Israel y el apartheid: No es un "problema de marca"; es la realidad
Alan Goodman | 24 de marzo de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us
En un artículo de Opinión reciente del New York Times, Hirsh Goodman escribe:
El 4 de febrero de 1965, de adolescente, salí de Sudáfrica, mi país natal, para ir a un nuevo hogar en un sitio en el que nunca había estado: Israel.
Amaba a Sudáfrica, aunque odiaba el sistema del apartheid. En Israel, observaba un comienzo nuevo para un pueblo que surgía de las cenizas del Holocausto, un sitio de luz y justicia, a diferencia de la oscuridad y la opresión del apartheid de Sudáfrica.
Ahora, a casi 50 años, después de décadas de argumentar que Israel no es un estado del apartheid y que decir eso es una mentira y una calumnia, tengo un presentimiento de que hemos progresado mucho por el camino de que se le juzgue como tal. Es así porque hoy las marcas son más poderosas que la verdad e inexplicable, y ciegamente, Israel se está permitiendo que se le adjudique a sí mismo la marca de un estado del apartheid, y que hasta le esté dando ánimos (“Perdiendo la guerra de propaganda”, 31 de enero de 2014).
Hirsh Goodman responde al sentido de ultraje creciente a la manera en que la opresión de Israel sobre el pueblo palestino se relaciona con los crímenes terribles del régimen del apartheid de Sudáfrica. Muchos otros defensores de Israel, como las recientes declaraciones del vicepresidente Joe Biden, suenan la alarma de que se percibe ampliamente a Israel como un estado del apartheid.
Entre otras cosas, están reaccionando al crecimiento de un movimiento global por el Boicot, Retiro de inversión, Sanciones (BDS), lo que ha tenido éxitos importantes al desenmascarar y oponerse a la opresión de Israel sobre el pueblo palestino1.
¿Qué era el apartheid de Sudáfrica?
Bajo el régimen del apartheid, los negros y otros sudafricanos no blancos estaban encerrados en “bantustanes” que se parecían a cárceles sin las más básicas necesidades de vivir (como agua potable o vivienda digna). Los trataban como no humanos, sujetos a las leyes fascistas de “pase” que gobernaban todos sus movimientos.
Los colonos blancos vivían, a expensas de la mano de obra de estas personas, al estilo de vida de la gente del norte de Europa y el capitalismo-imperialismo global acumulaba ganancias enormes. Además, el Sudáfrica del apartheid servía de gendarme militar para hacer cumplir los intereses del imperio estadounidense en Sudáfrica, especialmente en la época de la “guerra fría”, apoyando a operaciones terroristas masivas e invasiones de países cercanos. (Para conocer el Sudáfrica del apartheid, de donde surgió, lo que representaba, por qué y cómo cayó y el actual estado de la situación de Sudáfrica, lea “Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar: El legado de Nelson Mandela y el camino no revolucionario del CNA”.)
Sin embargo, Hirsh Goodman dice que la creciente asociación de esos crímenes con la opresión de Israel sobre el pueblo palestino es un error. Que se tratan de un producto de unas políticas de Israel que, según él, van en contra de la naturaleza fundamental de Israel. Y le echa la culpa a las fuerzas que se oponen a la “ocupación de las tierras de los palestinos y en algunos casos al derecho de existir de Israel como un estado judío”, y a aquellos que Hirsh considera que aspiran a la “deslegitimación” de Israel.
Hirsh Goodman sostiene que en el Sudáfrica del apartheid:
Las masas de los negros fueron sacadas a la fuerza de sus tierras tribales a bantustanes áridos en el medio de la nada. Un ‘sistema de pases’ estipulaba los lugares donde los negros podían vivir y trabajar, dividió a las familias y destruyó las estructuras sociales con el fin de proporcionar mano de obra barata para las minas y para los negocios pertenecientes a los blancos y un surtido amplio de sirvientes domésticos para la minoría blanca. Arrestaban a aquellos que fueron descubiertos en violación de este sistema, les daban latigazos y les daban sentencias de períodos de trabajo duro, por unos pocos centavos por preso por día, pagaderos al servicio de la cárcel.
