Revolución #261, 26 de febrero de 2012


Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

Siria: ¡Ni Assad, ni la intervención extranjera!

Nota de Revolución: Como dice este artículo: "No podemos predecir lo que pasará — cómo EE.UU. y sus aliados tratarán de solucionar su dilema y agarrar a Siria. Pero a estas alturas, después de Irak, Afganistán, Libia y muchos otros, deberíamos reconocer que lo que son capaces los imperialistas es a veces peor de lo que nos podemos imaginar — y que las consecuencias de sus intervenciones siempre conducen al desastre para el pueblo".

A la luz de esto, creemos que nuestros lectores encontrarán interesante este artículo.

13 de febrero, 2012. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. El ejercito de EE.UU. "ha empezado a revisar potenciales opciones militares" en Siria, de acuerdo al New York Times (11 de febrero). Un anónimo oficial militar estadounidense dijo a este periódico de peso, "Estamos contemplando una gama completa de opciones, pero en cuanto a lo que sucede en el transcurso de una acción, no he visto nada". El informe dice las "opciones posibles" que podrían ser consideradas incluyen "todo, desde hacer nada a armar a los rebeldes a acción encubierta, ataques aéreos o despliegue de tropas de tierra".

Esta admisión se da cuando EE.UU. ya está respaldando varias formas de intervención en Siria, incluyendo los esfuerzos de Turquía para usar elementos de la oposición militar siria para formar un ejército bajo su control, y el dinero y armas de Qatar y Arabia Saudita que según se dice están afluyendo al país. Los sauditas casi indudablemente están respaldando a sus compañeros fundamentalistas islámicos sunís, como lo han hecho en todas partes.

Por muchos años EE.UU. siguió a menudo una ambigua política hacia Siria, maniobrando para aislar y debilitar al régimen mientras a la vez reconociendo su importancia en preservar el statu quo en la región en momentos cuando eso ha sido el objetivo principal estadounidense. Hafez, el padre de Bashar al-Assad, aplastó el movimiento revolucionario palestino basado entonces en Líbano en los años 1970s, impuso la paz con Israel a pesar de la ocupación sionista de los Altos del Golán en Siria desde 1967, y apoyó la invasión a Irak de EE.UU. en 1991.

Cuando la revuelta de los sirios estalló el pasado marzo, inspirado en similares revueltas espontaneas que derrocaron a Mubarak de Egipto y a Ben Ali de Tunisia, EE.UU. no apoyó su demanda principal, la caída del régimen. En cambio Washington pidió a Assad que implementara algunas reformas económicas y políticas dirigidas a apaciguar el movimiento mientras se hacía más fácil empujar a Siria dentro de la órbita de EE.UU.

Salameh Kaileh, un prominente marxista árabe de Palestina que vive en Siria, le dijo en una entrevista al Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar el pasado agosto que esa revuelta fue desatada por las capas medias en el campo. En las ciudades provinciales más pequeñas, ahora participan todas las clases sociales, incluyendo los comerciantes y los capitalistas locales, dijo Kaileh.

No fue hasta el 18 de agosto que Washington dijo que Assad tenía que irse. Y esto no fue porque el gobierno de Obama de repente se dio cuenta de lo sangriento que es el régimen sirio. Ya habían pasado cinco meses de masacres a los manifestantes civiles desarmados, y por años EE.UU. había enviado a prisioneros a Siria para que pudieran ser torturados. Pero en la actual situación EE.UU. vio tanto necesidad como oportunidad.

Como dijo Kaileh, EE.UU. estaba buscando un cambio de régimen, pero un cambio de régimen controlado, esperando evitar que se desencadene fuerzas incontrolables, incluyendo las mismas masas del pueblo sirio, que podrían conducir a un resultado que desestabilizaría toda la estructura de la región dominada por EE.UU., incluyendo los regímenes vecinos de Turquía y Jordania.

"Siguiendo el modelo de Egipto y Túnez, este cambio (buscado por EE.UU. en Siria) no sería uno radical sino un cambio dentro del mismo régimen", afirmó Kaileh. Una forma posible sería una escisión dentro de la estructura de poder, particularmente las fuerzas armadas, y un golpe, alentado o aún posiblemente generado por la intervención militar extranjera.

La necesidad era intervenir para resolver una situación —un levantamiento popular— que ponía en peligro los intereses de EE.UU. La oportunidad era que se había vuelto posible prever la eliminación de un régimen anteriormente estable que formaba un bloque con la República Islámica de Irán, Hamás de Palestina y Hezbolá en el Líbano, presentando serios problemas para EE. UU. y amenazando a sus aliados regionales reaccionarios. No es coincidencia que el entusiasmo de EE.UU. de tumbar a Assad viniera en medio de las amenazas intensificadas de EE.UU. para atacar a Irán y/o respaldar a Israel para que lo ataque.

Mientras la revuelta popular en el Medio Oriente y el Norte de Africa continúa desafiando agudamente a algunos de los regímenes existentes y las formas de dominación imperialista, y el genio del pueblo despertado ha sido liberado de la lámpara, EE.UU., en vez de ceder a la voluntad del pueblo o siquiera retirarse un poco, ha maniobrado para avanzar sus intereses en medio de estas aguas turbulentas.

A los llamados modelos egipcio y tunecino ahora ha sido agregado "el modelo libio" en el que las potencias de EE.UU. y Europa (actuando en concierto con EE.UU. así como por la rivalidad con EE.UU. y del uno con el otro) básicamente invadieron (si bien principalmente por aire) y tumbaron al régimen de Gadafi. Esta demostración de fuerza tenía como objetivo no solamente reafirmar el control sobre Libia sino que también proclamar y mantener el dominio regional ante tanto los pueblos como otros rivales, incluyendo Rusia y China.

