El conflicto en Egipto, las agendas de los opresores… y el otro camino que se necesita

Alan Goodman | 9 de diciembre de 2012 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Egypt

Unas enormes protestas recorren Egipto y muchos participantes aspiran a una auténtica liberación de la opresión. A la vez, ahora mismo los intereses de las agendas opresivas en contienda definen sobremanera los términos de lo que es posible en el país, y que se necesita un camino completamente diferente para liberar al país. Foto: AP

Unas enormes protestas recorren Egipto, suscitadas por el decreto del 11 de noviembre del presidente Morsi ahí que, entre otras cosas, restringió dramáticamente el papel del poder judicial en dicho país. Si bien cuesta trabajo determinar con claridad las fuerzas en el terreno, aparentemente representan una amplia gama de intereses, agendas y sectores sociales, incluidas las crecientes aspiraciones del pueblo egipcio a una auténtica liberación de la opresión.

A la vez, ahora mismo unas intensas contradicciones entre dos sectores de las clases dominantes definen en su mayor parte los términos del conflicto social en el país. Ninguna de estos sectores representa algo positivo para los millones de egipcios que se levantaron con un valor tan inspirador hace dos años.

El levantamiento de 2011

Bob Avakian identificó de manera incisiva la importancia y los retos ante el inspirador levantamiento de Egipto de 2011 en su declaración “Egipto 2011: Millones se han puesto de pie con heroísmo… El futuro está por escribirse”.

Dicha declaración se inicia así:

Millones de egipcios de todos los sectores sociales, inspirados por el pueblo de Túnez, se han levantado con heroísmo, han desafiado al odiado régimen de Hosni Mubarak y han obligado a Mubarak a dimitir. Esto ha hecho añicos la noción de que “las cosas nunca pueden cambiar”. Demuestra poderosamente que no existe ninguna necesidad permanente de que las condiciones existentes sean así en que la gran mayoría de la humanidad sufre tan terriblemente. Los oprimidos y las personas que anhelan que termine la opresión, en todos los países del mundo, han compartido profundamente la alegría y la esperanza de estos levantamientos de masas. Y los primeros indicios de rebelión siguen extendiéndose.

A la vez, aunque Mubarak ha dimitido, siguen en el poder las mismas fuerzas básicas que han gobernado y explotado con tanta crueldad al pueblo egipcio. A pesar de las loas almibaradas a las masas de jóvenes y otros que se han levantado, de sus promesas de “libertad” y “democracia”, en realidad están resueltos a operar una “transición” que asegure que no habrá ningún cambio fundamental — que los nuevos arreglos que se maquinen en el proceso político seguirán manteniendo al pueblo de Egipto, de Palestina y de otros países de importancia estratégica del imperialismo estadounidense en una situación insoportable. Después de todo, las fuerzas armadas de Egipto —que ahora se supone que vayan a llevar a cabo esta “transición”— son las mismas que durante décadas reforzaron fiel y brutalmente el dominio del régimen de Mubarak mientras que los oficiales militares se enriquecían al convertirse en grandes explotadores del pueblo egipcio; y los imperialistas de Estados Unidos —que apoyaron fuertemente a Mubarak y sus compinches y los mantuvieron en el poder durante 30 años, sin ninguna consideración por el sufrimiento del pueblo— son los mismísimos imperialistas que ahora están buscando de nuevo llevar la batuta y dar las órdenes de última instancia respecto al carácter de la “transición” en Egipto.

Los planes y designios de estos opresores y explotadores NO es lo que las masas populares quieren y necesitan con tanta urgencia.

Dicha situación esencial sigue en pie. Al mismo tiempo, existen agudos conflictos entre las fuerzas que controlan la explotación del pueblo egipcio o aspiran a sacar una tajada de la misma.

El ejército y la Hermandad Musulmana

En general los analistas mediáticos presentan el conflicto en el Egipto actual como una entre la “democracia laica” (el ejército y al parecer grandes partes del poder judicial) por un lado, y por otro, las fuerzas islámicas que vienen cobrando influencia en la región.