Nada de esto aún remotamente existe en Israel ni en los territorios ocupados.
Al contrario, sí existe.
No se trata de un sistema de marcas. TODAS las cosas que Hirsh Goodman niega que existan, efectivamente existen, como la BASE para el estado de Israel. Y como crímenes que tienen lugar TODOS LOS DÍAS a través de Palestina ocupada.
Los hechos básicos sobre Israel
En línea en revcom.us/israel/israel-es
Número especial sobre Israel
El caso de ISRAEL
¿Bastión de ilustración O matón para el imperialismo?
Contenido:
- Pregunta: ¿Justifica el Holocausto el destierro del pueblo palestino?
- La vida bajo la ocupación israelí
- La resistencia palestina
- Recursos recomendados para este número de Revolución
- Revolución responde a una pregunta sobre la naturaleza del Holocausto
He aquí la realidad básica subyacente al lugar que Hirsh Goodman describe como “un lugar de luz y justicia”.
El sionismo, es decir, un movimiento para un estado judío en Palestina, nació como un movimiento entre los judíos de Europa a fines del siglo 1800. El movimiento era una repuesta a la persecución de los judíos por las clases dominantes capitalistas y otras fuerzas reaccionarias en Europa y se oponía a otros movimientos con una amplia atracción de los judíos que se oponían a la opresión en unidad con otros pueblos oprimidos y explotados en los lugares donde vivían. El Sionismo ganó adeptos con el patrocinio de las potencias imperialistas europeas que lo consideraba una oportunidad de establecer una avanzada colonial en el Medio Oriente.
Presenta a Israel como “una tierra sin un pueblo para un pueblo sin tierra”. Eso es cierto únicamente si uno considera que los palestinos no son seres humanos. En 1880, vivían en Palestina 24.000 judíos entre 450.000 palestinos. Los palestinos eran los dueños y cultivaban casi toda la tierra. Para 1922, las varias décadas de migración judía patrocinada por los sionistas desde Europa ya había aumentado ese porcentaje a un 11 por ciento.
En 1948, la Nakba (la palabra en árabe para “catástrofe”) “allanó el camino desbrozó”, en el sentido literal para el establecimiento del estado de Israel. Se concentró ola tras ola de violento terror sionista en el año 1948. Expulsaron a la fuerza a un millón de palestinos de sus tierras, aldeas y hogares, solamente con las pertenencias que podían llevarse consigo. Hubo muchas violaciones, torturas y muertes. Para asegurar que no permaneciera nada al que los palestinos pudieran volver, arrasaron totalmente las aldeas y aún muchos olivares y naranjales. Al terminar la Nakba, se habían cometido 31 masacres documentadas y probablemente otras2.
En vez de ser una especie de lugar de “luz y justicia”, Israel ha sido un agente armado de cumplir los intereses del imperialismo estadounidense en el Medio Oriente y del mundo, Israel desarrolló y mantiene un arsenal nuclear grande con lo que tiene de rehén a la región entera. Israel ha invadido a los países vecinos y ha cometido crímenes terribles en todo el mundo al servicio del imperio estadounidense, por ejemplo, un papel importante en el genocidio de 200.000 personas indígenas guatemaltecos a inicios de los años 1980 así como un apoyo militar importante para el Sudáfrica del apartheid. (Lea “Estados Unidos… Israel… y crímenes por todo el mundo”.)
Bantustanes, leyes de pases y Palestina
Hoy las zonas en las cuales los palestinos están encerrados pecan de igual opresión que en el caso de los bantustanes del apartheid de Sudáfrica.
Un muro altísimo, el que todos conoce como “El Muro del Apartheid”, zigzaguea por las zonas pobladas de Cisjordania donde los palestinos todavía luchan para sobrevivir. El muro separa a los agricultores de sus tierras. Divide unos pueblos de otros, implica el sometimiento de los palestinos a las degradantes y potencialmente letales detenciones e interrogaciones para viajar de un pueblo a otro.
