cómo se demarcará. De todas formas, la frontera NO será un instrumento para someter y explotar a las masas de inmigrantes ni para reforzar la dominación de México. Eliminar la opresión nacionaly la supremacía blanca El desarrollo del capitalismo en Estados Unidos se ha basado en la más salvaje opresión de los negros, amerindios, chicanos, puertorriqueños, hawaianos, asiáticos y otros pueblos oprimidos. Tal opresión continúa y, más aún, ha empeorado en muchos aspectos. Por esas razones, la revolución proletaria debe eliminar con urgencia la terrible situación de esas masas, y acabar la desigualdad y el racismo. Todo eso no se puede hacer de la noche a la mañana, pero sí se puede hacer mucho. Por ejemplo, la discriminación se prohibirá inmediata y enérgicamente en el empleo, la vivienda y todas las demás esferas. Además de “empezar por los más necesitados”, como ya vimos, el nuevo estado brindará los recursos, apoyo y dirección necesarios para superar todas las desigualdades entre nacionalidades y todas las barreras a la participación plena e igual en todas las esferas y todos los niveles de la sociedad. La dictadura del proletariado acabará con el aparato policial que impone un reino de terror sistemático en los ghettos y barrios pobres, y castigará a esos hampones a sueldo. Se prohibirá la segregación en comunidades, escuelas, etc., y se alentará la integración. El proletariado también apuntará contra todo el chovinismo nacional y las ideas racistas que la burguesía le achaca a “la naturaleza humana”. Aplastará a los que organicen cualquier clase de movimiento o ataque racista. También movilizará a las masas para que paren en seco a los que no son parte de un movimiento organizado pero siguen repitiendo las mentiras racistas tan comunes en este país y para que, por medio de lucha, los ayuden a superar esa ignorancia. En términos generales, el proletariado fomentará educación y lucha para destapar y extirpar el profundo y venenoso racismo heredado del capitalismo. A esto contribuirá la gran unidad que se forjará en la lucha revolucionaria para tumbar al imperialismo, así como el mayor contacto entre gente de distintas nacionalidades que resultará de la integración de centros de trabajo, vivienda y escuelas. En Estados Unidos viven una gran variedad de pueblos y se hablan muchos idiomas. Al tomar el poder, el proletariado instituirá igualdad de idiomas y culturas. Ningún idioma será inferior. No será obligatorio saber inglés para participar en la vida política, social, económica y cultural de la sociedad. Además, se procurará que todos aprendan inglés y español, empezando donde haya grandes concentraciones de los dos idiomas. El proletariado estimulará el desarrollo de la cultura de las nacionalidades oprimidas, que en la actualidad se ridiculiza y suprime. Asimismo, alentará el diálogo positivo de diferentes culturas. El proletariado es partidario de establecer un estado socialista unificado en el mayor territorio que sea posible, pero esa unidad debe ser sentida, no a la fuerza, y debe respetar los legítimos derechos de los pueblos oprimidos. La nueva dictadura proletaria respetará el derecho de los negros, los chicanos y los amerindios a la autonomía (es decir, al autogobierno en las zonas donde los han concentrado) dentro del estado socialista. Los principios generales del autogobierno serán: promover igualdad, no desigualdad; fomentar unidad, no división entre distintos pueblos; y eliminar, no estimular, la explotación. El nuevo estado asignará recursos y dará ayuda para promover el desarrollo de las zonas autónomas. Los negros, que se constituyeron como nación oprimida en el Sur del país (en la región llamada Black Belt), tendrán además el derecho a la autodeterminación, es decir, el derecho de separarse y formar una república afroamericana. Aunque el proletariado no es partidario de esa separación en las circunstancias que se pueden prever ahora, se opone firmemente a decidir esto por medio de la fuerza, como lo hacen los imperialistas, y se apoyará en las masas, especialmente las masas negras, para resolverlo. Dar tierra y autonomía a las naciones oprimidas no implica que tendrán que vivir en esas zonas, pues sería una nueva forma de segregación. En cambio, el estado proletariado les garantizará el derecho a la autonomía como parte de la orientación de promover igualdad entre diferentes naciones y pueblos, y alentará la unidad y la integración. Por otra parte, el estado socialista estimulará el desarrollo de comunidades, centros de trabajo, escuelas y otras instituciones donde viva y trabaje gente de todas las nacionalidades, donde se forjen profundas relaciones de amistad y apoyo mutuo. Esto se dará en el contexto de la lucha general para revolucionar la sociedad, y eliminar y erradicar todas las desigualdades y las divisiones opresivas. Abolir la discriminación a los inmigrantes En Estados Unidos hay gran cantidad de inmigrantes de México y el resto de Latinoamérica, Asia y las islas del Pacífico, el Medio Oriente, el Caribe y otras partes del mundo saqueadas por el imperialismo yanqui. Para la burguesía, muchos de esos inmigrantes (en algunos de los cuales late un fuerte odio contra el sistema que despoja su