El factor Israel

Tanto el ejército como la Hermandad Musulmana tienen una larga historia y un papel actual en la escandalosa colaboración de Egipto con Israel para oprimir al pueblo palestino en la Gaza y más allá.

En 1978, Estados Unidos presidió los “Acuerdos del Campo David” entre Israel y Sadat de Egipto, haciendo de Egipto el primer país árabe que reconociera oficialmente al estado sionista. El régimen de Mubarak era un colaborador sinvergüenza con Israel, defendiendo los Acuerdos del Campo David y cerrando la frontera que tiene Egipto con la Gaza para contribuir a la inanición, aislamiento y encarcelación de los 1.7 millones palestinos en esa hacinada prisión al aire libre.

La Hermandad Musulmana es de ninguna manera mejor. En octubre de 2012, Morsi le escribió una carta al presidente israelí Shimon Peres, un sionista fanático que ha presidido años de opresión brutal sobre el pueblo palestino. Morsi describió a Peres como “un amigo grande y bueno” y propuso que “mantengamos y fortalezcamos las relaciones cordiales que existen tan alegremente entre nuestros dos países”. Morsi terminó la carta con “gran estima y consideración”. Para el consumo interno en Egipto, un dirigente de la Hermandad Musulmana afirmó que la carta era una “fabricación” y que “los medios informativos sionistas han filtrado declaraciones infundadas de Morsi en el pasado”. Sin embargo, el portavoz de Morsi, Yasser Ali, le dijo al periódico del estado egipcio Ahram que la carta era “cien por ciento correcta”. Todo indica que la carta sí representa la verdadera posición de la Hermandad Musulmana.

Repetidas veces Morsi ha aclarado que acatara todos los tratados internacionales de Egipto, una clara señal a los imperialistas estadounidenses e Israel que acatara el tratado que más importaba, el del Campo David.

El 14 de noviembre de 2012, cuando Israel lanzó la Operación Pilar de Defensa en la Franja de Gaza, el gobierno de Morsi denunció la operación y pidió la suspensión de los ataques aéreos. Morsi despachó a la Gaza al primer ministro Hesham Qandil para expresar solidaridad con la Gaza. Pero en esencia, Morsi dejó sellada la frontera con la Gaza y en general colaboró con Estados Unidos e Israel para encerrar a los gazanos indefensos mientras Israel los masacraba con sanguinarios ataques de cohetes y bombas (vea el artículo en #286, “El asesino embate de Israel contra el pueblo de la Gaza… y la necesidad de oponerse a estos crímenes YA”).

Barack Obama habló con Morsi por teléfono seis veces durante el asalto israelí contra la Gaza, y según todos los informes (de la clase dominante estadounidense), Morsi jugó un papel inestimable en orquestar un cese al fuego bajo términos que Israel consideraba admisibles.

Los senadores republicanos John McCain, Lindsey Graham y Kelly Ayotte hizo pública una declaración después del cese al fuego: “Elogiamos al primer ministro Netanyahu y a los otros dirigentes israelíes por el papel que desempeñaron para efectuar el cese al fuego de hoy. También nos anima el papel de dirección responsable del presidente de Egipto y su gobierno. El presidente Morsi es digno del mérito por lograr poner fin a la violencia y evitar más pérdida de vida en ambos lados. Estas acciones concuerdan con la dedicación a la paz y la seguridad que tradicionalmente Egipto ha defendido como un líder del mundo árabe”.

Con respecto a las maniobras diplomáticas, Bruce Jentleson, profesor de política pública de la Universidad Duke y ex asesor del Departamento de Estado, dijo: “Lo que vemos aquí es la misión de paz del siglo 21, en que Estados Unidos todavía juega un rol muy central pero el viejo modelo del Camp David ya no es suficiente”. Añadió: “Es necesario tener a jugadores clave en la región que traen su propia identidad y credibilidad”.

Eso es el papel del régimen de Morsi, al servicio de los intereses estadounidenses en la región, incluyendo apoyar al sicario clave de Estados Unidos en la región: el estado de Israel. 

