Escalar las alturas para emancipar a la humanidad

Tributo a Zhang Chunqiao: 1917 a 2005

Revolución #3, 22 de mayo, 2005, posted at revcom.us

Raymond Lotta

El 21 de abril el proletariado internacional perdió un gran líder cuando murió a los 88 años Zhang Chunqiao, quien fue colaborador y seguidor de Mao, así como un destacado líder de la Revolución Cultural. Cuando las fuerzas contrarrevolucionarias del Partido Comunista de China tomaron el poder por medio de un golpe de estado tras la muerte de Mao en 1976, arrestaron a Zhang.

Zhang jamás vaciló en la revolución... ni en sus momentos más brillantes ni en los más oscuros.

Zhang Chunqiao no es muy bien conocido para los nuevos luchadores y soñadores. Durante décadas, el gobierno que lo encarceló ocultó su situación, tanto en China como en el mundo. Aun en la muerte los reaccionarios y comentaristas burgueses del mundo lo calumnian, pero Zhang tuvo un inmenso impacto en el curso de la revolución y de la emancipación de la humanidad. Hay que celebrar su vida, conocerla y aprender de ella.

La China maoísta fue muy distinta de la China capitalista y corrupta de hoy, que de socialista solo tiene el nombre. Fue un país auténticamente socialista que impulsaba la revolución consecuente, apuntaba hacia la eliminación de la explotación, arrancaba de raíz la opresión y la división de la sociedad en clases, rompía las cadenas de la tradición y atendía las necesidades de las masas. Hoy podría parecer increíble que en este planeta una vez existió una sociedad y economía liberadoras que las masas dirigían, y que dominaban colectivamente cada vez más. Que era un ejemplo inspirador para los oprimidos del mundo y una base de apoyo de la revolución mundial. Pero así fue la China revolucionaria, desde el triunfo de la revolución en 1949 hasta su punto más alto: la Gran Revolución Cultural Proletaria de 1966 a 1976, cuando murió Mao.

La existencia de tal sociedad es inseparable del hecho de que el proletariado contaba con la dirección de Mao y tenía héroes de la talla de Zhang Chunqiao. Zhang Chunqiao ocupó posiciones de autoridad en el partido y el aparato estatal. Era miembro del Buró Político del Partido Comunista de China, vicepremier y director del departamento político del Ejército Popular de Liberación. Dirigió a las masas a desafiar a los burócratas y a la jerarquía, a superar las desigualdades de la sociedad y el peso muerto ideológico del pasado. Todo esto es extraordinario.

Zhang fue un líder comunista que combinaba un extenso dominio de la teoría marxista con un conocimiento práctico de los contornos y la dinámica de la lucha de clases bajo el socialismo. Luchó por la línea de Mao de continuar la revolución hasta superar, en todo el mundo, las relaciones e ideas esclavizadoras. Basándose en la ciencia de la revolución, dirigió a las masas a abrir nuevos caminos y conquistar nuevos horizontes para su propia emancipación.

Zhang tenía un intelecto vivaz y era un teórico innovador a quien no le gustaba la doctrina seca. Él miraba hacia adelante y se ganó la confianza de la nueva generación de revolucionarios que surgió durante la Revolución Cultural. Su dirección revolucionaria y escritos han influenciado a revolucionarios del mundo entero.

La burguesía quiere hacernos pensar que los líderes revolucionarios siempre sucumben a los privilegios y la corrupción del poder, pero la vida de Zhang Chunqiao refuta eso.

La Revolución Cultural: En la dirección y en las trincheras de la lucha

El papel de Zhang en la Revolución Cultural lo llevó a posiciones dirigentes como abanderado de la línea revolucionaria de Mao de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado para llegar a la sociedad comunista sin clases.

Mao hizo un balance de la experiencia de la Unión Soviética, donde había tomado el poder una nueva clase explotadora que seguía llamándose socialista. Luchando contra el revisionismo, o sea la traición a la revolución en nombre del marxismo, vio que en China se estaba formando una élite neocapitalista dentro de la estructura política y económica, y que tenía su cuartel general en el Partido Comunista. Había que hacer algo con urgencia: movilizar a las masas para criticar y desafiar a la autoridad burguesa y reaccionaria, librar batallas políticas y tumbar del poder a las nuevas fuerzas burguesas que ocupaban posiciones de autoridad, los "seguidores del camino capitalista", para poder llevar a cabo la transformación económica, política, social e ideológica de las relaciones sociales, y por medio de eso capacitar a las masas para que ellas mismas manejaran la sociedad. Eso fue la Gran Revolución Cultural Proletaria, que Mao lanzó en 1966.

Mao escogió a Zhang Chunqiao para que formara parte del Grupo de la Revolución Cultural en Beijíng, que se encargaría de dirigir y orientar esa "revolución dentro de la revolución" sin precedentes. Zhang estuvo en medio de sus episodios más difíciles y más importantes, como el episodio que se llama la Tormenta de Enero de Shanghai.

A fines de 1966, los estudiantes y los obreros de Shanghai se rebelaron contra las opresivas autoridades municipales, criticaron a la dirección del partido y pidieron un nuevo orden político. El fermento y la lucha bullían. Zhang se mantuvo al tanto de los sucesos de Shanghai y fue a la ciudad varias veces a expresar el apoyo del Grupo de la Revolución Cultural y dar dirección a los rebeldes. El movimiento revolucionario creció y la alianza de rebeldes se apoderó de los centros de comunicación y de administración en enero de 1967. Esa fue la primera "toma de poder" de parte de las masas durante la Revolución Cultural. Dio ejemplo y sentó el tono ideológico para la toma de poder en otras partes del país.