país) son una fuente potencial de inestabilidad y trastornos. Por su parte, el proletariado les da la bienvenida pues fortalecen el carácter internacionalista de la revolución aquí. Millones de indocumentados viven en las sombras de la sociedad sin derechos básicos, siempre expuestos a que los arresten, los deporten y los separen de la familia. Cada año centenares mueren tratando de cruzar la frontera sur. A grandes grupos, como por ejemplo los árabes, los demonizan, y los inmigrantes que no son de Europa tropiezan con racismo. El estado proletario abolirá todas las formas de discriminación a los inmigrantes en el trabajo, la vivienda, los servicios de salud, la educación, etc. Jamás se dirá que un ser humano es “ilegal”, y se enterrarán las etiquetas que los imperialistas inventan para degradar y superexplotar. Asimismo, se aplastará el aparato de terror destacado hoy contra los inmigrantes: la Migra, la policía, las patrullas militares de la frontera y los paramilitares. A los inmigrantes los cobijará la orientación general del estado proletario de luchar por la igualdad de idiomas, de culturas, etc., y se alentará y valorará su plena participación en todos los aspectos del desarrollo de la nueva sociedad socialista. Arrancar de raíz la opresión de la mujer El proletariado desencadenará la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución. Cuando el proletariado llegue al poder, las mujeres ya se habrán liberado de muchos papeles tradicionales tras batallar, hombro a hombro con los hombres, por la emancipación de toda la humanidad. Muchas mujeres serán líderes comprobadas de la revolución, y muchos hombres desecharán las ideas y costumbres tradicionales respecto a la mujer. Eso será un factor positivo muy importante para lanzar la lucha socialista contra la opresión de la mujer. La lucha por la emancipación completa de la mujer será decisiva. La revolución es imposible si no rompe continuamente con las viejas instituciones, prácticas e ideas que esclavizan a la mujer. Para los oprimidos, también, especialmente para los hombres, la posición hacia la emancipación de la mujer es crucial: ¿busca uno acabar toda la opresión o sacarle provecho? El proletariado realizará cambios dramáticos tan pronto como tome el poder para eliminar la brutal opresión de la mujer y las ideas tradicionales de miles de años. De inmediato prohibirá la discriminación a la mujer en todas las esferas. Se pondrá punto final a la serie de incontables generaciones de mujeres avergonzadas que esconden heridas o terminan en la cárcel por defenderse del hombre que las golpea. La violación recibirá un castigo severo, pero más que eso, por medio de las firmes medidas del estado proletario, así como de educación, lucha y transformación ideológica, y la movilización de las mujeres y de los hombres, se crearán las condiciones para que en poco tiempo la violación sea algo inusual, y a la larga se eliminará completamente. Toda mujer que quiera servicios de aborto y de control de natalidad los recibirá. Caerán al suelo los humillantes anuncios que ofrecen el cuerpo de la mujer como objeto de saqueo sexual. Nunca más se verá una mujer en la necesidad de venderse para subsistir. En cuanto a la familia, el estado socialista reconocerá lo que es: no algo sagrado sino una institución que surgió con la sociedad de clases, y que lleva el sello de las relaciones de propiedad y las relaciones sociales de la supremacía masculina. En la sociedad comunista del futuro, surgirán nuevas formas de relacionarse que reemplazarán a la familia nuclear. En el socialismo seguirá existiendo la familia, pero el proletariado luchará por transformarla radicalmente. Las distintas relaciones en que participen los individuos en la sociedad ofrecerán, más y más, la seguridad y el amor que en la actualidad se buscan en las relaciones familiares, pero que niega y desfigura la brutal realidad de la familia típica. Existirá el derecho al divorcio a fin de fortalecer el carácter libre y voluntario del matrimonio. En la sociedad socialista la familia desempeñará un papel importante en la crianza de los hijos, pero se movilizará a las masas para transformar la división tradicional de trabajo de la familia, de modo que el hombre comparta por igual las tareas de cuidado de los niños y de la casa. De mayor importancia, el proletariado organizará relativamente rápido varios servicios colectivos para realizar esas tareas, que tradicionalmente han recaído en la mujer. En cuanto a las relaciones íntimas, la sociedad socialista fomentará los valores de amor mutuo, respeto mutuo e igualdad en las relaciones personales, familiares y sexuales, y creará las condiciones para poner en práctica esos valores. El proletariado revolucionario se opone rotundamente a los ataques a la homosexualidad por fuerzas reaccionarias (como los fundamentalistas religiosos) y a toda agresión física, discriminación y represión gubernamental a los homosexuales: algo muy común y enconado en Estados Unidos hoy. En la nueva sociedad se prohibirá la discriminación a los homosexuales y se luchará contra ella en toda esfera, incluida la de las relaciones personales y familiares. La juventud en la revolución El proletariado