La “democracia laica” del régimen pro-estadounidense de Mubarak se ha caracterizado por una pobreza pulverizante y una complicidad servil a la agenda de Estados Unidos en el Medio Oriente, en particular en relación con la opresión israelí sobre el pueblo palestino.

Encima de todo esto obran las fuerzas concentradas en el ejército egipcio. Este ejército era y es una fuerza a favor de la violencia represiva que intervino en ocasiones cruciales durante el levantamiento de 2011 para restringir, controlar y delimitar lo que se permitía desafiar.

Además, como señala el pasaje de la declaración de Bob Avakian sobre Egipto, la camarilla de altos oficiales del ejército es en sí una agrupación de grandes capitalistas compradores: los grandes capitalistas que fungen como agentes locales del capital imperialista internacional. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) controla hasta el 40% de la economía egipcia. Mantiene en secreto gran parte del contenido de lo que controla, y los oficiales y generales que se benefician de las ganancias cuidan de cerca esta red de inversiones. Se informa que el ejército es propietario de centros de veraneo turísticos, plantas de procesamiento de alimentos, fábricas de armamento y empresas que fabrican y venden electrodomésticos. Las redes financieras controladas por el ejército generan ganancias para el SCAF provenientes de agua embotellada, aceite de olivo, chips de computador, ropa interior de algodón y muchísimas cosas más. (Vea “In political fight with Egypt’s army, Muslim Brotherhood follows the money”, Global Post, 3 de abril de 2012.)

Esta afianzada red de parásitos se sienta encima de las masas egipcias. Asfixia y reprime a otras fuerzas compradoras que tienen sus propias aspiraciones y visiones alternas acerca de la manera de aglutinar al país como una potencia regional y estable en el marco de las cadenas de la explotación imperialista mundial.

Durante décadas, la Hermandad Musulmana se venía desarrollando como una especie de red ideológica, política y económica paralela en la sociedad. Ofrecía servicios sociales para los pobres, en íntima relación con las mezquitas. Fungí de factor estabilizador en el Egipto de Mubarak y además, como una fuerza “que esperaba tras bambalinas” para una oportunidad de convertirse en el socio mayoritario de las fuerzas al servicio de los intereses imperialistas en el país. El levantamiento que tumbó a Mubarak junto con la situación sumamente inestable y el ascenso de las distintas fuerzas islámicas en le región en general han propiciado tal momento. El Partido Libertad y Justicia (PLJ, el partido político relacionado con la Hermandad Musulmana) postuló la candidatura de Morsi a la presidencia y triunfó en las primeras elecciones post Mubarak con un 51% de los votos.

La Hermandad Musulmana tiene su propia base social y visión de una moral aglutinadora para reestabilizar la sociedad, con un papel más abierto para los valores islámicos opresivos en el estado. Un blanco muy legítimo de las protestas contra el nuevo proyecto de constitución de Morsi tiene que ver con la opresión de la mujer estipulada en el Artículo 10 que ordena: “La familia es la base de la sociedad y se funda sobre la religión, la moralidad y el patriotismo”. Podemos conocer más claramente los horrores que tal constitución podría traer viendo la opresión infrahumana de la mujer en otros países donde se ha estatuido en las leyes la opresión de la mujer basada en El Corán.

La Hermandad Musulmana se opuso al levantamiento contra Mubarak o se quedó de brazos cruzados ante el mismo, hasta vísperas de su derrocamiento. Desde ese entonces, ha ejercido un poderoso impacto conservatizante sobre las personas y hasta ha expulsado a las mujeres del levantamiento y ha propuesto una “alternativa” que únicamente aspira a reestructurar la forma en que Egipto encaja en el mundo del capitalismo-imperialismo.

Egipto 2011: Millones se han puesto de pie con heroísmo... El futuro está por escribirse

Una declaración de Bob Avakian
Presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
11 de febrero de 2011

Esta página web también tiene las versiones en alemán, árabe, francés e inglés.