Los dos millones de habitantes de la Gaza están confinados en el sentido literal en condiciones de encarcelación, sin posibilidad de salir siquiera para visitar a sus familias en otras partes de Palestina. En Mapas de Google, es posible ver las casas de las que con sus padres y abuelos fueron expulsados, aunque no pueden ir a visitarlas. No pueden ver quiénes viven en las casas de las cuales fueron expulsados. Si se atreven a acercarse a los muros fuertemente armados que los mantienen encerrados en la Gaza, se arriesgan a estar en la mira de las balas de los soldados de Israel.
Toda esta situación se parece innegablemente a las leyes del pase del apartheid de Sudáfrica, o tal vez algo peor.
La Gaza tiene una costa en el mar Mediterráneo, pero el pueblo palestino no puede pescar ahí, debido a las patrullas de las lanchas artilladas israelíes. La Gaza tiene tierras de cultivo, pero los soldados de Israel tirotean a los campesinos que tratan de cosechar sus cultivos muy cerca de la frontera con Israel. Cada trozo de comida, material de construcción, medicina y cualquier otra cosa que se recibe en la Gaza los han filtrado los guardias fronterizos israelíes a fin de proporcionar apenas suficientes calorías para permitir que las personas subsistan y la ONU ha informado de que los surtidos de alimentos en la Gaza son equivalentes a aquellos para las familias más pobres del África subsahariano y que la mitad de las familias sobreviven con una sola comida por día.
Para repetir, no se trata de “marcas”. Eso es cierto. Israel sí se parece a la época de apartheid de Sudáfrica y su opresión del pueblo palestino es un crimen especialmente horrendo en un mundo de vil injusticia y opresión.
“Vivienda de colonización” en los “territorios ocupados”
Como parte de este argumento de que la asociación de Israel con el apartheid de Sudáfrica es solamente un problema de “marcas”, Hirsh Goodman escribe:
Desafortunadamente, Israel está trabajando para hacer todo lo que pueda para ayudar a sus oponentes a alcanzar su meta. En lugar de centrarse en las conversaciones acerca de la paz, Israel constantemente da señales de su intención de construir más vivienda de asentamientos, últimamente el 10 de enero, cuando se anunciaron los planes para construir 1.400 nuevas casas en Jerusalén oriental y Cisjordania.
He aquí los antecedentes básicos de esta “vivienda de asentamientos”:
Hoy, la nación palestina está dividida en tres entidades: 1) Israel; 2) lo que se llama los territorios ocupados; y 3) las zonas administradas nominalmente por la Autoridad Palestina.
Por medio de la limpieza étnica y la guerra en 1948, Israel se apoderó de la mayor parte de Palestina, inclusive las mejores tierras, la mayor parte del acceso al mar Mediterráneo y las ciudades más grandes. Después de 1948, la ONU (injustamente) trazó las fronteras según dicha limpieza étnica y guerra, reconoció al estado de Israel y reservó el resto del territorio de Palestina para los palestinos. Las fronteras de 1948 son las fronteras formales e “internacionalmente reconocidas” de Israel. Se trata de un crimen en marcha reforzado por uno de los aparatos militares más poderosos del mundo y mediante el terror cotidiano contra el pueblo palestino desplazado (lea el recuadro “El secuestro y la tortura de niños con fariseísmo”).
Como resultado de las guerras desde 1948, las fuerzas armadas de Israel ocupan una buena parte de las zonas designadas por la ONU como Palestina. Estas zonas, todavía habitadas por el pueblo palestino, incluyen la parte oriental de la ciudad de Jerusalén y una buena parte de Cisjordania o la Ribera Occidental del Río Jordán (la parte más al oeste de Palestina). Se refieren a estas zonas como “los territorios ocupados” y su ocupación por Israel es ilegal bajo todos los mandatos y acuerdos internacionales.
Desde 1993, facciones distintas de la Autoridad Palestina han administrado unas pequeñas partes desconectadas de Cisjordania y la Gaza. La Autoridad Palestina no tiene ninguna autoridad real. No tiene permiso para mantener un ejército ni defender el territorio que administra contra las constantes incursiones del aparato militar israelí. Además, Israel no lo reconoce como un estado.