reconoce que la juventud es innovadora; es más crítica y osada, y menos atada por la “fuerza de la costumbre”. Los comunistas aprecian esas cualidades, las estimulan y las encaminan en una dirección consciente. La revolución proletaria le dará a la juventud algo que jamás podrá darle la burguesía: un futuro que valora su energía creativa, su irreverencia ante la tradición y su audacia. En el socialismo la vida de los jóvenes será una apasionante mezcla de educación estimulante y trabajo productivo; una gran variedad de actividades culturales y recreativas; y, más que nada, participación directa en las luchas políticas más cruciales del momento. De ese modo, bajo la dirección general del proletariado, la juventud será una fuerza revolucionadora a lo largo de toda la transformación socialista al comunismo. La transformación socialista de todas las instituciones de la sociedad El proletariado luchará por revolucionar todos los campos de la sociedad. El sistema educativo socialista estimulará y desarrollará la creatividad, el espíritu crítico y el deseo de conocer y transformar el mundo. A los estudiantes no los descartarán, vigilarán, sentenciarán a clases aburridas ni castigarán por pensar de modo diferente; por el contrario, se dedicarán a estudio e investigación prácticos y a la vez visionarios, realizarán proyectos artísticos y, por encima de todo, se lanzarán a la lucha de clases para revolucionar la sociedad. Las escuelas establecerán lazos entre la teoría y la práctica, y entre el sistema educativo y las masas; por ejemplo, una clase de ciencias podría trabajar con gente de la comunidad para investigar y resolver un problema ambiental. Las normas y las medidas del sistema educativo fomentarán el internacionalismo y ayudarán a superar las diferencias de clase, la opresión nacional y la opresión de la mujer. La historia dejará de relatar las hazañas de unos cuantos “grandes hombres” como Cristóbal Colón o George Washington (que en realidad fueron grandes opresores); en cambio, enseñará principios científicos y destacará las luchas de las masas populares. El socialismo transformará completamente los servicios de salud y pondrá en primer plano las necesidades médicas del pueblo. Se alentará a los profesionales de la salud a servir al pueblo, y se organizará la participación y supervisión de las masas en los servicios de salud. Se lanzarán grandes campañas populares para atacar problemas como la mortalidad infantil, el SIDA y las adicciones. La revolución proletaria liberará el arte y la cultura del dominio de la burguesía y su asfixiante mentalidad. El proletariado tomará control de los medios de comunicación y dirigirá la esfera de la cultura con la meta de crear una nueva cultura revolucionaria inspirada por la concepción del mundo del proletariado y que exprese sus intereses: tumbar todo lo reaccionario y revolucionar toda la sociedad. Nuestra meta es desenvolver un vigoroso proceso de creación y popularización de cultura revolucionaria y de crítica de la vieja cultura opresora, y estimular una atmósfera vibrante de debate de diferentes tendencias, escuelas de pensamiento y experimentación. Florecerán, como jamás se ha visto, voces, culturas y creaciones artísticas que inspirarán a soñar y a luchar. Las masas se verán retratadas “en el escenario” con su dignidad y su justa rebelión. El nuevo estado proletario procurará responder rápidamente a las demandas de obras culturales de contenido revolucionario y alta calidad artística. El conocimiento y la investigación científicos romperán los estrechos confines que les impone el afán de ganancias del capitalismo. Dejarán de servir para aumentar la explotación, apretar el control y desarrollar la guerra imperialista. Por el contrario, se desarrollarán para beneficio de la humanidad, y se pondrán a disposición de la sociedad y del mundo. El estado proletario y su dirección en la esfera de la ciencia le pondrá énfasis a la investigación encaminada a resolver las necesidades de la sociedad; sin embargo, también realizará investigaciones sin aplicación práctica evidente para profundizar el conocimiento humano. Para dirigir a los expertos de modo que contribuyan al avance de la sociedad, se aplicará la concepción revolucionaria del proletariado. Por ejemplo, se aplicará el método del marxismo para esclarecer problemas, y se estimulará la participación y supervisión de las masas. Por otra parte, el nuevo poder abrirá espacios y estimulará una diversa creación artística, científica e intelectual. La dictadura del proletariado, la democraciay los derechos del pueblo La democracia de la sociedad capitalista, especialmente la tan sonada “democracia americana”, es un fraude: es democracia para la burguesía, pero es una dictadura implacable para el proletariado y las masas. Veamos el ejemplo de los ghettos y barrios pobres, donde la policía es como un ejército de ocupación. Veamos también lo que pasa con muchos movimientos de resistencia, incluso de la clase media, cuando traspasan los estrictos límites del “disentimiento” aprobado: en un dos por tres los atacan con espionaje, golpizas y cárcel. Por el contrario, la dictadura proletaria será un millón de veces más democrática... para