Nada de lo que propone la Hermandad Musulmana ni afirma que sea un programa para liberar al país de las cadenas aplastantes del capitalismo mundial. Al contrario, sus diferencias con la camarilla de Mubarak y el ejército tienen que con la manera en que Egipto operará en dicho mundo de opresión. Como parte de dichas diferencias, existen choques muy fuertes sobre la manera de volver a forjar la legitimidad de la estructura estatal opresora que surja en Egipto, incluido el papel formal del islam en la misma.

Existen agudos conflictos sobre las proporciones del botín asignadas por el imperialismo a sus compradores en Egipto. Poco después de la caída de Mubarak, un dirigente del PLJ (el partido relacionado con la Hermandad Musulmana) dijo: “Es necesario ver que el ejército esté enterado de que se dio una revolución y que la situación tiene que cambiar y cambiará… El ejército tendrá que volver a su papel normal de defensor de la nación y no debería tener esta clase de control económico. No debería constituirse en un estado dentro de un estado”.

El dirigente del PLJ no quería decir que se hubiera dado una auténtica revolución donde se hicieran añicos las estructuras opresivas que sirven al capitalismo-imperialismo y lo refuerzan y que se pudiera construir una sociedad completamente nueva. Tampoco llamaba a hacer tal revolución. Quería decir que el ejército todavía recibía una tajada demasiado grande del botín de la explotación capitalista imperialista. Al igual que un emergente capo mafioso, exigía una tajada más grande de la acción para las redes de la Hermandad Musulmana, con lo que tendría bases para apuntalar la lealtad de su base social.

Por su lado, el ejército egipcio, no está a punto de hacerse a un lado sin dar pelea. Al igual que un capo mafioso de larga trayectoria, el oficial financiero en jefe del SCAF, el general de división Mahmoud Nasr, le dijo a la agencia noticiosa Al Ahram a inicios de 2012 que “las fuerzas armadas lucharán para defender” sus proyectos. “Nosotros llevamos 33 años construyéndolos”. “Además, no los vamos a ceder para que otro los destruya”.

El otro camino que se necesita y su base

En los lemas de libertad, democracia y justicia propagados por las fuerzas en contienda en las clases dominantes de Egipto obran, en esencia, las agendas de estas fuerzas a favor de imponer su versión de un orden opresor y explotador.

Ahora mismo, por todo Egipto la situación está atrayendo hacia las protestas a las masas populares que anhelan un cambio liberador auténtico. Estas personas componen al menos una parte importante de aquellos que están en las calles. Pero en vista de la actual correlación de fuerzas, la situación las tienen rebotando entre una y otra facción de las clases dominantes.

Ambas facciones atraen a las personas mediante la demagogia y en ocasiones critican a aspectos concretos de las posiciones de sus contrincantes. La Hermandad Musulmana lanza demandas de que el ejército y el poder judicial dejen de proteger a los funcionarios del régimen de Mubarak quienes ordenaron la tortura y los asesinatos pero su objetivo es de quitar los obstáculos que impiden que ocupen mejores posiciones en la situación existente.

La camarilla relacionada con Mubarak convoca a las personas a las calles para defender “la democracia laica”. Pero es necesario entender que cuando se escuche a alguien como Mohamed El-Baradei, un consentido de Estados Unidos quien en general obedeció a los intereses del imperialismo estadounidense cuando fungía de jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), decir que Morsi “usurpó todos los poderes del estado y se designó el nuevo faraón de Egipto”, dicha retórica en esencia representa los intereses de clase de sectores de las clases dominantes de Egipto que lanzan ruegos demagógicos a algunos sectores de las masas (y también plantean sus posiciones en público para el consumo de los gobernantes estadounidenses), a nombre de una agenda en contienda por la explotación y la opresión.

Asimismo… hablando de las auténticas aspiraciones del pueblo egipcio, Bob Avakian, en la citada Declaración sobre Egipcio, escribió:

[Las masas populares] están lanzando un grito de “libertad”, y es necesario desarrollar la lucha hasta que se alcance la auténtica libertad — de liberarse del dominio de los imperialistas y sus agentes y socios subalternos locales, de liberarse de toda forma de opresión y explotación. De liberarse de las fuerzas anticuadas que esclavizarían en medievales tinieblas y opresión a la mujer, y al pueblo en general — además de las fuerzas anticuadas que esclavizarían al pueblo en nombre de la “democracia”… “libertad”… y explotación capitalista imperialista promovida como “progreso”.