Zhang se dedicó a sistematizar la Tormenta de Enero y a difundir sus lecciones. También hizo un balance de la experiencia de forjar nuevas instituciones y administraciones políticas revolucionarias para reemplazar las viejas.

Avances en teoría revolucionaria

Zhang hizo enormes aportes al proletariado internacional sobre la naturaleza de la sociedad socialista, su economía, y el carácter y meta de la revolución proletaria.

Zhang profundizó la línea de Mao de que el simple hecho de que los medios de producción estén en manos del estado no garantiza que la sociedad sea socialista. Lo que determina la naturaleza de la propiedad es la línea ideológica y política que está al mando: ¿avanzan la economía y la sociedad hacia la restricción y eliminación de las considerables diferencias y desigualdades que deja la sociedad capitalista, o sigue la sociedad un rumbo hacia el pasado con una máscara de socialismo? En qué manos está la propiedad, Zhang dijo, tiene que ver con quién detenta el poder: ¿quién está en el poder?, ¿tienen las masas los medios para hacer la revolución y transformar la sociedad?

Zhang analizó que en las relaciones de producción socialistas existen aspectos capitalistas. Las relaciones entre individuos en la producción siguen siendo relaciones de clases. ¿Participan en la producción con las masas los gerentes y el personal del aparato estatal y del partido? Y, las masas, ¿participan en las esferas de la administración, la educación y la cultura? ¿O la brecha entre el trabajo manual e intelectual se está agrandando? Zhang explicó que esta división del trabajo no es algo que se puede superar de golpe, pero que en cada etapa de la revolución hay que restringirla y transformarla en la mayor medida posible.

En el ensayo "Acerca de la dictadura omnímoda sobre la burguesía" Zhang explicó que la revolución proletaria es una revolución consecuente que tiene que perseverar y ejercer su dictadura sobre la burguesía en todas las esferas y en todas las etapas a lo largo de la revolución. La revolución proletaria, como escribe Zhang, citando a Marx, aspira a eliminar "los cuatro aspectos": las diferencias de clases en general; todas las relaciones de producción en que estas descansan; todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción; y todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales. Esta revolución tiene que continuar hasta que se haya abolido de la faz de la tierra la totalidad de esos cuatro aspectos.

Estos no eran asuntos teóricos que solo un puñado de dirigentes del partido discutían, sino asuntos que se plantearon ante las masas. También los debatían los revolucionarios del mundo entero.

La última gran batalla

Zhang Chunqiao fue una figura clave de la lucha entre la revolución y la contrarrevolución entre 1973 y 1976. Por ejemplo, a principios de esa década, Deng Xiaoping y las fuerzas revisionistas del Partido Comunista lanzaron una ofensiva para tumbar del poder a las fuerzas del proletariado. Mao se apoyó en Zhang y un núcleo de líderes revolucionarios (entre ellos su esposa Jiang Qing) para armar y movilizar a las masas políticamente y librar una lucha a muerte para conservar y desarrollar el gobierno del proletario. Zhang aceptó el desafío con perspicacia, ciencia y valor indomable.

Zhang tenía confianza estratégica en que las masas comprenderían su papel como los hacedores de la revolución y que eran capaces de comprender el marxismo que les permitiría hacerlo. Entendía que la clave para defender y continuar la revolución era despertar la actividad consciente de las masas. Por tanto, con otros revolucionarios, se zambulló en la brega y dirigió luchas complejas en muchos frentes: educación, organización industrial, estrategia económica, ciencia y tecnología, y otros campos. Continuamente hacían un balance de la experiencia, sacaban lecciones y aplicaban el marxismo a nuevos problemas. Estaban haciendo camino al andar y armando ideológica y políticamente al proletariado mundial. Mantuvieron esa orientación y perseveraron en su compromiso, aun cuando cometieron errores, aun cuando sectores de las masas se deslizaban ante ideas retrógradas, y aun cuando la correlación de fuerzas políticas e internacionales se volvió más desfavorable para la revolución china.

Así que cuando los revisionistas del Partido Comunista de China lanzaron el golpe de estado armado tras la muerte de Mao, tomaron medidas inmediatas, como tenía que ser, contra el cuartel revolucionario del Partido Comunista. El punto decisivo del golpe fue el arresto de Zhang Chunqiao y de Jiang Qing (y otros dos miembros de la llamada "Banda de los Cuatro"). Así es como China se convirtió en la maquiladora del capitalismo mundial que es hoy.

Pero el aislamiento y las amenazas no doblegaron a Jiang Qing ni a Zhang Chunqiao. En la farsa de juicio que los revisionistas montaron en 1980 y 1981, Jiang Qing encaró y retó a sus inquisidores, y Zhang mantuvo un silencio desafiante. A Zhang lo sentenciaron a muerte, pero luego conmutaron la sentencia a cadena perpetua. En los 25 años que estuvo preso nunca claudicó.

El golpe de estado de 1976 derrotó a la China revolucionaria, pero los revolucionarios no fueron derrotados política ni ideológicamente.

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La Gran Revolución Cultural Proletaria es hasta hoy el punto más alto que ha alcanzado la revolución proletaria mundial. El maoísmo tiene que seguir aprendiendo de esa experiencia y de líderes como Zhang Chunqiao. La revolución proletaria tiene que hacer un balance de los grandes logros y de las debilidades y puntos flacos de la Revolución Cultural para lograr mucho más y hacer las cosas mejor, para hacer y continuar la revolución mundial hasta que se logre la misión histórica del proletariado: un mundo comunista sin explotación, opresión o diferencias de clase.