el pueblo. Primero que todo, el derecho más básico de las masas, que el capitalismo nunca les permite ejercer, será el derecho de ser los amos de la sociedad, en todos los campos, y de transformarla conforme a sus intereses. Las masas tendrán el derecho de unirse colectivamente para reorganizar la producción de modo que satisfaga las necesidades humanas, no el afán de ganancias; para eliminar las muchas formas de opresión heredadas del capitalismo; y mucho más. A fin de alentar el debate y la lucha políticos por toda la sociedad, el estado dará tiempo y espacio en todos los medios de comunicación para que presenten sus ideas grupos y representantes de las masas. Además, las masas se organizarán en los centros de trabajo y de vivienda para oír y debatir esas ideas, y luchar sobre las principales cuestiones políticas e ideológicas. El partido participará en esos debates y procurará dirigirlos, pero fomentará una atmósfera de libre expresión de ideas. En concreto, no suprimirá las opiniones contrarias, a menos que sean parte de planes de contrarrevolucionarios para usurpar el poder político del proletariado y restaurar el capitalismo. En esos casos, también, el partido se apoyará en las masas para que desenmascaren, ataquen y supriman a esas fuerzas, y para que por medio de esa lucha las masas distingan las ideas retrógradas e incorrectas y las tentativas de contrarrevolución. El estado proletario debe valorar el disentimiento, incluso si proviene de un punto de vista de oposición. Tal disentimiento despierta la atmósfera política y puede señalar importantes problemas o fallas del estado socialista. El disentimiento desempeña el papel especialmente importante de prender debate y lucha sobre los problemas que habrá que resolver en la transición del socialismo al comunismo, a la sociedad sin clases. Los líderes de todos los niveles del gobierno se escogerán con un sistema de consultas entre el partido y las masas. Además de seleccionar a los líderes, las masas y las organizaciones de masas de toda institución del país los supervisarán. En este contexto, las elecciones serán un medio de seleccionar y desarrollar a los dirigentes, y de hacer que respondan ante el pueblo. Pero el objetivo y la orientación básica será llegar a un consenso del pueblo con respecto a la selección y supervisión de los líderes. Para ser líder habrá que demostrar devoción a la causa proletaria, proponerse entender y aplicar la ciencia revolucionaria, y tener la capacidad de inspirar y guiar al pueblo por ese camino. Las masas tendrán el derecho de criticar a los líderes de todo nivel, celebrar reuniones, organizar manifestaciones, lanzarse a la huelga, pegar afiches, volantear y demás. El estado socialista creará un nuevo sistema judicial basado en la participación de las masas para determinar la verdad y asignar justicia. Habrá leyes y procedimientos para proteger a los acusados de abusos y errores. La revolución proletaria destruirá los grandes sindicatos del crimen y eliminará paso a paso las causas de la mayoría de los delitos: las condiciones que crea el capitalismo y su mentalidad de “primero yo”. Pero mientras queden relaciones e ideas del capitalismo, se cometerán ciertos delitos. Para lidiar con ese problema y para distinguir entre riñas, delitos de poca monta y crímenes serios, la dictadura proletaria combinará órganos de vigilancia y supervisión formados por las masas con fuerzas profesionales de seguridad. Parará por la fuerza a los delincuentes habituales y castigará con severidad a los contrarrevolucionarios. Las cárceles no serán mazmorras degradantes y brutales. Los reclusos tendrán que realizar trabajo productivo y otras actividades para beneficio del pueblo, recibirán la oportunidad de rehabilitarse y participarán en luchas para que cambien su concepción del mundo. Con respecto a la religión, el estado socialista respetará el derecho de culto y de celebrar servicios religiosos, y proporcionará espacios y materiales para hacerlo. La gente religiosa no tendrá privilegios especiales ni podrá emplear la religión para promover movimientos políticos reaccionarios o para acumular capital y explotar a las masas; si no hace eso, el estado no la suprimirá. Por otra parte, los comunistas somos ateos y no creemos en seres o fuerzas sobrenaturales de ninguna clase. También reconocemos que la religión infunde en las masas la idea de que no tienen poder y no deben hacer la revolución. Sin embargo, repitiendo, el partido no obligará a abandonar las creencias religiosas. El estado promoverá educación, persuasión y debate para propagar el ateísmo, enseñar los mecanismos de la sociedad y la naturaleza que ha descubierto la ciencia, e infundir una actitud y un método críticos, científicos y revolucionarios. Se organizará análisis y crítica de la Biblia, el Corán, la Torah y otras obras y doctrinas religiosas con el método del marxismo-leninismo-maoísmo (MLM). Así, a medida que las masas dominen la sociedad y superen la opresión por medio de su actividad consciente, y adopten el punto de vista y el método del MLM, irán dejando atrás, voluntariamente, las creencias religiosas. ***** La burguesía, sus agentes y los contrarrevolucionarios comprobados no