Posteriormente, BA, extrayendo una lección de la experiencia de Lenin en la revolución rusa, señala:

[C]uando el pueblo en sus masas, de millones de personas, por fin rompa con las trabas que han estado impidiendo que se levante contra sus opresores y atormentadores, en ese momento el que su lucha y sacrificios heroicos lleven a un cambio fundamental serio o no, avance a la abolición de toda explotación y opresión o no, dependerá de si existe una dirección, una dirección comunista, o no, que tenga la necesaria comprensión y método científico y sobre esa base, pueda desarrollar el necesario enfoque estratégico y la influencia y lazos organizados entre un creciente número de personas, a fin de dirigir el levantamiento del pueblo en medio de todas las curvas, giros y vaivenes, hacia la meta de una transformación revolucionaria real de la sociedad, en concordancia con los intereses fundamentales del pueblo. Por tanto, a su vez, cuando el pueblo rompa en masa con “la normalidad” y las cadenas fuertemente forjadas de relaciones opresivas en que de costumbre está atrapado y que lo agobian tan fuertemente —cuando abra paso y se levante en sus millones—, ése es un momento crucial para que la organización comunista forje más sus lazos con esas masas, fortalezca sus filas y su capacidad de dirigir. O, en caso de que tal organización comunista todavía no exista, o que exista solamente de manera aislada y fragmentaria, ése es un momento crucial para que se forje y desarrolle una organización comunista, se asuma el desafío de estudiar y aplicar la teoría comunista, de manera viva, en medio de esta tumultuosa situación, y de esforzarse para desarrollar constantemente lazos con un creciente número de masas, influenciarlas y a la larga dirigirlas por el camino de la revolución que representa sus intereses fundamentales y más elevados, la revolución comunista.

Durante mi estancia en Egipto, como parte de la Marcha por la Libertad de la Gaza de hace tres años, tuve algunas unas oportunidades, si bien limitadas, de interactuar con los activistas egipcios quienes en ese momento organizaban con mucho valor las protestas contra el régimen de Mubarak, en solidaridad con los obreros en huelga, en oposición del apoyo del gobierno egipcio a Israel y sobre otras reivindicaciones. Aún no existía una traducción al árabe de El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, pero logré hacer que varios activistas angloparlantes lo recibieran.

Durante esas conversaciones, yo hacía todo lo que pudiera para que se adentraran en la nueva síntesis del comunismo de BA y de aplicarla y de forcejear en serio con lo que sería necesario para transformar de veras la sociedad egipcia en el contexto de llegar a un mundo sin opresión y explotación. En casos frecuentes, las personas respondieron que si existiera un país en el mundo donde la revolución fuera una posibilidad muy que muy lejana, pues tal país sería Egipto, donde la policía política aplasta las protestas, donde existe una desmoralización visceral en la población y donde, afirmaban, las diferencias entre el “islam progresista”, la “democracia radical” y el comunismo revolucionario eran cuestiones abstractas que tal vez tuvieran relevancia en un futuro remoto. Por lo tanto, es obvio que eso contiene una lección para todos en todas partes que anhelen un cambio político serio, pero no pueden ver el potencial del surgimiento de una situación revolucionaria y la urgencia de prepararse para tal momento (mientras que se acelere la llegada del mismo).

El Manifiesto tenía intrigados a algunos individuos que conocí. Pero éstos tendían a verlo como uno de diversos conjuntos de bonitas ideas, junto con conceptos ilusorios de la “democracia occidental” y/o del “islam ilustrado”. La marcha de los acontecimientos demostraba que una cuestión de vida o muerte para las masas populares era la de hacer el deslinde entre los polos no revolucionarios o reaccionarios en contienda por un lado y por otro, la auténtica revolución.

Si un pequeño núcleo de fuerzas se aglutinara en torno a lo contenido en el Manifiesto, eso podría importar muchísimo.

 

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