El gobierno de Israel repetidamente ha ampliado lo que llama los “asentamientos” en los “territorios ocupados” en Cisjordania. Estos “asentamientos” son puestos de avanzada armados de sionistas fanáticos altamente armados que riegan el terror entre los habitantes palestinos de los “territorios ocupados”.
Lo que Hirsh Goodman despreocupadamente llama “vivienda de asentamientos” y denuncia solamente como malas relaciones públicas por parte de Israel, es una intensificación en curso de la limpieza étnica para expulsar al pueblo palestino de su tierra natal. Además, constituye una declaración al mundo de que no existe ningún derecho del pueblo palestino y ningún mandato del derecho internacional que Israel tenga a respetar.
¿Qué tiene de legítimo todo eso?
Si el apartheid de Sudáfrica efectivamente era ilegítimo, pues ¿qué es lo que hace que sea legítimo Israel, una nación arrebatada al pueblo palestino mediante la limpieza étnica y el terror, un sicario regional y global para el imperio estadounidense?
Los defensores de Israel (incluido a Barack Obama) invocan al Holocausto como su argumento esencial.
Pero la respectiva lección de dicho terrible crimen, es decir, la matanza genocida de millones de judíos (y otras personas) por el imperialismo alemán y otras fuerzas reaccionarias en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, es que el horror de esta clase nunca jamás se debe repetir en ninguna parte. Y que las personas no pueden quedarse calladas o pasivas cuando se preparen o lleven a cabo tales crímenes. Según ese entendimiento, el cual sí refleja la verdadera lección del Holocausto, es correcto tomar partido con el pueblo palestino contra su opresión por parte de Israel. Un buen número de personas judías, entre ellas sobrevivientes del Holocausto, han tomado aquella posición.
Los defensores de Israel, por otro lado, invocan al Holocausto para sostener que se justifica todo crimen con tal de que quiere decir la defensa “de mi pueblo” en toda circunstancia. Y de que a causa de los crímenes horribles por parte del imperialismo alemán y otras fuerzas reaccionarias en Europa contra los judíos y otras personas, se justifica todo lo que haga Israel. (Lea una exploración a fondo de la naturaleza del Holocausto en "Revolución responde a una pregunta sobre la naturaleza del Holocausto”). Aquella es una moralidad que sirve a un mundo de opresión y explotación, a la pulverización de miles de millones de personas facilitada al oponer unos sectores de la gente contra otros. La invocación al Holocausto no legitima al estado de Israel. Al contrario, representa un mayor desenmascaramiento de su ilegitimidad.
* * * * *
Las comparaciones de Israel de hoy al apartheid de Sudáfrica lisa y llanamente con acertadas. La creciente “deslegitimación” de Israel en el entendimiento de las personas se basa en lo más fundamental en la ilegitimación fundamental de un estado construido sobre la limpieza étnica terrorista y en el papel de agente mundial armado al servicio de un mundo de explotación y opresión.
1. Los objetivos del movimiento BDS se resumen en el sitio web bdsmovement.net: “En 2005, la sociedad civil palestina emitió un llamado para una campana de boicot, retiro de inversiones y sanciones (BDS) contra Israel hasta que éste cumpla con la ley internacional y los derechos de los palestinos”. En diciembre de 2013, la Asociación para los Estudios Asiático-Estadounidenses también ha asumido esta posición. Las posiciones valientes e importantes como estas han concentrado los reflectores sobre la opresión del pueblo palestino y han contribuido a desenmascarar y aislar a Israel. Además, importantes instituciones y organizaciones en el mundo han apoyado al B.D.S. [regresa]
2. El libro de Ilan Pappe La limpieza étnica de Palestina hace una denuncia bien documentada de que el destierro del pueblo palestino cumple con la definición jurídica de la limpieza étnica y que fue el plan consciente de importantes líderes sionistas. El libro se basa en fuentes primarias de los archivos militares de Israel, como las memorias de David Ben-Gurion quien tuvo un papel clave político y militar en la formación de Israel. [regresa]
3. “Estados Unidos… Israel… y crímenes por todo el mundo” (Revolución #213, 10 de octubre de 2010). [regresa]
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