disfrutarán de los derechos descritos; al contrario, se los someterá a una dictadura, lo cual no implica que no se les permita hablar en los medios de comunicación ni publicar libros. Sin embargo, eso se dará en el marco de la dictadura proletaria, y en el contexto de criticar y desenmascarar tales materiales para que las masas aprendan a prevenir la restauración del capitalismo. La lucha contra la restauración del capitalismo y el papel del partido en el socialismo Cuando la revolución triunfa, el partido deja de ser perseguido y reprimido, y los militantes ocupan puestos estratégicos de dirección en el gobierno, la economía y la sociedad. Eso se debe a que se necesita un liderazgo experimentado para defender la dictadura proletaria y desarrollarla como una base de apoyo para la revolución mundial, así como para realizar las grandes transformaciones que se han esbozado. Esto presenta grandes dificultades. La historia ha demostrado que en la sociedad socialista, con las desigualdades que quedan del capitalismo y el contexto del cerco de las potencias imperialistas, los líderes del partido pueden transformarse en elementos burgueses y representantes de una nueva burguesía. Con el cuartel general en los altos niveles del partido, la nueva burguesía se dedicará a arrebatarle el poder al proletariado y a hacer retroceder la sociedad al capitalismo... aunque se siga llamando “socialista”, como sucedió en la Unión Soviética y en China. La única forma de prevenir eso es por medio de la lucha revolucionaria de las masas. Esa lucha, junto con el estudio de la ciencia del marxismo-leninismo-maoísmo, enseñará a las masas a distinguir el camino socialista del capitalista, a los revolucionarios de los contrarrevolucionarios, y a asumir más el papel de amos de la sociedad. La lucha por seguir en el camino socialista continuará a lo largo de toda la época socialista. Los auténticos comunistas apoyarán y guiarán a las masas que se rebelen contra los nuevos jefes. Tal lucha revolucionará (o revolucionará más), y hará volver al camino revolucionario, a muchos de los líderes que pierdan el rumbo, pero no a todos. A unos habrá que tumbarlos. Los comunistas auténticos guiarán a las masas en esa lucha decisiva para revolucionar el partido y fortalecer su papel de vanguardia... como parte del proceso de revolucionar toda la sociedad y avanzar hacia la meta de un mundo comunista sin clases ni diferencias de clase donde, por lo tanto, no se necesitará el partido. El camino al poder El pueblo tiene que librar una guerra revolucionaria “La violencia es la partera de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva”, señaló Marx. Las viejas clases dominantes nunca han dejado el poder por su propia voluntad. No soltarán sus puñales asesinos sino hasta que las tumben. El proletariado no puede valerse del estado burgués para rehacer la sociedad o, ni siquiera, para hacer uno solo de los grandes cambios mencionados. Ya sea “democrático” o abiertamente terrorista, el estado burgués es una maquinaria de represión y engaño. Es una manifestación de las relaciones capitalistas básicas y existe para mantenerlas. Se ha desarrollado y refinado a lo largo de siglos. Por eso el proletariado tiene que tumbar, destruir y desmantelar completamente el estado burgués, y para eso se necesita una guerra. Como dijo Mao Tsetung: “Hacer la revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir una obra, ni pintar un cuadro o hacer un bordado; no puede ser tan elegante, tan pausada y fina, tan apacible, amable, cortés, moderada y magnánima. Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derroca a otra”. La guerra causa gran derramamiento de sangre y destrucción, y el proletariado abolirá la guerra un día. Pero la única forma de abolir la guerra es aboliendo el sistema de acumulación capitalista y de opresión de clase que causa constantes guerras. ¿Sí podrán ganar las masas una guerra revolucionaria contra el imperialismo? Esta es una pregunta sumamente seria y compleja; es una pregunta de vida o muerte. Pero la respuesta es sí. Puede que los imperialistas sean fuertes, pero tienen debilidades debajo de la superficie. Han sufrido derrotas en el pasado, por ejemplo en Vietnam y Corea, y es posible derrotarlos hoy. Para alcanzar la victoria es crucial aplicar correctamente la línea militar maoísta de guerra popular. Esta doctrina señala cómo una fuerza inicialmente débil puede derrotar a un enemigo más poderoso. Las tácticas y la estrategia militar de la guerra popular permiten a las masas apoyar la guerra revolucionaria, unirse a ella en crecientes oleadas y, en ese proceso, aprender a ser amos de la sociedad. En un país como este, la guerra popular empieza con insurrecciones de las masas en las zonas urbanas a fin de establecer un gobierno revolucionario en el mayor territorio que sea posible. A continuación se libra una guerra civil para derrotar completamente a la vieja clase dominante y sus fuerzas armadas contrarrevolucionarias, y para consolidar el dominio del proletariado en el territorio más extenso que se pueda. Tal guerra solamente se debe iniciar cuando el proletariado tenga una posibilidad concreta de ganar. Para eso se necesitan tres factores