La intervención extranjera y la incitación de la guerra civil por EE.UU. y sus aliados en Siria es exactamente la clase de actividad que supuestamente la ONU existe para prevenir. Hace unos pocos años EE.UU. lanzó amenazas contra el régimen de Assad por intervenir en Líbano y exigió que la ONU interviniera. Para EE.UU., el Reino Unido y Francia, la cuestión no es lo moral o que acate legalmente al derecho internacional sino que sirva a sus intereses imperialistas.

Ahora que esas potencias han tomado la posición opuesta respecto a Siria, la interferencia de afuera puede ser justificada porque Assad está "matando a su propia gente". Además, si es verdad que fuerzas vinculadas a Al Qaeda en Irak están luchando ahora en Siria, esto está relacionado con el respaldo de los estados del Golfo a otras fuerzas fundamentalistas islámicas allá. El punto, para el Occidente, es que su interferencia (o lo que respaldan) es buena, mientras que la de alguien más es una excusa para… la intervención de la OTAN.

Como señaló Robert Fisk en el Independent de Inglaterra, una ilustración particularmente aguda de la hipocresía de EE.UU. y Europa es que las monarquías absolutas de Arabia Saudita y Qatar son ahora representadas como los mejores defensores en la región de "la democracia" en Siria. El hecho de que el régimen saudita envió tropas para aplastar una rebelión de la mayoría chiita en Bahréin y está disparando a los manifestantes chiitas en el este de Arabia Saudita ha sido cortésmente ignorado.

La creciente importancia de la alianza entre EE.UU. y los estados reaccionarios del Golfo —impulsada por el horror que les inspira la "Primavera Árabe"— es ejemplificada por el hecho de que ellos fueron capaces de cambiar la posición de la Liga Árabe de la noche a la mañana, desde una posición de al menos aparente neutralidad hacia el régimen de Assad, a un detallado e increíblemente arrogante plan para los próximos pasos para Siria, empezando con la transferencia de poder de Assad a otros en su régimen, con o sin un golpe militar.

La Liga Árabe ha pedido "una misión de paz árabe/ONU" en Siria, pero no se trata de la paz. Suministraría "toda forma de apoyo moral y material" a las fuerzas de la oposición, pero no tiene nada que ver con ayudar a lo que ha sido el objetivo principal de la rebelión popular hasta ahora, a saber, poner fin a la opresión.

Se asemeja más bien a "la diplomacia de cañonero" del siglo 19 cuando las potencias occidentales usaban su buques de guerra para obligar a los gobiernos locales que todavía no estaban bajo su control a acceder en detalle a una agenda que impusieron. El hecho de que estas demandas vienen de bocas árabes no cambia el hecho de que EE.UU. escribió el guión, o al menos les dio luz verde. ¿Cómo pueden las monarquías del Golfo amenazan a Siria sin el espectro de buques de guerra (y aviones y ejércitos) occidentales respaldándolas?

Bajo el pretexto de que Saddam Hussein estaba "matando a su propia gente", dos invasiones separadas por una década de sanciones asesinas no sólo condujeron a la muerte de muchos cientos de miles de personas sino sumergieron al pueblo iraquí en una noche tan oscura como cualquiera que hayan enfrentado antes, una situación muy desfavorable para una rebelión. Luego, bajo el mismo pretexto, llegó el modelo "libio" en que derrocaron a un régimen que se había vuelto muy dispuesto a acatar los intereses occidentales (en especial los de Inglaterra e Italia), desencadenando muchos intereses y fuerzas reaccionarios y convirtiendo la vida en Libia de hoy en un infierno tan malo como nunca.

Ahora mismo EE.UU. no está en condiciones de lanzar otra invasión de gran escala, no porque ha cambiado su naturaleza sino por la forma en que les han resultado los proyectos yanquis en Irak y Afganistán. Por otro lado, es posible que la clase de guerra "barata" en Libia (barata para EE.UU. y OTAN, no para el pueblo de Libia que aún están pagando un precio horrendo) no sea posible en Siria, donde los últimos cinco meses de rebelión han revelado que el régimen reaccionario tiene una base social más fuerte así como un ejército de verdad.

Los estrategas estadounidenses (por ejemplo, www.foreignpolicy.com) se lamentan del hecho de que "una zona de exclusión aérea" tendría poco efecto en Siria, donde el régimen no ha usado aviones de guerra, y que no se puede utilizar las fuerzas aéreas para ayudar a las fuerzas contra el régimen porque en la medida que haya combate ahora, está en ciudades muy atestadas. En esa publicación, Marc Lynch advierte que "Lo que se presenta como una alternativa a la intervención militar [por tierra], una vez que fracase, lo más probable es que allane el camino para esa intervención".

No podemos predecir lo que pasará — cómo EE.UU. y sus aliados tratarán de solucionar su dilema y agarrar a Siria. Pero a estas alturas, después de Irak, Afganistán, Libia y muchos otros, deberíamos reconocer que lo que son capaces los imperialistas es a veces peor de lo que nos podemos imaginar — y que las consecuencias de sus intervenciones siempre conducen al desastre para el pueblo.

(Para más sobre la rebelión en Siria, ver la entrevista con Hassan Khaled Chatila en Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar 16-5-2011).

 

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar (aworldtowin.org), una revista política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas del mundo.

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