básicos: primero, una crisis grave de la sociedad y del gobierno; segundo, levantamientos y rebeliones del proletariado y otros sectores del pueblo; tercero, un partido de vanguardia capaz de transformar los levantamientos y rebeliones en una insurrección organizada, y de dar liderazgo y dirección. Cuando se presente tal situación, el partido debe dirigir a las masas a golpear con todo y asestar un golpe contundente para resquebrajar la autoridad y las estructuras de poder del enemigo. Eso atrae más masas a la guerra popular e inicia una dinámica que realza las debilidades de las fuerzas imperialistas y contrarresta sus puntos fuertes, y concreta las ventajas estratégicas de las fuerzas revolucionarias. Tal dinámica concientiza y moviliza a más y más masas a la guerra revolucionaria, y finalmente conquista la victoria. El pueblo necesita liderazgo para hacer la revolución y seguir el camino revolucionario; ese liderazgo es el partido La opresión genera resistencia: esta ley se ha comprobado a lo largo de miles de años de la sociedad de clases. Pero, como señaló Mao, “para hacer la revolución, se necesita un partido revolucionario”. Si uno se pone a pensar en lo que se requiere para iniciar y ganar una guerra revolucionaria, es evidente que se necesita un liderazgo bien templado. Pero más que eso, se necesita un partido comprometido a luchar por los intereses fundamentales del proletariado a cada paso, que explique claramente el problema (el capitalismo) y la solución (la revolución proletaria). El partido debe poner en primer plano los intereses revolucionarios del proletariado de todo el mundo, no de un solo país; debe basarse en la ciencia y la concepción del mundo del marxismo-leninismo-maoísmo, y fusionarlas con la experiencia y el sentir del proletariado y otras masas oprimidas. Solo así se llegará a una confrontación revolucionaria definitiva y solo así el proletariado podrá ganar. V. I. Lenin, el gran líder de la revolución rusa, planteó y llevó a la práctica la teoría del partido proletario de vanguardia. Este partido se basa en la teoría revolucionaria más avanzada y se organiza de tal modo que pueda dirigir una lucha revolucionaria con la meta de derrocar el capitalismo y transformar la sociedad. Las masas adquieren por su cuenta sentimientos de clase y sentimientos revolucionarios, pero se necesita un partido para elevarlos al nivel de conciencia de clase, es decir, para que reconozcan los intereses de las dos fuerzas fundamentalmente antagónicas de la sociedad (el proletariado y la burguesía) y la necesidad de la revolución proletaria. Las masas, también, libran por su cuenta luchas heroicas, pero se necesita un partido para dirigir, unir y encauzar las distintas corrientes de lucha en un torrente revolucionario contra el sistema. El partido debe tener profundas raíces en el proletariado, primero que todo, pero también en las capas medias. Se debe organizar tomando en cuenta que el proletariado y su vanguardia tienen una relación antagónica con la clase dominante imperialista. Debe tener presente siempre la orientación estratégica de la clase dominante de aplastar todo peligro al sistema, al igual que su propia orientación estratégica de tumbarlo por medio de una guerra revolucionaria, cuando maduren las condiciones. El partido debe tener un núcleo de revolucionarios profesionales como columna vertebral, y organizarse de modo que pueda combatir el espionaje, las intrigas y las actividades asesinas de la policía política y el resto del aparato de represión. Solo un partido así puede darle alas a la actividad consciente de las masas, capacitar como revolucionarios a los más avanzados y trabar combate con la burguesía. El principio de organización del partido es el centralismo democrático. Este principio combina dirección unificada y la más férrea disciplina, por una parte, con la más amplia discusión y lucha sobre la línea y las medidas del partido, y selección y supervisión política de los líderes del partido por los militantes, por la otra. El método que permite al partido aprender de las masas y guiarlas es la línea de masas. El partido toma las ideas de las masas y las concentra en una visión más fiel y completa de la realidad. Después les devuelve esa síntesis en forma de línea y medidas, las insta a adoptarlas y se une con ellas para aplicarlas. La línea de masas es un instrumento clave para cimentar la unidad del partido y las masas e impulsar la lucha revolucionaria del proletariado. El partido no puede crear una crisis revolucionaria únicamente con sus esfuerzos, pero tampoco puede esperar de brazos cruzados a que madure una situación revolucionaria. El partido puede, y debe, acelerar la llegada de tal crisis luchando por fortalecer el “polo” de la revolución en la sociedad y “preparándole el terreno”... mientras aguarda grandes sucesos, como crisis, guerras, etc., que han de producir sacudones y virajes de la situación. La estrategia para la revolución: El frente único bajo dirección proletaria La revolución proletaria en Estados Unidos es una parte de la lucha mundial para tumbar el imperialismo. El proletariado de Estados Unidos apoya toda lucha contra sus “propios” imperialistas, se opone a toda agresión imperialista y brinda apoyo político a los movimientos revolucionarios de otros países, especialmente a la lucha del proletariado por la revolución y el socialismo. El partido fomenta un punto de vista y actividades internacionalistas, y destaca en este país el impacto político de las luchas revolucionarias de otros países. La burguesía procura dividir y conquistar a las fuerzas potenciales de la revolución en Estados Unidos; en especial, enemista a la clase media contra el proletariado. La estrategia del partido, el frente único bajo dirección proletaria, es un “arma mágica” para forjar una alianza de las fuerzas necesarias para la victoria de la revolución proletaria. Con esa estrategia, el proletariado puede distinguir amigos potenciales de enemigos y unir sectores importantes de la clase media (maestros, agricultores, profesionales, etc.) contra la burguesía. Le permite aislar en la mayor medida posible al enemigo y ganar el apoyo necesario para derrotar a la burguesía, una vez que se inicie la guerra. El proletariado basa esta estrategia en los siguientes puntos fundamentales: la revolución socialista corresponde a los intereses de la gran mayoría de la sociedad y solo el proletariado puede dirigir la revolución a la victoria. El partido construye el frente único en medio de luchas, y de los conflictos políticos e ideológicos centrales de la sociedad. Dentro del frente único, aplica la orientación de unidad-lucha-unidad, que permite a fuerzas diferentes unirse firmemente contra el enemigo y, por otro lado, discutir y debatir sus diferencias. El partido lucha continuamente por poner en primer plano el punto de vista y los intereses revolucionarios del proletariado, y por atraer a la mayor cantidad posible de aliados, como preparación para lanzar la guerra revolucionaria cuando maduren las condiciones. La alianza clave, o el núcleo sólido, del frente único que el proletariado debe construir bajo su dirección es la alianza revolucionaria del movimiento proletario multinacional consciente de clase con las luchas de los negros, chicanos, puertorriqueños, amerindios y otros pueblos oprimidos contra el enemigo común: el sistema imperialista y la dictadura burguesa. Las luchas de las nacionalidades oprimidas contra su opresión como pueblos son una fuerza enormemente poderosa de la revolución. La mayoría de esas nacionalidades oprimidas son parte del proletariado, que es una sola clase, y son los sectores más oprimidos de la clase. Su lucha por alcanzar igualdad y emancipación está estrechamente ligada con la lucha por el socialismo, y la fortalece mucho. El proletariado multinacional consciente de clase, con gran cantidad de proletarios de las nacionalidades oprimidas así como proletarios blancos, luchará consciente y directamente bajo el estandarte del proletariado revolucionario; otros sectores de las nacionalidades oprimidas lucharán como parte de movimientos de su nacionalidad bajo diferentes estandartes. Forjar la alianza de estas dos fuerzas, con un programa que solo puede realizarse mediante la revolución proletaria y al servicio de ella, será imprescindible para la victoria de la revolución socialista en este país. El proletariado consciente de clase debe superar las divisiones de la clase y forjar el núcleo sólido del frente único “desde dos lados”. Debe unirse con las luchas de las nacionalidades oprimidas, y luchar por infundir la línea y el punto de vista del proletariado revolucionario en esas luchas, y debe concientizar a las fuerzas más avanzadas y transformarlas en luchadores revolucionarios de todos los frentes. De otro lado, debe cumplir la tarea más fundamental de impulsar a los proletarios conscientes de clase de todas las nacionalidades a las primeras filas de la lucha contra toda opresión, incluida la lucha contra la opresión nacional. La tarea central del partido La tarea central del partido es crear opinión pública, conquistar el poder—preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución. Esta tarea central describe un proceso y una lucha globales por medio de los cuales se eleva la conciencia, organización y capacidad de combate de las masas, como preparación para pasar a la lucha armada para conquistar el poder cuando estalle la crisis revolucionaria. Por medio de la tarea central, el partido lleva a millones a ver que el sistema no sirve, que hay que tumbarlo, y a ponerlo todo en juego por la revolución. El partido debe dirigir al pueblo a luchar contra los ataques del sistema guiado por la ideología revolucionaria y en pos de metas revolucionarias. No se trata solo de responder a los ataques de la burguesía, sino de hacerlo de tal forma que el pueblo aprenda a conocer la naturaleza del enemigo, desarrolle su capacidad organizativa y combativa, y avance hacia una posición revolucionaria. Esas batallas evitan que el sistema aplaste al pueblo y, con la debida dirección, son “escuelas de guerra” para la lucha frontal por venir. El periódico es el eje del trabajo del partido. Lleva a entender, desde muchos ángulos, que el sistema es incorregible y que la revolución es una imperiosa necesidad. Demuestra por qué el proletariado es la única clase que puede encaminar las distintas corrientes de lucha popular hacia la revolución. Hace ver que la revolución es posible y que hay un partido preparado para asumir la responsabilidad de dirigirla. El periódico pone al descubierto la naturaleza rotundamente reaccionaria del sistema; atiza resistencia popular; traba batalla con la burguesía en el campo de la opinión pública sobre los principales asuntos y temas del momento; y guía al movimiento revolucionario. También tiende un hilo a las luchas que estallan por toda la sociedad. El periódico es un organizador colectivo que prepara a los lectores a responder a las luchas centrales del momento y, en algunos casos, las vincula a la organización del partido. Así, la prensa del partido unifica su trabajo revolucionario. Un aspecto fundamental de la tarea central es fortalecer en todo momento al partido y sus lazos organizados con las masas. El partido constantemente incorpora nuevas fuerzas, y profundiza y amplía sus raíces, especial pero no solamente en el proletariado. Lo hace de tal forma que el enemigo no pueda ubicar las redes de organización ni destruir o trastornar seriamente la organización. Esto es esencial para poder librar una guerra revolucionaria y para tener posibilidades concretas de ganar cuando llegue la hora. Construir el partido es la parte más importante de organizar fuerzas para la revolución, ahora y para la lucha armada del futuro, cuando formará la columna vertebral del futuro ejército revolucionario del proletariado. En particular, los sitios donde vive y trabaja el proletariado deben ser bases de apoyo para la revolución proletaria. El partido adquiere “autoridad política” ahí de varias formas: dirige las luchas de las masas, distribuye su prensa, populariza la concepción comunista del mundo, forja organización, etc. Esas plazafuertes sirven para crear opinión pública en toda la sociedad y para organizar a muchos miles de fuerzas proletarias, que dirigirán a millones, cuando “de repente” emprendan la lucha. A los dos aspectos de la tarea central (crear opinión pública y conquistar el poder) no los separa un muro. El partido tiene que reconocer las semillas del futuro que están presentes en la situación de hoy, nutrirlas y desarrollarlas en la mayor medida posible. Un aspecto es aprovechar las crisis (incluso las “minicrisis”), porque en ellas entran en movimiento diferentes fuerzas políticas y se desatan grandes debates. En esos momentos, se presentan en embrión situaciones que enseñan muchas lecciones al partido y las masas, y sirven como una especie de “ensayo general” para la crisis mayor del futuro. Es imposible predecir de qué crisis madurará una situación revolucionaria, pero el partido debe aprovechar al máximo toda oportunidad y dar saltos para estar listo a aprehender el momento cuando finalmente maduren las condiciones... para forjar un ejército revolucionario y librar una guerra revolucionaria contra el implacable enemigo: los imperialistas. ¡A luchar con valor y osadía! “Si has concebido un mundo sin Estados Unidos, sin todo lo que representa y hace, entonces has dado grandes pasos y empiezas a vislumbrar la posibilidad de un nuevo mundo. Si puedes imaginar un mundo sin imperialismo, explotación y opresión, y sin la filosofía que lo justifica, un mundo sin clases y sin fronteras, y sin las ideas miopes, egoístas y caducas que brotan de todo eso; si puedes imaginar eso, entonces captas la base del internacionalismo proletario. Y una vez que has elevado las miras y captas todo eso, ¿a poco no ardes de ganas de dedicarte a la lucha histórico-mundial por hacerla realidad? ¿A poco te contentarás con menos?” Bob Avakian, presidente del PCR,EU Como hemos visto la ruina, devastación y horrores del mundo en las manos de los imperialistas, jamás les daremos paz. Como estamos imbuidos de optimismo revolucionario por nuestra clase y de impaciencia revolucionaria por nuestra misión histórica, soñamos con un mundo comunista. Como nuestros sueños se basan en la realidad, no nos conformaremos con menos. Como la revolución es la esperanza de los desesperanzados, construiremos un nuevo mundo sobre las cenizas del viejo. La razón de ser del Partido Comunista Revolucionario, EU es dirigir a las masas populares a hacer la revolución aquí, en las entrañas de la bestia. Lo hacemos como destacamento de nuestra clase internacional y de la lucha por la revolución proletaria en el mundo entero. Este Programa es una declaración de guerra, un llamado a la acción y un plan de batalla para destruir lo viejo y crear lo nuevo. Por medio de él damos a conocer al mundo nuestra visión revolucionaria del futuro. A los que sueñan con algo mejor y quieren luchar por alcanzarlo... a los que no se contentan con sacudir las cadenas y quieren romperlas... a los que anhelan un mundo mejor para la humanidad, no solamente para sí mismos: únanse al Partido Comunista Revolucionario, apóyenlo, constrúyanlo y lleven a cabo el trabajo revolucionario de nuestro Programa. Queremos al pueblo, servimos al pueblo y luchamos por sus intereses fundamentales por medio de la revolución proletaria. No hay nada más noble. Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta
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